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Sobre enfermedades y plagas de los montes tropicales

B.K. Bakshi

B.K. Bakshi es Director de Investigaciones Biológicas del Instituto y las Escuelas de Investigación Forestal de la India, Dehra Dun.

Las enfermedades y las plagas son el principal factor determinante de la productividad forestal. El capital invertido en programas de investigación y control para abordar estos problemas, según el autor, constituye sólo un pequeño porcentaje del valor total de los bosques. A la larga, el desarrollo de árboles con resistencia genética es la solución más eficaz.

Mortalidad de Eucalyptus tereticornis debida al «mal rosado» causado por Corticium salmonicolor.

Debido al rápido aumento de la población mundial, la proporción de bosques por persona va disminuyendo, especialmente en las zonas del mundo menos industrializadas o en vías de desarrollo. Se calcula que las tierras cubiertas por bosques en los países en desarrollo ocupan una superficie de unos 2100 millones de ha, o sea, más de la mitad de las tierras boscosas en todo el mundo. Por tanto, hace falta un gran esfuerzo para aumentar la productividad de los bosques existentes y poblar otras zonas adecuadas. Las enfermedades y las plagas constituyen el principal factor determinante de la productividad forestal de los bosques naturales, y especialmente de las plantaciones, contrapesando así los esfuerzos para aumentar la producción de madera y satisfacer las necesidades de una población creciente.

Hace aproximadamente 30 años, en muchos países en desarrollo se establecieron en gran escala plantaciones de especies de crecimiento rápido. A fines de 1964, la superficie total ocupada por dichas plantaciones en los países en desarrollo era de aproximadamente 4,4 millones de ha, el 75 % de la cual estaba distribuida por igual entre América Latina y el Asia del Pacifico. Se prevé que esas plantaciones alcancen y mantengan una producción de aproximadamente 45 millones de m3 al año, lo que equivale a casi la mitad de la actual producción anual de madera rolliza para fines industriales, que es de 108 millones de m3, proveniente de los bosques (FAO, 1965).

El bosque tropical natural consiste principalmente en una composición mixta, con sotobosque asociado. Los árboles tienen diversas edades, y el grado de resistencia y susceptibilidad a una determinada plaga varía según la especie y la edad, reduciéndose por tanto el riesgo de la rápida propagación de las plagas. Aun en el caso de especies susceptibles, a través de decenios ocurre una selección natural de ejemplares resistentes. Por tanto, en condiciones normales las plagas indígenas no ocasionan daños catastróficos, ni siquiera perceptibles, en un bosque natural, a menos que se le haya perturbado demasiado mediante procedimientos forestales y de manejo, como ocurrió en la India con los bosques «húmedos» de sal, en los cuales las medidas intensivas de protección contra incendios aplicadas hasta los años veinte dieron por resultado un grave brote de cierta enfermedad de las raíces, que pudo ser detenido mediante la quema controlada, medida forestal que se hace necesaria en bosques de este tipo. Por el contrario, las plagas de insectos tales como la del barrenillo del duramen y el defoliador del cedro del Himalaya, pueden multiplicarse hasta estar en condiciones de ocasionar una epidemia durante ciertos años, y permanecer a nivel endémico durante el periodo intermedio. Pero, aun en este caso, se mantiene un equilibrio biológico entre vegetación natural y plagas.

FOTOGRAFÍAS: en esta página Madera de «sal» (Shorea robusta) con galerías abiertas por el barrenillo del durazno Hoplocerambyx spinicornis, en las que pueden verse larvas en fase de transformación en pupa y pupas;

Mortalidad en «sal» debida al barrenillo del duramen.

Mortalidad por podredumbre de la raíz en «khair» (Acacia catechu), causada por Ganoderma lucidum que forma esporóforos en la base del árbol;

Esporóforos de Polyporus shorea en la base de un «sal».

En las plantaciones, las especies preferidas se cultivan por regla general como masas puras en rodales coetáneos sometidos a manejo intensivo a fin de aumentar la productividad mediante la reducción de la variación genética, la eliminación de la vegetación competidora, el mantenimiento de la densidad óptima en los rodales, y la aplicación de otros métodos de cultivo. Todas estas operaciones pueden ocasionar el cambio radical del ecosistema y exponer las plantaciones al riesgo de enfermedades y plagas. Los patógenos y las plagas de los bosques tropicales pertenecen a un grupo de especies más variado, cuyo período de actividad es más prolongado que el de los que existen en los bosques de las regiones templadas. La cantidad y calidad del alimento disponible en las plantaciones puede dar por resultado brotes epidémicos de insectos tales como, por ejemplo, los defoliadores de la teca, el barrenillo del brote del semul y el defoliador del ailanthus. De igual modo, cuando el khair crece en cultivos puros en terrenos repoblados sufre de alta mortalidad, debido a la enfermedad radical causada por Ganodermalucidum, mal comúnmente endémico en el bosque natural. La entrada inadvertida de una plaga en un país puede constituir una amenaza para las especies indígenas, especialmente cuando éstas se cultivan en plantaciones. Ejemplos clásicos de este caso son las catastróficas pérdidas ocasionadas por el chancro americano del castaño, la grafiosis del olmo, la roya del pino de Weymouth, la lagarta peluda de los encinares y las tórtrix de los brotes del pino, en América del Norte, y la caída de las hojas del pino causada por Rhabdocline y el chancro causado por Scleroderris, en Europa.

Esperando la rotación

El éxito inicial de una especie exótica no constituye una garantía para el futuro hasta quc dicha especie haya completado con éxito al menos una rotación, porque los patógenos y plagas necesitan tiempo para multiplicarse, y las plagas locales pueden también necesitar tiempo para adaptarse al nuevo huésped. Las especies exóticas están expuestas a dos riesgos: en primer lugar, pueden ser atacadas por un parásito indígena, contra el cual no tienen ninguna resistencia, o por un patógeno del exterior introducido inadvertidamente, en segundo lugar. Por ejemplo, en la India, donde abundan los cultivos extensivos de Eucalyptus, más de 40 000 ha dedicadas a esos cultivos están gravemente afectadas debido al ataque del mal rosado, que se manifiesta en una amplia gama de huéspedes indígenas. Celosterna scrabrator, barrenillo que ataca las raíces y brotes de la Acacia indígena, ha encontrado un huésped adecuado en Eucalyptus, para el cual la plaga se ha convertido en un problema en las zonas secas. En el Africa oriental, las plantaciones exóticas de cipreses y de enebro son atacadas por la plaga local Oemida gahani.

Un ejemplo notable del segundo riesgo es el tizón Dothistronma, que es inocuo para el Pinus radiata su hábitat indígena de California, pero causa graves daños a las plantaciones de especies exóticas en diversos países. La avispa europea de la madera, que ataca a las coníferas en Nueva Zelandia y Australia, y el cerambícido australiano, que ataca a los Eucalyptus en Sudáfrica, la región mediterránea, Brasil y Argentina, constituyen ejemplos de plagas exóticas que ocasionan daños a las especies exóticas. De esta manera, muchas enfermedades e insectos han ocasionado ya graves daños a las plantaciones. Se prevé que este riesgo será mayor a medida que aumenten las zonas destinadas a plantaciones. En la mayoría de los países en desarrollo se presta poca o ninguna atención a este particular.

Para combatir esta amenaza, es necesario construir una sólida base que permita la investigación sobre las enfermedades y plagas de los bosques. Para lograr un enfoque eficaz de las investigaciones en este sector, se necesita una especialización en patología y entomología forestales, después de haber obtenido un buen conocimiento general de las disciplinas básicas, así como el conocimiento y comprensión de todas las ciencias biológicas y otras disciplinas complementarias. En muchos casos, los patógenos y la plaga actúan individualmente o en combinación dentro de un marco ambiental constituido por los factores climáticos y las condiciones del suelo. En ese caso se hace indispensable un enfoque de equipo que comprenda todas las disciplinas complementarias.

Vigilancia de plagas

Para comenzar, hace falta una dependencia de vigilancia de plagas, que se encargue de evaluar la enfermedad, diagnosticar la causa, estudiar su biología, ecología y epidemiología, evaluar los daños y determinar los posibles riesgos, y ejercer vigilancia continua para la detección de nuevos brotes en todas las tierras destinadas a bosques. A la larga, habrá que formular medidas de control, que podrán ser indirectas, mediante ajustes en los métodos silvícolas, de manejo y cultivo, o directas, mediante la aplicación de productos químicos letales, especialmente si se trata de plagas. La utilización de machos estériles, alimentos atrayentes, artificios sexuales, sustancias contra el apetito y hormonas juveniles constituyen otros de los métodos experimentados actualmente en la lucha contra las plagas. Sin embargo, habrá que formular programas para el mejoramiento de los árboles a fin de dotarlos de resistencia genética a las enfermedades y plagas. Este método, aunque lento y costoso, es posiblemente la solución más eficaz a largo plazo. Será necesario planificar el control biológico, especialmente para las plan gas de insectos, ya sea utilizando el conjunto de enemigos naturales o aumentando su número, mediante la in traducción de depredadores de parásitos y de patógenos, los cuales destruyen la plaga pero resultan inocuos para la vegetación. Debe crearse una organización eficaz que se ocupe de la cuarentena de las plantas forestales e imponga las medidas de protección apropiadas para evitar la entrada accidental de nuevos patógenos e insectos.

Las encuestas constituyen la base de la asignación de prioridades para la investigación intensiva sobre los problemas económicos, y para indicar el alcance de las investigaciones necesarias para resolver los problemas más urgentes. Por eso, cuando se hizo una encuesta sobre los efectos de Phytophthora cinnamoni en Eucalyptus marginata en el sudoeste de Australia - ya hablan sido devastadas 80 000 ha, es decir, el 5% de los bosques comercialmente productivos - se destinaron fondos en gran escala para las labores de investigación, y se asignaron 25 científicos al estudio del problema. El daño ocasionado a Pinus radiata por el tizón Dothistroma en Nueva Zelandia hizo necesaria la realización de un proyecto mediante el cual se efectuó con éxito el control químico de la enfermedad. Como resultado de esta medida, Pinus radiata sigue siendo la principal especie cultivada en Nueva Zelandia, pero constituye más del 90% de las nuevas plantaciones. La caries de la madera causada por Fomes annosus ha atraído a la mayoría de los patólogos que estudian este problema en diversos países, y la Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal (IUFRO) patrocina la celebración de conferencias internacionales en las que se examina la información mas reciente sobre esta materia. Se han formulado medidas de control para esta enfermedad, y continúan las investigaciones sobre dichas medidas. Desde 1962 hasta 1967-68, se estableció cada año un Fondo Nacional del Sírice, a fin de combatir Amylostereum-Sirex y estudiar el problema de las plagas de Pinus radiata. Este fondo ascendió al 0,4% del valor de la producción anual de coníferas exóticas de Australia.

Barrenillo del duramen del «sal».

La inversión de dinero en programas de investigaciones y control está plenamente justificada y constituye, en fin de cuentas, sólo un pequeño porcentaje del valor total de los bosques.

En la mayoría de los países en desarrollo no existe una base para efectuar investigaciones de patología y entomología forestales. En aquellos países donde tal base existe, el número de especialistas destinados al campo está lejos de ser el más adecuado en relación a la magnitud de los problemas que pueden existir en una variedad de especies de plantación cultivadas en zonas extensas. Por lo general, debido a la falta de vigilancia efectuada con regularidad, los brotes de enfermedades y plagas no se descubren hasta que los daños ocasionados son bastante graves. Puede suceder que se disponga en el país del asesoramiento de expertos en disciplinas afines a la agricultura, pero en la mayoría de los casos estos consejos son inútiles, pues a veces los problemas no guardan relación y los enfoques son diversos. De igual modo, puede ocurrir que no resulte provechoso traer, por un plazo limitado, expertos del exterior, ya que el problema puede requerir el empleo de bastante tiempo y esfuerzo para emprender los estudios básicos necesarios para la formulación de un programa de control. Aun conociendo el método para el control de un patógeno o plaga, su adaptación necesita conocimiento técnico, mano de obra y fondos para labores de divulgación.

Recursos escasos

En los países en desarrollo, por lo general, se destinan muy pocos recursos a la investigación pura y aplicada. Debido al rápido crecimiento de la población existente en la mayoría de los países en desarrollo, la producción de alimentos constituye la preocupación más inmediata y en ella se hace hincapié, mientras que los sectores afines, tales como la silvicultura, no reciben la debida atención.

La escasez de los fondos destinados a las investigaciones forestales constituye uno de los principales impedimentos para la expansión de la silvicultura en los países en desarrollo. Estos países necesitan con suma urgencia programas forestales dinámicos, a fin de satisfacer las crecientes necesidades domésticas de madera y productos derivados de la madera, que les permita una participación más activa en el comercio mundial. Hasta ahora, los esfuerzos realizados en el sector de la investigación y el desarrollo de la silvicultura han estado encaminados principalmente hacia las materias primas y las condiciones de mercado de los países desarrollados. Cabe señalar que, para que la silvicultura adelante en los países en desarrollo, es preciso que éstos realicen y financien debidamente trabajos de investigación y desarrollo, los cuales deberán tener en cuenta las materias primas y las necesidades de esos países.

Palomilla de Eterusia pulchella que causa la defoliación en Pinus kesya.

Muchas enfermedades y plagas son comunes a la mayoría de los países, y podrían ser de importancia para otros. Por tanto, la protección de los bosques contra plagas y enfermedades merece la atención general. El problema de una determinada región no debe examinarse aisladamente, sino en un contexto global. Deben estimularse los esfuerzos de tipo cooperativo, a nivel regional e internacional, utilizando los servicios de organismos tales como la FAO y grupos como la IUFRO, mediante programas técnicos, simposios y conferencias para examinar la situación y las necesidades sobre investigación.

Debería prestarse especial atención a la creación de institutos regionales que se encarguen de efectuar investigaciones sobre enfermedades y plagas forestales, especialmente en los países en desarrollo. Los países que tienen vegetación forestal y problemas similares deben agruparse en núcleos que servirán de base para la investigación orientada a la acción, destinada a aquellos países que necesitan con urgencia esta clase de trabajos, pero no pueden sufragar los costos de las instalaciones y servicios.


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