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La Campaña Estadounidense en pro de las Fincas Forestales

POR CHARLES A. GILLETT

Con mayor empeño quizás que en cualquiera otra época en los anales de la humanidad, las naciones están llevando a cabo un recuento de los recursos naturales de que disponen. Lo anterior se aplica de manera especial a los Estados Unidos de Norteamérica. Habiéndose dado por terminada la conflagración mundial más costosa de que se tiene noticia y encontrándose el país actualmente comprometido a realizar un programa de rehabilitación mundial de largo alcance, ha llegado el momento de que los norteamericanos consideren sus recursos naturales con miras al futuro.

Afortunadamente la madera es un gran recurso natural que se renueva por si mismo. En los terrenos forestales donde obtenemos nuestra madera continuarán creciendo más árboles. Este ciclo se ha venido repitiendo desde los comienzos del mundo pero, con demasiada frecuencia, la cooperación prestada por el hombre ha sido bien poca.

El convencimiento de este hecho dió origen a la idea del sistema de fincas forestales, que ha llegado a ser un factor importante en la conciencia que existe en este país respecto a la silvicultura.

En la costa del Pacífico del Estado de Wáshington se encuentra el Condado de Grays Harbor, en el centro de la región cubierta de abetos Douglas. En este lugar, allá por el año de 1940, la Compañía Maderera Weyerhaeuser inició un programa intensivo de reforestación de terrenos que habían sido explotados varias voces, de entre algunos de los cuales se había extraído madera en el último decenio del siglo XIX. Esta zona, con una superficie de algo más de 100,000 acres (40,000 hectáreas), presentaba diversas etapas de repoblación forestal. Gran parte estaba cubierta por bosquecillos de árboles vigorosos de segundo crecimiento. Otras áreas se encontraban aún desprovistas de toda vegetación, como resultado de la tala excesiva seguida de incendios en los bosques.

El proyecto implicaba el desarrollo de un sistema intensivo para controlar los incendios, un plan de siembra y una administración forestal esmerada de toda la zona Se construyeron torres para descubrir los incendios; se acondicionaron para el tránsito de camiones antiguos terraplenes de ferrocarril empleados en la extracción de madera; se construyeron más caminos y senderos; se instalaron comunicaciones telefónicas y radiofónicas; se construyeron camiones de bombeo y otra clase de equipo diseñados especialmente para combatir los incendios; y se crearon fuentes de abastecimiento de agua. El programa inicial incluía, entre otras cosas, la construcción de 170 millas (270 km.) de caminos, la instalación de 90 millas (140 km.) de líneas telefónicas y la construcción de cuatro torres para vigías.

CONTROL DE LOS INCENDIOS

El éxito económico de esta inversión a largo plazo se vela amenazado por un riesgo capital, es decir, los incendios de los bosques. La compañía había calculado que las pérdidas atribuibles a los incendios no deberían exceder de un cuarto del uno por ciento al año, durante el ciclo de crecimiento y corte de la madera. Este coeficiente de perdidas era bajo para la zona, y el dominio de los incendios tuvo que consistir en algo mas que el sistema establecido para combatirlos. La actitud que adoptaran los vecinos de la región tenía mucho que ver con ello. Entre los vecinos figuraban muy diversas personas. Por años, los aficionados a la pesca, la caza; las personas que van de paseo al campo; las que tienen costumbre de recolectar frutas silvestres, etc., habían disfrutado libremente de la propiedad. Con bastante frecuencia estas personas consideraban los terrenos que habían sido explotados y la nueva vegetación forestal como carentes de valor y por lo tanto no merecedores de consideración alguna. Muy a menudo, como resultado de su descuido, se originaban incendios. Otra clase de vecinos lo constituían los rancheros, algunos de los cuales vivían dentro de la región, acostumbrados a dar importancia únicamente a los bosques vírgenes y no a aquellos formados por árboles de segundo crecimiento.

Todo esto planteaba un verdadero problema de relaciones humanas, el cual consistía en explicar, de una manera práctica, lo que un proyecto de reforestación de esta naturaleza significaba para toda la comunidad en términos de oportunidades de empleo en el futuro, de desarrollo industrial y de medios de esparcimiento.

Así fué como se adoptó el término "finca forestal." Intencionalmente se omitieron expresiones tales como "proyectos de reforestación" y se dió al predio el nombre de "finca forestal Clemons," en honor de uno de los precursores en las explotaciones madereras de la región. Cuando el gobernador del Estado, en unión de otros funcionarios, hizo la declaratoria formal de su establecimiento, esta finca pasó a ser la primera finca forestal en los Estados Unidos.

No se trataba de que el cultivo de árboles de acuerdo con un plan de administración fuese algo nuevo, sino que más bien lo eran el nombre y el programa de publicidad por medio del cual se promovió el proyecto. La idea cundió rápidamente. Eso de cultivar árboles, como si se tratara de cualquier otro cultivo agrícola, tuvo gran aceptación pública. Durante el primer año, centenares de personas desfilaron por la finca forestal Clemons, estableciéndose desde entonces una corriente constante que ha venido aumentando al grado de convertirla en una atracción local. Los visitantes llegaban y se iban impresionados por el hecho de que la madera positivamente se obtiene como cualquier otro cultivo. En un país acostumbrado a la naturaleza migratoria de las industrias forestales, la finca forestal Clemons, era algo nuevo, ya que significaba la estabilidad de las mismas.

El desarrollo y explotación de la finca forestal en el Estado de Wáshington pronto atrajo el interés nacional, y en marzo de 1942 el comité ejecutivo de la Asociación Nacional de Manufactureros de Madera Aserrada aprobó un plan para llevar a cabo una campaña nacional bajo el lema de "Fincas Forestales Norteamericanas." Esta campaña está dirigida en la actualidad por Industrias Americanas de Productos Forestales, S. A., que tiene sus oficinas centrales en Wáshington, D. C. Esta organización, dedicada a la protección de los recursos forestales de los Estados Unidos y al fomento de buenas prácticas silvícolas, mantiene un registro nacional y asesora a los grupos estatales en la iniciación de sus programas de fincas forestales.

Parte del equipo contra incendios de la Granja Clemons, en el Estado de Wáshington. En esta estación central se reciben las alarmas por teléfono o por radio, y de ahí parten las brigadas con la velocidad de un cuerpo de bomberos citadinos.

El movimiento se extendió rápidamente. Los estados de Arkansas y Alabama establecieron y registraron sus primeras fincas forestales en la primavera de 1942.

De ese modesto principio, el sistema de fincas forestales norteamericanas se ha extendido a 19 de los 48 Estados de la Unión. Cerca de 1,400 fincas afiliadas tienen una superficie de más de 15 millones de acres (6 millones de hectáreas). La superficie ha aumentado en una proporción anual de cerca de 2 millones de acres (800,000 hectáreas). La Asociación de Madereros del Noroeste (Northwest Loggers Association) dirige el pro. grama en la región cubierta de abetos Douglas situada en el oeste de los Estados de Wáshington y de Oregón. En el sur del país, la Asociación Suriana del Pino fomenta la idea, pero la realización efectiva es auspiciada por los estados o por las organizaciones que funcionan dentro de éstos. La Asociación del Pino del Oeste asumió la dirección en su región. En otros lugares esta idea es auspiciada generalmente por las dependencias estatales o por las asociaciones forestales de los estados.

DEFINICIÓN DE LA FINCA FORESTAL.

¿En qué consiste la campaña pro finca forestal? ¿Qué es lo que hace? ¿Se trata de un plan para suministrar enseñanza sobre administración forestal? ¿O es un plan para el financiamiento de un proyecto forestal? ¿Es acaso una campaña anunciadora?

Esta campaña tiene un poco de cada una de estas actividades; sin embargo, no es, en esencia, ninguna de ellas. Quizás una definición y una descripción sucinta de su funcionamiento aclare sus objetivos.

Una finca forestal generalmente se define "como una superficie de terrenos forestales de propiedad particular dedicada al crecimiento de árboles maderables con fines comerciales, protegida y administrada para lograr una explotación sostenida de productos forestales."

Es principalmente una forma de reconocer un buen trabajo de administración forestal. Primero, se adoptan normas locales apropiadas a las condiciones de la región. Estas normas toman en consideración generalmente la intención del propietario así como su actitud respecto a los bosques. ¿Administra sus bosques con miras hacia un rendimiento sostenido de árboles en el futuro? ¿Protege sus terrenos forestales contra los incendios y el pastoreo excesivo, los insectos y las enfermedades? ¿Son satisfactorias sus prácticas de corte ?

Si como resultado de una investigación se encuentra que las respuestas a estas y otras preguntas semejantes son afirmativas, un comité local sobre prácticas forestales, establecido por las entidades que auspicien la idea, certifica el predio como una finca forestal. A menudo esto se realiza mediante una sencilla ceremonia en la que se hace la presentación de un certificado y de un rótulo haciendo saber que la propiedad está dedicada al cultivo de árboles maderables.

Por regla general se da gran publicidad a estas ceremonias de certificación. Esta campaña de publicidad tiene un objetivo doble. Primero, señala la propiedad como una zona que demuestra lo que son las buenas prácticas forestales y lo que con ellas se puede lograr. Segundo, ayuda a formar una conciencia y una apreciación públicas respecto a las zonas forestales como terrenos productivos. La publicidad que se hace por la prensa y la radio a menudo es complementada mediante la distribución de folletos.

Como práctica general, la campaña pro finca forestal no proporciona instrucción individual sobre administración de los terrenos, aunque existen casos en que esto se ha realizado. En muchos Estados el movimiento se encuentra estrechamente ligado con tales actividades, a través de los buenos oficios de las dependencias estatales o particulares.

De hecho las fincas forestales son empresas cooperativas. Es cierto que los terrenos son de propiedad particular, pero el propietario debe obtener la cooperación de otras personas para proteger sus árboles contra los incendios. Cuando esta tarea se realiza con éxito, tanto el propietario de bosques como el público comparten los beneficios que se derivan de la explotación de la madera. El propietario se beneficia con la venta de la madera y el público a través de oportunidades de empleo y del estímulo económico que se deriva de la manufactura de productos útiles.

Quizá el factor más importante para al avance que ha tenido el movimiento en pro de las fincas forestales en los Estados Unidos haya sido el deseo de obtener utilidades, demostrado por los propietarios de terrenos forestales. De todas maneras se trata de un deseo legítimo.

Bajo este sistema, la extensión de las fincas forestales que han sido certificadas varía desde 5 acres a 700,000 (2 hectáreas a 280,000). Ha sido una rara coincidencia que tanto las fincas forestales más grandes como las más pequeñas se encuentren situadas en Texas, donde más del veinticinco por ciento de los terrenos forestales de propiedad particular ha sido certificado bajo el sistema de las fincas forestales. Por cierto que Texas es una de las regiones de los Estados Unidos donde el crecimiento anual de la madera es superior a las mermas. El Servicio Forestal de los Estados Unidos ha reconocido que, de todos los estados de la Unión, Texas tiene, bajo una buena administración dasocrática, el porcentaje más alto de bosques de propiedad particular. En el Estado de Wáshington, donde se originó esta idea, más del 20 por ciento de los terrenos forestales particulares han sido certificados como fincas forestales.

Existe la impresión errónea, al hablar de fincas forestales, de que se trata exclusivamente de grandes propiedades industriales. En la práctica, alrededor del 60 por ciento de las 1,387 unidades que hasta la fecha se han certificado, son de propiedad de agricultores, 23 por ciento pertenecen a empresas industriales y el 17 por ciento restante a inversionistas en general. Una granja forestal de pinos del oeste, con una superficie de 80,000 acres (32,000 hectáreas), situada en Nuevo México. pertenece a los Boy Scouts of America (Niños Exploradores de América). Sin embargo, con relación a la superficie, los agricultores poseen alrededor de 500,000 acres (200,000 hectáreas), los inversionistas cerca de 2.000,000 de acres (810,000 hectáreas), y el resto es propiedad de empresas industriales.

No existe ninguna estipulación en el sistema de las fincas forestales que reglamente el producto que se obtiene finalmente. Los árboles que se encuentran en una finca forestal certificada pueden ser cortados como madera para pasta, postes, pilotes, puntales para ademe de minas, durmientes, madera de aserrar, o para cualquier otra variedad de usos en los mercados. La consideración primordial es la utilidad que obtiene el propietario.

En los Estados de Tennessee, Pennsylvania, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Nueva Jersey, varios propietarios de terrenos forestales han ingresado en el programa inscribiendo bosques de maderas duras. La campaña pro finca forestal fomenta el cultivo de toda clase de bosques - su consideración primordial es la producción de una cantidad de árboles para obtener en el futuro madera aprovechable

El fomento de una finca forestal no consiste solamente en el hecho de poder colocar en la entrada de la propiedad un rótulo atractivo con la siguiente leyenda: "Finca Forestal Certificada, John Smith, Propietario".

Al colocar el terrateniente dicho rótulo en su propiedad, distintivo de las fincas forestales, contrae el compromiso formal ante el público de que administrará cuidadosamente su predio para asegurar una sucesión continua de productos forestales. En algunos lugares, los que auspicien este movimiento solicitan que el propietario prepare y presente para aprobación un plan relativo a la administración de sus terrenos forestales que han sido certificados de acuerdo con el convenio de la finca forestal. En todos los casos, sus operaciones deberán ser aprobadas después de haber sido inspeccionadas por personas competentes.

El desarrollo del programa en pro de las fincas forestales, desde su iniciación en 1940, ha sido muy instructivo ano para los mismos propietarios. Esto se aplica tanto a los explotadores en gran escala, quienes cuentan sus acres por millares, como al pequeño agricultor propietario de una pequeña superficie cubierta de pino de segundo crecimiento. Ambos se han beneficiado con esta experiencia y probablemente se beneficiarán mucho más en el futuro. De igual manera se beneficiarán también las comunidades próximas a las fincas forestales como consecuencia de los ingresos que resultan del incremento de la producción maderera y de la estabilidad de las nominas de pago.

CAMPAÑA EN PRO DE LA CONSERVACIÓN DE LOS BOSQUES EN LOS ESTADOS UNIDOS

Toda disertación respecto al sistema norteamericano de fincas forestales resulta incompleta si no se hace alguna mención a la campaña en pro de la conservación de los bosques estadounidenses. Al igual que el programa en favor de la finca forestal, esta otra campaña se inició en el Estado de Wáshington, y se extendió pronto por toda la nación.

Ambos programas son compatibles y se complementan entre sí. En palabras sencillas podemos decir que la campaña en pro de la conservación de los bosques estadounidenses es un programa para la educación del pueblo respecto a la prevención de los incendios de los bosques. Esta campaña se encuentra ya bien arraigada en las comunidades rurales.

El noventa por ciento de todos los incendios forestales que se registran en los Estados Unidos, y que destruyen anualmente una superficie igual a la del Estado de Nueva York, son causados por el hombre. Estos incendios son resultado directo del descuido o de la ignorancia. Se inician de muchas maneras: por la falta de previsión de las personas que tiran cigarrillos sin apagar desde los automóviles en marcha; por los cazadores que arrojan despreocupadamente fósforos encendidos en los bosques; por los excursionistas que olvidan apagar las fogatas de sus campamentos; o por los agricultores que prenden fuego a la maleza a lo largo de sus cercados y dejan que las llamas se extiendan a los terrenos boscosos colindantes.

El programa relativo a la conservación de los bosques estadounidenses tiende especialmente a prevenir las pérdidas de esta naturaleza, que son causadas por los incendios. La técnica empleada ha sido sencilla y eficaz. Las organizaciones locales interesadas en la prevención de los incendios hacen un llamado al público sobre la base de la conveniencia propia, poniendo de manifiesto los perjuicios que los incendios forestales acarrean a todo el mundo. Hacen ver lo que significan los daños causados a los bosques por los incendios con relación a nóminas de pago más reducidas, disminución del poder de compra, quebranto de la producción de materiales en gran demanda y pérdidas que representan para la comunidad y para el país en cuestión de recursos naturales.

Colocado en forma llamativa en una carretera. un aviso indica la ubicación de un vivero de pinos en el oeste.

Esta fotografía muestra cómo responde la naturaleza a las prácticas seguidas para la reproducción forestal. El grabado ofrece una parte de la Granja Dan Gamble Memorial, cercana a Brecoster, Wásh. La mayoría de los árboles tiene diez años de edad. Fotografía tomada en octubre de 1945.

En otras palabras, estos comités locales para la conservación de los bosques, ya sea que funcionen en Florida o California, se encargan de demostrar que los incendios forestales son de interés para todos, ya que ellos ocasionan pérdidas que afectan a todo el mundo.

En los lugares donde esta labor educativa se ha llevado a cabo en debida forma, los incendios forestales y el daño que ellos causan llegan a ser considerados en toda su importancia ano para la persona más indiferente y descuidada. Esta persona ya no ve un incendio forestal como una calamidad que no le afecta, que destruye bosques ajenos en alguna colina distante. Lo ve tal como en realidad es: un enemigo que destruye elementos que podrían convertirse en viviendas, papel para periódico, ingresos al erario público y oportunidades de trabajo.

El programa se lleva a cabo a través de las escuelas, clubes, organizaciones femeninas, grupos juveniles y asociaciones deportivas. Los comités locales para la conservación de los bosques, por conducto de sus organizaciones estatales y con el consejo y ayuda de la organización que auspicia este movimiento en el país, es decir, The American Forest Product Industries, Inc., mantienen la atención del público constantemente fija sobre el tema de la prevención de los incendios forestales. Valiéndose de la prensa diaria, revistas, la radio, películas cinematográficas y agencias de publicidad, se está difundiendo ampliamente la lógica del principio económico en que descansa el lema de la campaña en pro de la conservación de los bosques estadounidenses.

Las campañas en pro de la Finca Forestal y de la conservación de los bosques estadounidenses han adquirido fuerza al mismo tiempo que en todo el país se ha formado una conciencia más clara de la importancia de sus bosques. Sin duda, no es exageración decir que estos programas han contribuido mucho a que el pueblo se dé mejor cuenta de lo mucho que el país depende de su producción maderera y de la imperiosa necesidad que hay de adoptar una política de administración de terrarios más constructiva y mejor orientada.

CONSIDERACIÓN DE LOS HECHOS

Los hechos básicos que se refieren a los bosques norteamericanos están llegando a ser mejor conocidos. Nosotros sabemos que los 461 millones de acres (187 millones de hectáreas) de terrenos forestales comerciales de la nación son capaces de producir la madera necesaria para satisfacer las demandas crecientes del país y ano para realizar exportaciones razonables. Pero sabemos también que estos bosques no están produciendo toda la madera de que son capaces y que hay mucho por hacer a fin de ponerlos en plena producción. Es alentador observar el hecho de que actualmente, por primera vez, el crecimiento anual de madera de todos los tipos en los Estados Unidos es igual a la merma, bien sea la que el hombre aprovecha o la que se pierde a causa de los incendios, insectos o enfermedades. También nos estimula el hecho de que, aun cuando el volumen del crecimiento de madera de aserrar todavía es menor que el de las mermas, la situación parece haber mejorado si comparamos los datos de hoy con los del pasado.

Los adelantos no han sido suficientes ni se han realizado con la necesaria rapidez. Algunas voces nos parece que los silvicultores y aquellos interesados en los bosques emplean demasiado tiempo en discutir lo buena o lo mala que puede ser la situación nacional con respecto al crecimiento de los bosques. Todos nosotros, ya seamos optimistas o pesimistas, podemos percatarnos de que todavía queda una enorme labor por realizar y que se logrará más poniendo manos a la obra que discutiendo simplemente la magnitud del problema.

La tarea es demasiado grande para abordarla aisladamente. El movimiento en pro de la finca forestal no es una solución completa ni lo pretende ser. Es uno de los pasos que se han adoptado, gracias a la generosa cooperación prestada por muy diversas entidades para comprender primero y resolver después los problemas forestales del país. Si bien el progreso parece algunas veces lento al observar el trabajo realizado de mes en mes y de año en año, sin embargo, los resultados son sorprendentes si examinamos los acontecimientos que han tenido lugar en el transcurso de escasos diez años.

Ningún progreso en materia de administración forestal norteamericana puede adelantarse demasiado a la opinión pública, ni tampoco a las costumbres de los habitantes. Esta es la razón por la que estimo que el movimiento en pro de la finca forestal, en lo que respecta a la administración dasocrática, y la campaña en pro de la conservación de los bosques estadounidenses. en lo que concierne a la prevención de los incendios forestales, están fomentando considerablemente la cooperación del público en general, factor que contribuirá al ensanchamiento de la riqueza forestal.


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