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Sistemas alimentarios y COVID-19 en América Latina y el Caribe

Hábitos de consumo de alimentos y malnutrición












​FAO y CEPAL. 2020. Sistemas alimentarios y COVID-19 en América Latina y el Caribe: Hábitos de consumo de alimentos y malnutrición. Boletín N.°10. Santiago.



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    Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 – Inclusión económica y protección social para aliviar la pobreza
    Respuestas en favor de las personas pobres para una recuperación económica inclusiva tras la pandemia
    2021
    La pandemia COVID-19 está afectando de manera directa e indirecta la salud y el bienestar en todo el mundo. La enfermedad y las medidas de contención están exacerbando las desventajas sociales y económicas de las personas más vulnerables de la sociedad. Estos impactos sociales y económicos podrían provocar reveses devastadores en los esfuerzos por lograr la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Las persistentes desigualdades entre poblaciones rurales y urbanas, ricos y pobres, mujeres y hombres exacerbarán estos efectos. Las personas que viven en las zonas más afectadas por el cambio climático, los conflictos, el desplazamiento forzoso y la migración se verán aún más vulnerables. Las consecuencias socioeconómicas de la pandemia COVID-19 resaltan con mayor urgencia al llamado a la erradicación de la pobreza, especialmente en las zonas rurales. Teniendo en cuenta que cerca del 80% de los 734 millones de personas en pobreza extrema viven en zonas rurales, y que casi el 70% de las metas de los ODS se refieren a zonas rurales para lograr la Agenda 2030 es preciso dedicar mayor atención en el desarrollo rural. Según estimaciones actuales del Banco Mundial, la crisis impulsada por la pandemia COVID-19 podría hacer que a hasta 100 millones de personas se encuentren en situación de pobreza extrema para finales de 2020. Las comunidades rurales están menos preparadas y tienen menor capacidad para hacer frente a las consecuencias socioeconómicas de la pandemia y, dado el carácter interconectado de la mayoría de los espacios rurales, esto conlleva repercusiones significativas para los medios de vida rurales, los sistemas alimentarios en general y la seguridad alimentaria a nivel nacional. Las zonas rurales y las poblaciones rurales son una parte integral de las cadenas de suministro de alimentos en la producción, procesamiento, comercio y transporte, y se ven directamente afectadas por perturbaciones en la demanda y cualquier restricción de movilidad de la fuerza laboral o el transporte de bienes. La mayor parte de las poblaciones rurales, en especial las personas pobres, dependen de fuentes de ingresos diversificadas para su subsistencia, incluyendo jornales agrícolas y actividades no agrícolas. La actividad económica en las zonas rurales, especialmente para mujeres y jóvenes, es mayoritariamente informal.
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    Brochure, flyer, fact-sheet
    Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Transformación de los sistemas alimentarios
    Reconstruir para transformar durante el periodo de respuesta y recuperación
    2021
    Las perturbaciones provocadas por la crisis de la pandemia COVID-19 han puesto de relieve muchas de las debilidades de los sistemas alimentarios de hoy. Entre los principales desafíos se encuentran el acceso a alimentos seguros y nutritivos a precios asequibles en situaciones de restricción de movimientos y cierre de mercados, sumado a la vulnerabilidad de los trabajadores (en lo referente a salud e ingresos) en todo el sistema alimentario. Está en peligro la supervivencia misma de empresas e industrias, especialmente las micro, pequeñas y medianas empresas, desde productores, fabricantes, comerciantes y procesadores de alimentos, hasta transportistas y minoristas. Se han visto afectadas de manera desproporcionada las personas que trabajan en el sector de productos perecederos de alto valor e intensivos en mano de obra, productos que resultan esenciales para una buena nutrición, como son frutas y verduras, pescado y productos acuícolas, carne y productos lácteos. En muchos países, el gran número de personas que trabaja en el sector informal en todo el sistema alimentario ha exacerbado el impacto en los medios de vida. La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve las vulnerabilidades de aquellos países que dependen de importaciones de alimentos e insumos agrícolas, dando lugar a un nuevo debate sobre la creación de cadenas de valor más cortas para aumentar la flexibilidad y previsibilidad de los mercados y ayudar a minimizar las pérdidas para los productores. La pandemia ha acentuado la atención sobre muchas de las problemáticas que existen hoy, como la resistencia a los antimicrobianos, las enfermedades zoonóticas, el cambio climático, el fraude alimentario y la digitalización de los sistemas alimentarios, todas ellas con posibles consecuencias significativas para la inocuidad de los alimentos. Por otra parte, la importancia de preservar y proteger los recursos ambientales y la diversidad biológica como reguladores naturales de las enfermedades ha puesto el foco de la atención en la escala de destrucción de los hábitats naturales por los cambios en el uso de la tierra.
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    Brochure, flyer, fact-sheet
    Programa de la FAO de respuesta y recuperación ante la pandemia COVID-19 - Comercio y normas de inocuidad de alimentos
    Facilitar y acelerar el comercio alimentario y agrícola durante la pandemia COVID-19 y más allá
    2021
    La pandemia de COVID-19 tendrá un impacto sin precedentes en el comercio mundial y regional. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), el comercio mundial de mercancías en 2020 podría caer hasta en un 32%. La situación actual no se parece a ninguna otra crisis alimentaria o sanitaria de nuestra época, con choques paralelos de oferta y demanda de alcance global. La escasez de mano de obra por la restricción de la movilidad está afectando a todos los aspectos de las cadenas de suministro de alimentos y productos agrícolas, desde la producción hasta la elaboración y la venta al por menor, lo que conlleva riesgos tanto inmediatos como a largo plazo para la producción y la disponibilidad de alimentos. Al mismo tiempo, la enorme escala de la recesión económica, con pérdidas de empleo generalizadas y reducciones en los ingresos y las remesas, está suscitando una gran preocupación en torno al hambre y la malnutrición. Los grupos más vulnerables ya sufren de pobreza y padecen inseguridad alimentaria, especialmente en países afectados por múltiples crisis (variabilidad meteorológica extrema, plagas de langostas del desierto y enfermedades de plantas y animales), quienes están sufriendo una importante depreciación de sus divisas (sobre todo las economías que dependen de los productos básicos), y los afectados por conflictos, donde los vínculos logísticos y de distribución de la cadena de suministro ya son de por sí frágiles. Todo ello ha llevado a muchos países a adoptar distintas medidas para proteger a sus poblaciones de la crisis. Las restricciones comerciales puntuales han sido un aspecto habitual de la respuesta inmediata, tanto las restricciones a las importaciones por preocupaciones relativas a la inocuidad de los alimentos que no tienen necesariamente una base científica, como las restricciones a las exportaciones por preocupaciones relativas a la disponibilidad de alimentos en el país y la incertidumbre de los mercados. Se ha comprobado que este tipo de medidas no hacen sino exacerbar la situación y provocar perturbaciones en las cadenas de suministro. Por tanto, para mitigar los efectos de crisis como la pandemia COVID-19, en lugar de restringir el comercio, lo que en realidad haría falta sería facilitar y potenciar ese comercio, tanto dentro de las regiones como entre ellas y mejorar el acceso a los mercados.

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