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Silvicultura mediterránea

SECRETARÍA DE EA FAO1

1Trabajo preparado como documento para la Sexta Reunión de la Subcomisión Mixta de Problemas Forestales del Mediterráneo, Madrid, abril, 1958.

COMO consecuencia de la acción ecológica y de la acción del hombre, los montes de la zona del Mediterráneo están constituidos por masas poco densas y de crecimiento lento. La madera que producen es dura, pesada y torcida, más apropiada para leña que para usos industriales.

Estas características resultan aún más agravadas por la facilidad de propagación vegetativa y con frecuencia el denso sotobosque limita la producción de madera tanto en cantidad como en calidad, incluso aunque el monte bajo que proporciona cantidades relativamente grandes de leña tenga a menudo una productividad superior a la del monte alto. Por el contrario, las condiciones climáticas favorecen producciones tales como corcho, resinas, taninos y esencias que se relacionan más bien con los procesos anatómicos y reproductivos de los árboles que con su capacidad vegetativa2.

2A PAVARI: «Bases écologiques et techniques de la sylviculture dans les pays méditerranéens», Monti e Boschi, N° 10, 1954.

Uno de los aspectos más graves de la producción forestal mediterránea es que mientras que la demanda mundial de madera aserrada y para pasta, que constituyen los productos típicos de los montes de clima templado, ha ido aumentando (a veces a un ritmo espectacular), los mercados para los productos de los montes mediterráneos se han ido cerrando uno tras otro. Es cierto que las nuevas técnicas comienzan a permitir el aprovechamiento de maderas de pequeñas dimensiones, pero no lo es menos que la productividad de los montes mediterráneos es notablemente baja. Esto nos lleva a preguntarnos si con un cambio en los tratamientos silvícolas no se podría invertir la difícil situación forestal que hoy día existe en la cuenca mediterránea, especialmente en lo que se refiere a la producción de madera industrial.

La necesidad de un cambio es menos viva en los montes situados en las zonas de transición a los climas templados y húmedos. En dichas zonas, el establecimiento de montes análogos a los de la Europa central no encuentra demasiadas dificultades y por ello parece factible la transformación de las masas con vistas a aumentar la producción de madera para construcción y de madera para pasta. La conversión del monte bajo en monte alto; la introducción artificial de especies coníferas, etc., son ejemplos de esta transformación que ya se aprecia en muchas partes de la región. Todo estudio de la aplicabilidad a los montes mediterráneos de sistemas silvícolas (por ejemplo, tratamientos de monte regular en contraposición a los tratamientos de monte irregular) derivados de los que se practican en los países centro-europeos, resultaría probablemente más provechoso si se limitase al principio a las zonas templadas de transición.

Por lo que se refiere a los montes situados en las zonas propiamente mediterráneas, o en aquellas de clima de transición a las zonas áridas, probablemente se necesita un cambio más profundo en los actuales métodos silvícolas. De hecho, una clara conciencia de las especiales condiciones de su medio ambiente ha obligado de antiguo al habitante de la cuenca del Mediterráneo a transformar los bosques primitivos en montes adehesados o incluso en plantaciones de árboles que producen principalmente resinas, corteza, etc. Estos últimos tipos de monte presentan formas de masa muy diferentes de las de los montes de las regiones húmedas templadas donde tuvo su origen la silvicultura clásica. El pleno aprovechamiento de estas masas mediterráneas típicas exige frecuentemente mano de obra y procedimientos propios de la agricultura y así se ha creado una nueva silvicultura muy intensiva cuyos métodos son parecidos a los de la agricultura. Realmente las técnicas forestales de la zona mediterránea sobrepasan con mucho los antiguos límites de la silvicultura clásica.

Ha llegado el momento oportuno de examinar: primero, hasta qué punto los métodos de la silvicultura clásica son todavía válidos para los montes de la zona mediterránea; segundo, las directrices principales de una nueva silvicultura; y, tercero, cómo aplicar estos métodos nuevos a las masas mediterráneas con el fin de obtener de ellas productos de gran valor.

Este cambio de orientación de la silvicultura hacia tratamientos más intensivos que proporcionen productos de más valor no es nuevo ni se limita estrictamente a la zona mediterránea. Por todos los países europeos se extiende cada vez más el concepto de que el tipo de monte clásico no satisface enteramente las necesidades de una economía en pleno desarrollo3. Afirmaciones tales como la de que el monte clásico es una formación de crecimiento más bien lento que tiende principalmente a enriquecer el suelo; que su regeneración natural es a veces caprichosa; que su producción total es relativamente baja y poco variada, etc., comienzan a aparecer en las más autorizadas revistas forestales europeas.

3YVES CLAUDEL: «NOS besoins en bois de papeterie nécessitent des techniques de production rapide», Revue forestière française, noviembre, 1957.

Tendencias silvícolas

Las tendencias de la silvicultura europea pueden resumirse como sigue:

La silvicultura clásica

Las características principales son: masas puras-regulares, en algunos casos de origen artificial; cortas rasas; preferencia por los aclareos ligeros; supremacía de las cuestiones económicas y, por ello, tendencia a descuidar ciertos tipos de monte natural; establecimiento de planes de explotación muy precisos; concepto bien definido de edad y turno; noción concreta de «monte normal»4. En este tipo de silvicultura, la masa constituye la preocupación principal del silvicultor y los árboles no se consideran sino en cuanto elementos componentes de la masa. Podría incluso decirse que las matemáticas informan la idea fundamental de este concepto (el orden debe reinar en el bosque) y que la dendometría es la ciencia aplicada en que se basa la silvicultura.

4 P. FOURCHY: «Quelques aspects de la sylviculture contemporaine», Revue forestière française, mayo 1952.

Este concepto de la silvicultura podría considerarse como clásico, puesto que se remonta a los comienzos del siglo diecinueve. El nacimiento de la silvicultura como ciencia se produjo bajo los auspicios de esta idea estrechamente relacionada a los nombres de Hartig y Cotta. Los métodos establecidos por estos dos forestales se impusieron en el siglo pasado y no fué sino ya en el siglo actual cuando comenzaron a hacerse severas objeciones a dichos métodos. Se subrayaron los numerosos inconvenientes que derivan de su empleo sistemático: empobrecimiento y degradación del suelo, pérdida de producción, dificultades de regeneración, invasión de insectos, etc. Como consecuencia, la silvicultura desvió su atención hacia la biología y así se bosquejó una nueva tendencia.

La silvicultura moderna

Nada puede simbolizar esta tendencia mejor que la consigna «Vuelta a la naturaleza». Esta consigna fué estimulada principalmente por los grandes progresos obtenidos en el campo de la fitosociología y de la edafología en las primeras décadas del siglo actual. Las ciencias biológicas ocupan actualmente el lugar que ocupaban antes las matemáticas. El estudio de la ecología, la fitosociología y la edafología constituyen la base de la silvicultura. El monte no se compone ya simplemente de un conjunto de árboles situados en una misma superficie sino de un complejo de asociaciones biológicas en equilibrio, en el cual todos los factores, incluso los que antes parecían carecer de importancia, la tienen para que medre bien el conjunto. Por esto, el árbol como tal adquiere importancia propia y se convierte en el sujeto principal de la silvicultura. En efecto, como dijo Guinier, «comprender el bosque es comprender el árbol».

Esta silvicultura moderna se caracteriza sobre todo por el retorno a los preceptos del «monte natural» (de donde deriva una cierta prevención hacia las especies exóticas), por una libertad total en lo que se refiere a planes o esquemas teóricos, por un tratamiento más intensivo, por ciclos de corta muy cortos, por apeos cuidadosos y precisos, por operaciones culturales frecuentes y repetidas, etc. Se ha dicho que el silvicultor moderno «conforma»verdaderamente sus masas, dedicando particular atención a cada árbol. Esto es posible por la relativa falta de restricciones administrativas; el «hombre sobre el terreno»goza de un amplio margen de libertad.

Esta nueva tendencia se extendió rápidamente por Europa. Encontró una favorable acogida en Francia, donde los forestales estaban ya preparados por la célebre frase de Parades: «Imitar la naturaleza, activar su obra, ésta es la máxima fundamental de la silvicultura». Pero incluso en la patria de Cofta, la evolución en cuestión se inició a principios de este siglo, principalmente por Mayr en su libro, Waldbau auf Naturgesetzlicher (La silvicultura según la naturaleza). Desde el principio esta orientación dominó rápidamente la silvicultura europea que se ha enriquecido con diversas innovaciones importantes tales como los métodos de corta por entresaca («Jardinage»); mejoramiento selectivo («selective improvement»); control, etc., en que ha cristalizado el espíritu de las modernas tendencias.

Como ya se ha dicho, esta evolución se ha visto alentada por los progresos cada vez mayores logrados en las ciencias biológicas. Estos progresos continúan verificándose todavía y es de esperar que paralelamente a ellos continúe también la evolución de la silvicultura. En realidad parece que surge un tercer tipo de silvicultura cuya evolución puede que sea decisiva especialmente para el porvenir de los montes mediterráneos.

La nueva silvicultura

Este novísimo tipo de silvicultura es en gran medida resultado de la creciente necesidad de productos forestales y de los progresos de la selección vegetativa. En efecto, en los suelos pobres la evolución natural conduce frecuentemente a masas de rendimiento muy bajo. Además, los montes naturales primitivos o están desapareciendo en casi todas partes como consecuencia de la acción del hombre o bien sus productos no encuentran ya demanda. En muchos casos, por lo tanto, el retorno a la «clímax» natural, especialmente por medios naturales, no interesa ya.

Los progresos realizados en cuanto a la selección y la hibridación de árboles aumentan las esperanzas de lograr un mejor aprovechamiento de los suelos arbolados. El empleo de clones e híbridos selectos en la populicultura moderna, acompañado de un tratamiento muy intensivo de las masas, ha permitido obtener rendimientos jamás alcanzados por la silvicultura clásica, rendimientos que, de hecho, llegan a ser diez a doce veces superiores a los de esta última. Análogamente, la introducción de tipos selectos de sauce, aunque se encuentra todavía en sus primeras fases experimentales, parece prometer rendimientos unitarios extraordinarios y casi fantásticos.

Evidentemente, estos clones o híbridos selectos son caros y únicamente pueden ser utilizados con el máximo beneficio en suelos bien preparados y con tratamiento intensivo. Parece como si la silvicultura tendiese actualmente a adaptar el medio al árbol; y evidentemente ésta sería la fase final en una evolución que ha atravesado aproximadamente las siguientes etapas: abstracción del medio ambiente, sujeción al medio ambiente y adaptación del medio ambiente. Cada día domina más la idea, en efecto, de que la silvicultura moderna no debe consistir en un simple retorno a la naturaleza, y que no debe impedir el establecimiento de masas enteramente diferentes de las naturales, ni rechazar los medios que conduzcan al incremento de los rendimientos: abonado, riego, laboreo5.

5H. FRANZ: «Naturgemässe oder standortsgemässe Waldwirtschaft», Allgemeine Foretzeitung, Hochschule für Bodenkultur, Viena, N° 68, noviembre, 1957.

Se prevé, pues, un nuevo tipo de silvicultura intensiva en la cual adquiere importancia primordial el ecotipo, el clono o el híbrido y la masa se compone de repeticiones «del mismo árbol» y en la que existe una intervención casi constante del hombre. Con arreglo a esto, la nueva silvicultura tendrá las características siguientes: masas regulares artificiales, principalmente plantadas, laboreo intenso del suelo, empleo de fertilizantes, poda, etc., cortas a hecho para recoger los productos.

Como ejemplo de esta nueva tendencia, se pueden mencionar las actividades de algunas fábricas de papel, por ejemplo, la Spruce Falls Company, de Kapuskasing, Ontario. Esta empresa, cuya producción anual es de 300.000 toneladas de papel para el «New York Times», ha dado comienzo a un importante proyecto de repoblación destinado a cubrir sus necesidades de madera. Este plan debe llevarse a cabo en bosques naturales de Picea mariana, pertenecientes a la Sociedad, cuyos rendimientos no bastan ya para satisfacer las necesidades de la fábrica: Todavía más notable es el ejemplo del Japón. Aunque los montes naturales cubren el 61,8 por ciento de la superficie del país, el nuevo plan quinquenal forestal prevé un aumento de la productividad de los montes mediante el incremento de la repoblación artificial, y de importancia especial a la intensificación de los sistemas de ordenación y a la evolución de los programas de mejoramiento genético.

FIGURA 1. - Plantaciones artificiales con especies de crecimiento rápido (Chopos) en Santa fe, Granada, España.

FIGURA 2. - Monte adehesado mediterráneo ordenado principalmente con vistas al pastoreo y a la producción de bellotas (robledales en Turquía).

Los estudios realizados recientemente por Paterson y Weck6 sobre la relación existente entre el medio natural y la productividad potencial de los montes no pueden sino favorecer esta nueva evolución. Los resultados de los estudios de estos dos distinguidos hombres de ciencia unidos al hecho, recientemente establecido por investigaciones apropiadas, de que la productividad es prácticamente independiente de los métodos de aclareo7 permiten comenzar a descubrir el limite máximo de producción de la silvicultura natural. Paterson, por ejemplo, considera que la productividad de los montes naturales en las condiciones naturales sumamente favorables de las zonas ecuatoriales de abundante pluviosidad no sobrepasa la cifra de 17 m3/Ha., incluídas la madera no aprovechable, las raíces, etc. En estas circunstancias, es evidente que hay que aportar una energía complementaria al complejo clima-suelo si se quieren obtener rendimientos más elevados. La agricultura no ha hecho otra cosa que esto para alcanzar sus elevados rendimientos.

6 S. S. PATERSON, The Forest Area of the World and its Potential Productivity, Department of Geography, Royal University of Göteborg, Suecia, 1956; L. WECK, «Climate and Potential Productivity of Forests ,x, Forstarchiv N° 11 Hannover, noviembre. 1957.

7 R. SCHOBER: «Deutung und Aussage der Durchforetungsvereuche: II. Die Buchen-Durchforetungversuche» Allgemeine foretzeitscrift, Marsstrasse 22, Munich, N° 33-34, 21 agosto 1957.

FIGURA 3. - Pinares naturales mediterráneos (Pinas laricio en Chipre).

Cabría ahora preguntarse qué ha sido de las antiguas preocupaciones respecto a la sensibilidad, a las enfermedades y al empobrecimiento del suelo en las masas puras. Por lo que se refiere a lo primero, la mejor respuesta la da el siguiente párrafo de un trabajo del conocido fitopatólogo inglés T. R. Peace:8

8B T. R. PEACE:, «Approach and Perspective in Forest Pathology». Forestry, Vol. XXX, N° I, 1957.

«El autor no niega que, en general, la sensibilidad a las enfermedades de una masa pura es superior a la de una masa mixta que contenga las mismas especies. Conviene recordar que la enfermedad de los árboles más devastadora encontrada hasta ahora, el chancro cortical del castaño (Endothia parasitica), destruyó en América principalmente los castaños de las masas mixtas. Se puede decir que casi todas las variedades de plantas cultivadas son más propensas a las enfermedades que las correspondientes varieda des silvestres, no obstante lo cual el rendimiento de material aprovechable es invariablemente superior en el cultivo ordenado. Frecuentemente se sugiere que esto se debe al empleo de los modernos métodos químicos de lucha contra las enfermedades, la mayor parte de los cuales no son aplicables en silvicultura más que en los viveros. Pero ciertamente no debemos resignarnos a creer que no puedan encontrarse métodos de lucha intermedios entre los métodos químicos inaplicables, por una parte, y la fe ciega en las masas naturales mixtas por otra. En todo caso, existen pocas pruebas en Gran Bretaña de que la plantación pura haya conducido hasta ahora a desastres importantes y, según el autor, tampoco son inminentes tales desastres».

En cuanto al empobrecimiento del suelo, el conocido edafólogo francés Duchaufour9 dice:

9PH. DUCHAUFOUR, «L'action des divers types d'humns sur les processus d'entraînement dans le sol forestier», Revue forestière française, diciembre, 1957.

«El forestal dispone, pues, de dos métodos para ejercer una favorable influencia sobre la evolución del suelo; un método natural a largo plazo, por mantenimiento de una masa biológicamente equilibrada que asegura de por sí la conservación de la fertilidad; éste es el método empleado por la silvicultura tradicional y, aunque es extremadamente lento, suele ser seguro. Un método artificial, de eficacia más inmediata, que consiste en el uso combinado del laboreo del suelo y de abonos o enmiendas: este método es más rápido, pero est ambién más violento, y por ello más peligroso; solamente debe ponerse en práctica con las necesarias garantías científicas y por tanto después de un completo estudio del medio.»

Debe admitirse que la silvicultura, tal y como se entiende en este epígrafe, podría definirse más exactamente como «cultivo de árboles,. Sin embargo, como señala el Sr. Peace, esto no significa que las nuevas técnicas forestales deban ser exactamente iguales a las utilizadas en agricultura. Significa que la silvicultura, al igual que la agricultura, debe mejorarse gracias a la aplicación de técnicas basadas en los conocimientos acumulados en el cultivo artificial de árboles, hasta alcanzar una nueva fase en la que los árboles cultivados y los productos de ellos obtenidos sean superiores a los de las masas naturales.

Pero si la madera ha de continuar ocupando un lugar importante en el mercado, convendría probablemente aspirar a la idea de llevar el mejoramiento más allá del límite impuesto por la naturaleza.

Los forestales, pues, van a tener que enfrentarse ahora con dos tareas diferentes: una que se relaciona directamente con el monte natural, y otra que guarda

más relación con la producción de madera. Incumbe a los forestales conseguir la mejor ordenación de masas naturales, de las cuales se debe sacar el máximo beneficio. Pero se les ofrece un nuevo método (el cultivo de los árboles) para producir madera de la cantidad, calidad y precio que exige una economía en continuo desarrollo.

Silvicultura mediterránea especial

La tendencia actual de la ordenación de montes consiste principalmente en aprovechar los residuos en beneficio del propio bosque. Esto se consigue principalmente por varios métodos de corta todos los cuales tienden a permitir que las hojas muertas, las ramas, las cortezas, los frutos y los residuos de explotación queden sobre el terreno. La descomposición de estos residuos es lo que suministra al suelo los elementos esenciales que hacen posible un rendimiento sostenido.

En la silvicultura mediterránea, por el contrario, las semillas, las ramas, las cortezas, etc., que contienen la mayor proporción de nutrientes minerales, se extraen del monte la mayor parte de las veces. Efectivamente, la producción de frutos, piensos, resinas, etc., que tanto exige del suelo, es lo que da a la producción forestal mediterránea su carácter peculiar.

Este rasgo fundamental ha exigido tratamientos muy diferentes de los utilizados en la silvicultura pura, cosa que los forestales y los propietarios de montes de la zona del Mediterráneo han comprendido desde hace largo tiempo.

La supervivencia del castaño, como elemento importante del monte mediterráneo, se debe, en gran parte, al abandono de los métodos basados en la silvicultura pura en favor de una silvicultura intensiva basada en el cultivo de los árboles.

Parece, pues, que un incremento en la producción especializada de los montes mediterráneos depende principalmente del mejoramiento de los métodos genuinos de cultivo de árboles. La selección genética y la obtención de tipos, por ejemplo, se han señalado frecuentemente como una de las técnicas más prometedoras que conviene adoptar. Vieira Natividade10 ha indicado la importancia de la selección de clones y de la intensificación de las investigaciones sobre reproducción vegetativa en lo que se refiere al alcornoque. Es también urgente un mejor conocimiento de las técnicas de poda y de laboreo del suelo, junto con el abonado y la lucha contra las enfermedades, para aumentar la producción de bellotas de los encinares.11 Algo parecido sucede en lo que se refiere a la producción de resinas.

10V. NATIVIDADE, «La Suberaie méditerranéenne Situation et perspectives d'avenir», Lisboa, 1956.

11M. M. BOLAÑOS: Consideraciones sobre loe encinares de España, Instituto Forestal de Investigaciones, Madrid, 1943.

Pero el aumento de la producción de los llamados productos accesorios no es el principal objetivo a que debe aspirar la forestería mediterránea. Obtener madera aserrada y madera para pasta de la calidad exigida y sobre todo en la cantidad precisa, constituye una necesidad perentoria. Para hacer frente a la demanda podría ser muy valiosa la experiencia adquirida ya por los forestales mediterráneos en el cultivo de árboles.

Los trabajos emprendidos en Italia para la producción simultánea de madera y frutos mejores en los castañares, mediante el cultivo de árboles, parecen indicar de modo claro la dirección que debe seguir la forestería mediterránea en lo futuro.

Porvenir de los montes naturales mediterráneos

Queda aún por resolver el problema de la política que conviene seguir con respecto a las actuales masas naturales mediterráneas. En términos generales, esta política dependerá de la función física, económica y social que los montes en cuestión desempeñen todavía. Evidentemente, su función económica ha perdido considerable importancia. Queda únicamente su función protectora y, en menor medida, su función social que depende muchísimo de las condiciones locales. Cabe preguntarse si el papel desempeñado por estos montes basta para justificar su mantenimiento en la actual ordenación.

Si se cree que la respuesta ha de ser afirmativa, es entonces esencial que la investigación forestal mediterránea prepare métodos para determinar del modo más concreto posible las ventajas físicas y sociales de estos montes, de modo que puedan oponerse a las de otras formas competidoras de aprovechamiento de la tierra. Esto guarda una estrecha relación con las soluciones que conviene dar a los actuales problemas de las zonas mediterráneas de montaña. Todas las soluciones posibles se hallan comprendidas entre los planes que consideran la montaña como una gran reserva forestal, con una pequeña industria forestal complementaria, y una agricultura y un pastoreo de subsistencia para una escasa población y los planes tendientes a retener la actual población apegada a la tierra por todos los medios posibles.

Si, por el contrario, se estima que la respuesta ha de ser negativa, entonces la otra y única alternativa es devolver al monte su función económica, sin perjudicar los beneficios sociales y físicos que todavía puedan proporcionar. Esto se podría lograr mediante métodos puramente silvícolas, tales como la introducción de coníferas, la conversión del monte bajo en monte alto, etc. La aplicabilidad de estos métodos parece limitarse a las zonas más húmedas y la conversión de las masas improductivas de frondosas en masas de los tipos deseados puede resultar más cara que el establecimiento de plantaciones.12 En estas circunstancias, cabe preguntarse si la adopción decidida no debe ser la idea central de toda política forestal mediterránea. Es probable que en la región mediterránea las plantaciones artificiales sean las únicas capaces de suministrar las grandes cantidades de madera que, cualesquiera que sean sus características tecnológicas, constituirán siempre la base esencial de las industrias forestales de la región.

12«El coste de la conversión de las masas varía entre 43,57 dólares y 80,92 dólares por acre, según el método de supresión del matorral de frondosas empleado. Este coste se considera muy superior al del establecimiento de plantaciones. Los forestales deben tener presentes tales gastos al adquirir tierras para plantación con vistas a la producción de madera para pasta o para aserrío. Los terrenos recientemente abandonados que no han sido todavía por completo invadidos por la maleza pueden plantarse con gastos más razonables y presentan menos problemas de ordenación». Bulletin 403, West Virginia University Agricultural Experiment Station, octubre, 1957.


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