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4 EFECTOS EN LA SEGURIDAD ALIMENTARIA


En Honduras la mayoría de los indicadores de seguridad alimentaria han mejorado durante el último decenio. En general, ha aumentado la disponibilidad de alimentos por habitante, pero su composición ha cambiado algo con respecto a los productos tradicionales de la dieta hondureña (Cuadro 12). El consumo aparente de cereales acusó una moderada reducción entre finales de los años ochenta y finales de los años noventa, debido principalmente a una significativa disminución del suministro de maíz. Sin embargo, ello refleja solamente un cambio en los hábitos de consumo registrado durante el decenio del ajuste. Los hondureños han dejado de hacer sus propias harinas y tortillas utilizando la producción interna de maíz blanco y han comenzado a importar cantidades considerables de cereales para el desayuno y cereales elaborados (6,5 por ciento de las importaciones agrícolas en 1997-99). Por otro lado, una parte de la oferta interna de maíz blanco y las crecientes importaciones de maíz amarillo están nutriendo la creciente industria del pollo, cuya carne goza también de una aceptación cada vez mayor en la mesa familiar hondureña. Las disponibilidades de arroz y trigo por habitante han aumentado, pero casi exclusivamente como consecuencia de las importaciones.

El suministro de carne por habitante creció más del 55 por ciento durante el decenio, sostenido casi enteramente por la producción interna. La creciente aceptación del pollo en la dieta diaria de las familias se debió a sus precios bajos, que descendieron durante el decenio más del 25 por ciento en términos reales. La disponibilidad de leche por habitante también aumentó significativamente alrededor del 30 por ciento. El sub-sector ganadero hondureño reasignó sus recursos para aumentar la producción lechera, dados los bajos precios mundiales de la carne de vacuno. En este caso, hubo alguna sustitución de la leche importada por la producción interna, con un mejoramiento de la calidad y de la comercialización.

También ha aumentado la ingesta aparente de nutrientes por habitante (energía [kilocalorías]/proteínas/grasas). La ingesta de alimentos ha aumentado cerca de un 5 por ciento en calorías, y alrededor del 9 por ciento en proteínas. Estas mejoras se han producido a pesar de los graves efectos del huracán Mitch en la producción interna de alimentos. El aumento de las importaciones de alimentos, financiados gracias al incremento de las transferencias extranjeras, compensó la merma de la producción interna.

Cuadro 12. Honduras: Suministro de alimentos por habitante (kilogramos por habitante por año)

Productos

1988-90

1993-95

1998-2000

Cereales

127,8

127,5

120,3

Edulcorantes

37,0

38,9

39,8

Legumbres

10,4

9,5

10,2

Aceites vegetales

9,4

9,3

10,6

Hortalizas

25,9

34,0

33,5

Fruta

81,6

86,7

80,1

Carne

14,6

18,7

22,8

Leche

75,2

88,3

106,2

Pescado

1,4

2,1

2,4

Fuente: Hoja de Balance de Alimentos, FAOSTAT (2001).

Las estimaciones de la FAO sobre el predominio de la desnutrición en Honduras arrojan un aumento del número absoluto de las zonas desnutridas pero un decrecimiento con respecto a la población total. En estas cifras, que son menos optimistas que las relativas a la disponibilidad media de alimentos y nutrientes, influye evidentemente la distribución asimétrica de los ingresos en Honduras (Cuadro 13).

Cuadro 13. Honduras: Población y predominio de la desnutrición

Indicador

Unidades

1990-92

1997-99

Población total

Millones

5,0

6,1

Número de personas desnutridas

Millones

1,1

1,3

Porcentaje de la desnutrición en la población

Porcentaje

23,0

21,0

Fuente: FAO, El estado de la inseguridad alimentaria del mundo 2001 (2001).

Según los datos del Banco Mundial, Honduras es una de las economías mundiales de alto nivel de desigualdad, en la que donde el 20 por ciento de la población con los niveles de ingresos más bajos recibe solamente el 1,6 por ciento de los ingresos totales, y el 61,8 por ciento de los ingresos del país se concentra en las manos del 20 por ciento de la población con los niveles de ingresos más altos[53].

En cuanto al acceso a los alimentos, Honduras tiene todavía la capacidad de financiar las importaciones necesarias. Sin embargo, el costo total de las importaciones agrícolas ha aumentado considerablemente y ahora absorbe alrededor de una tercera parte de los ingresos en divisas obtenidos de las exportaciones de mercancías (Cuadro 14). A mediados de los años ochenta era equivalente a alrededor del 10-12 por ciento de los ingresos de exportación. Otra fuente importante de ingresos en divisas son las exportaciones de servicios, como el turismo y la maquila, cada vez más importantes para Honduras donde se revelan con un auge extraordinario. La mayor parte de las transacciones realizadas fuera de las ZIP y de las zonas libres consiste en la adquisición de servicios externos de la industria local que vende a las empresas extranjeras servicios de transformación y no productos. El valor añadido por la maquila se estimó en 1999 en alrededor de 540 millones de dólares EE.UU.. Si se incluyen en el análisis las exportaciones de servicios se refuerza el argumento de que Honduras tiene la capacidad de satisfacer sus crecientes necesidades de importación de alimentos.

Cuadro 14. Costo total de las importaciones agrícolas con respecto a los ingresos de exportación (porcentaje)

Año

Importaciones agrícolas / exportaciones totales de bienes

Importaciones agrícolas / exportaciones de bienes y servicios

1989

0,12

0,08

1990

0,12

0,09

1991

0,16

0,12

1992

0,13

0,09

1993

0,20

0,14

1994

0,20

0,14

1995

0,17

0,12

1996

0,23

0,15

1997

0,27

0,17

1998

0,20

0,13

1999

0,34

0,18

2000

0,36

0,18

Fuente: Honduras en Cifras, Banco Central de Honduras.

Se impone una actitud de cautela con respecto al enorme volumen de remesas procedente de los miles de emigrantes hondureños, especialmente los que viven en los Estados Unidos, que actualmente están sosteniendo a numerosas familias de su país y cuya condición en cuanto a residencia legal depende de las decisiones políticas tomadas de año en año por el país huésped. Una aplicación estricta de las políticas de emigración que causara un cambio de tendencia parcial del flujo inmigratorio, por medio de la deportación, podría producir una grave disminución de los ingresos familiares, especialmente en el estrato pobre de la población.

Los indicadores de la pobreza también han mostrado mejoras después de la liberalización del comercio y de las reformas económicas. Durante la primera mitad del decenio, los efectos positivos fueron mayores en las zonas rurales que en las urbanas. Esto coincide con la idea de que las reformas corrigieron el sesgo “anti-agrícola” y “anti-rural” implícito en las antiguas políticas macroeconómicas y sectoriales. Y coincide también con los resultados estimados por Ferro (1995). En un período posterior del decenio, la pobreza continuó reduciéndose en las zonas urbanas, pero en las zonas rurales no hubo progresos y aumentó la proporción de los extremadamente pobres (indigentes). Debido una vez más, al parecer, a los efectos del huracán Mitch en el sector rural.

Por último, el indicador de las necesidades básicas no cubiertas señalaba que durante los años noventa la proporción de las familias con necesidades básicas no cubiertas se había reducido considerablemente desde 67 por ciento a 48 por ciento. En la zona rural la reducción fue relativamente mayor.


[53] Véanse los Indicadores del Desarrollo Mundial de 2001, del Banco Mundial.

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