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Ergonomía en el sector forestal chileno

E. Apud y S. Valdés

Elías Apud es el Director del Departamento de Fisiopatología, Laboratorio de Ergonomía de la Universidad de Concepción (Chile).
Sergio Valdés, Ingeniero Forestal, es el Gerente General de Forestal Millalemu, Chillán, Chile.

Chile es un país con una larga tradición de productor y exportador de madera. Debido al crecimiento sostenido que ha experimentado el sector forestal en las dos últimas décadas, en el año 1990 se cosecharon en Chile cerca de 12 millones de metros cúbicos de madera, de la cual el 90 por ciento proviene de plantaciones de Pinas radiaba d. don. Esto ha producido un incremento del empleo, una creciente mecanización de las faenas y también un mayor interés por aumentar la productividad aplicando conceptos ergonómicos. El presente artículo resume el desarrollo que ha experimentado en Chile la ergonomía aplicada al trabajo forestal. Se espera contribuir con algunos antecedentes de utilidad para investigadores y empresarios forestales interesados en el tema.

FIGURA 1. Un trabajador forestal chileno se somete a una prueba de fatiga en un laboratorio de campo

El Laboratorio de Ergonomía de la Universidad de Concepción fue creado en 1972 para desarrollar labores de docencia, investigación, difusión y asistencia técnica. Desde el principio, se dio prioridad al sector forestal.

Desde un punto de vista ergonómico se presentaban dos desafíos. Por una parte, mejorar los métodos tradicionales de trabajo manual y, por otra, crear conciencia para introducir tecnologías apropiadas, es decir, aquellas que conduciendo a un aumento de la productividad, presentaran el menor riesgo para la seguridad, la salud y el bienestar de los trabajadores.

Si bien la lógica de los principios enunciados sea irrefutable, llevarlos a la práctica presenta una serie de dificultades: por lo general, la mayoría de los directores o propietarios de las empresas temían un incremento en los costos. Los trabajadores, por su parte, desconfiaban de los estudios ya que temían que sus resultados pudieran utilizarse para exigirles labores aún mayores. Por esta razón, un programa de ergonomía debe iniciarse con una seria labor de difusión, de manera que todas las personas involucradas - desde los trabajadores a los ejecutivos - comprendan cuáles son los objetivos de los estudios ergonómicos y los beneficios que se pueden lograr con su aplicación. Por ello, desde el año 1972, el Laboratorio de Ergonomía viene desarrollando actividades de extensión en la forma de charlas, demostraciones prácticas y cursos de ergonomía, orientados a diferentes estamentos de la industria forestal. De igual importancia han sido los cursos de ergonomía que se dictan a estudiantes de ingeniería forestal y de ingeniería industrial, que han permitido que las nuevas generaciones de ingenieros egresados de la Universidad de Concepción inicien su vida profesional con ideas claras sobre los problemas de adaptación del hombre al trabajo. Esto ha ido facilitando la ejecución de estudios ergonómicos que las mismas empresas solicitan a la Universidad cada vez con mayor frecuencia. Más importante aún es que los resultados de estos estudios se estén aplicando para beneficio de los trabajadores forestales chilenos.

Los trabajadores forestales chilenos

La primera cosa que llevó a cabo el Laboratorio como prerrequisito para desarrollar las actividades ergonómicas actuales, fue un estudio de las características de los trabajadores forestales chilenos. La mecanización era escasa y, por lo tanto, el conocimiento de la aptitud física de los trabajadores era una condición básica para iniciar la adecuación de herramientas y métodos de trabajo. Para este propósito se instalaron laboratorios cerca de las faenas (Figura 1).

FIGURA 2a. Dormitorio en un campamento forestal en 1980

El hallazgo más importante (Apud, 1978; 1983) fue que esta población tenía, en promedio, muy buena aptitud física, debido en parte a una selección natural y en parte al efecto de entrenamiento físico que significan las tareas por ellos ejecutadas. Por otra parte, para el diseño de herramientas manuales se requerían referencias antropométricas.

Los estudios realizados también revelaron que los trabajadores forestales chilenos son de menor talla que los de otros sectores de la población del país y significativamente de menor tamaño que los trabajadores europeos del norte, norteamericanos o de otros países industrializados fabricantes de maquinaria forestal.

Otro aspecto importante fue el estudio de la composición corporal, por la importancia que esto tiene como indicador del balance de energía. En un número importante de trabajadores se estimó su contenido corporal de masa grasa, principal reserva de energía, y de masa libre de grasa, cuyo tamaño se relaciona con el desarrollo músculo - esquelético. Se pudo determinar que esta población, siendo delgada, tenía depósitos de grasa que revelaban una ingesta de energía suficiente en su alimentación y un desarrollo músculoesquelético adecuado a su tamaño y capacidad de respuesta al esfuerzo. Los lectores interesados en información acerca de métodos para el estudio de la aptitud física, de las características antropométricas y de la composición corporal de los trabajadores forestales pueden consultar Apud et al., (1989).

No obstante estos resultados, en oposición a su buena aptitud física, el rendimiento de estos trabajadores era bajo. Fue necesario entonces estudiar las causas por las que se producía este fenómeno. Una hipótesis obvia era que los bajos salarios resultaban poco motivantes para que los trabajadores se aplicaran en sus labores. Aunque éste es un factor importante, la observación del entorno laboral indicó que no era el único. Por ello se decidió concentrar el análisis en el medio de trabajo.

FIGURA 2b Dormitorio mejorado en 1991

Debido a las características geográficas de Chile, el trabajo forestal se efectúa habitualmente en zonas aisladas de centros urbanos. Por esta razón, la mayoría de los trabajadores forestales deben permanecer en campamentos, los cuales constituyen sus hogares temporales. En lo conceptual, habitualmente se asocia la aplicación de la ergonomía al trabajo mismo, vale decir, a la relación entre el hombre, sus herramientas de trabajo, los métodos que emplea y el ambiente físico que lo rodea. Sin embargo, se puede hipotizar que es difícil que un trabajador, por muy bien organizada que esté su actividad, tenga motivación para aplicarse en su tarea si las condiciones de vida en los campamentos no son las más apropiadas. Esta preocupación preferencial llevó a estudiar el problema y a buscar soluciones principalmente en lo relacionado con la infraestructura de campamentos y la alimentación.

Las condiciones en que tradicionalmente vivían los trabajadores eran extremamente inadecuadas. Por ejemplo, la Superintendencia del Trabajo, en un estudio efectuado en 1980, detectó que de 42 campamentos forestales evaluados, 41 de ellos no cumplían con requisitos mínimos de higiene y comodidad. Los campamentos en cuestión pertenecían a contratistas que prestaban servicios a empresas de mayor tamaño. Desde entonces se hicieron serios intentos por mejorar la infraestructura y la manutención de los campamentos. Algunas de las grandes empresas financiaron estudios para el diseño de prototipos y son ellas mismas que ahora entregan los campamentos a los contratistas exigiéndoles una buena manutención de ellos. Si bien muchos problemas persisten, es justo reconocer que progresaron y que los campamentos, como el ilustrado en la Figura 2a, están siendo reemplazados por campamentos de mejor infraestructura, como el que se muestra en la Figura 2b.

Otra de las preocupaciones originales fue el estudio de la dieta de los trabajadores forestales chilenos. Apud (1983) y Apud y Valdés (1986; 1988) comunicaron resultados que demuestran una alimentación variable en distintas empresas de contratistas, con un rango que oscila entre las 2800 y las 3500 kcal como promedio diario (11721 y 14651 kJ). Por lo general, los motosierristas tienen una mejor alimentación que los trabajadores menos calificados. Estos estudios demostraron que en la dieta predominan los hidratos de carbono; revelaron también un bajo consumo de frutas, de verduras y de proteínas de origen animal, notándose un marcado déficit de vitamina A. Los estudios realizados por Apud (1983) para evaluar el balance de energía revelaron que los trabajadores forestales chilenos mantenían el peso y los depósitos de grasa corporal en niveles adecuados. Dado que tienen una alimentación insuficiente en energía, en lugar de agotar sus reservas energéticas, reducen el tiempo dedicado al trabajo en desmedro de la producción y de sus ingresos, ya que el trabajo es habitualmente pagado a trato. En una faena de raleo comercial, el tiempo efectivo de trabajo era cercano a cuatro horas, en circunstancias en que la jornada duraba nueve horas (Apud, 1983).

Dada esta situación, algunas grandes empresas forestales financiaron estudios tendientes a mejorar la dieta de los trabajadores, tanto en calidad como en aporte de energía, pero no fue fácil cumplir con las condiciones impuestas por tales empresas.

Además de ser dietas de costo razonable, tenían que ser del gusto de los trabajadores, y fáciles de preparar en condiciones de campamento, donde la mayoría de las veces no se cuenta con agua potable ni electricidad.

Antes de analizar aspectos relativos a la composición de la dieta, se analizó la cantidad de energía que debe aportar la dieta a los trabajadores forestales. Los estudios efectuados permitieron determinar que la mayoría de las actividades forestales requieren una dieta que aporte al menos 4000 kcal diarias (16744 kJ). No obstante, esta es una cifra muy general, ya que las condiciones ambientales, el trabajo específico y las características individuales, determinan requerimientos muy variados. Sin embargo, es imposible pensar que en los campamentos se pueda preparar una alimentación diferenciada de acuerdo a necesidades individuales. Por lo tanto, se deben proveer alimentos pensando en los trabajadores que tienen los mayores requerimientos de energía, pero educándolos para que ellos mismos regulen su alimentación, lo que tomará un tiempo más largo.

Para diseñar un menú, se efectuó un estudio en un grupo de trabajadores que vivían en un campamento. Con la ayuda de un cocinero capacitado, se prepararon comidas modificándolas de acuerdo a las preferencias del grupo. Se llegó al final a un menú de costo razonable, que aporta las 4000 kcal diarias necesarias en tres comidas, y que incorpora elementos habitualmente carenciales en la nutrición de esta población. Aunque las comidas siguen siendo ricas en hidratos de carbono, se incorporaron verduras, frutas y proteínas de origen animal, en cantidades adecuadas que superan los mínimos recomendados por el Comité Mixto FAO/ OMS de Expertos en Nutrición (1974).

Es claro que esta dieta está todavía lejos de ser la dieta ideal; el menú se repite semana a semana y ha sido imposible cambiar el hábito de la población que se opone a modificaciones que permitan una mejor distribución horaria de las raciones. Sin embargo, un estudio reciente (Apud e Ilabaca, 1991), efectuado en 50 empresas de contratistas, reveló una franca mejoría en la alimentación, ya que 43 adoptaron, con algunas modificaciones, dietas similares a la propuesta originalmente. Más aún, hoy en día existen en Chile algunas organizaciones especializadas que ofrecen servicios de alimentación a los contratistas forestales, las cuales cuentan con equipos de nutricionistas que vigilan el aporte de una dieta balanceada y las condiciones higiénicas en que éstas son preparadas. En el estudio referido se pudo ver que 17 de las 50 empresas evaluadas contrataban servicios de este tipo.

Tecnología apropiada para trabajos manuales pesados

Antes de describir los estudios aplicados que se están realizando en Chile, es importante mencionar que se ha tratado de cumplir con el criterio de rendimiento estándar de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 1981), definido como aquel que «trabajadores calificados pueden naturalmente alcanzar sin sobrecarga excesiva como promedio de un día o jornada de trabajo, en el entendido que ellos conocen y aceptan el método de trabajo y que están motivados para aplicarse en su actividad».

Los estudios para la búsqueda de tecnologías apropiadas se han realizado en cuadrillas de estudio, que operan igual que cualquier otro grupo de trabajadores, pero cuentan con todos los elementos que les permiten efectuar bien sus tareas. Durante los períodos de trabajo viven en campamentos cómodos y bien aseados, cuentan con alimentación suficiente, preparada por un cocinero bien entrenado y disponen en el campamento de algunos elementos básicos para la recreación como televisor, naipes, etc. En lo referente al trabajo, ellos son debidamente capacitados en las tareas que ejecutan, disponiendo de los elementos básicos de seguridad que la faena demanda.

Para algunos estas condiciones pueden parecer un privilegio especial. Sin embargo, no tendría ningún sentido efectuar estudios en trabajadores que viven en malas condiciones, que no cuentan con la alimentación requerida, están mal capacitados y expuestos a riesgos de accidentes. El aumento de la productividad no es sinónimo de desarrollo, si éste no se ve reflejado en el estilo de vida de las poblaciones que con su trabajo contribuyen a estos logros. Parte de los ingresos que se generen con un aumento de la productividad deben usarse para mejorar los salarios de los trabajadores y también para optimizar las condiciones de trabajo y de vida en los campamentos.

Otro aspecto preocupante, considerado también en la definición de rendimiento estándar de la OIT, es el criterio de sobrecarga excesiva. Tradicionalmente, salvo casos aislados, los estudios del trabajo no incorporan evaluaciones objetivas de la sobrecarga física que una determinada faena impone. Por ello, se han implantado técnicas para evaluar el gasto de energía y cuantificar la carga cardiovascular, mediante unidades telemétricas para la medición de la frecuencia cardíaca (Figura 3a y 3b). Para detalles de estas técnicas se sugiere al lector revisar el texto de Apud et al. (1989)

Los estudios realizados se han concentrado en distintas faenas de manejo y producción forestal. A continuación se presentan muy brevemente dos estudios, el primero es un estudio de poda media, de tres a seis metros, realizado para analizar dos modalidades de trabajo, y el segundo un estudio de cosecha como ejemplo de trabajo en equipo.

Poda media de tres a seis metros

En Chile, hasta hace pocos años, el método tradicional para podas en altura consistía en el uso de una sierra con un mango de seis metros de largo. Como se puede ver en la Figura 4a, el trabajador, desde el suelo, corta las ramas a gran distancia del objeto de trabajo, lo que es causal de cortes defectuosos. Aparte de ello, el trabajo se realiza desde una posición muy inadecuada para el cuello, la espalda y los brazos, que están sometidos a una fuerte carga estática. Un método alternativo consiste en el uso de escaleras para trepar a los árboles, de manera tal que el podador, muy cerca del objeto de trabajo, realiza el corte con una sierra adecuada, como se ilustra en la Figura 4b. Esto favorece un corte de mejor calidad y disminuye los problemas derivados de la postura de trabajo. Presenta eso sí un mayor riesgo de accidentes, los que se pueden evitar diseñando buenos sistemas de fijación de la escalera a los árboles.

En una cuadrilla de estudios integrada por diez podadores se evaluaron comparativamente ambos sistemas de trabajo. Los bosques fueron muy similares cuando se podó con ambas modalidades, al igual que las características del terreno y del clima. La carga física estimada en cada trabajador se obtuvo midiendo el número de latidos cardíacos (frecuencia cardíaca) cada dos minutos durante toda la jornada. En Chile se considera trabajo pesado todo aquel que, como promedio de una jornada, eleva la frecuencia cardíaca a niveles por encima de 115 latidos por minuto en los trabajadores jóvenes, cifra que se reduce para trabajadores de mayor edad (Apud et al., 1989). La Figura 5 ilustra gráficamente el andamiento de la frecuencia cardíaca durante una jornada de poda.

Los resultados revelaron que al podar desde una escalera los trabajadores alcanzaban rendimientos promedio de 125 árboles por jornada, mientras que al hacer la misma tarea desde el suelo sólo llegaban a 96 árboles por jornada. En ambos casos, la frecuencia cardíaca media de la jornada fue muy similar, alcanzando promedios de 100 latidos por minuto, cifra que se sitúa dentro de límites aceptables para jornadas de 8 horas. Más importante aún, ésta no resultó mayor con el método más productivo a pesar de que los trabajadores adores tenían que ascender y descender la escalera. Esto se debe a que podar desde el suelo requiere un constante desplazamiento para ubicarse en una posición que les permita visualizar las ramas y al hecho de sostener y accionar la herramienta con los brazos en alto. A esto se suma el hecho de que la calidad de los cortes fue muy superior podando desde la escalera; además, los trabajadores señalaron no sentir fatiga en brazos ni piernas y disminuyeron las quejas por molestias en la espalda y el cuello. En conclusión, se recomendó utilizar el último procedimiento por las ventajas que presenta y hoy en día una parte importante de las empresas forestales lo ha adoptado.

Cosecha forestal como ejemplo de trabajo en equipo

La cosecha tradicional en Chile se efectúa con cuadrillas; en ellas, un motosierrista voltea los árboles, luego un grupo de trabajadores los desrama con hacha, y a continuación un estrobero los amarra a un peón de arrastre que los transporta a una cancha de trozado. El peón de arrastre es esperado por un destrobero que suelta los árboles; en seguida, éstos son trozados por otro motosierrista y luego apilados por un número de trabajadores equivalente al de desramadores. Existen otras variantes con mayor o menor mecanización, pero generalmente las cuadrillas están organizadas en la forma descrita y son integradas por 10 personas.

Después de un estudio realizado para evaluar una faena de tala rasa tradicional, Apud et. al. (1990) concluyeron que todas las tareas efectuadas en el bosque, vale decir volteo, desrame y estrobado, eran más pesadas que las tareas efectuadas en la cancha. En dicho estudio, se recomendó efectuar rotación de funciones entre los trabajadores y también se analizó la posibilidad de mecanizar el desrame utilizando motosierristas.

En esa época, algunas empresas interesadas en el tema habían contratado los servicios de una organización sueca que envió a Chile instructores para introducir un método cuya principal variante consiste en que dos motosierristas voltean y desraman en el bosque, mientras que otro troza en la cancha. El resto del trabajo lo hacen 4 personas, de manera que con este sistema la cuadrilla se reduce a siete trabajadores. El transporte de árboles desde el bosque a la cancha se hace igualmente con un peón de arrastre. Considerando que este método se está difundiendo rápidamente, se resolvió efectuar un estudio porque surgían varias inquietudes al respecto. Los hallazgos de Apud et al. (1990) revelaron que el volteo con motosierra no es precisamente una actividad liviana. Por ello, si los mismos trabajadores además desraman, el trabajo podría resultar muy pesado. Por otra parte, se demostró que el trozado con motosierra es más liviano que el volteo efectuado con la misma herramienta, de manera que por lógica aparecía recomendable efectuar rotación de funciones. Como lo habitual es que dos motosierristas volteen y desramen en el bosque, y uno solo efectúe el trozado en la cancha, se implementó un sistema con tres rotaciones, vale decir, cada uno de los tres motosierristas voltearon y desramaron el 66 por ciento de la jornada y trozaron el 33 por ciento del tiempo restante. La comparación se realizó con trabajadores que efectuaban volteo y desrame por toda la jornada. Los resultados se muestran en la Cuadro, en que se observa que al efectuar rotación en el trabajo se produce un aumento en el rendimiento diario, y también en el rendimiento por hora de utilización del peón de arrastre, que es lo que más encarece la faena. Al mismo tiempo, se reduce la frecuencia cardíaca promedio de 10 latidos por minuto.

FIGURA 3a. Un trabajador forestal se somete a una prueba para medir el ritmo cardíaco con un dispositivo de transmisión a distancia elaborado en Chile

FIGURA 3b. El especialista en ergonomía recibe y registra la señal

FIGURA 4a. Utilización de una sierra de mango largo para podar árboles

FIGURA 4b. La utilización de una escalera para la poda de árboles requiere menos energía y es más rentable

El aumento de casi un 10 por ciento en el rendimiento diario es altamente revelador ya que el bosque, el terreno y el clima en que se realizaron las evaluaciones eran muy similares. Considerando que esta actividad es pagada a destajo, los trabajadores en un comienzo rechazaron la rotación por estimar que se perdía tiempo, pero una vez habituados al sistema se mostraron muy motivados ya que, además de sostener un salario mayor, también pudieron percibir que les resultaba menos fatigoso. Es importante destacar que, a la fecha, sólo se han estudiado los aspectos relacionados con los motosierristas, por lo que existe el riesgo de que al aumentar su rendimiento, las otras tareas asociadas a la cosecha se transformen en actividades muy pesadas, con inminentes riesgos para los trabajadores. En este momento se están llevando a cabo investigaciones para determinar como configurar las cuadrillas en forma equilibrada.

Desafíos futuros

La evolución del trabajo forestal en Chile y sus perspectivas de crecimiento han hecho comprender a algunos empresarios que para producir más es necesario hacer más atractivo y seguro el trabajo, y es también primordial mejorar los salarios. Por ello, una de las preocupaciones actuales del Laboratorio de Ergonomía es consolidar una línea de investigación orientada a la obtención de rendimientos estándar, siguiendo para ello criterios internacionales (OIT, 1981). El problema es complejo ya que tales referencias deben ser calculadas en función de la carga física que los trabajadores pueden tolerar sin fatiga, de las dificultades del objeto de trabajo y de los obstáculos del terreno y del clima.

Para tal propósito, los estudios deben efectuarse en bosques de distinto grado de dificultad, ya que las funciones obtenidas deben ser reflejo de las situaciones a que estará expuesto el trabajador. Por otra parte, cuando se miden las variables señaladas, se puede obtener funciones complejas, que explican las variaciones de rendimiento con un error muy pequeño. Estaría fuera del ámbito de este artículo discutir en detalle los modelos que se han desarrollado hasta ahora, pero se han obtenido ecuaciones para estimar rendimientos en varias faenas, que son altamente significativas y reproducibles, y que en estos momentos están permitiendo estudiar distintos sistemas de salarios. El sistema que hasta ahora ha dado mejores resultados es el de sueldo fijo con primas por producción, a las que los trabajadores pueden acceder sin tener que recurrir a sobreesfuerzos que atenten contra su seguridad y su salud.

FIGURA 5 Variaciones en el ritmo cardíaco de un trabajador forestal chileno de 35 años durante la Jornada de trabajo. Obsérvese la interrupción de la prueba durante la hora de la comida

CUADRO. Comparación entre sistemas de volteo, desrame y trozado


Sistema


sin rotación

con rotación

Rendimiento1 (m3/día)

129,9

141,0

Utilización del peón de arrastre1 (m3/hora)

15,4

17,0

Frecuencia cardíaca2 (latidos/minuto)

106

96

1El rendimiento es la media de una cuadrilla integrada por siete personas, de las cuales tres son motosierristas que efectúan sus tareas sin rotación de funciones (voltean y desraman toda la jornada) y con rotación (voltean y desraman 66 por ciento de la jornada y trozan el tiempo restante).
2Frecuencia cardíaca media de la jornada de motosierristas.

El otro desafío que se enfrenta es la mecanización de las faenas que aumenta día a día. Con pocas excepciones, en Chile aún persiste como criterio de selección de maquinarias el costo y el posible incremento en la producción. Sin embargo, detrás de cada máquina hay un trabajador que la opera y de su adaptación depende, en gran medida, el que tales tecnologías se usen eficientemente. Los autores piensan que para un desarrollo tecnológico sano se requiere crear una mayor conciencia entre ingenieros y planificadores para que modifiquen sus criterios, y en esa tarea se empeñan.

Como epílogo es interesante reseñar que el camino seguido no ha sido fácil y que aún queda mucho por recorrer. Es posible que para muchos investigadores de países en desarrollo interesados en el tema, éste les resulte igualmente difícil. El estudio del hombre en el trabajo requiere de un acercamiento serio y habitualmente se experimentan limitaciones por falta de recursos. Las investigaciones realizadas en los países en desarrollo a voces son criticadas por la simplicidad de los métodos empleados. Sin embargo, sabiendo que existen alternativas más precisas, es necesario considerar que las mediciones efectuadas en el trabajo y en los trabajadores son sólo un medio para lograr un propósito. No hay que olvidar que el fin último es mejorar el ambiente de trabajo y en muchos casos esto se puede lograr utilizando sólo el sentido común. En Chile, la ergonomía se ha desarrollado exclusivamente con recursos locales. Los trabajos iniciales se hicieron con muchas dificultades, pero después de obtener los primeros resultados, las propias empresas contribuyen al financiamiento de los estudios.

Esto ha permitido adquirir implementación para mejorar progresivamente los métodos de evaluación, en un esfuerzo por compatibilizar eficiencia y bienestar para los trabajadores forestales. Un hecho relevante, que permite mirar en forma optimista el futuro, ha sido la formación del denominado Grupo de Producción Forestal, integrado por 17 grandes empresas y coordinado por Fundación Chile. Este grupo, consagrado al estudio de distintos problemas de producción forestal, está financiando un proyecto sobre recursos humanos, lo que significa una instancia más amplia para la discusión, el análisis y la solución de los principales problemas ergonómicos del trabajo forestal en Chile.

Bibliografía

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