Apéndice A


Comunicación personal de

David E. Myslabodski

Great SeaVegetables

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La explotación de recursos de plantas marinas silvestres debe basarse en unos planes de gestión cuidadosamente ejecutados para garantizar la consecución de una capacidad plenamente sostenible. Si existen las condiciones necesarias, el cultivo será siempre una buena opción para mejorar la recolección total.

Estoy convencido de que toda planta marina silvestre que pueda recolectarse y/o cultivarse en cantidades suficientes podrá ser utilizada con más de una finalidad. Debería alentarse a la población a que utilice recursos locales. En la actualidad disponemos de conocimientos suficientes para poder hacer rápidas conjeturas acerca de los usos de los recursos locales.

Se podrían iniciar proyectos a escala experimental, que permitieran obtener materias primas suficientes para llevar a cabo una evaluación y proceder con cautela a aumentar lentamente la recolección para asegurar un rendimiento sostenible. Esto puede hacerse en colaboración con las comunidades locales de pescadores que están ya relacionadas con el mar. Basándose en los datos preliminares, no transcurrirá mucho tiempo antes de que se tenga una buena idea de cómo actuar con el fin de crear un mercado para estos productos de plantas marinas. En una etapa muy temprana se determinará si los productos comerciales recolectados/cultivados por el proyecto se venderán en el mercado internacional o se producirán para obtener alimentos, fertilizantes, etc. que se consumirán en los mercados locales. En mi opinión, algunos de los proyectos serán una combinación de ambas opciones.

No se requieren grandes cantidades de capital o conocimientos para iniciar un proyecto destinado a recolectar plantas marinas silvestres y a fabricar alimentos para consumo humano, piensos y productos agrícolas. También en este caso, las condiciones locales determinarán la escala y el objetivo final del proyecto. Lo que resulta frustrante es que la mayoría de esos pequeños proyectos desperdicien valiosos recursos en descubrir de nuevo la rueda. Esta es la razón por la que la FAO debería desempeñar una función decisiva.

Imagino centros regionales dotados de los recursos humanos y financieros necesarios. Estos centros servirán como depósitos de los conocimientos necesarios, de manera que un único lugar pueda servir a muchas comunidades locales. Evidentemente, tiene que haber una estrecha relación entre las personas que están en los centros y las pequeñas comunidades. Según mi experiencia, hay que trabajar sobre el terreno con las poblaciones locales para comprender realmente cómo piensan, y esto tiende a crear unas relaciones personales duraderas y de confianza que aumentan las probabilidades de éxito de la empresa.

Debo reconocer también que, en algunas ocasiones, las pequeñas comunidades costeras no serán el canal adecuado para explotar los recursos de plantas marinas. En aquellos casos en que sean necesarias grandes entidades, serán las condiciones locales las que determinen quién administrará la empresa: una sociedad privada, una sociedad pública o una entidad híbrida. Mi única preocupación sería que esa entidad estuviera relacionada de algún modo con el mar, comprendiera lo frágil que es ese medio y estuviera dispuesta a tener paciencia, a cosechar los frutos a largo plazo y a asegurar una explotación sostenible de los recursos.

He presenciado muchos casos de explotación excesiva del mar [bacalao, camarones, erizos marinos, etc.] y lo último que deseo es que se empiece a someter las plantas marinas a una recolección excesiva. Debo añadir también que, hasta ahora, todos los recolectores de plantas marinas con los que he trabajado llevan a cabo sus actividades de manera responsable.

Por lo tanto, ¿cuál sería mi enfoque personal?

Se puede comenzar en lugares en los que haya una acumulación natural suficiente de plantas marinas arrojadas por las tormentas o de material fácilmente accesible que pueda recolectarse a pie durante la marea baja. Un estudio piloto rápido nos orientará en cuanto a qué y cómo se deber recolectar.

Aun si el material es un montón de especies mezcladas, será útil para producir abono orgánico y tal vez harina de kelp que pueda utilizarse como pienso o fertilizante. Hay algunos medios sencillos y fáciles para limpiar el producto de arena y otros desechos. Lo único que se necesita realmente son personas que recolecten el producto y algunos medios básicos para conseguir secarlo lo antes posible, de manera que no se pudra. Si existen garantías suficientes, se puede también recurrir a un método más complejo, o al menos en gran escala, y acabar produciendo grandes cantidades de harina de kelp.

El paso siguiente sería seleccionar las plantas marinas que han de destinarse al consumo humano directo en forma de hortalizas marinas o de «harina marina» (es decir, harina de plantas marinas de calidad alimentaria, dependiendo la luz de la malla del uso final: fina para hornear, más gruesa para su utilización como sucedáneo de la sal o condimento). Como en los buenos tiempos del musgo perlado. Esto puede hacerse también en diversas escalas, desde una pequeña empresa familiar pasando por todas las modalidades hasta llegar a la recolección-cultivo de Laminaria al estilo chino.

Soy consciente de que desde el momento en se empieza a hablar de material de calidad alimentaria hay que ocuparse de los organismos reglamentarios locales para asegurar la inocuidad de las hortalizas marinas. No considero que esto sea un grave problema. Una vez más, hay una larga lista de plantas marinas que se utilizan como alimentos en todo tipo de lugares de todo el mundo y esta información debería utilizarse como referencia.

Esta es también una oportunidad para que la FAO [¿en colaboración con la Organización Mundial de la Salud?] trate de establecer un conjunto de normas sanitarias para las plantas marinas. No conozco muchos países que tengan una reglamentación satisfactoria y coherente sobre estas cuestiones, pero sí tengo algunas referencias, si está usted interesado.

¿Puede usted imaginar los beneficios que se derivarían para la salud de niños y mujeres embarazadas de países del tercer mundo si pudiéramos añadir tan sólo un tres por ciento de harina marina a las tortillas, pitas y panes que se consumen en el mundo? Esta sería una forma maravillosa de ayudar a mejorar la salud de poblaciones enteras.

Insisto en la idea de la harina marina porque nadie brincará de alegría ante la oportunidad de tener un plato de Sargassum para almorzar o de Dulse como aperitivo. Hay que tener presente que las hortalizas marinas o la harina marina convenientemente desecadas se mantienen estables durante meses [o incluso años]. No es necesario congelarlas o refrigerarlas y la harina marina es muy compacta y fácil de transportar.

Tengo información sobre la utilización de las hortalizas marinas como alimento y sus beneficios nutricionales. Para mi sorpresa, he logrado adquirir 28 libros de recetas diferentes para cocinar hortalizas marinas. ¡Esto indica que hay muchas otras formas de comer hortalizas marinas además del sushi! Tengo recetas de China, el Japón, República de Corea, Irlanda, Gales, Bretaña, Francia, Chile, México, el extremo oriental de Rusia ...

Si se desea algo más elaborado, ¡es posible encurtir, salar, asar o incluso enlatar las hortalizas marinas!

El consumo de harina de kelp con fines agrícolas y como pienso ha aumentado en los dos últimos años. Gran parte de este aumento está relacionado con el hecho de que se compran más productos naturales [orgánicos, biológicos]. No se trata de una moda pasajera. Esta tendencia está destinada a perdurar. El debate sobre los ingredientes de los alimentos modificados genéticamente no hará sino crear una mayor demanda de productos a base de harina marina o de kelp.

En algunos lugares podría optarse por cultivar productos comerciales ya sea para la exportación o para su utilización local como materia prima en la fabricación de gomas [alimentarias, industriales o de otro tipo]. A mi parecer, la FAO puede desempeñar también un papel en este empeño. No toda la carragenina tiene que provenir de Eucheuma y no todo el agar debe extraerse de plantas marinas como Gracilaria o Gelidium. En la India se extrae alginato de Turbinaria y Sargassum. En Rusia se utiliza Ahnfeltia para obtener agar y en Ucrania Phyllophora para obtener carragenina.

Creo que sólo en los Estados Unidos de América existe una lista injustificada en la que se indica qué se puede utilizar como fuente de carrageninas. Para el alginato y el agar no existe ningún límite. Si hay materia prima suficiente para obtener un extracto aceptable, ¿por qué no utilizarla? Y si no existe materia prima suficiente, ¡habrá que tratar de cultivar más productos locales en lugar de importar especies exóticas!

Si se desea utilizar tipos locales, deberá tenerse mucho cuidado con los protocolos utilizados para evaluar las materias primas. He visto muchos, muchos documentos que hablan de posibles fuentes de agar y aún estoy esperando ver una nueva industria basada en ellas. Es lamentable leer documentos cuando es evidente que la goma se degradó durante la extracción, o documentos en los que se habla de una buena fuente sin haber hecho un balance de materiales que permita calcular correctamente los rendimientos reales.

La FAO puede desempeñar una función catalizadora estableciendo centros de investigación y desarrollo cuando existan los conocimientos técnicos necesarios sobre los procesos químicos. Hay que dejar que los cultivadores cultiven, que los recolectores recolecten y que los ingenieros tengan la oportunidad de perfeccionar el proceso.

En mi opinión existen excelentes posibilidades de desarrollar los recursos de plantas marinas para utilizarlos como materias primas de muchos productos diferentes.