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1

Nuevos retos para la consecución de los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación

Introducción

1.1

Los dirigentes reunidos en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación en 1996 afirmaron su «dedicación común y nacional a conseguir la seguridad alimentaria para todos» y acordaron trabajar para conseguir el objetivo inmediato de «reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde de 2015». Estos compromisos proporcionan lo que en el Marco Estratégico para la FAO 2000-20151 se describe como un «nuevo punto de referencia» para la Organización y constituirán el tema central de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después.

1.2

En la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial2 se situaba la seguridad alimentaria en un marco amplio. Se reconocía el «carácter polifacético de la seguridad alimentaria», poniendo de relieve las vinculaciones con la erradicación de la pobreza, la paz, la utilización sostenible de los recursos naturales, el comercio equitativo y la prevención de las catástrofes naturales y las situaciones de urgencia provocadas por el hombre. Se definía la seguridad alimentaria como «acceso físico y económico de todos en todo momento a alimentos suficientes, nutricionalmente adecuados e inocuos». En el Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, estructurado en torno a los siete compromisos de la Declaración de Roma (Recuadro 1.1), se presentaban 27 objetivos y 182 medidas propuestas, abarcando prácticamente todas las esferas de interés para la seguridad alimentaria mundial, regional, nacional, familiar e individual.

1.3

Los retos con los que se enfrenta la agricultura para garantizar la seguridad alimentaria mundial y la ordenación sostenible de los recursos naturales son múltiples y enormemente complejos. La agricultura está íntimamente vinculada a la naturaleza, y en consecuencia está expuesta a sus caprichos. Un año la naturaleza puede recompensar al mundo con cosechas abundantes, cuando las precipitaciones se producen coincidiendo con las necesidades de los cultivos: al año siguiente, los agricultores pueden ver sus cultivos devastados por la sequía, las inundaciones o los huracanes, o bien por plagas de langosta o por la propagación de plagas de las plantas y enfermedades de los animales que no conocen fronteras. Ahora bien, la agricultura también entraña el aprovechamiento de la naturaleza para satisfacer las necesidades humanas, que han crecido durante el último siglo a un ritmo impresionante en respuesta a tasas sin precedentes de crecimiento demográfico y de aumento del poder adquisitivo y el consumo de la población. El hecho de que los agricultores y los pescadores de todo el mundo consigan satisfacer las necesidades mundiales totales de alimentos se debe cada vez más a los adelantos científicos, que han revolucionado los métodos de producción y permitido conseguir un crecimiento rápido de la productividad de los recursos de tierras e hídricos.

RECUADRO 1.1

Los siete compromisos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación


Compromiso primero
Garantizaremos un entorno político, social y económico propicio, destinado a crear las mejores condiciones posibles para la erradicación de la pobreza y para la paz duradera, sobre la base de una participación plena y equitativa de las mujeres y los hombres, que favorezca al máximo la consecución de una seguridad alimentaria sostenible para todos.

Compromiso segundo
Aplicaremos políticas que tengan por objeto erradicar la pobreza y la desigualdad y mejorar el acceso físico y económico de todos en todo momento a alimentos suficientes, nutricionalmente adecuados e inocuos, y su utilización efectiva.

Compromiso tercero
Nos esforzaremos por adoptar políticas y prácticas participativas y sostenibles de desarrollo alimentario, agrícola, pesquero, forestal y rural, en zonas de alto y bajo potencial, que sean fundamentales para asegurar un suministro de alimentos suficiente y fiable a nivel familiar, nacional, regional y mundial y que combatan las plagas, la sequía y la desertificación, considerando el carácter multifuncional de la agricultura.

Compromiso cuarto
Nos esforzaremos por asegurar que las políticas de comercio alimentario y agrícola y de comercio en general contribuyan a fomentar la seguridad alimentaria para todos a través de un sistema de comercio mundial leal y orientado al mercado.

Compromiso quinto
Nos esforzaremos por prevenir y estar preparados para afrontar las catástrofes naturales y emergencias de origen humano, y por atender las necesidades transitorias y urgentes de alimento en formas que fomenten la recuperación, la rehabilitación, el desarrollo y la capacidad para satisfacer las necesidades futuras.

Compromiso sexto
Promoveremos la asignación y utilización óptimas de las inversiones públicas y privadas para impulsar los recursos humanos, los sistemas alimentarios, agrícolas, pesqueros y forestales sostenibles y el desarrollo rural en zonas de alto y bajo potencial.

Compromiso séptimo
Aplicaremos, vigilaremos y daremos seguimiento a este Plan de Acción a todos los niveles, en cooperación con la comunidad internacional.


1.4

La agricultura puede dar un aporte positivo al medio ambiente y al uso sostenible de los recursos naturales. Sin embargo, los métodos que emplea para aprovechar la naturaleza se han convertido en motivo de fuertes controversias, y la sostenibilidad de las tecnologías en las cuales se basa la intensificación de la agricultura se pone cada vez más en tela de juicio. Están despertando preocupación los frecuentes efectos negativos de la actividad agrícola en los ecosistemas y la biodiversidad, los riesgos para la salud humana y para el medio ambiente asociados con el uso excesivo o indebido de plaguicidas y fertilizantes, la degradación de la tierra a causa de la salinización y la disminución de la materia orgánica del suelo, la reducción de la base genética de las plantas cultivadas y el ganado, y los riesgos que suponen para los consumidores alimentos producidos en sistemas muy intensivos. También se está intensificando el debate sobre las interacciones entre la agricultura y los procesos de cambio climático, que no sólo se ven considerablemente afectados por la manera de utilizar la tierra, sino que además se prevé que van a tener repercusiones cada vez más perturbadoras en la agricultura.

1.5

El comercio internacional desempeña una función cuya importancia aumenta con rapidez en el mantenimiento de la seguridad alimentaria mundial, permitiendo cultivar productos básicos donde las condiciones locales ofrecen ventajas comparativas. Sin embargo, el creciente desplazamiento de productos agropecuarios alrededor del mundo también genera nuevos peligros, acelerando la propagación de plagas de las plantas y enfermedades de los animales, incluidas las transmitidas por los alimentos que afectan a las personas. Aunque generalmente se considera que la mundialización de la agricultura y la liberalización del comercio de productos agrícolas resultan en conjunto ventajosos para el bienestar, la manera de distribuir esos beneficios entre los agricultores y los consumidores, los países pobres y los países ricos es hoy objeto de un muchos debates.

1.6

En los cinco años transcurridos desde la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, muchas de las cuestiones mencionadas han adquirido nuevo realce. Han acarreado con ellas «el potencial de conflictos y agitaciones sociales y han hecho aflorar múltiples cuestiones éticas que son básicas para la seguridad alimentaria, el desarrollo rural sostenible y la gestión de los recursos, así como las alternativas o disyuntivas que hay entre estos distintos objetivos. Para la solución de estas cuestiones harán falta reflexión, diálogo y acción»3. En respuesta a su mandato, reafirmado en la Declaración de Quebec, de «contribuir a la construcción de un mundo en el que todas las personas puedan vivir con dignidad y con garantía de una seguridad alimentaria», la FAO está profundamente involucrada con los gobiernos de sus Estados Miembros, otras organizaciones internacionales, la comunidad científica, el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil en este proceso de reflexión, diálogo y, por encima de todo, actuación. La mayoría de estos problemas, si no todos, ya eran motivo de preocupación en el momento en que se aprobaron la Declaración de Roma y el Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, pero han surgido con fuerza renovada en los cinco últimos años. Requieren, por tanto, un trato específico en cualquier examen del entorno mundial que aborde el problema de la aplicación de los compromisos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación.

1.7

Aunque es demasiado pronto para analizar la respuesta de los países o de otras organizaciones a estos retos, nuevos o que se dejan sentir de manera más acuciante, es posible ilustrar algunas de las medidas adoptadas hasta ahora por la FAO en respuesta a ellos. La propia orientación de la FAO se ha definido con mayor decisión mediante el proceso de planificación estratégica que se inició después de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. En el Marco Estratégico para la FAO 2000-20154 se señalan las principales tendencias y fuerzas que se prevé que han de influir en la labor de la FAO y se agrupan las medidas correspondientes en las siguientes estrategias para toda la Organización: A) contribuir a la erradicación de la inseguridad alimentaria y de la pobreza rural; B) promover, elaborar y realizar marcos reglamentarios y de políticas para la alimentación, la agricultura, la pesca y la silvicultura; C) conseguir aumentos sostenibles del suministro y la disponibilidad de alimentos y otros productos de los sectores agrícola, ganadero, pesquero y forestal; D) apoyar la conservación, la mejora y la utilización sostenible de los recursos naturales para la alimentación y la agricultura; y E) mejorar la adopción de decisiones mediante el suministro de información y evaluaciones, y fomentar la gestión de conocimientos para la alimentación y la agricultura. Es en este contexto que el presente capítulo ofrece un cuadro sintético y selectivo de la forma en que ha respondido la FAO a diversos nuevos retos para la seguridad alimentaria mundial.

Conflictos y catástrofes naturales

1.8

Las catástrofes naturales y provocadas por el hombre son una fuente importante de mortalidad, lesiones y desplazamientos de personas: también han ocasionado efectos enormemente perjudiciales en el bienestar de los agricultores y en sus bienes, así como en el suministro local y nacional de alimentos. Si no se manejan de manera adecuada, tales catástrofes pueden causar situaciones de escasez grave de alimentos, crear condiciones en las cuales el hambre cobra su tributo a las poblaciones afectadas y alterar los mercados mundiales de productos alimenticios. La tendencia más alarmante es el brusco aumento del número de países afectados por catástrofes provocadas por el hombre, que han pasado de un promedio de cinco en los años ochenta a 22 en el año 2000, debido sobre todo a conflictos. Las situaciones de emergencia con repercusiones sociales y económicas importantes también son debidas a la propagación de plagas de las plantas y enfermedades de los animales, así como enfermedades humanas, en particular el VIH/SIDA, la tuberculosis y el paludismo. Aunque se ha aprendido mucho de la experiencia sobre la manera de predecir la mayoría de los tipos de catástrofes, y aunque las nuevas tecnologías permiten publicar con más tiempo las advertencias de condiciones atmosféricas adversas, desde la Cumbre Mundial sobre la Alimentación se ha registrado un aumento alarmante del número de países afectados por catástrofes relacionadas con los fenómenos meteorológicos cada año, que han pasado de 28 a 46 entre 1996 y 2000: además, esta tendencia parece haberse asociado a un incremento en la magnitud de los daños. El aumento se ha producido en gran parte en países afectados por catástrofes naturales (que han pasado de 10 a 18 al año), pero no se sabe con certeza en qué medida se debe esto a los efectos del cambio climático inducido por el calentamiento del planeta, y en consecuencia por la actividad humana.

1.9

Una de las consecuencias del reciente aumento del número y la escala de las catástrofes es que han tendido a concentrar la atención internacional y nacional -así como los recursos- en las actividades destinadas a limitar los daños, desviando la atención de cuestiones menos dramáticas, pero posiblemente más importantes, que se consideran menos urgentes. Así parece ocurrir en relación con los problemas del hambre crónica, mala salud crónica e incapacidad, en que muchos de los que más la sufren se dejan ver difícilmente e incluso muchas veces se quedan en casa marginados de la vida cotidiana. Sin embargo, es precisamente por no abordarlos de manera satisfactoria por lo que hay un número muy elevado de familias pobres expuestas a ser muy vulnerables a las situaciones de crisis, sean de origen natural o sean consecuencia de la actividad humana. Es necesario anticiparse a los desastres, aumentando la capacidad de recuperación de las comunidades pobres y aquejadas por la inseguridad alimentaria ante las situaciones de crisis y mejorando los sistemas de alerta. Cuando de todas formas se produce una catástrofe lo que se necesita es una asistencia de socorro rápida y suficiente, seguida de un esfuerzo sostenido para reconstruir los medios de sustento y la autosuficiencia de la población.

Situaciones de emergencia provocadas por el hombre

1.10

Los conflictos armados son la principal fuente de catástrofes provocadas por el hombre. Al final del siglo XX había entre 30 y 40 países enzarzados en conflictos, y cientos de millones de personas afectadas. Las guerras estaban muy concentradas en los países menos adelantados de África, pero en los años noventa también se registraron actividades bélicas importantes en el Cercano Oriente, los Balcanes, América Central y Asia5. Ha habido una tendencia a pasar de las guerras entre países a los conflictos internos, que a menudo han provocado desplazamientos masivos de población rural, saqueos de fincas y la colocación indiscriminada de minas terrestres. Las pérdidas económicas y las interrupciones del suministro de alimentos y el acceso a ellos pueden ser enormes, especialmente en los países de bajos ingresos, y la recuperación del sector agropecuario tras los daños ocasionados por la guerra puede resultar lamentablemente lenta. Según las estimaciones, las repercusiones directas de los conflictos en la agricultura (en 23 países para los cuales había datos disponibles) ascendieron a cerca de 55 000 millones de dólares EE.UU. entre 1990 y 1997, correspondiendo en el último año al 40 por ciento de su PIB agrícola combinado.

1.11

En la medida en que los conflictos surgen a menudo de la competencia por los escasos recursos, gran parte de la labor de la FAO, particularmente en la esfera legislativa y de la reglamentación, tiene consecuencias para la prevención de los conflictos. Los acuerdos sobre la distribución de los recursos hídricos internacionales y sobre los derechos de pesca, la aclaración de los mecanismos de tenencia de la tierra y las medidas que llevan a potenciar la función de las comunidades en la ordenación de los recursos naturales contribuyen a reducir la tensión entre los países y dentro de ellos.

1.12

A menudo se establece una distinción entre respuesta de urgencia, recuperación y desarrollo, mientras que en la práctica se trata de distintas etapas de un proceso continuo que requiere un compromiso a largo plazo tanto de los gobiernos como de la comunidad internacional y las poblaciones interesadas. El peligro es que una vez que la atención se ha alejado de las escenas desgarradoras de las situaciones de guerra y posteriores a los conflictos que afectan a una cierta zona, resulta cada vez más difícil mantener el esfuerzo y movilizar los recursos necesarios para restablecer la seguridad alimentaria y sostener el crecimiento agrícola, predisponiendo a las poblaciones afectadas a una recaída en conflictos.

1.13

La FAO ha aumentado considerablemente la escala de sus actividades de urgencia y las está ampliando de manera progresiva, pasando del suministro de insumos agrícolas inmediatamente después de las catástrofes a la recuperación inicial en las situaciones posteriores a los conflictos, incluida y la reintegración en la agricultura de los excom-batientes y los agricultores desplazados. Este trabajo se coordina estrechamente con el socorro alimentario administrado por el Programa mundial de alimentos (PMA). Ha habido también un incremento progresivo en la escala de las operaciones de ayuda alimentaria de urgencia. El valor alcanzado por las operaciones de emergencia aprobadas conjuntamente por la FAO y el PMA pasaron de una media de 750 millones de dólares EE.UU. al año durante el período de 1995/98 a 1 200 millones de dólares anuales en 1999/2000. La asistencia de urgencia para la agricultura distribuida pasó de 28 millones de dólares EE.UU. en 1997 a cerca de 70 millones en el año 2001 en más de 50 países. Sin embargo, el nivel de esta asistencia, no sólo de la FAO, sino también de sus asociados, sigue siendo muy bajo en comparación con las necesidades del socorro agrícola.

La FAO también se ocupa del componente agropecuario del Programa de petróleo por alimentos en el Iraq, al cual se han asignado 682 millones de dólares EE.UU. desde su comienzo en enero de 1997. En varios países (por ejemplo, Angola, Camboya, Haití) la Organización ha ayudado a los gobiernos a examinar y reajustar sus políticas agrarias inmediatamente después de las agitaciones políticas o los conflictos internos, a fin de crear un entorno normativo y condiciones institucionales propicios para la inversión y el crecimiento de la agricultura.

Catástrofes naturales

1.14

El 60 por ciento de las pérdidas económicas totales provocadas por catástrofes naturales entre 1990 y 1999 se debió a tormentas e inundaciones, frente a un 25 por ciento, aproximadamente, que obedeció a terremotos y erupciones volcánicas6. Se estima que en 1998 los daños, atribuidos en gran parte a los fenómenos de El Niño y La Niña, ascendieron a 89 000 millones de dólares EE.UU., murieron unas 32 000 personas, y 300 millones tuvieron que desplazarse abandonando sus hogares y sus sistemas de subsistencia. En los últimos años ha habido grandes tormentas e inundaciones que han azotado China, Bangladesh, Viet Nam, Camboya, India, el África austral (especialmente Mozambique), América Central, el Caribe y Venezuela. Las inundaciones, que precedieron una sequía, también constituyeron una causa importante de las graves situaciones de escasez de alimentos que afectaron a ciertas zonas del Cuerno de África en el año 2000. Los pequeños Estados insulares en desarrollo siguen siendo particularmente vulnerables a las calamidades ocasionadas por fenómenos climáticos, porque con frecuencia se producen en ellos a escala nacional.

1.15

Muchos peligros naturales no ocasionan catástrofes. La medida en que una situación de catástrofe es inducida por fenómenos naturales depende mucho de la eficacia de los sistemas de alerta, de la naturaleza y el alcance de la actividad humana y de la magnitud de la infraestructura y los servicios capaces de ofrecer protección. La población pobre de las zonas densamente pobladas de los países en desarrollo es la más vulnerable a las catástrofes naturales, y los estudios realizados parecen indicar que las proporciones cada vez mayores que adquieren tales catástrofes deben atribuirse en cierta medida a presiones económicas, sociales y demográficas, que contribuyen a la degradación del medio ambiente. Por otra parte, como se ha demostrado en un proyecto dirigido por la FAO en Honduras7, existen buenas oportunidades de fortalecer la capacidad de recuperación de las zonas rurales densamente pobladas en caso de grandes tormentas e inundaciones. Esto puede lograrse trabajando con las comunidades para abordar las cuestiones relacionadas con la ordenación y la tenencia de la tierra y establecer una cubierta más adecuada del suelo y condiciones más propicias para la captación y retención de las aguas pluviales in situ, reduciendo de tal modo las dañinas escorrentías.

1.16

En consonancia con el Compromiso quinto del Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, la FAO, junto con los organismos asociados, ha procurado fortalecer su capacidad de prevenir y estar preparada para afrontar las catástrofes naturales y otras situaciones de urgencia, de conformidad con la estrategia A.3 del Marco Estratégico de la Organización. Gran parte de la atención se ha centrado en fortalecer la capacidad de alerta mejorando los resultados de los Sistemas mundiales de información y alerta sobre la alimentación y la agricultura (SMIA), en parte mediante un aumento del número de misiones de evaluación de los cultivos y el suministro de alimentos (que se elevaron de 26 en 1994 a 36 en 2000, el 70 por ciento de las cuales se organizó conjuntamente con el PMA).

1.17

Como parte de su Plan a Plazo Medio (2002-2007), la Organización ha adoptado medidas para aumentar su capacidad de planificación a largo plazo con miras a prevenir y mitigar los efectos de las catástrofes. Así lo ilustra claramente el estudio solicitado por el Secretario General de las Naciones Unidas y realizado por un Grupo de Trabajo interorganismos sobre la respuesta de las Naciones Unidas a los problemas de seguridad alimentaria, desarrollo agrícola y aspectos conexos en el Cuerno de África8. El grupo, en el que participaron diez organismos de las Naciones Unidas, fue presidido por el Director General de la FAO, y la Organización proporcionó la secretaría. Este estudio ilustra la enorme complejidad de la tarea de reducir la vulnerabilidad de algunos de los países de mayor inseguridad alimentaria del mundo a las conmociones resultantes de peligros naturales y provocados por el hombre. Haciendo hincapié en la creación de un entorno normativo e institucional fortalecido, solicita un esfuerzo constante de los países interesados, las organizaciones regionales y la comunidad internacional para prevenir las catástrofes, aliviar las situaciones inmediatas de escasez de alimentos y crear una base más firme para la mejora de los medios de sustento, especialmente para la población rural.

1.18

La FAO también participa activamente en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación como miembro del Comité de Facilitación y del Grupo de Asesoramiento Técnico del Mecanismo Mundial. Asimismo, lleva a cabo diversas actividades normativas relacionadas con la labor del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambios Climáticos (IPCC), considerando en particular la función de los bosques y los suelos en la absorción del carbono9, así como las consecuencias del calentamiento del planeta para los Estados ribereños de tierras bajas y los pequeños Estados insulares.

Plagas y enfermedades transfronterizas

1.19

En los últimos años se han introducido a través de las fronteras, con particular frecuencia y con una incidencia especialmente elevada, plagas de los cultivos y los productos almacenados así como enfermedades del ganado. Muchas de ellas son capaces de desplazarse rápidamente a través de grandes distancias, amenazando la seguridad alimentaria y los ingresos de los agricultores, perturbando el comercio y, en algunos casos, transformándose en un peligro para la salud humana. Los costos económicos de las plagas de langosta y de gardama que azotaron los cultivos de África y el Cercano Oriente, del virus del mosaico de la mandioca en distintas partes de África, la peste porcina en Haití, la fiebre porcina en el oeste de África, la fiebre del Valle del Rift en el Cuerno de África, Arabia Saudita y Yemen, la fiebre de la costa oriental en el África austral y oriental, el gusano barrenador del Nuevo Mundo en África del Norte y Cercano Oriente, la fiebre aftosa en el Reino Unido y la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en Europa han sido enormes.

RECUADRO 1.2

El cambio climático y la FAO después de Marrakesh


Durante el séptimo período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-7), que tuvo lugar en Marrakesh, Marruecos, en noviembre de 2001, fueron 171 los gobiernos que redactaron los detalles finales del Protocolo de Kyoto de 1997 sobre el Cambio Climático, que obliga a esos países industrializados y países in transición (también llamados los países del Anexo I) a reducir las emisiones netas de gases de invernadero en cantidades fijas. Para el primer período de compromiso, que va de 2008 a 2012, las Partes acordaron una reducción neta de aproximadamente 250 000 tm de carbono (C). Las últimas negociaciones tal vez permitan que el Tratado entre en vigor diez años después de la Conferencia de Río de Janeiro en 2002. Se convertirá entonces en ley cuando al menos 55 países lo ratifiquen, entre ellos países industrializados que fueron responsables de al menos el 55 por ciento de emisiones de dióxido de carbono en todo el mundo durante 1990. Las negociaciones sobre el cambio climático, que han sido seguidas de cerca por la FAO y su Grupo Interdepartamental de Trabajo sobre Cambio Climático, han creado nuevos retos cruciales para la Organización.

  • La deforestación, la degradación de los bosques y la intensificación de los cultivos agrícolas, cuestiones centrales para la FAO, pueden contribuir al cambio climático liberando gases de invernadero, con lo que se da mayor vigor a la motivación de conservación de bosques y suelos.
  • Los bosques y los sistemas agrícolas de muchas regiones sufrirán los efectos desfavorables del cambio climático en el futuro, provocando el desafío de iniciar un proceso de adaptación aquí y ahora.
  • Las partes interesadas pueden conseguir en parte sus objetivos de reducción netos utilizando la bioenergía y «sumideros», que fijan el carbono como biomasa en la utilización de la tierra, el cambio de su uso y la silvicultura, y que suponen preocupaciones de primerísimo orden para la FAO.

En las negociaciones ha predominado este último aspecto. Países industrializados pueden pretender ahora todo el crédito que se merecen por el secuestro del carbono conseguido durante el primer período de compromiso mediante la forestación y repoblación forestal efectuadas desde 1990, y el manejo y restablecimiento de las tierras de cultivos y pastizales. Además, podrán, con los condicionamientos propios de cada país, obtener créditos para la gestión de los bosques nacionales.

De especial importancia para la FAO son los llamados mecanismos flexibles que pueden adoptar los países paralelamente a la reducción de las emisiones en el plano nacional y que comprenden sumideros en agricultura y silvicultura. En la aplicación conjunta, un país donante del Anexo I podrá cumplir la totalidad o parte de su compromiso mediante proyectos de sumideros en otro país industrial. A nivel mundial, los países industriales pueden invertir en proyectos de forestación y repoblación forestal en países no comprendidos en el Anexo I al amparo de la compraventa de derechos de emisión del Mecanismo de Desarrollo Limpio. De esta forma, uno de los principales servicios ambientales a nivel mundial que prestan los bosques consigue un valor de mercado. Inicialmente puede ser modesto, pero la agricultura y la silvicultura están llamadas a cambiar de muchas formas, y por eso el sistema de compraventa de derechos dará lugar, según se prevé, a grandes transferencias de fondos de países desarrollados a países en desarrollo.

El Acuerdo de Marrakesh comprende también otros sectores de gran trascendencia para la FAO, como la conexión entre el cambio climático y el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la sinergia entre la Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención de Lucha contra la Desertificación. Además, el Acuerdo establece tres fondos: el Fondo Especial para el Cambio Climático, el Fondo de Adaptación y el Fondo para los Países Menos Adelantados, los cuales pueden también prestar apoyo a la conservación, rehabilitación, ordenación y adopción de tierras agrícolas y forestales donde no entran en juego los mecanismos del mercado. La FAO puede contar con sus activos tradicionales, cooperando con sus asociados internacionales para promover los nuevos cometidos de las tierras agrícolas y forestales por lo que respecta al alivio del cambio climático, la conservación de los depósitos de carbono y la adaptación de la agricultura a los riesgos de una señal de alerta mundial.

La Conferencia de la FAO de 2001 fijó el Cambio Climático como esfera prioritaria de acción interdisciplinal. Esto, acompañado de las decisiones tomadas en el COAG y en el COFO, debe contribuir a conseguir el objetivo de «extender la competencia de la FAO en este sector tan complejo y potenciar su contribución técnica a las iniciativas internacionales vinculadas a la adaptación del cambio climático y a su alivio».


1.20

Las plagas de productos almacenados como el gorgojo mayor de los cereales, que se está difundiendo rápidamente en toda el África oriental y austral tras su introducción accidental, minan la seguridad alimentaria de un gran número de agricultores de subsistencia que producen maíz como cultivo básico. Es más, la pérdida de cultivos después de la recolección a causa de plagas y enfermedades durante el almacenamiento y del deterioro sufrido en fases posteriores de la cadena alimentaria constituyen una importante causa de desperdicio de los cultivos en todo el mundo.

1.21

Aunque se han logrado progresos considerables en la reducción de la incidencia de algunas importantes enfermedades del ganado, como la peste bovina (cuya erradicación de todo el mundo está prevista para el año 2010), al mismo tiempo crece progresivamente el peso de los factores que favorecen la difusión de las plagas y enfermedades de las plantas y los animales. Estos factores comprenden el rápido incremento del comercio y el tráfico internacionales, y en particular el comercio internacional de plantas, productos vegetales y animales entre lugares muy distantes10, agravado por el desplazamiento creciente de plantas y animales vivos y productos frescos; una actividad agropecuaria cada vez más intensiva, en particular las prácticas de monocultivo en gran escala y las concentraciones de ganado destinado a una producción univalente; la reducción de la variabilidad genética de los principales cultivos mundiales y la imposición de límites progresivamente más estrictos para el uso de algunos plaguicidas de los que se dependía considerablemente para combatir las plagas migratorias de las plantas y las plagas de los cereales durante el almacenamiento. Todo cambio futuro en la temperatura y la humedad como consecuencia del calentamiento del planeta podría tener repercusiones importantes en la distribución de las plagas de los cultivos y los insectos vectores de enfermedades del ganado. En algunos países en desarrollo y países en transición, las situaciones de conflicto y el desmoronamiento de los servicios veterinarios y de protección fitosanitaria no han permitido ejercer una vigilancia adecuada.

1.22

Un acontecimiento reciente que ha suscitado particular preocupación ha sido la aparición de enfermedades de animales aparentemente nuevas, que incluyen no sólo la EEB sino también el síndrome reproductivo y respiratorio de los porcinos, el virus Nipah y el morbilivirus en los equinos.

1.23

En el caso de las plagas y enfermedades transfronterizas, las medidas de lucha y contención en el origen suponen costos más bajos y ofrecen resultados más seguros que los intentos de responder a brotes catastróficos cuando ya se han difundido a nuevos ámbitos. Ahora bien, esto exige nuevas modalidades de cooperación entre los países y la voluntad de los que aún no se han visto afectados por una plaga o enfermedad potencialmente dañina de invertir recursos para su contención y lucha en los países donde la plaga o enfermedad está presente.

1.24

Esta idea es la que ha impulsado a la FAO a establecer el Sistema de prevención de emergencia de plagas y enfermedades transfronterizas de los animales y las plantas (EMPRES), que ha planteado los principios de alerta, reacción rápida, investigaciones de apoyo y coordinación, principios que han encontrado aceptación universal a pesar de que la financiación del sistema dista mucho de ser suficiente. Las medidas adoptadas por la Organización en este campo comprenden la asistencia a los países para hacer frente a los brotes de plagas y enfermedades transfronterizas (como la garrapata Amblyomma variegatum y la peste porcina clásica en el Caribe), el perfeccionamiento de sistemas de vigilancia, la convocación de reuniones técnicas y de alto nivel sobre problemas importantes relacionados con las enfermedades (en particular la EEB y la fiebre aftosa), la capacitación de especialistas en sanidad animal y el desempeño de funciones directivas en la erradicación de la peste bovina. Incluyen, además, la prestación de asistencia a los Miembros para establecer y fortalecer sistemas de alerta y lucha temprana contra la langosta del desierto. Sin embargo, por lo general las medidas internacionales de detección y control de las plagas y enfermedades en el origen llegan demasiado tarde, y esto se debe en parte a la falta de fondos de fácil acceso que posibiliten una respuesta rápida y una vigilancia sostenida con un sistema eficaz de alerta. Es también importantísimo que se mantenga el proceso de erradicación mundial verificable de la peste bovina para prevenir una reaparición desastrosa de esta plaga del ganado.

VIH/SIDA

1.25

La epidemia de VIH/SIDA constituye una importante amenaza para la seguridad alimentaria, la producción agrícola y el tejido social de las comunidades rurales en muchos países. Las personas infectadas en todo el mundo son aproximadamente 40 millones, el 95 por ciento en países en desarrollo; 28,1 millones están en el África subsahariana, 7,1 millones en Asia, de los cuales 4 millones en la India. El VIH/SIDA induce una espiral descendente en el bienestar de la familia a partir del momento en que se enferma el primer adulto. Los gastos en atención médica crecen, la productividad se reduce, los ingresos bajan, se venden bienes, los niños abandonan prematuramente la escuela y pasan a engrosar las filas de los vagabundos, y a los gastos que debe afrontar la familia se suma la pesada carga económica de los funerales. La pandemia pues repercute severamente en la capacidad de los hogares tanto para comprar alimentos, por su empobrecimiento, como para producirlos a causa de la falta de mano de obra. Pero los efectos de la enfermedad también se dejan sentir en los ámbitos comunitario y nacional: se produce un desfase generacional que reduce la mano de obra apta para el trabajo y deja en manos de los abuelos el cuidado de los niños huérfanos, a menudo también infectados desde el nacimiento. En los diez países africanos más afectados el volumen de la fuerza de trabajo agrícola podría reducirse en una cuarta parte para el año 2020, con enormes repercusiones para la relación de dependencia de los hogares, la producción agrícola y el crecimiento económico.

1.26

El polo de atención de la FAO se centra principalmente en la incorporación de un elemento VIH/SIDA, cuando proceda, a sus iniciativas en curso en materia de seguridad alimentaria, nutrición y desarrollo agrícola, así como en sus operaciones de urgencia, en los países afectados. Desde 1988, la FAO ha venido llevando a cabo evaluaciones de las consecuencias de la enfermedad en diversas facetas de la agricultura, la seguridad alimentaria y el desarrollo rural. Por ejemplo, en determinados países africanos se han realizado estudios sobre las repercusiones del VIH/SIDA en las organizaciones de extensión agraria, sistemas de explotación agrícola, ganado, acceso a la tierra y conservación de los recursos genéticos. En Asia, las metodologías participativas utilizadas por las escuelas de campo para agricultores y los programas de manejo integrado de plagas se están aplicando con buenos resultados a la prevención del VIH/SIDA. Se están elaborando directrices para la atención nutricional comunitaria y familiar de los pacientes de VIH/SIDA y los hogares afectados. La FAO está aplicando una estrategia conjunta para aliviar los efectos del VIH/SIDA en la seguridad alimentaria y la pobreza rural, en conjunción con el PMA y el FIDA. La cooperación con el ONUSIDA se inició con un acuerdo marco cooperativo en 1999 y se ha convertido en un programa conjunto en toda regla. Su objetivo es prevenir y aliviar los efectos del VIH/SIDA en la seguridad alimentaria y subsistencia rural, reduciendo la vulnerabilidad de los campesinos pobres a la enfermedad y promoviendo un desarrollo rural sostenible.

Recursos de agua dulce

1.27

Una serie de conferencias internacionales, en particular el sexto período de sesiones de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible (CDS6) y el Segundo Foro Mundial sobre Recursos Hídricos, han puesto en primer plano el conflicto creciente entre los enfoques de «Agua para la producción de alimentos y el desarrollo rural» y «Agua para la naturaleza». En opinión de muchos, la solución de las diferencias entre ambos criterios sectoriales es uno de los retos fundamentales con que se enfrenta la sociedad al comienzo del siglo XXI. Tal como lo demostró la Comisión Mundial de Recursos Hídricos, a principios del siglo XXI la competencia creciente por el agua agravará aún más, si no se adoptan medidas decisivas, los problemas internos de abastecimiento de agua, la contaminación de las aguas, la escasez regional de alimentos y las condiciones del medio ambiente.

La actuación inadecuada ante esta crítica situación tendría como resultado un gran número de personas sin acceso a agua inocua, en condiciones de inseguridad alimentaria y con una situación de salud cada vez más precaria. La competencia por recursos hídricos escasos, sobre todo cuando éstos atraviesan las fronteras nacionales, es a menudo fuente de disputas y puede desembocar en conflictos. La extracción del agua freática ya excede las tasas de reposición en muchas zonas que dependen considerablemente del riego, por ejemplo en la China septentrional, algunas partes de la India y muchos países del Cercano Oriente.

1.28

Los usos del agua se reparten principalmente entre el consumo humano (9 por ciento), la industria (20 por ciento) y la agricultura (71 por ciento). Puesto que la agricultura de regadío es la principal usuaria del agua que se extrae del ambiente natural para destinarla a actividades humanas, el futuro de dicho sector constituye el núcleo central del debate. Algunas fuentes afirman que para alcanzar la seguridad alimentaria mundial y nacional se requeriría de un 15 a un 20 por ciento más de agua. Consideran que las estrategias nacionales deberían centrarse en opciones para reducir al mínimo los costos ecológicos y sociales que acarrea el intento de aprovechar el agua para la agricultura. Otros opinan que la expansión del riego no constituye una opción aceptable por los elevados costos sociales y ecológicos que supone, y que existen otros medios para producir alimentos suficientes. Lo que está en juego es la magnitud y el carácter de las inversiones locales y nacionales que se necesitan a fin de producir alimentos para una población creciente, proporcionar medios de subsistencia sostenibles a la población rural pobre y mantener la calidad y la integridad del medio ambiente.

1.29

El agua dulce también desempeña una función económica importante en la pesca continental, la navegación y la generación de energía hidroeléctrica, así como en el mantenimiento de la biodiversidad y la moderación de las condiciones climáticas extremas a nivel local. Aunque el riego abarca solamente el 17 por ciento de las tierras agrícolas, representa alrededor del 40 por ciento de la producción mundial de alimentos y en el futuro desempeñará una función cada vez más importante para la seguridad alimentaria mundial, al disminuir las oportunidades de extender las fronteras de la actividad agrícola.

Sin embargo, gran parte de las tierras más fáciles de regar y muchos de los lugares más adecuados para el almacenamiento del agua ya se aprovechan para estos fines. Existen, además, serias preocupaciones ecológicas y sociales en cuanto a los efectos de las grandes presas y los sistemas importantes de trasvase de agua entre cuencas.

1.30

La distribución de las tierras de regadío entre las distintas regiones es sumamente desigual. Mientras que en el sur de Asia es de regadío el 42 por ciento de las tierras de labranza, este porcentaje desciende al 31 por ciento en el Cercano Oriente y África del Norte, al 14 por ciento en América Latina y a sólo el 4 por ciento en el África subsahariana. Su valor medio en las regiones en desarrollo es del 27 por ciento.

1.31

Uno de los mecanismos más importantes para aumentar la producción de la agricultura de regadío consiste en elevar la productividad de los sistemas de riego existentes, es decir, la producción de alimentos por unidad de agua consumida. La eficacia actual del aprovechamiento del agua es tan baja (del 25 al 40 por ciento) que existe un margen considerable para mejorarla. A fin de acrecentar la eficacia del aprovechamiento del agua para la agricultura puede aplicarse una combinación de medidas técnicas y de ordenación. Para lograr tales mejoras suele necesitarse una cooperación más intensa entre los agricultores en la ordenación y el mantenimiento de los sistemas de riego, asociada a un sistema de fijación de precios del agua que desaliente su derroche, ofrezca incentivos para un uso eficiente y asegure suficiente financiación para mantener los sistemas. El derroche no sólo equivale a malgastar un recurso escaso, sino que puede provocar la degradación de la tierra, y en particular anegamientos y salinización, fenómeno que afecta ya en medida variable a más de 30 millones de hectáreas y ocasiona pérdidas de producción sustanciales.

1.32

Muchos proponen que se fomente el riego en pequeña escala para evitar las controversias respecto de los problemas ambientales, sociales y de ordenación relacionados con el riego en gran escala. Los planes de riesgo en pequeña escala fomentan la propiedad comunitaria y movilizan recursos locales. Tienen asimismo un costo relativamente reducido y una capacidad de recuperación incluso en condiciones adversas, además de ofrecer una productividad elevada, especialmente cuando se implantan en zonas cercanas a los mercados urbanos.

1.33

Muchas ciudades, en particular en África, están rodeadas de cinturones verdes de horticultura sumamente productiva. En los últimos años se ha observado un rápido crecimiento de la agricultura periurbana, que en algunos países proporciona hasta un 40 por ciento del consumo total de frutas y hortalizas de las ciudades. A causa de este crecimiento de la agricultura periurbana y de la demanda creciente de agua, los productores de los países donde ésta escasea recurren cada vez más al empleo de aguas residuales no tratadas o tratadas parcialmente para la producción de hortalizas. Tal situación comporta graves peligros para la salud por sus repercusiones negativas en el medio ambiente. Se necesitan tecnologías idóneas para el tratamiento de las aguas residuales y para asegurar la inocuidad de la cadena alimentaria desde el productor periurbano hasta el mercado local.

1.34

A través de sus actividades normativas y sus programas de campo, la FAO aborda actualmente muchas de estas complejas cuestiones. Colabora estrechamente con el Banco Mundial, los centros del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (GCIAI) y otros asociados, apoyando enfoques innovadores para la ordenación de los recursos hídricos y mejoras en la eficacia del aprovechamiento del agua. Con sus conocimientos especializados sobre la ordenación de los recursos hídricos y la legislación en la materia, la Organización participa activamente en el proceso de garantizar la ordenación equitativa de los recursos hídricos a través de las fronteras internacionales. Desempeña asimismo un papel importante al brindar asistencia a los países Miembros en la formulación de estrategias para el sector del riego y la preparación de proyectos de riego -muchos de los cuales se centran en la modernización técnica e institucional y el aumento de la eficacia del aprovechamiento del agua- para su financiación por las instituciones financieras internacionales. La FAO aplica métodos experimentales para lograr que las asociaciones de usuarios administren los sistemas de riego con mayor eficacia, a menudo en el marco del Programa especial para la seguridad alimentaria (PESA).

Evolución de la tecnología

1.35

Todas las proyecciones de la producción agrícola en los primeros decenios del siglo XXI11 destacan la función cada vez más importante que desempeñará la intensificación de la agricultura para responder al crecimiento previsto de la demanda de alimentos. Tanto las variedades mejoradas de cultivos y de razas de animales como el aumento del uso de fertilizantes y plaguicidas, el equipo agrícola más adecuado y las mejoras en las prácticas zootécnicas y zoosanitarias han contribuido en medida notable al crecimiento de la producción agropecuaria durante la segunda mitad del siglo XX, que no sólo ha respondido a las demandas de una población mundial que se ha duplicado, pasando de 3 000 millones de habitantes en 1960 a los 6 000 millones actuales, sino que ha permitido también que la ingesta alimentaria media se elevara de 2 250 a 2 800 kcal diarias. Sin embargo, los ecologistas y los consumidores dudan de la sostenibilidad de los sistemas intensivos de cultivo de los que depende, en una medida cada vez mayor, la seguridad alimentaria mundial, y de la inocuidad de los alimentos que dichos sistemas producen. En particular, existen inquietudes compartidas por las autoridades responsables de la salud pública y el medio ambiente respecto a los efectos que el uso excesivo y erróneo de plaguicidas y fertilizantes puede tener en la salud humana, los ecosistemas y la biodiversidad. Un factor importante es la contaminación de los recursos hídricos en zonas de agricultura muy intensiva tanto de países en desarrollo como desarrollados. La reducción de la diversidad genética de las principales especies de cultivos y de ganado se considera cada vez más como una fuente de riesgo potencial. También crece la insistencia de los consumidores en señalar los posibles riesgos para la inocuidad de los alimentos que suponen los residuos de plaguicidas, las enfermedades y los contaminantes transmitidos por los alimentos y la transmisión de enfermedades del ganado a las personas (véase la sección referente a la inocuidad de los alimentos).

1.36

Estas preocupaciones están destinadas a impulsar, con el tiempo, innovaciones que permitirán perfeccionar modalidades más sostenibles de ordenación intensiva de la tierra y el ganado. Sin lugar a dudas los aumentos de rendimiento seguirán derivándose en su mayor parte de mejoras de la tecnología clásica y tradicional, combinadas con el mejoramiento de la eficacia del uso de los recursos hídricos y la absorción de nutrientes por las plantas y los animales. Por otra parte el acceso a las tecnologías tradicionales sigue estando fuera del alcance de muchos agricultores, como se pone de manifiesto en los reducidos niveles de utilización de fertilizantes en África (unos 19 kg por hectárea al año, frente a 100 kg en Asia oriental y 230 kg en Europa occidental). Los problemas de acceso a las tecnologías, en que se suele basar la intensificación, se derivan de la limitada evolución de los sistemas de comercialización y crédito para los insumos, los costos elevados del transporte (a causa de los caminos deficientes y el volumen reducido del comercio) y, en el caso de los agricultores de subsistencia, de su absoluta carencia de ingresos para comprar insumos.

1.37

Una respuesta a este problema consiste en encontrar métodos alternativos, que dependan menos de insumos comprados en el exterior, de mantener la productividad de los suelos. A esta opción dedican especial atención la FAO, el Banco Mundial y otros asociados internacionales en la Iniciativa sobre la fertilidad de suelos, consistente en buscar métodos alternativos para mantener la productividad del suelo que dependan en menor medida de insumos adquiridos externamente. Tales métodos incluyen la intensificación del uso de la tierra mediante la rotación de cultivos y sistemas agroforestales destinados a mejorar la fijación biológica del nitrógeno, así como sistemas agropecuarios integrados. En los países donde la disponibilidad de la tierra aún no representa una limitación importante se pone el acento cada vez más en cambios tecnológicos que aumenten la sostenibilidad del uso de la tierra y la productividad de la mano de obra, por ejemplo sistemas de labranza mínima, que permiten a una familia mantener cultivada una superficie mayor a la vez que contribuyen a elevar los niveles de carbono del suelo. Al mismo tiempo, se podrá verificar un ulterior crecimiento de la agricultura orgánica en respuesta a las inquietudes de los consumidores respecto de los riesgos que perciben en sistemas de cultivo basados en el empleo intensivo de insumos químicos. La expansión de la agricultura orgánica fue en un principio un movimiento espontáneo que respondía a una demanda de los consumidores y a la disponibilidad a pagar precios elevados por los productos orgánicos, pero ahora numerosos gobiernos la apoyan activamente por razones de sostenibilidad e inocuidad para el medio ambiente. La FAO contribuye al debate internacional sobre la agricultura orgánica y recientemente ha presentado un informe al Comité de Agricultura (COAG) acerca de sus actividades en este sector12.

1.38

Los problemas relacionados con los plaguicidas, en particular en los países en desarrollo, incluyen intoxicaciones de personas y una variedad de efectos negativos en el medio ambiente. En estos países, la legislación y la reglamentación son a menudo inadecuadas y laxas y no se dispone de capacidad suficiente para adoptar decisiones fundamentadas sobre el uso de plaguicidas. Hay una carencia de conocimientos y comprensión sobre el asunto, especialmente entre los extensionistas y los agricultores. El Código de conducta de la FAO para la distribución y utilización de plaguicidas da una orientación general para el manejo de estas sustancias. El Convenio de Rotterdam para la aplicación del procedimiento de consentimiento fundamentado previo a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos objeto de comercio internacional, que se aprobó en 1998 y del que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la FAO proporcionan la Secretaría, promueve la responsabilidad compartida entre los países en el ámbito del comercio internacional en relación con ciertos productos químicos peligrosos, en particular plaguicidas, proporcionando un proceso nacional de adopción de decisiones con respecto a su importación y exportación y divulgando tales decisiones. La FAO y sus asociados, a través del programa de manejo integrado de plagas y el Fondo mundial para el manejo integrado de plagas, también promueven programas destinados a fomentar, entre los encargados de la formulación de políticas, los científicos y los agricultores, una mejor comprensión de la relación entre cultivos y plagas, a fin de que se adopten decisiones que reduzcan la dependencia de los plaguicidas al nivel más bajo que sea necesario.

1.39

Se han depositado grandes esperanzas en las aplicaciones actuales de la biotecnología, en particular el cultivo de tejidos vegetales (ya afirmado en la silvicultura y la floricultura), el empleo de marcadores moleculares y la modificación genética de organismos agrícolas utilizando técnicas de ADN recombinante para superar muchos de los problemas persistentes, ecológicos y de inocuidad, relacionados con la producción agrícola intensiva. Se prevé que las soluciones derivadas de la biotecnología no sólo podrán contribuir a aumentar la resistencia de las plantas a las plagas y enfermedades, sino que también ayudarán a encontrar soluciones innovadoras para hacer frente a las condiciones difíciles de las plantas a causa de la sequía y la escasa fertilidad del suelo. Asimismo, existen aplicaciones útiles de la biotecnología para el diagnóstico de enfermedades13. Junto con las tecnologías clásicas, entre ellas las basadas en los conocimientos locales, estas novedades de la biotecnología ofrecen la posibilidad de ampliar considerablemente las opciones de que disponen los agricultores de todas las regiones del mundo para aumentar la productividad y la sostenibilidad de sus sistemas de cultivo. Sin embargo, debido a las incertidumbres reales o percibidas y los riesgos asociados con la aplicación de la biotecnología, entre los consumidores y los ecologistas, sobre todo de los países desarrollados, ha surgido una oposición generalizada al empleo de modificaciones genéticas para el mejoramiento genético de los cultivos y el ganado. Tal oposición tiene sus efectos en el ritmo de las investigaciones, incluso en campos que parecen no presentar mayores riesgos.

1.40

Suponiendo que sea posible perfeccionar y aplicar sistemas de salvaguardia satisfactorios que permitan limitar los riesgos para la salud de las plantas, los animales y las personas (riesgos de bioseguridad), una cuestión importante que se plantea es en qué medida beneficiarán las nuevas aplicaciones de la biotecnología a los agricultores, sobre todo en pequeña escala, de los países en desarrollo. Puesto que la mayor parte de las investigaciones actuales en materia de biotecnología son realizadas por el sector privado, éstas se orientan principalmente hacia el mercado. En consecuencia, otorgan escasa prioridad a las aplicaciones de interés para los países en desarrollo, donde el poder adquisitivo de los agricultores es relativamente limitado y la posibilidad de hacer valer los derechos y patentes del obtentor podría ser dudosa. Las disposiciones del Acuerdo de la Organización Mundial del Comercio sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Acuerdo sobre los ADPIC), que salvaguardan mediante patentes los intereses de los creadores de nuevas tecnologías, podrían reducir aún más el acceso de los países en desarrollo a tales tecnologías. Una consecuencia es que gran parte de la biotecnología destinada a los países en desarrollo debería ser patrocinada y posiblemente realizada por el sector público, en particular los centros internacionales de investigación agrícola que actúan en el ámbito del GCIAI.

1.41

A la nueva generación de biotecnologías se asocian, indudablemente, ventajas, riesgos e incertidumbres. La función asumida por la FAO en esta etapa ha consistido principalmente en promover debates constructivos sobre las cuestiones controvertidas relacionadas con los organismos modificados genéticamente (OMG), contribuyendo al intercambio de información y ayudando a sus países miembros a formular políticas y leyes en relación con los OMG14. Para sustentar esta situación ha establecido un foro electrónico sobre la biotecnología y ha contribuido a numerosas conferencias internacionales sobre el tema, centrándose especialmente en los aspectos de la bioseguridad y la inocuidad de los alimentos15. Los riesgos relacionados con las plagas de las plantas que se asocian a los organismos modificados vivos y otros productos de la biotecnología son motivo de especial preocupación para la Secretaría de la Convención internacional de protección fitosanitaria (CIPF), que la FAO proporciona. En relación con la inocuidad de los alimentos, la Organización, conjuntamente con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por conducto de la Comisión del Codex Alimentarius, órgano intergubernamental, está elaborando actualmente unos principios y directrices para la evaluación de la inocuidad de los alimentos obtenidos por medios biotecnológicos. La Organización promueve asimismo la elaboración de un Código de conducta relacionado con la biotecnología en lo que respecta a los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura.


NOTAS

1 FAO. 1999. Marco Estratégico para la FAO 2000-2015, Roma.

2  FAO. 1997. Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial y Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Roma.

3 FAO. 2001. Cuestiones éticas en los sectores de la alimentación y la agricultura. Estudio FAO: Cuestiones de Ética, No 1. Roma.

4  FAO, op. cit., nota 1.

5  FAO. 2000. Los conflictos, la agricultura y la seguridad alimentaria. En El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2000. Roma.

6  FAO, Comité de Agricultura (16º período de sesiones). Reducción de la vulnerabilidad agrícola a catástrofes relacionadas con las tormentas. Roma.

7  El estudio monográfico sobre Honduras está resumido en FAO/Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido. 2001. Proceedings from the Forum on Operationalizing Sustainable Livelihoods Approaches. Pontignano, Italia, 7-11 de marzo de 2001.

8  FAO. 2000. The elimination of food insecurity in the Horn of Africa - A strategy for concerted government and UN agency action. Summary Report of the Inter-Agency Task Force on the UN Response to Long-Term Food Security, Agricultural Development and Related Aspects in the Horn of Africa. Roma.

9  FAO. 2001. Comité de Agricultura (16º período de sesiones). Informe sobre el seguimiento del Programa 21: Aspectos salientes de los programas de la FAO. Roma.

10  El volumen del comercio internacional de cereales ha crecido desde un nivel de 30 millones de toneladas antes de la Segunda Guerra Mundial hasta 225 millones de toneladas de cereales anuales en el año 2000.

11  Véase, por ejemplo, FAO. 2000. La agricultura hacia 2015/30. Roma.

12 FAO. 20001. Comité de Agricultura (16º período de sesiones). Informe del Grupo de Trabajo Interdepartamental sobre Agricultura Orgánica. Roma.

13  FAO. 1999. Comité de Agricultura (15º período de sesiones). Biotecnología. Roma. La FAO, por medio de su División Mixta FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Agricultura y la Alimentación, ha trabajado activamente en el perfeccionamiento de métodos de caracterización molecular para la mejora de los cultivos y el fomento del uso de análisis innovadores para el diagnóstico de las enfermedades del ganado (peste bovina y fiebre aftosa).

14  Véase: FAO. 2001. Los organismos modificados genéticamente, los consumidores, la inocuidad de los alimentos y el medio ambiente. Estudio FAO: Cuestiones de Ética, No 2. Roma.

15  FAO. 2001. Comité de Agricultura (16º período de sesiones). Informe del Grupo de Trabajo Interdepartamental sobre Biotecnología. Roma.


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