Los datos y la información constituyen la base de las buenas prácticas de ordenación. Sirven de sustento para todas las etapas del proceso de ordenación basado en el enfoque de ecosistemas en la pesca, con inclusión de la formulación de políticas, el desarrollo de los planes de ordenación, la evaluación de los avances y la actualización de las políticas y planes que aseguren un perfeccionamiento permanente (para más detalles del proceso global de ordenación véanse el capítulo 4 y la figura 1). Como se señala en las Orientaciones sobre la Ordenación Pesquera, si bien los datos y la información necesarios para cada una de las etapas se superponen, los procesos son bien diferenciados, ocurren en distintas escalas cronológicas y requieren información de distintos niveles de detalle y de desagregación. En las orientaciones del presente suplemento no se reiteran muchos de los aspectos importantes relativos a la reunión de datos y al análisis que ya han sido expuestos en las Orientaciones sobre la Ordenación Pesquera, sino que se intenta indicar en qué aspectos del EEP será necesario ampliar los datos, el análisis y el aporte de información.
Como el EEP está ampliando las prácticas actuales de ordenación pesquera, las necesidades de datos y de información serán inevitablemente mayores. Sin embargo, es importante subrayar que todas las medidas inmediatas deberían basarse, hasta donde sea posible, en los datos y la información existentes. En algunos países, buena parte de esta información ya estará disponible en informes y estadísticas de entidades dedicadas a la investigación, organismos y ministerios. En otros, el EEP deberá basarse en un volumen comparativamente menor de datos. Sin embargo, en estos casos muchas veces existen amplios conocimientos tradicionales sobre el ecosistema y las pesquerías, que pueden resultar sumamente útiles si se obtienen y confirman a través de entrevistas a los pescadores locales y otras partes interesadas. En todos los casos, la información sobre la situación local deberá completarse con datos sobre situaciones ecológicamente semejantes de otras zonas.
La formulación de políticas tendrá como base información amplia sobre el papel que desempeñan las pesquerías en el entorno económico y social regional, nacional y local. Al igual que en la ordenación orientada hacia los recursos objetivo y otras prácticas de ordenación pesquera, debería reunirse información sobre las partes interesadas, los factores económicos vinculados con la pesca, los detalles sobre los costos y los beneficios, el papel que desempeña en cuanto a la generación de empleo y de medios de subsistencia, las fuentes alternativas de empleo y de subsistencia, la situación del acceso al recurso o a su propiedad, las instituciones que participan en la planificación y la adopción de decisiones y una perspectiva histórica de la pesquerías y de las partes interesadas en ella. En el marco del EEP será fundamental contar con conocimientos similares sobre los distintos usos y usuarios del ecosistema y lograr una mayor comprensión de las diversas interacciones que ocurren en el sistema. En muchos casos, la pesca puede afectar a especies cuya distribución trasciende la zona en que se realiza dicha actividad. Los otros usuarios también deberían ser informados por la pesquería sobre el papel que desempeña la pesca en el entorno más amplio social y económico y sobre la forma en que cualquier acto puede afectar a otras partes interesadas.
La formulación de planes de ordenación es un componente importante para la aplicación del EEP (véase el capítulo 4). En la medida de lo posible, los planes deben basarse en una amplia gama de conocimientos, aunque la falta de datos o la incertidumbre sobre los efectos de la pesca no deberían emplearse como argumento para retrasar la formulación del plan de ordenación basado en el EEP. La reunión y el análisis de datos tradicionales (mediante técnicas de evaluación rápida por ejemplo) sólo serán necesarios en aquellas situaciones en que la información disponible sea insuficiente para decidir si en realidad se está produciendo un impacto potencialmente importante.
Como se indica en las Orientaciones sobre la Ordenación Pesquera, la información incorporada al plan de ordenación de una pesquería debería incluir lo siguiente:
la zona en que opera la pesquería y su jurisdicción;
las diversas partes interesadas;
los artes de pesca y el tipo de embarcación que se utilizarán en la pesquería;
la historia, la ordenación y la importancia socioeconómica de la pesquería;
si fuera posible, la zona de distribución de las especies comerciales más importantes que conforman la captura (preferiblemente mediante un mapa);
la información pertinente sobre la evolución de estas especies;
los efectos de la pesca sobre la incorporación, abundancia, distribución geográfica y edad o estructura de tamaño de la especie objetivo, en la medida de lo posible;
todos los datos disponibles sobre el seguimiento; y
cualquier procedimiento de ordenación que se esté utilizando, con una descripción y una evaluación de los resultados.
Además de estos requisitos relacionados con la ordenación orientada hacia los recursos objetivo, también deberán describirse los efectos potenciales directos e indirectos de la pesca sobre las especies y el hábitat. Idealmente, la información debería tener en cuenta los aspectos siguientes, pero si esto no fuera posible deberían incluirse al menos algunos comentarios al respecto:
los hábitat críticos que pueden ser afectados por los efectos potenciales directos e indirectos de la pesca;
las especies que componen tanto la pesca incidental retenida como la no retenida y los efectos potenciales de otras muertes generadas por la pesca sobre las poblaciones afectadas;
el volumen probable de descartes producido por la pesquería y la importancia de aquéllos para las posibles especies carroñeras;
los volúmenes potenciales de desperdicios producidos por la actividad pesquera y los efectos posibles de los artes de pesca perdidos o abandonados sobre los peces y otras biotas;
el ecosistema en el que se llevan a cabo las actividades de pesca, incluidos los efectos de otras actividades antropogénicas, como la liberación de nutrientes y contaminantes;
las principales interacciones biológicas de la especie capturada y los efectos posibles de la pesca sobre dichas interacciones. Es preciso desplegar esfuerzos especiales para identificar las posibles integraciones con especies críticas, con las especies que son presas de depredadores e importantes para la transferencia de energía en la cadena alimentaria, y con las especies que contribuyen a estructurar el hábitat, como el coral;
los efectos de la pesca sobre las características del ciclo de vida, como la edad y el tamaño correspondientes a la primera madurez y los posibles efectos de la pesca sobre la diversidad genética de las poblaciones afectadas;
el marco jurídico y el grado en que los efectos generados por la pesquería estarían en conformidad con las regulaciones nacionales y con los acuerdos y leyes internacionales vinculados con la conservación de la naturaleza, teniendo en cuenta además las especies en riesgo de extinción; y
las medidas de ordenación posibles para reducir los efectos ambientales adversos (véase el capítulo 3).
En las orientaciones se hace hincapié en la necesidad de traducir los objetivos normativos y los objetivos amplios de la pesca en objetivos operacionales a fin de aplicar el EEP. Asimismo, el proceso debe realizarse con el mejor asesoramiento científico disponible a fin de que, en primer lugar, todas las cuestiones importantes para una pesquería determinada hayan sido analizadas y, en segundo lugar, puedan evaluarse todos los objetivos, indicadores y puntos de referencia alternativos.
La fijación de objetivos e indicadores operacionales permitirán determinar qué información deberá recopilarse regularmente como base para el proceso de adopción de decisiones y para los exámenes y evaluaciones de los resultados de las actividades de ordenación en el corto plazo (anual) y en el largo plazo (3 a 5 años). Como se indicará en el capítulo 4, los indicadores que se desarrollen pueden diferir de una pesquería a otra según cuáles serán los principales problemas identificados en cada una de ellas. Sin embargo, muchas pesquerías podrán tener un conjunto básico de problemas, objetivos e indicadores comunes para los cuales será necesario obtener datos e información. Éstos abarcarán las dimensiones ecológica (con inclusión de los recursos de la pesquería), económica y social del desarrollo sostenible. En el anexo 4 se expone un ejemplo hipotético, en el que se fijan algunos objetivos operacionales posibles, se dan ejemplos de indicadores vinculados con esos objetivos y los datos necesarios para calcular los valores de cada uno de ellos. Este ejemplo es, inevitablemente, una simplificación de lo que generalmente será necesario en una pesquería compleja, en la que se trabaje en un marco de planificación y adopción de decisiones basados en el EEP, pero sirve para demostrar de qué manera deben recopilarse los datos a fin de que satisfagan las necesidades del proceso de ordenación.
Teniendo en cuenta la complejidad de los ecosistemas en que funcionan las pesquerías y el carácter dinámico de la miríada de interacciones que pueden producirse, no cabe esperar el que los científicos (en el sentido más amplio de la palabra, con inclusión de los biólogos, los matemáticos, los sociólogos, los economistas y los tecnólogos, trabajando en estrecha colaboración con las distintas partes interesadas) aporten toda la información necesaria.
En el capítulo 5 se hará referencia a investigaciones fundamentales que pueden contribuir a reducir, en parte, esta incertidumbre. Es evidente que es necesaria más información sobre los ecosistemas y las implicancias sociales y ecológicas para poder comprender el proceso de ordenación propiamente dicho (incluso el aporte de información a los sistemas de apoyo a la adopción de decisiones) y para elaborar los métodos de seguimiento y evaluación.
