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El uso doméstico de leña en los países en desarrollo y sus repercusiones en la salud

K.R. Smith

Kirk R. Smith es Profesor de salud medioambiental en la Universidad de California, Berkeley (Estados Unidos).

La combustión incompleta de leña en los hogares produce un humo dañino para la salud humana; unos fogones eficientes y una adecuada ventilación son esenciales.

Una gran parte de la población mundial utiliza leña para cocinar y calentar el hogar, sobre todo en los países en desarrollo. Se calcula que la energía de la biomasa combustible tradicional asciende a casi la décima parte del total actual de la demanda humana de energía (más que la energía hidráulica y la nuclear juntas), y los combustibles leñosos constituyen probablemente unos dos tercios del consumo en los hogares.

En los hogares pobres de los países en desarrollo, la leña, el carbón vegetal y otros combustibles sólidos (principalmente residuos agrícolas y carbón) se queman a menudo en fogones abiertos o estufas de mal funcionamiento. La combustión incompleta libera pequeñas partículas de otros componentes cuya nocividad para la salud humana en el ambiente del hogar se ha demostrado. Sin embargo, es muy poco lo que se sabe para poder distinguir las diferencias en los efectos sobre la salud del humo de las diversas clases de biomasa.

Como se supone que los niveles de uso doméstico de combustible sólido seguirán siendo altos, se concentran los esfuerzos para mejorar la calidad del aire de las viviendas en mejorar la eficiencia de cocinas y estufas y expulsar el humo con una buena ventilación.

CONTAMINACIÓN DEL AIRE POR LA COMBUSTIÓN DE LEÑA

En estufas y fogones adecuados, y con buenas prácticas de combustión, es posible el consumo limpio de leña y carbón vegetal, así como de otra biomasa, lo que da lugar principalmente a dióxido de carbono y agua. Pero tales condiciones son difíciles de alcanzar en zonas rurales y urbanas pobres en las que se utilizan pequeños fogones baratos alimentados con leña. La leña que no arde debidamente convirtiéndose en dióxido de carbono da lugar a productos de combustión incompleta: básicamente monóxido de carbono, pero también benceno, butadieno, formaldehído, hidrocarburos poliaromáticos y muchos otros compuestos peligrosos para la salud. Se piensa que el mejor indicador de peligro para la salud causado por el humo de combustión son las pequeñas partículas, que contienen muchas sustancias químicas.

La Figura 1 muestra las emisiones de los principales contaminantes tóxicos derivados de la leña por cada comida preparada en las cocinillas típicas de la India, en comparación con el combustible limpio más fácilmente disponible, el gas de petróleo licuado (GPL). Las dos especies de leña medidas (Acacia spp. y Eucalyptus spp.) producían unas 25 veces más partículas que el GPL, y otros combustibles de biomasa producían todavía más. No se dispone en los países en desarrollo de estudios comparativos entre emisiones de especies de maderas duras y blandas, aunque datos ocasionales indican algunas diferencias. Sin embargo, estudios realizados en los Estados Unidos y otros países desarrollados (p. ej. Fine, Cass y Simoneit, 2002; Environment Australia, 2002) han concluido que las especies de madera dura producen en general emisiones algo más bajas que las de madera blanda al quemarse en chimeneas, lo que puede ser la más cercana comparación con los fogones típicos de los países en desarrollo. No obstante, no es probable que las diferencias por especies sean significativas en comparación con las que resultan de otros parámetros que condicionan el efecto sobre las personas, como la humedad del combustible, la tasa de combustión, la ventilación y el tipo de cocina.

Conviene observar que el uso de carbón vegetal, combustible relativamente limpio, puede ir en aumento en algunos países en desarrollo, especialmente en el África urbana, mientras que el consumo de leña y otra biomasa sólida en los hogares desciende lentamente. El carbón vegetal, sin embargo, puede implicar otros tipos de riesgos para la salud, así como repercusiones forestales.

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La escala de la energía: emisiones contaminantes por comida según el combustible utilizado, en relación con el GPL (1,0 en la escala) (medición hecha en la India; nótese la cubicación de troncos)

NIVELES DE CONTAMINACIÓN EN LOS HOGARES Y EXPOSICIÓN DE LAS FAMILIAS

En muchos hogares de países en desarrollo se utilizan cocinillas de leña sin chimeneas o campanas que recojen el humo para expulsarlo al exterior. Aunque no se han hecho encuestas a gran escala estadísticamente representativas, cientos de pequeños estudios en todo el mundo en situaciones locales típicas han revelado que tales cocinillas producen importantes concentraciones de pequeñas partículas en el interior de la casa, que pueden alcanzar a largo plazo niveles de 10 a 100 veces superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en sus directrices recientemente revisadas sobre calidad del aire para proteger la salud (OMS, 2005). Ni siquiera las cocinillas con chimenea eliminan la contaminación en el interior de la casa, ya que a menudo bastante humo se queda en el aposento o vuelve a la casa desde el exterior.

Las emisiones de contaminantes nocivos para la salud por cada actividad, combinadas con el uso diario en la proximidad inmediata de las grandes poblaciones, significan que la combustión de biomasa en los hogares expone considerablemente a la población a contaminadores importantes. Esta exposición es probablemente mayor que la causada por el uso mundial de combustibles fósiles (Smith, 1993), y alcanza su mayor intensidad entre las mujeres y los niños pobres de los países en desarrollo, tanto en zonas rurales como urbanas, ya que estos sectores de la población son los que más suelen estar presentes mientras se cocinan los alimentos.

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Carga estimada de enfermedad por principales factores de riesgo, medida en porcentaje del total de años de vida sana perdidos en el mundo en 2000

ESTUDIOS DE SALUD BASADOS EN LA OBSERVACIÓN: EL COMBUSTIBLE SÓLIDO COMO CRITERIO ORIENTADOR

Desde mediados del decenio de 1980 y más a menudo desde diez años más tarde, muchos estudios epidemiológicos han examinado una serie de efectos para la salud debidos a la contaminación del aire en el interior de las viviendas producida por combustibles sólidos. Sin embargo, por la dificultad y el costo de medir la exposición en los hogares, en general se ha utilizado un criterio indirecto: a menudo, simplemente si en la casa se utilizaban o no combustibles de la biomasa. Además, la mayoría de los estudios no distinguen entre leña, carbón vegetal u otros combustibles de la biomasa, o a veces incluso carbón de hulla. Aunque con la información actual no sea posible distinguir los efectos para la salud de los diferentes combustibles de la biomasa, los estudios muestran que en general la leña es algo más limpia que los otros principales tipos de tales combustibles: los residuos de cosechas y los excrementos animales (Figura 1).

Pese a la imprecisión de las mediciones, repetidamente se han detectado diversos efectos para la salud en hogares que utilizan combustibles de la biomasa, en la mayoría de los casos total o parcialmente leña. Estos efectos son:

La OMS, en una evaluación de riesgos que combinó los resultados de muchos estudios publicados (Ezzati et al., 2002), comparó la carga de la enfermedad y la muerte prematura debidas al uso de combustibles sólidos con otros factores de riesgo importantes, tales como contaminación del aire exterior, tabaquismo e hipertensión. Los resultados indican que el uso de combustibles sólidos puede ser responsable de 800 000 a 2,4 millones de muertes prematuras cada año (Smith, Mehta y Maeusezahl-Feuz, 2004). Una comparación de las estimaciones centrales (las «mejores») de los factores de riesgo examinados (Figura 2) coloca el uso de combustibles sólidos aproximadamente en décimo lugar entre los principales riesgos para la salud en el mundo en atención a los años de vida perdidos y potencialmente salvables. El combustible de la biomasa es responsable más o menos del 95 por ciento de ese total, pero no se conoce el riesgo debido específicamente a la leña y el carbón vegetal.

En otros diversos estudios el consumo de combustible de la biomasa se ha asociado con la tuberculosis, las cataratas, la insuficiencia de peso al nacer cuando la madre gestante ha estado expuesta al riesgo, y otros efectos nocivos para la salud. No obstante, las pruebas no se consideran tan definitivas como para las enfermedades anteriores.

En 2006 el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer revisó los datos mundiales y clasificó el humo de combustibles de la biomasa en los hogares como probable carcinógeno humano, mientras que el humo de carbón de hulla se clasificó como carcinógeno humano demostrado (Straif e IARC Monograph Working Group, 2006). Puede interpretarse esto en el sentido de que el humo de biomasa es solo levemente carcinógeno. La mayoría de los datos sobre combustibles de la biomasa se refería a la leña.

En atención a los estudios sobre contaminación del aire exterior y fumadores activos y pasivos, también cabría esperar cardiopatías causadas por humos de la biomasa en interiores, pero no parece que se hayan hecho estudios en los hogares de países en desarrollo. Análogamente, cabría esperar el asma como consecuencia, lo que se está investigando actualmente.

Mujeres cocinando en un fogón tradicional (tres grandes piedras) con alto consumo de combustible y fuego no controlado (arriba) y en un fogón mejorado sin humo (abajo), Ghana
FAO/18373/P. Cenini
FAO/18403/P. Cenini

UN ESTUDIO PRÁCTICO

Una cosa es determinar que la mala salud está asociada a un factor particular de riesgo, y otra cosa muy distinta es a veces probar que la reducción del factor de riesgo mejorará realmente la salud. Un estudio de este tipo se está realizando ahora, consistente en el ensayo aleatorio de mejores cocinillas de leña en las montañas de Guatemala. El estudio se centra en la pulmonía infantil, pero se consideran también los efectos sobre el corazón y los pulmones en las mujeres. Los resultados preliminares muestran una reducción de la pulmonía grave en niños pequeños cuando el fogón abierto del hogar se sustituye por una cocinilla mejorada con chimenea (Smith, Bruce y Arana, 2006), así como un descenso significativo de la presión sanguínea en las mujeres (McCracken et al., 2005). La presión sanguínea es un indicio muy seguro de posible enfermedad del corazón en todas las poblaciones en que se ha estudiado.

FOGONES PERFECCIONADOS: AVANCES Y DIFICULTADES

Aunque se seguirán afinando las estimaciones de riesgo y se reconocerán probablemente otros efectos sobre la salud, el desafío en atención al desarrollo es encontrar un procedimiento viable para reducir la exposición al riesgo y mejorar realmente la salud. Hay combustibles alternativos, como el gas de petróleo licuado, que son fáciles de utilizar, producen menos emisiones y contaminan menos. Sin embargo son caros, no accesibles para todos y culturalmente ajenos a la tradición familiar, y pueden no ser viables en los países en desarrollo, especialmente en las zonas rurales pobres (Smith, Rogers y Cowlin, 2005).

Una leña bien cortada y seca y unas cocinillas o fogones bien diseñados, bien construidos y bien utilizados con chimeneas y campanas para recoger el humo reducen radicalmente la contaminación. Sin embargo, no ha sido fácil popularizar con éxito el buen uso de unos fogones duraderos. Las tradiciones culinarias tienen hondas raíces, y en muchas culturas el fuego es el centro del hogar y tiene una acentuada significación cultural y espiritual. Algunos diseños de cocinillas perfeccionadas no prestan la debida atención a lo que el fuego significa cultural y socialmente en el hogar. No obstante, el hecho de que tales cocinillas puedan producir también beneficios sociales (como ahorro de tiempo), ecológicos (conservación de árboles) y económicos (menor consumo de combustible) anima a seguir trabajando para encontrar la manera de popularizarlas.

Un programa nacional para la difusión de mejores fogones está actualmente en ejecución en Nepal, pero no se ha hecho todavía evaluación alguna de los resultados en cuanto a la contaminación del aire o la salud. Como se están adoptando y poniendo a prueba nuevos métodos normalizados y un nuevo instrumental para medir la contaminación y evaluar las implicaciones para la salud de los nuevos fogones, pronto debería haber información fidedigna sobre los cambios producidos por este y otros programas relativos a combustibles y fogones perfeccionados en todo el mundo.

En China se está realizando una competición nacional para encontrar el mejor de una nueva generación de fogones «gasificadores» de biomasa que ahora empiezan a venderse en el país. Estos fogones, que pueden utilizarse con leña y con otros tipos de biomasa, propician la combustión interna secundaria del humo parcialmente quemado y disponen también de chimenea; están concebidos para producir emisiones muy bajas.

Las pruebas de laboratorio indican que, si se utilizan bien, sus niveles de emisión rivalizan con los del GPL. El reto está en concebir un buen diseño para que sean fiables para su uso en el hogar al mismo tiempo que baratos, pero esta segunda generación de fogones perfeccionados es prometedora no solo por su alta eficiencia energética sino también por su capacidad para reducir sustancialmente la contaminación atmosférica. Con ello se reduciría asimismo notablemente el calentamiento mundial. Será necesario que las mediciones realizadas en los hogares durante algún tiempo comprueben estos beneficios.

CONCLUSIÓN

Podría decirse que el olor de la madera quemada en el corazón humano es tan viejo como la humanidad misma, ya que muchos antropólogos sitúan el comienzo de la humanidad en el momento en que nuestros antepasados aprendieron a dominar el fuego. Con tan lejana asociación, puede ser difícil reconocer los riesgos del humo producido por la madera. Y por supuesto, la madera cubrió la demanda humana de combustible durante cientos de miles de años en casi todas las partes del mundo. Incluso hoy, es probablemente cierto decir que los combustibles de la biomasa proporcionan la mayor parte de la energía para la mayor parte de la humanidad.

La nostalgia despertada por la vista y el olor de un fuego ha alimentado la complacencia respecto al riesgo de un incendio forestal, y sigue haciéndolo hoy. La conversión ineficiente de la leña –y aun de todos los combustibles– en energía tiene consecuencias económicas, sanitarias y medioambientales negativas. El uso doméstico de la leña en aparatos que no la queman completamente no es compatible con una estrategia de desarrollo sostenible a largo plazo. Los proce­dimientos de cocina y calefacción son también importantes para el uso correcto de los combustibles y los fogones, con objeto de utilizar menos energía y consumir menos combustible.

La leña y otros combustibles de la biomasa pueden quemarse en combustión limpia con la tecnología correcta y desempeñar así un papel a largo plazo en el desarrollo sostenible cuando se recolectan de manera renovable. Los programas de modernización del consumo de leña en hogares y pequeñas industrias en las zonas más pobres de los países en desarrollo deben ser, por consiguiente, parte de los planes de desarrollo.

Si cualquier población de un país desarrollado experimentara los altos niveles de contaminación que se dan en cientos de millones de hogares rurales pobres a causa de los combustibles de la biomasa, no se necesitarían pruebas adicionales para provocar intervenciones masivas. Es un signo más de las desigualdades extremas en el mundo. En los países pobres, en cambio, se requieren pruebas fiables y evaluaciones cuidadosas para determinar los medios más económicos y las prioridades para hacer frente a la extensa serie de problemas sanitarios y otros debidos a la pobreza.

Bibliografía

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