Página precedente Indice Página siguiente


La sabina albar en Marruecos: Investigación y protección de un ambiente y de una especie en peligro

F: Fromard y T. Gauquelin

François Fromard es Encargado de la Investigación en el Institut de la Carte Internationale de la Végétation de la Universidad Paul Sabatier, Toulouse, Francia.
Thierry Gauquelin es conferencista en el Laboratorio de Botánica y Biogeografía de la Universidad Paul Sabatier.

Los rodales de sabina albar (Juniperus thurifera) de las montañas del Mediterráneo occidental están muy degradados por causa de la extracción de madera y de la acción del ganado, en una región densamente poblada. Esta situación, que existe desde hace mucho tiempo, será pronto irreversible si no se toman medidas urgentes. Los suelos se empobrecen cada vez más, las vertientes pierden estabilidad y las partículas de arena arrastradas por el viento contribuyen a la desertificación. Concentrándose en el Atlas marroquí, se examinan los conocimientos existentes sobre este ecosistema y se proponen direcciones para la investigación y medidas de protección.

FIGURA. Distribución geográfica de Juniperus Thurifera L.

Distribución de sabina albar

La sabina albar se encuentra sólo en zonas aisladas del Mediterráneo occidental (véase la Figura); más concretamente, Francia y España en Europa, y Argelia y Marruecos en Africa del Norte, cada una con dos subespecies claramente diferenciadas (Gauquelin y Dagnac, 1988).

En Francia, la sabina albar es desde hace mucho tiempo más que nada una raridad botánica. Subsisten sólo algunos macizos en tres áreas: en Córcega, en ciertos valles de montaña (Asco, Niolu), donde los pastores la llaman «soliu»; en los Alpes (Saint Crépin, Mercantour, etc.) donde los macizos son más extensos y están menos degradados; y en los Pirineos, donde sólo se ha identificado en Montagne de Rié, Haute Garonne.

En España, hay rodales más extensos y variados (entre 350 m y 1300 m de altitud) pero también hay indicios de que la actual superficie de «sabina vera» es más reducida que en el pasado. En la cuenca del Ebro, por ejemplo, los macizos restantes son discontinuos y de ellos han desaparecido las otras especies que suelen acompañar a la sabina, así como el tipo de suelo característico. Ya no se encuentra cerca de ciudades, como Zaragoza, en cuyos alrededores abundaba hasta el siglo XVIII (Braun - Blanquet y Bolos, 1957).

En Argelia, solamente en el Macizo de las Aurès (Djebel Chélia, 2300 m) hay ejemplares dispersos, algunos muy grandes, en general entre cedros, vestigio probablemente de rodales más densos.

Finalmente, en Marruecos hay todavía rodales de sabina bastante extensos pero muy degradados en todas las estribaciones del Atlas, excepto en las Seskaoua, en el Anti - Atlas occidental y en el Rif.

Silueta característica de un ejemplar de sabina albar en las montañas del Atlas, en Aguelmane Sidi Ali (2100 m.s.n.m.)

Ecología de la sabina albar en Marruecos

Sabina albar, asociada con bioclimas de invierno frío, semiárido y subhúmedo, es la especie forestal más sufrida bajo el extremado clima de la alta montaña marroquí. Esta especie llega más cerca del límite superior de la vegetación arbolada que el cedro y hay ejemplares aislados hasta a 3000 m (se encuentran a menos altitud sólo los rodales de la parte occidental del Alto Atlas, a 1700 m).

Cualesquiera que sean las características físicas y químicas del suelo, la especie crece en tierras escasamente arboladas (cubierta media del 25 por ciento, es decir 40 a 50 árboles/ha), donde se encuentran ejemplares bastante viejos (probablemente con varios centenares de años) con abundantes señales de hacha y diámetros de hasta cinco metros. Estas formaciones muestran considerable diversidad estructural y floral, y en ellas casi siempre sabina albar es la única especie de tipo arbóreo. Es frecuente que haya algún enebro de la Juniprus oxycedrus y la J. phoenicea aislados, como también ejemplares de roble de hojas redondas (Quercus rotundifolia) y cedro del Atlas (Cedras atlántica). Entre los arbustos hay especies del género Fabaceae y en las laderas más altas y degradadas algún macizo de xerofíticas espinosas.

Barbero, Quezel y Loisel (1990) calculan que 327000 ha serían la superficie de clímax de la especie pero que la superficie efectiva es de sólo 20000. Boudy (1958) estimó que sabina albar cubría 30000 ha en Marruecos (Atlas medio: 16000 ha; Alto Atlas: 15000 ha) y Emberger (1938) había aludido a la terrible degradación de los rodales que, según sus cálculos, cubrían por entonces unas 50000 ha. En efecto, con una merma del 90 por ciento, sabina albar parece ser la especie forestal de Marruecos que más ha declinado.

Explotación y degradación de la sabina albar en Marruecos

La tremenda degradación de la especie es atribuible sobre todo a la escasez de leña en los valles del Alto Atlas, unida a la densidad de una población que no tiene acceso a ningún otro combustible; otros factores son la calidad de su madera, apropiada para usos múltiples, y la lentitud con que crece. En 1979, Dresch comentó que el Alto Atlas tenía una población humana inusitadamente densa para una zona de montaña (Dresch, 1979). Despois y Raynal (1975) hicieron una observación análoga, dijeron que la densidad es en algunos sitios superior a la media del país, cosa rara dada la dificultad del medio, y que la saturación de la población en los valles sería compensada por la emigración de manera más difícil que, por ejemplo, en el Anti - Atlas.

En primer plano, ejemplares de sabina albar muy degradados. Los árboles no están muertos: en efecto, se pueden notar hojas en la punta de las ramas

A lo largo de los valles de montaña de Azzaden, N'Fis, Ourika y Ait Bou Gmez hay una sucesión continua de aldeas hasta alturas de más de 2 000 m, cuya población ha aumentado en cerca del 30 por ciento en 20 años. En tanto, la economía local ha permanecido casi estancada, y se ha intensificado la ganadería (Dresch, 1979). Ouhammou (1986) calcula que en el valle de Ourika la población se incrementó en más del 30 por ciento entre 1971 y 1982.

Extraordinario ejemplar de sabina albar en Jbel Irhane. La herramienta al centro de la foto mide 30 cm

Una especie de usos múltiples

Las pruebas del uso de sabina albar a lo largo del tiempo en las montañas del Atlas son abundantes. En 1938 Emberger, en varias de las obras que consagró a la vegetación marroquí, destacó el valor social de este árbol de montaña cuya madera sirve para calefacción y cocina, y cuyo follaje es alimento de ganado. En 1958, Metro comentó que durante las nevadas los pastores solían desmochar los rodales de sabina albar para dar las ramas a su ganado, dejando en pie los árboles mutilados, cuya silueta se considera característica del Atlas marroquí (Métro, 1958).

Los árboles de sabina siguen siendo podados para forraje hasta hoy, y no es raro encontrar ramas abandonadas en el camino después del paso de los rebaños. También la madera, muy dura, tiene usos múltiples en la construcción (dinteles de ventanas y puertas, aleros, etc.).

Otro uso tradicional es un tipo de alquitrán que se obtiene por destilación seca de grandes cantidades de madera; en medicina veterinaria sirve como cicatrizante y antiséptico, y no es raro encontrar todavía hornos de destilación en los sabinales de la Zaouia Ahansal.

Repercusiones en la desertificación del sur del Atlas

La explotación intensiva por un número creciente de pobladores con cada vez más ganado conduce inevitablemente a la degradación de las formaciones y a la erosión, proceso que se acelera por la lentitud con que la sabina se recupera. Aparte esos efectos evidentes en el plano local, la erosión repercute aguas abajo, al sur de las montañas del Atlas. Un folleto publicado por la FAO (Dembner, 1987) demuestra que las partículas minerales más pesadas que enarenan estas zonas no provienen del Sahara, como se pensaba, sino de las pendientes del Atlas que han perdido la vegetación. Primero las arrastra la lluvia y, aguas abajo, el viento las mezcla con partículas más ligeras procedentes del Sahara.

Los estudios de Coude - Gaussen (1990) sobre las polvaredas del Sahara han permitido clasificar la potencialidad de los subestratos de producir partículas finas movilizables por los agentes erosivos. Los mapas con esta clasificación indican que las áreas montañosas de Africa del Norte no son fuente de polvo, dado que la cubierta vegetal brinda suficiente protección. No obstante, al desaparecer la vegetación, las partículas más finas liberadas por los hielos y por la dinámica de las pendientes son fácilmente arrastradas por el agua que escurre y entran a formar parte de la clase de los depósitos y sedimentos de lechos fluviales, cuyos aluviales finos son fácilmente transportados por el viento constituyendo una fuente primaria de polvaredas.

Investigaciones actuales sobre la sabina albar

La Universidad Cadi Ayyad, en Marrakech, realiza investigaciones sobre la sabina albar (Gauquelin, 1988; Badri, 1990) que continúan las previamente llevadas a cabo sobre la vegetación del Alto Atlas (Peyre, 1983; Alifriqui, 1986; Haloui, 1986; Ouhammou, 1986) y que hacen hincapié en los todavía mal conocidos requisitos ecológicos de la especie. Tienen como base un extenso estudio de la especie en su hábitat de Marruecos y en parcelas de protección (Oukaimeden en el Alto Atlas de Marrakech a 2450 m, y el valle de Azzaden).

Efectos de sabina albar en la microestructura del suelo

Un importante aspecto explorado por Gauquelin y Dagnac (1988), es la microestructura del suelo bajo cubierta de sabina. Estos autores han demostrado mediante perfiles del suelo en varios macizos del Alto Atlas que las superficies cubiertas de sabina tienen suelos relativamente ricos en carbono orgánico (300 por ciento en el estrato a 5-10 cm del suelo, por ejemplo) y en minerales (calcio y magnesio en el doble de lo normal en la capa a 0-10 cm). El contenido en arcilla es un 25 por ciento más bajo lejos de la cubierta vegetal, y el porcentaje de «tierra fina» (a profundidad inferior a 20 mm) es casi un 30 por ciento menor.

Uso tradicional de sabina albar; destilación seca de un tipo de alquitrán usado en medicina veterinaria (Valle de Zaouia Ahansal, Alto Atlas)

Postes de sabina albar para la construcción de casas en el alto Valle del Zat (2300 m.s.n.m.). En el fondo obsérvese un rodal degradado

Estas cifras muestran la dualidad del efecto que tiene la sabina en los suelos, a saber, creación de una capa de humus rico en elementos minerales, y protección de las partículas más finas contra el transporte por la lluvia. Este subestrato enriquecido y estabilizado en que los procesos morfológicos, pedalógicos y genéticos son mucho más lentos que en áreas al descubierto, parece ser el único en que se observa alguna (rara) germinación de sabina albar. Finalmente, dado que el fenómeno de la microestructura del suelo está estrechamente ligado al estado de vitalidad de los rodales, un estudio del suelo daría idea de su estructura y de su dinamismo.

El ciclo del agua

Con respecto a los estratos superficiales del suelo, sabina albar, con sus capas de cobertura y humus, actúa moderando las pérdidas de agua por infiltración, escurrimiento o evaporación y, por consiguiente, retrasa o acorta la sequía del verano. A mayores profundidades las reacciones son más complejas y varían según la intensidad y duración de la lluvia, y la rehumidificación es generalmente retrasada bajo la cubierta arbórea (Gauquelin y Savoie, en prensa). Esos fenómenos están ligados a la interceptación de parte de la lluvia por las hojas de los árboles, con el goteo y el escurrimiento retrasados. La rehumidificación varía según la estación del año y la intensidad de la lluvia, pero tuvo un promedio del 44 por ciento en una parcela con una densidad de 190 árboles/ha (48 por ciento de cubierta), que son valores elevados en comparación con el promedio correspondiente a sabina albar. No obstante, este resultado, análogo al encontrado en bosques templados, indica cuál es el papel que puede jugar el ecosistema en el ciclo del agua, idéntico al que probablemente jugaba sabina albar en Marruecos antes de su degradación.

Rodal de sabina albar protegido contra el ganado durante un año en Oukaïmeden, en la parte occidental del Alto Atlas (2400 m.s.n.m.). Parcela experimental del Laboratorio de Ecología Vegetal de la Universidad de Marrakech

Balance de minerales

Se hizo un balance de los minerales en diferentes partes del ciclo vegetativo: en la materia vegetal viva, cuya composición mineral varía con la fonología; en la hojarasca, cuya aportación al suelo varía con la época del año; y en las lluvias y lixiviaciones (analizadas en estrictos términos cuantitativos). El promedio de la producción anual de hojarasca es de 11 toneladas por hectárea cubierta, es decir 5,3 t/ha/año refiriéndola a la superficie efectiva de los rodales (48 por ciento de cubierta). Estos valores son comparables a los encontrados en otros tipos de ecosistemas productivos, como el del pino silvestre (Aussenac y Boulangeat, 1980) o el del roble mediterráneo (Selmi, 1985).

Los elementos restituidos al suelo fueron 330 kg/ha cubierta/año (o en la práctica 160 kg/ha/año) de nutrientes, principalmente calcio y nitrógeno; y 17,7 kg/ha cubierta/año (8,5 kg/ha/año) de oligoelementos, sobre todo hierro y manganeso. La lluvia y la lixiviación contribuyeron pero en menor medida.

Por consiguiente, a un nivel bajo de mutilación y degradación de los rodales, el ecosistema de sabina albar, a igualdad de superficie, tiene una productividad comparable e incluso superior a la de otros ecosistemas forestales mediterráneos o templados del Atlántico.

Propuestas y perspectivas

Los datos expuestos revelan la importancia de sabina albar para las áreas montañosas marroquíes; revelan también el papel que esta especie podría jugar en la dinámica forestal de los valles de altura (no sólo de Marruecos, sino de toda la cuenca del Mediterráneo) si no estuviera sometida a las presiones que actualmente la abruman; y finalmente, los perjuicios ecológicos y económicos que ocasionaría su desaparición. Es preciso evitar la extinción local de la especie y mantener y rehabilitar los rodales que sobreviven, limitando ante todo la extracción de madera y regulando sosteniblemente el pastoreo, sin por eso afectar negativamente la vida cotidiana de los habitantes.

Orientación de las investigaciones

Es muy limitado el conocimiento que se tiene de la zona poblada de sabina albar en Marruecos, y de su tipología, estructura y estado de degradación. Los mapas existentes, combinados con fotografías aéreas e imágenes de satélite, ambas verificadas sobre el terreno, deberían permitir el levantamiento de un mapa actualizado y detallado de la zona de sabina albar. A pesar de los problemas de metodología que sin duda se plantean, relacionados sobre todo con el uso de imágenes de satélite en áreas montañosas con escasa cubierta vegetal, lo que se ha hecho en otros lugares (Lacaze y Joffre, en prensa) y la experiencia con telepercepción en los Pirineos, indican que el procedimiento sugerido es viable.

Las posibilidades de sabina albar como productora de madera no son bien conocidas. Es indispensable delimitar parcelas experimentales para reunir sistemáticamente datos sobre crecimiento y productividad, que después puedan ser extrapolados adaptándolos a los diversos macizos conocidos de sabina; también sería útil evaluar el volumen de madera que extraen los habitantes de los valles altos. Finalmente, hará falta determinar la relación entre madera verdaderamente consumida y madera cortada pero abandonada sobre el terreno.

Un problema importante aún no resuelto se refiere a la escasísima medida en que se regeneran de manera natural los rodales de sabina albar, y a la dificultad con que germina la semilla en las parcelas experimentales. Los estudios iniciados en la Universidad de Marrakech deben ser continuados, tanto en el laboratorio (problemas fisiológicos relacionados con la latencia de la semilla) como sobre el terreno (el papel del ganado en la eliminación de plantones, la influencia de las condiciones microclimáticas en su desarrollo y crecimiento).

Para esos estudios es indipensable contar con parcelas experimentales bien protegidas que permitan llegar a conocer mejor los requisitos ecológicos y la fisiología de la especie; los ciclos biogeoquímico y del agua dentro de los rodales; y la dinámica del ecosistema cuando está bien protegido del ganado. Además, convendría emprender un estudio comparativo de la erosión en zonas protegidas y no protegidas para ampliar los datos reunidos por Dembner (1987) y Coude - Gaussen (1990).

Finalmente, es preciso considerar también la posibilidad de que los rodales de sabina albar sufran con los cambios regionales de clima, tanto si son episodios breves y localizados, como si son cambios mundiales de larga duración. El hecho de que Marruecos, y el Atlas marroquí, se encuentren a caballo de dos zonas climáticas muy diferentes - una húmeda y otra desértica - multiplica la importancia de dichos cambios (Naciri, 1990). Haría falta asimismo un estudio dendrológico de los bosques de sabina albar para determinar las fluctuaciones climáticas de la alta montaña marroquí y determinar la edad de los rodales existentes, con respecto a las cuales los datos disponibles son incompletos y sólo aproximados.

También convendría coordinar esta investigación con la que se lleva a cabo sobre Juniperus procera (Blot, 1991), una especie del Africa oriental (difundida en Djibouti, Etiopía, e incluso Tanzania) que botánicamente es análoga a J. thurifera, y que sufre los mismos problemas de degradación

Preservación y uso de Thuriferus juniper

No es concebible llevar a cabo estudios como los antes propuestos si no van acompañados de medidas para preservar esos ecosistemas y para sensibilizar la población local. Ya en 1958 Boudy sugería que los rodales de sabina albar fueran tratados exclusivamente como bosque de protección; afirmaba que la rehabilitación dependía del uso de zonas protegidas reservadas expresamente a este objeto durante un período considerable de tiempo; y que los árboles destinados a producir madera y leña deberían estar fuera de aquellas áreas. Boudy también pidió que se prohibiera la extracción de madera en todas sus formas, asegurando de otras fuentes la satisfacción de las necesidades de postes y leña para la población local.

Todas las actividades de protección deberán llevarse a cabo en colaboración con los pobladores de la montaña. No obstante, sólo será posible conseguirlo si se les da la posibilidad de recoger madera y apacentar su ganado fuera de las zonas protegidas. El espectacular crecimiento de la hierba observado al cabo de sólo un año de protección de las pequeñas parcelas experimentales debería impresionar vivamente a la población local.

No cabe duda de que los habitantes de los valles del Atlas conocen el valor de sabina albar y se dan cuenta de su estado de degradación, pero se ven obligados por razones económicas a ejercer considerable presión sobre el recurso; está también claro que no es factible imponer una prohibición total de la extracción de madera de sabina albar. Un sistema selectivo de explotación que incluya la cosecha de madera y el pastoreo, análogo al que hay vigente para el roble en algunos valles (Valle de Ait Bou Gmez), introducido por los propios habitantes, contribuiría eficazmente al manejo sostenible del recurso. En realidad, una protección de ese tipo se aplica ya a algunos rodales de sabina albar, incluidos los de Imelhas (Valle de Ait Bou Gmez) donde las autoridades locales autorizan la extracción de madera una vez al año. Es digno de mención que este rodal protegido y aprovechado es uno de los pocos que presenta una estructura de vegetación relativamente equilibrada en que se observa la regeneración natural (Gauquelin, 1988). En su obra sobre el hábitat de esos valles altos del Atlas, Huet y Lamazou (1988) mencionan que la extracción estaba estrictamente reglamentada en una zona en que empezaba a escasear la madera y el bosque se encontraba en retirada. Cada aldea tenía acceso a dos secciones del bosque que le estaban reservadas: una destinada a la producción de leña y la otra en que se prohibía el pastoreo y los árboles estaban destinados a la producción selectiva de madera de construcción. Sabina albar, tuya y roble producían los postes necesarios para pisos y techos.

En resumen, la situación ideal sería un sistema de ordenación forestal que permita a las masas boscosas no sólo sobrevivir, sino también regenerarse, garantizando a la vez la satisfacción de las necesidades tradicionales de la población local. Se necesitan urgentemente estudios de campo sobre las necesidades de leña y madera de construcción; sobre la medida en que los actuales ejemplares de sabina albar alcanzan a satisfacer dichas necesidades; sobre las prácticas pastorales y sobre el papel de la especie en medicina veterinaria. No existe en la actualidad información cuantitativa sobre estos temas.

Finalmente, aunque la técnica sea con frecuencia criticada por hacer uso excesivo de especies exóticas inapropiadas, debe tomarse en cuenta la posibilidad de repoblar las laderas menos áridas de la actual zona de sabina albar usando especies como el cedro, que presenta la venta ja de ser una especie local bien adaptada.

Bibliografía

Alifriqui, M. 1986. Contribution à l'étude du milieu et de la végétation dans le Haut Atlas occidental d'Amizmiz (massif de l'Erdouz - Igdat). Tesis. Marrakech, Université Cadi Ayyad.

Aussenac, G. y Boulangeat, C. 1980. Interception des précipitations et évapotranspiration réelle dans des peuplements de feuillus (Fagus sylvatica L.) et résineux (Pseudotsuga menziesii Mirb. Franco). Annales des Sciences Forestières, 37(2): 91-107.

Badri, W. 1990. Cycle hydrologique et biogéochimique et influence du couvert sur la strate herbacée dans un peuplement à genévrier thurifère du Haut Atlas de Marrakech (Maroc). Tesis. Marrakech, Université Cadi Ayyad.

Barbero, M., Quezel P. y Loisel R. 1990. Les apports de la phytoécologie dans l'interprétation des changements et perturbations induits par l'homme sur les écosystèmes forestiers méditerranéens. Forêts méditerranéennes, XII: 193-215.

Benabid, A. 1987. Les grands écosystèmes terrestres et leur préservation. En Fennane, M. ed. La grande encyclopédie du Maroc, flore et végétation. pp.186-190. Rabal, G.E.I.

Blot, J. 1991. Bilan écologique des forêts a Juniperus procera Hochst. ex Endl. de la corne orientale d'Afrique et de la péninsule arabique. Tesis inédita. Université de Bordeaux III.

Boudy, P. 1958. Economie forestière nordafricaine, I, II, III. París, Larose.

Braun-Blanquet, J. y De Bolos, O. 1957. Les groupements végétaux du bassin moyen de l'Ebre et leur dynamisme. Anales de la Estación Experimental de Aula Dei, 5(1-4): 266 pág.

Coude-Gaussen, G. 1990. Les régions sources de poussières au Sahara. Sécheresse, science et changement planétaire, 1(2): 134-141.

Dembner, S A. 1987. Stopping the sands in Morocco and beyond. Resumen del proyecto forestal, Departamento de Montes de la FAO. Roma, FAO.

Despois, J. y Raynal, R. 1975. Géographie de l'Afrique du Nord - Ouest. París, Payot.

Dresch J. 1979. Un géographe au déclin des empires. París. FM-Hérodote.

Emberger, L. 1938. Les arbres du Maroc et comment les reconnaître. París, Larose.

Emberger, L. 1939. Aperçu général sur la végétation du Maroc. Commentaire de la carte phytogéographique du Maroc au 500000e. Veroffentlichungen geobotanischen Institutes Rübel. 14: 40-157. Berna, Verlag Hans Rubel.

Gauquelin, T. 1988. Dynamique de la végétation et des formations superficielles dans les montagnes du bassin occidental de la Méditerranée: étude des formations a genévrier thurifère et à xérophytes épineuses en coussinet des Atlas marocains. Tesis doctoral. Toulouse, Université Paul Sabatier.

Gauquelin, T. y Daguae, J. 1988. Caractéristiques édaphiques des groupaments a genévrier thurifere des Atlas marocains: étude des niveaux superficiels des sois sous couvert et hors couvert. Oecologia mediterranea IV(3/4): 43-56.

Gauquelin, T. y Savole, J.M. (en prensa). Evolution de l'humídité du sol en relation avec le couvert arboré dans un écosyteme a Juniperus thurifera L. du Haut Atlas de Marrakech (Maroc). Actas de Ecologie et biogéographie alpines, La Thuile, septiembre de 1990. Neuchatel, Institut de botanique.

Haleni, B. 1986. Contribution à l'étude du milieu et de la végétation du bassin versant de l'oued Rhighaya (Haut Atlas de Marrakech). Tesis doctoral. Marrakech, Université Cadi Ayyad.

Huet, K. y Lamazou, T. 1988. Sous les toits de terre. Belvisi Al Madariss, ed. Publi-Action. Casablanca, Belvisi Al Madarise.

Lacaze, B. y Joffre, R. (en prensa). Evaluation de la densité des arbres en zone semi-aride a partir de données SPOT panchromatiques. Documento presentado en Les journées scientifiques de télédétection de l'AUPELFUREF, Toulouse 13-16 de noviembre de 1990. Londres, John Libbey. Eurotel.

Métro,A. 1958. Forets. Atlas du Maroc. Notas explicativas, sección IV, Bibliografía. Rabat, Comité de géographie du Maroc.

Naciri, M. 1990. Calamités naturelles et fatalité historique. Sécheresse, science et changements planétaires, 1(1): 11-16.

Ouhammou, A. 1986. Recherches sur l'étagement de la végétation dans le bassin versant de l'oued Ourika (Haut Atlas, Maroc). Tesis. Marrakech, Uníversité Cadi Ayyad.

Peyre, C. 1983. Etagement de la végétation et gradients climatiques dans le système atlasique marocain. Le bassin de l'oued Rdat et le versant sud de l'Atlas au méridien du Tizin - Tichka. Bulletin de la Faculté des Sciences de Marrakech, 2: 87-139.

Selmi, R. 1985. Différenciation des sois et fonctionnement des écosystèmes forestiers sur grès numidien de Kroumirie (Tunisie). Ecologie de la subéraie zéenaie. Tesis doctoral. Vandoeuvre, Université de Nancy I.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente