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Prevención y control de la erosión eólica en las regiones áridas

B. Ben Salem

La ira de Eolo, dios griego del viento de cuyo nombre deriva el término «eólico», tenido desde tiempos remotos efectos catastróficos sobre el entorno biológico y cultural del hombre. Baste pensar en los huracanes y tifones de los trópicos, en las ventiscas de las regiones más frías y en las tormentas de arena en zonas áridas. De todas las regiones de la Tierra, las más vulnerables y las más gravemente deterioradas por el viento son las zonas áridas. En el presente articulo se describe brevemente el proceso de la erosión eólica y se exponen varias medidas de prevención y control en relación con las actividades forestales.

Brahim Ben Salem, Oficial Superior de Pesca de la Oficina Regional de la FAO para la Región del Cercano Oriente, falleció repentinamente poco después de finalizar el presente artículo.

La erosión es el proceso de desalojamiento y transporte de las partículas del suelo por los dos principales agentes de erosión: el agua y el viento. Muchas veces es difícil precisar cuál es el factor dominante en un emplazamiento concreto. Sin embargo, por lo general la erosión del viento es un proceso prolongado y gradual, mientras que la erosión del agua es con frecuencia muy rápida y llamativa. De hecho, hasta comienzos del presente siglo se creía que el agente principal de la erosión era el agua. Esta falta de conocimiento y apreciación sobre el influjo del viento contribuyó a que el estudio de los fenómenos eólicos y de sus efectos sobre los recursos edáficos y vegetales recibiera sólo una atención secundaria. Las cosas comenzaron a cambiar probablemente a partir del Prairie State Forestry Project de mitad del decenio de 1930 en los Estados Unidos, que despertó una gran atención hacia la erosión eólica. Desde entonces, se han realizado notables progresos en la comprensión de la climatología del viento, y en especial de los daños que causa a las plantas y animales, así como de los mecanismos de la erosión eólica.

La fuerza del viento es reconocida desde siempre por las culturas de todo el mundo

En los últimos años se han realizado notables progresos en la evolución de las tecnologías para la prevención y control de la erosión eólica aunque, en lo que respecta a las aplicaciones concretas, es todavía mucho lo que queda por hacer, sobre todo en las regiones áridas. Un análisis más detallado de la situación en estas regiones demuestra que, si bien es preciso controlar y contener este fenómeno, lo primero que habría que hacer sería intentar evaluar y comprender las técnicas disponibles y, en segundo lugar, seleccionarlas y aplicarlas en las debidas proporciones en el contexto de una ordenación integrada de la tierra.

En las regiones secas de la India la erosión del viento puede llevarse hasta 500 kg de suelo por hectárea al día

Comprender la erosión eólica

El viento es el aire que se pone en movimiento, por el contacto de masas de diversa densidad debida a las diferencias de presión atmosférica o de temperatura. El poder erosivo del viento, como el del agua, aumenta de forma exponencial con la velocidad pero, a diferencia del agua, el viento no es afectado por la fuerza de la gravedad. Un aspecto importante es la distancia que el viento puede recorrer sin obstáculos, ya que ello le permite ganar velocidad y aumentar su potencia erosiva. El movimiento del aire debe alcanzar una determinada velocidad, es decir, convertirse en «viento eficaz» (con la velocidad suficiente para generar un movimiento visible de partículas a nivel del suelo) para poder desalojar y transportar partículas. Los vientos con velocidades de menos de 12 a 19 km/h a 1 m por encima del suelo casi nunca tienen al nivel del suelo la energía suficiente para desalojar y poner en movimiento partículas del tamaño de la arena. El desplazamiento de los suelos muy erosionables comienza normalmente cuando el viento alcanza una velocidad de avance de 25 a 30 km/h a una altura de 30 cm por encima de la superficie del suelo (Hopkins et al., 1937).

Causas de la erosión eólica

Varios factores, además de la propia velocidad del viento, contribuyen a la erosión eólica. Dichos factores pueden dividirse en dos grupos de elementos íntimamente relacionados: los vinculados con las propiedades del suelo en cuanto tal y los asociados a la cobertura del suelo.

La vulnerabilidad del suelo a la erosión aumenta con la sequedad. Los suelos húmedos no vuelan ni se mueven pero los suelos superficiales de las zonas áridas casi nunca tienen humedad. Las asperezas del suelo, especialmente en la superficie, reducen eficazmente el movimiento de las partículas. Sin embargo, en las regiones áridas predominan los suelos superficiales lisos, pulverizados y sin estructura. También la textura del suelo influye en la erosión, los suelos de textura fina son especialmente vulnerables a la erosión del viento.

En Jodhpur (India) se midió la cantidad de polvo existente en el aire hasta una altura de 3 metros por encima de la superficie del suelo. Se comprobó que en un día de tormenta la cantidad de polvo transportada por el aire variaba entre SO y 420 kg/ha (Mann, 1985). En la región de Jaisalmer, también en la India, donde las velocidades del viento son por lo general superiores, la pérdida de suelo era por término medio de 511 kg/ha.

La presencia de una cubierta vegetal protectora, por ejemplo hierba, arbustos, plantas cultivadas y hasta rastrojos, disminuye la velocidad del viento y merma su capacidad de erosión. Además, las raíces de los vegetales hacen que las partículas del suelo resulten más compactas y se mantengan unidas. El material orgánico, o humus, procedente de la vegetación mejora la textura y estructura de los suelos. Por eso, la destrucción de la cubierta vegetal protectora como consecuencia de varios factores - incendios, actividades agrícolas, sobrepastoreo, destrucción de árboles para conseguir leña o prolongados períodos de sequía - exponen al suelo a la acción erosiva de los vientos, cuya velocidad en las regiones áridas alcanza el punto máximo en los meses calurosos del verano.

Control y prevención de la erosión eólica

De esta breve exposición sobre las causas de la erosión eólica se deduce claramente que la forma más eficaz de controlarla es la introducción de sistemas de ordenación de la tierra que reúnan las siguientes condiciones:

· no lleven a la eliminación de la cubierta vegetal en grandes extensiones;

· reduzcan la longitud de los espacios libres y de esa manera disminuyan el impulso del viento;

· aumenten la coherencia del suelo o lo protejan con una coraza de manera que impidan el levantamiento de las partículas por el viento;

· reduzcan la velocidad del viento cerca del suelo y desvíen su dirección;

· controlen la fuente del material de que están hechas las dunas.

En lo que respecta a las formas de evitar la erosión debida al viento, las más eficaces son las siguientes:

· localizar los puntos donde se abreva el ganado en suelos resistentes a la erosión;

· proteger los campos agrícolas y las zonas más explotadas con cortinas cortavientos;

· mantener un buen equilibrio entre plantas herbáceas y leñosas;

· distribuir arbustos y árboles en las tierras de pastoreo para reducir la velocidad del viento.

Basta la presencia de una mínima cubierta vegetal para reducir la velocidad del viento y disminuir su capacidad erosiva

Prácticas adecuadas de explotación agrícola

Para que las actividades agrícolas en tierras áridas no favorezcan la erosión eólica es preciso respetar uno o varios principios básicos sobre la explotación de la tierra. A continuación se mencionan algunos de ellos:

Las prácticas de labranza deben favorecer las irregularidades del terreno dejando terrones en el suelo o haciendo caballones y surcos perpendiculares a la dirección dominante del viento. Para intensificar la acción de los caballones y surcos, en la superficie deben disponerse terrones resistentes. Los surcos con terrones limitan la erosión del viento hasta que los terrones no son desmenuzados como consecuencia de las actividades de roturación, la acción del tiempo o la erosión. La eficacia de las prácticas de labranza en el control de la erosión eólica aumenta con la introducción de cultivos con abundantes raíces, que incrementan el contenido de materia orgánica del suelo. En el caso de suelos arenosos esta práctica no resulta eficaz por la textura del suelo y la falta de coherencia.

Los residuos superficiales y de los cultivos pueden dejarse después de la recolección, que generalmente coincide con la temporada seca, para proteger el suelo y reducir la erosión. Sin embargo, en las regiones áridas no siempre es posible disponer de residuos, ya que muchas voces son devorados por el ganado en libertad. Por desgracia, después de la recolección de la cebada o del trigo a veces se queman los barbechos, con lo que se priva a los suelos de una capa protectora. El cultivo en franjas reduce la anchura de la superficie en que el suelo se ve expuesto a la erosión eólica. Alternando las franjas de cultivo y de barbecho o las de cultivos y pastos se consigue reducir mucho la erosión. Sin embargo, dada la escasez de tierra en las regiones áridas, el cultivo en franjas no es una práctica muy general.

Detener las formaciones arenosas en Mauritania

En los 15 últimos años Mauritania ha sido especialmente castigada por dos fenómenos que han afectado a todos los países de la región del Sahel en Africa: la sequía y la desertificación. En el intento de combatir los efectos negativos de la desertificación sobre el medio ambiente, la base de recursos y la población que vive de ellos, el Gobierno (con ayuda técnica de la FAO y apoyo financiero del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y de la Oficina de las Naciones Unidas para la Región Sudanosaheliana) está preparando un Plan Nacional de Lucha contra la Desertificación, que se irá aplicando en las diferentes regiones del país. Se han preparado ya planes para algunas de ellas.

La FAO esta prestando también asistencia técnica en la ejecución de medidas específicas de control para estabilizar las dunas de arena y mejorar la ordenación agrosilvopastoril. En un período de siete años el proyecto ha colaborado en la plantación de más de 800 km de cortavientos distribuidos en 75 emplazamientos. La elección del material de plantación ha evolucionado gradualmente a lo largo del proyecto. En un principio, se utilizaban frondas de palma y Leptadenia sp. Se presentaron dos problemas: Leptadenia era relativamente escasa y, aunque las frondas de palma eran lo bastante abundantes, la población local las utilizaba con otros fines y por lo tanto había que comprarlas. El personal del proyecto: comenzó a experimentar con otras especies, por ejemplo Balanites, originariamente rechazada por sus ramas espinosas. Después de efectuados los ensayos, se comprobó que esta especie limitaba muy eficazmente el movimiento de la arena y constituía una buena barrera contra la intrusión de animales en búsqueda de pasto. Para finales de 1989, se utilizaba en más del 80 por ciento de los cortavientos.

En un principio se pensaba transportar los materiales en camión, pero durante la segunda fase de la actividad del proyecto se observó que la mayor parte del transporte podía efectuarse de forma más eficaz y rentable con animales de tiro. En 1987 comenzaron a utilizarse asnos; al final de 1989, la tracción animal representaba el 83 por ciento de todo el transporte.

El proyecto ha participado también en la labor de restablecimiento de la vegetación tanto con especies herbáceas como arbóreas, solas o en forma combinada. El establecimiento de una combinación de especies herbáceas y madereras en las zonas más secas presentó especiales dificultades; las plantas herbáceas tendían a crecer más rápidamente, absorbiendo completamente el escaso suministro de agua disponible. En cambio, si primero se introducían las especies madereras y sus raíces penetraban por debajo del nivel alcanzado por las hierbas, posteriormente se podían plantar hierbas sin causar daños a los árboles

Fijación de dunas de arena

La rotación de los cultivos, además de mejorar la fertilidad del suelo, evita la exposición indebida del suelo a la sequedad y a la erosión del viento. Si a la cosecha de cereales sigue otra de leguminosas, y a ésta una de cultivo en hileras o el barbecho, para luego volver a los cereales, aumentan los residuos que mantienen unidas las partículas del suelo. Sin embargo, dada la disponibilidad de fertilizantes inorgánicos, la rotación de cultivos está perdiendo aceptación. En los trópicos secos, actualmente se está practicando una combinación de leguminosas/arbustos/árboles.

El cultivo intercalado es muy frecuente en las regiones áridas. Los sistemas son varios. Uno que recibe cada vez mayor atención, el de la «agricultura de oasis», consiste en disponer la vegetación en tres alturas: una altura dominante de palmeras, otra más baja de frutales y una tercera, a nivel del suelo, de cultivos agrícolas. Este sistema de la agricultura tradicional es practicado en zonas de Iraq y del alto Egipto, donde es posible el regadío, o en depresiones naturales y «waddis», donde el suelo tiene cierta humedad.

Los sistemas de cultivo en varias alturas permiten aprovechar al máximo la energía solar, abundante en las regiones áridas, utilizando los rayos luminosos laterales (en oposición a los verticales) para la fotosíntesis. Las plantas de las capas superiores sirven de protección del excesivo calor y mejoran el microclima que pueden disfrutar los cultivos a nivel de suelo. En consecuencia, el suelo no necesita tanta humedad, de por sí escasa, y la producción agrícola por unidad de superficie aumenta y se diversifica.

Se han introducido numerosas modificaciones del sistema, con árboles frutales o especies forestales en la parte superior y en la inferior cultivos. Algunos de los sistemas comúnmente aceptados incluyen las siguientes combinaciones:

· Acacia albida/mijo, en el oeste y este de Africa;
· Acacia senegal/mijo en el Sudán;
· Prosopis cineraria/mijo en la India;
· olivos/cereales en la cuenca del Mediterráneo.

Otros sistemas combinan hileras de cultivos protectores de rápido crecimiento (maíz) con otros cultivos más vulnerables a la acción del viento (tomates, frijoles). Este sistema se utiliza también en las zonas donde no hay problemas de escasez de agua para el cultivo protegido.

El pastoreo controlado mediante la regulación del número de animales y los períodos durante los cuales pueden utilizarse los pastizales contribuyen en gran forma a proteger y perpetuar la cubierta vegetal. Por desgracia, el «descanso» periódico de los pastizales para favorecer la recuperación vegetal no siempre es practicable. Ello se debe al gran número de animales y a la ausencia de fuentes alternativas de pienso para mantener a los animales durante los períodos de veda de los pastizales.

La resiembra de los pastizales y el cultivo de árboles dispersos y arbustos en ellos no sólo ha mejorado la capacidad de carga de dichas tierras sino que ha contribuido también a reducir el peligro de erosión eólica. El forraje procedente de los árboles y arbustos puede representar un elemento fundamental en la dieta animal, sobre todo durante los años de sequía en que no hay acceso a otras especies forrajeras anuales.

En el Senegal, los árboles plantados en las explotaciones agrícolas y en sus alrededores contribuyen a proteger los cultivos de maní frente a la erosión

Papel de la silvicultura en el control de la erosión eólica

Como en el caso de la erosión debida al agua, la silvicultura puede desempeñar un papel importante en el control de la erosión eólica. Actualmente son tres las prácticas forestales más aplicadas en las regiones áridas: cortavientos y cortinas protectoras; estabilización de las dunas de arena; árboles de usos múltiples.

Los cortavientos y cortinas protectoras son barreras de árboles y arbustos plantadas en una o más hileras en ángulo recto respecto a la dirección del viento dominante. Su objetivo principal es reducir la velocidad del viento, filtrar las partículas de polvo flotantes y, de esa manera, proteger los cultivos agrícolas y el ganado. Al reducir la velocidad del viento a la altura del suelo - se reduce también el peligro de erosión eólica.

La experiencia ha demostrado que los cortavientos deben ser permeables, con una densidad de copa vertical de aproximadamente el 50 ó el 60 por ciento, pero no superior al 80 por ciento (Thames y Ffolliot, 1988). Cuando la cortina protectora es densa y no permeable, la mayor parte del viento se desvía hacia arriba. La presión en la zona resguardada del viento se reduce, causando turbulencia, lo que disminuye enormemente la velocidad del viento, pero sólo en un tramo muy breve.

Sin la cortina cortavientos el fondo), el cultivo de trigo en este terreno arenoso de Túnez podría resultar imposible

El efecto sobre la velocidad del viento está en relación con la altura (H) de los árboles más altos de la barrera y, en consecuencia, se expresa en múltiplos de esta altura. Normalmente, el efecto se observa en distancias de 20H a 40H. Estas barreras, si se utilizan debidamente, pueden permitir obtener productos madereros con los diversos cortes y aclareos, sin reducir por ello su efecto protector. Egipto, por ejemplo, tiene una industria de tableros contrachapados y de partículas basada principalmente en la materia prima suministrada por los cortavientos de Casuarina spp.

Como consecuencia de la reducción de la velocidad del viento y del mejoramiento microclimático, los cortavientos y cortinas protectoras en las zonas áridas contribuyen notablemente a la producción agrícola y ganadera. El aumento de la producción agrícola total como consecuencia de un sistema debidamente planificado de cortinas protectoras en las regiones áridas es de aproximadamente el 30 por ciento.

En algunos casos el cultivo no es posible sin una eficaz protección contra el viento, ya que los brotes tiernos de los cultivos recién germinados son perforados por las partículas de arena transportadas por el viento, y luego se secan. En el delta del Nilo, en Egipto, donde las tierras del desierto recientemente puestas en cultivo están expuestas a vientos cargados de polvo, los cultivos agrícolas son considerados como «subproducto» del sistema extensivo de cortavientos y cortinas protectoras establecidos en la zona. De hecho, en distritos de Egipto como Nubaria, los cultivos no prosperan sin una debida protección frente al viento.

La estabilización de las dunas de arena es otro ejemplo de práctica forestal con aplicaciones directas en el control de la erosión eólica. Cuando no están cubiertas de una vegetación protectora, las dunas de arena se mueven en la dirección del viento dominante. Ello puede suponer un peligro para los cultivos agrícolas, los bosques y tierras boscosas, los canales de riego y carreteras, los oasis e incluso los poblados. Para evitar este avance, es preciso estabilizar las dunas.

Se han desarrollado varias técnicas para la estabilización de las dunas de arena. Un método tradicional consiste en fijar en el suelo «empalizadas» o «microrompevientos» y extender material vegetal (paja u hojarasca con barro o agua) en la superficie para inmovilizar la tierra antes de establecer una cubierta vegetal permanente.

En Jamahiriya Arabe Libia y la República Islámica del Irán se han utilizado subproductos del petróleo (aceites pesados, crudos, petróleos asfálticos) para estabilizar las dunas móviles. Existen también varios productos químicos para la estabilización provisional de las dunas hasta el crecimiento de la cubierta vegetal.

Con una gestión acertada las dunas repobladas pueden aportar varios beneficios:

· protección de las tierras agrícolas, de la infraestructura y de las viviendas;

· incremento de la producción maderera (leña, estacas, etc.) y no maderera (fruta, aceites esenciales y miel).

Los árboles de usos múltiples han desempeñado siempre un papel importante en los sistemas tradicionales de ordenación de la tierra en las zonas áridas. Los árboles dispersos han permitido obtener fruta y fibras, energía y forraje. La introducción de árboles frutales (higueras, pistachos, albaricoqueros, almendros, olivos, algarrobos) así como de árboles y arbustos forrajeros es un aspecto importante de la labor de conservación de suelos y aguas en las tierras en pendiente. La inclusión de estas especies en los programas de conservación contribuye a la producción así como a la protección del medio ambiente. La práctica de la agrosilvicultura en las zonas áridas representa una protección frente a los efectos de las irregulares precipitaciones y reduce la presión sobre los recursos locales durante los períodos de sequía. Además, los árboles con funciones múltiples dispersos en el paisaje árido frenan el viento y quiebran la fuerza de las gotas de agua al caer, disminuyendo así el peligro de la erosión derivada del agua y del viento.

Conclusión: Razones que aconsejan la ordenación integrada de las tierras

En las regiones secas, la acción del viento se suma a la del agua en su acción erosiva de los recursos del suelo. Un suelo carente de vegetación y desnudo por la acción abrasiva del viento resulta vulnerable a la erosión debida al agua. Y a la inversa, los sedimentos arrastrados por el agua, si no disponen de una protección, están expuestos a la erosión provocada por el viento. Como en el caso de la erosión debida al agua, donde los efectos negativos se observan muchos kilómetros más abajo, las partículas de polvo transportadas por el aire se elevan miles de metros en la atmósfera y, según investigaciones recientes, ello influye en las precipitaciones y puede favorecer la aridez. El depósito de partículas de polvo y de suelo de Africa en países del Mediterráneo meridional es un fenómeno que se repite periódicamente todos los años.

El agua, por efecto de la gravedad, se mueve siguiendo unas pautas determinadas y es posible prever las zonas expuestas a su erosión. Sin embargo, en el caso del viento, sus movimientos horizontales y verticales no son previsibles y por lo tanto no es posible predecir con precisión las zonas amenazadas por la erosión eólica.

El estudio de las causas y efectos de la erosión eólica demuestra que no basta una sola medida de control para evitar este peligro. En el pasado, las medidas se han concentrado fundamentalmente en la construcción de cortavientos, de la misma manera que la lucha contra la erosión debida al agua se concentró en el uso de gradoni o banquettes. Estas medidas y estructuras han sido rentables únicamente en el caso de grandes haciendas de propiedad única, como las tierras forestales públicas o en los programas en gran escala de explotación de nuevas tierras de asentamiento. Los resultados han sido decepcionantes en las pequeñas explotaciones locales, a no ser que las iniciativas respondan a un plan promocionado y financiado por una autoridad local o central.

La solución a los problemas de la erosión debida al viento y al agua en las regiones áridas no puede estar únicamente en la adopción de tácticas o estructuras de conservación mecánicas ni en la plantación de hileras de árboles colocados como soldados frente a los vientos dominantes. Estas medidas son sólo paliativos. La respuesta está en la elaboración y aplicación de sistemas de ordenación de la tierra que no reconozcan fronteras entre agricultura, silvicultura o ganadería. Ello no implica necesariamente la adopción, con carácter exclusivo, de sistemas agrosilvopastoriles, sino el recurso a sistemas de ordenación de la tierra basados en la adaptación e introducción de la nueva tecnología a los sistemas agrícolas tradicionales nacidos en las regiones áridas.

El aprovechamiento - en vez del abandono - de los sistemas tradicionales de ordenación de la tierra es el único camino para el desarrollo sostenible de los recursos naturales renovables en las regiones áridas. El problema de la erosión eólica debe ser abordado dentro de este contexto más general.

Bibliografía

Hopkins, E.S. et al. 1937. Soil drift control. Canadian Department of Agricultural Publications.

Mann, H.S. 1985. Wind erosion and its control. Guías FAO: Conservación de suelos, N° 10. Roma, FAO.

Thames, J.L y Ffolliot, P.F. 1988. Conservation and production practices in arid lands. (Manuscrito inédito.)


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