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¿Qué le sucede al neem en el Sahel?

W.M. Ciesla

William M. Ciesla es Oficial de Protección Forestal de la Dirección de Recursos Forestales de la FAO, Roma.

Una enfermedad de origen desconocido afecta a uno de los árboles predilectos del Sahel

Las hojas compuestas y los frutos parecidos a la aceituna son característicos del neem

El neem (Azadirachta indica) es uno de los árboles favoritos del Sahel, y con razón. Crece vigorosamente en condiciones tropicales húmedas y tierras semiáridas, y satisface muy distintas necesidades pues, además de proporcionar leña, su ancha copa resguarda del sol ardiente. En muchas partes del Sahel plantaciones rompevientos de neem protegen los cultivos de mijo, sorgo, etc. de la violencia de los vendavales del desierto. Las hojas tienen propiedades insecticidas y curativas muy apreciadas.

Hace un par de años se observó que los neem de algunas partes del Sahel tenían aspecto enfermizo; las hojas que no caían quedaban en la copa, amarillentas y raquíticas, y las nuevas eran mal desarrolladas. Algunos ejemplares murieron. Científicos de Níger y de Nigeria están ahora colaborando con colegas de Francia, Reino Unido, Estados Unidos y la FAO para determinar cuál es la causa, y qué puede hacerse, para proteger a una de las pocas especies polivalentes de que dispone el Sahel.

El neem, árbol polivalente

Originario de la India y Myanmar, el neem pertenece a la familia de las Meliaceae, las caobas. Tiene hojas compuestas de entre 9 y 15 hojuelas de color verde obscuro. El fruto es amarillo verdoso, liso, en forma de aceituna de 2 cm de largo, con una pulpa dulzona en torno a la semilla. Los neem alcanzan 30 metros de altura y 70 cm de diámetro; la copa es ancha y retiene el follaje durante todo el año, siendo esta característica una de las principales razones por las que es tanto apreciado en la India.

No obstante, la sombra no es la única característica valiosa del neem. Tiene tantos usos efectivos y potenciales que se le ha calificado de «árbol de los milagros». La madera se usa como combustible, en la industria de la construcción y en la fabricación de muebles. La flor atrae poderosamente a las abejas que producen una miel que tiene un buen sabor. Se ha dicho que el neem es la «farmacia de la aldea», pues se le utiliza para tratar enfermedades de la piel, como antidolorífico, febrífugo y antiinfectante.

Hay extractos de neem que sirven como insecticida. Basta dejar unas hojas en agua por la noche y al día siguiente el follaje nebulizado con esa agua repele a los insectos. El neem suele ser la única planta que conserva algunas hojas verdes después del paso de una plaga de langostas. Se ponen hojas de neem en la cama, entre las hojas de un libro, en los graneros, en armarios, etc. para ahuyentar a los insectos. A nivel más elaborado, el azadirachtin y otros varios compuestos que se extraen de las hojas y las semillas actúan como repelente de insectos, cuyo crecimiento y reproducción trastorna.

El aceite de neem, que se extrae de la semilla, sirve para fabricar jabones, ceras, lubricantes y combustibles. El residuo de la extracción se usa como fertilizante (National Research Council, 1992).

El neem en los programas de plantación de Africa Occidental

El neem fue introducido en Ghana entre 1919 y 1927; enseguida fue aceptado y se extendió por toda el Africa occidental. Hoy en día todas las poblaciones del Sahel, incluso las más remotas, tienen neem. En muchos casos son los únicos árboles de sombra que hay en la aldea.

Uno de los programas más notables de plantación de neems es el del valle del Majjia, en la parte centro meridional de Níger. A principios de siglo, el valle estaba densamente cubierto de vegetación; sin embargo al crecer la población y con ella la demanda de leña, de forraje y de materiales de construcción, ésta desapareció totalmente. El fuerte viento arrastró la capa superficial del suelo dejándola caer encima de cultivos recién sembrados, ahogándolos. En 1974, CARE International empezó a ayudar a la gente del valle a plantar cortinas rompevientos, usando, entre otras especies, neem. El resultado es que hoy en día hay más de 500 km de rompevientos de dos filas que protegen los sombríos de mijo y sorgo del valle de Majjia. Gracias a esa protección, el rendimiento ha aumentado entre un 13 y un 23 por ciento (Ibraham y Yara, CARE International, Níger, comunicación personal). Además de reguardar los sembrados, esas cortinas rompevientos proporcionan leña y caminos sombreados que comunican el pueblo con los campos.

El neem es muy apreciado como árbol de sombra en los poblados del Sahel

La vida cotidiana en los poblados del Sahel transcurre a la sombra de algún neem. Una mujer prepara harina de mijo para la familia

Insectos y enfermedades

Aunque sería lógico suponer que una especie que es fuente de un insecticida natural sea relativamente indemne, varios casos de daños causados por insectos han sido notificados. El más importante es Aonidiella orientalis (Homoptera: Diaspididae), que ataca las hojas y los brotes tiernos. Se cree que este insecto fue introducido con cítricos y, ya en 1972, apareció en los neems de Camerún y poco después, de Sudán; a partir de 1980 se extendió hacia Chad y el nordeste de Nigeria. Cuando la infestación es abundante se seca el follaje y el árbol parece quemado. En 1987 una intensa infestación apareció en la cuenca del lago de Chad, tal vez por la fatiga causada por la baja de la capa de aguas freáticas durante una prolongada sequía. En las proximidades del lago de Chad esta plaga sigue siendo causa de preocupación.

En Nigeria se han notificado 14 especies insectiles como plaga, pero ninguna se ha extendido demasiado. Varias especies de hongos atacan las raíces, el tallo, las ramas y el follaje de árboles y plantones, pero ninguno llega a constituir una plaga seria (National Research Council, 1992).

Decaimiento

En noviembre de 1990, al levantar un inventario nacional de neems, se encontraron síntomas de enfermedad en árboles cercanos a Sani-Tanko, 80 km al noroeste de Dakoro, en la zona centro meridional de Níger (USAID/Níger, 1992). Lo más aparente es una pérdida del follaje más viejo, precedida a voces por un amarilleo de las hojas. La copa de los árboles se clarea y sólo quedan masas de follaje en la punta de las ramas, aspecto que ha sido descrito como de «cuello de jirafa». Las hojas nuevas son anormalmente pequeñas y amarillentas.

Otros síntomas del decaimiento son el acortamiento de los internados cerca de la punta de las ramas, exudación de goma por la punta de éstas, y muerte de toda una rama o del árbol en su conjunto. Algunos estudiosos han observado una coloración roja en la capa del cambium de las ramas de diámetro mayor de un centímetro. No hay unanimidad de opiniones acerca de si esto es un síntoma de decaimiento o una característica normal del árbol.

También se discute si el decaimiento observado es repentino o si está ocurriendo desde tiempo atrás y ha sido observado sólo recientemente. Hay fotos de plantaciones de neem con poca copa y follaje anormalmente claro que datan de 1963 (CTFT, 1963; Lauridsen, Kanehanaburgura y Boonsermsuk, 1991).

Los decaimientos: enfermedades complejas

Los expertos que han examinado los neems enfermos del Sahel describen ese estado como «decaimiento». El decaimiento puede definirse como una enfermedad causada por la acción conjunta de factores abióticos y bióticos específicamente ordenados para producir un deterioro gradual general que, con frecuencia, conduce a la muerte del árbol (Manion, 1981). Los decaimientos son, por consiguiente, enfermedades muy complejas y, conociendo únicamente los síntomas, es difícil identificar los factores causantes.

Según Manion (1981) los decaimientos se deben a tres conjuntos de factores. Factores que predisponen, como tipo de suelo, ubicación o estructura genética de una población de árboles. Factores que incitan, que son de corta duración pero muy debilitantes. Ejemplos: defoliación por insectos, sequías, exposición a contaminantes. Factores que contribuyen, los que impiden el restablecimiento de árboles afectados. Ejemplos: insectos, hongos, virus y otros factores bióticos que producen síntomas visibles e impiden al árbol que se restablezca. A estos factores se atribuyen con frecuencia situaciones de las que sólo son agentes secundarios.

Entre los síntomas asociados a los decaimientos se cuentan: menor crecimiento; degeneración del sistema radical; reducción de las reservas alimentarias almacenadas; follaje amarillento y anormalmente reducido; pérdida de follaje; ramas secas; exudación por los brotes adventicios; y muerte del árbol.

Hasta la fecha se han denunciado decaimientos principalmente en bosques templados y boreales. Sobresalen los casos de decaimiento del abedul (Betula sp.) en el este del Canadá en la década de 1950, del roble (Quercus sp.) en los Montes Apalaches de los Estados Unidos y de varias species de latifoliadas y coníferas en Europa Central. Hay indicios recientes de que el decaimiento es un problema que también afecta a los bosques tropicales. Por ejemplo, se han recibido informes recientes de una alta frecuencia de ramas secas de Acacia nilotica en el Sudán

Uno de los primeros síntomas de decaimiento es la pérdida de follaje. La copa queda más clara de lo normal

En junio y julio de 1991, una evaluación de la situación (financiada por USAID) encontró neems decaídos en un área considerable del sur de Níger (Batra, 1991). Se dedujo que los insectos no podían ser la causa del decaimiento (muchos habían estado confundiendo al decaimiento del neem con daños causados por Aonidiella orientalis) y se aventuró la idea de que hubiera un virus en juego. Batra (1991) encontró un hongo del género Verticillium en varios árboles y llegó a la conclusión de que éste podría ser uno de los factores causantes. Profundizando la investigación, el Centro Saheliano del Instituto Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT) encontró, cerca de Niamey, dos especies de hongos, Nigrospora y Curvilaria en neems enfermos, pero no ha confirmado que tuvieran algo que ver con el decaimiento (Waliyar y Hess, comunicación personal, 1991).

R. Catinot, ex Director del Centre Technique Forestier Tropical (CTFT) de Francia, trabajando con el Gobierno de Níger en la reformulación del plan forestal nacional en el marco del Programa de Acción Forestal Tropical, investigó también el decaimiento (Catinot, comunicación personal, 1991). Gran conocedor del Africa occidental, sus observaciones le llevaron a la conclusión de que el decaimiento no se debe a ningún agente biótico - hongo, virus o bacteria - sino que es consecuencia de problemas específicos del lugar, como fatiga causada por la escasa humedad o métodos deficientes de cría en vivero y manejo de la plantación.

En abril de 1992 dos equipos de expertos internacionales, junto con sus colegas de Níger y Nigeria llevaron a cabo una serie de investigaciones acerca de las causas del decaimiento. El Dr. Eric Boa, patólogo forestal del National Resources Institute del Reino Unido, visitó gran parte de la zona afectada bajo el patrocinio de la Overseas Development Administration del Reino Unido. El Dr. Charles Hodges y el Dr. Jerome Beatty, patólogos norteamericanos, visitaron Níger bajo los auspicios de USAID en seguimiento de la misión del Dr. Batra. Ninguno de esos grupos pudo confirmar la hipótesis previa de que haya algún virus relacionado con el marchitamiento; tampoco pudieron identificar ningún otro agente biótico como relacionado con el problema. Excavaron y examinaron detenidamente los sistemas radicales de varios árboles y no encontraron ninguna enfermedad de las raíces que explicara los síntomas.

El equipo Hodges-Beatty llegó esencialmente a las mismas conclusiones a que antes había llegado Catinot: que el decaimiento del neem es debido a fatiga causada por el lugar en que crece, con insuficiente humedad, rivalidad, cultivos intercalados y suelo demasiado compacto. El Dr. Boa, aunque no en desacuerdo con la hipótesis de la fatiga, no descartó por completo la posibilidad de algún factor biótico, como un virus o un organismo parecido al micoplasma. Ambos equipos recomendaron la institución de un programa encargado del seguimiento de los síntomas y de proporcionar datos fidedignos sobre los efectos del decaimiento sobre el crecimiento del árbol y su mortalidad (Boa, 1992; Hodges y Beatty, 1992). El Ministerio de Agricultura y Ganadería de Níger está haciendo planes al respecto.

En junio de 1992 el autor tuvo la oportunidad de observar directamente el decaimiento del neem en Níger, notando entre otras cosas, lo siguiente:

· Resultan afectados árboles de todas las edades;
· Los árboles aislados suelen presentar menos síntomas que los que crecen agrupados;
· Los síntomas más graves se observan en las plantaciones y, después, en los rompevientos;
· Los árboles que crecen en un poblado parecen ser los menos afectados aunque también presentan síntomas de decaimiento, en especial los que están en los lugares más frecuentados como por ejemplo los mercados;
· Los árboles que han sido totalmente desmochados suelen tener follaje más sano y copa más densa;
· Por ahora es mínima la mortalidad atribuible al decaimiento.

El modo en que se presenta el decaimiento, junto a síntomas como la pérdida de follaje y la presencia de hojas más pequeñas y amarillentas de lo normal, apuntan a la insuficiente humedad como factor clave del abatimiento. Aceptando que en el decaimiento juegan tres conjuntos de factores - los que predisponen, los que incitan y los que contribuyen (véase el recuadro)- puede hipotizarse que los síntomas que actualmente se observan en Níger y otros países del Sahel han sido provocados por:

Factores que predisponen: En el Sahel suele haber prolongados períodos de sequía y la estación de lluvias es de julio a septiembre. Aunque el neem se adapta supuestamente bien a los trópicos áridos y semiáridos, las sequías prolongadas combinadas con otros factores (cultivo en plantaciones en que los árboles tienen que competir por la humedad disponible; una estrecha base genética con escasa variabilidad por lo que respecta a susceptibilidad a los estados de fatiga; métodos defectuosos de plantación y deficiencias localizadas de nutrientes), podrían dar lugar a un estado de fatiga crónica.

Factores que incitan: Un pequeño, pero perceptible, cambio de temperatura y/o precipitación puede bastar para incitar estimular - la aparición del decaimiento en el neem. Un simple análisis de las lluvias registradas en varios lugares del sur de Níger entre 1940 y 1991 (Hodges y Beatty, 1992) muestra una reducción sostenida de las precipitaciones desde 1950. La precipitación fue particularmente escasa entre 1982 y 1985 y en 1987; en la mayoría de lugares fue inferior a lo que generalmente se considera indispensable para el neem (unos 450 mm anuales). Al crecer los árboles aumentan sus necesidades de agua, por consiguiente, al crecer y extenderse las plantaciones se agudiza la competencia por el agua disponible, lo cual tiende a acentuar un estado de fatiga de los árboles. En abril de 1992, hubo en Níger una producción excepcional de flores de neem, lo cual podría inducir a un estado pasajero de fatiga y a la pérdida de follaje. Por otra parte, se sabe que la producción abundante de flor y de semilla es una manera de reaccionar al estado de fatiga: en estas cosechas la semilla suele tener escasa viabilidad y el fruto es de menor tamaño de lo normal.

Factores que contribuyen: También podrían contribuir al decaimiento del neem factores como suelos demasiado compactos, especialmente en zonas de abundante actividad humana y pastoril; invasión de hongos secundarios como Nigrospora y Curvilaria; así como el ramoneo por parte de los animales.

Neem con síntomas de decaimiento en una plantación forestal próxima a Niamey. Obsérvese el característico aspecto de «cuello de jirafa» de las ramas

Es indispensable hacer algo

Continúan apareciendo más neem decaídos en una extensión cada vez mayor de Níger; además, se ha confirmado la presencia de decaimiento en varios países vecinos: Nigeria (norte), Camerún, Chad y Malí. Aumenta la preocupación por el decaimiento del neem y CARE International ha suspendido su programa de plantación. Tres dependencias del Gobierno de Níger responsables del manejo y protección vegetal - la Dirección del Medio Ambiente del Ministerio de Recursos Hidráulicos y el Medio Ambiente, la Dirección de Protección Vegetal del Ministerio de Agricultura y Ganadería, y el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas - así como las agencias internacionales de asistencia técnica presentes en Níger, han pedido a la FAO que coordine las actividades relacionadas con el decaimiento del neem.

Neems decaídos en una cortina rompevientos del valle de Majjia, en Níger

Para que el neem pueda seguir satisfaciendo las mil necesidades del Sahel es indispensable descubrir los verdaderos factores que han provocado su decadencia; se necesitan igualmente medidas para mejorar las condiciones sanitarias de las plantaciones actuales y futuras de neem en esta región.

Los expertos que han estudiado el problema están de acuerdo en que es necesario un inventario que permita vigilar el estado sanitario del neem,, el que proporcionaría información acerca de cómo varía la infestación con el tiempo, así como índices de natalidad y mortalidad. Se ha desarrollado una técnica para clasificar los árboles según la gravedad de los síntomas que acusan, y la creación de parcelas permanentes de referencia, que se visitarían por lo menos un par de veces al año para clasificar los árboles de acuerdo con la gravedad de su decaimiento, proporcionaría datos esenciales para comprender los efectos socioeconómicos de este fenómeno.

Debe proseguir la investigación de los factores causantes del decaimiento, incluyendo un análisis a fondo de las tendencias climáticas en el Sahel. También conviene investigar si hay medios para mejorar el estado de salud de los neem afectados, como riego o poda completa, y definir claramente en qué condiciones debe ser plantado.

Una inspección sistemática a intervalos regulares aportará datos acerca del curso del decaimiento

Se cree que los neems introducidos en el Sahel tienen una muy estrecha base genética. Por consiguiente, es muy posible que varíe poco la capacidad de la actual población de neems de resistir tensiones ambientales. Se debe introducir en el Sahel plasma germinal nuevo, evaluándolo en ensayos de procedencias. La escasa viabilidad del neem (de dos a seis meses) limitó en el pasado la introducción de material genético nuevo. No obstante, trabajos recientes a cargo del CTFT, confirmados por investigadores del Reino Unido, indican que, con precauciones especiales, la viabilidad del neem se puede prolongar (Roederer y Bellefontaine, 1989). La FAO, el CTFT y el Forestry/Fuelwood Research and Development Project de Bangkok han iniciado conjuntamente un proyecto de acopio y ensayo de plasma germinal de neem en cooperación con institutos nacionales de Asia y Africa. Conviene tomar disposiciones para ensayar ese material en el Sahel.

Si se dispusiera de un mayor número de especies para plantación, todos los árboles correrían menos peligro de experimentar daños por causa de insectos, enfermedades u otros agentes destructivos. Ilustra el peligro de depender de una sola especie el ejemplo del majestuoso olmo americano (Ulmus americana) antes muy usado en Canadá y en los Estados Unidos como árbol de sombra, que fue devastado totalmente por la grafiosis del olmo, causada por el hongo Ophiastoma = (Ceratocystis) ulmi.

Las especies y procedencias existentes y nuevas deben ser cuidadosamente evaluadas, intensificándose también la labor de identificación de otras especies posibles.

Para terminar, de poco servirían las nuevas técnicas si no fueran divulgadas y llevadas a la práctica. Hace falta un mecanismo coordinador que reciba y distribuya los informes de los varios especialistas que trabajan con el neem. Además conviene organizar seminarios periódicos para dar cuenta de las novedades, intercambiar información entre los países de la región y coordinar las medidas de acción.

La FAO está actualmente trabajando con el Gobierno de Níger y agencias internacionales para formular un programa coordinado de acción que satisfaga aquellas necesidades. La información que este programa produzca se aplicará en toda la región con el fin de que el neem continúe mejorando la calidad de la vida de la gente de Níger y otros países del Sahel.

Bibliografía

Batra, G.K. 1991. Vascular decline of neem in Niger. Informe presentado a la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), Washington, D.C.

Boa, E.R. 1992. Neem disorder and neem scale in Nigeria. Proyecto TO 361. Londres, Natural Resources Institute, Overseas Development Administration.

CTFT (Centre Technique Forestier Tropical). 1963. Azadirachta indica et Melia azedarach, caracteres sylvicoles et méthodes de plantation. Rev. Bois et forêts des tropiques, 88: 23-29.

Hodges,. y Beatty, J.S. 1992. Evaluation of a disorder of neem in Niger. Informe presentado a la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), Washington, D.C.

Lauridsen, E.B., Kanchanaburgura, C. y Boonsermsuk, S. 1991. El neem (Azadirachta indica A. Juss) en Tailandia. Recursos Genéticos Forestales - Información, N° 19: 25-33.

Manion, P.D. 1981. Tree disease concepts. Engelwood Cliffs, New Jersey, Prentice Hall, Inc.

National Research Council. 1992. Neem: A tree for solving global problems. Washington, D. C., National Academy Press.

Roederer, Y. y Bellefontaine, R. 1989. ¿Puede confiarse en que las semillas de neem mantengan su capacidad germinativa durante varios años después de la recolección? Recursos Genéticos Forestales - Información, N° 17: 30-33.

USAID/Niger. 1992. The neem disorder in Niger. Washington, D.C., Agencia para el Desarrollo Internacional (versión actualizada, abril de 1992).


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