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El tema forestal en el decenio de 1990

Entrevista con el Director General de la FAO, Edouard Saouma

Unasylva. Señor Director General, el próximo mes de septiembre, a invitación del Gobierno de Francia se reunirá en París el Décimo Congreso Forestal Mundial. En vísperas de un acontecimiento de semejante trascendencia, Unasylva quisiera dar a conocer a los lectores su opinión acerca de la situación forestal mundial.

Saouma. Considero que el Décimo Congreso Forestal Mundial es crucial para el porvenir de los bosques. Constituye una oportunidad sin igual para analizar los problemas planteados en momentos en que tanto preocupa el estado del medio ambiente. Para darnos cuenta de la magnitud de dichos problemas, recordemos que cuando en 1985 se celebró en México el Noveno Congreso Forestal Mundial, ya se sabía que sería preciso superar tremendas dificultades, pero aún no se había generalizado la conciencia de las mismas ni la determinación política de vencerlas. Dada la necesidad de hacer que se conociera bien el papel vital que desempeñan los bosques y los árboles en el desarrollo socioeconómico, y de estimular la conservación y el uso perdurable de la riqueza forestal, la FAO declaró 1985 «Año Internacional del Bosque». Simultáneamente, formuló el Programa de Acción Forestal en los Trópicos, en asociación con el Banco Mundial, con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y con el Instituto Mundial de los Recursos.

El tema forestal en el decenio de 1990

Desde entonces, en poco más de cinco años se ha extendido extraordinariamente la preocupación por el patrimonio forestal. Miles de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, de países desarrollados y en desarrollo, han adoptado la causa de la conservación y el desarrollo sostenido de los recursos forestales.

Desde que en 1985 se inició el PAFT, la mayor parte de los gobiernos ha suscrito los principios básicos en que se apoya ese flexible instrumento. Aun sin pretender que sea necesariamente efecto del PAFT, lo cierto es que la asistencia internacional a los asuntos forestales ha aumentado desde 400 millones de dólares EE.UU. anuales en 1985, a más de 1 100 millones en 1990. De los más de 80 países en desarrollo que han adoptado oficialmente el PAFT, 20 países han formulado ya estrategias para el desarrollo forestal a largo plazo basadas en los principios fundamentales de la conservación y el aprovechamiento sostenido de los recursos forestales.

No obstante, los considerables y vigorosos esfuerzos hechos durante estos cinco años no han bastado para atajar los males que amenazan a nuestros bosques. Lo que es más, la información más reciente me obliga a concluir que, desgraciadamente, estamos todavía peor que antes.

Unasylva. ¿Es decir?

Saouma. La FAO está llevando a cabo una evaluación de los recursos forestales del mundo. Aunque no se conocerán los resultados finales hasta el año próximo, de lo que ya se sabe se desprende claramente que la destrucción de bosques tropicales se ha acelerado desde la evaluación realizada en 1980. Según los cálculos más recientes, la deforestación tropical anual es actualmente un 80 por ciento mayor que hace diez años. Aunque parte del incremento pueda ser atribuido al uso de métodos de evaluación más precisos, lo cierto es que ahora tenemos que referirnos a 17 millones de hectáreas destruidas cada año, y no a 11,5 millones, como decíamos antes.

La situación de los bosques es inquietante en todo el mundo, y no sólo en los trópicos. Resulta ya evidente que los bosques templados de los países industrializados y en especial, pero no exclusivamente, los de Europa oriental, experimentan graves perjuicios por la contaminación con anhídrido sulfuroso, ozono y otras emanaciones industriales. La creciente población humana y ganadera explota con exceso las sabanas y el arbolado de las zonas áridas y semiáridas; sin una cubierta protectora de árboles es inevitable que el desierto avance.

En resumen, corremos el peligro de estar socavando la base de una riqueza que es fundamental para el desarrollo futuro de la Tierra. No podemos permitir que eso ocurra. Nuestra responsabilidad abarca no sólo atados los que vivimos actualmente en el planeta, sino también a las generaciones por venir. No puedo sino aplaudir la elección de «El bosque, patrimonio del futuro» como lema del Décimo Congreso Forestal Mundial. Con el fin de que tenga aún más eco que los anteriores congresos, la FAO ha empeñado considerables medios humanos y materiales para organizarlo, conjuntamente con el Gobierno de Francia. Los frutos de este esfuerzo son ya evidentes: se esperaba una contribución de alrededor de 300 documentos voluntarios y ya se han recibido más de 700. En este mismo orden de ideas, permítaseme decir que la FAO ha elegido «El árbol, fuente de vida» como lema para el Día Mundial de la Alimentación de este año, que se celebra el 16 de octubre.

Unasylva. Señor Director General, ¿ cuáles son los elementos clave para que resulten eficaces los esfuerzos por conservar y fomentar el patrimonio forestal en beneficio nuestro y de nuestros sucesores?

Saouma. Mi formación es esencialmente agrícola y, aunque entristezca admitirlo, es evidente que la mayoría de los males que amenazan hoy día a los bosques derivan de la crisis agrícola. En la actualidad, la penetración de la agricultura en tierras marginales y bosques es culpable de más de tres cuartas partes de la deforestación. No se ha hecho todo lo que hubiera sido preciso para incrementar la producción de los países en desarrollo y, sobre todo, para distribuirla equitativamente, a ritmo semejante al del crecimiento demográfico. Los efectos más inmediatos son un desperdicio de recursos forestales potencialmente valiosos y la denudación de laderas de colinas y montañas, con la consiguiente erosión de suelos y azolve de los embalses y los canales que tan esenciales son para la vida río abajo. Este fenómeno contribuiría a cambios de clima que podrían ser desastrosos para la producción agrícola y forestal. Es seguro que la agricultura no podría absorber el impacto de un cambio súbito de clima. Por consiguiente, es esencial mejorar la productividad perdurable de la agricultura en tierras apropiadas para ello.

En las zonas áridas y semiáridas, para contener la desertificación, es esencial que el suelo tenga una cubierta vegetal protectora

Unasylva. ¿Cómo contribuiría sector forestal a perpetuar la productividad de la agricultura?

Saouma. La producción material de comida es evidentemente uno de los pilares de la seguridad alimentaria; el otro es el acceso económico al alimento. Eso equivale a decir que, si queremos que los campesinos dejen de destruir bosques para cultivar su alimento, tenemos que darles la posibilidad de explotar indefinidamente los bosques de modo que ganen el dinero necesario para comprar comida producida en otras partes. Para que sean viables y autosuficientes, las iniciativas adoptadas con el fin de asegurar la conservación de los bosques tendrán que basarse en una ordenación y en un aprovechamiento completo de todos los recursos existentes en el ecosistema; madera, otros productos vegetales y animales, etc. La clave es conseguir que, a la larga, la tierra cubierta de bosque resulte indefinidamente más valiosa que si se explota de cualquier otra forma. En realidad, en esto consiste esencialmente el Plan de Acción Forestal en los Trópicos.

Unasylva. ¿Tendría usted la bondad de resumir para los lectores el estado de adelanto del Plan de Acción Forestal en los Trópicos?

Saouma. Con seguridad los lectores de Unasylva conocen bien los antecedentes y los objetivos del Plan. Baste ahora decir que fue formulado como marco para la acción nacional e internacional concertadas y coordinadas, dentro del cual todos los participantes mantienen su autonomía. La FAO quedó encargada de coordinar la aplicación del Plan. Su finalidad es detener la pérdida y la depauperación de los bosques tropicales mientras que, a la vez, fomenta su desarrollo sostenido y su conservación, en provecho de sus pobladores. Aunque el PAFT hace hincapié en las actividades forestales, también aboga por una estrategia para el desarrollo de las tierras arboladas que abarque la planificación del uso de la tierra, la producción agrícola, la provisión de energía, el fomento de las instituciones y los problemas demográficos.

Con el tiempo el PAFT debe centrarse cada vez más en los países y orientarse a los procedimientos

Dada la magnitud de su aceptación, al cabo de cinco años consideré oportuno evaluar los éxitos y fracasos del PAFT con el fin de buscar la manera y los medios de mejorar su efectividad. Para ello, a principios de 1990 contraté a tres consultores de elevada categoría, encargándoles de examinar objetivamente el Plan y de darme a conocer sus conclusiones y recomendaciones. Después de estudiarlas escrupulosamente y de discutirlas a fondo con nuestros copatrocinadores y con los países miembros de la FAO, se tomaron toda una serie de decisiones.

Primero y principal, se reconoció que debe proseguir la aplicación del Plan, de modo que abarque medidas de acción inmediatas y a largo plazo, así como el indispensable proceso de creación de instituciones a nivel nacional. En la busca de maneras de hacer al PAFT más efectivo, nos hemos hecho asesorar por un grupo ad hoc de expertos que conocen bien el Plan. Resulta ya evidente que para mejorar su rendimiento, los países deben jugar un papel más activo en impulsarlo y orientarlo hacia el proceso de desarrollo. Es decir, que los países participantes deben asumir mayores responsabilidades y depender en menor medida de misiones extranjeras y de la coordinación internacional. Esto alargará el proceso de formulación de los planes nacionales de acción forestal, pero garantizará mejores y más duraderos resultados. Para ayudar a los países a proceder de ese modo, los consultores recomendaron Proyectos de Capacidad Nacional ideados como apoyo a las medidas que tomen los países participantes para reforzar la capacidad de sus instituciones para emprender actividades de política y planificación. Suscribo personalmente esta recomendación y atribuyo la más alta prioridad a la rápida ejecución de esos proyectos.

Los consultores recomendaron también la constitución de un grupo consultivo encargado de asesorar y orientar al PAFT en materia de estrategia. Falta elaborar los detalles.

En la actualidad se están redactando nuevas Directrices para la Aplicación del PAFT para que los países hagan planes nacionales de buena calidad que reflejen la participación de todos los intereses, incluidas las organizaciones no gubernamentales, y que los proyectos y programas sean ejecutados, seguidos y evaluados con premura por los donantes y por los beneficiarios. Estas flexibles orientaciones facilitarán a los países la determinación de objetivos, modus operandi y resultados que esperan de sus proyectos, así como los enfoques necesarios para conseguir suficientes recursos humanos y financieros.

Permítaseme agregar que la FAO ha destinado al PAFT 1,4 millones de dólares de su Programa Ordinario para el bienio 1990-91. Como complemento, nueve países han aportado casi otros seis millones de dólares a un fondo fiduciario para financiar el PAFT, tanto en la sede como en los países participantes.

Para terminar, todavía tenemos por delante gran parte de la obra de contener la deforestación y de ordenar sostenidamente los bosques tropicales. El PAFT continuará creciendo y evolucionando como corresponde a un mecanismo internacional creado con ese fin.

Unasylva. Cuando se reunió en 1989, la Conferencia de la FAO decidió adoptar un plan a medio plazo, que cubre los seis años venideros. Según el mismo, ¿qué precedencia tendrán los programas y las actividades forestales de la Organización a mediados del decenio de 1990?

Saouma. Las prioridades forestales de la FAO para los años próximos serán: protección del medio ambiente; mayor productividad y mejor aprovechamiento de los recursos; fomento del elemento humano, y análisis y asesoramiento en materia de política forestal.

La creciente concientización de la importancia de la conservación ha creado una demanda paralela de mayores conocimientos acerca del estado de los recursos forestales. Una consecuencia significativa de la evaluación de los recursos forestales a que antes aludí, será el establecimiento de un sistema de seguimiento continuo del estado global de los bosques. La FAO seguirá investigando cómo podrían influir los bosques en los cambios de clima y, por supuesto, contribuirá significativamente a los preparativos para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, que se celebrará en 1992.

Con la finalidad de combinar un aprovechamiento socioeconómicamente viable con una conservación eficaz de los recursos forestales, será preciso idear nuevos modos de ordenar los bosques naturales y plantados de manera sostenida y plurifuncional. Seguiremos considerando prioritario el apoyo a las actividades de plantación de árboles. El fomento de las industrias forestales se concentrará en mejorar el rendimiento de la producción actual y en analizar la factibilidad de nuevas industrias. Se prestará especial atención al fomento de pequeñas empresas rurales y al mejor aprovechamiento de productos no madereros.

La función central de la FAO como recopiladora y redistribuidora de estadísticas forestales se concretará en la preparación de un gran estudio de alcance mundial de las perspectivas de la oferta y la demanda de productos forestales. Este importante paso en la cuantificación de los efectos económicos, sociales y ambientales del desarrollo forestal se armonizará con la ano más ambiciosa creación de un Centro de Información Agraria Mundial (WAICENT) que multiplique la utilidad para la comunidad internacional la abundante información que, en distintas formas, tiene acumulada la Organización.

La FAO continuará a apoyar las actividades de plantación de árboles

El Departamento de Montes hará hincapié en el fomento del recurso humano en toda la gama de sus actividades. En particular, quisiera destacar dos aspectos. Primero, que a pesar de su vital importancia, aún no se ha prestado toda la atención que merece a la investigación forestal. Conviene pues, fortalecer programas que fomenten la capacidad de los países para emprender sobre el terreno investigaciones que complementen las que se esperan del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional, cuyo mandato incluye ahora también aspectos forestales.

El segundo de los referidos aspectos tiene repercusiones ano más amplias: la mujer y el bosque. Ya se reconoce universalmente que la mujer desempeña un papel prominente en la ordenación y aprovechamiento del recurso forestal. La FAO está promoviendo la plena participación de la mujer en las actividades forestales y ayudando a los países a incrementar el número de mujeres que alcance categoría profesional y de extensionistas, así como a eliminar las trabas jurídicas que lo impiden, pidiendo para ellas igualdad de derechos de acceso a los medios de producción, al crédito, a la comercialización, a la tecnología y a la capacitación.

La FAO reforzará su programa de ayuda a los países en desarrollo para que puedan efectuar sus propias investigaciones forestales

La FAO considerará también prioritaria la ayuda para que los países fortalezcan su capacidad para formular políticas y para planificar. Esta ayuda se basará en el análisis continuo de las repercusiones de la evolución del medio forestal en las políticas e instituciones.

En todos los aspectos que he mencionado como prioritarios, la clave del éxito será una creciente participación de los pobladores del bosque y sus alrededores. Si colaboran en la concepción y en la ordenación de las actividades forestales, se facilitará después la toma de decisiones, la devolución a los usuarios de una proporción más equitativa de los beneficios, una más efectiva integración del rubro forestal en los sistemas locales de producción agrícola y, en definitiva, mayor sostenibilidad y estabilidad ecológica.

El programa de campo es la parte más incisiva de la obra de la FAO en materia forestal. Como es de suponer, las prioridades de la Organización se reflejan en los más de 330 proyectos que se están actualmente ejecutando o preparando. (NdR: véase el artículo de la página 30, que trata del programa de campo de la FAO).

Unasylva. Señor Director General, usted ha apelado repetidamente a la solidaridad internacional cuando se trataba de superar los obstáculos con que tropieza el desarrollo. Actualmente hay en preparación varios instrumentos jurídicos internacionales en materia forestal., Cómo afectarán a la FAO?

Saouma. Ya hay en vigencia varios instrumentos jurídicos que tienen relación con los bosques, como por ejemplo el Convenio Internacional de las Maderas Tropicales y la Convención Africana para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos, por no mencionar más que dos. En la actualidad se discuten otros dos, uno sobre diversidad biológica y otro sobre el clima.

Desde 1988 la FAO está cooperando estrechamente con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), con la Unesco y con la Unión Mundial para la Conservación, (NdR: llamada antes Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) en la redacción de un Convenio Internacional sobre Diversidad Biológica. Evidentemente, la biodiversidad es importante para la conservación y desarrollo de los bosques. Los ecosistemas forestales y, sobre todo, los bosques tropicales, son las fuentes más considerables de diversidad biológica. Es de esperar que uno de los principales elementos del convenio sobre biodiversidad sea promover la conservación de determinados ecosistemas forestales.

Bajo los auspicios conjuntos del PNUMA y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Grupo Gubernamental de Expertos sobre los Cambios Climáticos está preparando los elementos esenciales de un convenio al que servirán de complemento toda una serie de protocolos.

Las relaciones del bosque con la estabilidad del clima y con la diversidad biológica son innegables, pero no son sino dos de las mil razones por las que es indispensable conservar y ordenar perdurablemente los bosques. Desde el punto de vista de la FAO, la mejor manera de enfrentar las dificultades que presentan la ordenación, conservación y desarrollo de los bosques sería un enfoque que enlace las consideraciones ecológicas con el aprecio de la importancia económica del desarrollo forestal y con la trascendencia que tiene el bosque para sus pobladores. El Consejo de la FAO, en el período de sesiones que celebró en noviembre de 1990, pidió a la Secretaría que prepare los elementos técnicos y jurídicos de un instrumento sobre conservación y desarrollo de los bosques.

La finalidad esencial de semejante instrumento sería garantizar la conservación y el desarrollo sostenible de los bosques del mundo, en provecho de las generaciones actuales y futuras. El instrumento que se propone cubriría todos los bosques tropicales, subtropicales, templados y boreales - y todos los asuntos que influyen, o son susceptibles de ser influidos por lo forestal. Proporcionaría a la comunidad internacional los principios claramente enunciados y los mecanismos de transferencia de capitales que tanto se necesitan para la conservación, ordenación y razonable aprovechamiento de los bosques mientras se alcanza un desarrollo sostenible y socioeconómicamente equitativo.

Por supuesto, un instrumento de esa naturaleza reconocerá el derecho soberano de cada nación a administrar sus bosques de acuerdo con sus propias prioridades de desarrollo. Pero, como los efectos de la deforestación y de la degradación de los bosques no respetan fronteras ni fechas, la solidaridad internacional para enfrentarse con los problemas forestales es, a la vez, una necesidad práctica y una obligación moral. Espero que este sentido de solidaridad internacional oriente las deliberaciones de los más de tres mil participantes que confluirán el 17 de septiembre en París para inaugurar el Décimo Congreso Forestal Mundial.

Unasylva. Muchas gracias, señor Director General.


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