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Capítulo 4 RECOLECCION DE LA SEMILLA

Introducción

En el capítulo anterior se resumieron los métodos para determinar el momento en que se va a efectuar la recolección de la semilla y los árboles sobre los que se va a actuar. En el presente capítulo se describen los diversos métodos, tanto manuales como mecánicos, de que se dispone para llevar a cabo efectivamente la recolección de la semilla de un árbol determinado. Aunque la expresión “recolección de semilla” es cómoda y se utiliza de manera habitual, hay que señalar que casi siempre lo que se recoge de los árboles es el fruto. Sólo en una fase posterior, en algunas especies, se extraen las semillas y se desechan los frutos; en otras especies no se extraen las semillas, sino que los frutos se siembran en el vivero íntegros, con la semilla o las semillas que contienen.

Existe una gran variedad de métodos y equipos para recolectar los frutos, y la elección depende de una serie de factores que, según Robbins y otros (1981), puede resumirse de la manera siguente:

  1. Tamaño relativo y número de las unidades de dispersión natural y de las unidades que pueden ser recolectadas por el hombre con comodidad. En el caso de 1 a 3 semillas grandes encerradas dentro de un fruto dehiscente o indehiscente (por ejemplo, Aesculus, Tectona), la forma más sencilla de efectuar la recolección es esperar a que la semilla o el fruto caiga de manera natural del árbol y recolectarla después del suelo. En el otro extremo, la recolección en el árbol de las cabezas de fructificación de Adina cordifolia, a 200 unidades por kilo, es la única manera viable de recolectar las semillas; a 11 millones por kilo, sería imposible recolectarlas una vez dispersadas (Campbell 1980).

  2. Características del fruto: tamaño, número, posición y distribución de los frutos; resistencia de los pedúnculos a las acciones de sacudir, tirar, romper, o cortar; intervalo entre la maduración y la apertura.

  3. Características del árbol: diámetro, forma y longitud del fuste, grosor de la corteza; forma de la copa; tamaño, ángulo, densidad y resistencia a la ruptura de las ramas; densidad del follaje y profundidad de la copa.

  4. Características del rodal: distribución y densidad de los árboles (por ejemplo, árboles aislados, rodal abierto o rodal denso); densidad del estrato bajo y de la vegetación del suelo.

  5. Características del lugar: inclinación, accesibilidad.

Los diversos métodos de recolección pueden clasificarse de la manera siguiente: a) recolección, del suelo del bosque, de los frutos o semillas caídos; b) recolección de las copas de árboles cortados; c) recolección de árboles en pie a los que se puede acceder desde el suelo; d) recolección de árboles en pie a los que se accede trepando y e) recolección de árboles en pie a los que se accede por otros medios.

Recolección, del suelo del bosque, de frutos o semillas caídos

Caída natural

En el caso de varios géneros que poseen frutos de gran tamaño es habitual recolectar del suelo del bosque los frutos una vez que éstos han caído de manera natural y se han abierto. Es un procedimiento barato y no exige una mano de obra tan calificada como por ejemplo cuando hay que trepar al árbol; en esta tarea puede utilizarse a escolares o mano de obra esporádica. El tamaño del fruto es muy importante, pues cuanto mayor sea tanto más fácil será verlo y recogerlo a mano. Géneros de la zona templada que se suelen recolectar del suelo son Quercus, Fagus y Castanea, y entre los tropicales figuran Tectona, Gmelina y Triplochiton, así como varios géneros de dipterocarpáceas.

Los principales inconvenientes que presenta la recolección del fruto después de su caída natural son los riesgos de recoger semillas inmaduras, vacías o inviables, de deterioro de la semilla o de germinación prematura cuando la recolección se retrasa, y de falta de certeza a la hora de identificar los árboles padres de los que se recoge la semilla. Los primeros frutos que caen de una manera natural en la estación suelen tener semillas de escasa calidad (Morandini 1962, Aldhous 1972). En Tailandia, los frutos del teca empiezan a caer en marzo, pero se ha comprobado experimentalmente que los frutos más viables son los que caen en la última parte de la estación, por lo que la recolección suele postponerse hasta abril (Hedegart 1975). Puede facilitarse considerablemente la eficiencia de la recolección limpiando el suelo del bosque de vegetación y residuos, incluidos los frutos antiguos o caídos prematuramente, y/o extendiendo grandes piezas de lona ligera, percal o plástico para que caigan en ellas las semillas (Turnbull 1975b). Si se programa cuidadosamente, mediante esta operación se eliminará también gran parte del riesgo de recolectar semillas vacías o inviables. Los frutos viables deben recogerse lo antes posible una vez caídos, para evitar los daños o pérdidas debidos a insectos, roedores u hongos y la germinación prematura. Esto es especialmente importante en el bosque tropical húmedo. Se ha observado que muchas de las semillas de las dipterocarpáceas más importantes pierden su viabilidad a los pocos días de caer, y estudios efectuados sobre Shorea platyclados en Malasia demostraron que los lotes de semilla recogidos del suelo contenían un número considerablemente mayor de semillas defectuosas que los lotes recolectados del árbol en pie (Tang 1971). Por consiguiente, la recolección de las semillas que se encuentran en el suelo debe sincronizarse perfectamente con la caída de las mismas.

En la región amazónica de Jari, en el Brasil, Woessner y MacNabb (1979) llegaron a la conclusión de que la recolección de los frutos verdes o amarillos de Gmelina arborea del suelo del bosque ofrecía los mejores resultados en las operaciones de recolección de unos 10 000 kg de semilla al año. La semilla podía almacenarse temporalmente en sacos durante el transporte desde el campo hasta la instalación de procesamiento de los frutos, sin que se produjeran pérdidas de viabilidad graves. Los frutos más viejos, de color pardo o negro, fermentan y se calientan en los sacos y pierden rápidamente su viabilidad. A los equipos de recolección se les indica que recolecten únicamente los frutos frescos, de color verde o amarillo. En una jornada laboral de 8 horas pueden recolectarse 50 kg de frutos por persona, lo que da un rendimiento de unos 3 kg de hueso seco. Se han obtenido resultados parecidos en Malasia, donde los frutos verdes y amarillos recogidos del suelo arrojaron una tasa de germinación de más del 90 por ciento, mientras que la de los frutos de color pardo era sólo del 53 por ciento (Mohammad e Ibrahim 1980).

Las semillas de algunas especies de cubierta dura pueden conservar su viabilidad en el suelo del bosque durante años, especialmente en condiciones templadas. En el distrito forestal de Pusztavacs, en Hungría, las semillas de Robinia pseudoacacia se recogen del suelo del bosque bajo rodales de 30 años de antigüedad (Keresztesi 1979). Una máquina especial criba los 10 cm superiores del suelo y obtiene unos 770 kg de semilla por hectárea, lo que equivale al rendimiento de aproximadamente 10 años semilleros. Incluso en los trópicos es posible obtener semillas viables de cubierta dura cribando el suelo bajo los árboles padres. Así se ha hecho en Malasia con Parkia javanica e Intsia palembanica, cuyas semillas son lo bastante grandes para recogerse a mano. Cuando las semillas son más pequeñas, como por ejemplo en Albizzia falcataria, puede ser más práctico cribar el terreno con una tela metálica (Ng 1983).

Cuando los frutos se recolectan del suelo es frecuente que surjan dudas sobre la identidad del árbol padre. Los árboles aislados no presentan problema alguno a este respecto (aunque es posible que sean padres no convenientes debido al riesgo de autofecundación), pero en los monocultivos densos, en los que las copas se entrelazan, los frutos pueden mezclarse mucho. Esto no tiene importancia cuando se recolectan cantidades comerciales de semilla, siempre que la calidad genética del rodal corresponda al promedio o más. Cuando la recolección se efectúa con fines de investigación o mejora genética, sin embargo, suele ser necesario mantener la identidad del árbol padre de cada lote de semilla. En esos casos es aconsejable retirar del suelo los frutos ya caídos y acelerar la caída de nuevos frutos sacudiendo, golpeando o cortando las ramas, o trepando al árbol y recogiendo los frutos en la copa (Hedegart 1975). Una solución de transacción, adecuada para recolecciones comerciales en rodales no mejorados que contienen una mezcla de árboles fenotípicos buenos y malos, consiste en recoger solamente los frutos que están debajo de los mejores portagranos y dentro de un radio que equivale a la mitad del radio de proyección de sus copas.

Sacudimiento manual

Cuando los frutos se separan con facilidad pero la caída natural de los frutos no está suficientemente concentrada en el tiempo, puede inducirse la caída de los frutos por medios artificiales. Una posibilidad consiste en sacudir directamente con la mano los troncos de árboles pequeños y las ramas bajas. Las ramas superiores pueden sacudirse con ayuda de una vara larga terminada en un gancho, o con una cuerda. Este método ha producido buenos resultados en Cordia alliodora y Cedrela spp., pues facilita la recolección rápida de las semillas, con un buen nivel de viabilidad, tan pronto como la inspección visual indica que los frutos están maduros (Stead 1979, Robbins y otros 1981).

La utilización de una cuerda comprende una operación inicial que consiste en pasar la cuerda por encima de la rama que se quiere sacudir, operación que describen Robbins y otros (1981). Es el mismo método que se utiliza para subir una sierra o una polea a la copa. Se ata un cordel fino a un peso, que luego se lanza por encima de la rama a mano o con una catapulta. En caso de ramas más altas el cordel puede estar atado a una flecha, que se lanza con arco, o a una varilla de hierro que se dispara con un rifle de calibre 22. Es adecuado el cordel de nilón ligero, como por ejemplo un hilo de pescar de 23 kg de tensión de rotura, y el peso o proyectil que se utilice debe ser lo suficientemente pesado para que caiga al suelo, llevando el cordel con él, después de pasar por encima de la rama. Hay que tratar de asegurar que el hilo se desenrolle bien, sin enredarse, utilizando por ejemplo un carrete de pescar adecuado. Una vez que el extremo del hilo ha llegado al suelo, se quita el peso o flecha y se pone en su lugar una cuerda de nilón de 3–4 mm; después se vuelve a tirar del hilo por el otro extremo, de manera que pase la cuerda por encima de la rama. Para sacudir la rama puede agarrarse de la cuerda por sus dos extremos. La cuerda debe situarse cerca del extremo de la rama, donde tendrá el máximo efecto de sacudida, y no cerca del fuste, donde la rama tiene su máximo grosor.

En Nueva Zelandia se han utilizado ballestas de fibra de vidrio y 30 kg de tracción, que disparan flechas de 0,8–0,9 m de largo y 40 g de peso, para lanzar por encima de las ramas un hilo de 5,5 kg de tensión de rotura (Sweney y Jones 1975). Con este hilo se izan al árbol sucesivamente un cordel de 20 kg y otro de 180 kg con polea. En el Canadá se han utilizado con éxito, para alturas de entre 20 y 50 m, una pistola de calibre 45 que disparaba varillas de acero de 270 g de peso y otra de calibre 22 que disparaba cilindros de 230–300 g de peso y 6,3 cm de diámetro. Se utilizaron cartuchos de fogueo. El hilo unido al proyectil era hilo de pescar de 32 kg, de un solo filamento, que se utilizó para elevar una cuerda plástica de 320 kg que transportaba un mecanismo para romper o cortar ramas (Collis y Harris 1973).

Sacudimiento mecánico

Los primeros aparatos para sacudir mecánicamente los árboles se crearon para los huertos de frutos y nueces, pero desde 1965 aproximadamente se viene utilizando también esta técnica en algunos árboles forestales, sobre todo en los pinos meridionales de los Estados Unidos (Turnbull 1975b). Estas máquinas son costosas, necesitan un terreno llano para que puedan funcionar con eficacia y es esencial contar con operadores experimentados para evitar dañar en exceso los árboles. En unos pocos segundos se desprenden muchos conos, pero si se mantiene la sacudida se rompen trozos de las puntas y ramas (Stein y otros 1974). No tiene sentido utilizar estas máquinas para sacudir árboles en las operaciones de recolección difusa en el bosque natural, pero probablemente se seguirán empleando en huertos o rodales semilleros, con explotación intensiva, de una gama limitada de especies.

La sacudidora de árboles “American Shock Wave” está montada en un chasis de camión de plataforma corta y equipada con una transmisión automática. Al final de un brazo de 6 m tiene un mecanismo acolchado con el que sujeta el tronco del árbol; puede sujetar troncos de hasta 90 cm de diámetro. Mediante pesos desequilibrados en contrarrotación se produce en la sacudidora un ritmo de sacudida cuya frecuencia varía entre 400 y 4 000 ciclos por minuto (Kmecza 1970).

Por lo general se sujeta el árbol a unos 3 m de altura sobre el suelo, y suele bastar una única sacudida de 15 segundos para soltar alrededor del 80 por ciento de los conos de P. elliottii; en cambio, P. taeda y P. echinata presentan más dificultad, y es frecuente que buenos operadores no consigan soltar más del 25–30 por ciento de los conos tras prolongadas sacudidas. Los conos maduros de P. elliottii requieren una fuerza de unos 2 kg para desprenderse, mientras que los de P. taeda no se sueltan si no se aplica una fuerza de 20 kg o más (McLemore 1974). Se ha notificado un intento sin éxito de reducir la fuerza precisa para desprender los conos de P. taeda mediante la utilización de productos químicos que inducen la abscisión (McLemore 1973). El sacudimiento repetido de los árboles más difíciles puede producir daños en la corteza y la rotura de la guía (Kmecza 1970).

Con cinco sacudidoras mecánicas, la Comisión Forestal de Luisiana cosechó en 20 días conos de 34 680 árboles de P. elliottii. Tres cuartas partes de esos árboles soltaron el 85 por ciento de sus conos durante sacudidas de entre 6 y 30 segundos. Los resultados obtenidos en una hora superaban a los que podía obtener un trepador durante una semana (Chappell 1968). Los resultados notificados por McLemore y Chappell (1973) indican que el sacudimiento mecánico de árboles de Pinus elliottii por operadores capacitados no produce perjuicio alguno ni a la producción futura de conos, ni al crecimiento del árbol ni a su vigor durante los cuatro años siguientes.

4.1

4.1

4.1 Técnica de lanzamiento de hilo. En (A)-(C) figuran las diversas fases desde el lanzamiento del hilo hasta la subida de la cuerda de trabajo. En (D)-(F) figuran varios usos posibles de la cuerda de trabajo, (D) con un aparejo de poleas para subir a una persona hasta la copa, (E) para sacudir ramas y (F) para cortar ramas mediante una sierra flexible. (A.M.J. Robbins)

4.2

4.2 Sacudidora de árboles Schaumann. Se trata de una de las diversas marcas de sacudidoras que se pueden encontrar actualmente en el mercado (H.C. Schaumann)

4.34.4
4.3 Embudo para recoger semilla de Acacia aneura cerca de Charleville, Queensland, Australia. (FAO/División de Investigaciones Forestales, CSIRO, Canberra)
4.4 Máquina de recuperación con red, huerto semillero de Stuart, Pollock, Luisiana, Estados Unidos (Servicio Forestal, Dpto. Agric. EE.UU.)

Actualmente las sacudidoras mecánicas se utilizan mucho en la zona sudoriental de los Estados Unidos para cosechar la semilla en los huertos semilleros de pinos. Cuando se trata de especies en las que los conos maduros pueden separarse con facilidad, como P. elliottii y P. palustris, los árboles se sacuden una vez que los conos han llegado a su madurez pero antes de que se abran, y luego se recogen del suelo los conos con las semillas que contienen. Cuando se trata de especies con conos persistentes, como P. taeda y P. echinata, la operación se postpone hasta que los conos se han abierto, y entonces el objetivo de la sacudida es sacar las semillas de los conos. Después pueden recogerse del suelo por medio del sistema de recuperación con red, que se describe en la página 76.

En la Unión Soviética, se notificó que el producto de la vibradora VUS-2 en Pinus sibirica era entre 10 y 20 veces mayor que el que se obtenía con métodos manuales (Uland 1971). Una experiencia más reciente con una sacudidora de árboles creada en el Asia central soviética ha demostrado que en Juglans, Malus, Prunus, Fraxinus y Gleditsia pueden cosecharse, sin causar apenas daños al tronco, el 90–100 por ciento de los frutos. Esta máquina es una vibradora tipo presa que está montada en un brazo hidráulico, sobre el mecanismo articulado en tres puntos de un tractor. El tiempo de sacudida óptimo es 10–25 segundos, y la tasa de vibración óptima para la mayoría de las especies es 1 000 ciclos por minuto (Kiktev y otros 1977). Para cosechar los conos de pinos mediterráneos se han utilizado también, con resultados satisfactorios, las vibradoras italianas CECMA, ideadas originalmente para cosechar aceitunas.

Recolección de la semilla después de su dispersión

Aunque la recogida del suelo suele emplearse sobre todo con los frutos, puede aplicarse también a las semillas dispersadas una vez que se han abierto los conos o frutos. Las semillas de los pinos meridionales de los Estados Unidos, como por ejemplo Pinus elliottii y P. taeda, tienen un intervalo muy corto entre la madurez y la dispersión, y se han evaluado diversos métodos para recolectar las semillas sueltas cuando se dispersan. Además del empleo de lonas extendidas en el suelo, ya mencionadas, comprenden la colocación de redes de polipropileno en torno a las copas, la instalación de estructuras de madera en forma de embudo recubiertas de tela o polietileno y fijadas a un eje central que rodea el tronco, y la utilización de lonas o redes elevadas mediante unos postes. Las primeras experiencias no fueron muy satisfactorias, pues raras veces se consiguió recuperar más del 50 por ciento de la producción de semilla disponible (Turnbull 1975b). Cuando la semilla se produce principalmente en la parte exterior de la copa o en sus proximidades, gran parte de ella cae fuera del radio de captación de una única unidad de recogida. Cuando la lona o la red debe permanecer instalada durante un largo período de caída natural de la semilla, es probable que se deteriore por efecto de la intemperie y que se pierda una determinada cantidad de semilla debido a la acción de las aves y otros animales.

Más recientemente, la Comisión de Silvicultura de Georgia y el Centro de Desarrollo de Equipo de Missoula han preparado un equipo de recuperación mediante red para su utilización en los huertos semilleros de la parte meridional de los Estados Unidos. Su empleo está resultando muy prometedor (McConnell 1982), y en los huertos de P. taeda se prefiere cada vez más a las cosechadoras por aspiración. La red que se utiliza es un tejido plástico, de polipropileno, que se fabrica para el revés de las alfombras. Es ligero, duradero y está disponible en diversas dimensiones. Para Pinus taeda se utiliza una anchura de 5 m y aproximadamente 2 × 3 hilos por cm2 (Anón. 1982, Edwards y McConnell 1983). Si se manipula con cuidado, puede durar un mínimo de 10 años. La red se extiende en el huerto varias semanas antes de que caiga la semilla, y se agitan los árboles mediante una sacudidora mecánica para sacar las semillas de los conos. La toma de fuerza de un tractor sobre ruedas proporciona la fuerza (menos de 30 h.p.) necesaria para a) enrollar mecánicamente la red en un rodillo, y b) separar mecánicamente la semilla de las ramitas, hojas y conos que caen también al suelo al sacudir el árbol. Antes de empezar a enrollar la red hay que procurar separar las briznas de hierba que tienden a quedarse adheridas a ella.

La recogida de los frutos que están en el suelo efectuarse manualmente, pero puede utilizarse como ayuda una sencilla herramienta de mano, como un rastrillo de mango largo y cabezas intercambiables, de manera que se puedan utilizar distintos números de dientes y distintos espaciamentos entre ellos. Se ha intentado desarrollar métodos consistentes en barredoras mecánicas o de aspiración para recoger las semillas o frutos. Se han efectuado asimismo ensayos con una cosechadora mecánica cuya acción barredora se basa en un tambor giratorio dotado de gran cantidad de “dedos” de caucho que recogen las semillas al mismo tiempo que las separan de los residuos extraños. Estos tipos de máquinas están indicados sobre todo cuando se dispone de un sistema para sacudir los árboles, de manera que se asegure la presencia en el suelo de una gran cantidad de semillas en cada operación de barrido.

Mineau (1973) describió el empleo en Francia, con buenos resultados, de una máquina tipo aspiradora, que funcionaba por la compresión de un motor de tractor, para recoger los frutos de Fagus. Esta máquina es compacta y pesa 450 kg. Se ha utilizado asimismo con buenos resultados, en la recolección de bellotas de Quercus, una cosechadora de semillas neerlandesa que funciona también por aspiración y se ha notificado que en los Países Bajos es un método más barato que la recogida a mano y que la utilización de sacudidoras de árboles y lonas alquitranadas (Arts y Kofman 1980).

En los Estados Unidos, Hallman (1981) resumió las ventajas de la barredora-aspiradora de la manera siguiente:

  1. Prolonga la estación de recolección de unas dos semanas a dos meses.

  2. Elimina la necesidad de escaleras y camiones elevadores; de esa manera, los administradores de los huertos pueden dejar que los árboles alcancen una mayor altura, pues ya no hay que trepar a ellos, y por consiguiente se amplía la vida útil de los árboles.

  3. Reduce los costos de la recolección en comparación con los de la recolección manual.

Las desventajas de la cosechadora son las siguientes:

  1. Se precisa una amplia preparación del suelo del huerto para que pueda funcionar bien.

  2. Es ruidosa y produce grandes cantidades de polvo.

  3. No funciona bien cuando el suelo está húmedo.

  4. Ha sufrido una serie de problemas mecánicos que se han corregido en gran parte, aunque todavía es necesario introducir en su diseño cambios menores.

En la actualidad se estima que los inconvenientes superan a las ventajas, y en los huertos de la parte meridional de los Estados Unidos se prefiere, para recolectar las semillas de P. taeda, el sistema de recuperación con red que se describe en la página 76.

Habida cuenta del costo de capital de este tipo de equipo y de la importancia que tiene preparar de una manera inmaculada el suelo del huerto semillero para que funcione correctamente, su utilización en los países en desarrollo es limitada, especialmente si existen consideraciones sociales que aconsejan la utilización de métodos manuales con gran densidad de mano de obra como medio de incrementar el empleo.

Escondrijos de animales

Hay animales que reúnen conos o frutos como reserva de alimento, y se puede buscar las semillas en los lugares donde las esconden, aunque sólo en zonas limitadas se puede usar este procedimiento como fuente de semillas. En la parte occidental de Norteamérica, los escondrijos de ardillas constituyen una importante fuente de semillas de coníferas. Las ardillas suelen esconder las semillas, año tras año, en los mismos lugares. Es característico que se encuentren en zonas húmedas próximas a manantiales, pequeños arroyos o lugares pantanosos, orientadas al norte, así como también en madera en descomposición o humus, o en torno a viejos árboles caídos. Un solo escondrijo puede contener desde unos cuantos conos hasta una gran cantidad de ellos. La presencia de conos frescos en el suelo es un signo de actividad de ardillas; los montones de escamas y núcleos de conos pueden indicar que hay un escondrijo en las proximidades (Stein y otros 1974, Dobbs y otros 1976). Al recoger las semillas o conos de estos escondrijos se debe actuar con prudencia, pues existe el peligro de que estén infestados por hongos patógenos que pueden reducir la germinación (Sutherland 1979).

Las hormigas reúnen a veces semillas, y en Africa septentrional se ha observado que acumulan grandes montones de semillas de Acacia (Turnbull 1975b). Todas las semillas que se recojan de escondrijos de roedores o insectos deben ser sometidas a la prueba de viabilidad mediante el procedimiento de corte u otros medios.

4.54.5
4.5 Utilización de una cosechadora de semillas por aspiración en los Países Bajos (A) Recogida de las bellotas del suelo (B) Descarga de las bellotas en un saco. (R.B.L. De Dorschkamp, Wageningen).
4.6
4.6 Selección de equipo para la recolección de semillas de Acacia que se utiliza en Australia. De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Prensa para plantas con especimen y etiquetas, bolsa pequeña que contiene semilla limpia, bolsa grande de recolección, tela para recolección de 2 × 2 m, sierra flexible, guantes de piel, sierra de arco, tijeras de podar, cedazo fino con recogedor, cedazo grande, cuerda para lanzar al árbol, con peso. (FAO/División de Investigaciones Forestales, CSIRO, Canberra)
4.7

4.7 Sierras, tijeras, rastrillos y otras herramientas de mano para recolectar los frutos de los árboles. (A.M.J. Robbins)

Recolección en las copas de árboles cortados

Un método para recolectar grandes cantidades de semilla es el que consiste en sincronizar la recolección con las cortas comerciales normales que se efectúan durante la estación de maduración de la semilla y recoger las semillas o frutos de los árboles cortados (Morandini 1962). Cuando se van a recolectar los frutos de todos los árboles talados, la recogida de aquéllos debe postponerse, por razones de seguridad, hasta que han concluido las tareas de corta en la zona (Douglass 1969). Cuando la calidad fenotípica de los árboles padres es por el contrario más importante que la cantidad de semilla, es preferible seleccionar, marcar y, si es posible, cortar y cosechar los frutos de árboles padres superiores antes de que se efectúe la corta principal. En plantaciones de Pinus radiata en las que se iba a efectuar una corta de aclareo en Nueva Zelandia, se utilizó un método mediante el cual un oficial forestal capacitado seleccionaba y marcaba los 8–13 mejores troncos por hectárea y el equipo de recolección de semilla cortaba y podaba los árboles y recolectaba los conos, de manera que no se obstruía la corta ulterior de los árboles restantes (Turnbull 1975b). Debe evitarse recolectar los frutos en los aclareos tempranos, pues es difícil juzgar correctamente la calidad fenotípica a esa edad. Al cortar es aconsejable dirigir las copas hacia los claros existentes para facilitar la recuperación de conos (Dobbs y otros 1976). Es esencial limitar la recolección a la estación en la que las semillas están maduras; debe ser posible ajustar las fechas de la corta de manera que coincidan con la madurez de la semilla cuando es una misma autoridad la que tiene a su cargo las actividades de corta y las de recolección, por ejemplo los servicios forestales nacionales que operan en los bosques estatales. Es habitual recoger a mano los conos o frutos de las copas caídas, con ayuda de rastrillos, ganchos o machetes. Los conos pequeños del tipo arracimado, como los de Thuja y Tsuga, pueden cosecharse cortando los extremos de las ramas que portan conos y pasándolos por una desbrozadora (Douglass 1969). Esta máquina contiene una serie de dientes, parecidos a los de un rastrillo, que se colocan lo suficientemente juntos para que queden fuera los conos.

En la práctica, la recolección en zonas en las que se ha efectuado una corta no ha resultado apenas más barata que la recolección de árboles en pie por un equipo de trepadores bien capacitado, al menos en las coníferas de la zona templada-septentrional (Dobbs y otros 1976, Barner 1981). La maraña de troncos y copas caídos y la dispersión de algunos conos durante la corta reducen muy considerablemente la productividad. Cuando las operaciones son rápidas y están muy controladas, el método más eficaz consiste posiblemente en efectuar la recolección una vez que se han limpiado y llevado los fustes pero antes de que se haya amontonado y quemado la leña de copas.

En zonas en las que no se efectúan cortas comerciales puede ser necesario cortar determinados árboles con el fin específico de recolectar su semilla, como por ejemplo cuando se necesiten cantidades relativamente pequeñas de semilla de un escaso número de árboles con fines de ensayo de procedencias u otros fines de investigación. Esas cortas especiales deben evitarse en la medida de lo posible, pues por un lado se desaprovecha el fuste y por otro se pierde el árbol como futura fuente de semillas, pero a veces son inevitables, como cuando se trata de especies del bosque alto tropical a las que es muy difícil trepar o cuando una expedición de recolección de semilla tiene graves limitaciones de tiempo. Cortar árboles altos pero sin costillas suele ser mucho más rápido que trepar a ellos.

En general no es aconsejable recolectar los frutos de los árboles que han sido derribados por el viento, pues es escasa la selección que se les puede aplicar y puede existir un sesgo hacia árboles con características que los predisponen al daño por el viento (Turnbull 1975b).

Recolección en árboles en pie con acceso desde el suelo

Recolección manual

En el caso de los arbustos o árboles de ramas bajas, el recolector tiene acceso directo a los frutos de las ramas estando de pie en el suelo (Morandini 1962). Ejemplos de estos árboles son Crataegus, Sorbus e Ilex spp. en zonas templadas (Aldhous 1972), las acacias pequeñas y los eucaliptos enanos de Australia (Turnbull 1975b) y muchas de las especies de pequeño tamaño y resistentes a la sequía de las zonas áridas y semiáridas. Los frutos más pequeños suelen colocarse directamente en una cesta, bolsa, cubo u otro recipiente que el recolector lleva en la mano o colgado al hombro (Stein y otros 1974).

Cortar, romper y aserrar

Para los casos en que las ramas están fuera del alcance del brazo humano, existen diversas herramientas de mango largo con las que el recolector puede llegar a los frutos desde el suelo. Puede utilizarse una vara terminada en un gancho para bajar las ramas hasta que queden a su alcance. Pueden utilizarse también rastrillos, sierras, cuchillos, ganchos o tijeras de podar para arrancar o cortar, uno a uno, los frutos o las ramitas frutíferas. Son habituales a este respecto las varas, ligeras pero rígidas, de bambú, aluminio o plástico de entre 4 y 6 m de longitud. Para llegar más allá de los 6–8 m que permiten estas varas se han creado otras telescópicas de varias etapas que llevan unas tijeras en el extremo (Turnbull 1975b). Robbins y otros (1981) han señalado que, en algunas especies, es posible que los frutos o conos situados en las ramas más bajas produzcan poca semilla, debido a la falta de polinización en esa posición, y que por consiguiente es preferible recolectar los frutos que se encuentran como mínimo desde la mitad del árbol hacia arriba. La destreza en la utilización eficaz de estas herramientas de mango largo desde el suelo está muy condicionada por la densidad y la forma de la copa de cada árbol.

Puede lanzarse una cuerda por encima de la rama, como ya se ha descrito, pero para romper la rama que porta la semilla en vez de para sacudirla. Para ello se precisa una cuerda más gruesa que cuando se quiere sacudir. No está recomendado el empleo general de este método. Produce daños en el árbol, abre el camino a plagas y enfermedades y, en el caso de los pinos y otras especies cuyas semillas tardan dos años en madurar, al recolectar la cosecha de semilla de un año se destruye la del año siguiente.

Para cortar ramas desde el suelo se han utilizado con éxito varios tipos de sierra flexible. Uno de los modelos, descrito en Anón. 1979, consta de un cable cortador flexible, de 1 m de largo aproximadamente, que está dotado de dientes de acero al carbono engarzados con precisión y de dos cuerdas de control de polipropileno de unos 10 m. Para pasar una de las dos cuerdas de control por encima de la rama se utiliza un peso relleno de arena. Un modelo anterior, la llamada “sierra comando”, que ya no se fabrica, se utilizó con resultados satisfactorios en Australia para cortar ramas de eucalipto (Boden 1972). Con ella dos operarios podían cortar con rapidez y facilidad ramas de hasta 20 cm de diámetro.

Este método no puede utilizarse en árboles cuyas ramas forman ángulos muy agudos, como E. tereticornis. Otra limitación es que depende de la eficiencia con que se lance el hilo por encima de la rama deseada.

Para cortar ramas pueden utilizarse también sierras rígidas. Sweney y Jones (1975) describen un método utilizado en Nueva Zelandia en el que mediante unas argollas se fija un serrucho o una sierra de arco a una cuerda de 180 kg que pasa por una polea previamente subida hasta la copa. El serrucho se utiliza para ramas pequeñas, de menos de 2 cm de diámetro, mientras que la sierra de arco es capaz de cortar, en cinco minutos, ramas de hasta 10 cm.

Uso de rifles

Otro método para cortar las ramas que portan la semilla consiste en derribarlas con un rifle de gran calibre. Este método se utilizó con éxito para hacer caer al suelo las puntas de árboles de Picea glauca en zonas de producción semillera del nordeste de los Estados Unidos (Slayton 1969). Se estimó por un lado que este procedimiento era menos costoso que trepar a los árboles, y por otro que los conos podían recolectarse en la fase idónea de su desarrollo gracias al escaso tiempo en que podía efectuarse la operación. Más recientemente se ha puesto en práctica en el Canadá, con resultados prometedores, el método consistente en disparar desde un helicóptero a ramas o puntas para que se desprendan.

En Australia se han efectuado recolecciones eficientes de pequeñas muestras de semilla de eucalipto y Araucaria en árboles de gran altura con rifles de calibre 222, 243 ó 308, dotados de miras telescópicas de cuatro aumentos (Green y Williams 1969, Boland y otros 1980). Se consiguió derribar ramas de hasta 15 cm de diámetro. Para los rifles de calibre 308 es más eficaz la munición de “punta blanda puntiaguda” que la de “punta hueca”.

Un inconveniente de la utilización de rifles es que deben observarse unas medidas de seguridad muy estrictas. Hay lugares en los que no se debe utilizar este método, por ejemplo en las proximidades de carreteras o zonas habitadas. Por otra parte, las copas de algunas especies, como Araucaria y Picea, pueden resultar considerablemente dañadas por esta técnica.

Para derribar ramas con los disparos suele ser necesario mantener fijo el rifle en un trípode o apoyar su caja en un árbol o en la parte lateral de un vehículo (Turnbull 1975e). Es preciso que no haya obstáculos visuales entre el blanco y el tirador, requisito éste que puede suponer una limitación en bosques densos. En general, lo mejor es disparar en ángulo recto con la rama y cortar la corteza por la parte inferior con el primer disparo para evitar que la rama quede colgando de ella y se produzca arranque de tejidos. Después se corta la corteza por la parte superior y por último se va disparando a intervalos a todo lo ancho de la rama. Es importante seleccionar ramas que puedan caer sin obstáculos hasta el suelo. Las ramas horizontales se desprenden con más facilidad que las ascendentes. Los disparos deben colocarse de manera que se aproveche el efecto de palanca de la rama. Este método está aconsejado sobre todo cuando se pretende recolectar pequeñas cantidades de semilla con fines de investigación de una fructificación muy abundante que está arracimada en ramas o puntas inaccesibles, de manera que no se puede llegar a ellas cómodamente por otros medios.

Recolección en árboles en pie a los que se accede mediante trepa

La altura hasta la que puede llegarse desde el suelo con instrumentos de mango largo para recolectar semillas o frutos tiene un límite. En las proximidades de ese límite la operación consume mucho tiempo y energía, pero rinde en cambio poca semilla. En el caso de árboles de gran altura que no pueden cortarse, por consiguiente, la trepa suele ser la única forma práctica de efectuar la recolección. Hay personas que son excelentes trepadores naturales, pero además una buena capacitación y un buen equipo pueden hacer de la recolección por este método una operación eficiente y segura, aunque no deje de requerir energía. Parece aconsejable describir la operación dividiéndola en los epígrafes siguientes: a) trepa a la copa por el fuste; b) trepa directamente a la copa; c) trepa y recogida de los frutos dentro de la copa.

Trepa a la copa por el fuste

Trepa con equipo mínimo. En diversos países se practica la trepa sin ayudas mecánicas (Hans 1973, Bhumibhamon 1973). En Filipinas hay recolectores de semilla que trepan a los árboles descalzos o con ayuda de una cuerda que ata ambos pies juntos y los presiona contra el tronco (Seeber y Agpaoa 1976). Otras variantes consisten en que el trepador vaya haciendo en el tronco, con un hacha, una serie de cortes sucesivos en los que apoyar los pies, o que clave con un martillo una serie de estacas de hierro de unos 20 cm de longitud que luego va retirando, para utilizarlas en otra ocasión, a medida que desciende. Estos dos métodos son físicamente agotadores, con independencia de que se utilice o no un cinturón de seguridad, y producen sin duda daños en el árbol. El que escala con las manos y los pies un tronco de gran altura y desprovisto de ramas pone seriamente en peligro su seguridad, y este riesgo puede hacer que los trepadores sientan la tentación de recolectar en los árboles a los que es más fácil subir, pero que con frecuencia son los menos deseables desde el punto de vista silvícola. Es preferible introducir alguna de las ayudas especiales para trepar de las que se dispone en la actualidad.

Las espuelas, que se fijan a las botas del trepador, son un sistema ligero y barato de hacer más segura y eficiente la escalada si se combina con un cinturón de seguridad, eslinga, casco de seguridad de fibra de vidrio y fuertes guantes de piel. La ligereza de las espuelas (menos de 1 kg el juego) hace que su uso esté especialmente indicado en los rodales de difícil acceso en regiones sin carreteras, donde todo el equipo debe transportarse a pie. Se ha comprobado que son el método más eficiente para trepar a Pinus kesiya y P. merkusii en Tailandia (Granhof 1975) y a P. caribaea y a P. oocarpa en Honduras, y son de uso habitual en muchos países, especialmente para subir a coníferas (Robbins y otros 1981).

Aunque existen diferentes tipos, estas ayudas de trepa consisten básicamente en un brazo de hierro forjado y un conector que termina en una espuela en punta. El hierro debe fijarse muy bien, mediante una correa de cuero, al calzado y a veces a la pierna del escalador. La espuela puede ser de longitud variable, pero es preferible que la punta no sobresalga de la suela de la bota, de manera que el escalador pueda caminar por el suelo sin dificultad (Morandini 1962, Turnbull 1975b). La longitud óptima de la espuela depende del tipo de corteza de que se trate. Las espuelas de 5 cm son adecuadas para los postes telefónicos sin corteza y los árboles de corteza delgada, y se recomiendan para la mayoría de las especies en el Canadá, mientras que las de 9 cm se adaptan mejor a las especies que tienen una corteza blanda y gruesa (Yeatman y Nieman 1978). Las espuelas no se deben utilizar cuando la corteza está helada, y no son especialmente seguras en cortezas escamosas (Morandini 1962, Stein y otros 1974).

4.84.8
4.8 La sierra de cadena flexible “High Limb” (A) utilización (B) detalle. (Green Mountain Products Inc.)4.9
4.9
4.9 Espuelas de trepa (A) ajuste mediante correas (B) trepa.  (Servicio Forestal del Canadá)
 
 

4.104.11
4.10
4.10 Utilización de una escalera desmontable de dos montantes en el Canadá (A) Preparación para pasar la cadena por detrás del árbol y asegurar así la parte superior de la primera sección (B) Desmontaje de la escalera, con el trepador suspendido de una cuerda de seguridad. (Servicio Forestal del Canadá)4.11 Escalera desmontable de un solo montante que se utiliza en Dinamarca. (Centro de Semillas Forestales de DANIDA)

En Yeatman y Nieman (1978) figuran orientaciones detalladas sobre el ajuste, utilización y mantenimiento de las espuelas de trepa en el Canadá. La descripción de la trepa con espuelas que figura a continuación está fielmente basada en estos autores. El trepador sube al árbol utilizando un cinturón de seguridad, al que engancha una correa o cadena, la eslinga, que pasa por detrás del tronco. Al cinturón está atada una cuerda de seguridad, y a uno de los anillos que lleva el cinturón están enganchadas dos o más eslingas de reserva. Cuando se asciende por el tronco, el trepador debe asegurarse de que las puntas de la espuela se claven bien en la madera del árbol separando las rodillas del tronco al hincar la espuela. La parte inferior de la pierna y el tobillo deben mantenerse en un ángulo relativamente amplio con respecto al tronco, para evitar los resbalones y para no abrir surcos en la corteza. El peso descansa sobre los pies, que están separados entre sí por unos 15–20 cm, y el centro de gravedad queda fuera del tronco. Las manos y los brazos se utilizan para equilibrar el cuerpo sujetando firmemente con las dos manos la eslinga, acercando rítmicamente el cuerpo hacia el árbol, moviendo la eslinga cuando se la libera del peso y fijándola en la nueva posición cuando el cuerpo se echa de nuevo hacia atrás. El impulso que se imprime a la eslinga procede de los brazos al ascender, y no debe trasladarse al cinturón de seguridad salvo cuando el trepador está en posición de descanso. Cuando la eslinga está tensa, se mueve primero un pie, de manera que el peso pasa al otro, y después se efectúa la misma operación con este segundo pie. La eslinga no se desengancha nunca, salvo para superar ramas que por su grosor no se pueden romper. En estos casos, antes de desenganchar la primera eslinga debe fijarse por encima de la rama que se quiere superar una de las eslingas de reserva, fijada al cinturón mediante un mosquetón. Cuando se llega a ramas viables, preferiblemente en la parte baja de la copa viva, se pasa la cuerda de seguridad por un mosquetón que está atado con una cuerda por encima de la primera rama, se desengancha la eslinga y el trepador se abre paso entre las ramas vivas.

El principal inconveniente de las espuelas es el daño que producen a la corteza, especialmente cuando se trata de especies de corteza delgada. Cuando se escala un árbol sólo de vez en cuando, el daño no tiene por qué ser excesivo, pero los árboles que se escalan con frecuencia, por ejemplo con fines de polinización y recolección de la semilla en huertos semilleros, sufrirán probablemente un grado de daño inaceptable; en esos casos deben preferirse otros métodos de trepa.

Escaleras. Para las alturas comprendidas entre 8 y 40 m aproximadamente, las escaleras verticales en varias secciones constituyen un método seguro y cómodo para subir por el tronco hasta la copa viva. Pueden estar hechas de diversos materiales, como madera, aluminio, aleación de magnesio, etc., pero cada sección debe ser lo bastante ligera para que el trepador la suba con facilidad. Para conseguir una mayor estabilidad, pueden colocarse las patas de la sección inferior sobre unas plataformas ajustables (Morandini 1962, Turnbull 1975b). Cada sección debe medir entre 1,8 y 3 m de longitud, y debe pesar no más de 3–4 kg.

Se coloca la sección inferior, o las dos secciones inferiores, de la escalera en paralelo al fuste del árbol, con el peldaño superior apoyado en el tronco. El trepador asciende con su eslinga en torno al tronco y la escalera hasta que tiene los hombros al nivel de la parte superior de la escalera; entonces sujeta ésta al tronco mediante una cuerda o cadena (Yeatman y Nieman 1978). Las secciones siguientes se van subiendo mediante una cuerda y se van uniendo a la sección anterior. La operación se repite con cada sección, que se sube y fija al árbol. Para pasar del tronco a la copa se utiliza el mismo procedimiento que se ha descrito supra a propósito de la trepa con espuelas. Cuando utiliza una escalera desmontable muy ligera, el trepador puede llevar atadas a su cinturón de seguridad dos secciones, de 2 m de longitud cada una. Si las dos secciones inferiores, de 3 m cada una, se empalman y se colocan en pie en el suelo, esto significa que puede montar un total de 10 m de escalera sin necesidad de izar nuevas secciones con una cuerda.

Las escaleras desmontables pueden tener uno o dos montantes o “patas”. Las más habituales son las que tienen dos. La escalera de una “pata” comprende un soporte central del que salen, alternando a derecha e izquierda, unas barritas que hacen de peldaños; la escalera se fija al árbol mediante una cadena o cuerda. El soporte central suele ser de acero o madera, por lo que el peso de estas escaleras no difiere mucho del de los tipos de dos “patas”. Tienen la ventaja de que es más fácil colocarlas en un terreno desigual, y también que se manejan con más facilidad entre las ramas (Morandini 1962) y en troncos muy sinuosos.

Las escaleras desmontables pueden utilizarse sin riesgo alguno de dañar el árbol. Su manejo puede ser incómodo en rodales en los que la cubierta de copas o el subsuelo son densos, y son mucho más pesadas para transportar que las espuelas, especialmente cuando la existencia de unos fustes largos y limpios obliga a utilizar escaleras con muchas secciones. Son también más caras. Por consiguiente, tienen un uso limitado en zonas de difícil acceso y sin carreteras, pero son un procedimiento ideal en huertos semilleros o plantaciones situados en terreno llano.

La bicicleta suiza para árboles o “baumvelo” es un aparato para subir hasta la copa viva de árboles rectos y de gran altura que no tienen ramas. Desde el punto de vista del transporte, es más ligera que las escaleras desmontables, pero más pesada que las espuelas de trepa. No produce daños en el árbol. Su uso está recomendado en troncos cuyo diámetro oscila entre 30 y 80 cm (Yeatman y Nieman 1978). Olesen (1972) señaló su gran utilidad para trepar a pinos en México. En el Reino Unido se consideró particularmente útil para las especies de coníferas que tenían conos grandes, como por ejemplo Pinus, Picea o Pseudotsuga, en las que el recolector ha de moverse de rama en rama para arrancar los conos en vez de permanecer durante mucho tiempo en la misma zona (Seal y otros 1965). No obstante, su utilización en ese país se encuentra hoy limitada principalmente a las recolecciones con fines de investigación, pues el incremento de la superficie de plantaciones maduras hace que se pueda recolectar fácilmente semilla a granel en árboles cortados, y cuando se trata de huertos semilleros son más adecuadas las escaleras.

La bicicleta consta de dos unidades separadas, una para cada pie. Cada una de ellas consta de un brazo (más largo en la unidad superior, más corto en la inferior) al que está fijado un taco de goma que se apoya en el tronco. El extremo inferior de este brazo lleva un estribo o pedal con correas y pinzas de suelta rápida, que sujetan el pie del trepador. El extremo superior está unido a una tira de acero que forma un círculo cuyo diámetro se puede ajustar al del tronco. La bicicleta se utiliza junto con arnés o cinturón de seguridad, cadenas o correas de apoyo, cuerda de seguridad, mosquetones y cuerdas de nilón.

El funcionamiento de este aparato está bien descrito en Seal y otros (1965) y Yeatman y Nieman (1978). Los anillos de acero no deben ajustarse demasiado al tronco, pues ello impediría moverlos hacia arriba. Su posición adecuada es aquella en la que la punta del pie del escalador no toca el tronco cuando hace que todo su peso descanse en el estribo; cuando no sucede así, es necesario desenganchar, reducir el diámetro de los dos anillos y volver a engancharlos uno en cada pie. Una vez colocados los anillos en torno a la base del árbol, el trepador mete los pies en los estribos, cierra las pinzas de suelta rápida y se ata las correas. Pasa también por detrás del árbol su eslinga (correa o cadena de seguridad), y ajusta la longitud de ésta conforme a la disminución del grosor del tronco. El trepador sube haciendo que su peso descanse de manera alterna en uno y otro estribo y levantando el pie libre de peso para subir el anillo aflojado. De vez en cuando se detiene para ajustar el diámetro del anillo según va disminuyendo el grosor del tronco. Las ramas que obstruyan el ascenso deben podarse a medida que se encuentran, de manera que queden a ras del tronco.

4.12
  1. Estribo
  2. Soporte para el pie
  3. Correa para la pala del calzado
  4. Correa para el empeine
  5. Tensor de correas
  6. Soporte
  7. Taco de goma
4.12 Bicicleta para árboles, o “Baumvelo”, con sus partes. (H. Schneebeli & Co.)
  1. Bisagra
  2. Espiga o pasador
  3. Muelle de espiral
  4. Muelle de lámina
  5. Dispositivo retenedor
  6. Palanca de bloqueo
  7. Zuncho
4.13
4.13 Utilización de la bicicleta para árboles, con arnés, casco y cuerdas de seguridad. (Comisión Británica de Silvicultura)

El trepador continúa ascendiendo hasta que el anillo de acero superior llega a las primeras ramas vivas de la copa. Se introduce a continuación en la copa para colocar una eslinga de nilón que sujete la cuerda de seguridad y procede a “aparcar” la bicicleta. La operación esencial es apretar el anillo inferior de la bicicleta de manera que se fije con fuerza al tronco aun cuando no tenga que soportar peso; de esa manera se evita el riesgo de que la bicicleta se deslice tronco abajo y quede fuera del alcance del trepador. Este abre las pinzas de los tobillos en ambos estribos, desata las correas que le sujetan los pies, desengancha su eslinga y sube a la copa.

La bicicleta para árboles es un sistema sumamente seguro para escalar árboles rectos y sin ramas sin dañarlos, y además es más ligero y partátil que las escaleras desmontables. Se necesita práctica, pero la mayoría de los que lo intentan aprenden a manejarla con eficiencia y rapidez en unos pocos días. Sus principales inconvenientes son el costo, el hecho de que su utilización esté limitada a una determinada gama de diámetros y que, a diferencia de las escaleras y las espuelas de trepa, exige podar el fuste de manera que no quede ninguna rama en toda la circunferencia hasta llegar a la copa viva (Robbins y otros 1981). No obstante, cuando esté previsto trepar periódicamente a los mismos árboles, como en los rodales o huertos semilleros, está plenamente justificado el costo que supone efectuar una poda inicial y concienzuda. Es aconsejable trabajar siempre con otra bicicleta próxima, pues a un hombre que se encuentre en dificultades en un árbol a una altura a la que no se puede llegar con una escalera únicamente se le puede socorrer con otra bicicleta (Seal y otros 1965) o con espuelas.

4.14

4.14 Recolección manual de conos de Larix en el Reino Unido. Obsérvese la utilización de cuerda de seguridad y auxiliar en el suelo, asi como la bicicleta “aparcada” en la base de la copa. (Comisión Británica de Silvicultura)

Trepa directa a la copa

Escaleras. A las ramas inferiores y fuertes de la copa puede accederse directamente desde el suelo o mediante una escalera siempre que no estén demasiado altas. Las escaleras domésticas exentas o las de trípode, éstas más altas, tienen la ventaja de que no es preciso apoyarlas en el árbol; son incómodas de manejar en rodales densos, pero están indicadas cuando hay que recolectar en huertos semilleros o en plantaciones de muy poca densidad, donde los árboles están muy alejados entre sí. Existen escaleras de trípode de hasta 6 m, pero deben sujetarse al suelo con vientos de cuerda para asegurar su estabilidad (Yeatman y Nieman 1978).

Existen escaleras no específicas para árboles, en madera o aleación de aluminio, y pueden construirse bien como una sola unidad o bien con el sistema de extensión, caso en el que constan de dos o más secciones construidas de tal manera que la altura de la escalera puede variarse mediante un movimiento de deslizamiento relativo de las secciones (Seal y otros 1965). Las escaleras de una sola sección diseñadas para recoger frutos poseen una base ensanchada y dotada de patas de caucho moldeado o dientes metálicos para que se fijen bien en suelo blando, y pueden utilizarse para llegar a alturas de 8–11 m. Parecida a éstas es la escalera finlandesa Tarra-tikkaat, diseñada especialmente para usos silvícolas, que posee sin embargo un anillo de aluminio que sube y baja por la escalera, puede fijarse al cinturón del trepador y se cierra automáticamente en caso de caída de éste. Comprende también un montante unido a la escalera que se fija al tronco y mantiene una distancia de aproximadamente un metro entre el fuste y el extremo superior de la escalera. De esta manera, el recolector puede alcanzar más en las copas de árboles pequeños de especies como Cupressus que producen sus frutos cerca de los extremos de las ramas. Las escaleras de una sola sección no específicas para silvicultura llegan hasta 11 m, mientras que las de doble sección extensibles llegan a unos 14 m. Pueden apoyarse en una rama fuerte o en el fuste para acceder directamente a la copa. El extremo superior debe atarse al árbol con una cuerda de nilón, y las que tienen gran altura deben fijarse además con dos vientos de cuerda. Según la especie y la forma de la copa, el trepador puede dejar la escalera y subir a la copa utilizando dispositivos de seguridad como el cinturón, eslingas y cuerdas de nilón al igual que cuando deja la bicicleta, o puede recolectar los frutos manteniéndose de pie en la escalera; en este último caso debe asegurarse a ella mediante una cuerda de nilón, y el cansancio de los pies puede reducirse por medio de una pequeña plataforma movible que se engancha en el peldaño que convenga (Seal y otros 1965).

Para llevar de un rodal a otro las escaleras de mayor tamaño y peso se necesita un vehículo. Para llegar a copas situadas a 20–25 m de altura pueden utilizarse escaleras extensibles montadas en camiones, pero la escasa moniobrabilidad limita la utilización del vehículo a caminos o terrenos muy llanos (Turnbull 1975b). Morandini (1962) ha descrito una escalera de aleación ligera montada en un tractor; es capaz de llegar hasta 14 m, y el tractor puede utilizarse en bosques sin caminos. En los Estados Unidos se utiliza con seguridad hasta los 9 m una escalera extensible de magnesio montada en un camión de cuatro ruedas y media tonelada. El balanceo procedente de la suspensión del vehículo se elimina mediante cuatro gatos mecánicos fijados a los postes en que se apoya la estructura de la plataforma de la escalera (Rietveld 1975).

Cuerdas y equipo elevador. Puede accederse a la copa suspendiendo de una rama resistente una cuerda, escalera de cuerda o equipo elevador. Para pasar un cordel fino por encima de la rama se utilizan los mismos métodos (lanzamiento, catapulta, flechas) que cuando se emplean cuerdas para sacudir ramas (según se describe en la página 71). Como para soportar el peso del trepador se precisa una cuerda más fuerte y pesada que para sacudir ramas, es necesario elevar la cuerda en tres fases: 1) en primer lugar un hilo de nilón de poco peso y 23 kg de tensión de rotura, que se utiliza para izar; 2) un cordel de nilón de 3–4 mm de diámetro, que a su vez se utiliza para izar; 3) una cuerda de nilón de 13–18 mm de diámetro, lo bastante fuerte para soportar el peso del trepador (Robbins y otros 1981).

Las escaleras de cuerda se han utilizado con resultados especialmente satisfactorios en Checoslovaquia (Matusz 1964). Pueden tener hasta 30 m de longitud y pesar unos 20 kg. La separación entre los peldaños, que son de madera, es de 30 cm.

El equipo elevador comprende la utilización de un aparejo de poleas que se coloca en su posición y se asegura atando firmemente la cuerda a la base del árbol. El recolector es izado hasta la copa del árbol, sentado en un sillín, por uno o dos hombres situados en el suelo o con la ayuda de un cabrestante mecánico o eléctrico (Strickland y Peters 1961, Matusz 1964). Este método tiene con respecto a las espuelas de trepa o las escaleras la ventaja de que el ascenso no exige tanto esfuerzo, y por lo tanto se reduce el riesgo de accidentes debidos al cansancio.

Redes. Dispositivos como la escalera de cuerda y el equipo elevador permiten acceder al interior de la copa. Algunos géneros, como por ejemplo Cupressus, Chamaecyparis, Tsuga y Thuja, producen gran número de conos pequeños cerca de los extremos de las ramas, donde éstas no son lo bastante fuertes para soportar el peso del trepador. Para recolectar esos conos es necesario llegar a la parte exterior de la copa. Una manera de hacerlo es mediante escaleras montadas en vehículos. Otra es mediante redes. En Seal y otros (1965) se describía con detalle su funcionamiento. La red descrita era de forma triangular y medía 10,3 m de un lado a otro de la base y 11,5 m de la base al vértice, con una malla de 30 × 30 cm. Colgaba, mediante cuerdas especiales y poleas pastecas, de un punto próximo al extremo superior de la copa, de manera que cubría parte del exterior de ésta y sus esquinas inferiores estaban tensadas y sujetas mediante vientos a árboles cercanos o postes clavados en el suelo. Cada red soportaba a dos recolectores a la vez.

La red no dañaba la copa y era razonablemente eficaz, una vez colocada, cuando se trataba de árboles de copa profunda y abundantes conos, pero era como mínimo un método muy lento y su utilización era imposible en rodales densos. En líneas generales, su empleo se ha abandonado en favor de métodos menos laboriosos.

Trepa y recogida de frutos dentro de la copa

Los métodos para trepar y recoger los frutos en el interior de la copa son independientes del procedimiento que se utilice para llegar a ésta, procedimiento que puede ser la escalera, la bicicleta o las espuelas de trepa. El siguiente resumen de los principales puntos que se han de observar está basado en Yeatman y Nieman (1978).

Al subir por las ramas de un árbol como si fueran los peldaños de una escalera, las manos se utilizan sobre todo para abrir camino y equilibrar, mientras que los pies y las piernas se emplean para dar impulso. Sólo un miembro -mano o pie- se mueve en cada momento, agarrando las partes más resistentes de las ramas, cerca del fuste principal, o apoyándose en ellas. Las ramas de resistencia dudosa deben probarse doblándolas con fuerza antes de confiar en que van a poder soportar el peso del trepador. La confianza y la coordinación muscular son las claves de la seguridad en la trepa. Mantener un estado de tensión y de dependencia de la fuerza como único medio puede ser agotador y peligroso. La mayor parte del trabajo deben realizarlo las piernas.

La tensión que padece el trepador puede reducirse en gran medida si éste tiene confianza en un sistema de seguridad de probada eficacia. Hasta el mejor trepador puede tener de vez en cuando un accidente: basta que una rama que parece segura sea en realidad traicioneramente quebradiza o resbaladiza. Las técnicas y el equipo de trepa modernos están diseñados para garantizar que, en caso de que el trepador se caiga, la caída se detenga enseguida. En Seal y otros (1965), Yeatman y Nieman (1978) y Robbins y otros (1981) figuran excelentes explicaciones ilustradas de estas técnicas, así como detalles de las cuerdas y nudos que el trepador debe saber utilizar.

Arnés y correas de seguridad. Un componente esencial del equipo es el arnés o correaje de seguridad. El tipo más cómodo es el que consiste en una correa que se ata a la cintura y que tiene una serie de anillas metálicas a las que pueden engancharse la cuerda de seguridad, la eslinga de correa o cadena, trozos cortos de cuerda, el cordel para herramientas, etc., así como una silla que se encaja bajo las nalgas, está conectada al cinturón y puede utilizarse cuando al trepador le resulta más cómodo recolectar sentado. Puede aumentarse la sujeción añadiendo al arnés un par de correas para los hombros. Enganchados al arnés hay otros elementos igualmente esenciales: la eslinga de correa o cadena y una o varias cuerdas cortas de nilón que sirven para atar al trepador al fuste del árbol. Uno de los extremos está enganchado en uno de los lados del cinturón, mientras que el otro se pasa por detrás del árbol y después se fija al otro lado del cinturón. A veces se utiliza una cadena ligera cuando el trepador asciende por el fuste, cadena cuya longitud puede ajustarse fácilmente, reduciendo el número de eslabones, a medida que va disminuyendo el grosor del tronco. Igualmente eficaces, si no más, son las eslingas de correa ajustables. Debe figurar también en el equipo una segunda cuerda no muy larga, de reserva, de manera que el trepador que utiliza espuelas o escaleras pueda superar los obstáculos que suponen las ramas con que se encuentra antes de llegar a la copa viva; esta cuerda de reserva se coloca por encima de la rama antes de desatar la primera cuerda, que está debajo del obstáculo. La eslinga se engancha también a la parte superior del fuste mientras el trepador recoge los frutos que están fácilmente a su alcance. De esta manera, la combinación de arnés y cuerdas cortas garantiza, en árboles adecuados, la seguridad del trepador cuando asciende por el fuste y mientras recoge los frutos, incluso en ausencia de una cuerda de seguridad larga. Pero no garantiza su seguridad en su ascenso por el interior de la copa.

Cuerdas de seguridad*. Otro componente importante es la cuerda de seguridad. Suele utilizarse cuerda de nilón de 12–14 mm de diámetro y aproximadamente 1 kg de peso por cada 10 m. Aparte de su fuerza y buena resistencia al deterioro, tiene la ventaja de que es algo elástica, lo que reduce el impacto que sufre el cuerpo del trepador cuando la cuerda se tensa tras una caída. El polipropileno es menos adecuado, pues se ablanda a temperaturas no demasiado altas. No obstante, se ha utilizado con éxito en algunos países, como por ejemplo Honduras, donde es muy difícil obtener nilón. Las precauciones que se adoptan son usar cuerdas de polipropileno de 18 mm de diámetro como mínimo y evitar las técnicas que comporten una fricción prolongada sobre una cuerda fija. La fricción temporal de una cuerda móvil, por ejemplo sobre una rama, no es peligrosa, pues es muy poco el calor que se genera en un punto cualquiera de la cuerda. Las fibras naturales, como el cáñamo o el yute, tienen que ser notablemente más pesadas que el nilón para conseguir la misma resistencia, además de que son susceptibles de pudrirse, especialmente cuando el tiempo es húmedo.

Es conveniente dividir las cuerdas de seguridad en dos tipos: la cuerda corta o eslinga, que utiliza el trepador para fijarse al árbol mientras trabaja en la copa, y la cuerda larga, que baja hasta el suelo y está allí controlada por un ayudante. La cuerda de seguridad corta mide entre 3 y 10 m, y tiene el mismo grosor que la cuerda larga; lo normal es que un trepador lleve dos de estas cuerdas cortas en su arnés. Cuando está trabajando en la copa, ata una de ellas bien a una rama resistente, bien al fuste. Cuando se encuentra en la parte alta de la copa, donde el fuste no es ya seguro por su escaso grosor, ata la cuerda a la parte más fuerte del fuste que está por debajo de él y la sube rodeando el tronco en espiral. Cuando el fuste es lo bastante resistente y la cuerda de la longitud adecuada, el trepador puede alcanzar sin problemas la parte exterior de la copa. La cuerda de seguridad corta es de fácil utilización y da al trepador una independencia total mientras recolecta en la copa.

Uno de los extremos de la cuerda larga se fija al arnés del trepador, mientras que el otro lo controla un ayudante que permanece en el suelo. Esta cuerda tiene que medir como mínimo el doble de la altura del árbol, de manera que en caso necesario pueda bajarse al trepador aunque esté trabajando cerca del extremo superior del árbol. Aparte de que supone un nuevo factor de seguridad, esta cuerda permite al trepador llegar a los frutos situados en la parte exterior de la copa, frutos que de otra manera serían inaccesibles.

Método de trepa con cuerda de seguridad. Al llegar a la parte baja de la copa, el trepador asciende efectuando una ligera espiral en torno al tronco, de manera que va pasando la cuerda larga por ramas que la sujetarían en caso de caída (Seal y otros 1965). Cuando el tronco carece de ramas vivas por uno de sus lados, el trepador debe avanzar en zig-zag por el lado que sí tiene ramas vivas. Cuando no hay ramas resistentes, el trepador debe fijar una eslinga al tronco y enganchar en ella la cuerda larga. Con ello se pretende asegurar que no pueda tener una caída libre de más de 2 m antes de que la cuerda larga empiece a soportar su peso. Mientras tanto, y tal como han descrito Yeatman y Nieman (1978), el ayudante que está en el suelo debe permanecer bastante separado de la línea de caída del árbol que se está escalando, para evitar el riesgo de que le causen daños las ramas que puedan romperse y caer al suelo durante el ascenso del trepador. El ayudante debe estar preparado en todo momento para soportar el peso del trepador en la cuerda larga, que deberá ir soltando por debajo de un brazo, por detrás de la espalda y por encima del hombro contrario, dejándola salir de manera alternada con una mano mientras la agarra con la otra. La cuerda debe pasarse también por la parte inferior del tronco de un árbol próximo, a fin de obtener más fricción y una mayor seguridad en caso de que el trepador resbale o se caiga. En cambio, durante el ascenso la fricción ha de ser mínima, de manera que el trepador no se vea retenido por la cuerda. Es importante que la parte no utilizada de esta cuerda larga esté enrollada en el suelo y libre de obstáculos, de manera que no se enrede al tirar de ella. La cuerda larga es especialmente útil cuando es preciso huir con rapidez de las avispas o abejas que a veces encuentra el trepador en su ascenso.

Cuando el trepador llega al nivel de la copa donde va a efectuar la recolección, puede asegurarse pasando la cuerda larga por encima de una rama resistente y en torno al tronco. Otra posibilidad consiste en que se fije al tronco por medio de una cuerda corta, que pasa por encima de una rama resistente y en torno al tronco por encima de él y la vuelve a atar a su cinturón de seguridad, soltando de éste después la cuerda larga. Cuando las ramas no son lo bastante resistentes, fija una cuerda corta en el tronco lo más arriba que puede y pasa por ella la cuerda larga. La cuerda no debe fijarse al tronco por encima del punto en el que el diámetro empieza a ser inferior a 8–10 cm. El trepador puede o bien pasar ya a recoger los frutos mientras su ayudante en el suelo sigue sujetando la cuerda larga, o bien emplear un método especial para bloquear la cuerda larga, mediante mosquetones o grapas, y responsabilizarse personalmente de sus movimientos Seal y otros 1965). En ambos casos puede hacer que la mayor parte de su peso descanse en el sillín del arnés, con lo que puede llegar a puntos más lejanos dentro de la copa que si tuviera que apoyar todo su peso en ramas relativamente delgadas. La utilización de este método para bloquear la cuerda larga permite al trepador efectuar un descenso controlado, en el que va recolectando frutos a medida que baja. Otra ventaja es que el ayudante queda liberado temporalmente de su función y puede dedicarse a otras tareas; de esta manera un solo ayudante puede atender a varios trepadores. Este método se adapta bien a las especies en las que los conos o frutos están dispersos por toda la copa y por consiguiente se tarda bastante tiempo en recolectar cada árbol. En las especies en las que los frutos están agrupados en un sola parte de la copa, la recolección es rápida, y es mejor que el ayudante esté sujetando la cuerda en el suelo (Seal y otros 1965).

Método de descenso. A la hora de descender, el trepador debe en primer lugar, si ha utilizado una cuerda corta, ascender un poco más y soltarla, mientras el ayudante tensa la cuerda larga. Después, como han descrito Yeatman y Nieman (1978), desciende con cuidado, por el mismo camino por el que ascendió, a fin de no enganchar la cuerda larga en las ramitas de la parte superior de la copa. Cuando sus pies llegan a ramas que pueden soportar todo su peso colgado de la cuerda larga y tienen un diámetro lo bastante grande para soportar la abrasión que produce la cuerda, se mueve lateralmente para enganchar ésta en la horquilla de una rama. Continúa bajando de manera que la cuerda larga que lleva consigo pase por encima y alrededor del tronco, por encima de una rama resistente, y finalmente en torno a su cintura y por debajo de él. En árboles que tienen la copa densa hay otra posibilidad que suele ser más sencilla y que consiste en pararse, atarse al árbol, desatar la cuerda larga, pasarla por encima de un lado del tronco, sobre una rama del lado opuesto y bajarla por el otro lado, para después volverla a atar al cinturón. Con la cuerda larga firmemente fijada a una rama (en horquilla), el escalador puede dejar que le baje el ayudante soltando poco a poco la cuerda o puede controlar personalmente su descenso utilizando el método de bloqueo de la cuerda larga. Descender al suelo con la cuerda larga es el mejor método que se puede utilizar cuando se ha ascendido con espuelas. Cuando se ha subido mediante una bicicleta o una escalera desmontable, suele ser preferible bajar por el mismo método que se ha utilizado para subir; de no hacerlo así, el trepador debe soltar los anillos de la bicicleta o desmontar las secciones de la escalera mientras está suspendido de la cuerda de seguridad.

Método de recogida de los frutos. Si utiliza correctamente el arnés y la cuerda larga de seguridad, el trepador debe tener libres ambas manos para recoger los frutos. Los métodos varían en función del tamaño, el número y la distribución de los frutos, así como de la firmeza del pedúnculo que los sujeta. Cuando los frutos son numerosos, pequeños, agrupados y accesibles, pueden recogerse y depositarse inmediatamente en una bolsa que el trepador lleva atada al cinturón o colgada del hombro, con la embocadura abierta mediante un refuerzo. Los frutos de tamaño mayor y más dispersos pueden separarse del pedúnculo y dejarse caer al suelo para recogerlos más tarde. Los frutos que son demasiado inaccesibles para recolectarse a mano pueden separarse del árbol mediante varas, ganchos, rastrillos o tijeras de dos manos, tal como se describe en las páginas 83–84. Las herramientas que se utilizan en la copa las debe subir el trepador, cuando ya ha llegado a la zona de la copa en que va a recolectar, mediante un cordel ligero y específicamente destinado a ese fin que lleva fijado al cinturón. En Chile los trepadores golpean las ramas con una vara larga para que caigan los frutos de Nothofagus alpina, pero este método es menos eficaz con N. pumilio (Gordon 1979). En el caso de las coníferas suele utilizarse algún tipo de gancho. En Tailandia, se han diseñado para recolectar los conos de Pinus kesiya y P. merkusii unos ganchos que tienen dos puntas afiladas en direcciones opuestas, de manera que pueden utilizarse para separar los conos bien empujando, bien tirando, con lo que se evita que se rompan ramitas que portan nuevos conos pequeños. Estos ganchos se montan en unos tubos ligeros, de acero, que pueden extenderse hasta unos 3 m (Granhof 1975). Robbins y otros (1981) ilustran diversos tipos de ganchos, rastrillos y tijeras. La recogida de los frutos en el suelo, una vez que han caído tras separarlos con estos útiles, es la misma que se ha descrito supra a propósito de las semillas que caen espontáneamente.

4.15

4.15 Utilización de una herramienta manual y una cuerda de seguridad larga para recolectar frutos en la copa.
(ESNACIFOR/A.M.J. Robbins)

4.16

4.16 Control del descenso por el propio trepador mediante el método de bloqueo de la cuerda de seguridad larga.
(ESNACIFOR/A.M.J. Robbins)

4.17

4.17 Utilización de una plataforma con brazo extensible para recolectar conos en los Países Bajos. (R.B.L. De Dorschkamp, Wageningen)

Cuando los frutos son pequeños, numerosos y agrupados y el recolector no puede llegar a ellos con la mano o están unidos al árbol por un pedúnculo muy firme, puede ser necesario cortar toda la ramita frutífera mediante unas tijeras de dos manos o un serrucho de mango largo. Pinus oocarpa es un ejemplo de especie en la que los conos poseen unos pedúnculos fuertes y leñosos que resulta difícil cortar sin dañar la ramita. Otra posibilidad en esos casos consiste en recolectar los frutos cortando las ramitas, aunque de esa manera se destruye la cosecha de conos pequeños del año siguiente (Robbins y otros 1981). Una solución mejor es diseñar equipo nuevo con miras a solucionar los problemas especiales que se plantean localmente. En Honduras se ha diseñado un gancho afilado y en forma de campana que se empuja hacia fuera, desde el centro de la copa hacia los extremos de las ramas, de forma que se cortan los conos reduciendo al mínimo el daño que se produce al doblar o romper las ramas. Este gancho está montado en un mango de aluminio o madera de 5 m de longitud. Lleva más de cinco años utilizándose, período en el que se ha confirmado como una herramienta muy útil para cosechar los conos de P. oocarpa, P. caribaea, P. patula subsp. tecunumanii y P. maximinoi (Robbins 1982a).

Cuando los frutos están agrupados en el extremo de ramas largas, fuera del alcance del trepador, es posible que éste se vea obligado a cortar la rama entera. En el Brasil, los escaladores cortan las ramas frutíferas de Eucalyptus con un cuchillo atado a un palo, y la práctica habitual consiste en alternar los árboles de los que se recolecta en años sucesivos, de manera que las copas puedan recuperarse.

Los trepadores deben llevar botas de suela antideslizante y monos de trabajo sin cinturones ni lazos que puedan engancharse en tocones de ramas. Suele ser conveniente utilizar un casco de seguridad que ajuste bien, guantes y gafas protectoras. Los ayudantes que están en el suelo deben llevar cascos de seguridad industriales que les protejan de los objetos que caen de los árboles. Suele ser necesario un serrucho de podar ligero con el que limpiar de ramas el fuste cuando se va a ascender con bicicleta.

Los métodos que se describen supra han resultado sumamente fiables cuando se han utilizado con especies coníferas. La experiencia es menor, y probablemente mayor la dificultad, respecto de las especies de frondosas de los bosques húmedos tropicales, en los que se plantea un problema especial por la existencia de pocas y sólidas ramas separadas por intervalos de 3–4 m. Otro problema es el que presentan las especies muy espinosas, como Acacia spp., pero, como raras veces tienen más de 15–20 m de altura, la recolección puede efectuarse con frecuencia desde el suelo. Entre las ayudas útiles que describen Doran y otros (1983) figuran un soporte fuerte en el techo del vehículo, para ponerse de pie sobre él, escaleras ligeras que se ajusten a ese soporte, una cuerda y un peso que se puedan lanzar por encima de una rama para sacudirla o romperla, una sierra flexible o una tijeras de podar de dos manos y unos guantes de piel gruesa para quitar las vainas de las especies espinosas. Es indudable que habrá que modificar los métodos de recolección habituales para adaptarlos a las peculiaridades de las distintas especies tropicales.

* En resumen, esta parte del equipo de trepa consta de los elementos siguientes:

  1. EL CINTURON DE SEGURIDAD, que puede utilizarse solo o como parte del ARNES, que es un correaje más complicado.

  2. LA CORREA DE SEGURIDAD o ESLINGA, que se pasa por detrás del fuste y cuyos extremos se enganchan a uno y otro lado del CINTURON DE SEGURIDAD. Asegura al trepador al fuste mientras asciende hasta la copa.

  3. La CUERDA DE SEGURIDAD CORTA (también llamada a veces ESLINGA), que ata al trepador o a su CUERDA DE SEGURIDAD LARGA al tronco del árbol o a una rama resistente mientras trabaja en la copa. Puede utilizarse asimismo como CUERDA DE RESERVA, con la que se asegura el trepador cuando tiene que desenganchar la CORREA DE SEGURIDAD para superar las ramas grandes y aisladas que se encuentran en el fuste.

  4. La CUERDA DE SEGURIDAD LARGA, que conecta al trepador con el ayudante que está en el suelo. Le proporciona seguridad mientras está en la copa y le permite descender sin tener que bajar por el fuste.

Recolección de árboles en pie con otros medios de acceso

Se han diseñado algunos tipos de equipo para elevar mecánicamente al recolector hasta una altura desde la que pueda llegar a la parte frutífera de la copa sin necesidad de trepar. En un número limitado de ensayos se ha demostrado que los sistemas a base de cables que sostienen una pequeña vagoneta pueden mover a los recolectores a lo largo de las copas. Aunque se accede a varios árboles a la vez, la instalación es laboriosa (Matusz 1964, Gradi 1966, Stein y otros 1974). El sistema resultaría más ventajoso en los rodales en los que se fuera a repetir la recolección. Se han efectuado asimismo experimentos con cables o plataformas suspendidos de globos o helicópteros. Los globos no se consideran prácticos, pero es posible que los helicópteros tengan utilidad en determinadas condiciones. Pero probablemente el más práctico de todos los dispositivos mecánicos para elevar o descender a un hombre de manera que los frutos queden a su alcance es la plataforma con brazo extensible. La descripción que figura a continuación está basada en la que ofrece Turnbull (1975b).

En muchos países se ha utilizado para recolectar semillas el mismo tipo de plataforma con brazo extensible que se emplea para instalar cables eléctricos aéreos. Existen varios modelos, algunos dotados de mecanismos de elevación telescópicos y brazos de acero articulados y movidos hidráulicamente, todo ello sobre una base giratoria.

Matusz (1964) ha descrito el mecanismo de extensión articulado AGP-12, construido en la Unión Soviética, y Seal y otros (1965) han ilustrado y explicado la utilización de la plataforma hidráulica Simon, de procedencia británica. Con la máquina soviética se consiguió recolectar semillas de árboles hasta los 15 m de altura, y hasta 10–16 m con la plataforma hidráulica Simon. Tienen espacio suficiente para que trabajen en ellas dos hombres, que pueden prescindir de los cinturones de seguridad y equipo parecido. Estaba previsto fabricar una versión mayor de la máquina soviética, que llegaría hasta alturas de 30 m.

En Australia se creó, para recolecciones de semilla en alturas de hasta 10 m sobre el suelo (Willcocks 1974), una plataforma montada en un remolque y conectada a un tractor agrícola, que la impulsaba. Esta unidad de tractor y remolque puede utilizarse prácticamente en todos los sitios en que puede moverse sin problemas un tractor. Es un equipo versátil y de un costo relativamente bajo. La escalera hidráulica Afron no llega a tanta altura (7 m como máximo), pero es muy manejable y no precisa más que un solo operario, pues todos los controles se encuentran en la plataforma desde la que se recogen los frutos. Se utiliza mucho en los huertos de frutales y podría ser una máquina útil en los huertos semilleros forestales de gestión intensiva siempre que los árboles fueran de un tamaño moderado. Según Seal y otros (1965), las plataformas hidráulicas son útiles sobre todo cuando se dispone de poco tiempo o poca mano de obra y los frutos pueden recolectarse en árboles de fácil acceso y buena fructificación. Los inconvenientes de este equipo son la necesidad de un buen acceso y el elevado costo de capital. En el Reino Unido se comprobó que, cuando las cosechas de conos eran menos accesibles y abundantes, el costo unitario de la recolección con la plataforma hidráulica Simon era superior al de la recolección con escaleras o bicicletas.

Productividad en la recolección de frutos

Existe poca información pormenorizada sobre la productividad en la recolección de frutos, especialmente respecto de especies tropicales. Como señalaron Dobbs y otros (1976), las cantidades que se recogen por recolector y día dependen de diversos factores, entre los que figuran no sólo la destreza y energía del recolector, sino también el tamaño de los frutos, la abundancia de la fructificación, la firmeza con que los pedúnculos sujetan el fruto al árbol, la presencia de frutos viejos o inmaduros en las ramas, que pueden confundir a los recolectores o reducir su ritmo de trabajo, el método de recolección (trepa, de árboles cortados, del suelo, etc.) y factores diversos como el tiempo atmosférico, la presencia de insectos y el tiempo de traslado. Respecto de Pseudotsuga en los Estados Unidos y el Canadá, Douglass (1969) y Dobbs y otros (1976) dan el mismo promedio, 2–3 hectolitros de conos por recolector y día, recogidos de unos cuatro árboles mediante trepa. Dobbs y otros (1976) indican que en la recolección de árboles de Pseudotsuga cortados cabe esperar la misma productividad que cuando se trepa a árboles en pie. En Pinus ponderosa se puede esperar una producción de 4–5 hectolitros de conos por escalador y día, y aproximadamente 0,5 hectolitros en especies cuyos conos son más pequeños, como Larix, Thuja y Tsuga. En recolecciones efectuadas por la IUFRO de Pseudotsuga, Picea sitchensis y Abies grandis en la parte occidental de Norteamérica, un equipo de cuatro trepadores experimentados era capaz de completar un determinado rodal en un solo día, recolectando en unos 20 árboles bastante separados entre sí (Fletcher y Barner 1978). En Tailandia, la productividad que se espera en rodales de Pinus kesiya de árboles de tamaño mediano es por término medio de 25–30 kg de conos por trepador y día, recolectados en seis árboles (Granhof 1975). En Honduras, la tasa de recolección en P. oocarpa y P. caribaea se sitúa por término medio, cuando se trata de una recolección general y a granel en una cosecha media, entre 1 y 2,5 hectolitros procedentes de 3–5 árboles por hombre y día (Robbins 1983a, b). Matusz (1964) notificó que una tasa de recolección media en rodales de pinos europeos, de 25 m de altura y con fructificaciones de medianas a buenas, y con la utilización de espuelas de trepa, era de entre 20 y 50 kg de conos procedentes de 8–10 árboles al día, lo que suponía entre 0,4 y 1,0 kg de semilla. En cada árbol, el trepador emplea 15–25 minutos en ascender y descender y 20–30 minutos en recoger los conos. En Dinamarca se han conseguido los rendimientos de frutos o conos que figuran en el cuadro siguiente, si bien en estas condiciones:

  1. Facilidad de acceso a los rodales y a los árboles en pie.

  2. Una excelente producción de semilla.

  3. Un equipo de trepadores sumamente experimentado, con escaleras y con n horario de trabajo de 8,5 horas diarias (Barner 1974).

EspecieHectolitros de frutos o conos/hombre-día
 buenomáximo 
Abies nobilis10    14      
Abies nordmannina3   5    
Abies alba5   7    
Acer pseudoplatanus25    35      
Fraxinus excelsior30     40      
Picea sitchensis2   3    
Picea abies4   6    
Picea omorica1   1,5(rodales jóvenes)
Larix leptolepis1,52   (rodales jóvenes)
Larix decidua0,61    
Pinus sylvestris1,82,5(huertos semilleros)
Pinus austriaca1,82,5 
Pseudotsuga sp.1,52,0 

En un año excelente, los rendimientos de semilla por hectárea son los siguientes:

Abies alba150   200 kg 
Abies nordmanniana150   200 kg 
Abies nobilis (procera)250   600 kg 
Larix sp.25     70 kg 
Picea abies50   150 kg 
Picea sitchensis15     25 kg 
Pseudotsuga sp.40     80 kg 
Fagus sylvatica5001 000 kg 
Quercus sp.2 0005 000 kg(?)
Fraxinus excelsior400   800 kg 
Acer pseudoplatanus200   400 kg 

Se dispone de poca información sobre las tasas de recolección de frutos en las frondosas tropicales.

Capacitación y seguridad

La recolección de la semilla, especialmente por el procedimiento de trepa, es un trabajo duro, y por lo tanto es esencial seleccionar cuidadosamente a los trepadores y dotarles de una buena capacitación antes de que empiecen las operaciones de recolección. Es necesario que sean personas física y mentalmente adecuadas, que estén dotadas naturalmente para escalar y posean una combinación de autoconfianza y sentido común. Todo programa de recolección que no sea mínimo debe contar, en el personal permanente, con un núcleo de al menos un trepador capacitado, que puede dedicarse a otras tareas fuera de la temporada de recolección. Antes de que empiece ésta, se encargará de impartir breves cursos de capacitación para trepadores temporales (Robbins y otros 1981). En esencial disponer, como material auxiliar para estos cursos, de buenas ilustraciones gráficas, especialmente cuando los trepadores son analfabetos.

Las precauciones de seguridad variarán en función de las condiciones locales y, especialmente, de la especie de árbol de que se trate y del equipo y métodos de recolección que se utilicen. Todo el personal que participa en las operaciones de recolección debe conocer perfectamente las normas locales en materia de seguridad. La selección de recomendaciones al respecto que se reproduce a continuación se basa en las de Yeatman y Nieman (1978), Dobbs y otros (1976), Seal y otros (1965) e Isslieb (1964) (citado en Seeber y Agpaoa 1976).

  1. Todo el equipo debe guardarse cuidadosamente, tanto durante el transporte sobre el terreno como cuando está almacenado entre una temporada de recolección y la siguiente.

  2. La ropa de trabajo debe ser fuerte, bien ajustada y adecuada para el tiempo atmosférico que se espera.

  3. Todos los componentes del equipo deben comprobarse antes de su uso y, en caso de dudas sobre su estado, no deben utilizarse hasta que se reparen o sustituyan.

  4. No se debe trepar a árboles cuando llueve o en presencia de viento fuerte, ni tempoco con escasa luz, por ejemplo al atardecer, ni cuando el cansancio es excesivo.

  5. No se debe trepar a árboles que presenten signos evidentes de podredumbre del tronco, cancros o agallas graves, rajaduras, guías dobles u otras anormalidades que indiquen debilidad mecánica.

  6. La cuerda de seguridad larga debe estar limpiamente enrollada en el suelo antes de que el trepador ascienda, a fin de evitar que se enganche o enrede en el sotobosque.

  7. El ayudante que está en el suelo debe sujetar la cuerda de seguridad larga por debajo de un brazo y por encima del hombro contrario. Es aconsejable pasar la cuerda, con una simple media vuelta, por un árbol próximo. Con ello se aumenta el control y se impide que la cuerda se le escape de las manos. La cuerda se debe soltar y recoger cambiando la posición de una y otra mano. Si se deja que la cuerda se deslice, aumenta la dificultad de controlarla y pueden producirse dolorosas quemaduras por fricción.

  8. Al trepar no se debe llevar nada atado o enlazado en torno al cuello.

  9. Al trepar árboles toscos y frondosos debe llevarse puesto el casco de seguridad y unas gafas protectoras, para prevenir daños en la cabeza y los ojos.

  10. Como lugar de apoyo de los pies o las manos el trepador debe elegir la parte de la rama que está próxima al punto en que se une con el fuste principal.

  11. Hay que tener cuidado con las ramas quebradizas; las ramas dudosas deben ensayarse antes de poner peso sobre ellas. Han de evitarse las ramas que se están descortezando, pues son resbaladizas. En la medida de lo posible, ha de decidirse el camino de la trepa antes de empezar el ascenso, especialmente en lo que se refiere a la zona ramosa de la copa.

  12. El trepador debe contar en todo momento con tres puntos de apoyo (una mano y dos pies o dos manos y un pie), moviendo sólo un miembro cada vez, excepto cuando está atado al árbol por una correa o cuerda corta o suspendido de una cuerda larga. Se debe ascender con tranquilidad, mediante movimientos regulares y pasos cortos.

  13. Al subir a la copa no se deben llevar herramientas. Si se precisan unas tijeras de podar, un rastrillo para conos, etc., se debe utilizar un cordel ligero para subir el equipo hasta la altura en que se va a trabajar. Este cordel debe dejarse atado a las herramientas grandes mientras se trabaja, a modo de seguro. Las herramientas deben devolverse al suelo con el cordel; no es aconsejable dejarlas caer o tirarlas.

  14. Debe prestarse atención a los tetones afilados: pueden desgarrar la ropa y producir dolorosos cortes y heridas.

  15. Se debe ascender en espiral o en zig-zag, o atando al fuste correas de seguridad, de manera que el trepador caiga como máximo 2 m antes de que la cuerda larga soporte su peso.

  16. Durante la trepa, el diámetro del fuste principal no debe ser inferior a 8 cm a la altura de la cintura. Si hay dudas en materia de seguridad, no se debe vacilar, antes de ascender a la zona de la copa donde está la semilla, en atar una cuerda al tronco a una altura de resistencia garantizada.

  17. Al atar esta cuerda, debe mantenerse un brazo rodeando con firmeza el árbol hasta que la cuerda esté fijada al cinturón de seguridad.

  18. Antes de retirar las manos del árbol, debe ensayarse que la cuerda de seguridad y el lugar donde se apoyan los pies soporten bien el peso del cuerpo.

  19. Cuando se está recolectando cerca del extremo superior del árbol, ha de mantenerse el cuerpo próximo al fuste, de manera que su peso actúe hacia abajo, no hacia afuera.

  20. La correa de seguridad o eslinga debe estar atada en todo momento alrededor del tronco del árbol, excepto cuando se está escalando o cambiando de posición en la copa, o cuando se está suspendido de la cuerda larga.

  21. Antes de dejar caer bolsas de conos u otra material, hay que asegurarse de que las personas que están en el suelo lo han advertido y se han retirado suficientemente.

  22. Cuando se recolectan frutos desde una escalera, debe atarse la parte superior de ésta al árbol con una cuerda de nilón. La escalera debe fijarse aún más mediante dos vientos.

  23. En todo momento debe haber en el lugar de la trepa un equipo completo de primeros auxilios.


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