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5.  RESUMEN Y CONCLUSIONES

Aunque las pesquerías en pequeña escala todavía dan empleo a más del 90 por ciento de todos los pescadores y contribuyen aproximadamente a la mitad de las capturas comestibles mundiales, sólo han recibido escasa atención durante los últimos decenios de desarrollo nacional e internacional. Por el contrario, se ha insistido en la promoción de inversiones para el desarrollo de las pesquerías industriales aunque todo ello, inevitablemente, haya provocado una supercapitalización y una pesca excesiva. En conjunto nada tiene que extrañar en un momento en que los recursos pesqueros mundiales eran objeto de una competencia libre y los combustibles fósiles tenían precios relativamente baratos y el capital un precio inferior al normal.

El nuevo régimen del mar, que ha situado a la mayor parte de los recursos pesqueros mundiales bajo el control de los estados ribereños, ha aumentado la posibilidad de reducir el despilfarro económico y utilizar la pesca para lograr los mejores intereses del estado ribereño. Incluso los países en desarrollo que no habían participado en la pesca de alta mar, han visto que es más fácil con este nuevo régimen del mar planificar el desarrollo de sus pesquerías nacionales que actualmente han adquirido una base de recurso definida y exclusiva. El incremento del precio del combustible, los altos costes del capital importado y la abundancia de mano de obra subempleada, indujeron a los países del tercer mundo a prestar más atención a las pesquerías en pequeña escala que necesitan mucha mano de obra y apenas capital o combustible. Al mismo tiempo, los gobiernos se ocupan cada vez más de las diferencias socioeconómicas y están estudiando la prestación de ayuda a los pescadores en pequeña escala que invariablemente se encuentran entre los grupos con más bajos ingresos.

Sin embargo estos esfuerzos bien intencionados podrían verse frustrados sin una comprensión profunda de los factores que provocan la situación deprimida de las pesquerías en pequeña escala y el potencial existente para un ulterior desarrollo. En el presente estudio se ha intentado situar a las pesquerías en pequeña escala en una perspectiva correcta, indentificando las dificultades en las cuales se realiza y analizando los efectos de las intervenciones alternativas, teniendo en cuenta estas dificultades y las nuevas oportunidades. Todo ello ha dado lugar a algunas opciones normativas para mejorar la situación socioeconómica de las pesquerías en pequeña escala y potenciar al máximo su contribución global al desarrollo nacional económico y social.

En general, hay varios aspectos de las pesquerías y de la pesca en pequeña escala en particular, que un administrador necesita tener en cuenta. Una pesca se compone de pescadores, la flota y las poblaciones ícticas. Estas constituyen un recurso renovable, aunque se pueda destruir naturalmente, lo que significa que es capaz de cierta productividad máxima así como de su desaparición, según sean las acciones humanas. Mediante un control apropiado de la intensidad y características de la pesca, es posible ajustar el tamaño, estructura de edad y composición de las especies del recurso con objeto de potenciar al máximo su productividad y, en consecuencia, obtener la captura máxima sostenible (MSY). Es importante observar que la máxima captura se obtiene a menos del nivel máximo de esfuerzo. Hasta cierto punto, el incremento del esfuerzo da lugar a un aumento casi proporcional de la captura; los ulteriores incrementos originan un aumento de las capturas cada vez más pequeño hasta que se alcanza el nivel de MSY más allá del cual al incrementar el esfuerzo se reduce la captura. Incluso el MSY es demasiado ambicioso como objetivo de ordenación, debido a la variabilidad de las poblaciones tanto natural como inducida por la pesca. Además, como las especies y tamaños distintos tienen diferentes precios en el mercado, el valor máximo puede que no se obtenga con el nivel más alto de captura; es posible que una menor captura sostenida, compuesta de especies y tamaños más valiosos, tenga más valor que una captura más grande compuesta principalmente de moralla.

Además, como la captura del pescado significa gasto de dinero (capital y mano de obra) lo que importa no es el volumen de la captura ni su valor (bruto) sino el excedente del valor de la captura por encima de los gastos de pescar. El excedente máximo o rendimiento máximo económico (MEY) como es conocido, se obtiene en un nivel de esfuerzo de pesca y captura considerablemente inferior al nivel necesario para obtener el rendimiento máximo sostenido o el valor máximo de la captura. Ello es así porque el incremento del esfuerzo más allá de un punto, da lugar a un incremento menos que proporcional de las capturas (y valor), mientras que los costos continúan aumentando en proporción con el esfuerzo. Hay que evitar que se alcance el nivel “óptimo” de esfuerzo y también la intensificación de la pesca cuando la última unidad de esfuerzo pesquero sumada de lugar a una captura cuyo valor meramente cubra sus gastos (incluidos los costos de explotación, asl como la depreciación y un beneficio normal del capital). El nivel óptimo de esfuerzo da lugar a un beneficio máximo o máximo rendimiento económico que, en una economía que funcione bien y que sea bastante equitativa1, equivale a un máximo beneficio social. En dicha economía, la consecuencia de otros objetivos, tales como el máximo de proteínas o el máximo de empleo, provoca una insuficiente asignación de los escasos recursos de la sociedad (capital, humano y natural). Evidentemente, en una economía eficiente y equitativa, el objetivo de la ordenación pesquera deberá ser el máximo rendimiento económico o, incluso mejor, el máximo valor presente de la corriente de rendimientos económicos, mientras dura la pesquería.

Sin embargo, muchos países en desarrollo (y bastantes desarrollados) no tienen ni remotamente una economía equitativa que funcione bien. Cuando existen graves fallos comerciales (monopolios, mercados de capital imperfectos, mano de obra excedentaria, etc.) y grandes disparidades socioeconómicas, el empleo constituye un problema, especialmente en las pesquerías en pequeña escala superpobladas, en donde la “ordenación” requiere una reducción del esfuerzo y, en consecuencia, disponer de personas que están trabajando sin tener otras alternativas que ofrecer. En los países que no cuentan con medios efectivos para la redistribución de los ingresos, el empleo en un recurso natural de acceso libre es para muchos el único y último medio de compartir el bienestar nacional. Excluirlos de la pesca es negarles su subsistencia. Cuando hay mano de obra excedentaria, la exclusión de los participantes potenciales es difícil de justificar. Estas consideraciones parecen sugerir que el empleo pesquero máximo (y, por lo tanto, el máximo esfuerzo de pesca) es el objetivo apropiado de la ordenación pesquera, cuando no hay oportunidades de empleo alternativas.

No obstante, cuando se considera la reducción de las capturas como consecuencia de esta superexpansión del esfuerzo y el hecho de que el empleo secundario (acopio, elaboración, comercialización) depende del volumen de las capturas, es evidente que la pesca genera el máximo empleo global cuando se realiza alrededor del MSY, en vez de al empleo pesquero máximo. Además, si sumamos el empleo multiplicador generado que se pierde, como consecuencia de la disipación de parte del rendimiento económico, podemos llegar a la conclusión de que el empleo global máximo se sitúa incluso más hacia la izquierda, en algún punto entre el MEY y el MSY.

Sin embargo, cuando la pesca se ha convertido en un estilo de vida, así como una fuente de subsistencia, los costos psíquicos y sociales del cambio y reasignación ocupacionales, puede que sean demasiado altos para ser ignorados en nombre de la potenciación máxima del empleo global. Teniendo en cuenta estas cuestiones y otras importantes de carácter socioeconómico, llegamos al concepto de rendimiento máximo social (MScY), que puede ser definido como el mejor índice posible de explotación de una pesquería de acuerdo con las condiciones socioeconómicas existentes, cuando estas últimas no se toman como paramétricas sino supeditades a cambio y control a largo plazo. Así, pues, a diferencia del MEY y MSY, el MScY \?\ corresponde a un nivel fijo de esfuerzo. En una pesca superpoblada y de acceso libre,el MScY no estaría lejos de la situación existente al comienzo sino que iría progresivamente hacia el MEY a medida que mejoraran las condiciones socioeconómicas (recursos adicionales asignados, empleo alternativo creado y movilidad reforzada). Cuando toda la economía funciona de manera eficiente y equitativa, el MScY y el MEY coinciden.

1  Equitativo en términos de oportunidades y no necesariamente de ingresos. Una distribución desigual, pero socialmente aceptable de los ingresos, cumpliría con esta condición

Con objecto te evaluar la situación existente en una determinada pesquería en pequeña escala y elaborar las intervenciones apropiades de desarrollo y ordenación para lograr el MScY es necesario examinar en primer lugar las dificultades bajo las cuales se realiza. Aunque cada une de las pesquerías en pequeña escala hasta cierto punto afrontan una diversidad de problemas: unidades pesqueras pequeñas, diseminadas y fluidas, emplazamientos remotos y aislados, recursos de acceso libre limitados, tecnología de múlitples equipos, captras de varias especies, controversias con las pesquerías en gran escala, movilidad limitada y falta de oportunidades de empleo alternativo. El status de acceso libre de los recursos pescadores tiene en cuenta la particularidad (común a las pesquerías mundiales) de que ni los pescadores ni la sociedad considerada en conjunto obtienen un valor neto de un recurso valioso. Es raro encontrar pescadores, en una pesca verdadermente de acceso libre, que tengan ingresos superiores a sus costos de oportunidad (es decir, lo que pueden obtener en un empleo alternativo). Si algunos lo consiguen no es por mucho tiempo; los beneficios excedentarios atreaen nuevos participación, tales con los cuales tendrían que competir. Las barreras tradicionales a la participación, tales como los derechos de propiedad tradicionales, se han atomisado bajo la presión demográfica, la introducción de tecnologías más eficientes por parte de los nuevos particpantes y la generalización del concepto de acceso libre. La falta de empleo alternativo y la alta especialización son responsables de los escasos costos de oportunidad de los pescadores en pequeña escala y, en consecuencia, de sus escasos ingresos. La limitada movilidad geográfica y ocupacional (que es resultado de diversos factores sociocultrales) es responsable de que los pescadores artesanales tengan ingresos incluso inferiores a sus costos de oportunidad. Los esfuerzos estatales para ordenar y mejorar las pesquerías artesanales se ven dificultados por la lejanía, dispersión y fluidez de las unidades pesqueras, la vairedad de la tecnología utilizada y la multiplicidad de las especies explotadas.

Teniendo en cuenta estas difcultades y las limitaciones de carácter presupuestario y administrativo del gobierno, las intervenciones estatales deberán limitarse al mejoramiento y control del medio ambiente y a las condiciones en las cuales se realiza la pesca en pequeña escala, en vez de intervenir directamente en las operaciones pesqueras. Sería mucho más fácil, más efectivo y menos costoso, asignar más recursos pesqueros a los pescadores ribereños, mejorar la infraestructura (incluida la comercialzación) y estimular la auto-reglamentación en vez de subvencionar la motorización de canoas y el empleo de combustible o intentar controlar el esfuerzo mediante cupos de captura. También es importante reconocer que incluso las intervenciones bien intencionadas pueden dañar en vez de beneficiar a aquellos a los que se trata de ayudar. Por ejemplo, una política de sustentación de precions o una subvención de los insumos en condiciones de acceso libre, puede bebficiar a los actuales pescadores a corto plazo pero cieramente los perjudcará a largo plazo, especialmente si la entrada en las pesquerías es más fácil que la salida. En general, el desarrollo sin ordenación es probable que no prospere aun cuando haya potencial en el recurso, ya que el desarrollo origina beneficios que atreaen a los particpantes hasta que se verifica la completa disipación. Por otra parte, la ordenación de las pesquerías explotadas excesivamente no puede llevarse a cabo sin el desarrollo de oportunidades alternativas de empleo para absorber la mano de obra excedentaria.

Estas consideraciones permiten una estrategia para mejorar las pesquerías en pequeña escala, de tres componentes inseparables e indispensables: (a) asinganción del recurso y estímulo de la autoordenaciín; (b) desarrollo de un medio ambiente apropiado para la completa y equitativa utilización del potencial pesquero y (c) fomento de oportunidades de empleo alternativas/complementarias. En este contexto se pueden rejuvenecer y reavivar los derechos internacionales y ser utilizados como instrumentos de la ordenación pesquera. Los sistemas de ordenación comuitaria tradicionales han sido superados por las presiones demográficas y tecnológicas que cambiaron el equilibrio recurso-población en un medio ambiente sin alternativas.

Dadas las nuevas realidades de una gran dinsidad de población y técnicas pesqueras modernas, no es posible reavivar y mantener sistemas tradicionales de autoordenación sin cierta intervención estatal para proporcionar un medio ambiente propicio. La reglamentación detallada de las actividades de millares de pescadores en pequeña escala diseminados no es necesaria ni se puede ejecutar. Igualmente, la motorización “obligada” o la subvención de los medios de producción no son necesarios. Una vez que una comunidad tiene el derecho desigualdades que no permiten el funcionamiento eficiente del mercado, la motorización debe tener lugar sólo sirva a los objetivos de la comuindad. La creación de oportunidades de empleo fuera de la pesca servirá para cumplir tres finalidades: (a) absorber la mano de obra excedentaria, (b) promover la movilidad y (c) proporcionar una fuente complementaria/alternativa de subsistencia y, en consecuencia, seguridad contra la incertidumbre ocasionada por las fluctuaciones del mercado o de los recursos. Este ùaltimo punto es de especial importancia, ya que los sistemas tradicionales de autoordenaciòn tienden a ceder cuando la falta de alternativas limita el horzonte de la planifcaciòn y estimula un comportamiento explorador para la supervivencia inmediata.

A este nivel general de investigación no es posible ser más específico sin generalizaciones improcedentes. Lo que deban ser determinadas formas, planes de ordenación y programas de desarrollo, dependerá del caso específico objeto de estudio; su contenido y forma deberá ser sensibles con respecto al contexto y alternativas disponibles pero su selección deberá seguir los principios generles que hemos tratado.

Con objeto de establecer el contexto de una pesquería en pequeña escala e identificar las a alternativas posibles, es necesario acopiar y analizar un mínimo de datos sobre aspectos biológicos, económicos y sociales de la pesca, así como su marco institucional presente y pasado (derechos tradicionales, acceso libre, etc.). Los datos biológicos nécesarios incluyen el volumen, estructura de edad y compocisión de las especies de la captura y su respuesta a los cambios de intensidad y características de la pesca. Las datos económicos necesarios incluyen la información del esfuerzo del pesca (número y tamaño y el costo, composición y distribución del esfuerzo de pesca (número y tamaño de las embarcaciones, número y tipo del equipo, número de pescadores y tiempo de pesca y respectivos costos de oportunidad). La información sobre los aspectos sociales debe incluir la movilidad, distribución de los ingresos, disponibilidad de oportunidades de trabajo no pesqueras, valores afines y motivaciones, así como participación en activitades comunitarias. La información institucional se refiere a la organización comunitaria, acceso a la pesca (sea libre o reglamentada mediante derechos tradicionales, restricciones de castas, etc.) relación con otras pesqurias, organización de canales de producción (sistema de participación) y comercialización y relaciones tradicionales entre los pescadores e intermediarios para determinar la competitividad del mercado.

Esta lista es indicative más bien exharstive de la información que podría ser necesaria para el desarrollo y ordenación de una pesquería en pequeña escala. Como mínimo, la información acopiada deberá permitir al administrador de pesca la determinación de los ingresos relativos y las condiciones generales socioeconómicas de los pescadores e identificar las difficultades bajo las cuales operan. Con un poco más de informatión, sería posible obtener una medida cuantitativa del volumen del recurso y su reacción a la intensidad pesquera, que pueda ser combinada con la información económica sobre los precios y costos para determinar el nivel de esfuerzo en el cual se obtiene el rendimiento máximo económico. Este ultimo podría ser modificado enun rendimiento máximo social introduciendo consideraciones sociales como dificultades que se oponen a la reducción o expansión del esfuerzo para obtener el óptimo económico. por último, la información institucional contribuirá a seleccionar las medidas de intervención que se adapten mejor a la estructura organizativa y experiencia histórica de la comunidad de que se trate. Por ejemplo, la promoción del desarrollo mediante asociaciones de pescadores y la ordenación mediante derechos comunitarios, es proble que tengan más éxito en aquellas comunidades con una estructura social coherente y alguna de derechos tradicionales.


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