Página precedenteIndicePágina siguiente

Dinámica de cambio

Dividendos de la seguridad alimentaria

En la mayoría de los países pobres con inseguridad alimentaria, los dos principales recursos potenciales son la población y la productividad de la tierra y el agua. Para vencer el hambre y la pobreza crónicas habrá que realizar inversiones tanto en la producción como en la productividad.

La inversión en la población tendrá que llegar en forma de enseñanza, agua limpia y saneamiento, servicios de salud y sociales y en algunos casos apoyo directo a la alimentación y nutrición. En las zonas rurales, tales gastos son esenciales si se quiere obtener resultados de las inversiones en la agricultura y sus subsectores productivos. Quienes argumentan que el desarrollo orientado a la población es costoso deben recordar que hacer que la población quede con hambre también es costoso en cuanto a pérdida de crecimiento económico, como pone de manifiesto una investigación reciente patrocinada por la FAO.

Beneficios económicos de la eliminación del hambre

La reducción del hambre no sólo tiene una justificación humanitaria, sino también un fundamento económico sólido. El costo económico del hambre y la malnutrición, puesto de manifiesto en la pérdida de productividad, las enfermedades y las muertes, es extraordinariamente elevado. La subnutrición reduce considerablemente la capacidad física, el desarrollo cognitivo y los logros en el aprendizaje, todo lo cual da lugar a una menor productividad. No sólo arruina la vida de las personas y las familias, sino que también reduce la rentabilidad de la inversión en el progreso social y económico.

Esta idea está corroborada por un estudio reciente patrocinado por la FAO, en el que se examinaron 110 países entre 1960 y 1990. En el estudio se utilizan técnicas estadísticas para investigar las vinculaciones entre el crecimiento económico y el bienestar nutricional. La investigación puso de manifiesto que si todos los países con un suministro de energía alimentaria (SEA) medio por debajo de las necesidades mínimas en 1960 hubieran eliminado el hambre elevando el SEA medio per cápita a 2 770 kilocalorías al día, la tasa de crecimiento de su PIB hubiera sido considerablemente mayor.

Este crecimiento puede ser bastante grande. Como ilustra el gráfico, el PIB per cápita en el África subsahariana podría haber alcanzado niveles de 1 000 a 3 500 dólares EE.UU. en 1990 si se hubiera eliminado la subnutrición. (La diferencia entre las dos estimaciones depende del método utilizado para el análisis estadístico.) En cambio, el PIB medio per cápita de la región en 1990 era apenas de 800 dólares EE.UU. al año.

PIB medio per cápita en el África subsahariana y estimaciones suponiendo la ausencia de subnutrición

Las proyecciones de la FAO para los próximos 15 años indican que si la innovación en la agricultura mantiene un ritmo razonable la producción de alimentos puede aumentar un 2 por ciento al año en el mundo en desarrollo. Sin este crecimiento no se pueden alcanzar los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Pero no basta el crecimiento global, sino que dicho crecimiento debe estar orientado hacia los más afectados por el hambre.

Para los países que siguen siendo en gran medida rurales, la inversión en la agricultura en pequeña escala es una manera de impulsar un crecimiento que beneficia a la población pobre. Ahora está ampliamente reconocida la importancia de destinar recursos a los procesos de producción y posteriores. La financiación de la investigación agrícola es también imprescindible, particularmente para los productos básicos y los sistemas agrícolas que pueden proporcionar oportunidades de crecimiento a la población pobre.

Si la base de recursos naturales ofrece buenas posibilidades de desarrollo agrícola, el apoyo a la investigación puede aportar grandes beneficios, reduciendo la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Un ejemplo es el caso de los múltiples beneficios obtenidos de la investigación sobre la yuca en África occidental.

Beneficios de la investigación agrícola internacional

Aun cuando se consiga el crecimiento previsto en la producción de alimentos, en el año 2015 seguirá habiendo cerca de 600 millones de personas subnutridas, a menos que el crecimiento se produzca en las zonas donde la inseguridad alimentaria es más grave y que se introduzcan políticas del sector público cuyo objetivo primordial sea la eliminación de la inseguridad alimentaria.

La participación de la población pobre en los programas de acción comunitaria es un poderoso mecanismo para garantizar la aplicación de políticas de esta índole. Las políticas tradicionales de desarrollo rural se concentraban en la infraestructura y los servicios. No se consultaba a la población pobre, debido a que se suponía que los beneficios del crecimiento llegarían como consecuencia por sí solos.

La experiencia de la FAO indica que los pequeños grupos autosuficientes de población que se ocupan de actividades análogas pueden contribuir con eficacia a su propio desarrollo.

La experiencia positiva de Tailandia con una actuación de ámbito comunitario para reducir la pobreza y la malnutrición en todo el país sirve de modelo que podría aplicarse ampliamente.

Sin embargo, para que los programas que mejoran la productividad agrícola y aumentan el poder adquisitivo de la población pobre sean eficaces se requiere tiempo. Se necesita aún más más tiempo si no se satisfacen las necesidades cotidianas de alimentos de la población pobre, puesto que las personas hambrientas tienden a ser menos productivas. Además, es indudable que durante el período de transición surgirán crisis a corto plazo y que quienes ya padecen inseguridad alimentaria probablemente serán quienes más sufran.

Reducción del hambre mediante investigación básica sobre los cultivos

En un estudio reciente se han puesto de relieve los beneficios de la investigación agrícola internacional para reducir la subnutrición de los niños, gracias a la mejora de la variedad y la productividad de los cultivos. Realizó el estudio el Grupo de Valoración y Evaluación de los Efectos del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI).

Entre 1970 y 1995, los centros internacionales de investigación agrícola distribuyeron un elevado número de nuevas variedades de cultivos derivadas de sus programas de mejoramiento sobre cultivos de productos alimenticios básicos: trigo, arroz, maíz, sorgo, mijo perla, yuca, papas, cebada y lentejas. Según el estudio, esto representó de 70 a 100 nuevas variedades al año y dio lugar a un aumento adicional de la productividad del 0,5 por ciento anual.

La mayor producción de alimentos resultante permitió reducir los precios de los cereales un 27-41 por ciento. Como consecuencia directa, el número de niños subnutridos fue un 1-3 por ciento inferior a lo que hubiera sido sin esta investigación.

Beneficios de la participación popular

En 1980, la FAO puso en marcha su Programa de participación popular en apoyo de los grupos de acción comunitarios, cuyos beneficios son:

Mayor productividad agrícola. En Ghana, los grupos que se unieron al Programa produjeron un 20 por ciento más de maíz por hectárea que los grupos no participantes. En Kenya, Sierra Leona y Sri Lanka se obtuvieron resultados análogos.

Mayores ingresos familiares netos. Las tasas elevadas de reembolso de los préstamos y la elevación del nivel de los ahorros colectivos indican un aumento de los ingresos.

Mayor empleo. Los participantes obtuvieron mayor producción por hectárea, generando demanda de más mano de obra agrícola.

Mayores tasas de ahorro. Los ahorros registrados en los proyectos realizados en el ámbito del Programa -38,78 dólares EE.UU. por grupo en Zambia en 2000 y 35,14 dólares por grupo en el Pakistán en 1997- son sumas elevadas para las personas que antes no tenían ningún ahorro.

Actividades de mejora de la comunidad. Todos los grupos han participado en actividades que van desde la construcción de escuelas primarias hasta la electrificación de aldeas.

Adquisición de nuevos conocimientos prácticos. Los conocimientos técnicos, de organización y de dirección han permitido a la población controlar las escuelas y otras instituciones públicas y semipúblicas.

Redes de seguridad: fundamento del desarrollo

Las redes de seguridad protegen los medios de subsistencia y garantizan la supervivencia de la población vulnerable. Las redes de seguridad que protegen la seguridad alimentaria comprenden los sistemas de apoyo a la comunidad, las transferencias públicas directas
y las transferencias públicas indirectas.

Sistemas de apoyo a la comunidad. En las comunidades tradicionales, los lazos de parentesco y los grupos religiosos protegen a la población que se encuentra en dificultad. Las asociaciones que vinculan a los habitantes del medio urbano con las familias de las zonas rurales están creando nuevas formas de apoyo, como son las instituciones benéficas.

Transferencias directas. Las transferencias públicas que proporcionan alimentos o dinero en efectivo directamente a la población necesitada se suelen denominar planes de asistencia alimentaria. Comprenden el socorro alimentario de urgencia, los programas de alimentación complementaria y los planes de alimentos por trabajo y de raciones de alimentos.

Transferencias indirectas. Muchos tipos de transferencias de asistencia social proporcionan sus beneficios de manera indirecta. Como ejemplo de transferencias indirectas que protegen la seguridad alimentaria cabe mencionar las siguientes:
• medidas normativas, como leyes de salarios mínimos, controles de los precios y reglamentación del mercado financiero y de trabajo, con el respaldo de reservas de seguridad alimentaria;
• subvenciones y programas de crédito, incluidas las subvenciones especiales para alimentos, los programas de crédito al consumidor y los planes de ahorros y préstamos comunitarios;
• creación de empleo, mediante programas de capacitación práctica, servicios de colocación y planes de garantía de empleo con respaldo público.
• planes de seguro con respaldo público, como seguros de los cultivos, prestaciones de desempleo, fondos de pensiones y programas de asistencia social.

Investigación sobre la yuca: impulso a la seguridad alimentaria en Ghana y Nigeria

Superficie de producción de yuca recolectada, en hectáreas

Ghana y Nigeria están entre los pocos países del mundo que consiguieron reducir la prevalencia de la subnutrición en más de un 30 por ciento entre 1979-81 y 1996-98. En Ghana el número bajó del 62 al 10 por ciento y en Nigeria del 44 al 8 por ciento.

Los agricultores consiguieron aprovechar las nuevas oportunidades de mercado para la yuca gracias a un programa agresivo de investigación y promoción de la yuca llevado a cabo por el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA) de Ibadan, Nigeria. En 1984, después de más de 10 años de investigación, el IITA introdujo variedades mejoradas con las siguientes ventajas:

Un factor subyacente importante fue el rápido aumento del suministro de productos de yuca durante el período, que benefició especialmente a la población pobre y subnutrida. Las raíces de yuca son una excelente fuente de energía, mientras que las hojas son ricas en vitaminas A y C, hierro y calcio, y son fuente de proteínas.

Estrategia mundial para la yuca

A partir de 1998, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) ha dirigido una actividad en colaboración encaminada a elaborar una estrategia mundial para promover la yuca como alimento básico importante y fuente de ingresos para sus productores. Un objetivo importante es estimular el desarrollo industrial rural, que aumentará las oportunidades de empleo y elevará los ingresos de los productores, elaboradores y comerciantes.

La estrategia tiene por objeto promover productos con buen potencial de mercado, en particular la harina de yuca como ingrediente para cocinar en casa y para uso industrial; alimentos preparados como el fufu, hojas cocinadas y raíces frescas cocidas; piensos; alcohol para las industrias químicas; cola; almidones para el apresto de textiles y papel; y edulcorantes industriales. Se busca también un mayor reconocimiento de la importante función que desempeña la yuca en la seguridad alimentaria.

En un foro celebrado en abril de 2000, acogido por la FAO y el FIDA, la estrategia fue ratificada por los participantes de 20 países en representación de compañías privadas, grupos de agricultores, ONG, investigadores y organismos donantes. Se prepararon diversas actividades de investigación y promoción del mercado y se perfilaron planes para su aplicación.

La disponibilidad de las nuevas variedades fue muy oportuna. La pérdida generalizada de cosechas tras una importante sequía en gran parte de África en 1982-83 había obligado a muchos agricultores a volver a la yuca, porque tolera la sequía y crece en suelos relativamente pobres. También puede permanecer en el terreno hasta tres años antes de la recolección, proporcionando así una reserva de alimentos fácil de mantener.

Los agricultores introdujeron la yuca al principio como cultivo de seguridad alimentaria en lugares sin cultivar, especialmente en zonas secas y tierras marginales. Sin embargo, con su creciente aceptación como alimento básico para la población urbana, hubo más agricultores que comenzaron a cultivarla como producto comercial.

En África occidental la yuca se consume sobre todo en forma de gari, gránulos gruesos tostados de harina que se cocinan y se utilizan como el arroz. El gari se consume con diversas salsas, tanto en casa como en forma de alimento de venta callejera. El rápido aumento de la demanda en las ciudades de la región ha sido un factor que ha estimulado a los agricultores a producir más yuca.

Zonas idóneas para la producción de yuca en África

La idoneidad de una zona para el cultivo de la yuca depende del clima, el terreno y las condiciones del suelo. Las áreas particularmente buenas para la producción de yuca en África son las zonas tropicales húmedas, las zonas de sabana húmeda y las zonas de altitud media más secas con suelo de textura entre media y gruesa, suficientemente profundo y drenado y no demasiado ácido. En general, es necesario añadir cal para contrarrestar la acidez del suelo en las zonas tropicales húmedas y de sabana húmeda, donde se cultiva la mayor parte de la yuca.

Fuente: Land suitability maps for rainfed cropping, FAO, 2000.

En Nigeria, el gran salto de la producción se registró entre 1983 y 1992, cuando se duplicó el consumo per cápita, pasando de 63 kg a 129 kg al año. Las estimaciones indican que las variedades mejoradas permitieron producir 1,4 millones de toneladas más de gari en 1991 en comparación con la cantidad que se habría podido obtener utilizando variedades tradicionales. En 1998, la producción a partir de nuevas variedades se había duplicado con creces, alcanzado los 3,4 millones de toneladas de equivalente de gari. En consecuencia, las nuevas variedades como proporción de la producción total pasaron del 8 por ciento a alrededor del 30 por ciento de un total mucho mayor.

Yuca: tendencias en el rendimiento y el suministro, 1968-98

Fuente: FAOSTAT.

El éxito de la yuca en Nigeria fue posible gracias a medidas de carácter normativo, el crecimiento de la demanda urbana, las inversiones del Gobierno en la distribución de material de plantación y la disponibilidad de equipo mecanizado, que permite superar el problema de la escasez de mano de obra durante la elaboración posterior a la recolección. La producción ha comenzado ahora a reducir el ritmo, representando tal vez un nuevo equilibrio entre la oferta y la demanda.

En Ghana, el auge de la yuca se produjo más tarde, aunque la pauta de crecimiento fue parecida. Hubo que adoptar nuevas variedades de alto rendimiento del IITA a las condiciones climáticas y edáficas locales antes de poder distribuirlas para su adopción generalizada. La producción creció con rapidez a partir del comienzo de los años noventa, tras la puesta en marcha de un programa del Gobierno para promover las raíces y tubérculos, así como debido a un cambio en la política económica que fomentaba la propagación de la producción de yuca. Entre 1990 y 1998, el consumo anual de yuca aumentó de 126 kg a 232 kg per cápita.

Aumento de la producción en las zonas de cultivo de yuca del África subsahariana, 1961-1991

Fuente: Dunstan Spencer and Associates. 1997. Cassava in Africa: past, present and future. Instituto Internacional de Agricultura Tropical.

La yuca es ahora la principal fuente de carbohidratos y una fuente económica de energía alimentaria para la mayoría de los ghaneses. Se consume en todas las clases sociales, sobre todo en forma de gari y fufu (yuca cocida y machacada). El consumo de estos alimentos alcanza un nivel máximo durante la «estación de hambre», inmediatamente antes de la recolección, cuando hay escasez de productos como el maíz o éstos son demasiado caros para poder comprarlos. La yuca es ahora el principal producto agrícola obtenido en Ghana, habiendo representado en 1998 el 22 por ciento del PIB agrícola.

Hay grandes superficies de África central y austral idóneas para el cultivo de la especie. La mayor parte del crecimiento de la producción entre 1961 y 1991 se registró en zonas húmedas, donde están situadas la mayoría de las grandes ciudades, que ofrecen las mejores perspectivas de mercado. Estas zonas dominarán probablemente el crecimiento futuro de la producción.

La yuca se está extendiendo hacia zonas de altura media más secas, poniendo de manifiesto su creciente importancia como cultivo de seguridad alimentaria en zonas expuestas a la sequía. Como respuesta, en el IITA se están obteniendo nuevas variedades particularmente adaptadas a las zonas semiáridas, con el uso de variedades parentales de América del Sur.

Tailandia: reducción constante de la pobreza y la malnutrición

La incidencia de la pobreza y la malnutrición registró un descenso espectacular en Tailandia durante los años ochenta, gracias a una estrategia de alivio concentrada en reducir la malnutrición y respaldar el desarrollo rural sostenible. Como consecuencia del esfuerzo realizado en todo el país, la prevalencia de la pobreza descendió del 32,6 por ciento de la población de 1998 al 11,4 por ciento de 1996.

La experiencia tailandesa es única por su aplicación sistemática en todas las comunidades del país. Constituye un modelo para un programa de redes de seguridad alimentaria que no sólo satisface las necesidades inmediatas de las personas con inseguridad alimentaria, sino que también establece el fundamento para poder librarse de manera permanente de la trampa del hambre.

Fomento de la interacción entre los niveles

Fuente: FAO.

El plan de alivio de la pobreza se derivó de una serie de encuestas a comienzos de los años ochenta, en las que se puso de manifiesto que la malnutrición proteicoenergética era un problema importante en las zonas rurales pobres. Las encuestas se complementaron con otros datos sobre el nivel de vida para crear un índice de pobreza. Se señalaron 286 distritos especialmente necesitados, con alrededor del 40 por ciento de la población.

La desnutrición era especialmente grave entre los lactantes y los niños pequeños, debido a la mala situación nutricional de sus madres. Las mujeres, ya subnutridas al llegar a la edad de procrear, sufrían niveles nutricionales cada vez más bajos durante el embarazo, debido al consumo de una cantidad insuficiente de alimentos y las costumbres tradicionales. Estas costumbres les impedían comer alimentos nutritivos, como huevos y otras proteínas animales, así como frutas y hortalizas. En consecuencia, las mujeres embarazadas de las zonas rurales aumentaban como promedio sólo 5-7 kg, en lugar del aumento normal de 12,5 kg. Sus hijos nacían con 350-450 g menos de peso y 2 cm menos de estatura que los niños que nacían en un hospital urbano asociado con una facultad de medicina de Bangkok.

Tailandia: concentración de la pobreza y la malnutrición, 1982

Los niños que nacían con insuficiencia ponderal tendían a mantenerse así durante los primeros años, lo cual los hacía extraordinariamente vulnerables a la malnutrición, las enfermedades y la muerte. En Tailandia, en 1982 más del 50 por ciento de los niños menores de cinco años tenían insuficiencia ponderal, aumentando esta cifra hasta el 70 por ciento en las zonas más desfavorecidas.

Con esta información en su poder, el Gobierno puso en marcha en 1982 su estrategia para combatir la pobreza y la malnutrición mediante medidas comunitarias. Los 286 distritos señalados como los más pobres del país eran particularmente remotos y carecían de infraestructura, como se observa en el mapa. El programa de alivio de la pobreza se aplicó en primer lugar en estos distritos. Sin embargo, la pobreza y la malnutrición no se limitaban a esas zonas; estaban generalizadas en todo el país. Por consiguiente, el programa se amplió a todo el país en 1984. Se basaba en cinco principios que todavía forman hoy su núcleo: conceder prioridad a las zonas específicas donde está concentrada la pobreza; garantizar que todos tengan una vida con un nivel de subsistencia mínimo y dispongan de los servicios básicos; alentar a la población a asumir la responsabilidad de su propio cuidado; insistir en el uso de tecnología de bajo costo; y respaldar la participación de la población en la adopción de decisiones y la solución de los problemas.

Las actuaciones se concentraron al principio en el alivio de los problemas más graves de nutrición de la población rural pobre: malnutrición proteicoenergética, deficiencia de vitamina A y deficiencia de yodo.

Progresos en la reducción de la insuficiencia ponderal de los niños menores de cinco años, 1982-98

Fuente: Oficina de Promoción de la Salud, Ministerio de Salud Pública, Gobierno de Tailandia, 1998.

El programa, que combinaba la vigilancia de la nutrición, la alimentación complementaria de los niños pequeños, la educación nutricional, una atención primaria de salud mejor y la producción de alimentos nutritivos, se orientaba a comunidades enteras. Comprendía una campaña de formación del público y la capacitación y movilización de voluntarios, uno por cada 10 hogares. Las actuaciones tenían por objeto aumentar la producción de pescado, pollos, hortalizas y frutas, promoviendo pautas de consumo de alimentos apropiadas y corrigiendo las creencias perjudiciales en relación con los alimentos. También se realizaron esfuerzos para mejorar la atención primaria de salud en las comunidades rurales. Además, las aldeas produjeron combinaciones de alimentos nutritivos (arroz, legumbres y sésamo o maníes) para complementar la alimentación de los niños pequeños que se comprobaba que estaban malnutridos. También se fomentaron los huertos de hortalizas, los estanques de peces y la cría de pollos para complementar los programas de alimentación escolar.

Este enfoque ha llevado a una reducción constante de la pobreza con el paso del tiempo (véase el cuadro) y ha permitido conseguir progresos considerables en la disminución del porcentaje de niños en edad preescolar con insuficiencia ponderal. En realidad, en un plazo de 10 años prácticamente se eliminaron de estos niños las formas más graves de malnutrición. Entre 1982 y 1998, los casos de malnutrición leve se redujeron del 35 al 8 por ciento de este grupo de edad, la malnutrición moderada del 13 a menos del 1 por ciento y la malnutrición grave del 2 por ciento a un nivel insignificante.

A partir de 1990, el Gobierno ajustó el programa para garantizar el mantenimiento de los logros ya obtenidos y abordar una serie más amplia de problemas. Se reestructuraron las disposiciones institucionales para intensificar la colaboración entre los ministerios pertinentes desde el nivel nacional hasta las comunidades. Si bien la comunidad siguió ocupando el centro del programa, se estableció una función de asociación más sólida para los administradores de los servicios públicos en los ámbitos de distrito y nacional.

También se amplió el alcance de las actuaciones. Una vez controlada la malnutrición proteicoenergética, el Gobierno pudo prestar atención a una gama más amplia de problemas de la alimentación y la nutrición e introducir otras mejoras en la calidad de vida.

El programa ampliado cuenta con siete elementos:

Reducción del porcentaje de la población que vive en la pobreza, 1988-96

Región

1988

1990

1992

1994

1996

Central

32,9

20,7

15,4

7,2

6,2

Oriental

15,5

19,4

11,9

7,5

3,8

Occidental

32,0

26,4

13,1

12,5

9,3

Septentrional

32,0

23,2

22,6

13,2

11,2

Nordoriental

48,4

43,1

39,9

28,6

19,4

Meridional

32,5

27,6

19,7

17,3

11,5

Bangkok metropolitano

8,0

6,9

3,6

2,4

1,9

Urbana

21,8

18,2

12,7

9,6

5,8

Rural

40,3

33,8

29,7

21,2

14,9

Nacional

32,6

27,2

23,2

16,3

11,4

Fuente: The poor Thai, Chulalongkorn University, Bangkok, Tailandia, 1998

Página precedenteInicìo de páginaPágina siguiente