La educación ecológica es mucho más que la transmisión de una serie de conocimientos y prácticas relacionados con el medio ambiente. Es una actividad indispensable para impulsar el desarrollo y mejorar las condiciones de vida de las comunidades campesinas.
Con ese fin, auspicia valores positivos y la independencia de criterios, desarrolla la capacidad de observar, comparar, juzgar y tomar decisiones y fomenta aptitudes y destrezas.
El rol del profesor debe ser dialogante y constructivo. Impulsará la capacidad de investigar, reflexionar y actuar.
Para lograr estos objetivos, el profesor:
A su vez, los alumnos de la escuela primaria rural tienen una serie de características propias que es importante valorizar porque son un aporte enriquecedor para el diálogo y la reflexión grupal.
Como todos los niños y niñas, son inquietos y aman la acción. Se interesan por las propuestas nuevas, el juego y la exploración. Son naturalmente curiosos y su afán de investigación debe ser aprovechado para inducir al aprendizaje.
Por otra parte, el tiempo en el que mantienen la atención es limitado, y no perseveran en una misma tarea por períodos largos. En consecuencia, las actividades pedagógicas deben ser variadas e interesantes.
Los niños y niñas pertenecientes al medio rural, tienen, además, cualidades propias. Ante todo, son también trabajadores del campo, conocen y tiene experiencia directa sobre las tareas, problemas, logros y limitaciones de su comunidad.
Estas características les permiten aportar valiosos elementos para el diálogo cuando se aprende y reflexiona sobre la ecología. Están, además, directamente comprometidos en el tema, porque del adecuado manejo de los recursos naturales depende su supervivencia.
