En el pasado, los seres humanos pensaban que los recursos naturales eran inagotables, o creían que siempre se renovarían rápidamente y por sí mismos. Pretendían que era posible dominar y explotar la Naturaleza, sin actuar para protegerla y reponer los recursos que nos brinda.
Asimismo, desde hace milenios hombres y mujeres han trabajado y modificado el medio ambiente, utilizando habilidades y herramientas cada vez más especializadas. Pero en los últimos dos siglos su acción se ha multiplicado, debido al aumento de la población y del potencial científico y tecnológico.
Como consecuencia, los cambios en la biosfera producidos por la actividad humana durante las últimas décadas son comparables con los cambios naturales que suceden en miles de años. Se ha ocasionado la degradación acelerada de los recursos naturales, erosión del suelo, deforestación, desertificación, contaminación y pérdida de la diversidad biológica.
Por otra parte, la demanda de productos agrícolas aumenta día a día, con el crecimiento de la población y el progreso de sus condiciones de vida. Para satisfacer esta demanda, ya no es posible extender la frontera agrícola explotando nuevas tierras. La única respuesta es intensificar la producción sin agotar los recursos básicos ni degradar el ambiente.
Este es el objetivo del desarrollo rural duradero, que se logra con prácticas propias de la agricultura sostenible. Dichas prácticas se basan en el manejo adecuado de los recursos del suelo, agua, pastos y bosques, utilizados sin disminuir su potencial productivo.
La agricultura sostenible debe cumplir con algunos requisitos esenciales:
Jean-Paul Lanly
Director
Dirección de Recursos Forestales
Departamento de Montes