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Capacitación en el trabajo: agentes comunitarios de enlace para la producción de alimentos en los poblados


Capacitación en el trabajo: agentes comunitarios de enlace para la producción de alimentos en los poblados

Las mujeres y los pozos

El grupo «María Elena Bolívar» del Valle de Comayagua lleva el nombre de una campesina que luchó por la tierra a través de la reforma agraria. El grupo fue creado en 1987 por 15 mujeres con la ayuda de una organizadora de grupos de mujeres. Las mujeres viven en las afueras de la pequeña ciudad de Comayagua y sus maridos pertenecen a una cooperativa que produce cereales básicos. Además de la tierra cultivada colectivamente, a cada familia se le asigna una décima parte de una hectárea para que produzcan alimentos en ella, aunque no sea de su propiedad.

Cuando la agente de enlace para la producción de alimentos destinada al grupo María Elena Bolívar comenzó su capacitación, ninguna de las mujeres del pueblo había cultivado las tierras que rodeaban sus casas. La actividad agrícola se veía limitada por la falta de agua de riego. Sin embargo, la agente volvió de su cursillo con la idea de construir un pozo para que ella y otras vecinas pudieran regar los huertos. Propuso la idea al organismo de extensión, que accedió a experimentar con una nueva tecnología de bombeo recientemente perfeccionada por la Dirección de tecnología Apropiada. La agente de enlace y su marido compraron los materiales y cavaron el pozo. La bomba se instaló durante un período de prueba de un año. Construida en forma de balancín, para hacerla funcionar hacían falta dos personas que empujaran hacia arriba y hacia abajo para bombear el agua a través de una manguera. Una vez que la agente de enlace y su familia tuvieron acceso al agua, pudieron plantar un huerto.

Las mujeres del grupo se entusiasmaron con la idea del pozo y de la bomba y cuatro de ellas invirtieron el capital necesario para construir sus propios pozos, a los que podían tener acceso otras personas mediante el pago de una cantidad como derecho de uso.

Una vez demostrado el éxito de la tecnología apropiada, terminó el periodo de prueba. Actualmente los miembros del grupo tienen que pagar las bombas que obtienen del organismo de extensión y algunas mujeres están pensando en pedir un préstamo para tal adquisición.

Con los pozos ya construidos, siete de las componentes del grupo pueden cultivar remolachas, zanahorias, cebollas, calabazas, coles y árboles frutales en sus parcelas. Las mujeres comenzaron por fabricar su propio fertilizante orgánico, prepararon después el suelo y, con ayuda del Fondo para insumos y semillas, plantaron verduras y árboles frutales. Reintegraron la mitad del préstamo a un fondo comunitario local, en las condiciones fijadas por el programa de préstamos para el Fondo para insumos y semillas. Las mujeres continuaron comprando semillas e insumos, utilizando el dinero del Fondo, que iba disminuyendo, devolviendo sólo el 50 por ciento del capital. Las más productivas del grupo pudieron reintegrar el préstamo con la ganancia de la cosecha anual ya que, por ser escasa la producción de hortalizas en la zona, pudieron vender las suyas en el mercado urbano obteniendo buenos beneficios de las ventas.

El agente de extensión de la región está muy motivado y colabora con las mujeres que tienen problemas con su producción agrícola o de aves de corral. Las ha ayudado a adquirir bombas y ha fomentado la piscicultura con las especies africanas de Talapia, criadas en el estanque del organismo de extensión del gobierno. Las familias compran los pececillos por pocos centavos y los tienen en estanques rudimentarios hasta que adquieren el tamaño suficiente para servir de alimento.

Las familias compran los pececillos por pocos centavos y los tienen en estanques rudimentarios hasta que adquieren el tamaño suficiente para servir de alimento.

La agente de enlace de producción de alimentos de este grupo de mujeres ha logrado hacer demostraciones de actividades agrícolas y motivar a muchas mujeres del grupo para que caven pozos, preparen fertilizantes orgánicos y cultiven hortalizas. Sin embargo, las mujeres más pobres del grupo continúan disponiendo de poca agua ya que carecen de la capacidad de trabajo o del capital para fabricar o comprar los ladrillos, el cemento y la arena necesarios para construir el pozo. Como parte de la segunda fase del proyecto, se llevan a cabo investigaciones sobre tecnología para conseguir agua y se espera que dichas investigaciones, junto con el crédito disponible para la cría de aves de corral, llegue a permitir a todas las mujeres del grupo beneficiarse plenamente de las actividades productivas promovidas por la agente.

Un caso especial: un campesino que actúa como enlace de las mujeres

En la comunidad de Santa Fe, situada en las remotas montañas que bordean la frontera entre los departamentos de Intibucá y Comayagua, se estableció un pequeño comité de mujeres cuando la organizadora del grupo de mujeres visitó la zona en 1986 y convenció a la cooperativa de hombres afiliada a la Alianza Campesina de Organizaciones Nacionales de Honduras (ALCONH) para que apoyara la creación de un comité de mujeres. La organizadora promovió y organizó actividades productivas con el grupo y consiguió crédito para la producción familiar de cerdos durante el primer año. Sin embargo, cuando en 1987 se casó, su marido no le permitió continuar su tarea y el trabajo cayó en la inactividad.

Cuando en 1988 comenzó a funcionar el módulo de capacitación de agentes de enlace de producción de alimentos, el equipo del proyecto se dirigió al comité de mujeres de Santa Fe para pedirles que eligiera una candidata para los cursillos. De las 12 mujeres que eran miembros activos, solamente dos sabían leer y escribir, pero ninguna quería salir de su casa todos los meses para asistir a los cursos de capacitación de una semana. Por lo tanto, las mujeres eligieron al marido de la presidenta del comité, un hombre serio de 38 años de edad, que trabajaba en la cooperativa de hombres. El equipo del proyecto decidió aceptar el reto de incorporar a un hombre en las actividades de capacitación, a fin de respetar la decisión de las mujeres de Santa Fe y documentar la nueva experiencia.

El nuevo agente de enlace llevó a cabo sus tareas concienzudamente, dando charlas sobre nutrición y fomentando el cultivo de huertos familiares con hombres y mujeres de la comunidad. Al principio las mujeres no mostraron interés y los hombres se burlaban constantemente de él diciéndole que debía ponerse un vestido. Ante estas dificultades el agente preparó un plan para estimular la actividad productiva. Viendo que no existía ningún sistema de riego, propuso a las autoridades del proyecto que apoyaran la compra de tuberías de plástico para la conducción de agua desde el arroyo cercano a los huertos familiares. Con el Fondo para insumos y semillas y con la tubería de plástico, el grupo de mujeres tenía ya todo lo necesario para comenzar los huertos familiares. Una vez iniciadas las actividades, la actitud de la comunidad hacia el agente cambió radicalmente, especialmente entre los hambres. Las 12 mujeres continúan hoy cultivando sus huertos de hortalizas aún cuando ya no reciben crédito del proyecto.

Desde 1988, el comité de mujeres de Santa Fe se ocupó también del problema de la alta tasa de malnutrición de su comunidad. Con lo que obtuvieron de la producción colectiva de verduras y semillas de soja introdujeron un programa de alimentación para los niños de la comunidad. En 1990, ninguno de ellos sufría de malnutrición y sólo dos podían considerarse vulnerables.

La comunidad solicitó seguidamente un préstamo de 8 500 lempiras (1700 $EE.UU.) del Fondo rotatorio para mujeres campesinas, a fin de establecer una tienda comunitaria que procurara beneficios al grupo de mujeres y facilitara un servicio a la comunidad. En el pueblo viven 53 familias que no disponen de acceso a ninguna tienda donde poder comprar productos básicos como jabón, sal, café y otros artículos secos porque la carretera más cercana se encuentra a tres horas de camino. En el pasado las familias tenían que viajar durante un día entero para comprar sus provisiones.

El organismo de extensión paga actualmente una subvención al agente de enlace de producción de alimentos de Santa Fe para que trabaje, en régimen de jornada completa, en actividades organizativas, tanto con el comité de mujeres como con la cooperativa de hombres. El agente ha obtenido también ayuda del gobierno de España para comenzar un proyecto piloto destinado a la producción de café y patatas y para la construcción de un centro comunitario. Si no hubiera sido por los contactos hechos durante su capacitación, el agente no habría conocido la existencia del organismo español. Con la capacitación y la práctica que ha recibido en la planificación de proyectos comunitarios, pudo exponer las necesidades de su comunidad y solicitar apoyo.

Aún teniendo en cuenta estos éxitos, queda todavía mucho por hacer. Las dos líderes del grupo de mujeres de Santa Fe son mayores, viudas y pertenecen también a la cooperativa masculina. Las otras mujeres participan poco y a menudo delegan sus decisiones en la cooperativa de hombres. El agente de enlace de producción de alimentos afirma que no puede incluir el componente «sensibilización sobre las diferencias en función del sexo» en la capacitación que imparte ya que, al no ser mujer, no puede comprender plenamente la situación de las mismas, a pesar de su esfuerzo por aguantar las bromas de otros hombres.

Muestra de los resultados

Mientras que las mujeres que recibieron capacitación como organizadoras de grupos de mujeres eran más competentes en la esfera de formación de grupos, las agentes de enlace de producción de alimentos, en cambio, lo son con respecto a la consolidación de los grupos. Los rasgos que garantizaban la continuidad y actividad del grupo fueron: el menor tiempo que la agente de enlace de producción de alimentos dedica a sus actividades, su presencia permanente como miembro del grupo de base al que pertenece y su empeño en transmitir sus conocimientos a través de proyectos de «demostración e información».

Las agentes capacitadas adquieren percepciones y sentimientos nuevos resultantes de su capacitación y trabajo en la comunidad. Una mujer mayor afirmaba lo siguiente: «Las mujeres antes éramos sumisas, pero ahora tenemos confianza. Antes trabajábamos en casa, solamente en casa y ahora conocemos más cosas. Ahora entiendo de producción y mi marido me consulta».

Otra mujer decía: «La gente ahora me respeta, aunque haya tenido que luchar para que reconozcan que poseo conocimientos que pueden ayudarles».

Es frecuente que las agentes de enlace se conviertan en líderes de sus grupos. A través de sus conocimientos y de la promoción de actividades, actúan como promotoras del grupo desde el interior. Se dedican a facilitar la labor del personal de extensión estatal, cuyo programa de trabajo está siempre sobrecargado y de este modo pueden concentrarse más en prestar apoyo, capacitación y extensión en lugar de dedicarse a la motivación, promoción y organización.

Las mujeres han mejorado su nivel de vida no solamente en el aspecto monetario. El concepto monetario tradicional de repercusión económica es demasiado restrictivo en una economía de subsistencia como es la del sector rural de Honduras, donde las necesidades no vienen definidas, ni son necesariamente satisfechas por la disponibilidad de dinero.

Esto no significa que no se hayan generado ingresos o que no exista un mercado local. De hecho en casi todos los grupos algunas mujeres han vendido sus productos a los vecinos del pueblo o, en raras ocasiones, en pueblos o ciudades cercanas. Algunas personas cuentan con recursos y productos suficientes como para establecer un negocio estable, como es el caso de una de las componentes del grupo, que se ha convertido en una «huevera» en La Pintada, Santa Bárbara; o de otra en El Sitio, Comayagua, que pagó su tratamiento dental con una buena cosecha de chiles. En otros casos la necesidad de dinero en efectivo es tanta que tienen que vender los productos que podrían consumir sus familias, como sucede con una madre soltera con 8 hijos de Santa Luz, que vende todo el producto de su huerto para comprar maíz frijoles para sus hijos pequeños. Sin embargo, la prioridad principal de las agentes y de las componentes de los grupos es aumentar el consumo, por lo tanto la comercialización de sus productos pasa a un segundo lugar.

Algunas cuentan con productos suficientes como para establecer un negocio estable, como es el caso de la «huevera» de La Pintada, en Santa Bárbara.

El éxito del primer ciclo agrícola estimuló a muchos grupos a continuar produciendo hortalizas y frutas, ya sea sembrando las semillas del año anterior o comprándolas con el fondo comunitario creado con las devoluciones realizadas en el marco del programa de préstamos con cargo al Fondo para insumos y semillas. Se llegaron a establecer así al menos 274 huertos de frutas y verduras en el segundo ciclo, con lo que se aumentó la variedad de alimentos consumidos, se mejoró la dieta y se generaron ingresos cuando las cosechas eran abundantes. Estos huertos familiares permiten mejorar la cantidad y calidad de la dieta familiar, añadiendo productos como chile, cebolla y tomate. Las familias comen mucho mejor, al menos durante seis meses al año, consumiendo verduras y hortalizas que no podrían permitirse si las tuvieran que comprar.

Las socias de los grupos de mujeres han demostrado también interés por los huertos comunitarios. Desde el primer ciclo agrícola, muchos grupos han comprado semillas e insumos utilizando ya sea los fondos comunitarios o sus propias contribuciones. Los productos de los huertos colectivos, según informan los grupos, se destinan a la alimentación de los niños de la guardería local o se distribuyen por igual entre los miembros del grupo. Uno de los grupos de Santa Luz disfrutaba en especial de la horticultura colectiva ya que les daba ocasión para salir de sus casas y estar juntas para hablar de sus problemas personales y de la comunidad.

En un pueblecito de montaña de Comayagua disminuyó el número de niños malnutridos en un 90 por ciento gracias a una operación experimental. La agente de enlace de producción de alimentos determinó en primer lugar la malnutrición infantil y propuso dar capacitación sobre nutrición y régimen alimenticio. Estableció seguidamente un huerto comunitario cuyos productos se utilizaron para alimentar a los niños1.

1El éxito de la comunidad fue especialmente significativo ya que Santa Fe no tenía acceso a ningún programa de alimentos complementarios de otras organizaciones. De los 11 grupos interrogados, 5 contaban con programas de alimentos complementarios para niños malnutridos pero ninguno registró los buenos resultados de Santa Fe.

Las mujeres continúan teniendo un interés cada vez mayor en la cría de aves de corral que, con un riesgo relativamente menor y con más altos beneficios, asegura a la familia el consumo de huevos y, de vez en cuando de pollos. Teniendo cuidado de vacunarlos y con la supervisión adecuada y un poco de suerte una mujer puede multiplicar el número de pollos en unos meses y contar con una producción suficiente para la venta y el consumo. Los problemas de producción relacionados con los huertos de vegetales y de frutas son mayores y comportan altos riesgos de infestación por plagas así como mayores insumos. La sequía y las inundaciones contribuyen en igual medida a disminuir la productividad como así también la mala calidad del suelo y el vandalismo. La producción dura solamente seis meses y requiere diariamente bastante tiempo.

De las 88 agentes de enlace de producción de alimentos que recibieron capacitación inicialmente, 60 continúan trabajando en sus comunidades y actualmente se están formando otras 60. La tasa de abandono relativamente alta (30 por ciento) se ha debido a varios factores. En primer lugar, en algunos casos el proceso de selección no era sistemático: a veces el agente de extensión no se aseguraba el permiso del marido o del padre, o el presidente del grupo daba muestras de favoritismo y seleccionaba a una candidata inadecuada. Las responsabilidades domésticas y maternas de las mujeres, así como la emigración contribuyeron también a elevar la tasa de abandono. A veces las mujeres no tenían las 10 lempiras (2,00 dólares EE.UU.) para pagarse el viaje en autobús y asistir a las sesiones de capacitación, aún cuando se les reembolsase más tarde. En tres casos específicos, los grupos se desintegraron al parecer debido a conflictos entre los líderes o entre las agentes del grupo.

El módulo para la formación de agentes ha mejorado los aspectos cualitativos de la vida de las mujeres del medio rural y ha aportado beneficios cuantitativos en lo que respecta a la elevación de la producción de alimentos. Los efectos de factores exteriores en el éxito del proyecto fondos de crédito, apoyo de las organizaciones internacionales de desenrollo para otras actividades y la continuación de la actividad del proyecto- no son susceptibles de medirse. Las subvenciones y el crédito a bajo interés para proyectos de producción de subsistencia y de servicios han sido fuente de motivación para las actividades del grupo y han aportado un seguimiento de importancia vital.

Al mismo tiempo, la capacitación de recursos humanos dentro de los grupos de mujeres ha sido un factor dinámico para determinar las necesidades, contar con apoyo exterior y solicitar crédito. La participación, independencia y la relativa sostenibilidad que el modelo de agente de enlace de producción de alimentos ha generado aumentó la cohesión del grupo y formó nuevos líderes

Los esfuerzos para perfeccionar la metodología y el contenido de la capacitación están revelando la necesidad de ampliar aún más el contenido como el del módulo para organizadoras de grupos de mujeres- a fin de asegurar para los grupos de base el éxito a largo plazo.

En cada comunidad, las agentes de enlace han tenido que luchar para ganarse la aceptación y el respeto. Sus sólidos conocimientos prácticos las colocan en una buena situación una vez que encuentran apoyo para promover actividades productivas, pero el verdadero reto es mantener su trabajo a largo plazo. Cada comunidad es diferente y tanto sus éxitos como sus problemas son en cada caso. La consolidación del grupo es un proceso largo y difícil que requiere un cambio en las actitudes y en las prácticas establecidas que han estado vigentes durante generaciones enteras.

Cómo aprender de la experiencia

Al evaluar hasta qué grados han sido alcanzados los objetivos del proyecto, se ha podido demostrar en general que las lecciones aprendidas en cada actividad sirvieron para modificar y mejorar las actividades subsiguientes. De hecho, este aspecto evolutivo del proyecto en su conjunto puede resultar el factor más importante de su éxito final. A medida que se tropezaba con obstáculos, el equipo del proyecto trabajaba con las cursillistas y con los grupos de mujeres para tratar de comprender los problemas y proponer soluciones. Descartando los elementos que no funcionaban y centrándose en los que daban buenos resultados, surgió el modelo de las agentes de enlace de producción de alimentos. Las actividades de la Fase I y el «Proyecto provisional» se han terminado ya y, en términos cuantitativos, los resultados han sobrepasado los objetivos originales. Se había previsto capacitar a 200 campesinas antes de 1990 pero al final fueron 375 las que recibieron capacitación. Asimismo las previsiones para la capacitación de extensionistas y promotoras sociales eran originalmente de 152 pero se beneficiaron de ella 300. Los créditos destinados a establecer huertos familiares y a la cría de aves de corral se han sometido a experimentación y han demostrado que estimulan el interés y aumentan la motivación así como los niveles de nutrición y los ingresos. El esfuerzo organizativo a nivel de bases ha tenido un efecto positivo en la creación de nuevas líderes y en el aumento de la actividad comunitaria en los sectores que abarca el proyecto.

Lecciones aprendidas en los módulos de capacitación

En el módulo para agentes de alfabetización, la lección aprendida fue que tanto la motivación como las actividades complementarias eran vitales para la continuación de las actividades de alfabetización. Muchas agentes dejaron de promover sus círculos de alfabetización cuando supieron que no iban a recibir ninguna subvención. Tan perjudicial como las falsas expectativas fue la carencia de seguimiento técnico y de las visitas del personal de extensión. Los círculos de alfabetización dejaron de funcionar al no haber nadie que vigilara y apoyara las actividades del grupo o distribuyera material.

En el caso de las enlaces de vivienda/medio ambiente, en que el equipo del proyecto tomó la decisión de interrumpir la capacitación antes de que el número total de mujeres previsto la hubiera recibido, las mujeres y el equipo aprendieron que sin los recursos adecuados -sea en forma de crédito o de materiales- los planes de las mujeres se frustraban y las actividades disminuían o se paralizaban.

En el módulo para organizadoras de grupos de mujeres, el proceso de participación utilizado para seleccionar a las participantes y determinar el contenido y la metodología de la capacitación constituía una lección de paciencia, diplomacia y trabajo duro para todos los que participaban en él. En primer lugar, si el equipo del proyecto y las organizaciones campesinas no hubiesen pasado por este proceso y no hubiesen logrado un acuerdo, las disputas entre las organizaciones podían haber bloqueado la ejecución, o la metodología y el contenido podían resultar inadecuados para los intereses de los grupos. En segundo lugar este módulo enseñó también a las organizaciones campesinas y al equipo del proyecto la importancia de capacitar a aquellas mujeres que estaban ya relacionadas con un grupo de base, aún cuando su capacidad educativa y organizativa no llegara al nivel necesario. Las mujeres que carecen de estas conexiones con la base no se comprometen, o lo hacen en mínima medida, en transmitir sus conocimientos y multiplicar así el efecto de su capacitación. En tercer lugar, este módulo reforzó la idea de que un trabajo de organización en régimen de jornada completa no es viable sin algún tipo de motivación, de carácter monetario o material. La dedicación exclusiva de las organizadoras de grupos de mujeres no era compatible con sus responsabilidades domésticas y productivas y, como el promedio de los grupos de mujeres no tenía posibilidad de sostener a su organizadora, la tasa de abandono fue muy alta.

El cuarto módulo, con el que se capacitaba a las mujeres como agentes de enlace de producción de alimentos, tropezó también con dificultades, a pesar de las importantes mejoras introducidas con respecto a los módulos precedentes. Dos lecciones importantes aprendidas en los módulos anteriores se confirmaron en éste. Una de ellas es la necesidad de supervisar la selección de las participantes a fin de garantizar el efecto multiplicador en cada grupo de agentes de enlace, una vez terminada la capacitación. La segunda es la necesidad de que la familia participe y apoye a la mujer en sus actividades de capacitación y liderazgo.

Lecciones aprendidas en la ejecución del proyecto

Las lecciones aprendidas y asimiladas en la ejecución del proyecto han permitido continuar las actividades y han contribuido en última instancia a su éxito. La lección principal aprendida es la necesidad de participación, coordinación y flexibilidad en la ejecución y evolución del proyecto. La flexibilidad del proyecto de la FAO ha permitido extender las actividades e irse ocupando de las necesidades de las mujeres a medida que éstas se planteaban. Entre las actividades imprevistas del proyecto pueden citarse: provisión de crédito para la cría de pequeños animales y la agricultura de subsistencia, capacitación complementaria para actividades productivas, y apoyo financiero de la FAO al Instituto Nacional Agrario para la contratación de un nutricionista encargado de preparar un programa de carácter participativo de detección y tratamiento de la malnutrición infantil entre las familias de todos los grupos de mujeres.

Los grupos de mujeres han evolucionado y cambiado durante la duración del proyecto. Algunos grupos han tratado de conseguir créditos a través de los organismos de extensión o del Fondo rotatorio para mujeres campesinas, a fin de iniciar proyectos sociales y productivos además de sus actividades de subsistencia. Algunas de las actividades en las que han participado las mujeres son, entre otras: la compra de un molino de maíz motorizado, la plantación de soja destinada a programas de nutrición a base de leche de soja, la fabricación y comercialización de pan para obtener fondos destinados al grupo y la creación de tiendas comunitarias.

Las mujeres patrocinan determinadas actividades productivas que reflejan la división tradicional por sexos del trabajo de una familia campesina, pero al mismo tiempo ha cambiado su situación. Ellas participan ahora en la mejora de la calidad de vida de sus familias y son respetadas por la funciones que desempeñan.

Futuros factores limitativos

Durante los primeros cuatro años de funcionamiento, el proyecto tropezó con problemas institucionales en las organizaciones de campesinos y en los organismos de extensión estatal, así como con problemas culturales y económicos en la consolidación de los grupos de base. Actualmente, la segunda fase del proyecto está orientada a perfeccionar y reforzar el método de capacitación para los agentes de extensión, los cursillistas y los grupos de mujeres. Siguen existiendo obstáculos que podrían complicar o disminuir los buenos resultados del proyecto. Los factores que pueden poner en peligro el éxito futuro del proyecto son de carácter institucional, económico y estructural.

Renovación del personal de extensión

La continua renovación del personal que trabaja en los organismos de extensión del gobierno, a consecuencia de la remuneración escasa y de las condiciones difíciles de trabajo, disminuye los efectos de la capacitación del personal de campo. Sólo el 30 por ciento del personal que trabaja actualmente en el Instituto Nacional Agrario y menos del 10 por ciento del personal del Ministerio de Recursos Naturales han recibido capacitación para trabajar con las campesinas. La reducción de los gastos oficiales debido a las políticas de reajuste estructural reducen también el número de extensionistas y de promotores sociales que trabajan con los grupos de base.

Acceso al crédito

El acceso de las mujeres al crédito se limitará también en el futuro. El Fondo para insumos y semillas y el Fondo para la cría de aves de corral conceden préstamos únicos. Durante los dos primeros años se utilizaron los fondos comunitarios especiales obtenidos por las mujeres, mediante la utilización del Fondo para insumos y semillas, pero la sequía y otros problemas impidieron la reposición de dichos fondos. Los fondos comunitarios obtenidos del Fondo para la cría de aves de corral tendrán que utilizarse con cuidado por los grupos de mujeres para evitar que también éste se descapitalice. En cuanto al crédito preferencial con bajos intereses a través del Fondo rotatorio para mujeres campesinas, el capital circulante ha disminuido con el paso de los años debido al gran número de préstamos no recuperados concedidos a principios del decenio de 1980. Además, el que se cargue solamente un 5 por ciento de interés anual reduce el valor real del Fondo a medida que pasa el tiempo, teniendo en cuenta sobre todo que la economía nacional tiene una tasa anual de inflación mucho más alta. Una vez agotados los distintos fondos destinados a la concesión de préstamos, los grupos de mujeres tendrán que solicitar créditos en las condiciones normales del mercado, lo que aumentará su responsabilidad y riesgo financiero. Incluso a través de programas especiales para la concesión de préstamos a bajo interés, los intereses actuales superan el 30 por ciento, por lo cual las campesinas tienen que evitar pedir préstamos para proyectos sociales que no produzcan beneficios monetarios.

Limitaciones estructurales

Entre las limitaciones estructurales que podrían reducir el éxito del proyecto en el futuro puede citarse el descenso acelerado del poder adquisitivo de las familias campesinas a consecuencia de las políticas de ajuste estructural aplicadas desde 1990, y la Ley de Reforma Agraria, por la cual las mujeres solteras no tienen derecho a la propiedad de la tierra.

En primer lugar, la Ley de Reforma Agraria permite solamente a las viudas beneficiarse directamente de la reforma agraria. así pues, las madres viudas que nunca se casaron con sus compañeros, o las madres solteras abandonadas por ellos, no pueden beneficiarse. Al tener escaso o ningún acceso a la tierra, las mujeres sin compañero carecen a menudo de espacio para cultivar un huerto y, al no gozar de plena igualdad según la ley, las mujeres sin tierra que participan en los grupos encargados de la producción agrícola serán discriminadas a largo plazo.

Se necesitan muchos años para formar líderes de base

Hacen falta muchos años para adquirir conocimientos personales y organizativos y para capacitar a las líderes de base. Las campesinas hondureñas han adquirido gracias al proyecto de la FAO instrumentos que les han abierto las puertas para su desarrollo individual y han reforzado los grupos creando solidaridad y capacidad. La continuación y el éxito futuro de las actividades de las mujeres depende del acceso a los recursos económicos. Las difíciles condiciones económicas nacionales -inflación, reducción de subvenciones, reducción de servicios y de personal de organismos oficiales- afectan también a los grupos de mujeres y a las actividades individuales. Si cualquiera de esos problemas se convierte en un obstáculo importante para la realización de las actividades de las mujeres, un proyecto que ha apoyado el cambio de la dependencia y la pobreza a la autonomía y la autosuficiencia podría ver truncadas sus principales contribuciones potenciales.

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