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Editorial: Energía maderera

Este es el primero de dos números especiales e Unasylva dedicados exclusivamente a la energía maderera. Este tema fue examinado agosto, en Nairobi, por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Fuentes de Energía Nuevas y Renovables. Cuatro de los seis artículos el presente número son adaptaciones de documentos escritos para esa reunión. La Conferencia, solicitada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunirá a científicos, economistas y asesores políticos de gobiernos y organismos internacionales, y hará hincapié en los problemas energéticos de los países en desarrollo. El título por sí solo ya indica que se pretende hallar soluciones prácticas a largo plazo.

Uno de los estudios más importantes que se presentarán a la Conferencia lo hizo un grupo e nueve miembros de las Naciones Unidas, con a colaboración del personal de la FAO. En él e describe en qué medida el mundo en desarrollo depende ahora y dependerá en el futuro de a energía maderera, y se identifican zonas donde existe ya una grave escasez de leña. Más adelante, el estudio hace recomendaciones para afrontar la situación.

El informe del Cuadro de Expertos sobre Leña Carbón Vegetal resume sucintamente el problema energético de los países en desarrollo.

«La leña y otros combustibles orgánicos son fuentes de energía para la supervivencia de los pobres en el mundo. Para vivir, el hombre tiene que comer. Para que sean comestibles, la mayor parte de los alimentos deben cocinarse. Casi la mitad de la humanidad depende de la leña.»

Del informe emerge «una situación de proporciones aterradoras». Hay más de 100 millones de personas «que no logran obtener leña suficiente, ni siquiera para satisfacer sus necesidades mínimas de energía». Otros 1000 millones «se ven afectados por una escasez menor aunque no identificable. Si las tendencias actuales prosiguen, para el año 2000 esas cifras habrán legado a 2 500 millones de personas».

El cuadro que se incluye en estas páginas, sacado del informe del Grupo, indica la forma en que se ven afectadas las cuatro regiones del mundo en desarrollo, y las previsiones para los próximos 20 años.

El informe asegura que, por falta de leña o de otros combustibles biológicos, las poblaciones de ciertas regiones del mundo «no pueden ya cocinar suficientes alimentos para evitar el hambre y la malnutrición. En climas fríos, aumenta la mortalidad de personas ancianas y niños pequeños - que son menos resistentes, porque las casas no pueden calentarse en forma adecuada. Además, aparentemente muchas si no todas las poblaciones dependientes de la leña, a medida que disminuyen los suministros, tienen que hacer en la actualidad más sacrificios físicos y económicos para conseguir combustible».

En ciertos lugares, la necesidad de leña está creando zonas de desastre ecológico. En zonas del Africa occidental, el Sahel y el Himalaya, para obtener leña, se han cortado los árboles y la vegetación leñosa hasta el punto de que la tierra ha perdido su valor agrícola.

«La destrucción de los frágiles ecosistemas de las tierras áridas..., la erosión, las inundaciones y el anegamiento que han acompañado a la eliminación de los árboles... amenazan el potencial agrícola y la producción de alimentos en escala alarmante.»

Imaginar que en el próximo cuarto de siglo alternativas como programas en gran escala de biogás, energía solar, energía nuclear, por no mencionar la hulla o el petróleo importados, podrán proporcionar energía en escala suficiente para satisfacer las necesidades de los pueblos de los países en desarrollo, equivale a no comprender la realidad. Las poblaciones en cuestión son demasiado pobres y están demasiado apartadas para poder usar combustibles que no sean la leña, el carbón o el estiércol.

Afortunadamente, existen soluciones prácticas, como las que recomienda el Grupo y como las que describen en detalle los artículos del presente número. Pero nadie cree que sean fáciles de lograr. ¿Por qué ha habido tantos fracasos cuando se ha tratado de hacer plantaciones para el autoabastecimiento de leña en los países en desarrollo, a pesar de que en la práctica las técnicas no son desconocidas? Por lo general, las soluciones están más allá de los límites de la tecnología. Implican un nexo entre factores tecnológicos, económicos. socioculturales y políticos.

La principal recomendación del Grupo es de carácter político: «La concientización de las dimensiones y la índole de las necesidades energéticas que han de satisfacerse con leña y carbón...» Insta «a los gobiernos y a la comunidad internacional a expresar públicamente su determinación de tomar medidas...».

Una vez más se apela a la voluntad política.

La «crisis energética del pobre» no tiene nada que ver con el petróleo; se refiere a la leña, a los residuos agrícolas, al estiércol cuidadosamente moldeado y secado al sol. En ciertos casos, esa crisis energética está o puede estar relacionada con el precio del petróleo, especialmente cuando se sustituye por la leña y el carbón que se lleva del campo a la ciudad. Pero fundamentalmente, la situación de la energía maderera debe verse en su propio contexto, que es rural, demográfico y ecológico. Los organismos y las personas que se ocupan del desarrollo internacional son conscientes de esto y existen muchos indicios de que están dispuestos a financiar proyectos de recursos energéticos renovables de diversos tipos, en especial los que abarcan la energía maderera. Es más, la conciencia ambiental generalizada, en los países desarrollados y en desarrollo, ha dado carácter de urgencia a la necesidad de ordenar las reservas forestales existentes y repoblar las tierras marginales.

El nivel de voluntad política de resolver tales problemas se refleja ya en la alta proporción de los proyectos de campo de la FAO que abarcan la energía maderera. Actualmente, constituye con mucho la mayor área entre las medidas inmediatas sobre cualquier fuente de energía renovable que se están tomando en el sistema de las Naciones Unidas. El Departamento de Montes de la FAO está ejecutando, con fondos provenientes de una variedad de instituciones financieras multilaterales y bilaterales, más de 40 proyectos que abarcan la energía maderera.

Mirando al futuro, la FAO ha inaugurado un gran programa para los países en desarrollo, el de la Contribución Forestal a la Energía en el Campo, que puede movilizar capitales y recursos humanos en una serie de proyectos de energía maderera. Se desea hacer estos proyectos a la medida de las necesidades de comunidades rurales de todas las dimensiones, descendiendo hasta la pequeña aldea y la familia.

Una de las partes del programa tiene por objeto lograr una producción de leña más intensiva en bosques que actualmente adolecen de una ordenación no apropiada o cuyo potencial como recurso renovable de producción de leña no se ha descubierto. Otra parte desarrollará y difundirá la tecnología de aparatos de uso directo más eficaces, desde estufas de buen rendimiento térmico para la cocina y la calefacción doméstica, hasta generadores a leña prácticos y económicos, para las industrias rurales que desperdician demasiada leña y carbón.

Los forestales profesionales han menospreciado el uso de la madera como leña, relegándolo al último lugar, muy a la zaga de la fabricación de papel y madera aserrada y del manejo de las cuencas hidrográficas. Quizás, también en este caso el exceso de confianza es causa de menosprecio. En definitiva, esto no debe seguir siendo así. El uso más antiguo y conocido de la madera, debe mirarse con nuevos ojos.

T.M. PASCA, Redactor

ESCASEZ DE LEÑA EN LOS PAISES EN DESARROLLO
Dimensiones actuales y futuras, en millones de personas afectadas

Región

1980

2000

Escasez aguda

Déficit

Escasez aguda

Déficit

Total

Rural

Total

Rural

Total

Rural

Total

Rural

Africa

55

49

146

131

88

74

447

390

Cercano Oriente y Africa del Norte

 

 

104

69

 

 

268

158

Asia/Pacífico

31

31

645

551

238

53

1532

1441

América Latina

15

9

104

82

30

13

523

136

Total

101

89

999

833

356

140

2770

2225

Fuente: Informe FAO del Cuadro de Expertos sobre Leña y Carbón Vegetal a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Fuentes de Energía Nuevas y Renovables de agosto de 1981.


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