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Silvicultura comunitaria: Cómo lograr éxito mediante la participación popular

Y.S. Rao

Y.S. Rao es Economista forestal regional en la Oficina Regional para Asia y el Pacífico de la FAO en Bangkok El presente articulo es una adaptación de una comunicación presentada en el Seminario regional sobre silvicultura comunitaria celebrado en Korat, Tailandia, del 22 al 29 de agosto de 1983, y publicado en 1984, como parte de las actas del seminario, conjuntamente por la FAO, el PNUD y el Instituto de Políticas y Ambiente, Centro Este-Oeste, Honolulú, Hawaii, con el titulo Algunos aspectos de la silvicultura comunitaria.

Hasta ahora, en la ordenación forestal se tenían solamente en cuenta las funciones protectora y productiva de los bosques. Actualmente, y debido sobre todo a la aparición del concepto de silvicultura «comunitaria» o «social», se está comenzando a considerar también seriamente el aspecto social de los bosques. En este articulo, Y.S. Rao describe de forma sucinta y clara en qué consiste la silvicultura comunitaria, indica qué es necesario para que tenga éxito y examina sus limitaciones actuales. En su opinión, para llevar a cabo una actividad forestal comunitaria, será necesaria la reestructuración radical de las políticas, prácticas e instituciones forestales tradicionales.

· Históricamente, los bosques han constituido una de las fuentes de riqueza renovable más importante para el hombre. Desempeñan la función indispensable de mantener el equilibrio ecológico del suelo, el agua, la flora y la fauna, del que depende la vida, tal como la concebimos. Esta función, asignada por la naturaleza a los bosques, se denomina frecuentemente función protectora.

Los bosques proporcionan también madera para una serie de actividades industriales esenciales a la supervivencia económica del género humano. Los gobiernos explotan y utilizan los bosques año tras año para aumentar los ingresos nacionales o conseguir divisas. Estos aspectos representan la función productiva de los bosques.

Tradicionalmente, la ordenación forestal se basaba en el desarrollo y la comprensión de los aspectos protector y productivo de los bosques naturales. Se daba prioridad absoluta a las consideraciones de orden biológico, técnico y macroeconómico. Por ello, la ordenación forestal consistía generalmente en las siguientes actividades:

· levantar una «barrera legal» entre la población y los bosques, con la obsesión permanente de vigilar la propiedad forestal;

· fijar objetivos para la producción comercial de madera en rollo y aumentar la producción forestal sin plantearse la cuestión de quiénes eran los destinatarios de los beneficios;

· conseguir beneficios (a pesar de los elogios puramente verbales dedicados a conceptos tales como la producción de un rendimiento sostenido), con el resultado de que se produce una erosión gradual de la fuente de los recursos;

· practicar la silvicultura exclusivamente en las tierras de propiedad del sector público mediante estrategias y programas establecidos por funcionarios públicos, sin consultar a la «población», y

· utilizar a la población solamente como trabajadores asalariados, ignorando su función en la protección de los recursos.

Estas prácticas tuvieron sin duda su razón de ser en épocas en que la presión demográfica era reducida, el sentido de la equidad y la justicia no estaba formado todavía en la sociedad, y los sistemas biológicos dominaban al ser humano y a la sociedad, y no a la inversa. Pero, a medida que disminuían los recursos y aumentaba la población local que tradicionalmente dependía de los bosques naturales para obtener una gran variedad de bienes, empezaron a ser inaplicables los sistemas de ordenación forestal utilizados hasta entonces. El seguir practicándolos hizo que la población que vivía en los bosques y alrededor de ellos se sintiera alienada, pues no comprendía en qué forma podía beneficiarla los programas forestales. Día tras día pasaban por delante de sus aldeas camiones cargados de troncos destinados a las zonas urbanas o al extranjero, para lo que había sin duda razones económicas válidas, pero ellos tenían que seguir viviendo en un medio forestal cuyos recursos se hablan reducido considerablemente y que ya no servían de soporte a sus actividades agrícolas ni cubrían las necesidades diarias de su supervivencia.

Durante los últimos años, en el plano internacional, y de manera más especial en la región de Asia y el Pacífico, se ha dedicado considerable atención a la función social de los bosques y de la silvicultura, así como a sus funciones protectora y productiva. Se ha reconocido la necesidad de adoptar criterios globales en los que se trate de integrar los aspectos protector, productivo y social de la silvicultura. Actualmente se acepta en general el concepto de actividades forestales para el desarrollo.

El concepto de silvicultura comunitaria

Varios gobiernos de la región de Asia y el Pacífico han intentado, sobre todo durante el último decenio, poner en marcha programas que podrían describirse en sentido amplio como «actividades forestales comunitarias» o «actividades forestales para el desarrollo de comunidades locales» o bien como «actividades forestales sociales». En 1978 la FAO dio una definición del concepto, en formación, de silvicultura comunitaria, según la cual se incluye en ella cualquier situación que permita a la población local participar de cerca en las actividades forestales. El concepto abarca un amplio abanico de situaciones que van desde las parcelas forestales en zonas donde no abundan la madera y demás productos de los bosques, para cubrir las necesidades locales, hasta la plantación de árboles en las explotaciones agrícolas. Incluye asimismo la elaboración de los productos forestales a nivel doméstico, artesanal y de pequeña industria para obtener ingresos, así como las actividades de las comunidades que habitan en los bosques. Se excluyen las labores forestales industriales en gran escala y cualquier otro tipo de actividad forestal que contribuya al desarrollo de la comunidad únicamente a través de los salarios y del empleo, pero si incluyen las actividades de empresas dedicadas a industrias forestales y las actividades forestales del sector público a nivel de la comunidad. Las actividades incluidas en el concepto de silvicultura comunitaria son en principio compatibles con cualquier tipo de régimen de tenencia de tierras.

A lo largo de los años ha aumentado considerablemente la gama de actividades incluidas en el concepto de silvicultura comunitaria. Ultimamente, los silvicultores han abandonado la idea de los «bosques reservados» y han intentado que los bosques y las parcelas forestales se emplazaran en los lugares donde escasea la madera y demás productos forestales. Los técnicos forestales «irrumpen» en las zonas agrícolas tradicionales y tratan de hacer sitio a los árboles junto a los cultivos. Invaden los centros urbanos y las ciudades y plantan árboles en los espacios vacíos, tratando de crear una «zona urbana-rural mixta». Los técnicos forestales pretenden que la población y los árboles convivan y, para ello, ejercen su profesión mucho más que hasta ahora, en zonas cercanas a aquellas donde vive la mayoría de la población.

Condiciones para el éxito

La silvicultura comunitaria se practica en muy distintos entornos. Un análisis de esas situaciones sugiere una serie de condiciones para que tenga éxito y también una serie de limitaciones. Será difícil el éxito de sistemas de silvicultura destinados a las comunidades rurales si no se persuade de su utilidad a la población interesada. Esta debe estar convencida de que participará en los beneficios que se obtengan y de que la importancia de éstos justifica su participación. Algunas de las condiciones más importantes son:

· un compromiso político;
· la evaluación de las necesidades rurales;
· una solución técnica adecuada;
· un sistema de incentivos;
· instituciones rurales apropiadas;
· una organización de apoyo; una red de extensión forestal; apoyo a la investigación.

Compromiso político Las actividades forestales para el desarrollo de la comunidad rural varían mucho de un país a otro, según la ideología y los recursos de los gobiernos, el tipo de sociedad y la localidad. Sin embargo, hay algunas consideraciones aplicables a la mayoría de los países. En primer lugar, el gobierno debe comprometerse a fomentar el desarrollo del sector rural, especialmente en las zonas donde vive la población más pobre. Como se puso de manifiesto en la Conferencia Mundial sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural de la FAO celebrada en 1979, ese objetivo puede exigir la redistribución de los recursos en favor de las zonas rurales. En segundo lugar, puede ser necesario imponer algunas restricciones a la propiedad de la tierra, mediante una legislación especial sobre su tenencia. En tercer lugar, es fundamental que el desarrollo forestal se realice con la plena participación y empeño de la población rural mediante programas surgidos desde abajo y no impuestos desde arriba. Por último, al ser la silvicultura generalmente un proceso a largo plazo, se requiere también un compromiso a largo plazo

Evaluación de las necesidades rurales Lo primero que debe hacerse es identificar las necesidades de la comunidad mediante consultas con la propia población y decidir qué posibilidades existen de satisfacerlas, teniendo en cuenta las condiciones del medio. Las necesidades deben satisfacerse de forma que el mayor número posible de personas obtenga el máximo beneficio.

Será necesario realizar una encuesta en la zona correspondiente, que debe ser un sector bien delimitado, como una cuenca hidrográfica o un grupo de aldeas. La encuesta se referirá al medio físico y biológico (clima, suelo, vegetación, uso de la tierra); a los recursos forestales y afines existentes; al uso de la madera, necesidades de ésta y perspectivas de mercado, y a la propia comunidad, incluidos aspectos como el sistema social, el régimen de tenencia de tierras, los hábitos alimentarios, etc.

Trabajadores en un proyecto de silvicultura comunitaria necesidad de que la población participe en todas las etapas

La población deberá participar en la encuesta en la mayor medida posible.

Por ser la leña un articulo de gran importancia para las comunidades rurales, debe ser uno de los principales aspectos del estudio. Deberán estudiarse también los usos que la población rural hace de los productos forestales distintos de la madera, como pueden ser los frutos, semillas, frutos secos, productos comestibles de las palmeras, setas, miel, arbustos forrajeros u otro tipo de alimentos para el ganado. También deberá recogerse información sobre cualquier actividad forestal que proporcione trabajo o beneficios, como la obtención de resina, el cultivo de seda de tasar, la recolección de semillas, vainas o cortezas para el curtido o la recogida de aquellas partes de las plantas utilizadas para usos medicinales u otros fines económicos.

Soluciones técnicas adecuadas En algunos aspectos, el defecto de las soluciones convencionales en materia forestal es su ortodoxia. Esas soluciones están concebidas por técnicos e impuestas de forma compulsiva o paternalista a la población. Lo que los profesionales olvidan a menudo es que las personas que viven en el medio rural conocen bien sus problemas y pueden pensar con un criterio más interdisciplinario que muchos especialistas, aunque no de una manera científica. Por lo tanto, es conveniente que las soluciones técnicas se elaboren con la población y no para ella.

Como principio general, debe procurarse cambiar lo menos posible la práctica habitual del uso de la tierra y prepararla para que produzca distintas combinaciones de cultivos, incluyendo los arbóreos y los alimentarios. Un ejemplo importante de uno de los primeros experimentos en silvicultura comunitaria son los trabajos realizados por la empresa Perum Perhutani en Java, donde las prácticas nuevas e intensivas del uso de la tierra han contribuido mucho a su mejor aprovechamiento. Se ha demostrado que es posible combinar con éxito sistemas de agricultura y silvicultura a fin de producir en los bosques forraje para el ganado vacuno, cultivar especies para leña, criar gusanos de seda y obtener alimento para las abejas que producen miel y cera.

A continuación se resumen las principales orientaciones para encontrar soluciones técnicas adecuadas para la silvicultura comunitaria:

1. Cuando hay competencia por el uso de la tierra forestal:

· intercalar los cultivos y los árboles;

· repartir la tierra de forma racional entre los árboles y los cultivos;

· aumentar los beneficios no alimentarios para las comunidades forestales, mediante el empleo en el bosque y en las industrias forestales, los ingresos procedentes de los productos forestales secundarios, etc.

2. Cuando los cultivos y el pastoreo compiten por la tierra con la forestación:

· plantar árboles a los lados de las carreteras, en las orillas de los ríos, en los limites de las plantaciones y en otros lugares marginales no utilizados para los cultivos, o en zonas susceptibles de erosión no aptas para los cultivos o el pastoreo;

· mejorar la productividad en las zonas más aptas para el cultivo a fin de dejar tierra libre para la plantación de árboles;

· plantar especies de usos múltiples o combinar varias especies para aumentar la productividad;

· combinar la plantación de árboles con otros cultivos o con los pastizales;

· introducir otras fuentes de ingresos (por ejemplo, la apicultura).

3. Cuando los productos procedentes de los árboles no satisfacen las necesidades inmediatas:

· plantar especies de usos múltiples, o combinar especies que den algún rendimiento a corto plazo;

· ofrecer apoyo financiero durante los períodos de plantación: préstamos a interés bajo, subvenciones, subsidios, empleo asalariado, etc.;

· introducir o ampliar las fuentes complementarias no forestales de ingresos; · adoptar sistemas de actividad forestal que no compitan por mano de obra que se necesite en las épocas en que la demanda de ésta sea mayor.

4. Cuando no existe tradición forestal o no se conocen las técnicas necesarias:

· ofrecer orientación y apoyo mediante servicios de extensión, educación, asesoramiento técnico e insumos, capacitación a nivel popular y proyectos experimentales.

Sistema de incentivos La acuciante necesidad de ingresos para hacer frente a las necesidades cotidianas hace que la población rural no pueda permitirse invertir en actividades que sólo darán rendimiento después de algunos años. Por lo tanto, es preciso encontrar algún modo de proporcionar ingresos a la comunidad hasta que los árboles sean productivos. Para ello, puede recurrirse al apoyo exterior durante ese periodo en forma de salarios o algún tipo de pago en efectivo (por ejemplo, en Gujarat, India). Ello puede conseguirse también plantando especies de usos múltiples o combinando especies que den forraje o fruta o algún producto vendible a partir del primer año.

Otra alternativa consiste en introducir nuevas fuentes de ingresos en la comunidad junto con las actividades forestales. Otra variedad de apoyo financiero es la concesión de créditos directos. Sin embargo, en la mayor parte de los países en desarrollo, el crédito rural ha estado vinculado directamente a los cultivos comerciales y alimentarios y no existe ninguna experiencia sobre crédito para actividades «no tradicionales» como la plantación de árboles. Deberán idearse mecanismos para acelerar la concesión de créditos a los campesinos que cultivan árboles.

Los subsidios y subvenciones que se concedan en la etapa inicial de formación de las plantaciones constituyen un incentivo para los pequeños agricultores, que pueden así sufragar los gastos de desbroce y preparación de la tierra. También puede servir de incentivo la exención fiscal de cargas forestales, impuestos sobre la propiedad de la tierra, tasas de riego y otras contribuciones sobre la renta, así como la concesión de beneficios fiscales para desviar las inversiones hacia las zonas rurales, con lo que se aumentarían las oportunidades de empleo en ese sector.

Puede constituir también un incentivo el cultivo en régimen de aparcería, en virtud del cual la comunidad proporciona la tierra y la mano de obra necesaria, y los servicios forestales o una compañía privada facilitan las plántalas, los fertilizantes y la asistencia técnica. Cuando se realiza la corta, los beneficios netos se reparten de forma proporcional a los insumos.

Pueden usarse también como incentivos: la entrega gratuita de semillas y plántalas, incluidos los gastos de transporte; el suministro de las herramientas necesarias, fertilizantes o ayuda alimentaria (como la que proporciona el Programa Mundial de Alimentos en muchos países), así como servicios médicos, abastecimiento de agua o materiales de construcción gratuitos.

Además de estos insumos directos relacionados con la plantación de árboles, se necesitan también otros insumos sociales para ayudar a los cultivadores de árboles que vivan en zonas lejanas al medio aldeano tradicional. Podrá construírseles, por ejemplo, caminos vecinales y sistemas de riego, escuelas, cooperativas y dispensarios. La mejora y/o creación de estos servicios sociales no sólo beneficiará a los campesinos que planten los árboles, sino que ayudará también a integrar la silvicultura comunitaria en el desarrollo de otros sectores. El fomento de las industrias agrícolas familiares directamente relacionadas con la plantación de árboles! la agricultura y la sericultura, constituye otro de los sectores donde pueden combinarse programas específicos para aumentar los ingresos rurales y las oportunidades de empleo en beneficio de la prosperidad comunitaria.

En un medio rural tal vez no sea muy eficaz el sistema de comercialización basado en la oferta y la demanda, debido al carácter especial del consumo en esas sociedades. Por consiguiente, no conviene poner a la venta leña, madera forraje, frutos y hierba que puedan con seguirse gratuitamente en los bosques de la comunidad y que se consuman c utilicen localmente, aunque exista demanda de ellos en otras partes. Es fundamental crear mecanismos alternativos de mercado que permitan a la población rural vender el excedente de sus productos a precios remunerativos.

Instituciones rurales adecuadas Actualmente se reconoce que la «aceptación» y «difusión» de las innovaciones técnicas tienen lugar en un contexto estructural sobre el que se sabe muy poco. La hipótesis de que el progreso tecnológico se difundiría o «filtraría» automáticamente incluso a los sectores más pobres, no se ha confirmado en la realidad.

Aunque al abordar la cuestión del desarrollo local se deben tener en cuenta las instituciones existentes, éstas pueden al mismo tiempo constituir un impedimento para el cambio. Pueden reflejar los intereses de los miembros ricos de la comunidad más que los de los pobres. Por lo tanto, debe fomentarse la formación de nuevas organizaciones locales. Las asociaciones de agricultores (por ejemplo, las de la República de Corea) y las organizaciones no gubernamentales pueden desempeñar un papel importante y su participación debe buscarse desde el principio.

No hay que olvidar la posible contribución de las industrias forestales a la silvicultura comunitaria. Cuando pueda introducirse la silvicultura como actividad generadora de ingresos, la industria podrá participar directamente en los programas forestales locales asegurando los mercados y facilitando apoyo técnico (como sucede, por ejemplo, en Filipinas). Pueden utilizarse como incentivos la exención de impuestos o los préstamos.

En la relación de la población local con los bosques circundantes y con la silvicultura comunitaria influirá sin duda considerablemente la forma que adopte la tenencia de la tierra. Puede resultar necesario revisar y cambiar el sistema existente con el fin de inducir a la población local a participar más en la ordenación y utilización de los bosques. Mediante la propiedad cooperativa y comunal de los bosques se intenta resolver el problema de una disponibilidad restringida de la tierra para la silvicultura comunitaria. En cierto sentido, el sistema de tenencia que han adoptado en China las comunas, las brigadas y los equipos de producción, recoge los elementos fundamentales del sistema de propiedad comunal cooperativo que garantiza la participación equitativa de la sociedad en los rendimientos y los productos de la tierra.

Las cooperativas forestales pueden organizarse a nivel de aldea o de grupo de aldeas, o entre grupos de colonos y propietarios forestales. Aunque estos grupos se ocupen sobre todo de la plantación de árboles y recogida de productos forestales disponibles, podrían también ampliar sus actividades a la elaboración y comercialización, con objeto de obtener el máximo beneficio para la comunidad.

El gobierno debe comprometerse a fomentar el sector rural, especialmente en las zonas donde vive la población más pobre

El gobierno debe comprometerse a fomentar el sector rural

Organización de apoyo Será preciso introducir cambios fundamentales en la actitud, capacitación y estructura de los servicios forestales oficiales, a fin de que orienten su actividad preferentemente a la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de las comunidades rurales. Tal vez sea necesario establecer a varios niveles, dentro de esos servicios forestales, una dependencia especial encargada de la silvicultura, la extensión y la capacitación comunitarias, para lo cual es muy posible que se precise personal adicional que mantenga frecuentes contactos con las aldeas. Deberán determinarse con gran precisión las necesidades de personal, que pueden incluir especialistas en otras disciplinas distintas de la silvicultura (por ejemplo, en ciencias sociales). Conviene tener en cuenta que «el hacer que la silvicultura contribuya a ayudar a las comunidades rurales>, no es tanto un problema técnico como una cuestión institucional, social y política. Por consiguiente, para el fomento de la silvicultura comunitaria es de primordial importancia el cambio de actitud de los funcionarios gubernamentales mediante la capacitación y formación, y la existencia de una estructura institucional y orgánica apropiada que facilite la comunicación con la población rural.

Las estructuras institucionales y administrativas existentes han resultado insuficientes para alcanzar estos nuevos objetivos. Es cierto que con los actuales sistemas de enseñanza forestal se han formado excelentes técnicos. Sin embargo, para adoptar iniciativas que combinen el enfoque social con el técnico, hay que integrar la silvicultura, ciencia técnica, con las ciencias sociales.

Dada la magnitud que debe tener un programa de silvicultura comunitaria para que pueda atender a las necesidades rurales, será necesario transferir a las comunidades rurales una parte de las funciones de ordenación que actualmente competen al gobierno. A tal fin, deberá capacitarse a las personas adecuadas de las comunidades rurales en aspectos fundamentales de silvicultura social, mediante programas que utilicen métodos de capacitación como cursillos, visitas de campo, demostraciones prácticas y documentos preparados cuidadosamente.

Una red de extensión Los conocimientos y requisitos que debe satisfacer el personal encargado de la silvicultura comunitaria, especialmente el de campo, son menores que los de los técnicos forestales convencionales en materias como silvicultura e ingeniería, pero mucho mayores en temas como sociología y extensión. Por lo tanto, no es preciso que la mayor parte del personal para la silvicultura comunitaria reciba una enseñanza forestal convencional. Será más conveniente que los puestos del personal de los servicios forestales se cubran con extensionistas familiarizados con la sociedad rural. Antes de que se les asigne una actividad forestal comunitaria, podrá dárseles un cursillo sobre ordenación de plantaciones. Se supone que los extensionistas deben actuar como intermediarios que transmitan las innovaciones a los agricultores y lleven a los investigadores los problemas de aquellos.

Los programas de silvicultura comunitaria deberán dedicarse también a preparar materiales auxiliares para los extensionistas, proporcionar a éstos información sobre las especies, el equipo y las técnicas apropiados y facilitar nueva información cuando sea necesario.

Apoyo a la investigación En un programa como el de silvicultura comunitaria, que debe evolucionar y adaptarse constantemente a las distintas necesidades, ideas y situaciones, las posibilidades de la investigación son enormes. Entre los campos de investigación que pueden resultar de interés para la silvicultura comunitaria pueden citarse los siguientes: sociología, introducción de especies, mejora del suelo, sistemas de explotación agrícola y forestal, sistemas para combinar la agricultura y la silvicultura a largo plazo, silvicultura y pastoreo conjuntos, utilización de los productos, identificación de nuevas fuentes de ingresos, desarrollo de la tecnología, economía de la producción y conservación del suelo y del agua.

Niños en una aldea forestal tailandesa la silvicultura puede hacer que el futuro sea mejor

Limitaciones

La más obvia de ellas es que el largo plazo de rendimiento de la silvicultura entrará inevitablemente en conflicto con las prioridades de la población rural pobre que, lógicamente, tratará sobre todo de satisfacer las necesidades básicas inmediatas. No es fácil poder dedicar tierras, mano de obra y otros re cursos, con los que se pueden obtener alimentos, combustible e ingresos inmediatamente necesarios, a la producción de madera de la que sólo se podrá disponer dentro de muchos años. La silvicultura sólo podrá introducirse a nivel comunitario y continuar existiendo, si tiene en cuenta las necesidades reales de la población rural pobre.

En varios países todavía no se ha dado a la silvicultura el lugar que le corresponde en los programas de desarrollo rural integrado y en los proyectos de desarrollo comunitario. Es frecuente que los bosques y su influencia positiva en la mejora del medio se den por sentados, y que no se realice ningún esfuerzo conciente para desarrollar las actividades forestales como un «uso de la tierra» que beneficia a las comunidades locales. La mayor parte de los sistemas de uso de la tierra que funcionan hoy en día se ocupan exclusivamente de la producción de alimentos. Lo normal es que se tienda al monocultivo para satisfacer las necesidades de alimentos y de ingresos en efectivo. El desarrollo forestal se limita a las tierras que no son adecuadas para los cultivos alimentarios o comerciales y que no pueden regarse. Esas tierras en espera de desarrollo están lejos del medio aldeano habitual y carecen de infraestructura institucional y social. No es fácil persuadir a las instituciones públicas y locales que se ocupan del desarrollo comunitario a que cambien o amplíen el ámbito de sus operaciones e incluyan a la silvicultura en su campo de actividades.

Otra importante limitación es la seguridad en la tenencia de la tierra. Es poco probable que el agricultor (o la comunidad) cooperen, si no se les asegura que los árboles seguirán siendo suyos cuando llegue el momento de la tala. Por lo tanto, en muchas situaciones puede resultar difícil abordar la silvicultura antes de adoptar una reforma de la tenencia de la tierra de mayor alcance o de cambiar su uso.

La falta de tradición con respecto a la ordenación forestal contrasta en la mayor parte de los países en desarrollo con lo arraigado de las tradiciones agrícolas. Incluso cuando escasean artículos tan esenciales como la leña o los postes para la construcción, puede seguir persistiendo la hostilidad hacia los bosques y los árboles como refugio de aves y otros animales salvajes que pueden perjudicar a los cultivos. Esta actitud, basada en la anterior abundancia de bosques, tiende a ser hostil a la ordenación forestal y es difícil que la población rural se percate de los resultados que trae consigo la destrucción de los bosques hasta que no se produce una verdadera escasez. Será igualmente difícil persuadirla de los efectos beneficiosos de la ordenación forestal que, a menudo, requerirá un profundo cambio de actitud y comportamiento.

Cualquier solución voluntaria presupone confianza por parte de la población y una consideración favorable e imaginativa hacia la forma de vida local por parte de los que propugnan el desarrollo. Hay otras limitaciones debidas a las estructuras burocráticas que acompañan a todo proceso de cambio, como pueden ser la rigidez en los procedimientos, la interpretación rigurosa de las normas, la arrogancia de los pequeños funcionarios y la insuficiente formación a niveles más bajos. Existe también una tendencia a fragmentar la responsabilidad de las actividades de desarrollo rural, sin que exista coordinación entre los distintos órganos.

La tradicional preocupación que la silvicultura ha tenido hasta ahora por la conservación y ordenación centradas en la producción de madera para la industria, no tiene en cuenta las necesidades de la población rural. Esa tendencia se refleja en la estructura, la dotación y las prioridades presupuestarias de las administraciones forestales, así como en la formación de técnicos forestales. Si se quiere que la silvicultura contribuya a mejorar las condiciones de vida de la población pobre de las zonas rurales, será necesaria una reorientación radical que abarque desde la política, hasta los fundamentos técnicos mismos de esa disciplina.

 


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