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Los árboles fuera del bosque: El caso de Namibia

H.O. Kojwang y M. Chakanga
Ministerio del medio ambiente y turismo, Dirección de bosques, Windhoek

Contexto

Namibia tiene aproximadamente una superficie de 825.000 km2 . La población, estimada en 1,7 millones de habitantes, de los que el 68 por ciento vive en el medio rural, crece anualmente a un ritmo del 3 por ciento. A causa del éxodo rural, la población urbana aumenta más rápidamente que la población rural (5 y 2 por ciento anual respectivamente). En el norte de Namibia, la región más poblada y arbolada, el Ministerio del medio ambiente y turismo ha efectuado un trabajo cartográfico de la cubierta forestal en 1996, sobre unas 28.430.000 hectáreas. Los resultados9 han mostrado que el 6,40 por ciento de la superficie estaba dedicada a cultivos extensivos y de subsistencia practicados sobre tierras arboladas y sabanas, el 0,30 por ciento estaba dedicado a agricultura intensiva, el 54,3 por ciento cubierto de sabanas y el 26 por ciento de bosques. Las tierras sin vegetación arbórea, principalmente aguas, pastizales y fondos de valle, representaban el 13 por ciento restante (Ministry of Environment and Tourism, 1996).

En Namibia, país semiárido, la presencia de árboles fuera del bosque es el resultado de interacciones entre varios factores: la conversión de los bosques en tierras agrícolas, el valor alimentario de los frutos nativos, la necesidad de forraje y sombra para una sociedad con predominio pastoral y el desarrollo de unidades de transformación de los frutos silvestres y domésticos. En este contexto, es esencial la evaluación de los árboles fuera del bosque en las explotaciones agrícolas para apreciar su producción, evolución y capacidad de respuesta en términos de protección de los recursos naturales y de lucha contra la inseguridad alimentaria.

Concepto

En Namibia, a efectos de inventariación y ordenación forestal, se define como bosque toda formación cuyos árboles tienen una cubierta arbórea del 15 por ciento en adelante y una altura media de 4 metros. Esta altura está justificada por el potencial de producción leñosa de las numerosas formaciones de acacias y mopanes, fuentes lucrativas para la industria de fabricación de carbón.

Se consideran como árboles fuera del bosque los árboles sobre tierras agrícolas fuertemente cultivadas, los localizados en los pueblos y los que se hallan en formaciones dispersas en sabanas y zonas áridas. Los sistemas de árboles fuera del bosque integran, por tanto, los árboles conservados en tierras forestales transformadas para la agricultura, las plantaciones en explotación, los setos vivos, los setos ornamentales, los árboles regenerados naturalmente en espacios agrícolas, los árboles dispersos de las sabanas y las formaciones aisladas situadas en los desiertos. De todos estos sistemas, el más intenso es el de las tierras fuertemente cultivadas, donde los árboles desempeñan un importante papel económico.

Evolución e importancia

Los sistemas de explotación del norte de Namibia son predominantemente agropastorales. Se inscriben en un ambiente semiárido, se caracterizan por su escasa productividad y apenas disfrutan de crédito y equipamiento. Un estudio (Erkkilä y Löfman, 1999) ha demostrado que la cubierta arbórea se reducía un 0,5 por ciento al año en beneficio de los cultivos. Se puede suponer que este dominio agrícola favorece a los árboles fuera del bosque, cuya cantidad, desconocida hoy en día, es sin duda inferior a la de la población de las tierras boscosas y de las sabanas arbustivas.

Algunas especies leñosas permanecen cuando se extiende el espacio agrícola, entre otras Lonchocarpus nelsii, Guibourtia cloeosperma, Faidherbia albida y Acacia erioloba. Las primeras producen forraje, las segundas nueces y las últimas vainas muy nutritivas, indehiscentes y apreciadas por los animales. Sclerocarya birrea (marula), Bercehmia discolor (bird plum o ciruelo de los pájaros), Strychnos spp., Diospyros mespiliformis y Hyphaene petersiana (makalani) son raramente destruidas, dado el valor de sus frutos y nueces.

El fruto de marula es muy rico en vitaminas. Su nuez se muele para extraer un aceite de cocina, estable y rico en ácidos grasos no saturados. En el Reino Unido, este aceite es objeto de promoción para su utilización farmacéutica y cosmética. El jugo de marula se exporta a Sudáfrica para fabricar licor. También se valoran otros frutos, como el ciruelo de los pájaros que se seca y se vende, y la nuez de manketi (Schinzophyton rautenennii) que se tritura para obtener un aceite alimenticio y se muele para hacer gachas, especialmente en período de sequía. El aceite de manketi se está ensayando actualmente para apreciar su potencial de utilización industrial. Las hojas de makalani sirven para fabricar cestas que se exportan (Ministerio de Medio Ambiente y Turismo).

Los frutos y nueces nativas consumidas directamente o después transformadas, la farmacopea y los setos vivos de defensa de los cultivos, son aspectos que demuestran el valor de los árboles fuera del bosque, a los que se añaden los postes para cerramientos, la leña y la madera de construcción para las viviendas y los cobertizos del ganado. Finalmente, hay que destacar el papel de los árboles fuera del bosque en la protección del medio ambiente. Árboles tales como Acacia erioloba, G. coleosperma y F. albida mejoran la fertilidad de los suelos fijando el nitrógeno y reciclando los minerales.

Aspectos institucionales y gestión

Como principales referencias legislativas para los árboles fuera del bosque, se pueden citar a nivel nacional la ley forestal (Forest Act) de 1968 y su nueva proposición (New draft Forest Bill) de 1998, así como la enmienda a la ordenanza sobre protección de la naturaleza (Nature conservation ordinance amendment Act) de 1997. Estos textos protegen los árboles, la fauna y la flora, y el medio ambiente. Las reglamentaciones forestales prohiben la destrucción de árboles y otra vegetación leñosa, excepto en caso de autorización o de existencia de un plan de ordenación del territorio. En la proposición de revisión de la ley forestal, se precisa que en las tierras agrícolas nadie puede instalar plantaciones de árboles que excedan de 5 hectáreas, a menos que sean árboles frutales. Además, las reglas consuetudinarias prohiben la tala de árboles frutales bajo pena de sanción.

Las nuevas políticas y legislaciones forestales reconocen la propiedad comunal de los bosques y otras tierras boscosas; fomentan la ordenación de los recursos arbóreos por las colectividades, entendiendo que el derecho de usufructo está sujeto a la calidad de su gestión. Las poblaciones rurales son tanto más estimuladas por estas orientaciones cuanto que su subsistencia se basa en gran parte en los recursos naturales, cada vez más degradados por la deforestación, la escasa pluviometría y el pastoreo excesivo.

El alcance de los árboles fuera del bosque, como factor de protección de los ecosistemas, de lucha contra la pobreza y la inseguridad alimentaria, y de generación y diversificación de los ingresos, ha movilizado a varias instituciones en favor de una visión común de las ventajas económicas de ciertas especies arbóreas: el Ministerio del medio ambiente y turismo, cuyo mandato incluye los bosques, la conservación de la naturaleza y el medio ambiente, y el Ministerio de agricultura, hidráulica y desarrollo rural, que está encargado de la promoción femenina y es responsable de la descentralización. Incluso la política agrícola, clásicamente centrada en la ganadería y los cultivos, se orienta hacia la promoción de los frutos nativos y otros productos leñosos y no leñosos.

La promoción de los árboles fuera del bosque adquiere envergadura, que se concreta en acciones de plantación de setos vivos para proteger las cosechas, campañas de divulgación para fomentar la silvicultura campesina, y operaciones de investigación para seleccionar, mejorar y domesticar los árboles frutales nativos. Los proyectos de silvicultura comunitaria, que pretenden la elaboración de planes de acción en la gestión de los recursos arbóreos, están cada vez más a la orden del día. La Dirección de bosques y el Ministerio de Agricultura realizan conjuntamente una labor de gestión de los bosques por las comunidades en el distrito de Outapi. Estas mismas instituciones han formado un grupo de trabajo para valorizar, a escala nacional, las nueces y frutos nativos y facilitar su comercialización.

A nivel regional, la investigación se orienta cada vez más hacia las cuestiones de domesticación de los árboles frutales nativos. Para ello, se realizan ensayos sobre material genético de marula en los países miembros de la región SADC (Comunidad de desarrollo del África austral). Se está preparando un proyecto para asegurar el seguimiento de los ensayos del CIRAF (Centro internacional de investigación en agrosilvicultura) efectuados en Malawi.

A nivel local, los agricultores siguen habitualmente las reglas y normas consuetudinarias para la utilización de los árboles de las tierras comunales y tienen un control directo sobre los árboles de su explotación. Los usos múltiples de las diferentes especies son muy conocidos por las poblaciones rurales. Cuando se preparan nuevos campos, los árboles que son fuente de productos específicos (frutos, nueces, medicamentos, etc.), o que tienen una función particular (fertilidad de los suelos, sombra, etc.), no se cortan. Los agricultores dejan en su sitio a la mayoría de los árboles frutales (Diospyros, Grewia, Ziziphus, Schinzophyton), ya sean jóvenes o viejos, protegen las siembras y les dan los cuidados necesarios durante su crecimiento: riego, aclareo, poda, etc. Sin embargo, los árboles son limitados en número, porque entran en competencia con los cultivos por las tierras de calidad.

Los modos de gestión tradicional de los árboles fuera del bosque son cada vez más reconocidos y aparecen en un informe de 1999 que presenta 19 estudios de casos sobre los conocimientos, prácticas y técnicas de aprovechamiento de los árboles por los agricultores en la región centro-norte de Namibia. Ciertos proyectos se inclinan por la capitalización de los conocimientos locales y de las prácticas tradicionales para garantizar su uso y transmisión. Se puede citar el proyecto relativo a la gestión de los bosques a nivel comunitario (CLFM. Community Level Forest Management), el proyecto de divulgación de la silvicultura comunitaria y el centro de investigación, información y acción para el desarrollo en África (CRIAA: Centre for Research Information and Action for Development in Africa).

Evaluación y planificación

El inventario forestal nacional (IFN), realizado por la Dirección de bosques, tiene por objetivo poner a disposición de los órganos de planificación y gestión información sobre los recursos forestales. La tasa de sondeo del inventario se sitúa entre 0,10 y 1 por ciento de la superficie, y el muestreo se estratifica en función de la densidad de la cubierta vegetal. El inventario recoge datos sobre árboles, arbustos, gramíneas y plantas. Además de la obtención de esta información, pretende igualmente establecer un mecanismo de seguimiento de los recursos leñosos en el norte del país, a partir de las mismas parcelas de sondeo empleadas en la teledetección. La Dirección de bosques posee una capacidad institucional y humana suficiente para hacer esto, gracias al centro nacional de teledetección y a su personal. Ya ha establecido la cartografía de las áreas incendiadas.

Además del IFN, que ha cubierto zonas con escasa densidad de cubierta arbórea, se han realizado dos inventarios de árboles fuera del bosque: el primero sobre el makalani y el segundo sobre el manketi. Estas evaluaciones han sido sostenidas financieramente por organismos de cooperación, que tienen programas de mejora de las condiciones de vida de las familias rurales. En uno de los proyectos piloto de silvicultura comunitaria, se ha concebido un sistema de evaluación que tiene que comprobarse en diferentes contextos, para apreciar su coste y su capacidad de adaptación. No obstante, hay que tener siempre presente que el carácter oneroso de los inventarios impide la evaluación a gran escala de los árboles fuera del bosque, a menos que existan perspectivas económicas. En esta óptica, la Dirección de bosques, a la vista del potencial de comercialización y exportación del aceite de marula, ha propuesto un sistema de evaluación para esta especie. Aparte de estos casos particulares, no se ha desarrollado ningún método de evaluación de los árboles fuera del bosque per se, y el conocimiento de los árboles fuera del bosque a nivel nacional no es sistemático ni detallado. Sin embargo, ciertos proyectos piloto de silvicultura y gestión comunitaria de los recursos naturales disponen de datos sobre rendimientos de nueces y cantidades de hojas.

Los servicios forestales deberían desarrollar métodos sencillos, pero analíticos, de recogida de información sobre los árboles fuera del bosque dentro de las explotaciones agrícolas. Estas informaciones servirían para mantener las prioridades locales y revalorizar los conocimientos vernáculos. Por ejemplo, con motivo de la encuesta sobre el manketi, las personas del grupo Kung han dado pruebas de su excelente capacidad de evaluación visual, capacidad que se puede aprovechar para encuestas de reconocimiento y que pone de manifiesto la posibilidad de acudir a la competencia local para la identificación y evaluación de los árboles.

Inventario de árboles dispersos y de tierras boscosas en explotación

El proyecto piloto de silvicultura comunitaria del norte del país ha realizado una evaluación de los árboles fuera del bosque en la comunidad de Ontanda. El objetivo era recoger información sobre los árboles y las tierras boscosas, para que la comunidad pudiera concebir un plan integrado de ordenación forestal. La evaluación comprendía dos aspectos: el inventario de los árboles dispersos y el inventario de las tierras boscosas. El trabajo de campo lo ha realizado un grupo de agricultores. Esta participación ha sido esencial para crear un clima de confianza, estimular el interés, facilitar la comunicación, sobre todo durante la discusión de los resultados, y recoger información sobre los conocimientos locales de las especies arbóreas y sus productos. La formación de este equipo de trabajo ha durado una semana y ha tenido por objeto el aprendizaje en la realización de mediciones.

Inventario de los árboles dispersos en la explotación. Todos los árboles dispersos de las explotaciones y los campos han sido contados por especie. El muestreo sistemático representaba a los árboles explotables o no, tanto masculinos como femeninos. El propietario de la explotación o su representante (hombre o mujer) suministraba la información sobre la denominación local, utilización y gestión del árbol. Se registraban las coordenadas del agricultor y de la explotación y su superficie, y el número de pies por especie, precisando el grado de madurez y sexo, las utilizaciones y modos de gestión. El volumen de la biomasa se calculaba a partir de medidas estándar basadas en el diámetro y la altura. La tasa de muestreo fue del 3,2 por ciento.

Los resultados indican que la media de los árboles aislados explotables era de 20 pies por explotación, siendo la mayoría árboles de uso múltiple, entre los que dominaban tres especies, una de ellas el marula. Todos los árboles plantados o conservados por su forraje sirven también para dar sombra, considerando que alrededor del 26 por ciento se plantan con este propósito.

Para las familias, los árboles productores de frutos, alimentos o remedios son muy valiosos. A pequeña escala, algunos productos de los árboles dispersos son generadores de ingresos. Si estuvieran mejor atendidos, estos árboles podrían contribuir de modo más importante a los ingresos familiares, particularmente a los de las mujeres.

Inventario de las tierras boscosas en explotación. En cada explotación, se han delimitado subjetivamente dos parcelas circulares de sondeo, con el fin de representar de forma racional a las tierras boscosas. Los resultados muestran que una explotación media tiene aproximadamente nueve árboles por hectárea (diámetro superior a 5 cm.). Las características medias de estos árboles son las siguientes: diámetro: 11,4 cm.; altura: 4,8 m.; volumen: 0,434 m3 por hectárea, con un crecimiento anual de 0,0143 m3 por hectárea.

El consumo de madera de construcción de una explotación en Ontanda se evalúa en 3,5 m3 al año, o sea ocho veces el total de los recursos forestales (árboles con diámetro superior a 5 cm.) de una explotación media. Anualmente, el aumento de los recursos forestales de una explotación (0,014 m3 ) no cubre más que el 4 por ciento de su consumo de madera.

Esta evaluación demuestra que se pueden aplicar métodos estándar, después de su adaptación, a los árboles fuera del bosque, especialmente a los árboles dispersos. Sin embargo, el cálculo del margen de error del muestreo tiene que ser afinado. Además, las variables clásicas de un inventario son menos interesantes para los árboles fuera del bosque, siendo más significativas variables como la cantidad y calidad de frutos recogidos, el tipo de medicamentos obtenidos y el sexo del árbol.

Conclusiones

Namibia se enfrenta a una situación de pobreza e inseguridad alimentaria. La conservación de los recursos naturales y la apertura de mercados para los productos leñosos y no leñosos son consideradas por los gobernantes como ejes del desarrollo. Los programas de ordenación y gestión comunitaria de los recursos arbóreos fuera del bosque adquieren importancia, particularmente en lo referente a las especies de frutales nativos con un gran potencial ecológico y económico.

La evaluación de los árboles fuera del bosque está limitada por diversos factores, como la distribución esparcida de los árboles, la dispersión del hábitat, el coste elevado del muestreo y la limitada accesibilidad de las tierras privadas. Las ventajas económicas, ecológicas y socioculturales de estos recursos exigen un mayor reconocimiento por parte de los responsables de las decisiones. Unas evaluaciones meticulosas sobre la disponibilidad de los recursos naturales y sobre las cuestiones de su utilización sostenible respaldarían acertadamente las políticas de seguridad alimentaria y de diversificación de los ingresos en el medio rural.

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9 En este trabajo, los criterios considerados para calificar los bosques fueron, para la altura de los árboles, más de 5 metros, y para la cubierta arbórea, superior al 15 por ciento.

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