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Capítulo 5 MANIPULACION DEL FRUTO Y LA SEMILLA ENTRE LA RECOLECCION Y EL PROCESAMIENTO

Introducción

Durante el período que sigue inmediatamente a la recolección, las semillas corren un especial riesgo de sufrir daños. A ello se añade que el medio ambiente en el que se colocan, que se controla con bastante facilidad en el centro de semillas o en la instalación de procesamiento, es difícil de controlar en el bosque y durante el transporte del bosque a la instalación. No es posible predecir ni prevenir las fluctuaciones del clima, y es posible que en el transporte intervengan personas que, a diferencia del recolector, el procesador o el usuario, no tienen mucho interés personal en que las semillas se encuentren en condiciones idóneas. Durante este período es alto el peligro de que se pierda la identidad del material, así como su viabilidad. El riesgo es especialmente elevado en muchos países tropicales, donde la temperatura y la humedad son altas y donde el transporte es muchas veces difícil, lento e inseguro (Kemp 1975a). Las investigaciones efectuadas sobre los problemas que comporta almacenar especies “difíciles” han revelado en ocasiones que el auténtico peligro se encuentra en el tiempo que transcurre entre la recolección y el procesamiento/almacenamiento. Cuando las semillas han perdido ya parte de su viabilidad antes de almacenarse, ni siquiera con el mejor tratamiento en la instalación se obtendrán más que unos resultados mediocres. Por consiguiente, es esencial efectuar por adelantado una planificación cuidadosa que permita controlar de la manera más estrecha posible la identidad y salud de la semilla en todas las fases de su circulación (Kemp 1975a).

Mantenimiento de la viabilidad

Casi siempre, lo que se recolecta del árbol son frutos, no semillas. En algunos países donde el clima lo permite, las operaciones de secado de los frutos al sol y extracción de las semillas se llevan a cabo sobre el terreno (véanse las páginas 120–121). En otros se considera preferible transportar los frutos, con la mayor rapidez posible, a la instalación de procesamiento de semillas, donde las condiciones de la extracción se pueden controlar mucho más que en el campo.

Cuando las semillas no se extraen sobre el terreno, los frutos han de manipularse con sumo cuidado, tanto en el bosque como durante el transporte. Cuando la temperatura y la humedad son elevadas, los frutos acumulados a granel en grandes cantidades son muy vulnerables al deterioro por acción de mohos y otros hongos y por recalentamiento debido a una elevada tasa de respiración. No puede exagerarse la importancia que tiene la buena ventilación para reducir estos riesgos. Cuando los frutos se almacenan temporalmente en recipientes separados, éstos no deben llenarse al máximo. En particular, los sacos que contienen conos frescos deben dejarse a medio llenar; de esta manera se deja espacio para que se expandan las escamas a medida que los conos se van secando. De lo contrario, las escamas pueden quedarse en una posición que dificulta considerablemente la ulterior extracción de la semilla (Stein y otros 1974). Para facilitar la circulación del aire dentro de los sacos, así como hacer más cómoda la manipulación durante el transporte, es aconsejable no poner más de 10–20 kg de frutos en cada saco (Goor y Barney 1976). Los casos de arpillera poco tupida o las bolsas de lavandería de malla de nilón (Yeatman y Nieman 1978) permiten una buena circulación de aire por los laterales. En el caso de las cápsulas de eucalipto y los frutos de otras especies que tienen unas semillas muy pequeñas, sin embargo, deben utilizarse bolsas de algodón tupido cuando existe alguna posibilidad de que los frutos se abran durante el tránsito (Turnbull 1975c). Las cestas grandes y de malla abierta son ideales para favorecer la libre circulación del aire entre los conos y otros frutos de gran tamaño, y pueden construirse con materiales disponibles localmente, como metal, sauce, bambú o rotén. En los montones no muy apretados de frutos puede mejorarse la ventilación insertando en su centro unas “chimeneas” improvisadas a base de láminas de madera. Removiendo todos los días los frutos de estos montones o cambiando de posición los sacos se puede mejorar considerablemente el acceso del aire a los frutos situados más lejos de la superficie.

Cuando no es posible transportar inmediatamente los frutos a la instalación de procesamiento de semillas, debe disponerse un almacenamiento temporal sobre el terreno, en cobertizos o bajo algún tipo de protección (Morandini 1962). Es preciso proteger los frutos de esta manera contra la lluvia, y en algunas especies contra una insolación demasiado fuerte. Los cobertizos deben estar abiertos por los lados o disponer de buena ventilación por otros medios, y los sacos deben estar bien separados en rejillas o colgados de ganchos de manera que el aire pueda circular libremente. El sistema consistente en colgar los sacos de ganchos presenta además la ventaja de que los protege contra los roedores. Cuando el almacenamiento se hace al aire libre, debe construirse una cubierta a base de lonas alquitranadas o piezas de polietileno. Cuando la temporada de recolección coincide con un período de tiempo fiablemente seco pero no demasiado caluroso, no se precisa esta cubierta superior. Los sacos no deben apilarse nunca uno encima de otro en grandes montones (Aldhous 1972, Stein y otros 1974).

5.1

5.1 Soportes tipo caballete que se suelen utilizar en América del Norte para el almacenamiento provisional de conos.
(Servicios Forestales del Canadá/Columbia Británica)


5.2

5.2 Cestos de alambre que se utilizan en Dinamarca para el almacenamiento temporal de conos.
(Centro de Semillas Forestales de DANIDA)

5.3

5.3 Almacenamiento temporal de conos de Pinus taeda en cajas de 7,2 hl en el sur de los Estados Unidos.
(Servicio Forestal, Dpto. Agric. EE.UU.)

5.4

5.4 Estructura temporal para secar cápsulas de eucalipto sobre el terreno en Australia.
(División de Investigaciones Forestales, CSIRO, Canberra)

En el caso de la mayoría de las semillas ortodoxas (véanse las páginas 196–197) es conveniente someter por anticipado a los frutos, sobre el terreno, a un determinado grado de secado. Se ha recomendado secar las semillas ortodoxas hasta menos del 12 por ciento antes de enviarlas por transporte aéreo (IBPGR 1981). La utilización de sacos no muy tupidos facilita el secado. Las bolsas de polietileno no son adecuadas para el almacenamiento temporal de los frutos de estas especies, pues impiden el secado y pueden fomentar la aparición de mohos de hongos y el recalentamiento. Los frutos de las especies recalcitrantes, en cambio (véase el Capítulo 7), deben mantenerse frescos y húmedos para que sus semillas no pierdan viabilidad. Para las especies de este tipo está recomendado utilizar como recipientes las bolsas de polietileno, que impiden que los frutos se sequen (Stein y otros 1974).

En el caso de las recolecciones grandes, Isaacs (1972) ha sostenido que las cajas paletizadas y sujetas con alambre, con capacidad de 7,3 hectolitros, son un medio mucho más eficaz para manipular físicamente los conos antes de su procesamiento. Estas cajas, que se utilizan como recipiente único para la manipulación, la expedición y el almacenamiento, se entregan como componentes que pueden montarse, a medida que se necesitan, en menos de tres minutos. No obstante, habida cuenta de que una vez llenas pesan alrededor de media tonelada, para cargarlas y descargarlas se precisa un vehículo con horquilla elevadora, y por consiguiente sólo son adecuadas cuando se trata de operaciones de gran magnitud y muy mecanizadas.

Es posible que se necesite adoptar medidas especiales para impedir que plagas y enfermedades dañen los frutos. En determinadas circunstancias, cuando es alto el riesgo de que la cosecha sufra graves daños, puede ser aconsejable utilizar polvos insecticidas y fungicidas, pero hay que tener mucho cuidado al tratar la semilla fresca y relativamente húmeda, pues las propias sustancias químicas pueden tener sobre ella un efecto perjudicial (Kemp 1975a). Mejor que confiar en sustancias químicas suele ser mantener la higiene de los frutos, especialmente por medio de una buena ventilación. Almacenar los sacos fuera del contacto con el suelo basta para protegerlos hasta cierto punto de los roedores. La incidencia de plagas y enfermedades suele ser más elevada en el suelo del bosque, y la pronta recogida de los frutos caídos contribuye notablemente a reducir las pérdidas ulteriores.

Extracción de la semilla cerca del lugar de recolección

La decisión de si se va a extraer la semilla del fruto en una instalación central de procesamiento o cerca del lugar de recolección, y por lo tanto poco después de ésta, debe adoptarse teniendo en cuenta las condiciones locales. Como señaló Kemp (1975a), la reducción del volumen y el peso del material recolectado facilita considerablemente el transporte, y por ese motivo es posible que cuando se trata de frutos relativamente voluminosos sea deseable extraer la semilla en una fase temprana, aun cuando las operaciones de separación de las alas, limpieza y secado final, más críticas, se efectúen mejor en la instalación central. En algunos casos se ha comprobado también que la extracción temprana de la semilla es esencial para mantener el máximo grado de viabilidad. Los frutos carnosos como el sincarpo de Chlorophora fermentan si se mantienen almacenados a granel durante tiempo, y la fermentación reduce la viabilidad de la semilla. En los trópicos es habitual utilizar el calor del sol para acelerar la extracción y el secado de las semillas, especialmente de muchas coníferas y árboles que tienen frutos leñosos y dehiscentes, como por ejemplo el eucalipto; este procedimiento es por lo general beneficioso. No obstante, un secado demasiado rápido de los frutos puede hacer en ocasiones que éstos no se abran e impidan la extracción ulterior, en un proceso análogo al “endurecimiento superficial” de la madera. Así ocurre con los conos de algunos pinos cuando se recolectan sin que hayan madurado plenamente. En esos casos es necesario mantener los frutos a cubierto, con una buena circulatión de aire, durante una o dos semanas antes de intentar un secado más rápido. Algunas semillas, sobre todo de especies de los bosques higrofíticos tropicales, mueren fácilmente cuando los frutos se secan con rapidez. En el caso de estas especies no es conveniente secar los frutos al sol, sino que se deben mantener húmedos durante el tránsito (Kemp 1975a). Entre los factores que se han de tener en cuenta a la hora de optar por efectuar la extracción local o centralmente figuran los siguientes:

  1. La distancia de la instalación central de procesamiento de semillas y la eficiencia del sistema de transporte. Cuanto más largo es el período que se va a emplear en el tránsito, tanto mayor es el riesgo de deterioro, tanto mayor es el ahorro de costos al transportar semillas en vez de frutos y tanto más sólidas las razones en favor de la extracción local.

  2. Las características de la especie de que se trate. Por ejemplo, cuando se trata de frutos carnosos, en los que es alto el riesgo de fermentación, las semillas deben extraerse mediante maceración localmente y poco después de la recolección, mientras que los frutos y semillas de algunas leguminosas, secos y resistentes, pueden soportar un período de tránsito prolongado y en condiciones difíciles sin que se produzcan pérdidas importantes de viabilidad.

  3. La idoneidad de la especie con respecto a la extracción por medio del sol. Cuando se trata de especies en las que se precisa un tratamiento con estufas para extraer la totalidad de las semillas, los frutos suelen enviarse a las instalaciones centrales, que disponen de medios para efectuar esa operación, en vez de intentar secarlos localmente, aunque a veces se pueden utilizar estufas portátiles o calor artificial procedente de serrerías. En el caso de las especies recalcitrantes, que no soportan el secado, lo mejor es enviar los frutos húmedos, y lo antes posible, a la instalación central de semillas.

  4. La seguridad de que va haber tiempo soleado durante la temporada de recolección. Cuando la recolección se efectúa durante la estación seca en el clima mediterráneo o en climas tropicales secos, están aseguradas las condiciones ideales. Así, en Grecia ha resultado satisfactoria con la mayoría de las especies la práctica actual de secado y extracción sobre el terreno (Cooling 1971). En los trópicos húmedos, en condiciones de tiempo frescotemplado y cuando la recolección se efectúa durante la estación de lluvias, no es posible el secado al sol.

Aun cuando la extracción de las semillas se efectúe localmente, es preferible hacerlo no en el bosque mismo, sino donde se cumplan determinados requisitos en materia de edificios y comunicaciones. En los países que cuentan con un servicio forestal bien desarrollado, el sitio idóneo suele ser la sede local del distrito forestal. No se dispondrá de esos medios cuando se recolecte en bosques inaccesibles y habitados de manera dispersa, en cuyo caso será necesario improvisar en el bosque una instalación de extracción de semillas.

Las técnicas de la extracción de semillas se describen en las páginas 196–238.

Mantenimiento de la identidad

Para asegurar que se mantiene la identidad del lote de semillas, es preciso etiquetar correctamente cada recipiente de frutos cuando se llena. Como precaución adicional frente al riesgo de pérdida accidental de la etiqueta exterior, se deben colocar etiquetas idénticas dentro y fuera del recipiente (Stein y otros 1974, Robbins y otros 1981). Deben emplearse etiquetas que no se deterioren con el agua, y la información recogida en ellas debe comprender como mínimo la especie, el número del lote, la ubicación geográfica o nombre de la fuente de la semilla, el peso de la semilla contenida, la fecha de recolección y el nombre del recolector (Stein y otros 1974). La información sobre el número del lote de semilla y la especie es clave a efectos de documentación. Si en hojas de datos sobre la recolección se ofrece información pormenorizada (véase el Apéndice 1), entonces en las etiquetas puede ser suficiente indicar el número de lote, la especie, la fuente y el peso de la semilla contenida. A los documentos que acompañan la semilla debe unirse -o mejor enviarse por correo antes de las semillas- una copia de la hoja de datos sobre la recolección o certificado de origen, en la que ha de constar el número del lote. Cuando un solo lote se divide para su envío en varios recipientes, cada etiqueta debe recoger también el número de éstos que se ha necesitado (por ejemplo, 1 de 4) (Kemp 1975a). En las operaciones a gran escala, la información puede codificarse (Aldhous 1972, Dobbs y otros 1976). En el caso de recolecciones pequeñas con fines de investigación, por ejemplo, recolecciones de procedencias o recolecciones de un único árbol para ensayos de progenie, la información adicional se registra aparte, en un certificado de origen de la semilla u hoja de datos sobre la recolección. Es importante hacer referencia al número de lote. El etiquetado es más laborioso, pero también más importante aún, cuando se trata de muchos y pequeños lotes de semilla con fines de investigación que cuando se trata de recolecciones a granel, pues es esencial que no se mezclen los distintos lotes y cada uno de ellos esté claramente identificado en todas las fases que median entre la recolección y la siembra en el vivero. Para estos pequeños lotes de conos y semillas que han de mantenerse separados son ideales, como recipientes, las bolsitas de nilón. Permiten una buena ventilación, y muchas de las fases de manipulación de la semilla (transporte, secado al sol o con estufa, eliminación manual de las alas) pueden llevarse a cabo sin sacar los conos o semillas de la bolsa.

Es frecuente, especialmente en las recolecciones con fines de investigación, que haya que registrar otros datos además de los que figuran en la etiqueta. Como señaló Kemp (1975a), con la documentación de la semilla se persiguen tres fines principales: i) registrar el lugar de la recolección, de manera que en caso necesario se puedan volver a visitar en cualquier momento las fuentes buenas y, lo que es igualmente importante, se puedan evitar las fuentes malas; ii) proporcionar información sobre las condiciones ecológicas, las poblaciones reales muestreadas y los métodos de recolección y manipulación de la semilla, datos que ayudan a interpretar los resultados de la investigación o a planificar y realizar otras recolecciones, y iii) satisfacer los requisitos del transporte seguro y rápido y la aceptación de las semillas. En el Apéndice 1 figuran varios ejemplos de formularios para datos sobre recolección de semillas. Entre la documentación especial que en algunos casos es preciso que acompañe a la semilla en el tránsito, especialmente cuando se cruzan fronteras nacionales, figuran las licencias de recolección, órdenes de movimiento de semillas, permisos de exportación e importación, certificados fitosanitarios y certificados de origen o de valor genético conformes a los sistemas nacionales o internacionales de certificación de semillas.

Transporte

Es importante lograr que entre el envío de los frutos o de la semilla extraída desde el lugar de recolección o instalación local y su llegada a la instalación central de procesamiento transcurra el menor tiempo posible. Parte del trabajo de planificación debe dedicarse a proporcionar un transporte de cantidad y calidad suficientes, para evitar los retrasos en el envío y las averías en el camino. Las paradas, incluso las cortas, contribuyen a que se acumule calor en los sacos de frutos y conos durante el tránsito. A los conductores de los vehículos se les debe informar de la naturaleza de su carga y de la necesidad de que la manejen con cuidado y la entreguen sin demora (Dobbs y otros 1976). Al menos durante la primera parte del viaje, suele utilizarse el transporte por carretera. El transporte por ferrocarril puede ser más económico cuando se trata de grandes distancias (Morandini 1962), y más rápido el transporte aéreo, pero en ambos casos se pierde algo de control sobre las condiciones del almacenamiento en tránsito, y todo cambio de medio de transporte significa más manipulación y más tiempo. Es probable que en la mayoría de las condiciones el método más conveniente sea el transporte por carretera.

En las operaciones de recolección de semilla a gran escala en plantaciones de Gmelina arborea que se efectúan en el proyecto del Jari, en el Brasil, se hace mucho hincapié en reducir lo más posible el período de tránsito durante el cual la semilla se encuentra en los sacos. El tiempo medio es de 1,2 días (Woessner y McNabb 1979). La germinación de los frutos puede reducirse en 23 puntos porcentuales transcurrido un día más, y bajar casi hasta cero cuando el tiempo es de una semana. En algunas zonas, la madurez de la semilla y las condiciones climatológicas afectan a la duración del tiempo de tránsito en el que las semillas no sufren deterioro. En Zimbabwe, los conos de pinos recolectados al comienzo de la temporada, en la época de máximas lluvias y cuando el contenido de humedad de la semilla es elevado, no deben permanecer en los sacos más de 2–3 días; los conos que se recolectan hacia el final de la temporada de lluvias, que están más secos, pueden aguantar hasta 10 días en los sacos sin deteriorarse (Seward 1980).

Cuando las distancias son cortas y se han de transportar grandes cantidades de una sola especie y procedencia, pueden cargarse los frutos directamente en los vehículos, sin recipientes (Morandini 1962, Goor y Barney 1976). Antes de cargar un nuevo lote es preciso limpiar el vehículo, de manera que no queden semillas de viajes anteriores. Cuando se trata de viajes más largos o de lotes de semilla más pequeños, se deben utilizar recipientes individuales. Los sacos deben colocarse cuidadosamente en el vehículo, de manera que el aire pueda circular entre ellos en la mayor medida posible. Los cestos de malla abierta son excelentes para facilitar la libre circulación del aire durante el transporte y durante el almacenamiento temporal.

En el caso de la mayoría de las especies, y para promover la circulación del aire, es preferible utilizar camiones y remolques abiertos, no camionetas cerradas (Dobbs y otros 1976). No obstante, cuando se trata de especies cuya viabilidad depende de que se mantenga un elevado contenido de humedad; hay que procurar que las semillas no se sequen en exceso; es necesario utilizar bolsas de polietileno y disponer un sistema que evite la acción directa del sol. En las especies que o bien germinan naturalmente o bien pierden su viabilidad poco después de la caída de la semilla, a temperaturas normales, puede ser esencial transportar la semilla rápida y directamente a su destino final, y hacerlo inmediatamente después de la recolección. En ocasiones es necesario también contar con recipientes especiales, dotados de aislamiento, para controlar la temperatura y la humedad durante el tránsito (Kemp 1975a). Como precaución frente a la exposición temporal de las semillas recalcitrantes a las temperaturas frías o gélidas de las bodegas de aviones se recomiendan los recipientes de espuma de estireno o los termos metálicos (IBPGR 1981). Este problema puede darse en algunos árboles del bosque alto tropical higrofítico, pero es raro entre las especies que se han desarrollado en condiciones que comprenden todos los años una estación muy fría o seca. Muchas de las especies que más se utilizan en la silvicultura de plantación pertenecen a esta segunda categoría.

Cuando se trata de material valioso puede ser aconsejable dividir cada lote de semillas o frutos en dos partes como mínimo, para que viajen por separado, de manera que si se produce un accidente en el camino no se pierda todo lo recolectado. También puede ser conveniente proteger las semillas con un seguro de pérdida o daños, cuya cuantía cubra al menos una parte del costo de repetir la recolección (Kemp 1975a).

Antes de que llegue la expedición, debe notificarse a la instalación de procesamiento de semillas el momento estimado de llegada de los frutos. De esta manera la estación receptora puede reservar el personal necesario para descargar los frutos sin demora (Dobbs y otros 1976). Debe facilitarse asimismo una información parecida a los receptores intermedios, encargados del transbordo o el despacho de expediciones de frutos.

Precauciones especiales con las semillas recalcitrantes en los trópicos húmedos

Casi todos los problemas de mantenimiento de la viabilidad de la semilla que se resumen en el presente capítulo se acentúan en el caso de las especies recalcitrantes de los trópicos húmedos. Su período vital es breve, y no pueden tolerar ni las temperaturas bajas (no muy por debajo de 20°C) ni la reducción del contenido de humedad por debajo de un valor relativamente alto. Las semillas de los trópicos húmedos son en su mayoría recalcitrantes, y, debido a las altas tasas de deterioro de la semilla en tránsito, esas especies no suelen utilizarse para reforestar, salvo en sus países de origen. Aun cuando las semillas se recolectan y utilizan localmente, y a menos que se adopten precauciones especiales, las semillas pueden deteriorarse gravemente en cuestión de días. Los recolectores han de trabajar dentro de unos límites de tolerancia relativamente estrechos. Las principales precauciones que hay que adoptar son las siguientes (Ng 1983):

Ventilación: Las semillas recalcitrantes (y sus frutos) tienen una gran actividad respiratoria, por lo que necesitan una buena ventilación. Cuando se envasan grandes cantidades muy apretadas, se producen sofocación, ruptura fisiológica, desarrollo de hongos y recalentamiento, factores que provocan la rápida muerte de las semillas. Cuando se utilizan como recipientes bolsas de plástico, éstas deben dejarse abiertas, o deben abrirse pequeños agujeros en los lados. Los cestos o las bolsas de tela son adecuados, aunque por lo general son también más voluminosos o costosos. No es fácil hallar el punto de equilibrio entre la ventilación suficiente y la suficiente conservación de la humedad (véase infra).

Temperatura: Deben evitarse las temperaturas inferiores a 20°C y superiores a 35°C. En el transporte aéreo es probable que se den temperaturas bajas, a menos que se guarden las semillas en la cabina presionizada. Las temperaturas altas pueden deberse a la respiración o a la acción directa del sol. Una buena ventilación reduce la acumulación de calor debida a la respiración. Debe evitarse en todo momento la acción directa del sol sobre las semillas recalcitrantes.

Contenido de humedad: Las semillas recalcitrantes se deterioran cuando su contenido de humedad se reduce demasiado o con excesiva rapidez. Esto puede ocurrir durante el transporte en vehículos abiertos, debido al movimiento del aire. En esas circunstancias, debe reducirse el tamaño y el número de los orificios de ventilación que se abren en los recipientes. Los recipientes abiertos deben taparse con papel de periódico o con un paño para reducir la desecación que produce el movimiento del aire.

Organización del vivero: Antes de efectuar la recolección, debe avisarse a los viveros receptores para que tengan preparados los semilleros de germinación. En el caso de las semillas recalcitrantes, entre la recolección y la siembra debe transcurrir el menor tiempo posible.

Viajes largos: Cuando se trata de semillas recalcitrantes, los viajes de recolección no deben durar más de unos pocos días. Si no es posible evitar el viaje largo, se deben intensificar las tareas de inspección diaria y procesamiento de las semillas ya recolectadas. Si aparecen signos de podredumbre y desarrollo de hongos, deben extenderse las semillas para mejorar la ventilación. Los frutos pulposos podridos han de separarse de los frutos sanos, y despulparse de inmediato. Deben desecharse las cápsulas que se han abierto lo bastante para que se pueda extraer su semilla. Si algunas semillas empiezan a germinar durante el viaje, pueden salvarse guardándolas en recipientes rígidos o cestos forrados con papel de periódico u otro material absorbente y manteniéndolas húmedas. Algunas semillas se deterioran con tanta rapidez que a veces lo mejor es transportarlas en condiciones de germinación en un medio húmedo.


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