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3.  DIFICULTADES BAJO LAS CUALES SE LLEVA A CABO LA PESCA EN PEQUEÑA ESCALA

Además de las dificultades tecnológicas, financieras y comerciales que tiene que afrontar toda actividad económica, las industrias que se basan en recursos, como es el caso de la pesca, los montes y la agricultura, tiene que afrontar las dificultades inherentes a los recursos naturales. Si bien la agricultura y los montes han podido mitigar estas dificultades mediante el progreso tecnológico, las pesquerías marinas todavía afrontan (y continuarán haciéndolo en un futuro previsible) dificultades características de los recursos naturales terminales; hay una cantidad máxima de pescado que puede obtenerse de una pesca nacional o incluso de las pesquerías mundiales, sobre una base sostenida. El nuevo régimen oceánico ocasionado con motivo de la declaración de Zonas Económicas Exclusivas de 200 millas (ZEE), ha aumentado el área sobre la cual un país tiene el control exclusivo de pesca y, en consecuencia, su captura máxima sostenida (MSY) de acuerdo con las condiciones económicas y tecnológicas vigentes.

Poco es lo que una pesquería nacional puede hacer para eliminar las dificultades que le imponen sus recursos y tampoco para resolver otro problema: el acceso libre al recurso, que no se aplica a la agricultura u otros sectores de recursos (por lo menos no es el mismo grado). Si bien la tierra puede ser parcelada y distribuida entre determinados propietarios que la labrarán y desarrollarán para potenciar al máximo su productividad y/o ingresos económicos, el mar y sus recursos vivos no pueden ser propiedad privada debido a su naturaleza fluida y movilidad. Con el acceso libre ningún pescador tiene suficientes incentivos para ordenar la pesca a fin de potenciar al máximo su productividad y/o ingresos económicos. Si lo hiciera, tendría que hacer frente a todos los costos individualmente, recibiendo sólo una parte insignificante de los beneficios; tendría que “explotar excesivamente” la pesca para aumentar su propio beneficio soportando sólo una parte insignificante del costo de una pesca excesiva. Es fácil imaginar los resultados cuando todo el mundo intenta hacer lo mismo. Las repercusiones del acceso libre al recurso son que incluso la productividad limitada (MSY) o ingresos netos potenciales (MEY) no pueden ser realizados sin cierta forma de ordenación colectiva, como consecuencia de la enorme competencia que el acceso libre impone entre los participantes. Sin embargo, la ordenación no es gratuita; significa costos de investigación, administración, vigilancia y ejecución, así como costos políticos y sociales. En consecuencia, el MSY y el MEY exageran los beneficios de la pesca ya que no pueden lograrse sin costos (el MSY exagera los beneficios al ignorar los costos de ordenación y de pesca).

Si bien el acceso libre y las limitaciones de los recursos establecidos por la naturaleza y las ZEE de 200 millas son más o menos comunes a todas las pesquerías, la pesca en pequeña escala tiene que afrontar dificultades incluso más graves. En primer lugar, su nivel de desarrollo tecnológico la confina a un área mucho más reducida que las ZEE de 200 millas. En segundo lugar, su inmovilidad mar adentro como consecuencia del alcance limitado de la pesca y tierra adentro a causa de la falta de empleo alternativo, la hacen especialmente vulnerable a los abusos terrestres y marítimos. En tercer lugar, los pescadores en pequeña escala afrontan frecuentemente dificultades “inesperadas”; la entrada es relativamente fácil y no muy costosa 1, la salida es difícil y penosa debido a una variedad de razones, entre ellas el endeudamiento crónico y la falta de mejores alternativas fuera de la pesca. La finalidad de este capítulo es tratar, detalladamente, las diversas dificultades bajo las cuales funcionan las pesquerías en pequeña escala en los países en desarrollo: limitación de recursos, acceso libre, falta de empleo alternativo y controversias con las pesquerías en gran escala.

1  Para las calificaciones, véase la nota 3 de la página 21 y la nota 1 al pie de la página 30

3.1  Limitaciones de recursos

El radio limitado de las pesquerías en pequeña escala confina su área de explotación a una estrecha franja de mar que con frecuencia no es superior a unos pocos kilómetros a partir de la costa. La presencia y emigración de los peces en esta área determina la disponibilidad del recurso para la pesca. La abundancia de este recurso varía de acuerdo con las condiciones ambientales y las actividades pesqueras de media altura. Una actividad constante de media altura y un medio ambiente estable permiten un máximo rendimiento que puede ser obtenido sobre una base sostenida.

En aguas someras tropicales, incluidos los arrecifes y zonas costeras, parece ser que hay una considerable consistencia de los rendimientos que oscilan entre 4 y 8 t/km², si 10 t/km² (Pauly, 1980), como se indica en el Cuadro 1.

Cuadro 1

MSY por superficie para determinados ecosistemas tropicales

Tipo de ecosistemaEmplazamientoMSYFuente
Arrecifes coralinos Jamaica, Caribe
4,0 t/km²
Munro (1975)
Océano de las Indias occidentales
5,0 t/km²
Gulland (1979)
Plataforma Golfo de Tailandia (< 50 m)
3,6at/km²
SCSP (1978)
San Miguel May (< 15 m) (Filipinas)
8,0 t/km²
M. Vaxily (pers. com. a Pauly)
Estuarios Golfo de México
12 t/km²
Saila (1975)
Lagunas Sakumo (Ghana)
15 t/km²
Pauly (1976)
a Sólo peces demersales
Fuente: Compilado por Pauly (1980)

Para comprender hasta qué punto son vinculantes las limitaciones de recursos, examinemos el caso del Golfo de Tailandia. Según el Cuadro 1, el rendimiento máximo sostenido es de 3,6 t/km². El litoral del Golfo tiene 1 850 km, mientras que según se estima, una franja cuya anchura es de 12 km es la distancia media desde la costa accesible a las pesquerías en pequeña escala. Esto significa que el MSY demersal, disponible para las pesquerías en pequeña escala de Tailandia, es aproximadamente de 80 000 t. A esta cifra tenemos que añadir otras 40 000 que es la parte correspondiente a los recursos pelágicos1. Un cálculo conservador establece que el número de pescadores en pequeña escala del Golfo de Tailandia es 35 000. Por lo tanto, a cada pescador le corresponden aproximadamente 3,4 t anuales del recurso. En una encuesta efectuada en 19782, de unos 320 pescadores en pequeña escala que empleaban 20 tipos distintos de equipo de pesca en el Golfo de Tailandia, se descubrió que la captura media por unidad de pesca oscilaba entre 2,8 t/año (Golfo exterior meridional) y 3,4 t/año (Golfo exterior septentrional). La captura por pescador era algo superior (3,7 t) en la costa del mar de Andaman, en donde no es posible la pesca al arrastre, y bastante más alta (4,6 t) en la costa oriental del golfo interior, en donde muchas embarcaciones de mayor tamaño han encontrado caladeros de pesca más lucrativos cerca de Campuchea, dejando la costa para las pesquerías en pequeña escala.

1  Calculado en proporción con las estimaciones del MSY (véase Panayotou y Jetanavich, 1982)

2  Véase Panayotou et al. (en prensa)

Con un costo medio de pesca de US$ 0,33 por kilo y un precio medio de US$ 0,60 por kilo, esta pesca les permite obtener unos ingresos anuales de US$ 750–1 250, o sea, suponiendo una familia de seis, US$ 125–200 por persona, en comparación con los ingresos medios nacionales por habitante de US$ 400, lo cual podría significar1 unas rentas negativas del recurso y una pesca excesiva económica2. La mayoría de los pescadores se quejaban de que sus ingresos y capturas han estado disminuyendo durante los últimos años, a pesar de haber aumentado el esfuerzo de pesca por su parte, citando las razones de dicho incremento en el número de pescadores, al invasión de los arrastreros, el escaso precio de la morralla cuya proporción en las capturas está aumentando, la contaminación ribereña, etc. También se dió a conocer la reducción del tamaño medio de los camarones y de otras especies de gran valor.

El panorama descrito indica que probablemente las dificultades de los recursos son vinculantes y que no es posible un ulterior desarrollo basándose en el mismo recurso.

¿Cuáles son las perspectivas para incrementar la base del recurso? Hay diversas maneras de mitigar o hacer más llevaderas las limitaciones impuestas a los recursos: (a) control de la selectividad del equipo de pesca y reglamentación del tamaño de malla para aumentar el valor unitario de la captura (especialmente camarones) y volver a una pesca basada en un más alto nivel trófico (una composición de la captura con especies más valiosas); (b) aumentar el valor de las capturas mejorando la utilización de las mismas y la eficiencia comercial; (c) reducción de las actividades de los arrastreros y otras pesquerías comerciales en la zona reservada a las pesquerías en pequeña escala; (d) reducir la pesca de media altura para aumentar la abundancia de las mismas poblaciones en las zonas de bajura y (e) aumentar el radio de acción de la pesca en pequeña escala mediante el mejoramiento tecnológico. De estas cinco posibles soluciones para mitigar las limitaciones de los recursos, examinaremos ahora sólo las dos primeras, dejando las otras para la próxima sección.

En una pesca de múltiples especies, cuando la malla tiene un tamaño excesivamente pequeño, no sólo evita que se obtenga un MSY óptimo sino que también cambia su composición permitiendo la captura de especies menos valiosas, como ya hemos visto en el capítulo precedente. La selección de un tamaño de malla apropiado (o más bien de un equipo de pesca apropiado) puede aumentar el valor del recurso considerablemente, aun cuando no cambie el rendimiento máximo sostenido3. Por este motivo las estimaciones del MSY sin indicación de su composición de especies e interacción pueden ser desorientadoras. La consecución de dicho MSY no impide el empeoramiento del recurso y el ulterior empobrecimiento de los pescadores. El tamaño de malla de 20 mm o menos, utilizado en la mayoría de las pesquerías al arrastre del sudeste asiático, junto con los niveles intensivos de pesca, según se opina, ha sido la causa de los cambios documentados en la composición del recurso. Pauly (1979) informa que el rendimiento actual por recluta de Lutjanus sanguineaus en el Golfo de Tailandia podría ser aumentado seis o siete veces, duplicando el tamaño de la malla, pero esto daría lugar a la fuga completa de las especies más pequeñas, las Leiognathus splendens. Que todo ello sea un paso decisivo dependerá del valor relativo de las dos especies. Si no fuera posible la pesca selectiva, será necesario elegir la luz de malla y examinar sus repercusiones en el nivel trófico en el cual deberá producirse la pesca, es decir, la apertura de malla con la cual se conseguirá la curva de ingresos totales más alta posible (Figura 5).

1  Decimos “podría significar” por dos razones: (i) esta estimación de los ingresos pesqueros se basa en datos para sólo un año, que podría haber sido excepcional (es necesaio contar con datos de series cronológicas); y (ii) la comparación con los ingresos de otros grupos socioeconómicos similares hubiera sido más apropiada que una comparación con el promedio nacional

2  Se obtuvieron resultados similares en Malasia y Filipinas (véase Librero et al., en prensa Fredericks et al., en prensa)

3  Sin embargo, la necesidad de adoptar una luz de malla media en las pesquerías de múltiples especies, disminuye la eficacia de la reglamentación del tamaño de la malla como instrumento de ordenación. Lo que se necesita es un equipo de pesca selectivo y medios para controlar dicha selectividad con objeto de incrementar la productividad de la base del recurso

Incluso si se dispusiera de un equipo de pesca selectivo, la Figura 5 todavía es idónea, como también lo es en el caso de una pesquería de especie única. Hay siempre una edad óptima (o tamaño) en la primera captura, es decir, un tamaño de malla con el cual se podría obtener de la pesca la curva óptima de rendimiento sostenido. La formulación del problema relativo a la selección del tamaño de malla, en términos de ingresos totales, abarca el caso más general en que es necesario elegir tanto la edad óptima como la composición ideal de las especies.

En general, la reglamentación de la luz de malla y los métodos de pesca como medios para mitigar las limitaciones del recurso en las pesquerías en pequeña escala, puede ser extremadamente importante en algunas áreas. El autor ha observado (1979) que los pescadores en pequeña escala de un poblado en Trat, provincia costera en la parte más oriental de Tailandia, capturaban grandes cantidades de camarones de 2 cm de largo, que vendían a US$ 0,20 el kilo. Admitían que si se dejara a los camarones crecer durante ocho meses o un año, su peso hubiera aumentado por un factor de 20y su precio unitario por un factor de 25. Suponiendo una mortalidad natural del 80 por ciento, durante el mismo período, un incremento apropiado del tamaño de malla hubiera centuplicado el valor del recurso para este grupo de pescadores. Aunque las ventajas que se esperan obtener a largo plazo con la reglamentación de la luz de malla, en realidad, serán considerablemente menores debido a la necesidad de adoptar un tamaño de malla medio en las pesquerías de múltiples especies, la importancia de controlar la selectividad del equipo de pesca para reforzar la productividad del recurso no puede ser subestimada. Sin embargo, los pescadores no querían aumentar la apertura de malla porque: (a) con un tamaño de malla no obtendrían capturas y, por lo tanto, carecerían de ingresos durante varios meses sin los cuales no pueden pasar y (b) temían que si los camarones fueran mayores atraerían a los arrastreros que, como sucedió con anterioridad, los eliminarían así como a cualquier otro pez de bajura. Los pescadores que utilizan un equipo de pesca igualmente destructivo, como es el caso del veneno y la dinamita, expusieron también argumentos similares.

Así, pues, se puede hacer mucho para incrementar la disponibilidad del recurso mediante el mejoramiento de los métodos de captura siempre que se resuelva el problema del acceso libre (véase la sección 2). Sin embargo, incluso con el actual estado de los recursos hay posibilidades para mejorar el valor de las capturas mediante un sistema más eficiente de comercialización y una mejor utilización. Las capturas procedentes de la pesca de especies múltiples (especialmente la que está sin reglamentar) consisten en una variedad de tipos y tamaños de pescado que varían de valor comercial de acuerdo con su utilización. Algunas especies y tamaños al ser completamente inapropiadas para el consumo humano se clasifican como morralla y/o se descartan o se venden para harina de pescado. Por ejemplo, en Chumporn, Tailandia, en 1979, más del 20 por ciento de las capturas de las pesquerías en pequeña escala fue clasificado como morralla y se vendió a US$ 0,05 por kilo, en comparación con el valor medio unitario de US$ 0,60 para la totalidad de la captura.

Además, el despilfarro y putrefacción de las capturas de las pesquerías en pequeña escala son considerables por diversos motivos: (a) el grado altamente perecedero de los peces tropicales; (b) falta o insuficiencia del abastecimiento de hielo e instalaciones de congelación; (c) dispersión y lejanía de las pesquerías en pequeña escala de los centros de consumo. Al mismo tiempo, estos factores implican grandes gastos de acopio, comercialización y almacenamiento y un precio de reserva relativamente bajo para los pescadores (una vez descargado el pescado debe ser colocado inmediatamente). La pequeñez y dispersión de los puntos de desembarque impide tanto la economía de escala en el acopio de las capturas como la competencia entre los comerciantes, mientras que la lejanía de las comunidades pesqueras significa un conocimiento limitado de las condiciones comerciales y escaso poder de negociación por parte de los pescadores.

Es posible reducir la proporción de pescado clasificado como morralla (incluido el que se deteriora) y elevar el valor de las capturas (a) incrementando el abastecimiento de hielo y (b) promoviendo la utilización de tamaños pequeños y especies no convencionales para el consumo humano mediante la elaboración (por ejemplo, pasta de pescado) o el cambio inducido de los gustos del consumidor. Igualmente, se podrían reducir los márgenes comerciales y aumentar el precio que se paga a los pescadores promoviendo la competencia entre los comerciantes, dando información sobre precio a los pescadores y facilitando una infraestructura comercial, como es el caso de las carreteras secundarias, centros de desembarque e instalaciones comerciales. No queremos decir que todo lo anteriormente descrito sea rentable o que dichas medidas, por sí solas, sean suficientes para mejorar la situacion de los pescadores. Lo que tratamos de explicar es que la mejor utilización de la materia prima y la reducción de los márgenes comerciales son posibles medios para mitigar las limitaciones del recurso para las pesquerías consideradas en conjunto, lo que significa prácticamente incrementar la base del recurso. Sus repercusiones serían el aumento del valor de las capturas, representado gráficamente por un alza en las curvas de ingresos totales análoga al cambio efectuado como consecuencia del incremento de la apertura de malla (véase la Figura 5). La eficacia de estas medidas para mitigar las limitaciones del recurso dependeráde las condiciones institucionales y económicas que reglamenten el acceso y participación en la pesca (véase la sección 3).

3.2  Problemas que plantean las pesquerías en gran escala

No sólo es limitada la base del recurso de las pesquerías en pequeña escala como consecuencia de su radio de pesca y productividad natural, sino que frecuentemente tienen que competir con otras pesquerías que utilizan una tecnología más moderna. Como hemos visto en la sección precedente, muchas veces el recurso disponible para una pesca costera, también se explota en aguas de media altura, aunque esto signifique o no evidentes desplazamientos perpendiculares a la costa de grupos distintos de edad de la población (reproductores, juveniles, etc.). Así, las pesquerías en gran escala frente a la costa deben reducir la disponibilidad de pescado para los pescadores en pequeña escala. Igualmente, las operaciones de los pescadores en pequeña escala, pueden reducir el reclutamiento de las poblaciones de media altura. Por ejemplo, en Costa de Marfil, la pesca de camarones peneidos en lagunas puede haber sido causa del colapso económico de la pesca al arrastre (Troadec, com. pers.). En realidad, los pescadores en pequeña escala están frecuentemente situados más estratégicamente en el ciclo biológico pero, por regla general, esto queda más que compensado por una asimetría fundamental entre las dos pesquerías: las pesquerías en gran escala pueden operar tanto en aguas de bajura como de media altura (con algunas excepciones) mientras que la pesca en pequeña escala queda confinada a aguas de bajura.

Aunque muchas veces las unidades pesqueras en gran escala no pueden faenar por ley en la zona costera reservada a la pesca en pequeñ escala, la presencia de especies de gran valor, como es el caso de los camarones, y las mayores densidades de pesca en aguas poco profundas características de los ecosistemas tropicales, así como el incremento del costo del combustible junto con ciertas dificultades de ejecución, provocan la invasión y competencia abierta entre las dos pesquerías en un mismo recurso. Con ello se produce una aglomeración excesiva y conflictos físicos entre el equipo de pesca, como es el caso de las redes de arrastre y el equipo fijo. En todo el sudeste asiático ha habido violentos enfrentamientos entre las dos pesquerías. En Malasia, por ejemplo, la invasión de los arrastreros en los caladeros tradicionales de los pescadores en pequeña escala provocó unos 100 incidentes (en 1970–73), en los que participaron casi 400 arrastreros y 800 embarcaciones de pesca de bajura, con el hundimiento de 60 embarcaciones y la muerte de 23 pescadores (Smith, 1979). En Indonesia, de acuerdo con el Director General de Pesca, después de una serie de enfrentamientos y manifestaciones y el proceso de 1 000 arrastreros que operaban ilegalmente en la zona costera, el Gobierno prohibió la pesca al arrastre en Indonesia a partir de octubre de 1980 (Sardjono, 1980). En Yemen del Norte, el Gobierno se vió obligado a prohibir la actuación de los arrastreros después de las manifestaciones de los pescadores de media altura que protestaban de la invasión de sus caladeros tradicionales por parte de arrastreros camaroneros propiedad de empresas y el consiguiente daño a sus redes de enmalle y los descartes de pescado en el mar (Thomson, 1980). Similares enfrentamientos e incidentes, tales como la quema de embarcaciones, tuvieron lugar en la India, Tailandia, Filipinas y Costa de Marfil. Las dos pesquerías también son conflictivas en el mercado, ya que utilizan los mismos insumos o capturan las mismas especies ícticas (o sustitutos cercanos). Los pescadores en gran escala pueden incrementar los precios de los insumos pesqueros y sus desembarques masivos pueden provocar una baja de los precios del pescado. Aunque procediendo así pueda aumentarse el bienestar de los productores de insumos pesqueros y de los consumidores de pescado, los pescadores en pequeña escala pueden perder su competencia cada vez más. En condiciones normales, se trata de un proceso aceptable y eficiente, mediante el cual, los productores más eficientes (baratos) desplazan a los productores marginales (caros). Sin embargo, al menos por tres razones este resultado puede no ser ni eficiente ni equitativo: (a) imperfecciones y deformación comerciales, especialmente en el mercado de capital; (b) distribución socialmente inaceptable de los ingresos; (c) falta de oportunidades de empleo alternativo para los pescadores desplazados y la necesidad de reducir la emigración a las ciudades.

Una condición fundamental para que exista una competencia correcta es que los participantes tengan acceso al mismo mercado de capitales. En muchos países en desarrollo (y algunos desarrollados), los mercados estań no solamente fragmentados sino también desvirtuados por los denominados subsidios para el desarrollo. Mientras que las pesquerías industriales tienen acceso al crédito institucional con poco interés y a préstamos subvencionados para el desarrollo, los pescadores en pequeña escala sólo tienen acceso al crédito oficioso con tipos de interés muchas veces mayor que los institucionales. Por ejemplo, en Chumporn, Tailandia, los pescadores en pequeña y media escala obtienen préstamos con tipos de interés que oscilan entre un 36 y un 60 por ciento1, en comparación con los tipos institucionales de un 6–12 por ciento (1978), por no hablar de los préstamos para el desarrollo a tipos de interés en condiciones de favor. Como se preveía, una ampliación del capital subvencionado y el acceso libre a los recursos, han provocado intensidades de capital (y por último una supercapitalización) injustificadas, ya que en los países en desarrollo hay mano de obra abundante y escasez de capital. Es lamentable que las necesidades de desarrollo, en cuanto a ahorro y formación de capital, hayan sido tan frecuentemente mal comprendidas o interpretadas en el sentido que significan mecanización.

Las pesquerías en pequeña escala se ven además limitadas por su dispersión y lejanía lo cual impide a las economías de escala la comercialización de capturas y obtención de insumos, que sólo pueden ser parcialmente compensados por sus bajos costos de oportunidad, de capital y combustible. Aunque en términos sociales los pescadores en pequeña escala pueden ser frecuentemente productores baratos, en términos privados, su costo unitario puede ser relativamente alto debido a la insuficiencia de la infraestructura y el alto costo del dinero prestado. Desde luego, también lo contrario podría aplicarse a las pesquerías en gran escala si se eliminaran los subsidios de capital (explícita o implícitamente) y a éste y a las divisas (maquinaria importada/combustible) se les asignara un precio de cuenta correspondiente a su costo social verdadero. Por ejemplo, en Trat (Tailandia) (1978), el combustible importado representó más del 47 por ciento y la mano de obra (local) menos del 28 por ciento del costo total de un arrastrero de tipo medio. En el mismo lugar y ocasión, el combustible sólo representó el 19 por ciento y la mano de obra el 55 por ciento del costo total de una trampa para cangrejos. No existía, pues, una importante diferencia en los ingresos de capital entre los dos tipos de equipo de pesca. La importancia de estas diferencias sólo se aprecia cuando se considera que Tailandia tiene una balanza comercial y de pagos con un déficit de casi US$ 3 millones y que casi la mitad de las divisas que obtiene el país se invierten en importación de combustible, siendo el desempleo superior al millón de personas, sin que mencionemos el subdesempleo.

El nuevo régimen de la jurisdicción ampliada por parte de los Estados ribereños da oportunidad de “reasignar” los recursos pesqueros entre las dos pesquerías. Sin embargo, antes de dicha reasignación es necesario reevaluar la viabilidad y rentabilidad social de dichas pesquerías utilizando precios de cuenta que reflejen la verdadera escasez de factores de producción al calcular los costos y beneficios. Dada la relatividad de los factores con que cuentan la mayor parte de los países en desarrollo y la supercapitalización de la pesca en gran escala, con precios desvirtuados y acceso libre, dicha reevaluación daría inevitablemente por resultado una asignación de recursos adicionales a las pesquerías en pequeña escala que fueron olvidades con el régimen de acceso libre a los recursos, como consecuencia de su incapacidad para explotar los recursos en aguas de altura. Desde luego, esta asignación de recursos entre las dos pesquerías implicaría el problema técnico de determinar algún tipo de equilibrio entre la mortalidad de las pesquerías de bajura y media altura y la decisión política sobre la distribución de las rentas originadas en el contexto de los objetivos globales de desarrollo del país.

Con frecuencia se desvirtúa la ayuda institucional a favor de los pescadores en gran escala debido a: (a) su mayor eficiencia aparente, y (en consecuencia) mayor “aportación” al crecimiento económico; (b) su capacidad para concentrarse en pocas zonas de descarga, lo que permite a las economías de escala la facilitación de una infraestructura, como instalaciones de desembarque, carreteras, etc., y la realización de programas de asistencia; (c) su visibilidad, influencia política y fortalecimiento económico, y (d) una predisposición general a favor de las pesquerías en gran escala bajo el régimen de acceso libre. Por el contrario, los pescadores en pequeña escala estań geográficamente dispersos y aislados y políticamente están desorganizados y son débiles. Debido a su estancamiento tecnológico y a su dedicación como actividad económica de último recurso, raras veces las pesquerías en pequeña escala parecen satisfacer los criterios convencionales de inversión. Sin embargo, si los objectivos de distribución están situados en la lista de prioridades de los dirigentes en un lugar tan destacado como los objectivos de eficiencia, los beneficios que se derivan de los pescadores en pequeña escala y otros grupos de bajos ingresos podrían ser ponderados mediante un patrón de distribución apropiado. Indudablemente, para lograr los objetivos de distribución será necesario observar un comportamiento eficiente: entre proyectos de inversión pública con resultados distributivos similares, habrá que elegir el que tenga más bajos costos en términos de “eficiencia” sacrificada.

1  Estos préstamos son aparentemente tan arriesgados y costosos que los bancos comerciales no pueden competir con eficacia e incluso con estos altos tipos de interés; los tipos de interés máximos del estado e instituciones, las necesidades colaterales y los calendarios estrictos de reembolso, dan lugar a una función limitada del crédito institucional en la economía rural

3.3  Acceso libre y fácil entrada

En la anterior sección hemos tratado de las limitaciones físicas y económicas, últimas o teóricas, del recurso para la pesca considerada en conjunto. Sin embargo, en realidad, puede que existan incluso limitaciones más estrictas como consecuencia de factores institucionales e históricos.

Hasta hace muy poco, las pesquerías mundiales se habían efectuado en los recursos de acceso libre, en el sentido de que todos podían participar de la pesca libremente. De acuerdo con el nuevo régimen oceánico, el acceso libre dentro de la ZEE de un país queda limitado a los nacionales del país en cuestión. Las personas se sienten atraídas a la pesca por las perspectivas de obtener unos ingresos superiores a los que podrían conseguir con otras actividades económicas con más o menos el mismo esfuerzo1. ¿Cómo es esto posible?

Cuando la alternativa a la pesca es la agricultura, es necesario comprar o alquilar el recurso natural (tierra) y además contar con capital y mano de obra. Por el contrario, para la pesca, uno tiene acceso libre al recurso natural (caladero y pescado) y, por ello, a diferencia del agricultor, no necesita pagar ningún alquiler a un supuesto “señor del mar”; así, puede aprovecharse del recurso y convertirse en una especie de propietario marítimo. Sin embargo, a diferencia del terrateniente, no puede excluir a otros que se aprovechan del mismo recurso; aunque pudiera hacerlo, todavía no puede evitar que los peces se trasladen de un lugar a otro, siendo explotados en caladeros distintos. Por lo tanto, los primeros que participan en una pesca sin explotar pueden obtener importantes beneficios hasta que otros, atraídos por las mismas perspectivas, llegan a ser tantos que los recursos limitados se dividen en muchas partes y la mayoría de los pescadores no ganan más de lo que obtendrían dedicándose a la agricultura (u otras alternativas posibles). Algunos pescadores pueden todavía lograr algunos beneficios debido a su capacidad superior a la normal o a su tecnología más adelantada, pero no son rentas de los recursos, sino, más bien de habilidad o casi rentas derivadas de la pronta adopción de nuevas tecnologías. Todo pescador que tenga pérdidas, por definición, podría obtener mejores ingresos fuera de la pesca y tan pronto como encuentra un buen comprador para su embarcación y equipo y un nuevo empleo, deja de pescar. A largo plazo, y en condiciones estáticas, sería difícil encontrar pescadores que ganaran más o menos lo que pueden obtener en otras ocupaciones y no habría razón alguna para que los que ya se dedican a la pesca la abandonaran, o para los que trabajan fuera de ella se dedicaran a pescar.

1  Se argumenta algunas veces que es extremadamente difícil para las personas que nunca han sido pescadores y que no proceden de la familia pesquera, incorporarse a la pesca aun cuando sea libre. Es absurdo, sin embargo, suponer que todos los pescadores son descendientes de algún pescador original. Lo que sucede realmente es que hay muchas personas que bordean la pesca y que, en cierto momento, han tenido en su existencia alguna familiaridad con ella, bien como pescadores ocasionales o como tripulantes o incluso como amigos o parientes de pescadores. Otros han tenido alguna experiencia en aguas continentales, etc. Sin embargo, otros, totalmente desconocedores de la pesca, pero que afrontan la perspectiva de morir de hambre, se dirigen a la costa y ofrecen sus servicios como “ayuda ocasional”, hasta que tienen cierta experiencia y el dinero para comprar una red o un cartucho de dinamita. Otra forma de acceso es la“pesca luminosa” costera, muy común en el litoral del sudeste asiático por la noche. Las pruebas de que la pesca es una de las pocas ocupaciones a la que puede recurrirse en último lugar, son abrumadoras. En la sección 3.4 nos referimos al respecto. Ahora es suficiente entrecomillar a Ondam (1976: 81–82), sociólogo que se ocupó de Paknam Lak Suanin (Tailandia del sur), una comunidad pesquera no corriente del sudeste asiático, compuesta por 600 familias: “La comunidad es tierra de nadie con un 53 por ciento de su población compuesta de emigrantes atraídos por la posibilidad de pescar … el 82 por ciento de las familias no poseen tierras … el 70 por ciento piensa que continuarán pescando siempre”

¿Cuál es la parte negativa de esta “placentera” situación? En verdad, todo el mundo recibe tanto como tiene derecho, de acuerdo con el sistema1. Sin embargo, algo se pierde. Si los pescadores no ganan más de lo que podrían obtener en otro lugar, si el Gobierno no obtiene impuestos de la pesca y si la sociedad, en general, no consigue beneficios especiales2 de las pesquerías, ¿cuál es la ventaja de que un país tenga una pesca marina en comparación con un país sin litoral? Si todos los sectores de la economía funcionaran sobre los mismos principios (acceso libre y, en consecuencia, sin valor excedentario), habría pocos fondos para invertir en el desarrollo económico y social del país.

Los beneficios que para la sociedad derivan de cualquier actividad económica (agricultura, industria, pesca) se potencian al máximo del nivel de esfuerzo (utilización de capital y mano de obra) que establece la mayor diferencia posible entre el valor de la producción y el costo del esfuerzo (insumos). Cuando hay derechos de propiedad privada garantizados y los mercados son bastante competitivos (como sucede en la agricultura), las acciones de determinados individuos (por ejemplo, el agricultor) para intentar potenciar al máximo sus propios ingresos conducen (también) a la potenciación máxima del rendimiento económico para la sociedad, considerada en conjunto, aunque no fuera esta su intención. Sin embargo, al pescar, como consecuencia de la falta de derechos de propiedad seguros (acceso libre), las acciones de determinados pescadores al intentar minimizar sus propios ingresos no provoca la potenciación máxima del rendimiento económico de la sociedad, sino su completa desintegración. Siempre que haya más ingresos que gastos (rendimiento económico positivo), los pescadores aumentarán su esfuerzo y otros participarán hasta que los costos aumenten notablemente y el recurso se reduzca (o cambie su composición) tanto que el rendimiento económico neto sea cero, es decir, que los ingresos cubran exactamente los gastos (véase la Figura 12).

Del mencionado análisis, se derivan tres implicaciones normativas: (a) una pesca de acceso libre aporta a largo plazo poco o nada al desarrollo económico del país, ya que todo excedente económico creado es autodestructivo a causa de la participación adicional que genera; (b) los cambios favorables en la situación económica o los intentos de un ulterior desarrollo de la pesca o ayuda a los pescadores, crearán más participaciones y, en consecuencia, un ulterior agotamiento del recurso o un cambio negativo en su composición y (c) el incremento de la base del recurso (por ejemplo, ZEE).

Nuestro modelo bioeconómico de la Figura 12 predice que, por lo menos a largo plazo, no habrá pescadores cuyos ingresos sean menores (o mayores) que sus costos de oportunidad, lo que significa que los pescadores, por término medio, no estarán en peores condiciones que otros grupos socioeconómicos similares del país. No obstante, hay una asimetría fundamental en la dinámica de la participación y la salida. En un buen año de pesca y/o en un mal año para otros sectores, muchas personas no dedicadas a la pesca con fuentes inseguras de ingresos (agricultores sin tierras, trabajadores subempleados, etc.) se ven atraídas por la pesca. Desde luego, no hay razón para que se vean atraídas en un número “apropiado”1; depende no sólo del volumen de las ganancias en perspectiva sino también de la situacion existente fuera de la pesca. Es algo análogo a la emigración rural-urbana; la creación de un puesto de trabajo en la ciudad atrae a varios emigrantes.

1  Si con lo que no estamos de acuerdo es con el sistema (libre empresa), no hay razón para que nos preocupara especialmente la pesca, que es sólo una mínima parte de la economía total

2  Desde luego, la sociedad disfruta de excedentes de consumo al tener grandes suministros de pescado a “bajo precio”, pero también sucede lo mismo con la producción agrícola, así como con otras actividades. Además, la sociedad está pagando excesivamente sus excedentes de consumo pesquero, mediante un uso excesivo de mano de obra y capital y, en consecuencia, menos producción y menos excedentes de consumo de actividades no pesqueras. Los suministros de proteínas no pueden ser considerados como beneficios, ya que se consiguen a un costo más alto de lo que podrían obtenerse con otros recursos (acuicultura, ganadería, etc.). Igualmente, el empleo no puede ser considerado como beneficio neto, ya que los pescadores podrían obtener, presumiblemente, el mismo ingreso (bajo) en otras actividades

Figura 12

Figura 12  El rendimiento económico máximo (MEY) no puede prevalecer como equilibrio a largo plazo en una pesca de acceso libre. Siempre que haya beneficios (exceso), habrá nuevos participantes y el esfuerzo se incrementará hasta se alcance el beneficio cero o equilibrio de participación libre (OAE) al nivel EOAE de esfuerzo

Desde luego, el acceso al mar no significa la participación en el recurso; pueden existir barreras económicas para un acceso o incorporación efectivos, tales como el capital necesario para las embarcaciones y el equipo de pesca, así como la pericia para hacer uso de ellos. Sin embargo, la incidencia máxima de especies tropicales en las áreas ribereñas y la extrema dificultad de aplicar coercitivamente los reglamentos contra el uso de métodos de pesca destructivos (veneno, dinamita, redes finas en criaderos, etc.) implican un escaso costo privado de participación. Por ejemplo, en 1978, el costo de capital de una embarcación sin motorizar en Tailandia, no era superior a US$ 40 y en las Filipinas US$ 60.

Por el contrario, la salida no es fácil. Durante años se ha ido acumulando un importante activo pesquero y no pesquero: se han abandonado experiencias y se han adquirido otras nuevas, las antiguas relaciones y hábitos han sido sustituidos por otros nuevos y la pesca es más un cambio de vida que meramente un cambio de ocupación. En primer lugar, el activo pesquero no puede ser fácilmente liquidado cuando las pesquerías están explotadas excesivamente. En segundo lugar, el endeudamiento crónico y las obligaciones afines con respecto a comerciantes/prestamistas para continuar la pesca, que son comunes entre los pescadores en pequeña escala, pueden perjudicar la movilidad. En tercer lugar, los pescadores en pequeña escala, al estar aislados en comunidades pesqueras remotas, pueden no estar suficientemente informados sobre la situación y naturaleza de otras oportunidades de empleo más lucrativas. En cuarto lugar, el encontrar una nueva ocupación/residencia y renovar las especialidades olvidadas lleva tiempo del que frecuentemente carecen los pescadores en pequeña escala, los cuales, al disminuir los ingresos por unidad de esfuerzo complementan justamente los ingresos de subsistencia. En quinto lugar, pueden existir barreras que se opongan a la participación en otras ocupaciones. En sexto lugar, como las actividades pesqueras para la mayor parte de los pescadores en pequeña escala están integradas en actividades terrestres (ninguna de las cuales es suficiente para vivir), el abandono de la pesca significa dejar todas las demás actividades terrestres, postura ésta invariablemente calificada por los pescadores como “desarraigo”. Por último, y quizás más importante, las comunidades pesqueras tradicionales tienen una forma de vida y una subcultura propia que no pueden fácilmente adaptarse a las necesidades de los empleos industriales y actividades agrícolas comerciales (por este motivo los pescadores pueden ser malos piscicultores)1.

1  El número de pescadores necesario para que la pesca consiga un equilibrio de acceso libre

Así, pues, bien porque muchos pescadores fueron atraídos por la pesca cuando era rentable, bien porque disminuye la rentabilidad como consecuencia del consiguiente cambio de la situación económica (o bioecológica), es muy frecuente encontrar pescadores en pequeña escala que obtienen ingresos considerablemente inferiores a sus respectivos costos de oportunidad. Por ejemplo, como se ha demostrado en recientes estudios, los pescadores en pequeña escala de Tailandia, las Filipinas y Malasia2, estaban situados entre los grupos socioeconómicos más bajos, con ingresos considerablemente inferiores al promedio nacional respectivo e incluso inferiores a los que podrían obtener con ocupaciones alternativas. Todo ello significa: (a) una pobreza relativa y falta de movilidad, y (b) excedentes económicos negativos y, en consecuencia, aportación insuficiente de la pesca al desarrollo económico nacional. En Tailandia, se descubrió que la mayoría de las pesquerías en pequeña escala y algunas de media escala (1978), tenían rentas negativas, es decir, pérdidas de hasta US$ 2 500 por unidad pesquera y año, según el tipo de equipo y situación. Al mismo tiempo, aproximadamente, en las Filipinas también se descubrieron rentas negativas (especialmente entre las embarcaciones motorizadas) y en Malasia (sobre todo en la costa occidental).

Por el contrario, en algunas pesquerías en pequeña escala de Sri Lanka, se obtuvieron rentas considerables de los recursos, debido a barreras efectivas a la participación en forma de comunidades pesqueras cerradas (véase Fernando, et al., en prensa). Las personas que no pertenecen a la comunidad, no tienen acceso a la pesca cuya propiedad se considera comunitaria. No se permite a ningún intruso atracar una embarcación de pesca en la línea costera que “pertenece” a la comunidad. Tampoco se recluta la tripulación en el exterior, siempre que haya mano de obra superior a sus respectivos costos de oportunidad y así se continuará procediendo hasta que los lazos comunitarios sean fuertes y no haya peligro de invasión por parte de las pesquerías en gran escala.

Por lo tanto, podemos incluir que el acceso libre, cuando se combina con el aislamiento y las características socioculturales de los pescadores en pequeña escala puede provocar no sólo la desintegración del excedente económico para la sociedad en general, sino también el empobrecimiento de los propios pescadores. La falta de movilidad ocupacional y geográfica puede ser causa de un prolongado aislamiento, escaso nivel de instrucción, edad avanzada, preferencia por una determinada forma de vida, tabúes culturales, restricciones de castas o simplemente incapacidad para liquidar los propios bienes. Sin embargo, con mucha frecuencia, las razones más allá de lo absoluto cuando no son la pobreza relativa de los pescadores en pequeña escala obedecen a la falta de alternativas suficientes que garanticen el costo del cambio de ocupación y el costo incomparablemente superior del reasentamiento en un medio ambiente social distinto.

3.4  Falta de empleo alternativo

Hay que examinar dos aspectos afines: (a) desempleo en los sectores no pesqueros, (b) mano de obra “excedentaria” y falta de empleo no pesquero en las propias comunidades pesqueras. Como hemos analizado en la sección 2, el desempleo crónico o estructural significa un bajo costo de oportunidad de la mano de obra. Inevitablemente, los sectores de recursos de acceso libre se convierten en un reflejo de las condiciones existentes en el resto de la economía. Si fuera de la pesca hay oportunidades de empleo atractivas, se produce una salida de recursos (capital y mano de obra) de la pesca a otros sectores; por ejemplo, ciertos países del Mar Rojo y de Africa oriental tienen dificultades para continuar sus operaciones pesqueras, dado que hay mejores oportunidades de empleo con las compañías petroleras (Ben-Yami). Si en el resto de la economía aumenta el desempleo y las personas sin tierras, es de prever que se produzca lo contrario: habrá un movimiento de la mano de obra hacia sectores de recursos de acceso libre, como es el caso de la pesca. Naturalmente, los nuevos participantes, al tener poco o ningún capital y carecer de experiencia, se dedican a la pesca costera incrementando así las filas de los pescadores en pequeña escala. Hay bastantes pruebas de que la pesca costera es una actividad económica de última instancia. Por ejemplo, Pollnac y Sutinen (1979) informan que en Africa oriental “la pesca se considera como un empleo de último recurso … las personas se dedican a la pesca cuando la agricultura no es viable” (p. 59). Igualmente, Nagata (1980) informa que, en Malasia, después de las leyes relativas a la pesca de arrastre (1965), que requiere mucho capital, varios pescadores descontentos “al final se dedicaron de nuevo a la pesca en pequeña escala, ya que participar en la misma es relativamente fácil” (p. 4). Otro ejemplo lo tenemos en Cordell (1973), cuando manifiesta que los trabajadores del Brasil septentrional, que dejaron las plantaciones de cocoteros, se dedicaron a la pesca en canoa por falta de mejores alternativas en un momento en que las comunidades pesqueras que efectuaban un tipo de pesca similar abandonaban los caladeros tradicionales (estuarios) para inciar la pesca en pantanos, como consecuencia de la fuerte competencia de la tecnología avanzada. En el sudeste de Asia, Larsson, van Noort y Oswald (1975) y Collier et al. (1977) informan que aumenta el número de pescadores en pequeña escala en Malasia e Indonesia, respectivamente. Así, llegamos a la conclusión de que cuando disminuyen las oportunidades de empleo fuera de la pesca se reducen las oportunidades del costo de la misma, incrementando la dependencia de esta actividad y dando pocas oportunidades para dedicarse a otras tareas estimulando a los nuevos participantes a reducir más los recursos y, en consecuencia, creando unos límites más estrictos para ellos.

1  Sin embargo, como observó C.H. Newton, en definitiva, la movilidad es una función de los ingresos. La mayor parte, por no decir todas las restricciones que se oponen a la salida enumeradas en este documento podrían superarse con suficientes ingresos

2  Para Tailandia véase Panayotou et al. (en prensa); para Filipinas, Librero et al. (en prensa) y para Malasia, Fredericks et al. (en prensa)

¿Qué sucede con el empleo no pesquero, dentro de las propias comunidades pesqueras? Las pequeñas comunidades pesqueras frecuentemente radican en zonas en donde las actividades terrestres están limitadas y las redes de transporte y comunicación con el resto del país son escasas. Esta situación se ve además agravada por la tendencia que tienen los pescadores en pequeña escala a compenetrarse con el mar poniendo poco interés en los asuntos nacionales. (Por ejemplo, en Tailandia, los pescadores, en general, se han negado repetidas veces a pagar los impuestos, basándose en que obtienen pocos beneficios de los servicios públicos y de la infraestructura social.) Muchas veces es cierto que este aislamiento de los pescadores en pequeña escala ha sido consecuencia parcial de la falta de interés de los políticos y administradores en las cuestiones pesqueras. Muchas veces los pescadores en pequeña escala están demasiado dispersos y tienen escaso poder político y económico para ocuparse de sus intereses1. La consecuencia de este abismo entre las comunidades pesqueras en pequeña escala y el resto del país se manifiesta por la escasez de una infraestructura y servicios en apoyo de la pesca y la disponibilidad del empleo no pesquero. Sin embargo, invariablemente, los pescadores en pequeña escala obtienen una parte pequeña pero decisiva de sus ingresos de actividades no pesqueras, como es el caso de la agricultura, pequeños negocios y comercio. Estas ocupaciones (así como actividades terrestres afines a la pesca, como es el caso de la reparación de redes, secado y elaboración de pescado, etc.) absorben las considerables fluctuaciones de la actividad pesquera dimanantes de la situación del medio ambiente (clima, fluctuaciones estacionales, equipo pesquero deficiente, etc.)

Sin embargo, como estas ocupaciones terrestres requieren por lo menos tierras y mercados, también tienen que afrontar restricciones terminales como consecuencia del volumen y productividad limitados de la franja costera originalmente ocupada por la comunidad y por el transporte y otros vínculos comunitarios con el resto del país, que son invariablemente deficientes. El crecimiento demográfico dentro de la comunidad y la emigración externa (cuando la pesca es todavía rentable) permiten un mayor mercado local, pero, con recursos fijos (pescado y tierra) y poca formación de capital o mejoramiento de la productividad, el poder adquisitivo es limitado, excepto en ocasiones de captures excepcionales. El incremento de las flotas y la motorización de las embarcaciones pesqueras avanzaron considerablemente en los últimos años, representando una acumulación de capital (o por lo menos, acceso al crédito) y un mejoramiento tecnológico. Sin embargo, gran parte de la reciente motorización no produjo los resultados previstos, ya que se llevó a cabo en zonas en donde los recursos ya estaban “excesivamente explotados” y toda ampliación del radio de pesca en las operaciones en pequeña escala significó ponerlas en conflicto con las pesquerías de media altura.

1  La ampliación de la jurisdicción ha cambiado todo esto en algunas partes del mundo; por ejemplo, el Canadá e Indonesia, en donde los pescadores en pequeña escala han comenzado a tener cierto poder político. En otros países, como es el caso de Tailandia y las Filipinas, los pescadores en pequeña escala siguen estando situados, política y económicamente, entre los grupos socioeconómicos más débiles

Así, en cierto modo, las comunidades pesqueras en pequeña escala están “sin acceso al mar” y “sin acceso a la tierra”, con una estabilidad de recursos sin precendentes: pescado, tierra, mercados y conexiones con el mundo exterior. Si bien en muchos países la afluencia exterior ha desaparecido casi por completo como consecuencia de haberse reducido los ingresos previstos de la pesca, las poblaciones de las comunidades pesqueras continúan creciendo. El resultado es una continua reducción de la relación recurso-hombre y ningún mejoramiento del nivel de vida en cuanto a productividad. Sin embargo, la emigración a las zonas metropolitanas no es una solución para los países en desarrollo, que ya están afrontando un desempleo urbano considerable y la insuficiencia de la infraestructura social para absorber la emigración rural-urbana.

Como hasta ahora se ha hecho muy poco para mejorar las comunidades pesqueras (por ejemplo, facilitación de la infraestructura necesaria, promover nuevas actividades) excepto alguna ayuda a la pesca (por ejemplo, motorización de canoas), es muy probable que haya bastantes oportunidades para dicho desarrollo. La promoción del turismo, la artesanía y la acuicultura costera son evidentes alternativas o complementos de la pesca pero también otras actividades que actualmente se desarrollan en las zonas urbanas pueden ser viables en las zonas costeras si se facilitara la infraestructura necesaria. Por ejemplo, en Trat (Tailandia) se sabe que los pescadores han obtenido una doble ventaja de una fábrica de elaboración de pescado en su provincia: (a) un precio superior por sus capturas, y (b) más oportunidades de empleo para otros familiares.

La relación complementaria de las actividades terrestres pesqueras y no pesqueras, tiene repercusiones en el desarrollo y ordenación. El fomento de las comunidades pesqueras no necesita estar confinado sólo a los recursos ícticos sino que puede integrarse (y en muchos casos debería) en estas otras actividades. Por ejemplo, aunque la motorización de embarcaciones de pesca puede no estar justificada sólo por la base del recurso, la oportunidad para utilizar las embarcaciones para el transporte, comercio o turismo cuando escasea la pesca (por ejemplo, en la estación de los monzones) puede justificar la inversión. Sin embargo, hay que tomar precauciones para fomentar estas oportunidades alternativas y, al mismo tiempo, controlar el esfuerzo con objeto de proteger el recurso de una explotación excesiva. Las actividades no pesqueras también necesitan ser tomadas en consideración cuando hay riesgo de que el desarrollo pesquero previsto no incremente el espectro de oportunidades disponibles para la comunidad pesquera, sino que simplemente sustituya una actividad no pesquera viable por otras oportunidades de pesca. Por ejemplo, si cuando escasea la pesca los pescadores se dedicaran a la agricultura, la asignación de recursos adicionales a la comunidad pesquera podría hacerse a expensas de la agricultura. En todo caso, al evaluar los beneficios de los proyectos de desarrollo pesquero hay que tener en cuenta sus repercusiones en las actividades pesqueras, sean positivas o negativas.

La existencia o falta de empleo alternativo también tiene repercusiones en la ordenación de la pesca. Controlar y reducir el esfuerzo de pesca (incluida la autoregulación) es más fácil y puede ser ejecutado con más rapidez en las comunidades pesqueras con un amplio espectro de alternativas. Si no hay oportunidades de empleo no pesquero, pero existe una base del recurso para estas actividades (tierra, emplazamiento, montes, recursos minerales, medio ambiente natural, etc.) la ordenación pesquera deberá ir pareja con el desarrollo no pesquero. Frecuentemente hay también posibilidad para el desarrollo “no pesquero”, que es el mejoramiento de la utilización, elaboración y comercialización de las capturas, lo cual permite la creación de algunos excedentes económicos o al menos mejorar las condiciones socioeconómicas de los pescadores haciendo viable la introducción de planes de ordenación. Los gastos de ejecución coercitiva son relativamente escasos cuando hay alternativas a la pesca y extremadamente altos cuando ésta es la única fuente de empleo e ingresos.


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