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La integración de las cabras en los bosques del Mediterráneo

Vasillos P. Papanastasis

Vasillos P. Papanastasis es un especialista en zonas arboladas de pastos que trabaja en el Instituto de Investiga clones Forestales de Vassilika, Tesalónica, Grecia. Este articulo es la adaptación de un trabajo presentado por el autor al Noveno Congreso Forestal Mundial celebrado en México, D.F., del 1° al 10 de julio de 1985.

En el pasado, ha sido la errónea política ganadera con respecto a las cabras, y no la presencia de éstas, lo que ha causado daños en los bosques mediterráneos. Ahora que se dispone de mejor información sobre su función en el ecosistema mediterráneo, es posible que las cabras puedan seguir manteniendo el importante papel que desempeñan en la vida económica y social de la población rural de los países mediterráneos, sin que causen daños apreciables en los bosques. Además, el autor mantiene que la presencia de las cabras puede aportar beneficios concretos. Para conseguir esto será preciso que el personal forestal trabaje en armonía con los encargados de la ordenación de los pastizales y los dueños del ganado cabrío, para mejorar y mantener los recursos forrajeros.

· Se achaca a la cabra doméstica parte de la destrucción de los bosques mediterráneos. Apenas existe un estudio sobre la deforestación en la cuenca mediterránea en el que no se especifique que las cabras son la principal causa de ella. Thirgood (1981), por ejemplo, al examinar los principales factores de deforestación en los países mediterráneos, considera que una de las principales causas es el apacentamiento de animales domésticos, entre los que se destacan las cabras por su apetencia de pastos leñosos. Hace algunos decenios, los prejuicios contra las cabras eran tan fuertes que algunos países tuvieron que adoptar medidas tajantes para reducir su número e incluso para eliminarlas por completo subvencionando su sacrificio (FAO, 1964).

Durante los últimos años, sin embargo, se ha comprendido que el verdadero culpable no es la cabra en sí, sino el pastoreo excesivo, continuo e incontrolado, de que es responsable el hombre (French, 1970). Todos los animales domésticos, si no están sometidos a la vigilancia adecuada, pueden dañar los bosques con su excesivo pastoreo (Owen, 1979). Según Huss (1972), el deterioro de la mayor parte de los pastizales se ha debido al sobrepastoreo del ganado vacuno y ovino después del cual las cabras eran las únicas que podían comerse los matorrales y arbustos que quedaban.

En la actualidad, ha cesado en gran parte la campaña contra las cabras, si bien todavía persisten las disposiciones generales por las que se las excluye, junto a otros animales domésticos, de los bosques mediterráneos (Papanastasis, 1984). Las cabras constituyen un sistema de producción eficaz y localizado, para los pueblos que padecen de pobreza. Durante los últimos decenios, algunos países de la costa septentrional del Mediterráneo han reducido o eliminado la presencia de las cabras de los bosques, pero esto se ha debido más bien al aumento del crecimiento económico, que atraía a los centros urbanos a la población pobre dedicada a la cría de cabras, que a una mejora en la técnica de gestión. Sin embargo, la mayoría de los países de la región continúan teniendo que hacer frente a graves problemas derivados de los sistemas irracionales de pastoreo. A menos que se encuentre una solución, los recursos forestales, ya mermados, se seguirán deteriorando y se llegará a la desertificación, fenómeno que ha empezado ya a hacer su aparición en las partes más secas de la región. La mejor solución parece ser una adecuada integración de las cabras en los sistemas silvopastorales mediterráneos.

ARBUSTOS DAÑADOS POR LAS CABRAS EN GRECIA resultado de una mala ordenación (V.P. PAPANASTASIS)

En los países mediterráneos existe un elevado número de cabras. En 1981 habla unos 45 millones de cabezas, cifra que representaba más del 10% de la población caprina mundial. Los países con un mayor número de cabezas eran Turquía, Marruecos y Grecia y los que menos tenían, Israel, Yugoslavia y Chipre (véase el cuadro). Durante el periodo 1971-81 se produjo un ligero descenso de la cabaña caprina en el Mediterráneo, debido sobre todo a la disminución considerable del número de cabras en Marruecos. No obstante, las cabras aumentaron en 10 de los 17 países mediterráneos, correspondiendo a la República Arabe Siria y Túnez los mayores aumentos: 58,1 y 57,4% respectivamente. Esto significa que las cabras siguen desempeñando un papel importante en la vida y en la nutrición de los pueblos mediterráneos.

Si bien en algunos casos, sobre todo en los países industrializados, se utilizan a veces sistemas de explotación intensiva, en su mayor parte las cabras pastan libremente en tierras comunitarias o estatales, incluidos los bosques. El sistema tradicional es que las cabras pasten agrupadas con las ovejas en los mismos rebaños. Por ejemplo, en la región de Kasserine de Túnez central, el 77% de los hatos son mixtos, y su porcentaje de cabras es del 25 al 30%; en el resto de los rebaños, el 17% son sólo de ovejas y el 6% sólo de cabras (El Hamrouni, 1978). Sin embargo, en algunos países, por ejemplo en Grecia, existe una tendencia a que aumente el número y el tamaño de los rebaños de cabras solamente (Boyazoglou y Zervas, 1977).

Entre los distintos tipos de ganadería que se practican habitualmente, pueden distinguirse dos principales. El más habitual es el sistema nómada, con arreglo al cual los rebaños se trasladan, según las estaciones, en sentido horizontal en las partes más secas de la región mediterránea, pero con mayor frecuencia en sentido vertical. Los movimientos verticales, que se conocen también con el nombre de «trashumancia» tiene lugar ya sea dentro del territorio de un mismo Poblado o de un nublado a otro. Esta segunda modalidad constituye el sistema sedentario, en el cual se supone que los rebaños tienen durante todo el año una base permanente, que puede ser el pueblo, a la que vuelven todas las noches después de haber pastado en las dehesas colindantes.

Prácticas silvopastorales actuales

La función de los bosques los bosques mediterráneos son ricos en especies vegetales y en formas de vida (Le Houérou, 1981). Debido en parte a la escasa tolerancia de las especies arbóreas dominantes y en parte a que en el pasado han sido objeto de una ordenación errónea, estos bosques son de copas relativamente abiertas, lo que permite el crecimiento de un frondoso sotobosque compuesto de especies herbáceas y, sobre todo, leñosas. Estas plantas leñosas son en su mayor parte perennifolias, lo que significa que, durante todo el año, hay hojas y ramas verdes. En consecuencia, los bosques mediterráneos constituyen una importante fuente de forraje para el ganado, durante todo el año.

Además, los bosques mediterráneos son indispensables para el ganado por otra razón. El clima de la región hace que la estación menos favorable para el crecimiento de las plantas sea el verano, que puede durar desde menos de un mes en la zona submediterránea hasta más de seis meses en la zona bioclimática xerotermo-mediterránea (Unesco/FAO, 1963). En las regiones donde ese periodo es muy largo, se producen períodos de gran escasez de forraje nutritivo para los animales de pasto, y los bosques desempeñan el papel de reservas forrajeras (Poupon, 1980). Bajo su cubierta de copas, la vegetación herbácea puede conservarse verde y, por ende, nutritiva durante la mayor parte del verano, y las especies leñosas del piso inferior pueden proporcionar hojas o ramas suculentas cuando las del exterior han perdido su alto valor nutritivo debido a la más pronta conclusión del ciclo de crecimiento.

Las cabras: un insólito cortafuego

De todos es conocido el papel que desempeña el ganado, y en especial las cabras, en la reducción de la disponibilidad de leña y en la degradación de los bosques. LO que no se conoce tanto es la contribución que pueden aportar los animales domésticos, como las cabras, a la protección del bosque. Sin embargo, en el sur de Francia se ha utilizado recientemente un rebaño de cabras para ayudar a construir un cortafuego. ¿Como se produjo esta inversión del papel que tradicionalmente desempeñan las cabras?

LOS servicios forestales de Gard deseaban desbrozar un espacio en una masa de 2000 ha de robledal perennefolio, que sirviera como barrera cortafuego.

Ahora bien, para desbrozar la tierra con ese objetivo y mantenerla limpia, hay que invertir una cantidad considerable de trabajo y utilizar equipo mecánico muy costoso. Sin embargo, un habitante del lugar dedicado a la cría de cabras propaso que su rebaño realizara la labor de desbroce a un precio considerablemente menor que el que pedía el equipo de desmonte. Se llegó a un acuerdo rápidamente y las cabras, muy satisfechas, se pusieron vorazmente a trabajar.

En el periodo comprendido entre marzo y septiembre, se construyó una barrera cortafuego de 10 hectáreas, de un kilometro de largo por 100 metros de ancho, casi exclusivamente con el trabajo de las cabras.

El propietario de las cabras había dividido la zona que había que desbrozar en siete compartimentos de 0,5 a 1 ha cada uno, rodeados de empalizadas metálicas. Los rediles improvisados, que tenían una densidad de pastoreo de 100 a 200 animales por hectárea, se iban abriendo a los rebaños uno después de otro y las cabras podían permanecer en ellos sólo de cuatro a seis horas al día, justo el tiempo suficiente para comer.

Los primeros resultados demostraron que, de los 2900 kilos de materia comestible seca por hectárea, las cabras comían 2 300 kilos y, si bien apenas tocaban los brotes y las semillas, se comían todas las bellotas. Los animales por su parte satisfacían así sus necesidades forrajeras en un 60 a 75%, aumentando ademas hasta en un 10% mensual su peso en vivo.

Aparte de las innegables ventajas económicas de la operación, hay que tener en cuenta otros dos hechos: primeramente, se construyó con todo éxito la barrera cortafuego sin que los robles sufrieran ningún daño y, en segundo lugar, el propietario de las cabras pudo ab» tener una tasa de producción de leche y crías suficientemente alta como para mantener en funcionamiento su explotación ganadera.

De Forêt méditerranéenne, 1985

De todos los tipos de ganado, son las cabras las que mejor uso hacen de la vegetación del estrato inferior de los bosques mediterráneos. Ello se debe a que, en comparación con otros rumiantes, las cabras digieren mejor la materia orgánica, las proteínas crudas y, sobre todo, la fibra cruda, y por lo tanto aprovechan los forrajes bastos de bajo contenido proteínico y alto contenido en fibra (Huss, 1972).

Sin embargo, contrariamente a lo que se cree por lo general, las cabras no se limitan a ramonear y, recientemente, Malecheck y Provenza (1981) han llegado a la conclusión de que su dieta anual está compuesta de un 60% de arbustos, un 30% de hierba y el 10% de maleza. En ciertas circunstancias, sin embargo, el componente de hierba puede llegar al 80% o más, mientras que muy raramente el de yerbajos alcanza más del 20% de la dieta. En una zona de matorrales de Quercus coccifera del norte de Grecia, convertida en pastizales, en la que se obligó a quemar las matas y a plantar después hierbas apetecibles para pasto, se descubrió que en primavera los cabritos añojos comían sobre todo las hierbas plantadas; más tarde, cuando avanzaba la estación, preferían los brotes de los arbustos (Liacos, Papanastasis y Tsiovaras, 1980). Esto quiere decir que las cabras eligen distintas plantas o grupos de plantas según la época del año y, por lo tanto, pueden consumir prácticamente todas las que crecen en los bosques mediterráneos.

Actividades pastorales Debido a su importancia como fuente forrajera, los bosques mediterráneos forman tradicionalmente parte integral del calendario forrajero de los animales domésticos y, en consecuencia, de los sistemas pastorales de la región. Las otras partes son los pastizales y las tierras de cultivos (rastrojos). En Africa septentrional, hay que añadir una cuarta zona - las tierras de barbecho - correspondiente a los terrenos sin cultivar, pero que se utilizan como pastizales (Stubbendiek, 1978; Le Houérou, 1981).

En el sistema pastoral de trashumancia, los bosques sirven habitualmente como tierras de pastoreo estival ya que la mayor parte de ellos están situados en zonas más elevadas (Poupon, 1980; Papanastasis, 1981). En los países y regiones con pastos subalpinos suficientes para mantener ganados de ovejas y cabras durante el periodo estival, los animales pastan en los bosques al trasladarse de un lugar a otro de las zonas subalpinas, sobre todo a fines de la primavera y a principios del otoño. Sin embargo, a veces se utilizan también los bosques como pastizales de invierno, como en el caso de los bosques templados de coníferas como Pinus halepensis (pino carrasco) de Túnez (El Hamrouni, 1978).

En los sistemas pastorales sedentarios, los bosques sirven generalmente como reservas para los animales durante los períodos críticos, especialmente en verano.

En cualquiera de los casos, el pastoreo es libre e incontrolado, lo cual provoca grandes daños a los bosques, daños que, si bien son producto del sistema de ordenación en general, tienen como causa dominante el sobrepastoreo producido por el elevado número de animales (Thirgood, 1981). Los efectos perjudiciales del sobrepastoreo se hacen sentir sobre todo en bosques de edad regular o no, con copas relativamente cerradas que carecen de sotobosque arbustivo. En estos casos las cabras se ven obligadas a ramonear las plantitas, los árboles jóvenes o las ramas de los más viejos, impidiendo la regeneración del bosque y pisoteando al mismo tiempo su cubierta y su suelo.

Sin embargo, las cabras no constituyen un problema tan grande como en general se cree. En los países de la cuenca del Mediterráneo existen unos 85 millones de hectáreas de bosques y montes. Si suponemos, a titulo de comparación, que los 45 millones de cabras existentes pastan en esas tierras, la densidad de pastoreo de esa tierra será de 0,52 cabras/ha (véase el cuadro). Esta cifra es bastante baja si consideramos que, durante los cuatro meses que dura la temporada de pastoreo, la capacidad de los bosques mediterráneos se estima en 1,5 cabras/ha (El Hamrouni, 1978; Papanastasis, 1981). De los 17 países estudiados, solamente seis (Chipre, Egipto, Grecia, Jamahiriya Arabe Libia, República Arabe Siria y Túnez) superan esa cifra, lo que indica un posible exceso de pastoreo.

MASAS DE PINUS BRUTIA EN THASSOS la vegetación del sotobosque aumenta el peligro de incendios (V.P. PAPANASTASIS)

45 MILLONES DE CABRAS EN EL MEDITERRANEO pueden desempeñar una función positiva (J.D. FARAQUHAR/FAO)

ACACIA DAÑADA POR LAS CABRAS EN TUNEZ es necesario determinar qué zonas son aptas para el pastoreo de las cabras (G. BONNIS)

Esas cifras, si bien son generales y por lo tanto hay que considerarlas con reserva, indican que en la mayor parte de los países mediterráneos no son las cabras las que agotan los pastos de los bosques. Además, en bastantes países a las cabras les está prohibida por ley la entrada en todos los bosques (Chipre y Yugoslavia) o en los bosques más productivos (Grecia). El problema se agrava sin embargo, cuando las ovejas - que también pastan en los bosques acompañadas o no de las cabras - entran en ellos. Tal como aparece en el cuadro, la densidad de pastoreo aumenta de una media de 0,52 a 2,41 cabezas/ha, cuando se cuentan las cabras y las ovejas, y el número de países que sufren sobrepastoreo pasa sa de 6 a 12. Solamente en cinco de los 17 países mediterráneos Albania, España, Francia, Líbano y Yugoslavia - no existe, en teoría, pastoreo excesivo.

Las cabras y las ovejas en los países mediterráneos

País

Cabras (millares)

Ovejas (millares)

Bosques y montes (millares de ha)

Cabezas/ha

1971

1981

% de cambio

1981

Cabras

Cabras y ovejas

Albania

868

670

- 22,8

1170

1242

0,54

1,48

Argelia

2546

2723

+ 6,9

13600

4384

0,62

3,72

Chipre

340

360

+ 5,9

525

171

2,11

5,18

Egipto

1166

1451

+ 2,4

1599

2

725,50

1525,00

España

2656

2170

- 18,3

14887

15270

0,14

1,12

Francia

923

1241

+34,5

12980

14582

0,09-

0,98

Grecia

4063

4650

+ 14,4

7920

2619

1,78

4,80

Israel

137

119

- 13,2

270

116

1,03

3,35

Italia

1032

1009

- 2,2

9277

6346

0,16

1,62

Líbano

357

445

+ 24,6

148

950

0,47

0,62

Jamahiriya Arabe Libia

1222

1500

+ 2,3

6258

600

2,50

12,93

Marruecos

8467

6200

- 26,8

14840

5195

1,19

4,05

Portugal

668

750

+ 12,3

5130

3641

0,21

1,62

República Arabe Siria

759

1200

+58,1

11738

466

2,58

27,76

Túnez

627

987

+ 57,4

4967

490

2,00

12,15

Turquía

20129

19043

- 5,4

48630

20199

0,94

3,35

Yugoslavia

160

125

- 21,9

7388

9290

0,01

0,81

Total

46120

44643

- 3,2

161327

85563

0,52

2,41

REBAÑO DE CABRAS EN TURQUIA en la ordenación ganadera se debe tener en cuenta a los pastores (F&F CARACCIOLO)

Integración de las cabras

De las consideraciones anteriores se extraen las siguientes conclusiones:

· las cabras son, y continuarán siendo, un elemento importante de los sistemas de producción, sobre todo en los países en desarrollo de la región del Mediterráneo;

· aunque su número total es relativamente alto, las cabras no constituyen por si mismas un peligro para los bosques;

· los bosques son indispensables y por lo tanto forman parte integral de los sistemas pastorales del Mediterráneo, y

· la verdadera amenaza para los bosques radica en un pastoreo irracional e incontrolado de las cabras

Para que las cabras queden integradas con éxito en los sistemas silvopastorales mediterráneos, deberán adoptarse algunas medidas, entre ellas limitar su entrada sólo a los tipos de bosque donde su presencia sea compatible con las operaciones forestales; crear otras fuentes de alimentos y aplicar un sistema racional de ordenación de pastos. No obstante, antes de estudiar la adopción de esas medidas, conviene presentar una panorámica general de la función práctica de las cabras en los bosques mediterráneos.

Beneficios que aportan las cabras Si bien el pastoreo incontrolado de las cabras ha contribuido a la destrucción de los bosques mediterráneos, su apacentamiento controlado puede resultar beneficioso, desde los puntos de vista ecológico, forestal y económico.

Al estudiar el pastoreo del ganado en los bosques mediterráneos, Liacos (1980) afirma que los animales domésticos desempeñan una función benéfica con respecto a esos ecosistemas por favorecer la evolución cíclica de los nutrientes y aumentar así su productividad. Las bajas temperaturas del invierno y la falta de humedad del verano, hacen que la descomposición sea más lenta y se acumule el material orgánico sobre el suelo, lo cual puede dar lugar a fuegos sueltos devastadores. El pastoreo del ganado puede reducir este material combustible y evitar así los incendios forestales.

Durante los últimos años, se ha dedicado especial atención a la función del ganado en la reducción de material combustible (Blanchemain, 1981; Calabri, 1981). Debido en parte a la evolución de los sistemas sociales tradicionales y en parte a las políticas adoptadas en los últimos decenios con respecto a la exclusión del ganado especialmente de las cabras - , de los bosques (Papanastasis, 1984), ha aumentado considerablemente la cantidad de material combustible; ambos hechos han provocado un aumento del número de incendios y de la extensión de tierras quemadas cada año. En Italia, por ejemplo, la media anual de fuegos sueltos aumentó de 3200 registrados en el decenio de 1960 a los 6400 del decenio siguiente, y la extensión media de bosque incendiado pasó de 35000 a 50000 hectáreas respectivamente en esos dos períodos (Calabri, 1981). En Grecia la media anual de fuegos sueltos en los bosques aumentó de 233 en 1972 - 76 a 347 en 1977 - 81, mientras que la media anual de superficie quemada aumentó de 6600 a 14500 ha respectivamente para los dos períodos (Megalophonos, 1984).

En otros países se observan tendencias similares. A consecuencia de ello, en 1979 se inició en Francia e Italia un programa para poner a prueba la función de las ovejas y del ganado en general en la prevención de los incendios forestales (Bonnier, 1981). El programa está financiado por la Comunidad Económica Europea. Los primeros resultados demuestran que las ovejas no son tan aptas como el ganado vacuno, pero sobre todo como las cabras, para controlar la vegetación del sotobosque.

Las cabras pueden también tener una influencia beneficiosa sobre los bosques desde el punto de vista de la silvicultura. Liacos (1980) afirma que el ganado, al reducir la vegetación del piso inferior, puede disminuir la competencia de ésta con los árboles por el agua, que en el medio mediterráneo es el factor limitativo para el crecimiento de las plantas. Dado que las cabras son mucho más aptas que otros animales para consumir especies leñosas, son los animales más idóneos para tal fin. Además, al comerse los brotes contribuyen a aclarar y ordenar el monte bajo. En Grevena, al norte de Grecia, se aplicó con éxito este tipo de ordenación utilizando a las cabras para suprimir los brotes innecesarios de los montes bajos de Quercus conferta.

Por último, las cabras pueden desempeñar un importante papel convirtiendo la materia orgánica en productos tales como carne, leche y lana. En la isla griega de Thassos, cubierta por 24550 ha de bosques mediterráneos, en su mayor parte Pinus brutia (pino calabrés), existen 12000 cabras y 10000 ovejas que pastan libremente durante siete meses y medio del año. Eleftheriadis (1978), hizo una evaluación de las 5000 toneladas de forraje que se producen en esa isla anualmente, utilizando precios de oportunidad, para determinar que el valor de ese recurso era de 7 dólares EE.UU. por hectárea de tierra forestal, lo que representaba 3 kg de carne y 10 kg de leche. Aunque este beneficio es bastante bajo, era superior al obtenido con los productos forestales. De esto se deduce que no puede olvidarse la contribución de los bosques mediterráneos a la producción de carne y leche, sobre todo en los países pobres y densamente poblados de la región.

Restricción del pastoreo de las cabras a los bosques más idóneos. Pero incluso con una ordenación adecuada, no todos los bosques son adecuados para las cabras. Por ejemplo, los bosques densos que se explotan para la producción de madera - se trate o no de masas regulares o coetáneas - no pueden producir vegetación pratense y, por lo tanto, no son aptos para el pastoreo de las cabras.

Liacos (1980) ha intentado clasificar los bosques mediterráneos basándose en la ecología de las especies y en la similitud de los problemas pastorales. Llegó a la conclusión de que solamente los bosques de coníferas de las zonas templadas, una pequeña parte de los tropófitos y una gran parte de robles perennifolios, que ocupan una superficie de 20 millones de hectáreas aproximadamente, son aptos para el pastoreo del ganado. Sin embargo, en los bosques mediterráneos de abetos y pinos laricios, así como en los de hayas y castaños, no puede practicarse el pastoreo de forma racional izada, por lo que hay que mantener al ganado fuera de ellos.

Para decidir si la vegetación de un bosque puede servir de pasto a las cabras y determinar la duración de los turnos, es preciso contar con información detallada sobre el valor nutritivo de la vegetación mediterránea, información que, por desgracia, es muy limitada. Le Houérou (1980a) da una lista de unas 300 especies leñosas que crecen en Africa del Norte y de su apetecibilidad para el ganado, incluidas las cabras, así como una lista de 110 especies con información sobre su composición química y valor nutritivo. A pesar del valor de esta información, hay que tener en cuenta que no ha sido obtenido en condiciones reales de pastoreo ni, lo que es más importante, bajo la cubierta de copas de los árboles forestales.

Las especies arbustivas tienen por lo general un contenido más alto en lignina, fósforo, calcio y proteínas que las hierbas o yerbajos (Huss, 1972), a pesar de lo cual, su contenido energético - vital para la nutrición de las cabras - es más bajo. Nastis (1982) ha descubierto que el follaje de Quercus coccifera (coscoja), arbusto de hoja perenne muy extendido por la zona mediterránea, solamente es nutritivo para las cabras en primavera; en verano y otoño se vuelve deficiente en proteínas en bruto y en energía utilizable. La situación empeora cuando crece bajo la cubierta forestal. Koukoura (1984) ha descubierto que, cuando ese mismo arbusto crecía a la sombra (bajo la bóveda de Pinus brutia), contenía menos proteína soluble en agua y más lignina y taninos que cuando crecía fuera de la cubierta durante la mayor parte del periodo primaveral, y que solamente al final de la primavera se hacia más apetecible que si hubiera crecido fuera de la bóveda arbórea. Sin embargo, hay otros tipos de forraje leñoso, como Fraxinus xanthophylloides, Quercus ilex y Juniperus oxycedrus (enebro de la miera), que pueden satisfacer mejor las necesidades de nitrógeno de las cabras durante gran parte del año (Bourbouze, 1980). Dado que las plantas leñosas no pueden proporcionar un alimento equilibrado a las cabras durante todo el año, hay que procurar hacer crecer especies herbáceas bajo la cubierta forestal. Liacos (1980) recomienda un tipo de ordenación especial que incluye el aclareo de copas y árboles, la poda artificial y las quemas dirigidas ocasionales, sobre cuyas cenizas se sembrarán hierbas mejoradas, todo ello combinado con el pastoreo del ganado.

Fuentes alimentarias alternativas Cuando en algún bosque, o bien no pueden pastar las cabras o no se puede obtener una dieta equilibrada, habrá que buscar otras fuentes de forraje, que pueden ser por ejemplo matorrales silvestres, plantaciones de arbustos forrajeros y cultivos agrícolas.

Se calcula que los matorrales naturales (maquís y garrigas) ocupan una extensión de 23 millones de hectáreas en los países del Mediterráneo (Le Houérou, 1981) y constituyen un recurso importante para todo tipo de ganado, especialmente el caprino. Su actual productividad, si bien varia considerablemente según las zonas bioclimáticas, los lugares y los años, es relativamente baja debido a que durante mucho tiempo no han sido objeto de una ordenación adecuada (Le Houérou, 1981).

Durante los últimos años, en varios estudios mencionados por Le Houérou (1981), se demuestra que la actual productividad de los matorrales de perennifolias podría multiplicarse si se utilizaran técnicas apropiadas, como el desbroce mecánico, la quema dirigida, la siembra directa y la fertilización. Una adecuada ordenación de esas tierras para el pastoreo de las cabras (Papanastasis y Liacos, 1980; Liacos, 1982) reduciría sin duda la presión de los animales sobre los bosques y aumentaría al mismo tiempo su productividad.

En las regiones áridas y semiáridas de la cuenca mediterránea, en las que los veranos son muy largos y secos, la plantación de arbustos forrajeros parece ser una solución para garantizar la abundancia de forrajes bastos ricos en proteínas y sustancias minerales para las cabras, y reducir al mismo tiempo la presión sobre los bosques. Esas plantaciones se han establecido ya en algunos países mediterráneos como Jamahiriya Arabe Libia, República Arabe Siria y Túnez. Las principales especies utilizadas son Atriplex nummularia, A. halimus Medicago arborea y Opuntia ficusindica var. inermis (Le Houérou, 1980b). Mientras tanto, se están realizando experimentos también en otros países como España, Grecia, Turquía e Italia, a través de la subred de la FAO sobre pastizales mediterráneos (Anónimo, 1983).

En las regiones subhúmedas y húmedas, escasea bastante el forraje nutritivo para las cabras durante el invierno. En esas zonas los cultivos forrajeros de las zonas agrícolas se necesitan para producir heno, como alimento energético para los animales. En el norte de Grecia, las cabras que pastaban en los bosques de Quercus coccifera perdían poso durante el invierno a menos que se les proporcionara raciones suplementarias de alfalfa (Liacos, Papanastasis y Tsiouvaras, 1980).

Ordenación del pastoreo Es impensable que se puedan integrar las cabras en los sistemas silvopastorales mediterráneos sin aplicar un adecuado ordenamiento del pastoreo, tarea que, sin embargo, no es fácil debido a dos dificultades principales. La primera es la necesidad de coordinar la ordenación forestal con el pastoreo de las cabras. Como los bosques sólo son aptos para el pastoreo durante un número limitado de años de su periodo de rotación, y sólo durante algunos meses del año, hay que tener en cuenta esas limitaciones a la hora de establecer la ordenación ganadera de las cabras. Por otra parte, uno de los objetivos de la ordenación forestal debe ser proporcionar forraje para las cabras de forma permanente, para lo cual es necesaria una estrecha colaboración entre el personal forestal y el encargado de la ordenación de pastizales.

La otra dificultad que plantea una adecuada ordenación ganadera se refiere a los dueños y pastores de las cabras. La experiencia ha demostrado que ningún plan de pastoreo tendrá éxito, por muy perfecto que sea técnicamente, si no lo aceptan los pastores. El hacer participar a la población local en los proyectos de ordenación de pastizales es importantísimo, y es un aspecto que muy a menudo se descuida en la práctica.

Para una adecuada ordenación de los pastizales en los bosques, es fundamental que se controle el número de cabras que pastan en ellos. Sin embargo, la información sobre la capacidad de pastoreo de esos bosques es muy limitada, y, si bien algunos pueden ser muy productivos, la mayoría tiene una menor producción de forraje y, por lo tanto, una capacidad más reducida de pastoreo que los pastizales propiamente dichos (El Hamrouni, 1978; Poupon, 1980; Le Houérou, 1981; Papanastasis, 1981). Hay que tener en cuenta este hecho cuando se planifique la densidad de pastoreo de los bosques mediterráneos.

El uso conjunto de los pastizales mediterráneos por las ovejas y las cabras, que a menudo conviven en el mismo rebaño, da como resultado un mejor uso de la vegetación (Bourbouze, 1984). Sin embargo, en lo que respecta a los bosques, no parece que los rebaños mixtos sean una buena solución pues con ello se dificulta el control de las preferencias de cada especie animal. Por el contrario, los rebaños de cabras únicamente, se pueden ajustar mejor a los planes de ordenación y, por otra parte, las razas de cabras locales pueden utilizar mejor la vegetación mediterránea que las mejoradas. Por ejemplo, las cabras de Damasco, importadas de Chipre por el Servicio Forestal de Grecia para sustituir a las razas locales en las tierras forestales, no lograron adaptarse al nuevo medio hostil (Papanastasis, inédito). No obstante, las cabras de Angora mejoradas resultaron ser más aptas para el pastoreo controlado de los matorrales de Israel que las cabras negras de Mamber (Naveh, 1972). Esto significa que antes de hacer ninguna sugerencia concreta, es preciso estudiar a fondo la cuestión sin resolver de la selección de razas de cabras apropiadas para su introducción en los bosques.

Conclusiones

Las cabras necesitan los bosques mediterráneos porque éstos les proporcionan la vegetación leñosa que crece bajo su cubierta; los bosques necesitan a las cabras para que contribuyan a mantener ecosistemas estables, y ambos necesitan una ordenación adecuada. Esta tesis es diferente de la que se mantenía hasta ahora, cuando, indiscriminadamente, se consideraba que las cabras eran enemigas del bosque mediterráneo. Sin embargo, para integrar a estos animales de forma racional en los sistemas silvopastorales, es preciso coordinar adecuadamente la ordenación de prados con la de bosques, y viceversa. En otras palabras, tanto el personal forestal como el encargado de la ordenación de pastizales y de la del ganado deben emprender proyectos conjuntos destinados a un desarrollo integrado de los recursos forrajeros que no perjudique al bosque. En estos proyectos deberán participar activamente los propietarios locales de los ganados. Mientras tanto, hay que seguir investigando para averiguar el valor nutritivo que la vegetación mediterránea tiene para las cabras en condiciones reales de pastoreo, a fin de llegar a una comprensión suficiente de los aspectos técnicos que plantea el pastoreo de las cabras en los bosques.

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PERSPECTIVAS DE LA PASTA Y EL PAPEL HASTA 1995

Los suscriptores de Unasylva reciben con este número el Resumen Operativo de una nueva publicación titulada Estudio de la FAO sobre las Perspectivas da la Oferta y la Demanda de la Pasta y el Papel hasta 1995. El resumen, conciso pero completo, trata de las más importantes deficiones y conclusiones del estudio.

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Mr Philip Wardle, Economista superior de montes, Servicio de Políticas y Planificación, Departamento de Montes, FAO

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