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Libros

Administración del ambiente

Environmental policy and administration (La política y administración del medio ambiente), por Daniel H. Henning. American Elsevier Publishing Co. Nueva York Londres y Amsterdam, 1974 Precio: 34,50 florines holandeses (unos 13,30 dólares EE.UU.).

No es éste el libro que todos estábamos esperando, el cual está todavía por escribirse. El Profesor Henning lo ha intentado, pero sin éxito. Sin embargo, se trata de un fracaso valiente y muchos lectores, entre ellos el lector general que se interesa por las cuestiones del medio ambiente, así como los estudiantes y profesores, le quedarán agradecidos.

Según el autor, que es Profesor Asociado de Ciencias Políticas en la Universidad de Montana (Estados Unidos), «el campo de la política y administración del medio ambiente es relativamente nuevo, ya que surgió en los años sesenta: por lo tanto, no cuenta con base de teoría y conocimientos. Espero que el presente volumen aporte parte de dicha base, tan necesaria».

¿En qué forma ha planteado su cometido el autor? En el primer capítulo, expone diversas consideraciones (entre ellas las características de los recursos naturales y los factores culturales americanos), que, a su juicio, «se aplican exclusivamente a la administración del medio ambiente», y compara brevemente el actual movimiento en pro del medio ambiente con el anterior movimiento en favor de la conservación. El Capítulo 2 se ocupa de la politice del medio ambiente y de la política general, y tiene por objetivo el contexto valor y poder, la politice general, usos múltiples, grupos de presión, legislación ambiental, y política sobre tierras públicas. En el capítulo siguiente se expone y comenta la administración del medio ambiente, mientras que en el Capítulo 4 se trata de los problemas del personal que se ocupa del medio ambiente.

Los dos capítulos siguientes se refieren a las esferas que abarca la política de los recursos: bosques y pastizales, aguas, fauna silvestre, suelos, minerales y actividades recreativas. Luego viene un capítulo sobre las cuestiones de política para combatir la contaminación: eliminación de desperdicios sólidos y de otro tipo, calidad de la atmósfera, empleo de plaguicidas, reducción de ruidos, calidad de las aguas. En el Capítulo 8, el autor pasa a estudiar la política urbana y regional sobre el medio ambiente y en el Capítulo 9, la administración interdisciplinaria del medio ambiente. La obra termina con un breve epilogo, que contiene comentarios y observaciones generales.

Este conciso sumario de materias indica el alcance de la obra. Los casos citados y los problemas debatidos se refieren, todos ellos, a las condiciones americanas, pero esto no disminuye el interés del libro para el lector no americano. La jungla política y administrativa en materia de medio ambiente (el autor señala que en los Estados Unidos sólo en el plano federal, más de 150 organismos se ocupan de millares de programas diferentes) es apenas menos caótica que en otros países industrializados y los problemas que suscita son muy semejantes.

El Profesor Henning facilita «la base de conocimientos tan necesaria», no tanto por los hechos que presenta en el texto como por las amplias y variadas referencias que da al final de cada capítulo, así como por la excelente bibliografía de publicaciones americanas que acompaña al texto.

¿Qué puede decirse de la «tan necesaria base teórica»?

El Profesor Lynton Caldwell, en el prólogo, hace observar la escasez de textos firmados por un solo autor sobre política y administración del medio ambiente en comparación con las muchas antologías que existen, y añade: «Muchas de estas antologías han sido, y son todavía, sumamente útiles, pero no es fácil que ofrezcan una perspectiva coherente de la materia que todo libro de un autor único puede brindar».

Sin embargo, el lector buscará en vano «estas perspectivas coherentes del tema», para la «base teórica tan necesaria». En cambio, lo que encontrará en casi todos los capítulos es una antología «en conserva» de opiniones y teorías. A título de ejemplo, tomado al azar, en la breve subsección de cuatro páginas del Capítulo 2, que trata del «contexto valor y poder», hemos lerdo lo siguiente:

«Phillip Abelson observa...»
«Gordon Allport considera...»
33 líneas citadas de Aldo Leopold.
«David Hume, un empírico escocés del siglo XVIII, señalaba...»
«Simon, Smithburg y Thompson señalan también...»
«Howard Lasswell considera...»
«Madison manifestó...»
«Según Norman Wengert...»
«Livingston y Thompson indican...»
«Griffith describe...»
«Según Griffith...»

Pero ¿cuál es la opinión del Profesor Henning? Nos deja en la duda. Como todas las mencionadas citas y opiniones resumidas se presentan sin comentario crítico, se puede creer que el Profesor Henning las refrenda todas: que prefiere hablar por bocas ajenas, pero muchas de estas opiniones, si se analizan de cerca, se verá que son contradictorias.

Este tratamiento resulta estimulante, e incluso fascinador. Constituye indudablemente un excelente material para el docente perspicaz, cuyos alumnos se entretendrán localizando el origen y evaluando críticamente algunas de estas opiniones y teorías. Pero no nos dará la mencionada a perspectiva coherente o. La impresión que se saca es que el Profesor Henning ha hecho abundante acopio de provisiones en el supermercado de las ideas, pero, una vez en casa, se ha limitado a dejarlas sobre la mesa de la cocina sin ponerlas a cocer.

Hay otras cosas que, en justicia, cabe reprochar al autor. Una de sus conclusiones - dura, pero indudablemente justificada - es que actualmente en los Estados Unidos «muchos de los organismos que se ocupan de recursos están adoptando un enfoque ecológico. Sin embargo, en realidad, esta orientación se limita, en gran parte, al tratamiento superficial y a la planificación a corto plazo. Cuando hay que tomar decisiones graves, siguiendo el proceso político y administrativo, suelen adquirir importancia capital los viejos valores, así como los intereses creados de los organismos y las clientelas». En el texto, el Servicio Forestal de los Estados Unidos y la profesión forestal, en su más amplio sentido, de ese país reciben una crítica más dura de la que les corresponde. Sin embargo, el texto contiene amplias referencias que indican que, en el curso de las investigaciones que han realizado durante los últimos años, el autor contó con la cooperación e información más completa, y con la expresión de opiniones abiertas, francas e incluso autocríticas por parte de las diversas categorías del Servicio Forestal que de cualquiera de los demás organismos. Tal vez algunos lectores estimen poco deportivo concentrar el fuego en aquellos que se han mostrado más generosos en facilitar municiones que pueden dispararse contra ellos.

El autor tiene razón en criticar la concentración de las escuelas profesionales en la competencia tecnocientífica, prestándose poca atención a la enseñanza en cuanto a valores, gentes y medio ambiente. Por supuesto, no es el único que lo hace. La cuestión ha constituido motivo de discusión en las escuelas de montes estadounidenses en el último decenio, y ya se han conseguido cambios importantes (que tanto el autor como yo consideramos adelantos positivos), si bien queda todavía mucho por hacer. Es, por lo tanto, de lamentar que el único programa de estudios que describe detalladamente como ejemplo típico de esta distorsión es el del Colegio Universitario de Montes de Syracuse, que ha tomado del General Catalog 1963-65 (Syracuse: State University of New York, 1965). Pero la Syracuse de hoy y la Syracuse de hace diez años son sumamente diferentes. Como ya saben la mayoría de los lectores de Unasylva, el SUNY College of Forestry se convirtió hace algunos años en College of Environmental Science and Forestry (Escuela de Ciencias del Medio Ambiente y Montes). No se trataba de un simple cambio de nomenclatura, sino que fue acompañado de importantes cambios en el plan de estudios. Además, Syracuse no es la única Escuela de Montes de los Estados Unidos que ha respondido a las nuevas corrientes.

El Profesor Henning, cuando trata del antagonismo del personal especializado en el medio ambiente entre especialistas y generalistas, y de los problemas del enfoque interdisciplinario, nunca se refiere a la cuestión fundamental del porqué de la fragmentación de los conocimientos. Por este motivo, aunque reconoce que el intelectual polivalente ha desaparecido, poco nuevo nos dice acerca de cómo retornar al enfoque conjuntista. Como muchos otros autores que se ocupan de este campo, de vez en cuando cede a la tentación de utilizar el término «ecológico D, cuando lo que realmente quiere decir es conciencia de la interrelación de los fenómenos, de la interpenetración de las disciplinas. Efectivamente, algunos pasajes de su obra dan la impresión de que secretamente considera a la ecología como la disciplina hegemónica, y al ecólogo como el único integrador y sintetizador auténtico. Pero, como es natural, los ecólogos no son menos inmunes que los maestros de las demás disciplinas a los prejuicios tecnocientíficos.

La virtud principal de esta obra estriba en que clasifica las cuestiones principales en categorías manejables, e indica las fuentes a las cuales el lector interesado puede acudir. Esto sólo justifica sobradamente la obra. Además, el Profesor Henning está por completo al lado de los ángeles. Tal vez en su próximo libro esté más dispuesto a identificar a los demonios. Mientras tanto, no dudo en encomiar esta obra y me asocio al juicio de Lynton Caldwell cuando afirma que «enriquece un campo de estudio en el cual no cabe esperar que una obra sola resulte definitiva».

JACK C. WESTOBY
Greve in Chianti, Italia

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