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Síntesis de las exposiciones y comentarios


Síntesis de las exposiciones y comentarios

María Cuvi Sánchez

Cómo involucrar a actoras y actores de la sociedad civil en el PAFE

La primera exposición estuvo a cargo de Alexandra Martínez quien se propuso responder a la pregunta ¿Cómo lograr que los actores sociales se involucren en el PAFE y con cuáles mecanismos se podría mejorar la participación de las mujeres? Su pregunta es una reacción a una de las principales debilidades enfrentadas por el Plan: no haber logrado que la mayoría de actores del sector forestal participe activamente, se apropie de los objetivos y finalidades de la propuesta y la vuelva parte de su propia dinámica institucional.

Citando textualmente al documento analizado, Alexandra apunta que esta debilidad debe ser rectificada ya que el éxito del PAFE "depende del nivel de compromiso e interés que demuestren todos los actores que integran el sector forestal ecuatoriano." Atribuye esta debilidad a varios hechos que de ninguna manera constituyen fracasos que invalidan al Plan, sino problemas que hasta ahora no habían sido considerados para explicar la baja participación. Asimismo, propone soluciones distintas a las que hasta ahora se han impulsado y que podrían ser adoptadas en la ejecución del Plan

En primer lugar señala el origen del PAFE. Este, dice Martínez, constituye una iniciativa de varios agencias internacionales de cooperación a la cual se sumó el Estado ecuatoriano. Por lo tanto, señala Alexandra, es comprensible que la propuesta internacional sufra modificaciones una vez que entra en contacto con las prácticas propias y particulares de cada lugar y cuando se activan las relaciones entre distintos actores y los intereses que cada uno pone en juego. El comentario de Martínez apunta a visibilizar el juego de poder entre los actores del sector forestal, que la propuesta del PAFE ha detonado. Lo que estos actores hacen o dejan de hacer, dice Alexandra, no depende únicamente de los objetivos del Estado y de las agencias de cooperación internacional, sino que son el producto de las relaciones que se establecen entre todos los agentes involucrados y de los intereses que cada uno de ellos pone en juego. Es este juego de poder entre actores lo que no ha sido adecuadamente internalizado hasta el momento por el PAFE, quizás porque ha primado una visión de armonía en la concertación Adoptar la propuesta de Martínez implica reconocer de partida que los conflictos no deben ser juzgados como negativos, sino tratados y enfrentados institucionalmente como inherentes al desarrollo mismo.

En segundo lugar, Martínez atribuye la débil participación de los actores sociales al tipo de enfoque utilizado en el documento.

El tercero y último punto que destaca Alexandra es la relación entre las mujeres y el Estado, puesto que éste es un actor clave del PAFE. El Estado no es, dice, un actor neutral desde el punto de vista de género. Históricamente, los procesos de representación política de los ciudadanos ha favorecido a los hambres, mientras que las mujeres han sido invisibilizadas bajo la idea de los intereses ciudadanos. Sostiene Martínez que mientras prevalezca esta situación, las mujeres tendrán menor influencia en el diseño y ejecución de las políticas públicas. El comentario de Martínez es una llamada de atención muy pertinente para el PAFE, ya que en efecto, la perspectiva utilizada en el documento analizado y en las nueve estrategias no permite visibilizar el hecho de que las políticas y planes forestales estatales tienen diferente impacto en las mujeres y en los hombres.

Martínez afirma que los actores del sector forestal se involucrarán en el PAFE solo si sus intereses particulares se reflejan en ese Plan. Y considera que para ello es menester conocer sus posiciones "a través de un proceso investigativo continuo y gradual". Su propuesta es particularmente relevante cuando se trata de lograr la participación de las mujeres, los grupos étnicos (indios y negros), los jóvenes, los menores, actores cuya identidad fácilmente desaparece si no existe la decisión institucional de valorizar su aporte y reconocer explícitamente su derecho a participar.

El enfoque de género es una herramienta que ayuda a que estos actores estén adecuadamente representados en las instancias de decisión, y a que sus intereses sean considerados en las estrategias, programas y proyectos del PAFE. Lamentablemente, por una cuestión de enfoques, las investigaciones y diagnósticos realizadas hasta el momento sobre el sector forestal ecuatoriano no permiten reconocer dichos intereses, un vacío que amerita ser llenado.

Mujeres y hombres establecen vínculos diferentes con los recursos naturales

La segunda presentación es la de Rocío Alarcón, quien trató la evolución del PAFE utilizando dos tipos de herramientas: el análisis de interesados y la división genérica del trabajo. Su reflexión se basó en la propuesta conceptual de género desarrollada por el programa MERGE para la gestión y conservación de los recursos naturales: "Mujeres y hombres establecen vínculos diferentes con los recursos naturales y con los ecosistemas en relación al conocimiento, uso, acceso, control e impacto sobre dichos recursos y con la conservación".

Su primera preocupación es determinar si en la lista de los actores forestales que el PAFE ha identificado como sus interlocutores están incluidos todos los grupos de interés que tienen relación con los recursos forestales o si hay otros actores subyacentes. Además muestra cómo han sido definidos los intereses de los grupos reconocidos, a la vez que localiza dónde hay conflictos, oportunidades para la cooperación, complementariedad o alianzas y qué clase de estrategias de negociación se han probado. Las respuestas de Rocío ponen en evidencia tres aspectos:

Asimismo, la expositora aplica un análisis de género a los 59 proyecto en curso y a los seis programas diseñados para los próximos cuatro años, para concluir que con la información disponible no es posible responder a la pregunta clave de este tipo de análisis: quién hace qué. Este hecho, sostiene Alarcón, se debe a que tanto el problema como los nudos críticos consideran únicamente los aspectos ambientales, con lo cual se invisibiliza los aspectos sociales. A través de la información que entrega el documento no es posible, por ejemplo, conocer entre qué actores se suscitan los conflictos o cuáles son los escenarios de discusión.

Recomienda, por ello, que se apliquen herramientas de género de tal manera que sea posible recoger las experiencias y el conocimiento de las mujeres del campo, y que pueda ser documentado el valioso papel que ellas juegan en la conservación y desarrollo de los recursos forestales.

EL PAFE necesite su propio programa de género

Ineke van de Pol, la tercera expositora, centra su presentación en el contenido y alcance de los seis programas que, como ella atinadamente señala, "son el corazón del PAFE porque dan contenido y muestran la viabilidad de la propuesta". Aunque su análisis parte de un ángulo diferente al de las dos anteriores expositoras, comparte con ellas la misma preocupación cuando señala que con la información entregada en el documento no es posible saber quién tala los bosques, quién produce, quién planta, qué personas están interesadas en el uso y manejo de los recursos naturales. De esta constatación arriba a una primera conclusión: hay un desequilibrio entre el enfoque técnico y el social en desmedro del segundo.

Su segunda conclusión se relaciona con la gran heterogeneidad del grupo meta. Es necesario, sostiene, montar una estrategia adecuada para recoger y cruzar la diversidad de intereses particulares, muchas veces divergentes cuando no opuestos, de los organismos no gubernamentales, los organismos gubernamentales, la empresa privada, las organizaciones campesinas, los grupos étnicos, entre otros.

Considera que si bien se ha hecho un esfuerzo por integrar género en el PAFE, éste no ha sido suficiente. El proceso de institucionalización de este enfoque en el Plan requiere de un programa específico y autónomo que permita:

Propone tentativamente cuatro componentes para el programa:

Cierra su exposición invitando a repensar cuál seria la institución huesped más idónea para este programa, dada la débil capacidad del INEFAN para asumir un programa de este tipo y la fuerte incidencia que la situación política tiene sobre este Instituto.

Género y participación han sido tratados solo a nivel textual

Rocío Vaca Bucheli, la cuarta y última expositora, comenta la visión de género que subyace en las nueve estrategias del PAFE. La primera limitación que identifica es la ausencia de los distintos grupos de interés o actores tanto en la identificación de los problemas como en la presentación de los procesos, con lo cual se ha desaprovechado una de las ventajas de la Planificación Estratégica Situacional (PES), metodología usada para diseñar el Plan. Esta ausencia ha impedido considerar lo sociopolítico (étnia, género) frente a las opciones técnicas.

El problema se suscita porque el PES ha sido aplicado después de haberse definido las estrategias, lo cual resta coherencia interna al documento: las estrategias quedan desarticuladas del conjunto y se vuelven repetitivas con respecto a los programas. Además, sostiene Rocío, tanto en el planteamiento de las estrategias como en el documento global hay una miopía institucional hacia el tratamiento de lo social y un excesivo énfasis en lo técnico.

Como una manera de sortear las falencias arriba anotadas, propone reclasificar las estrategias en tres grupos que respondan a los principales objetivos del PAFE, y a las que denomina: estrategias de principios, estrategias institucionales y estrategias hacia la sociedad civil. Una reclasificación de este tipo facilita, según Rocío, la integración operativa de hombres y mujeres en el campo de juego.

Con respecto a los objetivos específicos del taller, anota que la integración del enfoque de género en el documento ha sido únicamente textual, puesto que no se ha examinado su viabilidad (hacer algo posible en un juego concreto donde deben producirse cambios reales). Y continua. Para que un plan forestal sea viable es necesario trabajar con un sinnúmero de actores, cuya posición es diferente de acuerdo con el género, edad, condición económica, política, étnica, etc.

En cuanto a las estrategias institucionales, reafirma lo que ya han propuesto otras expositoras, esto es la necesidad de igualar las oportunidades institucionales de participación de las mujeres con respecto a los hombres, en los cargos técnicos y directivos, así como la necesidad de contar con estructuras institucionales más horizontales, con información socioeconómica desagregada por género, puesto que hasta el momento no se ha documentado suficientemente el papel relacional de hombres y mujeres en lo que respecta al uso y conservación/degradación de los recursos naturales. Finalmente, mediante las estrategias organizativas, dice Rocío, se propiciará la democratización en la toma de decisiones, de tal manera que se involucren a las mujeres como a los hombres del sector rural en los procesos de legalización de tierras, manejo de recursos forestales, capacitación, etc.

Para superar el nivel textual en el cual se han tratado género y participación en el PAFE, para ir más allá del enunciado, Rocío sugiere que el análisis de género sea acompañado de procesos de participación por género tanto en la definición de los procesos como en la entrega de información y en las consultas que se realice sobre posibles acciones directas con los actores a nivel local.

Las cuatro exposiciones arriba resumidas constituyen la segunda sección de estas Memorias.

Los comentarios

No ha sido fácil sintetizar los comentarios que durante el día de taller fueron vertidos por las participantes. A riesgo de omitir o reducir el sentido que en ese momento tuvieron, hemos elegido aquellos que complementan lo planteado por las expositoras, y los hemos clasificado en tres temas. Uno relacionado con el enfoque que predomina en el documento, otro con el tratamiento dado a la participación, y un tercero con las formas de representación de las mujeres.

Sobre el enfoque del documento

Un punto central de consenso fue la necesidad de que el análisis de género se asiente en una compleja caracterización del contexto social, cuestión que ahora es difícil de lograr por la ausencia de un enfoque social en todo el documento. Quizás a esto también se deba el hecho de que el PAFE ha puesto más el acento en las plantaciones masivas que en la forestería comunitaria.

Otro punto tocado por todas las participantes fue la falta de articulaciones y coordinación con programas e instituciones externas al sector forestal que estén trabajando con las mujeres. En el documento, por ejemplo, no se establece ninguna relación con otras políticas de género desarrolladas en otros sectores ni con ninguna otra instancia donde las mujeres estén organizadas. Esta omisión es particularmente importante en lo que tiene que ver con el desarrollo rural, donde ya hay un camino recorrido en torno a los temas de mujer y género.

Un tercer punto mencionado fue aquella idea que subyace en el documento de que todas las personas manejan inadecuadamente los recursos forestales. Se considera que solo los técnicos conocen sobre el manejo de esos recursos y que las comunidades locales solo van a hacerlo adecuadamente cuando adopten el único estilo recomendado por los que si saben. No se percibe una interés por valorar, recoger e integrar las prácticas y saberes de los distintos actores.

Sobre la representación de las mujeres en el PAFE

Hubo unanimidad en cuanto al derecho de las organizaciones de mujeres de participar en el CIC-PAFE. No obstante, se discutió qué organización o grupo de mujeres debería representar a las mujeres rurales directamente relacionadas con los recursos forestales. ¿Es legitimo, que las representen mujeres profesionales urbanas? La respuesta fue si. Y se respaldó a la Coordinadora Política de Mujeres Ecuatorianas, para que lo haga, mientras las actoras directas se construyen como sujetos políticos.

Algunas participantes sostuvieron que en este primer momento habrá que apoyarse en los principios generales del desarrollo sostenible, que son compartidos por mujeres y ambientalistas, y que respaldan nuestra participación en las declaraciones y convenios internacionales que recomiendan facilitar el acceso de las mujeres, a la toma de decisiones.

Sobre la participación

Un aspecto que suscitó la atención y motivó la reflexión fue la contradición que prevalece actualmente en el PAFE. Hubo acuerdo en que la ejecución del Plan requiere de una amplia participación de los actores del sector forestal, pero que ésta no se ha logrado. Una de las explicaciones apunta a la concepción de participación que subyace en el documento; se la concibe como un instrumento para armonizar la política y no como un mecanismo fundamental para superar conflictos.

EL PAFE debe desarrollar nuevos mecanismos para lograr la concertación y participación de instituciones y actores tanto del sector forestal como de otros sectores con los cuales se cruzan sus actividades, por ejemplo, el educativo. Y hubo acuerdo en que estas negociaciones deben partir reconociendo que las instituciones que dirigen la política forestal son escenarios de conflicto, no entre las grandes empresas madereras y las institución rectora del sector, donde aparentemente ha habido más bien alianzas, sino entre otros actores sociales que no son identificados en el documento.

Las recomendaciones

Las Memorias se cierran con las recomendaciones para incorporar el enfoque de género en el PAFE, que fueron aprobadas por las participantes y que constan en el texto preparado por Silvia Vega. Más allá de los acuerdos y acciones inmediatas, hay una encrucijada que merece ser destacada, puesto que afecta tanto a planificadores como planificadores cuando tratamos de proyectar el derrotero que tomará el género en un futuro inmediato. Quién mejor caracteriza esta disyuntiva es Magdalena León cuando critica el inmediatismo en el que con frecuencia caemos: queremos que se adopte el enfoque de género y, al mismo tiempo, queremos saber cuáles van a ser los resultados. Esta posición, dice ella, crea un cuello de botella, porque el enfoque de género tanto teórica como metodológicamente tiene aún mucho camino por recorrer, es algo que está en construcción y que un Plan como este debería impulsar.

En efecto, sabemos lo que debemos hacer y porqué, pero necesitamos tiempo y recursos para desarrollar el cómo. Por ello hubo consenso en la recomendación de crear un programa que trabaje continuamente diseñando instrumentos específicos, generando insumos teóricos y metodológicos para otros programas y actividades forestales, recogiendo información y conocimiento nuevos, puesto que solo así será real la declaración de que género debe atravesar todo el PAFE.

En suma, del debate mantenido en el taller Integrando el enfoque de género en PAFE, cuyos principales aspectos han sido recogidos en estas Memorias, emerge una conclusión general. Para que las mujeres se conviertan en actoras con identidad propia dentro del Plan es menester desplegar esfuerzos simultáneos a tres niveles: garantizando que estén representadas en las instancias de toma de decisiones, especialmente en el Consejo Interinstitucional del PAFE; aplicando la discriminación positiva en las distintas instituciones que conforman el sector forestal ecuatoriano; y aplicando un análisis de género y metodologías participativas a nivel comunitario y local. Sin embargo, el enfoque de género necesita asentarse en una perspectiva social para adquirir legitimidad y sentido.

El desafío que enfrenta el PAFE no es solo integrar a las mujeres, sino y sobre todo abrirse hacia la multidisciplinariedad, de tal forma que exista un equilibrio entre las visiones técnicas, sociales y políticas de la silvicultura.

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