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Gestión comunal de la fauna y la flora silvestres en África

D. Williamson

Douglas Williamson es Oficial Forestal (Gestión de fauna, flora y áreas protegidas), Dirección de Recursos Forestales, Departamentos de Montes de la FAO, Roma.

Cómo puede la población rural participar en los beneficios económicos de los recursos de la fauna y la flora silvestres.

Entre el personal de conservación y gestión de la fauna y la flora silvestres, se extiende el convencimiento de que el futuro de la fauna y la flora en los países en desarrollo depende sobre todo de su capacidad para producir beneficios para la población rural y de que para ello lo mejor es dar a ésta el derecho y la responsabilidad de administrar tales recursos.

La traducción de esta idea en una realidad práctica y sostenible ha sido limitada y fragmentaria, pero hay casos exitosos, y en los últimos veinte o treinta años se ha aprendido mucho sobre la participación de las comunidades en la gestión de la vida silvestre y de otros recursos naturales.

Para las poblaciones rurales, la mayor fuente potencial de beneficios derivados de la fauna y la flora silvestres es el turismo orientado a la naturaleza, incluida la caza deportiva. Por ejemplo, en 1996 la caza deportiva por sí sola aportó 225 millones de dólares EE.UU. a las economías de Sudáfrica, República Unida de Tanzanía, Zambia y Zimbabwe (Elliott y Mwangi, 1998). El turismo en entornos silvestres puede aportar mucho más que ahora porque crea muchos puestos de trabajo y requiere una serie de bienes y servicios que las poblaciones locales pueden ofrecer. Actualmente las poblaciones locales obtienen menos beneficios de los que deberían, pero se están arbitrando procedimientos para aumentar su participación en el turismo orientado a la naturaleza. Por ejemplo, algunos gobiernos conceden licencias a operadores turísticos a condición de que se asocien con habitantes locales. Algunas compañías internacionales de ecoturismo han avanzado mucho en el proceso de atraer a los habitantes locales a sus negocios, tanto ofreciendo empleo como comprándoles bienes (artículos de artesanía, frutas y legumbres) y servicios (por ejemplo, lavandería). Una de estas compañías es Wilderness Safaris, que opera sobre todo en el África austral.

La carne de caza es también una importante fuente de beneficios. La carne procedente actualmente de la caza es difícil de cuantificar, porque esta actividad es en su mayor parte irregular e ilegal, pero evidentemente la cantidad es enorme. En Côte d’Ivoire, por ejemplo, se calculó que en 1996 más de un millón de cazadores obtuvieron unas 120 000 toneladas de carne de animales silvestres (Caspary, 1999a, 1999b), lo que es más del doble de la producción anual de carne de ganado doméstico, y su valor en el mercado de unos 150 millones de dólares EE.UU. constituyó el 1,4 por ciento del producto nacional bruto. La carne procedente de la caza en la Cuenca del Congo ascendería, según diversas estimaciones, a 1,2 millones, 2,5 millones o 5 millones de toneladas. Estas cifras corroboran la opinión corriente de que la carne de animales silvestres es un componente importante de la dieta de muchas personas. También es muy frecuente la venta de la caza para generar ingresos destinados a otros fines.

En Namibia, la gestión comunal de la fauna y la flora ha contribuido a un progreso notable mediante el establecimiento de agencias de conservación. Se trata de asociaciones legalmente reconocidas y democráticamente administradas de ciudadanos que viven en una zona determinada, a los que se confieren derechos específicos de beneficiarse directamente de los recursos naturales y que son responsables de su uso y su gestión sostenibles. La política de establecimiento y funcionamiento de estas agencias se inició en 1996 y sus perspectivas de futuro son prometedoras. El valor de la producción extraíble de la fauna y la flora silvestres en las zonas en que operan se ha multiplicado por 30 desde 1980. El valor actual del turismo ecológico en esta zona es de 10 millones de dólares EE.UU. y se prevé que subirá a 30 ó 40 millones (USAID, 2002), lo que podría traducirse en la duplicación de los ingresos medios de la población rural de la zona.

Una de las lecciones aprendidas de las experiencias de gestión comunal es que no todas las comunidades son estables y tienen cohesión social, y sus miembros no siempre actúan concertadamente ni toman decisiones con miras al bien común. Además, no hay garantía de que las decisiones de las comunidades coincidan necesariamente con los intereses de la conservación de la biodiversidad. Por ejemplo, una comunidad puede desear exterminar a los grandes predadores que podrían ser atraídos hacia la zona por la reforestación, sin importarle que los predadores estén en peligro de extinción.

Una buena gestión comunal de los recursos naturales de fauna y flora requiere una serie de condiciones y medidas, a saber:

  • políticas, leyes y reglamentos que faciliten una acción efectiva a nivel local;
  • instituciones efectivas en todos los niveles –desde el gobierno nacional hasta las autoridades locales, de aldea y comunidad, incluidas las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil– y una capacitación técnica, económica y administrativa;
  • información y transmisión de los conocimientos necesarios para obtener buenos resultados económicos, administrativos y medioambientales;
  • fomento de la capacidad, lo que equivale a inversión en recursos humanos, que se necesita en los sectores de medio ambiente, economía (comercialización, conocimientos empresariales) y administración (derechos, gestión de empresas);
  • integración de políticas y leyes de diferentes sectores, que son a veces contradictorias y confusas, por lo que tienden a inhibir las inversiones en ordenación de recursos naturales.

La caza en los bosques es casi siempre irregular e ilegal, pero sigue siendo una fuente importante de alimento e ingresos

D. WILLIAMSON


El turismo ecológico es potencialmente la fuente de la naturaleza que más beneficios puede producir para las poblaciones rurales

D. WILLIAMSON

Bibliography

Caspary, H.-U. 1999a. Utilisation de la faune sauvage en Côte d’Ivoire et Afrique de l’Ouest – potentiels et contraintes pour la coopération au développement. Eschborn, Alemania, Agencia Alemana de Cooperación Técnica (GTZ).

Caspary, H.-U. 1999b. When the monkey “goes butcher”: hunting, trading and consumption of bushmeat in the Tai National Park, Southwest Côte d’Ivoire. En M.A.F. Ros-Tonen, ed. NTFP research in the Tropenbos Programme: results and perspectives, p. 123-130. Wageningen, Países Bajos, Tropenbos Foundation.

Elliott, J. y Mwangi, M. 1998. The opportunity cost of the hunting ban to landowners in Laikipia, Kenya. Laikipia Wildlife Economics Study, Paper No. 4. Washington, DC, Estados Unidos, African Wildlife Foundation.

United States Agency for International Development (USAID). 2002. Nature, wealth and power in Africa: emerging best practice for revitalizing rural Africa. Discussion Paper: Environment and Natural Resources Team, Sustainable Development Office. Washington, DC, Estados Unidos.

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