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Ponencias


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Metodologías para la investigación y acción con género y forestería

Susan Paulson*

(* Consultora estadounidense de género y forestería. Programa Bosques, Arboles y Comunidades Rurales (FTPP) Bolivia.)

En este ensayo reflexionamos sobre la evolución de las metodologías usadas en el trabajo con género y proyectos forestales, a fin de esclarecer una serie de avances y reevaluar algunos aportes a la luz de los desafías que vivimos actualmente. Las metodologías de investigación y acción involucran muchas cosas, entre ellas el enfoque: cómo definimos el objeto de nuestro estudio o acción; y el proceso: cómo realizamos nuestro estudio o acción. Somos todos actores en un proceso de evolución metodológica que se enfrenta actualmente al reto de encarar enfoques cada vez más multifacéticos y procesos cada vez más participativos; uno de los interrogantes más provocativos es el cuestionamiento de la división entre "enfoque" y "proceso", entre estudio y acción.

En los últimos diez años, los enfoques y procesos metodológicos relacionados con género y proyectos forestales han cambiado de manera significativa. Nuestro enfoque social se inició con la categoría "mujer" o "mujeres", luego incluyó a "mujeres y hombres" o "comunidades", y ahora comienza a abarcar sistemas complejos de género. Nuestro enfoque natural se inició con la categoría "árboles", se reorientó hacia "bosques" y ahora comienza abarcar sistemas ecológicos complejos, junto con las normas, reglas y organización de su manejo. Este cambio refleja las modificaciones vividas en nuestros paradigmas científicos: las categorías y estructuras que utilizamos para ordenar y dar significación al mundo. Actualmente, estamos incursionando en un enfoque más holístico, cuya intención es superar el divorcio entre lo social y lo natural con el fin de articularlos en forma dinámica.

Nuestros procesos metodológicos también han ido transformándose, especialmente en cuanto a sus bases epistemológicas: los supuestos sobre cómo conocemos el mundo o el otro. Durante mucho tiempo hemos pretendido conocer las realidades de las gentes y de los bosques, a partir de métodos empíricos desde una postura positivista. Hemos entendido la producción del conocimiento como un proceso de descubrimiento de verdades absolutas, mediante la observación y medición objetiva del cientista. Sin embargo, paulatinamente hemos comenzado a elaborar métodos para incorporar información y las opiniones de actores locales (mujeres y hombres) en nuestros procesos de conocimiento sobre realidades y problemas particulares. Nuestro próximo avance espistemológico será facilitar los diálogos entre saberes, dentro de los cuales actores y actoras de las comunidades no solamente contribuyan con la información necesaria para llenar nuestros esquemas, sino que ayuden a formular las preguntas y a estructurar los procesos de conocimiento.

Esta evolución de enfoques y procesos metodológicos está influida por preceptos culturales basados en nuestras tradiciones científicas y disciplinas académicas, así como también en las culturas y sociedades en las cuales vivimos y actuamos. Aquí veremos algunos detalles concretos del proceso.

La evolución de enfoques

Enfoques sociales: la mujer y las mujeres

En los primeros estudios y proyectos sobre "la mujer", se tendía a manejar un enfoque esencialista basado en la identidad biológica del objeto de estudio. Los trabajos sobre la mujer y el control de la población o la mujer y las necesidades básicas, por ejemplo, se concentraron en sus características universales en tanto procreadora y madre. Gradualmente se reconoció la importancia de distinguir entre diferentes grupos de mujeres, a partir de sus particularidades locales, étnicas, de clase, nacionalidad, profesión, etc. Este avance conceptual contribuyó al reconocimiento de que muchos rasgos de la vivencia femenina son culturales e históricos, que cambian en relación con otros factores, y que también pueden ser cambiados.

De ahí se desarrolló teorías y métodos para estudiar e influir las diversas vivencias femeninas. Entre los instrumentos importantes está la distinción entre la condición concreta de las mujeres y su posición relativa en la sociedad. Paralelamente, y a nivel de acción, se distinguió entre necesidades prácticas y estratégicas de las mujeres inmersas en diferentes situaciones. Se exploró las relaciones entre ellas y sus entornos naturales mediante estudios de casos descriptivos, como los de la serie "Mujeres y árboles en países andinos" promovidos por el Programa Bosques, Arboles y Comunidades Rurales (FAO-FTPP)

Género: mujeres, hombres y comunidades

Con el surgimiento del enfoque de género se comienza a estudiar y a trabajar con mujeres y hombres, en tanto categorías interdependientes a nivel funcional y significativo dentro de las familias y comunidades. Los trabajos hechos bajo este enfoque abarcan tanto las características biológicas como los roles culturales de mujeres y hombres, y propician un debate sobre las relaciones que existen entre los determinantes biológicos y los culturales.

Entre los instrumentos teórico-metodológicos más importantes están aquellos que permitan conocer los espacios, horarios y ciclos de trabajo de mujeres y hombres; la división genérica de labores y responsabilidades; las diferencias en el acceso y control de los recursos por parte de hombres y mujeres. La "Guía metodológica para incorporar la dimensión de género en el ciclo de proyectos forestales participativos"³ presenta un surtido portafolio de estos instrumentos. En los últimos años, numerosos estudios y proyectos los han utilizado para el análisis de género, lo cual ha permitido comprender de manera mucho más completa y dinámica a las comunidades, así como la organización en el manejo de los recursos naturales y forestales.

Los complejos sistemas de género

Ahora que conocemos mejor las realidades de mujeres y hombres en diversas comunidades, comenzamos a orientar el enfoque hacia el entendimiento de las fuerzas y fenómenos complementarios. Por un lado, exploramos los vínculos entre los roles de las mujeres y hombres a nivel local y los complejos sistemas de género a nivel social e histórico. Por otro lado, tratamos de construir nuevos paradigmas que permitan integrar mejor el estudio de los sistemas sociales y naturales.

Cuando ejecutamos proyectos dirigidos a promover la equidad entre mujeres y hombres y en contextos particulares, constatamos que el impacto logrado en mujeres y hombres dentro de las comunidades especificas, no es siempre suficiente para alcanzar cambios positivos y duraderos. Si queremos responder a los problemas de las mujeres (pobreza, marginación, falta de recursos, educación, participación política, etc), debemos tener en cuenta no solamente a las mujeres y hombres, sino también a los elementos estructurales que conforman los sistemas de género dentro de la sociedad. Son éstos los que producen y reproducen la desigualdad de género y la condición y posición inferior de las mujeres.

Para dar un ejemplo concreto. Mediante la investigación con enfoque de género en una comunidad dada podemos constatar que los hombres mantienen el control y tenencia legal de casi todas las parcelas cultivables, más los terrenos reforestados con pinos. Este conocimiento en si es muy valioso para el diseño y la implementación de proyectos forestales. Pero si pensamos que esta situación crea problemas sociales o ecológicos, y si queremos entender o cambiar el sistema que determina esta situación, debemos tratar estos datos en términos más sistemáticos: ¿quién controla la semilla, los troncos, las ramas? ¿quién es el dueño de los hatos de ganado, las casas, etc.? ¿qué importancia tienen los diferentes recursos en los sistemas locales de (re)producción? ¿cuál es la seguridad y el estado legal del control sobre el terreno? ¿qué diferencias existen entre los distintos tipos de tenencia?

También tenemos que explorar los elementos que estructuran el control de los hombres sobre el terreno: la legislación nacional sobre tenencia de la tierra; los impactos de las reformas agrarias o proyectos nacionales de colonización; la simbología religiosa de elementos de la naturaleza como la tierra y los árboles; los patrones tradicionales de parentesco, residencia y herencia; el código familiar nacional y la reglamentación legal de herencia; los cambios de la presión demográfica, y otros. Con una comprensión más compleja podemos comenzar a ver los factores que condicionan la falta de acceso y marginación de las mujeres, e identificar las instituciones y estructuras que producen y reproducen la desigualdad. En la actualidad, cada investigador(a) y trabajador(a) de campo ya toma en cuenta algunos de estos factores de manera intuitiva. El desafío es sistematizarlos dentro de un marco multifacético y multinivel que permita analizar los sistemas complejos de género e incidir de manera positiva en ellos.

Este desafío metodológico exige una gran interdisciplinariedad. Las categorías e instrumentos de la sociología se adaptaron fácilmente al estudio de roles e identidades de mujeres y hombres. Pero el trabajo con sistemas de género requiere consideraciones políticas filosóficas, teológicas, legales, educacionales, antropológicas y mucho más. Si a ello sumamos el desafío de involucrar elementos naturales en nuestro enfoque, es necesario reformular las categorías básicas de nuestro pensamiento y trabajo, un proceso ya avanzado en las perspectivas de la forestería comunal, como veremos a continuación.

Enfoques naturales: de los árboles a los bosques

En la forestería tradicional se desarrolló metodologías para estudiar los árboles, y para mejorar sus características fisiológicas y su crecimiento. Los métodos de trabajo están basados en ciencias naturales como la biología, química y agronomía. Incluyen, entre otros, la medición del tamaño de la planta y del peso de la biomasa durante el ciclo de crecimiento; el análisis y experimentación genética; la observación empírica del desarrollo de la planta en diferentes ambientes experimentales en relación con la variación de factores externos aislados (cantidades de agua, cambios en temperatura, plagas, etc.).

El estudio de los bosques se vale de un enfoque más sistémico e incorpora una serie de conceptos y métodos de las ciencias ecológicas. Se introduce el estudio in situ de las características y el desarrollo de los árboles en los bosques naturales y plantaciones, con prácticas como el análisis de la biodiversidad y biomasa en secciones de bosques escogidos, la densidad de ciertas especies en sectores del bosque, y otros. Los métodos permiten conocer el comportamiento de poblaciones de especies y variedades, como también de comunidades de diversas especies de fauna y flora interactuando entre ellos y con factores abióticos, como los suelos, lluvias, etc. Por el momento y mientras se comienza a incorporar muchas nuevas facetas en el enfoque de bosques, el trabajo se restringe generalmente a los elementos "naturales".

Ecosistemas y manejo sociocultural

Las corrientes de forestería social y forestería comunal han ido promoviendo enfoques y métodos para considerar los factores humanos, económicos y socioculturales en la investigación y acción forestal. Estos acercamientos han permitido la participación cada vez mayor de actores locales en el manejo forestal, desencadenando procesos que contribuyen a nuestro conocimiento de los patrones de gestión ambiental.

Paradójicamente, las metodologías participativas que permiten vislumbrar los complejos sistemas de manejo, que son a la vez funcionales y significativos, también revelan las serias limitaciones que nuestros acercamientos tienen para analizar profundamente y responder a estos sistemas multifacéticos y multiniveles. Conociendo mejor las dinámicas del manejo, chocamos con la realidad de que hasta el más avanzado conocimiento científico de los árboles y los bosques es pocas veces suficiente para preservar y mejorar la calidad de los mismos o para cambiar los procesos históricos que causan la degradación ambiental y la deforestación. Reconocemos la necesidad de entender las relaciones entre los grupos humanos y los bosques, para poder volverlas más equilibradas y sostenibles. También reconocemos la necesidad de analizar y responder a los patrones, instituciones, normas y leyes de manejo a nivel local, regional, nacional e internacional. Gracias a este empuje, se viene realizando dentro de la forestería comunal un nuevo enfoque que es "las múltiples relaciones entre la población y su entorno natural en el contexto más amplio político-económico-legal".

No es siempre fácil traducir esta visión en metodologías prácticas para la investigación y el trabajo. Existen muchas tensiones y limitantes para desarrollar herramientas que sean accesibles, factibles y a la vez capaces de abarcar no solamente la vasta diversidad de factores humanos y naturales en juego, sino también -y quizás esto es lo más importante- las múltiples relaciones entre ellos Uno de los intentos más interesantes es el IFRI, un acercamiento desarrollado en el Taller de Teoría y Análisis Político de la Universidad de Indiana, y ensayado en Bolivia, Nepal y Uganda.1

(1 Rosario León. 1994. Desarrollo del IFRI en Bolivia: Diagnóstico y Estrategia. Cochabamba: CERES, Universidad de Indiana: Sarela Paz (coordinadora). 1994. Informe de Trabajo del Equipo CERES sobre el IFRI en el Río Chapare. Cochabamba: CERES.)

El objetivo del acercamiento IFRI es desarrollar un marco y un instrumento de investigación que permitan analizar las instituciones y las normas del manejo forestal, tomando en cuenta los factores humanos y naturales. El instrumento provee una vía para superar las fronteras disciplinarias y ver las situaciones como conjuntos de diversos elementos. En el IFRI se desarrolló un esquema para registrar estos elementos en una base de datos que combina variables ecológicas y sociales, lo cual posibilita que los resultados sean analizados y comparados.

En resumen, un proceso acumulativo

Una mirada retrospectiva a nivel superficial podría dar la impresión de que los acercamientos y métodos sistémicos están reemplazando a los más específicos, y que hemos superado las limitaciones de los primeros enfoques. Sin embargo, no creo que debamos ver el proceso como el desplazamiento de unos modelos hacia otros. En realidad, el estudio y acción con las mujeres y con los árboles, así como también los instrumentos y los conocimientos generados en el trabajo con las comunidades y bosques, son contribuciones primordiales para la comprensión de los sistemas de género y de manejo ambiental. Los esfuerzos en todos los niveles de análisis contribuyen al conocimiento de las relaciones entre lo social y lo natural y al desarrollo de métodos más integrales. Por lo tanto, en vez de considerar el avance como un salto entre métodos discretos, podemos verlo como una evolución o crecimiento gradual y acumulativo

Procesos de investigación y acción

Observación objetiva (positivismo empírico)

En la postura positivista clásica, el cientista simplemente mide, pesa, observa la realidad y registra los datos acumulados, en un proceso que lo lleva al descubrimiento de las leyes naturales universales. En las ciencias forestales ha sido bastante fácil creer que existe una verdad universal y que la podemos conocer con nuestros métodos científicos. Como consecuencia, el paradigma y la epistemología positivistas están bien consolidados en la forestería, mientras que en las ciencias sociales existe más incertidumbre. En los estudios sobre mujeres o comunidades dependemos tanto de las respuestas que nos dé la gente, como de información secundaria.

Sin embargo, esto no ha impedido que los científicos sociales recabemos "datos" estadísticos con base en los cuales "caracterizamos" las realidades locales y “diagnosticamos" los problemas y potencialidades.

El positivismo empírico, con su postura de objetividad científica, ha dominado los paradigmas científicos durante siglos, a pesar de las criticas hechas desde posiciones filosóficas, estudios de la historia de la ciencia, e incluso las teorías físicas de la relatividad. Aunque estamos cuestionando cada vez más ciertos elementos de esta tradición, los conceptos y supuestos positivistas siguen dominando nuestros paradigmas discursivos, e incluso muchas de las nuevas propuestas participativas.

Participación de ellos y ellas en nuestros proyectos

En las últimas décadas hemos construido una serie de metodologías para facilitar la participación de las mujeres, los hombres y las comunidades en los proyectos de investigación y acción. En cuanto a los métodos, el acercamiento más común ha sido organizar reuniones para que ellas y ellos nos ayuden a caracterizar su vivencia e identificar sus problemas. En pocas ocasiones hemos cuestionado las categorías y estructuras utilizadas en este proceso de intercambio. Por ejemplo, preguntamos a las mujeres ¿cuál es su horario y calendario de trabajo? ¿cuáles son sus actividades productivas, reproductivas, comunales? ¿a qué recursos tiene acceso?, dando por sentada la validez de estos términos y los conceptos a los que representan.

Los métodos del Diagnóstico Rural Participativo (DRP) y Diagnóstico, Seguimiento y Evaluación Participativos² (DSEP) of recen pistas para incorporar a los actores locales en los procesos de generación de conocimientos sobre las realidades y problemas locales, y ofrecen posibilidades para que los participantes locales se expresen mediante sus propios conceptos y esquemas. Sin embargo, el simple uso de estos instrumentos no garantiza la participación generativa de la gente, ya que ésta depende más de la postura filosófica y epistemológica con las que aplicamos los instrumentos. En muchos casos, el DRP o el DSEP son utilizados como una técnica para "obtener información directamente".

(² Robert Chambers. 1992. Rapid Appraissal: Diagnóstico Rural Rápido, Entretenido y Participativo. Brighten. UK: institute of Development Studies, Discussion Paper 311; D'Arcy Davis-Case. 1995. Desarrollo Forestal Comunitario: Diagnóstico, Seguimiento y Evaluación Participativos. Roma: FAO.)

Nosotros definimos no solamente qué información es necesaria, sino también, y lo que es más importante, qué es información (cuáles son las categorías, cómo se mide, cómo se conoce).

Los mismos términos "instrumento" y "diagnóstico" ejemplifican la persistencia de actitudes positivistas en nuestro discurso. Un "instrumento" es un aparato empleado para alcanzar un resultado. Debemos tener mucho cuidado de no instrumentalizar a los y las participantes y a sus conocimientos, para alcanzar nuestros resultados. "Diagnóstico" se refiere a la determinación de una enfermedad a través de los síntomas, y hace referencia a una relación vertical, en la cual el médico es el sujeto que monopoliza el conocimiento científico y el poder para descubrir el estado o la naturaleza del objeto enfermo. El proceso de "diagnosticar" supone que existe una condición o naturaleza objetiva a ser analizada, que una naturaleza debe ser descubierta, y que solamente es cuestión de identificar la respuesta usando métodos e instrumentos correctos. Desde un punto de vista más positivo, éstas y otras metodologías participativas son muchas veces utilizadas para abrir diálogos y exploraciones muy amplias. Las actividades de búsqueda conjunta tienen gran potencial para dar lugar a la expresión de conocimientos y visiones distintas que no entran en nuestros esquemas de información. Son justamente estos procesos de diálogo y exploración los que nos permiten salir de nuestros paradigmas y vislumbrar nuevas perspectivas y visiones.

Nuestra participación en las visiones y proyectos de las mujeres y los hombres locales

La participación de mujeres y hombres en diagnósticos y análisis desagregados por sexo ha mostrado que, en muchos casos, cada género tiene diferentes visiones del mundo, distintos conocimientos botánicos y técnicos, diversas estrategias para manejar su entorno natural e incluso diferentes métodos para conocer v entender este entorno. Como consecuencia, comenzamos a entender que el conocimiento no es absoluto ni universal, que no existe la respuesta correcta. A partir de esto, comenzamos a aceptar que los conocimientos de diferentes mujeres y hombres pueden complementar nuestros conocimientos científicos, no solamente como insumos prácticos, sino también como alternativas paradigmáticas y epistemológicas. El desafío es desarrollar metodologías que no hagan de los conocimientos locales "respuestas" a nuestras preguntas, y "contenido" de nuestras categorías de investigación.

Estamos en el umbral de un nuevo acercamiento metodológico que permitirá que ellos también formulen las cuestiones, estructuren las categorías de investigación y acción, lo cual permitirá que tomemos en cuenta no solamente "información" local, sino también sus epistemologías y paradigmas. Lo que esperamos es adaptar nuestra postura científica para permitir que las mujeres y los hombres de las comunidades influyan en nuestros modelos, preguntas y acciones de una manera que ni siquiera podemos imaginar ahora. Esto quiere decir que nuestra tarea no es solamente caracterizar al otro, sino entrar en una conversación intersubjetiva con él o ella, que reconozca y respete las posturas personales a través de las distintas voces, incluyendo la nuestra.

La Guía Metodológica del FTPP³ ofrece pautas importantes para avanzar en este camino. Allí se insiste en que los hombres y mujeres de la localidad participen en el proceso desde el diseño del diagnóstico hasta la evaluación final de la intervención. Además, ofrece toda una gama de técnicas (observación, juegos de roles, reuniones grupales, entrevistas individuales, etc.) que pueden ser realizadas en contextos adecuados. La coexistencia de varios métodos abre la pista para que captemos y aceptemos los distintos acercamientos de esas mujeres y hombres.

(3 Susana Balarezo. I 994. Guía metodológica para incorporar la dimensión de género en el ciclo de proyectos forestales participativos. Quito: FAO-FTPP.)

Dudas epistemológicas y paradigmáticas

Ahora ya podemos empezar a identificar la serie de contusiones que aparecen en nuestro paradigma inicial. En primer lugar, los enfoques sociales y naturales se expenden para incluir factores, fuerzas y recursos externos, incluso a nosotros mismos con nuestros conceptos, proyectos y financiamientos. En segundo lugar, los enfoques comienzan a abarcar factores naturales y sociales, y se hacen intentos serios para integrar estos factores en metodologías de investigación y análisis interdisciplinarias. Finalmente, los procesos comienzan a incluir diálogos entre saberes, o sea entre nosotros (los investigadores o extensionistas) y ellos/ellas (la población local). En este diálogo se comienzan a disolver las distinciones entre el yo sujeto y el otro objeto o enfoque de mi estudio o de mi acción.

Ahora estamos tratando de entender los sistemas complejos, multifacéticos y dinámicos y, al mismo tiempo, cuestionando nuestros procesos de conocimiento. Reconocemos que nuestras metodologías han sido limitadas debido a su carácter reduccionista, sectorial y estático, y que no hemos logrado articular las metodologías desarrolladas en las ciencias sociales con las de las ciencias naturales. Sin embargo, no cabe duda de que este proceso de evolución metodológica nos ha permitido avanzar en nuestro conocimiento y que todavía ofrece muchas luces para seguir reflexionando.

Para destacar uno de los muchos ejemplos, los estudios de caso "Mujeres y Arboles" tienden un puente entre los enfoques "mujer" y "árboles" y comprenden toda una gama de elementos que nos permiten vislumbrar las conexiones locales que existen entre las identidades sociales de género y los elementos naturales y materiales. Para las mujeres de Mama Qewiña, Bolivia, por ejemplo, el árbol es simbólico y sagrado4 En Sogamoso, Colombia, el arado, que está asociado a la cruz de Cristo, es un instrumento que sólo deben utilizar los hombres.5 Mediante estos sencillos comentarios de las mujeres rurales, podemos vislumbrar cómo la organización funcional y técnica, los significados espirituales y otros, son integrados en visiones holísticas en estas comunidades; ahora nos toca seguirles la pista.

(4Rosario León. 1991. Mujeres y árboles en Bolivia: Dos estudios de caso. Quito: Editora Luz de América.)

(5 Carmen Tavera. 1991 . Mujeres y árboles de Colombia: Dos estudios de caso. Quito: Editora Luz de América.)

Hasta hoy el diálogo entre saberes (escuchar voces de mujeres y hombres locales) nos ha permitido vislumbrar visiones más holísticas y propuestas más integrales. Para avanzar en la comprensión de estas visiones, nuestro método tiene que ser tal vez menos "objetivo", menos "científico" y más humano. El proceso no implica un simple cambio metodológico, sino un cambio epistemológico y ético que permita la verdadera conversación intersubjetiva.

Observamos al inicio, que la evolución de enfoques y procesos metodológicos está influida por preceptos culturales basados en nuestras tradiciones científicas y disciplinarias, como también en las sociedades en las cuales vivimos y actuamos. Esperamos que nuestros avances metodológicos no solamente sean el reflejo de los cambios históricos, sino también agentes de cambio en cuanto puedan influir en las visiones del otro, los modelos de cambio y las propuestas para el desarrollo vigentes en nuestro mundo.

Una experiencia productiva en Ecuador

En la provincia de Bolívar, sierra central del Ecuador, se han conformado grupos de mujeres apoyados por Promoción Humana y Diocesana de la iglesia católica, que se dedican a:

    • Tejer suéteres de lana de oveja, que los entregan a intermediarios para que los comercialicen.

    • Preparar turrones para aprovechar la sobreproducción de miel de abeja. La venta está a cargo de una ONG, que los distribuye a nivel nacional e internacional.

    • Elaborar manjar (dulce) de leche, ya que en la zona hay ganadería lechera. El producto es vendido directamente por las mujeres.

    • Criar chanchos, truchas, cuyes y ovejas.

    • Recolectar hongos en los bosques comunales de pino y los comercializan a nivel nacional.

    • Tejer canos de paja y "shigras" para la venta.

    • Elaborar pan para la venta y cultivan hortalizas para el autoconsumo, en huertos familiares.

Manejo sustentable de los recursos forestales en América Latina

María Fernanda Paz*

(* Investigadora del Centro Regional de investigaciones Disciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma. México.)

Importancia de la conservación y manejo sustentable de las áreas forestales en América Latina

La conservación y el manejo sustentable de los recursos naturales en América Latina se presenta no sólo como un buen deseo, sino como una imperiosa necesidad. Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (1990)2, la región posee el 23% del total de tierras potencialmente arables del planeta, el 12% de los suelos bajo cultivo, el 17% de las tierras de pastoreo, el 23% de los bosques (46% de las selvas tropicales) y el 31% del agua superficial disponible. En este vasto inventario, un dato de particular relevancia es el que concierne a la impresionante diversidad de especies forestales en la región. Se estima que los bosques de América Latina, muchos de los cuales son selvas tropicales, albergan más de 90.000 de las 250.000 principales especies de plantas del planeta, de ellas se calcula que el 10% son plantas medicinales, 10% tienen uso industrial y 15% son especies comestibles, lo que resulta en más de 31.000 especies que tienen un valor económico para el futuro desarrollo.

(2 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. 1990. Informe sobre Desarrollo

Humano 1990. New York, Oxford University Press.)

La herencia natural de América Latina y el Caribe se ha degradado severamente en las últimas décadas como resultado de la interacción de múltiples factores, entre los que cabe destacar las políticas de desarrollo que sobrepusieron la ganancia inmediata al uso sustentable de los recursos naturales y la conservación del medio. Si bien la región presenta aún un gran escenario de recursos naturales en distintos ecosistemas, la degradación y pérdida de éstos no es de menor magnitud. Entre los diversos problemas ambientales que aquejan hoy día a América Latina, la deforestación es sin lugar a dudas uno de los más críticos. De todas las regiones en desarrollo, América Latina es la que tiene más área forestal, estimada en 966 millones de hectáreas de bosques, pero posee asimismo la más alta tasa de deforestación del mundo en desarrollo, lo que provoca una pérdida anual del 1,3% de sus bosques.³ Predicciones actuales estiman que, de continuar la tendencia hacia la deforestación, para el año 2000 América Latina puede perder de 30.000 a 100.000 especies tropicales debido a la destrucción de habitats4.

(3 World Resources Institute. 1990. World Resources 1990-91. A guide to the Global

Environment. New York, Oxford University Press.)

No me detendré a hacer un análisis de la deforestación en América Latina; el tema, vasto y complejo, amerita un tratamiento aparte. Sin embargo, considero necesario tomar en cuenta que, independientemente de las especificidades que presente en cada país, la degradación y pérdida de las áreas forestales no obedece un solo factor ni a la suma de distintos elementos, sino a la interacción de diversos procesos que conciernen a los ámbitos económicos, políticos, sociales y culturales, a nivel local, nacional e internacional.

La conservación y manejo que hagamos hoy de nuestros bosques dependerá de los mismos factores, y no de una variable independiente que responde únicamente a cuestiones de orden técnico.

Cabe preguntarnos, entonces, sobre la importancia que revisten las áreas forestales en la región, y sobre la necesidad de establecer programas de aprovechamiento y manejo de nuestros recursos, a fin de poder delinear una estrategia hacia la sustentabilidad, lo que sin lugar a dadas es hoy día una tarea prioritaria. Un buen punto de partida podría ser recordar aquella vieja máxima popular que nos invita a mirar el bosque en su conjunto y no detenernos sólo en la contemplación de los árboles.

Aprendiendo a mirar el bosque

Partiendo de una conceptualización del bosque en tanto sistema integral, el uso y manejo de los recursos forestales debe analizarse en cinco distintos contextos de las áreas forestales: 1 ) como sede de una amplia gama de biodiversidad; 2) como ecosistema que absorbe y produce gases de invernadero en un marco ecosocial global y que otorga, asimismo, una serie de servicios ambientales; 3) como actividad productiva en la economía nacional; 4) como fuente de ingresos para las familias rurales, 5) como localidad geográfica en el mapa de uso de la tierra en un territorio nacional. Una política forestal que no contemple los efectos multiplicadores en estos cinco contextos, corre el riesgo de lograr ganancias en uno, que signifiquen una pérdida en los otros, pérdida que posteriormente pueda ser aún más costosa para la comunidad local, la sociedad nacional o el conjunto de naciones a nivel global.

Por otro lado, es necesario tomar en cuenta que en Latinoamérica, a diferencia de lo que ocurre en Canadá, Estados Unidos y Europa, las áreas forestales están pobladas, ya sea con población originaria o bien con aquella que formó sus asentamientos a partir de diferentes programas de colonización y ampliación de la frontera agrícola. El caso de México es bastante ilustrativo al respecto, ya que aproximadamente el 75% del área forestal del país, calculada en cerca de 50 millones de hectáreas, está en manos del sector social (ejidos y comunidades agrarias). Esto nos lleva a replantear el aprovechamiento de las zonas forestales desde otra perspectiva, y aquí coincidimos con la propuesta que hace la FAO sobre "forestería social', y que está definida como aquella que involucra a individuos y comunidades de los bosques en su manejo y aprovechamiento.

El manejo forestal comunitario y la perspectiva de género

La participación comunitaria nos impone, sin embargo, un reto múltiple, pues al tiempo que debemos contemplar los bosques de manera integral y multifuncional, es decir, en sus aspectos ecológicos, económicos y sociales, en una escala que va desde lo local hasta lo global, nos obliga también a tomar en consideración la importancia que tiene el género en la estructuración de las relaciones que los individuos mantienen con el medio, y que muchas veces son definitivas para crear oportunidades u obstáculos en la participación de varones y mujeres y en los proyectos de manejo sustentable de los recursos naturales.

La incorporación de la mujer en proyectos de desarrollo rural no es algo novedoso. Desde hace más de dos décadas América Latina cuenta con innumerables experiencias al respecto; sin embargo, esto no significa que dicha incorporación se haya hecho desde una perspectiva de género, ni tampoco que haya sido siempre exitosa. Muchas veces, más bien ha traído consecuencias adversas a las mujeres, ya sea porque se incrementa su pesada carda de trabajo con actividades complementarias, o bien porque no se toman en consideración los conocimientos ni las condiciones reales de la mujer rural (acceso a la tierra, a los créditos, a la asistencia técnica) O, finalmente, porque el enfoque que se le da a la relación mujer y ambiente parte de una visión parcializada de la problemática.

Mujer y ambiente: Diversas perspectivas para abordar la relación

Hasta muy recientemente la discusión sobre mujer y ambiente se había enfocado principalmente en dos condiciones de vida de las mujeres: su fecundidad y su pobreza. La idea de que el crecimiento poblacional está fuertemente ligado con la degradación del medio en los países en desarrollo, llevó a centrar la atención en programas de planificación familiary control natal, sin explorar relaciones más complejas entre el cambio ambiental y las instituciones sociales y económicas. Hoy, sin embargo, gracias a un esfuerzo analítico, está más aceptado que, si bien la densidad y el crecimiento poblacional son factores que pueden exacerbar la degradación del medio, no son ciertamente la causa principal de ésta en los países en desarrollo.5

[5 ICRW. Sustainable Development and Women: Management and Protection of the

Environment. Report 1994 (inédito).]

Una segunda gran perspectiva se ha enfocado en la relación entre mujer, pobreza y ambiente. La desproporcionada pobreza en que viven las mujeres rurales, y su responsabilidad de proveer en las unidades domésticas el agua, los combustibles y otros bienes de subsistencia, sienta las bases para establecer la relación entre la pobreza femenina y la degradación ambiental.6 Esta perspectiva resulta un tanto más interesante que la anterior pues, de alguna manera, está implicando que el alivio de la pobreza es una condición indispensable para la sustentabilidad del ambiente y, por otra parte, nos hace notar que cualquier cambio en la calidad de los bosques de los que disponen las comunidades forestales, afecta el trabajo de las mujeres en las economías de subsistencia. No obstante, considero que quedarse sólo a este nivel puede ser engañoso porque: nos habla de las mujeres únicamente como abastecedoras de recursos y poco o nada nos dice respecto al tipo de relaciones que establecen con los sistemas naturales; el enfoque en la pobreza femenina y las responsabilidades domésticas que dependen de los recursos naturales, parece implicar que las mujeres pobres son sustancialmente responsables de la degradación ambiental, lo que obscurece el análisis de la comprobada relación que existe entre degradación ambiental y altos niveles de vida; porque al convertirla en responsable de la degradación ambiental se la convierte asimismo en responsable de su conservación situando el análisis sólo a escala local.

No es mi intención ofrecer "el enfoque apropiado" desde donde debe ser analizada la relación mujer y ambiente; el tema, bastante nuevo y complejo, está aún en construcción y, a mi parecer, es precisamente en estos foros, donde a partir del intercambio de experiencias concretas y diversas, podemos avanzar en la creación de nuevos modelos. Sin embargo, si creo que es importante partir de la base de que las mujeres se relacionan con su entorno no sólo por su condición de pobreza y sus funciones reproductivas, sino también por el papel productivo que desempeñan (como agricultoras, consumidoras de recursos, etc.) y por su función en la reproducción social de la unidad doméstica y de la comunidad. Dicho en otras palabras, la mujer como actora económica y social.

Lo que a continuación presento, lejos de ser el resultado de la aplicación del enfoque de género en un proyecto concreto de manejo y aprovechamiento forestal, es un primer acercamiento a la problemática, con vistas a ofrecer ciertos lineamientos para una política forestal que contemple la incorporación de la mujer en el subsector, desde una perspectiva de género. El trabajo al que me refiero fue elaborado por Lourdes Arizpe, Margarita Velázquez y yo, a solicitud del Banco Mundial y la Secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos (hoy Secretaria de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural) de México, y formó parte de un estudio más amplio sobre el subsector forestal mexicano. A nosotras nos fue solicitado elaborar un documento sobre el papel de la mujer y decidimos enfocar nuestro estudio bajo una perspectiva de género.

La participación de la mujer en el subsector forestal mexicano

El primer obstáculo al que nos enfrentamos fue la escasez de información especifica sobre las mujeres y los bosques. Si bien en México abundan estudios sobre la mujer campesina, su papel en los programas de desarrollo rural, su función como productoras y reproductoras de estructuras sociales, no encontramos ninguno que se refiriera específicamente a las mujeres de las áreas forestales o a la forma en que usan, manejan, conservan o destruyen los recursos naturales de su entorno. Sólo encontramos algunos estudios, especialmente los antropológicos, que nos hablan de casos concretos sobre mujeres y recolección de plantas alimenticias o medicinales, pero que no están georeferenciados ambientalmente hablando. Sabemos de la existencia de incontables experiencias sobre mujeres rurales y manejo de recursos naturales, sin embargo, pocas veces están sistematizadas, lo que provoca que la información se disperse.

Asimismo, la bibliografía sobre el subsector forestal en México aportaba bastante información sobre los recursos forestales del país, distribución geográfica, tenencia de la tierra, legislación, tipo de manejo y explotación, experiencias organizativas, etc. Sin embargo, no encontramos en los documentos oficiales ni en los estudios de caso, referencias significativas a la participación femenina en este subsector. Por lo tanto, nuestro estudio debió seguir cuatro pasos metodológicos básicos, a saber: I ) generar información a través de trabajo de campo directo en cuatro importantes regiones boscosas del país, usando técnicas cuantitativas y cualitativas, 2) sistematizar dicha información, 3) analizarla; 4) desprender de ella conclusiones y recomendaciones de política.

A grandes rasgos podemos decir que nuestro estudio se dió a la tarea de responder a las siguientes interrogantes. ¿Cuál es el papel que tienen las mujeres de zonas forestales en el uso y manejo de los recursos de estos ecosistemas? ¿Cómo se relacionan con el bosque? ¿Cómo usan los recursos? ¿Qué impacto tiene la relación mujer-bosque en la economía tanto doméstica como local, así como en el deterioro o conservación de las áreas arboladas? ¿Qué tanta información manejan las mujeres sobre el proceso productivo del bosque en sus propias comunidades o ejidos y cómo participan ellas en la toma de decisiones que conciernen al aprovechamiento de los recursos del lugar donde habitan? ¿Cómo es la organización doméstica y extradoméstica y cuál es la relación entre este tipo de organización y el uso de recursos naturales? ¿Qué perspectivas futuras le ven a sus bosques y a su región?

Los resultados del estudio

“Se puede hablar mucho sobre el bosque todas las mujeres sabemos lo importante que es: Gracias a él tenemos aqua animales los arroyos tan bonitos que son. Sólo en el bosque podemos encontrar animales que pueden servir de alimentos; pajares... pero sin el bosque es como *i se viera muy triste. Garcias al bosque tenemos madera para construir maestras casas; tenemos leña para preparar nuestros alimentos, consequmos hierbas medicinales y también muchas plantas can las que podemos alimentarnos, o sea, pues que el monte nos da casi todo.”

Juana Aguirre Pardo

Campesina mixteca de Santa Cruz Itundujia, Oaxaca

Así tengan o hayan tenido un acceso marginal al bosque, las mujeres hacen uso de sus recursos. Es fundamentalmente a través de los productos no maderables como ellas establecen una relación con este espacio natural; lo maderable es, por lo que se puede apreciar en nuestras entrevistas, espacio masculino, dominio de varones.

"Ahí en el aserradero trabajan mestizos y raramuris -nos dice una entrevistado de Aboreachi, Chihuahua-, puro hombre yo no me doy cuenta de qué trabajan. Las mujeres ya tenemos mucho trabajo con la familia y al cuidado de los animales. " "La gente pelea mucho por lo del monte yo no entiendo de eso bien yo no conozco los hombres conocen porque van a las juntas y trabajan en el monte " (Chihuahua). "Yo nunca he ido allí donde corta', la madera; he oído que se vende la madera de caoba y también he oído que se vende la madera blanda. . yo no sé cómo es que la venden ni quién la compra porque nunca he ido a las juntas donde se acuerda eso y mi esposo nunca me ha dicho nada" (Quintana Roo).

Las mujeres de zonas forestales no poseen toda la información sobre el uso y manejo productivo del bosque: quién lo explota y cómo, a quién se vende y por cuánto, no son datos del común dominio femenino, lo que podemos explicar por dos razones fundamentales. La primera, la tradicional división del trabajo por género que confina a las mujeres al ámbito doméstico y, la segunda, la explotación comercial relativamente reciente de la madera: "Antes se trabajaba mucho la resina, casi lo más porque no había aserradero " indicó Margarita Gutiérrez de San Angel Zurumucapio en Michoacán, Rosa Gómez, de Pichátaro, Michoacán, por su parte dice: " Más antes no cortaban tanta madera ahora por la carretera construida hace tres años- empezaron muchos a cortar pino para vender... ". Pero quizás la respuesta más significativa es aquella que dio Dolores Mancinas del ejido de Aboreachi, Chihuahua, un Estado con poco más de 5 millones de hectáreas de cubierta forestal, según lo reporta el Inventario Nacional Forestal de Gran Visión:7 "Cuando yo estaba nueva no había de esa sierra -nos dijo refiriéndose al aserradero-; trabajábamos en las tierras sembrando maíz y frijol y cuidando a los animales. Antes no necesitábamos dinero, pero parece que ahorita si se necesita ". Esto contrasta claramente con los testimonios proporcionados por las mujeres de Quintana Roo, migrantes recientes a una zona donde, desde el siglo pasado, se explotan sus recursos forestales y que, por lo tanto, desde su llegada han estado familiarizadas con el proceso, sin que por ello manejen toda la información.

(7 Secretaria de Agricultura y Recursos Hidráulicos. 1991. Inventario Nacional Forestal de Gran Visión. México.)

No obstante, las mujeres de ejidos y comunidades forestales establecen una relación con el bosque a través de la recolección, administración, transformación, consumo y eventual venta de productos forestales no maderables, tales como: leña, alimentos, plantas medicinales y otros productos del bosque empleados con fines domésticos y culturales.

Recolección de leña

Al contrario de lo que ocurre en otros países y aún en otras regiones del país, el principal hallazgo de nuestro estudio indica que en las zonas examinadas las mujeres no son las principales encargadas de recolectar la leña; ésta es una tarea familiar o, en especial, de los varones, esposos o hijos mayores. Sólo las mujeres viudas o aquellas cuyos esposos trabajan de jornaleros agrícolas con muy bajos salarios (como los trabajadores de fincas cafetaleras en Chiapas) van personalmente por el recurso de manera regular. Eventualmente, algunas mujeres se juntan en grupos para ir a recoger leña, acción que a más de permitirles abastecerse del recurso, genera un espacio femenino de recreación y socialización. De esta manera, el bosque cumple una función social que puede considerarse en un análisis económico como valor de existencia.

Tipo de leña recolectada

Si bien las mujeres no son las responsables directas de la recolección de la leña, si lo son de su administración y uso en la unidad familiar. Las que tradicionalmente han vivido en zonas forestales conocen y manifiestan su preferencia por ciertas especies (encino sobre pino) y las utilizan guiadas por un criterio de eficiencia y ahorro energético. En zonas de migración relativamente reciente, por el hecho de enfrentarse a ecosistemas desconocidos, este tipo de preferencia no es aún tan manifiesto, aunque si se expresa una tendencia a usar aquella madera que dure más y produzca menos humo.

Finalmente, en cuanto al tipo de leña recolectada -palo vivo o palo muerto-, cuando abunda el recurso, hombres y mujeres recolectan palo muerto; pero cuando comienza a escasear, la leña se obtiene de árboles vivos, lo que podría en determinado momento interferir o competir con el aprovechamiento comercial del bosque. Nuestro estudio no arroja datos suficientes al respecto, por lo que una recomendación podría ser profundizar en este tipo de análisis y proyectar un programa de plantaciones leñosas en aquellas regiones donde el recurso sea escaso, en lugar de prohibir el corte de árboles, ya que siendo la leña un recurso de primera necesidad para las unidades familiares, es poco probable que se deje de extraer del bosque. Asimismo, seria conveniente que, en caso de proyectar plantaciones de leña, se eligieran las especies conocidas y utilizadas comúnmente por los habitantes del lugar, en especial, por las mujeres.

Uso de la leña

La leña es la principal fuente de energía en las unidades domésticas de las zonas forestales. El 90,9% de los encuestados (varones y mujeres) respondieron darle este uso, lo que corrobora los datos presentados en el Balance Nacional de Energía 1990 de la SEMIP, en el cual se indica que para esta fecha la leña aportó el 43,1% del total del consumo energético del subsector residencial mexicano.8

(8 Secretaria de Energía, Minas e Industria Paraestatal. 1990. Balance Nacional de

Energía. México.)

Los datos sobre diferentes tipos de estufas empleados en las unidades domésticas para la preparación de alimentos, calentar el agua de baño o la casa -estufa de gas, fogón de leña o estufa de leña-, pueden analizarse como un índice que marca la dependencia de la unidad familiar con respecto al recurso leña. Así, sólo el 1,9% del total de la muestra utiliza únicamente gas, mientras que el restante 98,1% emplea el recurso forestal. El acceso a estufas de gas no garantiza por si mismo que se cambie el uso de un recurso energético por otro; el bajo porcentaje (1,9%) de respuestas que indican el uso exclusivo del gas, da buena cuenta de ello. En aquellas unidades familiares donde se combinan ambos tipos de energéticos (gas y leña), la decisión de usar uno u otro, en tal o cual circunstancia, la toman las mujeres a partir de criterios culturales.

A modo de conclusiones podríamos decir que el uso de la leña como energético permite la sobrevivencia y reproducción social de las familias campesinas de zonas forestales, ya que es utilizado como principal fuente de energía para la elaboración de alimentos y para calentar las casas. También puede ser considerado en términos de impacto sobre el ingreso familiar, cuando es utilizado como insumo productivo en microempresas familiares abocadas a la elaboración, en pequeña escala, de pan o cerámica para la venta, y en donde las mujeres juegan un papel fundamental. Asimismo, se podría medir el uso doméstico de la leña como un ingreso no monetario, si se analogara con el costo de otro combustible (por ejemplo, gas). Sin embargo, este análisis resulta ser un poco más complicado, ya que no sólo se debe tomar en cuenta la cantidad de leña utilizada en cierto tiempo por una determinada unidad familiar con equivalencia a la cantidad de gas en igualdad de circunstancias, sino que además deberá contabilizarse el tiempo utilizado en la obtención del recurso medido en horas/persona, e introducir la variable de impacto ambiental en el caso de que se utilicen árboles vivos para la obtención del recurso.

Resulta imposible desprender estos datos de un estudio diagnóstico como el presentado, aunque si podemos recomendar hacerlo a mediano plazo, pues ofrece la posibilidad de analizar el uso de la leña en nuestro país no sólo como un recurso forestal, sino también en términos de energía.

Recolección de alimentos

Al igual que en el caso de la leña, la recolección de alimentos silvestres no es una tarea exclusiva de las mujeres, es decir, ellas no dedican una parte de su tiempo diario para obtenerlos del bosque. Por lo que se puede apreciar en nuestro estudio, se trata nuevamente de una actividad familiar, o bien realizada por los esposos varones.

La presencia femenina en la recolección de alimentos es más notable en zonas templadas durante la temporada de lluvias desde junio hasta agosto-, lo que además coincide con la presencia de hongos y «quelites» en el bosque y parcela. En el estudio de Quintana Roo, las mujeres entrevistadas y encuestadas manifestaron no participar en la recolección de alimentos, lo que puede estar influido por SU condición de migrantes.

Tipo y uso de alimentos recolectados

Los alimentos recolectados se pueden dividir en cinco grandes grupos: plantas (quelites), raíces, hongos, miel y frutas. El uso es fundamentalmente para el consumo interno de la unidad familiar, como un complemento alimenticio a la dieta basada fundamentalmente en maíz y frijol

Si bien el estudio muestra que el 95% de los encuestados consume algún producto recolectado, al desagregar la información por cantidades encontramos que los más altos porcentajes se encuentran en poco y nada. Por otro lado, a partir de la información proporcionada en las entrevistas podemos inferir que la recolección y consumo de alimentos están condicionados a su existencia en períodos estacionales, normalmente en lluvias, y éstos no exceden de 3 a 4 meses en el año. Es imposible estimar a partir de la encuesta aplicada, el aporte nutricional de esos alimentos; para ello es necesario hacer un estudio de alimentación a lo largo de un año con mediciones muy precisas que permitan conocer, con exactitud, si en temporada de lluvias la dieta de la población rural mexicana contiene más nutrientes y micronutrientes y si ésto coincide con la existencia y recolección del recurso. Lo que si podemos concluir, a partir de los hallazgos del estudio, es que la recolección y consumo de alimentos en las zonas forestales estudiadas no es significativa en cantidad ni en calidad, hallazgo que se relaciona con los datos proporcionados por investigaciones realizadas sobre nutrición en áreas rurales del país. En éstas se sostiene que la dieta tradicional mexicana de las áreas rurales donde existen cultivos de subsistencia es pobre en micronutrientes, especialmente en riboflavina (deficiente en 35,3%), niacina (en 50,3%), retinol (en 58,9%), caroteno y ácido ascórbico (deficientes en 20,8%).9

(9 Adolfo Chávez et al. 1992. The food and nutrition situation of Mexico. A report of the 1960-1990 tendencias on food consumption, nutritional status and applied programms. México. Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán.

Otro de los hallazgos que se desprende del estudio es también que en las zonas de reciente colonización (como es el caso de Quintana Roo), el consumo de productos alimenticios de recolección es todavía menor y éste se concentra sobre todo en el consumo de algunas frutas.

A manera de conclusión podríamos decir que la recolección y consumo de alimentos silvestres aporta, de manera limitada, algunos nutrientes y micronutrientes a la dieta de las unidades familiares en zonas forestales, pero sólo durante tres meses al año. No se puede hablar de un ahorro en el ingreso monetario pues, fuera de temporada, las familias campesinas no invierten en la compra de alimentos que contengan estos micronutrientes, como bien lo demuestran los datos de déficit alimenticio de la Encuesta Nacional de Alimentación en el Medio Rural Mexicano.10

(10 Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubirán. 19X9. Encuesta Nacional de Alimentación en el Medio Rural Mexicano. México.)

Por otro lado, encontramos que la venta de productos alimenticios recolectados es todavía más restringida y a pequeñísima escala. Sólo unas cuantas mujeres indígenas de Michoacán informaron en las entrevistas, vender hongos de temporada en el mercado regional de Pátzcuaro. En términos de ingresos adicionales es también difícil medir, pues normalmente «truecan» un producto por otro; sin embargo, lo más mencionado fue el trueque de hongos por pescado, producto que tiene mayor contenido nutricional, con lo que eventualmente se enriquece la dieta familiar.

Recolección de plantas medicinales

De los productos no maderables del bosque, las plantas medicinales son, sin lugar a dudas, después de la leña, el recurso más utilizado por las familias campesinas de zonas forestales. De la muestra del estudio, el 68,4% respondió utilizar en su unidad familiar las plantas medicinales recolectadas en bosques o selvas. El porcentaje más alto de respuesta negativa, otra vez se concentra en el Estado de Quintana Roo, lo que se explica por la condición de migrantes de la población encuestada en los dos ejidos estudiados.

La recolección de plantas medicinales es una tarea donde las mujeres juegan un papel importante: el 35,2% indicó que ellas eran las responsables de la obtención del recurso, mientras que el 46,1% respondió que ésta era una tarea familiar, donde la madre de familia juega un papel fundamental en la transmisión de conocimientos.

Las plantas medicinales se recolectan a lo largo del año, según los requerimientos de la familia y la existencia de la planta. Muchas veces las mujeres las secan y almacenan para su uso posterior.

No nos fue manifestado que practicaran algún tipo de manejo especifico de conservación y propagación de plantas medicinales en su hábitat natural. Sin embargo, es común que las mujeres recolecten en el bosque algunas plantas con raíces para sembrarlas después en el traspatio de sus hogares.

Uso de plantas medicinales

Al igual que la leña y los productos alimenticios del bosque? las plantas medicinales se destinan al uso de la unidad familiar, en lo que se ha denominado primera atención o atención doméstica a la salud.

De las 73 plantas identificadas en el estudio y del uso que nos indicaron les daban, podemos establecer que están destinadas principalmente a atender afecciones y dolencias digestivas, respiratorias, reproductivas, circulatorias, hepáticas, musculares, dentales, urinarias, así como afecciones de la piel, el cabello y traumatismos. En todas las entrevistas realizadas se indica que las mujeres son las responsables de la administración y preparación de remedios para procurar la salud de los integrantes de la unidad familiar. Nuestro estudio no arroja información significativa sobre venta de estas plantas (sólo el 0,8% de la muestra indicó venderlas). Sin embargo, diversos estudios sobre medicina tradicional mexicana11 lo reportan, mientras que la existencia de un mercado especializado en la venta de estos productos en la ciudad de México da buena cuenta de ello.

(11Javier Lozoya y Carlos Zoila (eds.). 1983. La medicina invisible. Introducción al estudio de la medicina tradicional en México. Folios Ediciones México; Arturo Argucta, Ascsor de la Dirección del Instituto Nacional Indigenista de 198X a 1994. Comunicación personal.

De los productos forestales recolectados, las plantas medicinales son las que, sin lugar a dudas, dan mayor aporte económico a las unidades familiares en términos de ingreso no monetario. Lo anterior se explica por el hecho de que la cobertura institucional en servicios de salud es insuficiente en el país. En un estudio reciente sobre «La salud de los pueblos indígenas de México», publicado por la Secretaria de Salud y el Instituto Nacional Indigenista, se indica que «los valores registrados para el conjunto de los municipios indígenas (densidad de 40% y más) es de... 13,8 médicos por cada cien mil habitantes. Es decir,:.. u'' total de 736 médicos para atender a 5,3 millones de habitantes lo que implica... que a cada médico /e corresponde atender a 7.265: personas. E'' municipios con densidad indígena mayor del 70% los valores son ano más precarios:... 10,9 médicos por cien mil habitantes. Esto se debe a problemas de dispersión de la población y al tipo de unidades médicos existentes en dichos municipios. »12 Si tomamos en cuenta que el 70% de ejidos y comunidades forestales son indígenas, los datos anteriores muestran las precarias condiciones de atención a la salud. La atención doméstica a la salud, empleando para ello plantas medicinales, evita a las familias campesinas de zonas forestales el gasto en compra de medicamentos de patente, el gasto de traslado al centro de salud, cuando éste no se encuentre en la misma localidad, o bien el gasto en consulta médica particular cuyo monto en zonas rurales varia de N$ 20 hasta N$ 60, lo que traducido en salarios mínimos significa de 1,66 salarios mínimos hasta 5 salarios mínimos, de acuerdo con la tabulación oficial de los mismos en 1993, hecha por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos.

(12 Secretaria de Salubridad y Asistencia e Instituto Nacional Indigenista. 1993. La salud de los pueblos indígenas de México. México.)

Otros productos del bosque

Es importante la recolección de otros productos del bosque como carrizo, palma, ramas de arbustos diversos -por ejemplo jonote en la sierra de Puebla, guano para los techos en Chiapas y Quintana Roo, palma para cestos en Chihuahua, etc.- con los que se confeccionan un sinnúmero de objetos como petates, escobas, cestos, canastas, sogas, juguetes, cercos, corrales, techos y, en general, el mobiliario de la casa, los utensilios de cocina y los aperos de labranza. Los estudios etnográficos de comunidades indígenas que habitan las sierras de Chihuahua, Durango, Nayarit, Hidalgo, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, entre las principales, muestran que la mayor parte de los objetos de uso doméstico y agropecuario son confeccionados con productos naturales de los bosques circundantes, o bien son uno de los componentes importantes (los mangos de hachas y palas).

Si las familias campesinas de bajos recursos y asentadas en zonas forestales tuvieran que comprar todos estos bienes en el mercado, su economía se vería gravemente afectada. Sólo lo podrían hacer si contaran con un ingreso estable proveniente de un empleo bien remunerado o de remesas de los migrantes. En suma, si las familias rurales de bajos ingresos pierden el acceso a los productos no maderables de los bosques (por deforestación, explotación comercial no sostenible, etc.), sin que simultáneamente tengan acceso a ingresos que les permitan comprarlos en el mercado, se ahondará su pobreza extrema.

Venta de los productos de recolección

Según nuestro estudio, la venta de productos de recolección tales como fruta, hongos, plantas medicinales, leña y otros, es poco significativa; sólo el 5,3% (en su mayoría varones) lo lleva a cabo y a muy pequeña escala, de donde se desprende el poco impacto que esta actividad tiene en los ingresos monetarios de la unidad familiar y sobre los ecosistemas boscosos y selváticos.

A diferencia de lo que sucede con los productos alimenticios, plantas medicinales y leña, la recolección y venta de resina juega un papel importante en la economía de aquellos ejidos y comunidades que cuentan con el recurso. En esta actividad, al igual que en las otras que tienen que ver con el proceso productivo del bosque (extracción, transformación y venta de madera), las mujeres no tienen participación. Sin embargo, valdría la pena tomar en cuenta una pequeña consideración con respecto a la extracción de resina: según nos reportan las entrevistas a profundidad levantadas en Pichátaro, Michoacán (ejido resinero), en los últimos años se han presentado fuertes plagas en los bosques de ejidos. Un estudio hecho por PAIR en este ejido, indica que las plagas se pueden adjudicar a un proceso de sobrerresinación o al uso de técnicas inadecuadas para extraer el producto de los pinos; la presencia de plagas en los bosques ha tenido a su vez una doble incidencia: por un lado ha alterado al ecosistema, provocando con ello una disminución en la producción de hongos alimenticios silvestres que las familias campesinas recolectan para su consumo doméstico; por otro lado, al afectar directamente a los pinos, ha disminuido la producción de resina, lo que repercute directamente en la obtención de ingresos monetarios de las unidades familiares.

A modo de conclusión podemos decir que la venta de productos de la recolección de no maderables, no tiene un impacto en la economía doméstica ni en la economía local de los ejidos y comunidades forestales, excepción hecha de los ejidos resineros. Sin embargo, existe una necesidad manifiesta en estas zonas por obtener mayores ingresos monetarios. El 13,1% de los varones encuestados indicó que éstos podrían obtenerse a través de una empresa productiva, mientras que el mismo porcentaje de mujeres indicó que podría ser a través de un empleo remunerado. Consideramos que estos indicadores de necesidad de empleo y de empresa productiva pueden tomarse en cuenta para la implementación de algún proyecto de aprovechamiento y transformación de productos forestales no maderables que genere ingresos a las unidades familiares, y donde las mujeres puedan participar de manera más activa, si cuentan con el apoyo y la capacitación técnica adecuada para garantizar su eficiencia y continuidad.

Las mujeres en las actividades productivas y en la toma de decisiones

Participación en actividades productivas forestales

El estudio muestra que las mujeres no participan en las actividades productivas comerciales de los productos maderables del bosque. Esto se puede explicar porque la división de trabajo por género en los hogares confina a las mujeres al ámbito doméstico, y el trabajo forestal demanda un enorme esfuerzo físico, tanto de monteo como en los aserraderos. Sin embargo, ambos argumentos pueden ser contrarrestados:

Como una vasta bibliografía etnográfica lo demuestra, las mujeres indígenas de nuestro país son las responsables exclusivas del manejo y administración de la agricultura de traspatio: plantas medicinales, huertos familiares, etc. Esta experiencia milenaria de las mujeres en siembra y propagación, a pequeña escala, de ciertas especies, puede ser aprovechada por el subsector forestal para incorporarlas a proyectos de reforestación y mantenimiento de viveros forestales. La capacitación técnica para estas actividades especificas deberá considerarse de manera prioritaria.

Como se ha demostrado a lo largo del estudio, las mujeres interactúan con el bosque a partir de la recolección, transformación, administración, consumo y eventual venta de productos no maderables. No nos fue reportado en ninguno de los ejidos y comunidades de estudio, la existencia de algún proyecto productivo-comercial con base en la explotación y transformación de recursos no maderables (a excepción de la explotación de resina, donde además las mujeres no participan). De hecho, el Inventario Nacional Forestal de Gran Visión13 sólo tiene registradas siete especies de productos forestales no maderables (lechuguilla, nopal, orégano, palma comedor, resina, cortadillo, barbasco y yuca); suponemos que esto se debe a que dichos productos tienen una incidencia en las cuentas nacionales. Sin embargo, los estudios etnobotánicos dan cuenta de un sinnúmero de productos no maderables con potencial alimenticio, farmacopeas, energéticos, de construcción, etc. Si lo que se busca es un manejo sostenible del bosque, que al tiempo que aporte beneficios a sus poseedores conserve la biodiversidad y detenga la degradación de los suelos, deberá modificarse el criterio unidimensional que ha prevalecido en la explotación forestal en el país, mediante el cual se ha privilegiado únicamente la explotación de ciertas especies maderables en detrimento de otros recursos. Los proyectos de manejo, explotación y comercialización de productos forestales no maderables pueden, sin lugar a dudas, incorporar a las mujeres pues, como se ha demostrado, no ha sido ajeno para ellas el uso de estos productos en el ámbito doméstico.

Por otro lado, es recomendable la interacción sectorial para lograr un eficiente uso y manejo de los recursos forestales. Se ha demostrado que el análisis económico tradicional de costo-beneficio que dominó el enfoque de economía de frontera, resulta insuficiente y poco recomendable en términos del desarrollo sostenible. Se ha visto también, a lo largo de este estudio, que el uso y manejo de los recursos del bosque tienen puntos de convergencia con los sectores salud, energía y desarrollo social. Retomando la sugerencia de la CEPAL,14 consideramos que cualquier propuesta que pretenda mejorar el medio y aumentar la eficacia en la gestión de los recursos naturales, debe incluir dimensiones de orden técnico, económico, institucional, político y social. Una visión integral y multidimensional del bosque se reflejará en un uso y manejo de sus recursos en igualdad de circunstancias, abriendo así la posibilidad de incorporar en ello tanto a varones como a mujeres.

(14 CEPAL. I991. El desarrollo sustentable: transformación productiva equidad y medio ambiente. Santiago de Chile.)

Participación en la toma de decisiones

De acuerdo con nuestro estudio, podemos ubicar dos instancias de decisión sobre el uso de los recursos forestales en los ejidos y comunidades del bosque: la primera es la que concierne el ámbito doméstico y familiar; la segunda es la extradoméstica o local.

Como ya se ha demostrado, es en la primera donde las mujeres, en tanto son las principales administradoras de recursos forestales no maderables, tienen mayor incidencia en la toma de decisiones de acuerdo con criterios económicos, de eficiencia y culturales.

La instancia de toma de decisiones a nivel local está definida por la asamblea ejidal o comunal; a ella se accede bajo el criterio de tenencia de la tierra, es decir, por tener derechos como ejidatario o comunero, con lo que se restringe la participación y el derecho a la información a todas aquellas personas que legalmente no sean poseedoras del recurso tierra (avecindados, jornaleros y mujeres, en gran mayoría), aunque de hecho hagan uso de él.

No se trata de crear una nueva instancia de decisión; los ejidos y comunidades cuentan asimismo con la asamblea general que abre estas posibilidades. Es recomendable, por lo tanto convocar a ella cuando se trate de difundir información y tomar decisiones que conciernen a toda la población, en un apego al principio constitucional de igualdad entre sexos. Nuestro estudio demuestra que no hay una resistencia social a que las mujeres asistan y participen en las asambleas, tal y como lo indica el 65,3% de respuestas positivas al respecto. Se recomienda, por lo tanto, crear los mecanismos para que las mujeres, como actores sociales, tengan acceso a la información y a las instancias formales de decisión. Sin lugar a dudas, éste es un principio fundamental para la incorporación efectiva en cualquier proyecto participativo.

A manera de conclusión

El trabajo que elaboramos en México con un afán prepositivo de incorporar, desde una perspectiva de género, a la mujer en el subsector forestal no es, ni de cerca, una propuesta terminada ni un modelo a seguir paso a paso; es una primera aproximación a la problemática de la que podemos hoy extraer algunas enseñanzas.

En primer lugar, quisiera hacer notar algunos problemas que encuentro en los resultados del estudio: 1) por ser una aproximación general, no da cuenta de las especificidades; 2) la información recabada y el análisis que de ella se hace están muy cargados hacia las ciencias sociales, y poco o nada nos dicen de cuestiones de orden técnico o de aspectos de manejo ambiental; 3) carece de información de base, en el sentido de incorporar experiencias concretas de manejo forestal. De superar estos obstáculos indudablemente podremos delinear mejor nuestras estrategias para un manejo sustentable de los recursos naturales de los bosques.

En segundo lugar, rescato la experiencia positiva del estudio, que al incorporar la perspectiva de género podemos descubrir con más nitidez ciertos aspectos que nos remiten a diferencias tajantes o a similitudes asombrosas, en la forma en que mujeres y varones se relacionan con su entorno tanto natural como social, y es precisamente a partir de esto que los proyectos participativos pueden tener más posibilidades de éxito, pues no partimos de una concepción de la realidad como un todo homogéneo: lo que nos guía es el principio de la diferencia.

Finalmente, quisiera concluir remitiéndome a lo que mencionaba al inicio: el manejo y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales de América Latina es hoy una tarea prioritaria, y si por sustentable estamos entendiendo todas aquellas acciones que inciden sobre el ambiente, considerando no sólo los aspectos de orden ecológico, sino también la dimensión económica, política, social y cultural, para beneficio de las actuales y futuras generaciones, y que nos responsabiliza a toda la sociedad, no cabe ni la menor duda que la perspectiva de género es ya insoslayable.

La realización de foros como éste es una muestra clara de que el primer paso está dado. Lo que queda hacia adelante es un reto que vale la pena asumir.

Estrategias para lograr la participación por género en el PAFE

Miriam Abramovay*

(*Consultora brasileña del Convenio DFC-FTPP-PAFE/FAO)

EI gran paso que ha dado el Plan de Acción Forestal del Ecuador (PAFE) ha sido pasar de un plan a un programa forestal. Ante esta nueva propuesta es necesario pensar en políticas y estrategias, usando para ello a los proyectos forestales como elementos catalizadores.

Un desafío crucial en este proceso es la integración del enfoque de género tanto en las políticas como en las estrategias. La intención es que en todas las actividades se tome en cuenta la edad, etnia y clase de los hombres y mujeres involucrados en el Programa? con el fin de beneficiar equitativamente a ambos géneros y evitar la marginación de las mujeres.

Un primer paso es modificar el lenguaje que se usa en el PAFE, para que se vuelva visible el género de las personas beneficiadas e involucradas en las actividades. Esto actualmente no es posible, ya que se habla de población? de campesinos, de usuarios, de equipos, de indígeneas, todos ellos términos que neutralizan el genero de los sujetos sociales y también su pertenencia étnica y de clase, su edad, y el lugar geográfico donde habitan.

El análisis de género, que forma parte del enfoque, nos permite identificar e interpretar las relaciones que mantienen entre si mujeres y hombres, y las de éstos con la naturaleza. Podemos reconocer y revalorar el importante papel desempeñado por las mujeres en el manejo de los recursos naturales? en general, y en las actividades forestales, en particular. De no aplicarse el enfoque de género, esta participación aparenta estar únicamente a cargo de los hombres. Una visión de este tipo? al distorsionar la realidad, excluye automáticamente a las mujeres de los beneficios que ofrecen los planes, programas y proyectos forestales. Esta visión masculina, también se refuerza con mucha frecuencia en las estadísticas y en los sistemas usados para recopilar información sobre agricultura y forestería.

Las mujeres y los hombres campesinos tienen problemas comunes, que están relacionados con la tenencia de la tierra, el crédito y la tecnología. Sin embargo, cuando miramos desde el lente de género, notamos que las dificultades son mayores para las mujeres que para los hombres. Por ejemplo, la mayoría de legislaciones sobre la tierra en América Latina privilegien los derechos de propiedad de los hombres.

Los problemas identificados en el PAFE

La propuesta que acompaña al enfoque de género es el logro de un desarrollo que mantenga una equidad entre mujeres y hombres. Para integrar este enfoque en las estrategias del PAFE es menester superar varios problemas, enumerados a continuación, que están relacionados con la estructura institucional, la capacitación de funcionarios y funcionarias, el contenido y orientación de las políticas forestales, y la orientación del desarrollo forestal comunitario.

Las propuestas

Las propuestas generales que se enumeran a continuación tienen como objetivo eliminar paulatinamente los obstáculos que frenan la integración del enfoque de género en el PAFE, a varios niveles: aspecto institucional, perfil del personal, desarrollo forestal comunitario, desarrollo sostenible tanto de los bosques como de la industria forestal.

El análisis de género, que forma parte del enfoque, nos permite identificar e interpretar las relaciones que mantienen entre sí mujeres y hombres, y las de éstos con la naturaleza

Género y desarrollo forestal participativo y equitativo

Timoteo López e Ingrid Schreuel *

(* Expertos en género y forestería del Plan de Acción Forestal de Guatemala.)

Proyecto de apoyo a la dirección y coordinación del plan acción forestal para Guatemala

EI Plan de Acción Forestal para Guatemala (PAFG) es un proceso de planificación participativo, que propone elevar la participación del subsector forestal en la economía nacional, a través de la identificación, formulación, monitoreo y seguimiento de proyectos forestales y brindando asistencia técnica (capacitación) a instituciones públicas y privadas, a fin de mejorar las condiciones de vida de la población.

En julio de 1987, el gobierno de Guatemala a través de la Vicepresidencia de la República solicitó al Programa de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cooperación para la formulación del Plan de Acción Forestal de este país. El PAFG comienza a finales de 1989 como una iniciativa gubernamental con participación de organizaciones no gubernamentales y gremiales y apoyado por la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID), el World Resources Institute (WRI), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El proceso de planificación se extendió hasta marzo 1991, fecha en que se aprueba el documento base. La Mesa Redonda Internacional se realizó en enero de 1992, marcando la conclusión de la etapa inicial de formulación del PAFG. Una de las recomendaciones fundamentales de dicho evento fue la de crear la Oficina de Seguimiento, como unidad técnico-administrativa encargada de velar por la ejecución del plan.

La Oficina de Seguimiento del PAFG, dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), para su establecimiento, recibió apoyo financiero del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Agencia de Cooperación Técnica Alemana (GTZ), esta última prestó apoyo financiero al seguimiento del PAFG hasta diciembre de 1993. Asimismo, el MAGA está apoyando financieramente al funcionamiento de la Oficina de Seguimiento desde agosto de l993

En octubre de 1994, el gobierno de Guatemala y la FAO suscriben un acuerdo para ejecutar el Proyecto Apoyo a la Dirección y Coordinación del PAFG. Dicho proyecto, que cuenta con financiación del gobierno del Reino de los Países Bajos, se inició en marzo de 1995. Hasta la fecha el PAFG ha formulado 35 proyectos, de los cuales 17 se encuentran en ejecución.

Guatemala: un país de vocación forestal

El origen de la palabra Guatemala proviene de Quanhtemalan, que en Nahuatl significa «Tierra de árboles». Guatemala cuenta con una extensión territorial de 108.889 km², en donde más del 70% de los suelos son de vocación forestal, es decir, que por sus características, sobre todo pendiente y profundidad, toleran a largo plazo, exclusivamente la producción forestal sostenida y la protección. Sin embargo, en este país la vía del desarrollo ha estado tradicionalmente basada en la transformación de áreas forestales para las actividades agropecuarias, lo que ha provocado el constante deterioro de los recursos naturales, sumado a niveles de productividad agropecuaria bajos y decrecientes.

Es importante reconocer las ventajas comparativas que tiene el país y la región centroamericana con respecto al crecimiento de los bosques. Por ejemplo, en Guatemala un bosque de coníferas puede cosecharse en 35 años? mientras que en Finlandia (país forestal) el turno de cosecha puede durar entre 80 y 120 años. Además se pueden producir maderas de clima templado y maderas tropicales y los bosques todavía contienen una diversidad genética valiosa (20 especies de coníferas y más de 400 de latifoliadas). Por último, el país se encuentra geográficamente en la frontera sur del gran mercado (TLC), que lo pone en ventaja frente a otros países con economías forestales fuertes (Chile y Brasil, por ejemplo). Pese a ello, el sector forestal contribuye solamente con el 2,5% del PIB y la balanza comercial de los productos forestales es deficitaria. En contraste con la contribución registrada del sector forestal a la economía, la no registrada en las cuentas nacionales es de grandes proporciones; ésta incluye la producción de leña (65% del consumo nacional de energía), la protección de fuentes de agua, protección del suelo, turismo basado en ecosistemas forestales, biodiversidad, alimentos del bosque y plantas medicinales.

Desde la perspectiva forestal se ha perdido y se sigue perdiendo oportunidades para mejorar las condiciones de vida de los pobladores de las comunidades rurales a partir de la utilización racional de los bosques. Esto se debe fundamentalmente al hecho de que, a nivel general, el bosque no ha sido considerado una fuente de desarrollo económico y social, sino una reserva de tierras para actividades agropecuarias.

Guatemala: un país multiétnico

Guatemala, además de contar con una amplia y variada riqueza natural, está habitada por 23 etnias establecidas en territorio nacional, que son de ascendencia Maya. Es común que la mayoría de indígenas sean campesinos con identidad étnica. Ello los sitúa de inmediato como actores cautivos en el juego de los procesos económicos que el desarrollo del capitalismo va imponiendo en el campo. Sustentados en un modo de producción capitalista, los grupos indígenas conforman culturas fundamentalmente agrarias, donde muchas producen sólo para subsistir, y para las cuales la naturaleza constituye un ámbito esencial. Toda economía campesinase caracteriza por obtener la mayor parte de sus productos -como alimentos, energía, materiales para la vivienda, producción de prendas de vestir, plantas medicinales- del sector natural y no de la sociedad que lo engloba.

Las etnias se articulan de manera limitada y relativa con la sociedad capitalista. Internamente, estos grupos requieren de los elementos naturales para llevar a cabo las representaciones colectivas (mitos? creencias, vestimenta, artesanía, música, conocimientos, visión e interpretación sobre los recursos) que les sirven para afirmarse frente a los otros. A corto plazo, el sistema de producción capitalista no crea espacios para que los grupos étnicos encuentren soluciones viables en el ámbito productivo, por lo que es de prever que continuará la degradación y el deterioro de los recursos naturales en áreas que hoy están bajo el dominio de estos grupos o de los campesinos. Sólo si éstos pudieran acceder al modelo de producción y los consecuentes beneficios económicos, se podría lograr equidad en lo social y fortaleza cultural.

Marco conceptual de género

Género y desarrollo forestal

La realidad de las comunidades rurales muestra que existe una intima conexión entre las mujeres, las comunidades y los árboles, relación que rara vez se reconocía en los programas de desarrollo, hasta hace pocos años. Asimismo, la mujer, además de los trabajos vinculados con la reproducción, asume una relación cada vez más directa con los distintos factores de la producción, pues mientras el hombre emigra de la comunidad para complementar los ingresos familiares, ella se hace cargo de los cultivos, el ganado, las artesanías y los árboles, cuando los hay. Además, en muchas comunidades del país viven solamente viudas, como consecuencia del conflicto armado.

El nuevo enfoque de desarrollo forestal involucra cuatro dimensiones existentes de la relación entre los árboles, las mujeres y los hombres:

Estas dimensiones se expresan en varias áreas esenciales para la vida de las comunidades:

(1Adaptado de: Susana Balarezo. 1994. Guía metodológica para incorporar la dimensión de género en el ciclo de proyectos forestales participativos. Quito: FAO.)

Cualquier proyecto forestal y agroforestal debe tomar en cuenta los aspectos de género² al elaborar y definir sus propuestas, para asegurar que las actividades respondan a las necesidades, que los beneficios se distribuyan en forma equitativa y que ayuden a reducir las desigualdades existentes.

(2 «Género se refiere a las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres por razones sociales y culturales. Estas diferencias se encuentran en los roles (reproductivo productivo y de gestión comunitaria) responsabilidades, conocimiento local necesidades prioridades relacionadas con el manejo acceso y uso de recursos naturales. Aunque existan diferencias. es importante que también se tome conocimiento de que existen interacciones y traspales entre los roles de mujeres y hombres. Los aspectos de género pueden ser diferentes de un lugar a otro de un grupo étnico a otro y pueden cambiar en el tiempo. »)

En la comunidad Los Gómez, Todos Santos Cuchumatán, las mujeres cuentan cómo, antes, cuando había todavía bastante aliso, ellas se encargaron de recolectar la leña, pero ahora como ya no hay árboles en la comunidad son los hombres quienes se encargan de traer la leña de sitios lejanos. Esto muestra que, por un cambio en el uso o deterioro de los recursos, la división de trabajo por género puede cambiar.

El género en los proyectos forestales y agroforestales

Como persiste la marginación de la mujer en las actividades de desarrollo, en el acceso al crédito, a la capacitación y a los beneficios que trae el desarrollo, es necesario asegurar que, a través de nuestras acciones, disminuyan las desigualdades existentes. Este es el objetivo principal que se quiere lograr con la integración del enfoque de género en los proyectos forestales, integración que se puede realizar mediante tres etapas.

En la primera etapa es importante reconocer que las diferencias de género son aprendidas, o sea que son producto de una relación social y cultural que puede cambiar. La sensibilización a través de pláticas, información, talleres, es el instrumento para lograrlo.

En la segunda etapa es esencial conocer cuáles son los roles que hombres y mujeres desempeñan en una cierta área de trabajo, por ejemplo en una comunidad. Para esto nos sirve el análisis de género, que es un método para que los hombres y mujeres de la comunidad puedan analizar la situación actual, en función de tres aspectos. El primero se refiere a los factores que afectan al desarrollo de la zona: físico (agricultura, bosque, clima, agua), social (educación, migración? población), económico (ingresos, mercado), político (poderes, líderes). El segundo está relacionado con el perfil de actividades según género: tipo de actividad, tiempo, ubicación. Finalmente, el tercero alude al perfil de recursos según género: acceso? uso, beneficio.

En la tercera etapa se debe tomar en cuenta y aplicar lo aprendido cuando se planifica con la comunidad: qué actividades se van a realizar, cuándo, con quién, cómo se organiza, cuáles son los beneficios previstos y quiénes se favorecen de los mismos. En este caso, el género debería ser una parte integral del proceso de planificación participativa.

Etapas en la integración del género en proyectos

Instrumentos

Reconocer

Sensibilización

Conocer

Análisis de género en diagnóstico participativo

Aplicar

Planificación participativa

En Chiquimula, Guatemala, un proyecto integrado con un componente forestal propuso incorporar a la mujer en las actividades forestales generadoras de ingresos; escogieron para esto la producción de resina. Después de cierto tiempo, el personal del proyecto se dio cuenta de que si bien las mujeres estaban trabajando en la producción de la resina, ellas no recibían los beneficios. Lo que pasó fue que los hombres se encargaban de la venta del producto en el mercado y se quedaban con la mayor parte del dinero obtenido. En este caso el proyecto incorporó a las mujeres en el proceso productivo pero reforzó su marginación, porque ella ahora tenía un trabajo adicional pero no compartía directamente los beneficios del mismo. Haciendo un análisis de género con la comunidad, hubiera sido posible evitar esta situación desde el principio. Ahora el proyecto se enfrenta al reto de incorporar a las mujeres en la toma de decisiones sobre la distribución de los ingresos de estas actividades.

La propuesta de género en el PAFG

El Plan de Acción Forestal para Guatemala espera que en los procesos de formulación de nuevos proyectos, en las políticas forestales del país y en la capacitación de capacitadores y técnicos, se logre integrar el enfoque de género para que éstos contribuyan a una genuina participación y distribución equitativa de los beneficios que brindan el acceso? uso y manejo sostenido de los recursos naturales entre mujeres y hombres, de tal manera que en el largo plazo las políticas y los proyectos forestales puedan contribuir a mejorar las condiciones de vida, disminuyendo las diferencias y desigualdades existentes entre hombres y mujeres.

En Guatemala existe confusión o al menos varias interpretaciones sobre el concepto de género. Asimismo, tanto los organismos gubernamentales, como no gubernamentales y los proyectos forestales en particular, tienen la voluntad de capacitar a sus técnicos en el enfoque y análisis de género, y también el deseo de realizar un trabajo más participativo.

En mayo y junio de 1995, el PAFG hizo un análisis de género en catorce proyectos forestales que estaban en ejecución en diferentes áreas geográficas del país. En esa oportunidad se identificaron las limitaciones y oportunidades que se indican en los recuadros de las siguientes páginas.

En respuesta a esas limitaciones y oportunidades, el trabajo que el Plan de Acción Forestal se propone realizar, en cuanto a género, comprende cuatro grandes aspectos.

Oportunidades

    • Existe la voluntad de capacitarse en el enfoque y análisis de género y los proyectos están dispuestos a trabajar en forma participativa.

    • La agroforestería y el ecoturismo pueden ser alternativas para lograr una mayor integración de la mujer en actividades y beneficios forestales.

Limitaciones

Estrategia de los proyectos

    • En general, los proyectos son implementados con base en actividades previamente definidas, las que no siempre están en concordancia con las necesidades de mujeres y hombres.

    • Los técnicos de los proyectos trabajan en forma separada (hombres y mujeres), creando un ambiente de división y limitación efectiva de acciones.

    • Las mujeres participan escasamente en actividades relacionadas con la forestería.

    • El análisis de género no está integrado en los métodos de planificación participativa (ZOOP/DRP), utilizados por algunos proyectos.

Capacitación de los equipos

    • Falta conocimiento sobre el enfoque de género. Frecuentemente los encargados de género no tienen suficiente formación o capacitación en el análisis de género.

    • En varios proyectos se habla de género, pero en la práctica se trabaja con la concepción de <<Mujer y Desarrollo>>, que se refiere al trabajo sólo coñ mujeres.

    • La interpretación arbitraria de los técnicos sobre el enfoque de género, limita la activa participación de hombres y mujeres en diferentes escenarios del desarrollo comunitario.

Equipo de los proyectos

    • En varios proyectos se interpreta el trabajo de género como responsabilidad del encargado y no como trabajo de equipo

    • Los equipos de técnicos casi siempre se integran con hombres

    • En la contratación de técnicos para el trabajo de género, la tendencia es que se le encargue a una mujer.

    • Existe desconfianza y rechazo para que los hombres asuman actividades en los trabajos de promoción y capacitación en el enfoque de género.

Comunidad

    • Frecuentemente, el machismo no concede espacio a la mujer (campesina y técnica).

Metodología de género

    • No existen pautas para manejar el género en la práctica.

    • Se desconoce cómo y en qué actividades forestales pueden participar las mujeres.

    • Fácilmente se puede caer en el error de generalizar aspectos de género propios de una comunidad, a toda el área de un proyecto o a toda una región.

    • En muchos casos las mujeres participan en las actividades, pero no en los beneficios.

El diagnóstico participativo con perspectiva de género

Dentro del marco del Plan de Acción Forestal para Guatemala se está formulando el Programa de Manejo Forestal Sostenible en Tierras Comunales, que pretende incorporar la producción forestal en áreas con vocación forestal pertenecientes a comunidades o municipios, a través de la identificación, formulación y ejecución de proyectos de inversión forestal. La característica fundamental del programa es que se basa en la participación comunitaria en todas las fases de planificación y ejecución de proyectos específicos. En el marco de este programa se realizó un diagnóstico participativo con perspectiva de género en la comunidad de «Las Cebollas», Chiquimula, para formular un proyecto forestal comunal. Como método se decidió trabajar con una selección de las herramientas del Diagnóstico Rural Participativo. Este es un instrumento para determinar, desde el punto de vista de los miembros de la comunidad, qué actividades son necesarias y pueden apoyarse y si las actividades propuestas por el personal externo son razonables. prácticas. factibles, y si responden a las verdaderas necesidades de los miembros (hombres y mujeres) de la comunidad.³

(3 Adaptado de: FAO). 1989. Herramientas para la comunidad. Desarrollo Forestal Comunitario. Manual de campo 2.)

La información especifica que se quería obtener en esta ocasión fue sobre la situación actual de los hombres y las mujeres, sus problemas, necesidades y prioridades (con énfasis en el uso y control de los recursos naturales existentes), y sus esperanzas respecto al proyecto.

La comunidad Las Cebollas

La comunidad Las Cebollas está localizada a 230 km de la ciudad capital, en el oriental departamento de Chiquimula. Entre la cabecera departamental y la comunidad se estima una distancia de 20 km. de los cuales 6 comprenden una brecha abierta entre la maleza, la roca y el bosque, una carretera rústica hecha por iniciativa de los habitantes de la comunidad. Aunque el esfuerzo es grande, se aprecia que aún falta mucho trabajo para conseguir una vía de comunicación que les garantice acceso bajo condiciones de seguridad, sobre todo para agilizar la movilización y comercialización de sus productos. La comunidad ha tenido poca asistencia técnica en actividades de desarrollo. La Dirección General de Servicios Agrícolas (DIGESA), institución adscrita al Ministerio de Agricultura, ha brindado asistencia técnica a la comunidad mediante la instalación de un minisistema de riego, varias otras instancias han contribuido a la construcción de una escuela, además las tres iglesias juegan un papel importante. Sin embargo, la comunidad tiene un bajo nivel de organización pese a que existe un Comité de Desarrollo, que lamentablemente es poco activo.

La comunidad se localiza en la cima de las montañas, y la habitan 44 familias, aproximadamente 260 personas entre hombres, mujeres, niños y niñas. Su actividad principal es la agricultura de subsistencia, el cultivo de maíz, frijol, caña y hortalizas, mientras que algunas familias tienen pequeñas parcelas de café y el resto vende su fuerza de trabajo a la finca cafetalera que colinda con Las Cebollas.

El bosque de Las Cebollas

En el siguiente recuadro se presenta los resultados del inventario forestal hecho por el PAFG, para la preparación del plan de manejo.

Descripción del uso de la tierra

ha

%

Bosque de coníferas densidad 25% (abierto)

54

4,38

Bosque de coníferas densidad 50% (medio)

164

13,29

Bosque de coníferas densidad 75% (denso)

57

4,62

Bosque mixto

24

4,62

Bosque protector

259

29,09

Regeneración/bosque joven

44

3,57

Pastos naturales

   

Agricultura/tierra en descanso

58

4,7

Agricultura limpia

26

2,11

Bosque privado

20

1,62

Total

1234

100

El bosque de protección comprende un área definida por la comunidad para proteger a la zona de la recarga hídrica de los nacimientos de agua que abastecen a cuatro comunidades más. Las especies forestales predominantes son pinabete (Pinus maximinoii H. E. Moore), pino (Pinus oocarpa Shiede),liquidambar (Liquidambar sturaciflua L.), encino y roble (Quercus spp.). El resto del bosque que se considera comercial, está conformado por los árboles remanentes del aprovechamiento forestal de hace 28 años ( 1967) y su regeneración natural; la especie predominante es el pino colorado (Pinas oocarpa Shiede) y en menor proporción encino y roble (Quercus spp.), los cuales conforman un bosque de joven a mediano. El área forestal cercana a la carretera asfaltada que conduce a la frontera con Honduras, es utilizada por otras comunidades para la extracción de ocote, lo cual sumado a los frecuentes incendios forestales la hacen susceptible al ataque de plagas como el gorgojo de pino, que se observa esporádicamente en este bosque comunal, aunque está bastante extendida en la región.

El rol de los facilitadores

Para los propósitos de esta actividad, el equipo de facilitadores estuvo conformado por dos ingenieros agrónomos, una ingeniera forestal y un economista, todos con experiencia en la relación con grupos campesinos, proyectos de manejo de recursos naturales, proyectos forestales, el enfoque de género y planificación participativa. Así, durante el proceso asumimos la siguiente actitud y responsabilidad:

Lograr la participación de hombres y mujeres

Usando las herramientas del DRP y trabajando en forma separada se facilita la participación

Para lograr la mayor participación de los diferentes grupos de interés de la comunidad Las Cebollas, se ha trabajado con varias herramientas del Diagnóstico Rural Participativo separando los grupos de mujeres y los grupos de hombres. Por un problema de comunicación respecto al día y hora, las familias en la comunidad habían esperado el día anterior al fijado, con lo cual se traslapó la actividad planificada con otra de las iglesias. Sin embargo, como tenían gran interés, vinieron otra vez. Después de haber presentado disculpas por el retraso, el equipo del proyecto introdujo el tema y se discutió el objetivo de la visita y la metodología. Como los/las participantes estaban muy motivados, esa misma noche trabajaron durante una hora y media parte del mapa de la comunidad. De las 44 familias que habitan en Las Cebollas, participaron activamente 15 mujeres, 18 hombres y muchos niños.

Los técnicos en un grupo aparte

Asimismo había muchos técnicos del proyecto de desarrollo integral Zacapa-Chiquimula (PROZACHI), por lo que se organizó un grupo de trabajo para aprovechar sus conocimientos, pero al mismo tiempo asegurar que no interfirieran en el trabajo de la comunidad. Los técnicos prepararon un mapa de la comunidad y además hicieron un análisis inicial, según su criterio, de los problemas de la comunidad.

El video facilita mayor participación y ambiente de confianza

Pasado el tiempo y habiendo avanzado la noche, se decidió continuar en el nuevo día; se instaló el equipo para presentar los videos, los que fueron vistos por no menos de 80 personas. El primer video fue relacionado con el Programa Bosques, Arboles y Comunidades Rurales de la FAO (FTPP) que habla sobre la seguridad alimentaria, y el segundo relacionado con árboles, género y desarrollo forestal. Al final de la proyección, en un ambiente de confianza e interés de todos por continuar la actividad, se despidieron asegurando (y pidiendo permiso a los hombres) estar juntos la mañana del nuevo día (8:00 am) y todos marcharon a sus casas.

Almuerzo para lograr mayor participación de las mujeres

Los campesinos decidieron el horario, en este caso preferían trabajar el día completo. Debido al interés de los y las participantes, sumado al apoyo de la maestra de la escuela de la comunidad, se organizó la tarea del nuevo día a fin de asegurar que se podría contar con alimentación para todo el grupo y sobre todo que habría la posibilidad de que las mujeres (amas de casa y madres de familia) pudieran asegurar una participación plena en el ejercicio del diagnóstico. Se organizó para que tres señoras se dedicaran a la preparación del almuerzo para todos, asegurando de esta manera la participación de las otras mujeres. El entusiasmo comunitario fue grande, las señoras acordaron entre ellas traer tortillas y dos gallinas, esto cuando la maestra les propuso que el equipo de facilitadores había apoyada en la compra de los ingredientes y el pollo para un buen caldo.

Trabajo de las mujeres en la comunidad las cebollas

Al principio, la mayoría de mujeres manifestaba temor por hablar o pasar al frente, tomar un marcador y ponerse a dibujar; más o menos después de media hora cambió el ambiente y se notó confianza y seguridad en el grupo. Mientras dibujaban el mapa de la comunidad, se discutió sobre los tipos de cultivo, el uso que le dan al bosque, lo que permitió que ellas fueran identificando especies de árboles (entre otros pino, roble, liquidambar, amate); también se discutió respecto a la finca de café que colinda con la comunidad: cómo producen, cómo procesan el caté, qué personas de la comunidad trabajan allí. Otras mujeres comentaron sobre los productos que pueden llevar al mercado. A través de este breve pero importante ejercicio, ellas pudieron identificar sin mayor dificultad las áreas físicas y productivas de la comunidad donde predomina la influencia de las mujeres, de los hombres y donde hay un equilibrio en la participación de ambos géneros.

Con base en el mapa de la comunidad que se había comenzado a preparar el día anterior, todas hablaron sobre el futuro de sus hijos, de la familia, los alimentos; luego expresaron la esperanza de:

Después se trabajó el calendario de actividades. Las señoras identificaron con gran detalle, todas las labores que querían incluir. Donde hubo más discusión fue en las fiestas, porque unas practican la religión católica y otras la evangélica. Para realizar este ejercicio, los facilitadores diseñaron hojas a dos columnas: una para las actividades y otra para los meses. Una de las señoras, tal vez la más joven, que antes había indicado haber terminado la educación primaria, se dedicó a llenar el papelógrafo. El ejercicio fue más interesante cuando se desglosaron las actividades entre productivas, reproductivas y de gestión comunitaria, por ejemplo, obras comunales, fiestas patronales. Las participantes indicaron cuáles actividades son realizadas por hombres, por mujeres y por ambos.

También se hizo el ejercicio del reloj de 24 horas. El grupo de mujeres decidió elaborar dos relojes, uno para los días que trabajan sólo en la casa y otro para cuando realizan además labores en el campo, por ejemplo en la producción de maíz, frijol, flores, hortalizas o el café. Finalizado el ejercicio, comentaron la diferencia en relación con el reloj de los hombres: las mujeres deben levantarse antes, deben prender el fuego, preparar el desayuno, moler el nixtamal y preparar el almuerzo (si van al campo). En la tarde los hombres tienen más tiempo para descansar o jugar un partido de fútbol, mientras que ellas están cociendo o moliendo el maíz y preparando la cena.

Por último se realizó el diagrama «de tortillas», donde identificaron sus relaciones institucionales, productivas, sociales y culturales dentro y fuera de la comunidad. Las mujeres señalaron las siguientes instituciones dentro de la comunidad: escuela, iglesia, comité de padres de familia (participan dos mujeres), comité de desarrollo (sólo hombres). Fuera de la comunidad nombraron a DIGESA, puesto y centro de salud, la municipalidad, y la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID). Por la falta de tiempo no se pudo sacar más provecho de la herramienta, por ejemplo, representando cada institución en un cartón redondo (tortilla): si la institución es importante se la deja en el circulo grande, si es menos importante con tijeras se le reduce el diámetro del cartón, de tal manera que el grupo pueda conocer mejor su grado de importancia y participación institucional en la comunidad.

Trabajo de los hombres en las cebollas

Para armar el calendario se recurrió a la descripción de las diferentes actividades que los campesinos realizan entre enero y diciembre. Con esta herramienta se pudo visualizar en qué épocas del año se debe invertir mayor tiempo en la agricultura y cuándo hay mayor disponibilidad, de tal forma que puedan dedicarse a otras actividades productivas que les pueda favorecer. El calendario de los hombres en cuanto a las actividades por género, coincidió bastante con la información entregada por las mujeres.

Con gran entusiasmo los hombres se dedicaron a ordenar la historia de la comunidad. Entre los participantes había personas entre 64 y 75 años que rememoraron la comunidad de antes y los cambios que se han dado; esto facilitó sobre todo a los jóvenes cuando relataron e identificaron los hechos relevantes respecto a la situación actual de los recursos naturales. A los participantes les quedó claro que el paso del tiempo, el crecimiento poblacional y la acción de personas y empresas ajenas a la comunidad sobre los bosques, han sido causas suficientes como para propiciar la destrucción de sus propios recursos, con énfasis en el bosque, el agua, la falta de madera, leña y alimentos. Actualmente se reconoce que existe crecimiento poblacional, que continúan aislados por la falta de vías de acceso, que la organización actual ya no responde a los intereses de la comunidad, sobre todo porque hay menos recursos; también hay conciencia de que hoy se vive en un clima de libertad, porque con un gobierno civil hay mayores posibilidades de apoyo. Los hombres mayores de 55 años reconocieron su error al haber tolerado que se destruyan sus recursos y recomendaron a los jóvenes asumir un compromiso solidario entre ellos, de manera que se pueda salvar la montaña y encontrar mejores medios de vida.

Cuando se prepararon las líneas de tendencia, todos identificaron la necesidad de organizarse en la comunidad para encontrar respuestas cercanas a las necesidades que hoy obstaculizan el desarrollo integral de la comunidad. Además se plantearon los siguientes puntos:

Para los hombres, las prioridades en el desarrollo de la comunidad son: la carretera, un puesto de salud, un salón comunal y un proyecto para el bosque.

Por falta de tiempo ninguno de los grupos realizó el transecto, una herramienta que ayuda a recorrer la comunidad y visualizar los diferentes ecosistemas y uso de tierra. También permite recolectar y discutir otra clase de información, como los tipos de vegetación, especies, suelo, uso actual (para qué, quienes), problemas encontrados por los hombres y mujeres.

Plenaria con hombres y mujeres

Con el fin de no perder el enfoque de género en el ejercicio del diagnóstico, en la tarde del segundo día de trabajo, después del almuerzo, se juntaron los dos grupos para presentar y discutir los resultados. Primero presentaron las mujeres, después los hombres y finalmente los técnicos. Como era de esperar, después de las presentaciones, las mujeres ya no participaron activamente. Cuando se habló más sobre las actividades que se podrían desarrollar en el nuevo proyecto de bosques comunales, uno de los hombres dijo que también querían una actividad para apoyar a las mujeres en artesanía y tejidos. Las mujeres no hablaron y fueron los facilitadores quienes indicaron que ellas no señalaron esta actividad en los ejercicios de su grupo. Es más, en el reloj de 24 horas salió que tejen, pero ellas explicaron que era solamente para sus familias, porque no tienen tiempo de producir para el mercado. Cuando se les preguntó a las señoras, nuevamente y de manera directa, cuál era su prioridad, respondieron que mejores y más cosechas y no la artesanía.

Este ejemplo muestra que en esta comunidad fue esencial trabajar con los grupos de mujeres y hombres en forma separada, ya que así cada uno pudo expresar sus intereses y necesidades. Además, muestra lo importante que es el rol del facilitador en este proceso.

Seguimiento a la planificación con la comunidad

Se acordó con la comunidad que una semana después del diagnóstico se realizara el inventario forestal, y que el equipo facilitador preparara un primer borrador de un perfil de proyecto basado en los resultados del diagnóstico. Con esta información se organizará otra reunión de un día para planificar participativamente las actividades del proyecto. En este proceso se espera que otra vez tanto el grupo de hombres como el de mujeres puedan aportar en función de sus propias necesidades, de manera tal que se pueda reducir las diferencias y desigualdades entre géneros y lograr la equidad en el acceso y uso sostenible de los recursos.

Después de haber compartido otro café juntos, nos despedimos de la comunidad, con la expectativa de encontrarnos otra vez y continuar en un proceso de desarrollo equitativo.

Conclusiones y recomendaciones

Por todo lo expuesto se recomienda que cualquier proyecto forestal y agroforestal debe tomar en cuenta los aspectos de género al elaborar y definir sus propuestas, para asegurar que las actividades respondan a las necesidades, y que los beneficios se distribuyan en forma equitativa, y que ayuden a reducir las desigualdades existentes.

Valoramos las posibilidades de implementar en nuestro proyecto acciones emprendidas con éxito en otras zonas

La biodiversidad como recurso para la equidad

Lic. Ivannia Ayales *

Msc. Viviente Solís **

(* Consultora Programa Regional de Vida Silvestre y Area Social ORMA-UICN.)

(** Coordinadora Regional Programa Vida Silvestre ORMA-UICN.)

Metodologías participativas y conflictos de género

En los últimos decenios nuestra sociedad ha experimentado transformaciones intensas a nivel político, económico y social, que van desde la caída del muro de Berlin, los acuerdos de paz y el refuerzo de la democracia en América Latina, hasta nuevas visiones para abordar las relaciones entre los seres humanos. Nos acercamos al fin de siglo y hemos decidido volcar la mirada hacia nosotros mismos, dirigir nuestras acciones y reflexiones hacia la búsqueda incesante de nuevos referentes. Las manifestaciones de exclusión, de dominio, de negación sobre las personas y su entorno natural, están siendo fuertemente cuestionadas. Nos hemos dado cuenta de que en el pasado estas actitudes han aumentado la pobreza y han agudizado la injusticia, reduciendo la posibilidad de alcanzar la equidad en la distribución de los beneficios derivados del uso de los recursos del planeta.

Muchos son los caminos que se abren, pero sólo algunos de ellos se entrecruzan, se conectan y se relacionan en la búsqueda de nuevos valores éticos, políticos y sociales. Sólo algunos avanzan hacia una concepción y práctica de vida ligadas a la equidad y la justicia en nuestros pueblos latinoamericanos. Hemos ido pasando paulatinamente de visiones centralistas, verticales y excluyentes a otros enfoques que, por cuestionar las estructuras de poder, acceden a nuevas formas de concebir el uso y manejo de la naturaleza, las relaciones entre hombres y mujeres y las formas de comunicación.

¿Por qué hablar de biodiversidad para la equidad, de metodologías participativas y del enfoque de género? ¿Qué tienen en común y cómo se entrelazan estas nuevas visiones y prácticas en el trabajo comunitario y en la vida cotidiana?

Las respuestas no son sencillas, pero los ricos aportes que provienen de diferentes contextos y culturas nos demuestran que hombres y mujeres buscan un contenido más justo y humano en sus prácticas cotidianas, en sus proyectos, en las distintas iniciativas para el desarrollo. Precisamente, algunos de estos esfuerzos y experiencias son los que queremos compartir. Mientras podamos reconocer y valorar este desafío que asumen las comunidades, tendremos mayor capacidad para crear nuevas formas de trabajo que les permitan alcanzar mejores condiciones de vida.

La biodiversidad y el mejoramiento de la calidad de vida

Según el Convenio de Biodiversidad firmado en Río de Janeiro en 1992, se entiende por diversidad biológica "la variabilidad de organismo* vivos de cualquier fuente, incluidos entre otra* cosas los ecosistemas terrestres y marinos, y otros ecosistemas acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende la diversidad dentro de cada especie entre las especies y de los ecosistemas". Hablamos de biodiversidad cuando nos referimos a la vida silvestre (productos maderables y no maderables del bosque, animales y microorganismos), y a todas las especies domésticas. Sin embargo, la conceptualización y los fines para el manejo de la biodiversidad han experimentado cambios que están estrechamente ligados a modelos y concepciones de desarrollo particulares.

No es casual que dentro de modelos de desarrollo centrados en el crecimiento económico como fin último, la biodiversidad haya sido concebida como un recurso prometedor para aumentar los ingresos de una nación. No obstante, en las últimas décadas se ha ampliado la visión y se da un salto cualitativo al plantear que "el potencial del manejo racional de nuestra biodiversidad (tanto cultural como biológica) no está únicamente en su uso para la producción de fármacos y cosméticos sino en la posibilidad de utilizar esta riqueza para mejorar las condiciones de vida de los grupos más marginados en nuestra sociedad ". La biodiversidad dentro de este objetivo político tiene el propósito de facilitar la conservación de la naturaleza, a través de su aprovechamiento sostenible, y fortalecer el concepto de conservación como parte de una visión más amplia y coherente.

La biodiversidad incluye el manejo del bosque, la agricultura, el desarrollo rural, el intercambio económico, la energía, el turismo, y hasta a la misma población: hombres, mujeres, niños y niñas que son usuarios directos del recurso. Es por esto que la conservación de la biodiversidad no implica solamente proteger la vida silvestre en las reservas naturales, sino que demanda acciones globales que tratan de salvaguardar los sistemas imprescindibles para la vida, y garantizar la existencia a largo plazo de los recursos.

Cuando hablamos de conservación de la biodiversidad es importante tener una visión muchos más integrada, en donde se reivindique el derecho que tienen las comunidades para usar de manera sostenible el recurso. Esto implica dar un paso importante en el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores más desposeídos y con menor acceso al control de los beneficios y al uso de los recursos. Sin embargo, requiere una transformación de las actitudes. Se trata de pasar de una postura defensiva preservación de la naturaleza- hacia una concepción más dinámica, en donde las personas se conviertan en sujetos activos que procuren satisfacer sus necesidades de recursos biológicos, al mismo tiempo que se asegura la sostenibilidad a largo plazo de dichos recursos.

Pero, ¿estarán siendo distribuidos los beneficios de la biodiversidad de manera justa y equitativa? ¿Tienen hombres y mujeres oportunidades equitativas para la gestión ambiental desde el espacio privado y el público, desde la autogestión local y nacional? Es precisamente en este punto donde el enfoque de género y las metodologías participativas pueden jugar un papel fundamental.

El enfoque de género y las metodologías participativas en el desarrollo de proyectos

En nuestra sociedad se nos ha enseñado a ver el mundo desde estereotipos y simplificaciones: lo bueno y lo malo, lo racional y lo irracional, la cordura y la locura, lo científico y lo intuitivo, la salud y la enfermedad, lo negro y lo blanco; y a esto no escapan las categorías de lo femenino y lo masculino. Ser hombre en nuestra sociedad significa no ser mujer, y ser mujer significa no ser hombre. Históricamente se han edificado características y estructuras de comportamiento que nos inscriben en situaciones en las que ya casi no nos reconocemos.

Las diferencias que se adujeron a las identidades femenina y masculina, en muchas oportunidades se han incorporado en planteamientos científicos, biológicos, psicológicos que han justificado los postulados discriminatorios formulados a partir de diferencias en los cuerpos sexuados. Se pensaba que una mujer por tener la posibilidad de ser madre y una constitución biológica que le permitía gestar un hijo o una hija, era también la llamada a dedicarse al cuidado de esa criatura, como parte de sus conductas naturales, tenía que asumir las actividades de la esfera doméstica: lavar ropa, planchar, cocinar, barrer, coser y otras más. Precisamente, la importancia del concepto de género es que éste cuestiona el discurso biologista y naturalista, demostrando que no se nace con rasgos de comportamiento femeninos y masculinos, sino que esos comportamientos se establecen socialmente y, por lo tanto, pueden ser transformados.

¿Pueden ser transformadas, entonces, las relaciones de poder que se han establecido entre hombres y mujeres, de manera que estos cambios se reflejan en la distribución de los recursos materiales, simbólicos, de tiempo y oportunidades dentro de un proyecto y en actividades concretas? ¿Qué papel pueden desempeñar las metodologías participativas en este proceso de cambio? El análisis de género, entendido como un conjunto de categorías, herramientas y técnicas que sirven para comprender y analizar los roles, responsabilidades, necesidades y participación diferenciada de hombres y mujeres, puede ser utilizado con dos intenciones muy distintas:

Es precisamente sobre esta segunda visión que las metodologías participativas cobran sentido. Actualmente existe un reconocimiento consensual de que el manejo apropiado de la biodiversidad y de la conservación de los recursos naturales depende de la calidad de la participación de las comunidades locales en estos procesos de desarrollo.

Y decimos calidad e intencionalidad, porque por participación se podría entender cualquier cosa: desde compartir los costos y beneficios de un proyecto, hasta el dinamismo sociocultural como fin único en si mismo. Sin embargo, una participación que esté basada en la capacidad de las mismas personas para descubrir sus obstáculos y potencialidades, y tomar decisiones acertadas sobre su presente y futuro, adquiere otro significado. Y así también las iniciativas y los proyectos que, antes que ponerse al tanto de la época y de las demandas de las agencias financieras, adoptan el enfoque de género y participación, no como un eslogan más, sino como una forma distinta de interpretar la realidad y de vivirla desde los diferentes ámbitos: personal, familiar, laboral, institucional y comunitario.

Las transformaciones en las relaciones de género no solamente abarcan el plano formal y racional; más allá de eso están los sentimientos, las actitudes y los valores, y precisamente aquí es donde adquieren relevancia metodologías que apunten hacia el cuestionamiento más que a la imposición, a la creatividad más que a lo establecido; al juego y al movimiento lúdico junto a la critica y la razón. Se trata de respetar en todo momento el ritmo pedagógico de las personas y motivarlas para el análisis, la problematización y la concertación de soluciones a las fracturas encontradas Como parte de la metodología participativa para abordar las relaciones de género se hace necesario partir de las experiencias, enriquecerías con el análisis, para luego volver a la práctica con elementos transformadores: los estudios de caso, los códigos problematizadores, los sociodramas y otras técnicas que, ubicadas en un proceso metodológico más amplio y coherente, aporten en esta tarea. Los grupos como espacios de encuentro, y no sólo como economía de recursos, adquieren fundamental importancia. Los procesos de cambio, transformación y reflexión son más enriquecedores si se viven y comparten a nivel grupal.

El Programa Regional de Vida Silvestre UICN-ORMA ha venido desarrollando, con diferentes aliados y miembros de la Unión, pequeños proyectos de manejo de vida silvestre en comunidades de Centroamérica. Dos consideraciones importantes han guiado este proceso:

Con la experiencia en la península de Cosiguina, Nicaragua, queremos ejemplificar algunas consideraciones importantes que podrían tomarse en cuenta y recrearse en proyectos similares.

Proyecto manejo de Iguanas y Garrobos en la cooperativa Omar Bacca

La península de Cosiguina está ubicada en la parte occidental de Nicaragua. Comparte con las repúblicas de Honduras y El Salvador, las aguas del Golfo de Fonseca y pertenece al municipio de El Vejo en el departamento de Chinandega. Fue declarada zona de Refugio de Vida Silvestre en 1958, y cambiado su estatus en 1983 a Reserva Natural.

La cooperativa Omar Bacca posee 337 hectáreas, de las cuales 70 son de bosque natural seco, bastante degradado. La comunidad la constituyen 320 personas, representadas en 40 familias.

El proyecto, coordinado por la Universidad Nacional de León, con participación del MARENA y apoyado por el Programa Regional de Vida Silvestre de la UICN, tiene como objetivo primordial promover el uso sostenible de la vida silvestre de la península, con el fin de mejorar las condiciones de vida de la población local. A través de las actividades de la cooperativa se ha logrado proteger 100 hectáreas de bosque, realizar algunas actividades de reforestación, iniciar un proyecto de manejo de iguanas y garrobos, desarrollar proyectos productivos agrícolas y constituir un fondo rotativo de apoyo comunitario.

Etapas del proyecto

En la primera etapa, la cooperativa solicitó el apoyo a la instancia gubernamental para desarrollar un proyecto de iguanas y garrobos. Este proyecto se inserta dentro de la comunidad (cooperativa agrícola) con una estructura de poder centralizada y con un predominio de la participación masculina.

En la segunda etapa se realizó un prediagnóstico participativo para analizar el sistema de organización y funcionamiento de la cooperativa e identificar ideas de inversión y necesidades de asistencia técnica y capacitación. En esta etapa se consultó separadamente a hombres y mujeres sobre sus necesidades y expectativas. Se llevaron a cabo asambleas participativas (una sólo con mujeres y otras con hombres y mujeres) para revisar el proyecto de iguanas y garrobos.

En la tercera etapa se ejecutaron proyectos productivos y se instauró un fondo rotativo. Aquí empezó una participación activa de las mujeres que, junto con los hombres, son sujetos activos de la capacitación y asistencia técnica. Se gestó un conflicto sustentado en aspectos económicos, de toma decisiones y de género, surgió una nueva junta directiva con participación femenina y un proyecto paralelo con participación de hombres y mujeres de la comunidad. El proyecto trasciende la visión local de la cooperativa para realizar acciones con mayor impacto a nivel comunitario.

En la cuarta etapa se plantea una visión más integral para el manejo de los recursos naturales en la península, a través de una estrategia de conservación y uso sostenible de la región. Esta estrategia se desarrolla a través de una metodología participativa, que hace énfasis en la capacitación para la organización, toma de decisiones y análisis de la participación de hombres y mujeres, entre otras. Además, aporta elementos de género a los técnicos de las instituciones participantes en la estrategia.

Aprendiendo de la experiencia

En los proyectos de desarrollo con los que trabajamos, hemos aprendido tres cuestiones fundamentales.

Equidad en el acceso y control de los recursos

Que los recursos de un proyecto no deben dirigirse sólo a una parte de la población, en la mayoría de los casos a los hombres, quienes por condiciones históricas de privilegio han sido reconocidos como portadores del saber, del poder y del conocimiento. Los recursos del proyecto deben ser compartidos equitativamente por hombres y mujeres. Esto incluye la capacitación y revalorización de los conocimientos tradicionales, el acceso al crédito, la tierra y otros insumos para la producción y la conservación.

Además, las oportunidades de ambos para incidir directamente en la dinámica, planeamiento, ejecución, evaluación y seguimiento de los proyectos.

Esta no es una tarea rápida ni con resultados inmediatos, sino un proceso lento? mediatizado por condiciones históricas que arrastran viejas visiones del rol tradicional de las mujeres y de los hombres. Metodológicamente, en algunos casos, ha sido necesario privilegiar y dar mayor oportunidades a las mujeres; en otros las mujeres manejan su proyecto, pero a su vez reciben el aporte de sus compañeros, así como de otros miembros de la familia. Estas transformaciones llevan aparejadas el conflicto y las contradicciones que impulsan los cambios, y que constituye la segunda lección aprendida.

El conflicto como meter permanente de cambio

En la mayoría de los proyectos, por no decir que en todos, la democratización de las relaciones, la apertura a la solidaridad y al respeto, han tenido que enfrentar el conflicto como un mecanismo necesario para el cambio. Este es un tema recurrente cuando se habla de transformaciones en las relaciones de género. Ningún cambio en estas relaciones se da independientemente del conflicto.

Sin embargo, como no siempre se nos prepara para el conflicto, lo asociamos con significantes negativos y muchas veces lo negamos o lo reprimimos. Y si bien es cierto que un mal manejo del conflicto nos puede llevar a la inmovilización y el desgaste, también es cierto que si lo sabemos enfrentar creativamente, de seguro conllevará cambios valiosos.

Por eso es importante crear conciencia en los técnicos, en las instituciones y en la comunidad, que el conflicto es parte de la vida y de todo proyecto que se proponga favorecer las transformaciones sustantivas en la distribución equitativa de la información, del conocimiento y de la toma de decisiones.

Fortalecimiento de las necesidades prácticas y estratégicas de género

No importa por donde empecemos, si por la madera, los productos no maderables del bosque, por las iguanas, por los patos, tepezcuintles o tortugas... siempre surgirán situaciones que tienen que ver con las personas, con los hombres y las mujeres que manejan esos recursos, con su historia y el significado que para ellas tienen los proyectos. Estos pueden tener como objetivo básico mejorar la calidad de vida y con ello necesidades prácticas, como generar ingresos para mejorar la alimentación, la vivienda, la salud. Pero más allá de eso están las necesidades estratégicas de género, que no son tan fácilmente identificables, pero que pueden generar las condiciones para el logro de cambios transformadores en la autoestima, en las relaciones de género, en las identidades, en la subjetividad humana, que inciden directamente en los cambios sociales.

Por eso cobra relevancia el hecho de que las acciones concretas para la sostenibilidad económica, social y política de un proyecto, también lleven al cuestionamiento de las relaciones de poder y la búsqueda de manifestaciones nuevas para construir lo utópico como el lugar de lo posible.

Puntos para la reflexión

"La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando. Dios soñaba mientras cantaba y agitaba sus marcas, envuelto en humo de tabaco y se sentí feliz y también estremecido por la dada y el misterio.”

Eduardo Galeano. Memorias del fuego.

Juego.

Los indios makiritare saben que si Dios sueña con comida, fructifica y da de comer. Si Dios sueña con la vida, nace y da nacimiento. Las mujeres y el hombre soñaban que en el sueño de Dios aparecía un gran huevo brillante. Dentro del huevo, ellos cantaban y bailaban y aunaban mucho alboroto, porque estaban locos de ganas de nacer. Soñaban que en el sueño de Dios la alegría era más fuerte que la duda y el misterio; y Dios' soñando, los creaba, y cantando decía: rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. Nacerán y volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira.

Figura

Participación en el manejo integral de cuencas hidrográficas

llse van der Put*

Elvira Alvarado **

(* Profesional holandesa asociada en forestería social. Proyecto SEARPI-FAO, Samaipata. Bolivia.)

(** Auxiliar boliviana de enfermería. Distrito de Salud de los Valles Concaños, Samaipata, Bolivia.)

En este documento se muestran los primeros resultados de un trabajo interinstitucional realizado en la zona de la cuenca alta del río Pira, en el municipio Samaipata, Bolivia. Las instituciones involucradas son el proyecto SEARPI-FAO y el Distrito de Salud, quienes han realizado una evaluación con el fin de comprender mejor los factores sociales y económicos que influyen en la participación de hombres y mujeres en las actividades organizadas de la población rural y apoyadas por ambas instituciones. La información obtenido servirá de apoyo para elaborar un plan de acción conjunto en el marco del plan del Municipio de Samaipata y, por ende, del plan rector de la cuenca antes mencionada.

El proyecto SEARPI-FAO

El proyecto sobre la Participación en el Desarrollo y Conservación de la Cuenca Alta del Río Piraí (SEARPI-FAO), busca promover y consolidar la participación de la población en el manejo integral y progresivo de esa cuenca, de acuerdo con las políticas y prioridades de la región y el país. La adaptación y la utilización de métodos participativos y la promoción de un concepto integral en el manejo de cuencas, son los objetivos principales. Boliva ha sido el país elegido en América Latina para llevar adelante este proyecto, que forma parte de otros cuatro que se ejecutan en Nepal y Pakistán (Asia), Burundi y Túnez (Africa). Las actividades en Bolivia comenzaron a fines de 1992 y terminarán en septiembre de 1997; son financiadas por la cooperación italiana, a través de la FAO. La contraparte nacional es el Servicio de Encauzamiento de Aguas y Regularización del Río Piraí (SEARPI), creada en 1983.

El elemento clave de la estrategia es una modalidad de operación gradual, flexible y participativa, que evoluciona desde el diagnóstico de las realidades físicas y socioeconómicas locales, el inventario de problemas y soluciones posibles, y la identificación de actividades prioritarias, hacia el apoyo a la población en la ejecución de las acciones seleccionadas. El proyecto estimula las iniciativas locales, valida conocimientos e ideas de la población del lugar y fortalece, en general, la autodeterminación.

Un objetivo explícito del proyecto es involucrar no sólo la población local, sino también a las agencias gubernamentales, al sector privado y las ONGs para que participen en la elaboración y ejecución del plan de manejo de la cuenca, que forma parte del plan municipal. El papel del proyecto es actuar como «catalizador» o «facilitador», movilizando el interés y recursos de otras fuentes, particularmente los de la población. Se promueve el apoyo operativo y la coordinación con las demás instituciones, para que se continúe prestando apoyo a la municipalidad y a la organización territorial de base (OTB) de las comunidades en la elaboración de planes comunales, una vez que el proyecto finalice.

El distrito de salud de Los Valles Cruceños

El Distrito de Salud de los Valles Cruceños es una institución gubernamental dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano. La sede está en Samaipata y el área de trabajo cubre las provincias Florida, Manuel Marí Caballero y Vallegrande. La zona está dividida en cuatro áreas con cuatro centros de salud, un hospital en la cabecera de área y 2 puestos sanitarios atendidos por un auxiliar de enfermería, personal de apoyo, una red de suministros ubicada en Vallegrande y un banco de medicinas localizado en Mairana.

El objetivo principal del Distrito es elevar el nivel de salud de la población rural ofreciendo servicios de calidad, de fácil acceso y al mas bajo costo posible. Para lograrlo se ha elaborado un sistema de atención primaria de salud, en la cual la participación de las comunidades es esencial para lograr la autogestión en cuanto a la salud preventiva. Para mejorar el impacto de las actividades se ha desarrollado un programa «cascada» de educación en salud preventiva, que tiene un efecto multiplicador en las comunidades.

Se pretende que la planificación, gestión y participación en las acciones de los centros de salud sea descentralizada; que ofrezcan todos los componentes de la atención primaria de salud, inclusive la educación en salud preventiva en las comunidades, es decir, que los centros sean polivalentes; que brinden una atención permanente las 2 horas del día; que sean integrales, es decir, que respeten al individuo en sus aspectos psicológico y sociocultural.

El fondo de la coordinación interinstitucional

Es esencial que las instituciones y organizaciones se involucren en la elaboración y ejecución de un plan maestro para el manejo integral de la cuenca, observando los diferentes componentes de un plan municipal participativo.

Persiste la tendencia institucional a separar estos componentes, lo que se traduce en actividades aisladas.3 El enfoque participativo en el manejo integral de cuencas, genera espacios para el trabajo interinstitucional. Así, el proyecto SEARPI-FAO busca maneras para facilitar la coordinación entre las diferentes instituciones que trabajan en la cuenca. Para esto se han firmado varios convenios de cooperación, uno de ellos con el Distrito de Salud con el objetivo de intercambiar experiencias en la aplicación de métodos participativos e integrar distintos aspectos en los programas de conservación y desarrollo del municipio y de la cuenca alta.

(3 Conclusión que también ha surgido en el Encuentro Latinoamericano sobre «Diagnóstico y planeación participativa comunitaria en el medio rural», que se celebró en agosto de 1995 en Isla Mujeres, México.)

El análisis de género en las experiencias de coordinación interinstitucional

Ambas instituciones han constatado que existe una participación desigual de hombres y mujeres en sus actividades; en el caso de SEARPI-FAO poca participación de las mujeres y en el del distrito poca participación de los hombres

Así, la primera actividad conjunta de SEARPI-FAO y el distrito ha sido la ejecución de una evaluación sobre la participación actual de hombres y mujeres en cuatro comunidades seleccionadas, utilizando los postulados del análisis de género.

Objetivos de la evaluación

Estructura de las evaluaciones

La evaluación consta de dos partes, una a nivel de campo y otra interna de las instituciones.

En el primer caso se observaron los siguientes pasos:

    • análisis de la información secundaria; :

    • reunión con la comunidad para explicar la evaluación;

    • elaboración, basada en las observaciones, de una guía temática para las entrevistas semiestructuradas que se harán en la comunidad;

    • entrevistas semiestructuradas individuales con cinco o seis mujeres o familias; -

    • reunión de validación de la información con las mujeres de la comunidad;

    • reunión con las mujeres para priorizar necesidades y decidir sobre posibles soluciones; presentación de los resultados a la comunidad.

Resultado de las evaluaciones

La evaluación institucional del proyecto SEARPI-FAO contempló: un análisis de las fichas y documentos disponibles en la base de datos y talleres de evaluación y replanificación interna; un análisis de documentos e informes de actividades y documentos de consultorios; las opiniones de los técnicos sobre la participación en las actividades del proyecto/institución.

El Distrito de Salud todavía no ha terminado la evaluación, pero los siguientes resultados que se han obtenido hasta este momento son interesantes. A nivel del campo, las mujeres han identificado algunos problemas:

Ante estos problemas, las mujeres han propuesto algunas soluciones con el objetivo de mejorar su participación:

Las mujeres también determinaron algunas actividades:4

(4La lista de actividades determinadas no era igual en todas las comunidades ni tampoco el orden en el cual se priorizaron las necesidades.)

A nivel institucional se identificaron los siguientes problemas:

Propuestas para un plan de acción

Con estos resultados preliminares se ha elaborado una propuesta para ejecutar el primer plan de acción de ambas instituciones. El objetivo más importante es promover la participación equilibrada de hombres y mujeres en las actividades organizadas con ayuda de las dos instituciones. Se han seleccionado las siguientes actividades:

Si bien las dos instituciones tienen la capacidad, por separado, de apoyar en la ejecución de esas actividades, las mujeres han señalado que la falta de coordinación entre instituciones causa problemas. Es mucho más eficiente si logran una coordinación conjunta, no solamente desde el punto de vista del tiempo invertido, sino de los contenidos mismos. Para una familia rural el trabajo en la agricultura y la salud son inseparables. ¿Por qué entonces se los separa y se dirigen a participantes distintos (hombres o mujeres)?

En el recuadro de la página siguiente se presenta una actividad conjunta que se está ejecutando en el área de mejoramiento de viviendas. Se ha elaborado el paquete de capacitación de tal forma que si la familia está interesada en la nueva actividad, todos sus miembros tienen que participar para lograr el éxito. Esperamos en un futuro cercano elaborar de la misma forma pequeños programas de capacitación para otras actividades que las mujeres hayan priorizado. También queremos mejorar las actividades que están en ejecución, a fin de que todos los miembros de la familia participen activamente.

Conclusiones

Las herramientas participativas que se han utilizado en la evaluación no siempre han permitido profundizar en las discusiones. La mayoría de las mujeres y hombres que participaron en la evaluación, anteriormente habían tenido contactos con instituciones y organizaciones de desarrollo. Sus experiencias (buenas o malas) han influido en las opiniones que actualmente tienen sobre todas las instituciones y organizaciones que trabajan o van a trabajar en su comunidad. Una consecuencia de esto es que tanto las mujeres como los hombres tienen una idea previa sobre las intenciones de la organización o del proyecto, lo cual influye en la fase de identificación de problemas. Varias organizaciones que han trabajado en las comunidades (con mujeres o no) han sostenido que las mujeres deben participar en actividades como bordar, cocinar, tejer y salud, y los hombres en actividades de producción, sin escuchar las necesidades reales de las familias rurales. El resultado es que mujeres y hombres esperan lo mismo del proyecto Searpi-FAO y del Distrito.

La introducción de cocinas mejoradas como una actividad conjunta

Mejoramiento de las cocinas tradicionales mediante la introducción de cocinas mejoradas.

Contenido de la actividad

    • capacitación y construcción de cocinas mejoradas;

    • evaluación participativa del funcionamiento de las cocinas;

    • charlas y conversaciones sobre enfermedades respiratorias, sus causas y sus tratamientos;

    • charlas y conversaciones sobre el uso racional de leña;

    • charlas y conversaciones sobre plantaciones de árboles para leña;

    • cursillo sobre cocina y pastelería en relación con charlas sobre valor nutritivo de varios alimentos.

Ventajas de la actividad desde el punto de vista de los actores, familias participantes, SEARPI-FAO y Distrito

    • SEARPI-FAO (manejo de cuenca): disminución del uso de leña y por ello menos deforestación.

    • Distrito de Salud (salud): mejoramiento del ambiente de trabajo de la mujer y su familia, menos humo y menos peligro para los niños de caer en el fuego.

    • Familias participantes: menos tiempo perdido para buscar leña, cocina más ordenada, menos peligro para los niños y menos problemas respiratorios.

El canje de «alimentos por trabajo» como una manera de motivar a la participación tiene un efecto negativo, ya que ni hombres ni mujeres quieren participar cuando no se ofrecen alimentos.

Los resultados del análisis de género, ejecutado conjuntamente por dos instituciones tan diferentes, muestra la importancia de prestar atención a todos los aspectos socioeconómicos de las familias rurales, en vez de fijarse sólo en el aspecto técnico sea éste el forestal, el manejo de cuencas, agrícola o salud. Si la intención es mejorar la participación equilibrada de hombres y mujeres en el manejo de cuenca, es indispensable conocer la situación socioeconómica completa de las familias y los estilos de trabajo de otras instituciones que también tienen contactos con las familias rurales.

Participación de la mujer en el desarrollo forestal de Honduras

Mercedes Elena Flores B.

(*Coordinadora CCN, Honduras. del Consejo Consultivo Regional.)

Propuestas sobre políticas y estrategias en el sector forestal, desde un enfoque de género

La mayoría de los programas y proyectos de desarrollo sostenible de los recursos naturales, orientados a resolver los problemas que afectan a comunidades y grupos humanos, no son en realidad sostenibles, ya que no toman en consideración los aspectos de género y los impactos diferenciados de las actividades forestales y agrícolas. Esto trae como consecuencia la participación desigual de hombres y mujeres, que es muchas veces injusta para la mujer, debido a que se ignoran sus conocimientos silviculturales y su capacidad para administrar los recursos. Cuando analizamos la relación mujer-árbol, hombre-árbol, constatamos lo que implica la pérdida de la cobertura forestal para cada género. Por eso es importante identificar los roles y prioridades de beneficiarios y beneficiarias, en términos del bienestar de la familia campesina y del éxito de los proyectos forestales.

Consciente de este problema, el Consejo Consultivo Nacional de Honduras Mujer y Desarrollo Forestal y la Oficina Gubernamental de la Mujer, decidieron realizar una consulta nacional para conocer los obstáculos y experiencias de los profesionales forestales, de las mujeres campesinas y de las etnias, con el objetivo de formular y proponer una política para y con la mujer en el desarrollo forestal sostenible.

En Honduras y en la región centroamericana se están realizando, desde hace algunos años, experiencias importantes para el desarrollo forestal, ya que hay una preocupación por promover un uso racional y sostenible de los recursos naturales. Los serios problemas de deforestación que sufre el país han llevado a los gobiernos y a los organismos no gubernamentales y organizaciones campesinas e indígenas a buscar diferentes vías para enfrentar esta situación. Sin embargo, la temática de la mujer en el sector forestal recién cobra fuerza en la década de los 90; aunque en el país hay algunas experiencias aisladas sobre su participación en el sector forestal, no se ha contado con oportunidades para la discusión y en muchos casos, se observa la falta de reconocimiento de la existencia de esas acciones que ella realiza.

La mujer, cuya dependencia de los bosques es tan fuerte, ha acumulado una valiosa experiencia en el uso de los recursos naturales, que debe ser considerada para la elaboración de las políticas del sector forestal, de tal manera que la beneficien como usuaria y generadora de ingresos y, al mismo tiempo, contribuyan al cuidado y al desarrollo del bosque.

Metodología

En el proceso de consulta hemos utilizado una metodología participativa con enfoque de género, tanto para la recopilación de información e inventario de proyectos forestales como para la consulta individual y grupal. La consulta nacional se concentró en dos actividades especificas:

Beneficios esperados

Resultados

Conclusiones y recomendaciones

En el proceso de sostenibilidad es importante retamar, de una manera clara y objetiva, las formas y mecanismos de participación de la población en el desarrollo de los proyectos forestales desde un enfoque de género. Es indispensable tomar en cuenta los aportes de la mujer campesina a la economía del país y a la familia, así como las limitaciones que enfrenta para su integración en los procesos de desarrollo. Se debe dar un mayor espacio a la mujer, en la formulación de normas y políticas para el desarrollo forestal del país; se debe usar como punto de partida la división del trabajo por género cuando se prepare una estrategia, se elaboren programas, se asignen recursos, o en la capacitación, acompañamiento y seguimiento del proceso de apropiación de la actividad forestal. En la planificación se debe tomar en cuenta las múltiples funciones que desempeña la mujer; sus roles productivo, reproductivo y como agente de cambio en el desarrollo comunitario, además de la interpelación entre los factores económico, cultural, educacional, legal, ambiental, interinstitucional e institucional.

En los proyectos forestales

En la resolución de políticas, acogerse a la transparencia participativa basada en la información sobre el impacto. A partir del problema y sus efectos, identificar a los grupos interesados y evaluar las ventajas y desventajas asociadas a las alternativas de políticas propuestas:

Se decidió que el siguiente proceso debía retomarse en el menor tiempo posible.

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