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El bosque mediterráneo: espacio ecológico, riqueza económica y bien social

O. M'Hirit

Omar M'Hirit es profesor de silvicultura, coordinador de la red «Cèdre» de Silva Mediterranea y Director de Desarrollo Forestal del Ministerio de Recursos Hídricos y Bosques, Rabat-Chellah, Marruecos.

Una presentación introductiva del bosque mediterráneo; la historia de su utilización v su conservación.

Cedro del Líbano en el monte Barouk, Líbano

Ciertamente, el espacio mediterráneo no evoca la presencia de vastas extensiones de bosques densos, pero el bosque desempeña una función ecológica de primer orden y desde tiempo inmemorial ha sido, en formas diversas, un elemento fundamental para la vida de sus habitantes. Se ha establecido una estrecha simbiosis entre el hombre y el bosque, unas veces estable, casi siempre desequilibrada y perjudicial para un bosque caracterizado por su fragilidad.

El bosque mediterráneo ocupa tan sólo el 1,5 por ciento de la superficie forestada de la tierra. La explotación de sus recursos ha ocasionado una degradación de distinta intensidad a lo largo de los siglos según los avatares de la historia y de las civilizaciones que se han sucedido en la cuenca mediterránea. Mientras que en el norte de África y el Cercano Oriente, el crecimiento demográfico ha provocado la sobreexplotación y degradación acelerada de los recursos forestales, en la zona norte del Mediterráneo, los incendios, la especulación de la tierra y las actividades de esparcimiento incontroladas han supuesto un grave deterioro de los recursos. Tanto en un caso como en otro, las consecuencias ambientales de estos problemas preocupan a los poderes públicos y a la sociedad civil.

Aunque los problemas de desarrollo de las zonas forestales mediterráneas adoptan formas diversas y son de naturaleza económica, social y política a un tiempo, es importante tener en cuenta el considerable potencial físico y biológico del entorno mediterráneo. Los ecosistemas forestales mediterráneos, que abarcan una extensión considerable (81 millones de ha), presentan algunas características generales relacionadas con su ecología y su historia, marcadas diferencias regionales atribuibles al contexto físico y humano y una gran similitud: todos ellos presentan problemas de fragilidad, inestabilidad y degradación.

Este artículo es una aportación introductoria a este número dedicado al bosque mediterráneo. Tras unas consideraciones generales sobre el ámbito mediterráneo, traza la evolución histórica del bosque y su utilización a través de las distintas épocas. A continuación, describe la originalidad climática y ecológica que permite comprender mejor las estructuras y la organización de los ecosistemas forestales. Por último analiza el futuro del bosque mediterráneo a través de sus problemas y potencialidades, que han conducido a la elaboración del Programa de acción forestal del Mediterráneo (PAF-MED).

EL ÁMBITO MEDITERRÁNEO: DISPARIDADES Y CONVERGENCIAS

El Mediterráneo es al mismo tiempo uno de los entornos con un mayor número de mitos unificadores en la percepción colectiva y uno de los territorios más fragmentados en los ámbitos económico, político y social (Joannon y Tirone, 1990). Pero la importancia del Mediterráneo estriba en la función de encrucijada que ha desempeñado este mar a lo largo de los siglos y que ha constituido para cada uno de los países ribereños un recurso, una vía de comunicación y un medio de intercambio.

FIGURA 1 Área biogeográfica del olivo (Olea europea)

Fuente: Ramadé, 1991

Desde el punto de vista geográfico, el espacio mediterráneo se extiende desde los Alpes hasta el Sáhara y desde el Atlántico al mar Caspio, y engloba a 25 países pertenecientes a cuatro grupos bien definidos: Europa sudoccidental (España, Francia, Italia y Portugal); Europa sudoriental (Albania, Bulgaria, Chipre, Eslovenia, Grecia, Malta, Rumania, Turquía y la ex Yugoslavia); el norte de África (Argelia, Egipto, la Jamahiriya Árabe Libia, Marruecos, Sudán y Túnez); y el límite oriental del Mediterráneo (Arabia Saudita, Israel, Jordania, Líbano, la República Árabe Siria y Yemen).

Entre los numerosos criterios que se han propuesto para delimitar el ámbito mediterráneo, el que corresponde más adecuadamente a la realidad y ha concitado el consenso entre los biogeógrafos y los ecólogos es el de los límites de la extensión del cultivo del olivo (Figura 1).

Más que ningún otro factor es el clima, caracterizado por una larga estación estival seca y cálida, el elemento que aproxima a los países del Mediterráneo y dota de unidad al conjunto. Ha dado lugar a una flora característica y a ecosistemas de gran riqueza (alrededor de 25 000 especies, la mitad de ellas endémicas) que constituyen la transición entre los ecosistemas del mundo tropical y los de la zona templada.

La aparente unidad del ámbito mediterráneo enmascara una gran variedad de situaciones nacionales. Sus características permanentes son el contraste de la situación demográfica entre los diferentes conjuntos de países, unos niveles de desarrollo muy dispares, los movimientos migratorios internacionales por motivos laborales, una urbanización acentuada de la zona litoral y una intensa dinámica portuaria y aeroportuaria (es el entorno turístico más importante del mundo).

El Programa de acción forestal del Mediterráneo (PAF-MED)

Las características específicas del bosque mediterráneo, su estado preocupante de degradación, los problemas que plantea y su similitud en los diferentes países del entorno justifican la adopción de una política y de un programa capaz de movilizar toda la energía a nivel nacional, regional e internacional.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) (Rio de Janeiro, junio de 1992) hizo un llamamiento a todos los países para que formularan y pusieran en práctica programas nacionales de acción forestal y/o planes de ordenación, conservación y desarrollo sostenible de sus bosques, y destacó el Programa de acción forestal tropical (PAFT) como un marco internacional para llevar a cabo esas iniciativas. La existencia del PAFT en los países tropicales indujo a los países mediterráneos a proponer un marco internacional análogo para la región en varias importantes reuniones intergubernamentales y sobre cuestiones forestales, en particular, la reunión de la Comisión Forestal para el Cercano Oriente (Túnez, julio de 1987), la 14a reunión de Silva Mediterranea (Atenas, noviembre de 1989) y el X Congreso Forestal Mundial (París, septiembre de 1991). El concepto de programa forestal del Mediterráneo fue aprobado definitivamente en la reunión de Silva Mediterranea celebrada en Faro (Portugal) en marzo de 1992.

El PAF-MED se elaboró a partir del informe presentado por la FAO en la reunión de marzo de 1992 de Silva Mediterranea e integra las recomendaciones formuladas en ella, en el X Congreso Forestal Mundial de París, en la CNUMAD, particularmente en los capítulos 11 (Lucha contra la deforestación) y 12 (Ordenación de los ecosistemas frágiles: la lucha contra la sequía y la desertificación) del Programa 21. Por último, tiene en cuenta la experiencia acumulada en la ejecución del PAFT. Este programa se completé los días 5 y 6 de junio de 1992 en Lisboa (Portugal), en la reunión del Comité de Silva Mediterránea.

El PAF-MED proporciona un marco conceptual general a partir del cual cada país podrá formular como estime conveniente sus propias estrategias y las acciones prioritarias que desee poner en práctica para elaborar su propio plan forestal nacional. Define, pues, el marco estratégico, las esferas de actuación y los elementos del programa. Los países del entorno mediterráneo se adhieren al concepto, objetivos y principios del PAF-MED. Sin embargo, no se recibió el apoyo financiero esperado para la puesta en marcha del programa ni para la elaboración de los programas nacionales de acción forestal.

Objetivos y elementos programáticos del PAF-MED

Objetivos

Elementos del programa de acción

1. Aprovechamiento y ordenación de los bosques (aspecto técnico)

1. Conocimiento de los recursos

2. Aprovechamiento de los recursos

3. Incremento de los recursos

4. Movilización de los recursos

5. Ordenación silvopastoral

6. Protección contra los incendios

2. Valoración de los productos y servicios procedentes de los bosques (aspecto económico)

7. Leña y energía

8. Industrias de la madera

9. Productos forestales no madereros

3. Producción de los ecosistemas (aspecto ecológico)

10. Integración de la conservación en las políticas de aprovechamiento

11. Protección de las masas boscosas

12. Extensión y ordenación de los espacios protegidos

13. Conservación in situ y ex situ de los recursos genéticos

14. Medidas para interesar a la población

15. Acción de divulgación e información

16. Fortalecimiento de la cooperación internacional

4. Fortalecimiento y modernización de las instituciones (aspecto institucional)

17. Integración de las actividades forestales en la política y planificación nacionales

18. Fortalecimiento de las administraciones públicas y de los organismos asociados

19. Fomento de estructuras participativas

20. Fortalecimiento de la capacidad nacional de investigación, cooperación y valoración de los resultados

21. Revisión de la legislación, la reglamentación y los procedimientos

22. Formación técnica y profesional 23. Promoción de la divulgación

24. Intensificación de la cooperación regional e internacional

Nota: Cada elemento del programa comporta una serie de medidas que es necesario llevar a cabo para alcanzar los objetivos del PAF-MED.

Las precipitaciones se concentran en la estación invernal, frecuentemente en forma de nieve en las zonas de mayor altitud. En la fotografía, cedros del Líbano

En términos generales, los países de la cuenca mediterránea se agrupan en dos grandes conjuntos: por un lado los países del norte y, por otro, los del sur y el este. En el primer grupo, que corresponde al continente europeo, la zona interior se encuentra despoblada y el bosque coloniza las tierras en las que se ha abandonado la actividad agrícola; domina el bosque de propiedad privada, mal explotado por efecto de la insuficiente rentabilidad. Estos países soportan una fuerte presión urbana y turística y tienen en los incendios el factor principal de degradación o destrucción. Además, la excesiva concentración urbana genera contaminación e incrementa el riesgo de degradación del medio ambiente.

En el segundo grupo, el elevado crecimiento demográfico, la alta densidad rural, un nivel de vida y de ingresos relativamente bajo y la propiedad pública del bosque han impulsado las actividades silvopastorales, esenciales para las poblaciones ribereñas, y han dado lugar a una fuerte presión sobre el entorno natural. La excesiva explotación de los bosques para la obtención de leña, las talas para la práctica de la agricultura y el sobrepastoreo son las causas principales de degradación y deforestación, cuyas manifestaciones más palpables son la erosión del suelo y la desertificación.

PARTICULARIDADES ECOLÓGICAS DEL ÁMBITO MEDITERRÁNEO

Parámetros y tipos climáticos

El clima mediterráneo se define como un clima extratropical con un fotoperíodo estacional y diario, una pluviosidad concentrada en las estaciones frías y relativamente frías del año y un verano seco (Emberger, 1954).

La sequía estival puede prolongarse de dos a seis meses y las precipitaciones anuales oscilan entre alrededor de 100 mm en las zonas predesérticas y más de 2 500 mm en algunas montañas expuestas a vientos húmedos (las regiones de los Pirineos y Cévennes en Francia y el Rifen Marruecos). La temperatura media del mes más frío (en general, enero) puede variar de -17 °C (en la zona oriental de Anatolia, en Turquía o en el Atlas Medio oriental en Marruecos) a +10 °C en el litoral, y la temperatura media del mes más cálido (julio-agosto) puede alcanzar los 38 °C. La temperatura media mensual oscila entre los 5 y los 18 °C.

La clasificación que se utiliza más frecuentemente es la que elaboró Emberger en 1939, trazando un diagrama bidimensional en el que el valor de un «cociente pluviotérmico»1 de un lugar determinado constituye el eje de las ordenadas y la media del mes más frío del año el de las abscisas. La representación de un conjunto de estaciones de la zona biogeográfica mediterránea ha permitido delimitar varios conjuntos climáticos: clima árido, semiárido, subhúmedo y húmedo. El establecimiento en los diagramas de las coordenadas de estaciones externas en las que aparece una determinada planta mediterránea permite delimitar la zona bioclimática que ocupa (Figura 2).

1 Q = P/0.5 (M + m) (M - m)
P: precipitaciones anuales (en mm)
M: media de las temperaturas máximas del mes más cálido (°C)
m: media de las temperaturas mínimas del mes más frió (°C)

FIGURA 2A Área de distribución de algunas especies del bosque esclerófilo, en función del coeficiente pluviométrico de Emberger y de la media de las temperaturas mínimas del mes más frío

Fuente: Quézel, 1976

FIGURA 2B Área de distribución de algunas coníferas mediterráneas en función del coeficiente pluviométrico de Emberger y de la media de las temperaturas mínimas del mes más frío

Fuente: Quézel, 1976

Teniendo en cuenta la importancia del relieve en el medio mediterráneo, los límites altitudinales de los climas varían en función de la latitud por el efecto combinado del gradiente térmico, la altitud y el aumento de las precipitaciones. En consecuencia, en las montañas mediterráneas se distingue una sucesión de estratos de vegetación definidos por los tipos climáticos cuyos límites varían según la latitud y que se denominan: inframediterráneo, termomediterráneo, eumediterráneo, supramediterráneo, mediterráneo de montaña y oromediterráneo (Quézel, 1976).

Los suelos mediterráneos

La gran diversidad de rocas madre y la variedad de las pendientes determinan una variación extrema en los suelos de la región mediterránea. Por lo general, se asientan en un sustrato geológico sedimentario bajo un suelo metamórfico. En ocasiones se observan terrenos volcánicos, a menudo antiguos, o afloramientos cristalinos muy localizados. Se trata de suelos frágiles, excepto los de las grandes llanuras aluviales.

FIGURA 3 Marruecos: suelos zonales e intrazonales

Fuente: Quézel, 1976

En la Figura 3 se presenta de forma esquemática la distribución zonal e intrazonal de los suelos mediterráneos, así como los procesos fisicoquímicos de su evolución, con arreglo al medio bioclimático y a los estratos de vegetación. Por norma general, estos suelos son sensibles a la erosión pluvial en las zonas húmedas y a la erosión eólica en las zonas áridas, tanto mayor cuanto más débil o degradada sea la cubierta vegetal.

ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES

En la actualidad, los bosques mediterráneos ocupan alrededor de 81 millones de ha, es decir, el 9,4 por ciento de la superficie total de esta zona biogeográfica, lo que representa una proporción muy reducida de la extensión que ocupaban antiguamente. En el Cuadro 1 figura la distribución de los bosques y matorrales por tipos y por países. La naturaleza específica de los bosques mediterráneos guarda relación, por un lado, con su gran heterogeneidad biogeográfica, histórica, climática y fisionómica y, por otro, con su inestabilidad y vulnerabilidad, que tienen su origen en el medio ambiente mediterráneo y en la actividad humana.

Los ecosistemas forestales se agrupan en estratos de vegetación (Quézel, 1976), según se indica a continuación:

· el matorral termófilo de acebuche y alfóncigo;

· los bosques de coníferas mediterráneas de pino carrasco y pino calabrés, pino negral, pino piñonero, tuya y enebro;

· el bosque esclerófilo de especies perennifolias del género Quercus, como la encina, el alcornoque, la coscoja, etc.;

· los bosques de caducifolias del género Quercus, como el roble zeen, el roble afarès, el roble del Líbano, el roble negro, el carpe, el fresno y, raramente, el haya;

· los bosque de montaña, de cedro, pino negro o abeto;

· los espacios arbolados del estrato oromediterráneo de enebros arborescentes y de xerófitas espinosas.

CUADRO 1. Bosques y matorrales mediterráneos, por tipos principales y por países (miles de hectáreas)

En los ecosistemas áridos desérticos y esteparios predomina una vegetación de escasa altura y poco densa, a causa de la escasez, irregularidad y naturaleza de las precipitaciones y de la baja humedad relativa. Las estepas áridas corresponden a unas precipitaciones de entre 100 y 400 mm y en ellas pueden existir bosque o matorrales, aunque lo más frecuente es la estepa en sentido estricto. Los elementos característicos de estos bioclimas áridos son: i) el bosque o matorral de argán; ii) el matorral de alfóncigo atlántico y azufaifo; iii) el matorral de acacias; las estepas de gramíneas (esparto) y de sufrútices (abrótano y salsoláceas). En las estepas se practica básicamente el pastoreo de ganado ovino.

El desierto es el paisaje que ocupa una mayor extensión. Los ecosistemas más característicos de este medio guardan relación con el sustrato arenoso. Se organizan también en comunidades vegetales diversas que pueden tener una gran importancia en la lucha contra el proceso de enarenamiento.

En el Cuadro 2 se presentan de forma sintética los tipos de bosque existentes en el entorno mediterráneo, según los estudios de ecología de determinados autores (Abi Saleh 1978; Akman et al., 1979; Assodollahi et al., 1982; Barbero y Quézel, 1976; Benabid, 1985; Di Castri y Mooney, 1973; Emberger, 1930; Genile, 1982; M'Hirit, 1982, 1993; Quézel, 1981; Quézel y Barbero, 1982; Rivas Martínez, 1982).

Los principales productos del bosque mediterráneo se agrupan en dos categorías: los productos vegetales madereros y no madereros y los productos animales. Existe una producción de un tercer tipo que se denomina producción integrada, es decir, vinculada al ecosistema, al turismo y a la sociedad (Baldini, 1993). El Cuadro 3 contiene la clasificación de los productos forestales mediterráneos y su relación con los sectores económicos estructurados (industria, mercados urbanos, etc.) y no estructurados (interés de las poblaciones locales, actividades rurales, consumo familiar).

CUADRO 2. Tipos de bosques mediterráneos (clima, suelo y vegetación)

Tipo

Clima y estrato de vegetación

Suelo

Tipo de bosque
(especies dominantes)

Precipitaciones
(mm)

Variabilidad
(%)

Estación seca
(meses)

Tipo

Proceso de evolución

Desértico y subdesértico

P<100

<100

10-12

- Suelos grises, sierozem
- Suelos salsódicos

- Costra calcárea
- Salinización

- Especies arbóreas de Acacia raddiana y A. Seyal
- Estepas subdesérticas de euforbiáceas y quenopodiáceas
- Regs y Hamma sp. y de Haloxylon sp.

Árido
(Mediterráneo inferior)

100<P<300

50-100%

7-9

- Suelos pardos de las estepas, brunizem
- Suelos salsódicos

- Isohumismo
- Costra calcárea
- Salinización

- Bosque o matorral de argán en el Marruecos atlántico
- Matorral de alfóncigo del Atlas y azufaifo en el norte de África y el Cercano Oriente
- Matorrales de acacia gumífera en Marruecos atlántico
- Estepa de esparto y abrótano

Semiárido
(termomediterráneo)

300<P<00

25-50%

4-7

- Suelos castaños
- Suelos rojos fersialíticos
- Vertisol y planosol

- Isohumismo
- Costra calcárea

- Matorral termófilo de oleastro y lentisco
- Bosque de pino carrasco en todo el ámbito mediterráneo
- Bosque de pino calabrés en Anatolia y el Cercano Oriente
- Bosque de tuya y enebros en el norte de África
- Bosque de ciprés

Subhúmedo
(Mediterráneo superior)

600<P<800

10-25%

3-5

- Suelos rojos fersialíticos
- Suelos marrones fersialíticos

- Rubefacción

- Bosques de pino carrasco, pino calabrés y pino negral en todo el ámbito mediterráneo
- Bosque de pino piñonero en España e Italia
- Bosques de perennifolias del género Quercus: encina, alcornoque, coscoja

Húmedo
(supramediterráneo y mediterráneo-montano)

P>800

10-25%

3-5

- Suelos marrones fersialíticos
- Suelos marrones temperados
- Suelos marrones lixiviados

- Brunificación
- Lixiviación

- Bosques de abetos de las montañas del ámbito mediterráneo
- Bosques de pino negral y de pino negro
- Bosques de alcornoques
- Bosques de caducifolias del género Quercus: roble zeen, roble negro, roble afarès, roble pubescente, en la zona occidental; chevelu, teinturiers, aegylops, carpe de Oriente, en la zona oriental
- Bosques de cedros: cedros del Atlas en el norte de África y del Líbano en Turquía, la República Árabe Siria y el Líbano

Montañas altas
(oromediterráneo)

P>500



Litosoles y regosoles


- Bosques de cedro seco y de enebros
- Bosques de enebros: J. excelsa, J. thurifera, xerófitas espinosas

Evolución histórica de la utilización de los bosques

La intervención del hombre en el medio natural comenzó a adquirir importancia en la región mediterránea hace 7 000 u 8 000 años. El comienzo de la agricultura y la ganadería, que han afectado al bosque por efecto de la roturación de tierras, se remonta a unos 10 000 años en el Cercano Oriente. Estas actividades se extendieron a Grecia y Creta hacia el año 6000 a.C. y al Mediterráneo occidental en el período comprendido entre el 5500 y el 4500 a.C. Las primeras civilizaciones ya fueron florecientes y se caracterizaron por un fuerte crecimiento demográfico y por una necesidad cada vez mayor de madera y de tierras para la agricultura.

Fue en la época romana (entre el siglo II a.C. y el siglo v de nuestra era) cuando la explotación agrícola experimentó la mayor expansión (Pons y Quézel, 1985; Skouri, 1994). Al mismo tiempo, se desarrollaron los medios de transporte. La escasez de bosques obligaba a los egipcios a importar madera de cedro y de enebro de Siria y del Líbano para construir su flota y en las colonias romanas se obtenía la madera necesaria para la construcción naval y urbana (Seigue, 1985.). Estas actividades se desarrollaron durante la época de las civilizaciones fenicia, grecorromana y cartaginesa, durante el primer milenio a.C. y en algunos siglos de nuestra era.

CUADRO 3. Principales productos del bosque mediterráneo distintos de la madera

Producciones

Productos

Sector económico

Estructurado

No estructurado

1. Producciones forestales

- Corcho

+

+

- Resinas

+

+

- Frutos (bellotas, algarrobos, etc.)

+

+

2. Producciones vegetales

- Frutos silvestres


+

3. Producciones predominantemente herbáceas

- Plantas medicinales

+

+

- Plantas aromáticas comercializables

+

+

- Flores silvestres

+

+

- Espárragos


+

4. Producciones micológicas

- Setas comestibles

+

+

- Trufas

+

+

5. Producciones zoológicas

- Miel dulce

+

+

- Miel amarga

+

+

6. Producciones animales

- Fauna silvestre

+

+

- Silvopastoralismo

+

+

7. Producciones relacionadas con el ecosistema y el turismo

- Medio ambiente

+

+

- Paisaje

+

+

El Mediterráneo oriental no quedó al margen de este fenómeno. En efecto, los venecianos y los bizantinos redujeron notablemente la cubierta forestal. La madera, además de la principal fuente de energía, era también un material esencial para la construcción naval, un sector que alcanzó preeminencia en estos imperios de comerciantes y guerreros.

Desde el momento de la decadencia del imperio bizantino (hacia el año 640) y hasta mediados del siglo XIX, las rutas marítimas de abastecimiento unen los países exportadores (Siria, el Maghreb, España y Sicilia) con los centros de construcción naval de Siria meridional (Tiro y Haifa), del norte de África (Túnez, Susa, la costa de Sirte y Trípoli) y, sobre todo, de Egipto (Alejandría). Pero a partir del siglo XVI, el poderío marítimo mediterráneo se desplaza hacia la península ibérica, con la aparición de los imperios coloniales español y portugués. Durante ese período, la civilización de pastores del este y el sur de la cuenca mediterránea favoreció la estabilidad de las tierras forestales (Le Houérou, 1988).

En el siglo XIX comienza un nuevo período, con una evolución diferente en la zona septentrional y meridional de la cuenca. En los países del Sur, el crecimiento demográfico, la escasez de recursos y el bajo nivel de vida de las zonas rurales, en comparación con los núcleos urbanos, han acentuado la dependencia de la población con respecto a los recursos del bosque. En cambio, en el Norte, la transformación de la agricultura, la industrialización y el crecimiento económico han impulsado el éxodo y el abandono de la agricultura en las zonas del interior y han permitido la reconstrucción del bosque. De todas formas, la concentración humana e industrial en esta parte de la cuenca mediterránea ha propiciado el retroceso de los ecosistemas naturales en las zonas industrializadas y en el litoral, por efecto de la urbanización, la infraestructura turística, así como de los incendios y la contaminación.

Bonificación de tierras en la República Árabe Siria por medio de olivos

La montaña Sainte-Victoire en Francia, donde la regeneración natural está avanzando tras el desastroso Incendio de 1987

EL FUTURO DEL BOSQUE MEDITERRÁNEO

En el ámbito mediterráneo, la utilización secular de la tierra ha suscitado varios tipos de conflictos entre la agricultura y la silvicultura: roturación de tierras forestales, desertificación de las zonas áridas y erosión de las cuencas de captación en las zonas de montaña. A todo ello hay que añadir ahora la aglomeración turística en los espacios naturales.

Los factores antropógenos de la degradación y la deforestación son numerosos y pueden parecer contradictorios: expansión de las tierras de cultivo, presión creciente sobre los bosques para la obtención de leña y pastos en el sur y el este del Mediterráneo; abandono del pastoreo en los bosques, declive de la agricultura, incremento del turismo, y especulación de la tierra a cargo de los promotores de la construcción en el Norte.

Los bosques mediterráneos han visto reducir su superficie y se ha empobrecido su biomasa y su biodiversidad. Treinta años atrás, se estimaba que las tierras forestales de la región cubrían 85 millones de ha y que la superficie cubierta efectivamente de bosques era de 20 millones de ha. La evaluación de los recursos forestales realizada por la FAO en 1980 cifra la superficie forestal en 81 millones de ha. El ritmo anual de deforestación entre 1981 y 1990 en el norte de África y el Cercano Oriente alcanza alrededor de 114 000 ha (FAO, 1994), es decir, el 1,1 por ciento, en tanto que en los países tropicales apenas supera el 0,8 por ciento.

La desaparición de cuantiosos ecosistemas y especies en la región es objeto de una profunda preocupación. La desertificación en las regiones meridional y oriental y la degradación de los rodales existentes han empobrecido el patrimonio genético. Se estima que de las 5 551 especies censadas, 3738 son especies endémicas raras, vulnerables o amenazadas. Ramade (1991) dedica todo un capítulo a los ecosistemas y el patrimonio genético amenazados de la región.

Esta situación ha sido ampliamente expuesta y analizada (Benabid, 1985; FAO, 1993; Le Houérou, 1988; Nahal, 1984; Marchand et al., 1990; M'Hirit y Maghnouj, 1994; Skouri, 1994; Tomaselli, 1976), por lo que no es necesario insistir en ella. Por otra parte, parece más importante determinar las limitaciones de los bosques mediterráneos que explican que su gestión no sea idónea. Las más importantes guardan relación con la dificultad de regeneración, el valor económico de los bosques, los incendios y el decaimiento.

Las dificultades de regeneración natural de los bosques y su desaparición progresiva son evidentes. La dificultad de practicar una silvicultura racional como consecuencia de la presión humana en los países con una fuerte presión demográfica es, desafortunadamente, un proceso que tiene plena vigencia. Los factores que la originan son el sobrepastoreo, la excesiva explotación de madera (sobre todo, de leña) y la utilización de los bosques como tierras agrícolas de reserva. Estos fenómenos responden, sobre todo, a políticas agrícolas y forestales inadecuadas, pues, por un lado, el bosque no está suficientemente integrado en la ordenación del territorio y, por otro, los sistemas de propiedad y las formas de gestión no incentivan a la población para que haga un manejo más sostenible de los bosques.

Aplicando únicamente el criterio de la producción maderera (en la que se puede incluir el corcho), el valor económico de los bosques mediterráneos es escaso, debido a que la productividad de estos ecosistemas es bastante reducida. Los restantes productos comerciales del bosque (caza, plantas aromáticas o medicinales, resina, forraje, miel, etc.) no son siempre objeto de transacciones oficiales. Las funciones no comerciales del bosque (reserva de biodiversidad, regulación del caudal de las aguas y conservación de los suelos, valor paisajístico y recreativo, turismo ecológico, etc.) tienen una gran importancia en la región mediterránea, pero no es fácil cuantificar esa importancia para justificar y conseguir los medios financieros que permitan asegurar la ordenación forestal orientada a mantener estas funciones, que son un patrimonio colectivo.

Los incendios forestales son un grave problema, sobre todo en el norte del Mediterráneo, y tienen su origen en la interacción de una gran diversidad de factores físicos, biológicos y humanos, entre los cuales ocupa un lugar destacado el abandono de las zonas rurales.

El decaimiento indica fenómenos de regresión y mortalidad localizados o generalizados, debidos posiblemente a múltiples causas que se desconocen. La situación más preocupante en este momento es la del alcornoque en muchos de sus hábitat habituales (Portugal, España, Italia, Marruecos y Túnez).

La comunidad internacional viene prestando una atención creciente a la región mediterránea desde hace varios decenios. La concienciación acerca de los beneficios ecológicos, sociales, económicos y ambientales que proporcionan los espacios forestados de la región y las consecuencias nefastas de su degradación o destrucción explican el interés creciente que suscita el sector forestal (Anón., 1990; FAO, 1993; Plan Bleu, 1989). En el Cuadro 4 se expone cómo ha evolucionado el interés por el bosque mediterráneo.

Reseña histórica del interés manifestado por el bosque mediterráneo

1911 - XI Congreso intergubernamental sobre la agricultura y la silvicultura en Madrid (se pone de manifiesto la necesidad de una cooperación forestal en el Mediterráneo)

1922 - Creación del Comité sobre cuestiones forestales del Mediterráneo, Silva Mediterranea en la FAO, como órgano de concertación, asistencia y difusión de información

1960 - Proyecto de desarrollo del Mediterráneo formulado por la FAO

1962 - Creación del Comité Internacional de Altos Estudios Agronómicos bajo los auspicios de la OCDE (actividades de investigación en régimen cooperativo y de formación superior)

1971 - Puesta en marcha del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) por la UNESCO. Programa internacional de investigación, formación y difusión de información

1975 - Comienzo del Plan de Acción para el Mediterráneo (PAM) del PNUD. Conferencia internacional de Barcelona. (Lucha contra la contaminación y protección de los ecosistemas)

1982 - Puesta en marcha del programa «La madera como materia prima renovable» de la CEE.

1988 - Puesta en marcha del Programa para el medio ambiente del Mediterráneo por el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversiones.

1990 - Puesta en marcha del Programa «Forêt» y del Programa MED CAMPUS entre universidades.

1993 - Elaboración del Programa de acción del Mediterráneo por la FAO en el marco de Silva Mediterranea

1996 - Puesta en marcha del programa MEDA de la CEE: desarrollo rural - integrado y conservación de los ecosistemas forestales del Mediterráneo. Creación de la asociación internacional «Forêt Mediterranéenne»

CONCLUSIÓN

En el seno de las distintas civilizaciones históricas que se han sucedido a lo largo del tiempo, el bosque mediterráneo ha sido un elemento fundamental para la vida de los habitantes del mundo mediterráneo. Se ha establecido una relación entre el hombre y el bosque, en ocasiones estable, pero casi siempre desequilibrada y perjudicial para un bosque que se caracteriza por la diversidad y su fragilidad, sensibilidad y vulnerabilidad.

El bosque mediterráneo, espacio ecológico, valor económico y bien social, ha conocido, y conoce todavía, formas de explotación que están en el origen de intereses contrapuestos y de cuestiones territoriales, sociales, económicas y ecológicas.

Ha sido sobre todo en estos últimos años del siglo cuando se han puesto de relieve las múltiples funciones de los bosques en el mundo mediterráneo y su importancia para la vida de los hombres que lo habitan. Esta toma de conciencia y este renovado interés han impulsado numerosos trabajos científicos en la región y en el ámbito internacional, así como la puesta en marcha de numerosos programas de importancia para el futuro de los ecosistemas forestales mediterráneos.

El Programa de acción forestal del Mediterráneo, elaborado por la FAO en el seno de su Comité sobre Cuestiones Forestales del Mediterráneo, Silva Mediterranea, en 1993, es un marco estratégico y un instrumento de planificación para la ordenación sostenible de los bosques mediterráneos. De cualquier forma, su puesta en práctica dependerá de la voluntad política de los diferentes Estados de la región de conservar y desarrollar los bosques en el marco de una cooperación Norte-Sur más dinámica.

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