En 1997 el crecimiento económico en los países en desarrollo de la región de Asia y el Pacífico fue superior al de cualquier otra región.Pese a la crisis financiera del Asia oriental y sudoriental y a los efectos del fenómeno El Niño, en 1997 el crecimiento económico en los países en desarrollo de la región de Asia y el Pacífico volvió a ser superior al de cualquier otra región y supuso un aumento de los ingresos per cápita en la mayoría de ellos.
La crisis monetaria y financiera de la región puede resumirse en la forma siguiente. Aunque la rápida globalización ha aportado beneficios sustanciales a los países en desarrollo de Asia, ha puesto también de manifiesto los riesgos que entraña el no subsanar las deficiencias de política, las insuficiencias de las instituciones del sector financiero y los problemas en la gestión pública y de las empresas. Mientras el comercio crecía rápidamente y los tipos de cambio nominales se mantenían unidos a un dólar en alza, surgieron notables déficit de cuenta corriente. Estos constituían en parte una respuesta a los cambios estructurales en el lado «real» de las economías afectadas y, en parte, se debían a la apreciación de sus tipos de cambio reales. La combinación de un déficit de cuenta corriente cada vez mayor y el crecimiento de los tipos de cambio reales se sostuvo gracias al flujo de capital privado procedente del exterior. Sólo una pequeña fracción de este flujo entraba en forma de inversión extranjera directa, mientras que el resto lo hacía mediante inversiones de cartera o a través del sector bancario, especialmente préstamos bancarios a corto plazo. Una vez que empezó la afluencia de capital privado, se produjo una subida pronunciada de los precios de los valores nacionales, lo que indujo, a su vez, nueva afluencia de capital.
El aumento de capital privado extranjero provocó desequilibrios en el sector bancario de los países más afectados, ya que el pasivo extranjero de los bancos comerciales creció más rápidamente que el activo extranjero y gran parte de las garantías para los préstamos consistía en bienes inmuebles y acciones, cuyos precios contenían un notable componente especulativo. También había un desequilibrio en la estructura del vencimiento del activo y el pasivo. En muchos casos los reglamentos aplicados a las instituciones financieras eran poco transparentes y muy amplios. Además, el comportamiento de algunas instituciones financieras reflejó la creencia implícita de que su pasivo financiero estaba garantizado por sus respectivos gobiernos. En un contexto de crecimiento de la afluencia de capitales, las garantías implícitas de los gobiernos a los acreedores estimularon la adopción de riesgos excesivos y permitieron que se deteriorara la calidad de la cartera de préstamos. La creencia implícita de que se mantendrían indefinidamente tipos de cambio efectivamente fijos tampoco alentó una cobertura prudente del pasivo extranjero.
Las cinco economías más gravemente afectadas por la crisis registraron en conjunto una salida neta de capital extranjero de 12 000 millones de dólares en 1997, frente a una afluencia de 93 000 millones en 1996.Aunque el ahorro era en general elevado, en muchos casos no se invirtió de la forma más productiva. Cuando el descenso de los rendimientos empezó a decepcionar a los inversores, especialmente después de la reducción de las exportaciones en 1996, su exuberancia se desvaneció rápidamente. Las cinco economías más gravemente afectadas por la crisis (Indonesia, República de Corea, Malasia, Filipinas y Tailandia) registraron en conjunto una salida neta de capital extranjero de 12 000 millones de dólares en 1997, frente a una afluencia de 93 000 millones en 1996. Los valores de las monedas empezaron a caer y los tipos de interés empezaron a subir en estos países. El elevado coeficiente de endeudamiento no cubierto, que había ofrecido una fácil asistencia financiera para el crecimiento en tiempos mejores, empezó a poner en peligro las finanzas de las empresas y las de aquellas instituciones financieras que les habían concedido préstamos.
Es probable que las consecuencias sociales de la crisis sean graves y vayan dejándose sentir más gradualmente. El desempleo y la inflación están aumentando. El cierre de empresas y las muchas reestructuraciones provocaron la emigración masiva en los países afectados. Las redes de seguridad social, que son insuficientes o están mal desarrolladas en muchos lugares, comenzaron a estar sometidas a una presión cada vez mayor. La gravedad de estos problemas varía, pero en algunos casos es causa de preocupación. Por ejemplo, en la República de Corea el índice del comercio al por mayor y al por menor disminuyó en la segunda mitad de 1997 por primera vez después de 18 años, y se teme que vuelva a bajar en medida inusitada en la primera mitad de 1998. Esta reducción del consumo indica tanto un lento crecimiento de los ingresos como la pérdida de confianza del consumidor. La crisis financiera azotó de forma especialmente grave a Indonesia, país que se enfrentó también con problemas políticos y grandes incendios forestales en las zonas afectadas por la sequía provocada por El Niño. La población de Indonesia padece situaciones de escasez de alimentos y subidas de precios. Se prevé que la inflación aumentará del 11 por ciento en 1996 al 16 por ciento en 1998, pese a que el consumo privado es muy débil, a la vez que se teme que el desempleo manifiesto, que ya es elevado, crezca notablemente (hasta alcanzar a 8 a 9 millones de personas en 1998). Filipinas evitó la crisis financiera con un rendimiento económico satisfactorio que permitió un crecimiento del PNB del 5,8 por ciento, apoyado por las elevadas remesas de moneda fuerte procedentes de trabajadores contratados en el extranjero. De esta forma, se espera que Filipinas salga de la crisis antes que los demás países de la región, pero se enfrenta todavía con tasas más bajas de crecimiento y más altas de desempleo, previéndose que estas últimas aumentarán del 8,7 por ciento en 1997 a más del 9 por ciento este año.
Para los países de Asia e incluso para el resto del mundo, las perspectivas económicas dependen en medida importante de la rapidez y las dimensiones de la recuperación del Japón.Para los países de la región e incluso para el resto del mundo, las perspectivas económicas dependen en medida importante de la rapidez y las dimensiones de la recuperación del Japón. Los problemas económicos internos del Japón, incluidos los del sector financiero, son muy graves y probablemente se mantendrán durante cierto tiempo. Por consiguiente, al menos a corto plazo, las economías asiáticas no pueden esperar mucho de una revitalización de la demanda de importación del Japón. También las inversiones japonesas en la región se han reducido enormemente. Si Japón entra en un largo período de recesión, esto significaría perspectivas económicas más sombrías para el conjunto de la región, especialmente para sus interlocutores comerciales más próximos.
Suponiendo que se introduzcan las debidas correcciones de política y reformas institucionales, las razones que impulsaron el rápido crecimiento en el pasado deberían volver a hacerlo también en el futuro.En cualquier caso, se tardará bastante tiempo antes de que los países de la región vuelvan a alcanzar tasas de crecimiento comparables a las del pasado reciente. Para algunas economías esta recuperación será más larga que para otras, pero suponiendo que se introduzcan las debidas correcciones de política y reformas institucionales, las razones que impulsaron el rápido crecimiento en el pasado deberían volver a hacerlo también en el futuro.
El crecimiento económico de China se ha desacelerado continuamente desde 1992, a medida que se han realizado esfuerzos para evitar el recalentamiento de la economía mediante medidas fiscales, monetarias, de precios y créditos. En 1997 el crecimiento económico fue del 8,8 por ciento. Aunque la crisis financiera padecida en Asia en 1997 no afectó inmediatamente a China, podría surtir efectos a plazo medio al debilitarse la demanda de sus exportaciones y encontrar en sus mercados una mayor competencia de países cuyas monedas se han depreciado mucho, así como a causa de la posibilidad de que se reduzca la inversión extranjera. Entre tanto, la intensificación de las medidas para subsanar la debilidad del sector bancario y de las empresas de propiedad estatal podría contribuir a reducir la vulnerabilidad a crisis de este tipo en el futuro.
Por lo que respecta a la India, en 1997 los efectos del mal tiempo,
el descenso de la demanda de productos manufacturados y los atascos de
infraestructura provocaron una reducción del crecimiento económico
en 1997, ya que el PIB real bajó del 7,5 al 5 por ciento. El déficit
de cuenta corriente del país ascendió a más de 2 000
millones de dólares, ya que crecieron las importaciones bajo el
impulso de la liberalización del comercio para satisfacer el déficit
de producción interna de necesidades básicas, incluidas las
alimentarias. Se espera que la economía india crezca entre el 6,5
y el 7 por ciento en 1998 y 1999, respectivamente, ya que limitaciones
infraestructurales impedirán un crecimiento más sólido.
Es posible que sea necesario depreciar la rupia india para mantener la
competitividad exterior
frente a las depreciaciones masivas de las monedas de los países
del Asia sudoriental.
La nueva región administrativa especial de Hong Kong sigue funcionando como un centro de servicios financieros y empresariales.En las economías recientemente industrializadas (Hong Kong, República de Corea, Singapur, y Provincia China de Taiwán), el crecimiento del PIB real bajó al 6 por ciento en 1997, debido sobre todo al debilitamiento de la actividad exportadora provocado por la reducción de la demanda de productos electrónicos, semiconductores, acero y petroquímicos. La inflación se mantuvo en el 3,5 por ciento. La transferencia de la soberanía de Hong Kong a la República Popular de China se produjo sin problemas a mediados de 1997. La nueva región administrativa especial de Hong Kong sigue funcionando como un centro de servicios financieros y empresariales, si bien la crisis económica de la región y la subida de los tipos de interés han reducido el ritmo de la actividad económica. A fines de 1997, la crisis monetaria y financiera del sudeste asiático se extendió a la República de Corea, que llegó a recurrir a un conjunto de medidas de salvamento dirigidas por el FMI por valor de más de 50 000 millones de dólares, lo que exigió notables reformas de política. Las medidas de política restrictiva implican una contracción de la economía y se prevé que la recuperación completa del ritmo potencial de crecimiento del país tardará al menos dos años. Singapur salió de la crisis financiera de la región en mejores condiciones económicas que sus vecinos inmediatos, si bien padeció cierta depreciación monetaria y una caída considerable de su índice de bolsa. Es posible que los efectos de desbordamiento, especialmente de Indonesia, mantengan bajo el crecimiento económico en un futuro próximo. La crisis financiera dejó relativamente indemne a la Provincia China de Taiwán, pero continúan las reformas en los sectores bancario y financiero y la política de estimular actividades de alta tecnología.
El Niño y las consecuencias económicas de la crisis financiera en 1997 y comienzos de 1998. El crecimiento económico disminuyó de más del 7 a menos del 4 por ciento. En Camboya los resultados económicos fueron poco brillantes, ya que el crecimiento del PIB real fue de apenas el 2 por ciento, la inflación superó el 9 por ciento y los ingresos presupuestarios no alcanzaron el 10 por ciento del PIB. No obstante, la agricultura es el mayor sector de la economía de Camboya y su tasa de crecimiento en 1997 subió al 4,9 por ciento tras un crecimiento de apenas el 1,8 por ciento en 1996. Indonesia, pese a que los elementos fundamentales macroeconómicos fueron favorables, se vio particularmente afectada por la crisis económica a fines de 1997, como se ha señalado ya. El país se halla sometido actualmente a reformas económicas completas en el contexto de un conjunto de medidas internacionales de rescate por un valor aproximado de 40 000 millones de dólares. En la República Democrática Popular Lao continuó el crecimiento económico constante en 1997, pero el comercio y la moneda se resintieron de la crisis de la vecina Tailandia que es su principal interlocutor comercial. En Malasia, el crecimiento económico se redujo al 7,5 por ciento en 1997 ya que la crisis financiera provocó una depreciación masiva del ringgit y un pronunciado descenso de los valores en la bolsa. Las medidas fiscales y monetarias introducidas en respuesta a la crisis durante la segunda parte del año contribuyeron también a limitar el crecimiento. Myanmar continuó el lento proceso de introducción de una economía de mercado, y su ingreso en la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (ASEAN) debería mejorar su integración en las economías regional y mundial. El prolongado período de elevado crecimiento registrado en Tailandia terminó bruscamente, llegando a convertirse en un crecimiento ligeramente negativo en 1997, en que el colapso del baht tailandés precipitó la crisis monetaria y financiera regional. Las reformas emprendidas gracias al conjunto de medidas de asistencia internacional han procedido bien y se prevé que, tras otro crecimiento negativo en 1998, la economía volverá a un crecimiento positivo, si bien ligero, en 1999. Viet Nam obtuvo un notable crecimiento económico del 9,2 por ciento en 1997, apoyado en el desarrollo de la agricultura y la industria. Es probable que el crecimiento sea más moderado en 1998 ya que el país sufrirá también las consecuencias de los acontecimientos registrados en otras partes de la región.
En el Asia meridional, el crecimiento económico descendió
por debajo del 5 por ciento en 1997, tras haberse logrado un promedio del
6,8 por ciento de 1994 a 1996. Las diferencias entre las tasas de inversión
y las de crecimiento de la agricultura y las manufacturas explican las
amplias divergencias de crecimiento entre las economías de la subregión.
En Bangladesh creció rápidamente la agricultura, pero quedó
retrasada la manufacturación, por lo que el crecimiento general
fue del 5,7 por ciento. Los escasos aumentos de los precios de los alimentos
contribuyeron a mantener la tasa de inflación del país en
torno al 4 por ciento. En Nepal el crecimiento del PIB bajó al 4,3
por ciento en 1997, debido principalmente a la desaceleración de
los sectores no agrícolas como consecuencia de las limitaciones
de infraestructura y capacidad humana. La tasa de crecimiento del Pakistán
descendió al 3,1 por ciento en 1997 y el país experimentó
desequilibrios macroeconómicos cada vez mayores, ya que tanto el
déficit fiscal como el de cuenta corriente aumentaron a alrededor
del 6 por ciento de PIB. Sri Lanka experimentó un rápido
crecimiento tanto de la agricultura como de la manufacturación,
lo que contribuyó a elevar su tasa de crecimiento general a la notable
cifra del 6,3 por ciento, mientras que la inflación se mantuvo a
nivel de un único dígito.
Si bien en la República Popular de China se lograron cosechas extraordinarias de cereales por tercer año consecutivo, en varios otros países la sequía y las inundaciones redujeron la producción agrícola.En la República Popular de China, las cosechas extraordinarias de cereales logradas por tercer año consecutivo contribuyeron al fuerte, si bien moderado en comparación con años anteriores, crecimiento económico y a la reducción de la inflación en 1997. Las medidas introducidas desde 1995 con arreglo a la «política de sacos de cereales», tales como el incremento de la inversión pública en la agricultura y la subida de los precios de adquisición mantuvieron el crecimiento de la agricultura en el 4 por ciento, después de dos años en que se había logrado una tasa del 7 por ciento aproximadamente. La producción de cereales que totalizó 441 millones de toneladas fue inferior a la de 1996, pero fue la segunda mayor de todos los tiempos. Desde 1994 se ha incrementado en varios millones de hectáreas la superficie dedicada a los cereales, incremento que ha sido especialmente notable en las provincias costeras.
En la India la agricultura representa algo más de la cuarta parte del PIB, pero la producción creció algo más del 1 por ciento en 1997, debido a la llegada tardía de los monzones en algunas zonas y a las fuertes lluvias impropias de la estación padecidas en otras zonas. El Gobierno de la India, aplicando la primera gran liberalización del comercio de productos agrícolas desde que empezaron las reformas actuales, liberalizó total o parcialmente las importaciones de 150 productos alimenticios y redujo los aranceles máximos del 50 al 40 por ciento. Al mismo tiempo, este país sigue siendo un notable exportador neto de productos agrícolas y normalmente es autosuficiente en cereales de consumo humano. El Gobierno ha empezado a preocuparse también por el costo creciente de las subvenciones, incluidas las del sector agrícola, sobre todo las concedidas a los cereales de consumo humano, los fertilizantes, así como las subvenciones sustanciales para el agua y la energía. La reducción de estas subvenciones fomentaría una mayor eficiencia en el uso de los insumos y la distribución de los cereales, pero podría repercutir negativamente en la equidad y ser difícil de aplicar políticamente.
En Bangladesh, la expansión de la producción agrícola fue del 1 por ciento, después de dos años de un notable crecimiento del 4,5 por ciento, impulsado por la mayor disponibilidad de insumos y crédito rural. La agricultura sigue representando alrededor de la tercera parte del PIB y más de los dos tercios del empleo. Sin embargo, la producción alimentaria y agrícola apenas ha mantenido el paso del crecimiento demográfico durante los años noventa, por lo que más de la mitad de la población se halla bajo la línea de pobreza en cuanto a acceso a los alimentos y está muy difundida la malnutrición materno-infantil. Persiste además el riesgo de que disminuya la competitividad del país en lo relativo a las exportaciones de productos que requieren mucha mano de obra, tales como prendas de vestir y alimentos congelados, debido a las grandes depreciaciones de las monedas del Asia sudoriental.
En Indonesia, la sequía provocada por el fenómeno El Niño unida a los incendios forestales con todas sus consecuencias, hicieron bajar la producción agrícola. Esto, junto con la masiva depreciación de la rupia, provocó notables subidas de los precios de los alimentos. El Gobierno respondió a la sequía con actividades de siembra de nubes, suministro de semillas gratuitas a los agricultores cuyas cosechas de productos alimenticios (especialmente arroz) se habían perdido y la distribución de motocultivadoras para acelerar la siembra de la cosecha principal de arroz en las zonas productoras. Sin embargo, se pronostica que la producción arrocera de este año será notablemente inferior a la ya reducida de 1997. Se necesita asistencia internacional en gran escala para colmar el déficit de arroz. El Gobierno proyecta importar alrededor de 1,5 millones de toneladas, pero quedaría por colmar un déficit estimado en 2 millones de toneladas.
En la República Popular Democrática de Corea, la grave sequía del verano de 1997 y el destructor tifón, catástrofes que se produjeron después de dos años sucesivos de inundaciones, crearon una situación alimentaria desesperada caracterizada por graves dificultades y un rápido descenso de los niveles nutricionales de la población. Además, los efectos de los tres años consecutivos de catástrofes naturales se han acentuado a causa de los problemas estructurales de la economía y del sector agrícola. Por todo ello, la producción de cereales del país que había alcanzado un máximo de 7,1 millones de toneladas en 1986, se redujo a 5 millones de toneladas en 1994, a 4,5 millones en 1996 y a un nivel estimado en 3,7 millones en 1997.
En la República Democrática Popular Lao la mejora general de las condiciones atmosféricas, pese a las inundaciones que han afectado a ciertas zonas, y el aumento de los incentivos para la producción agrícola han hecho aumentar en 1997 el crecimiento del sector agrícola, que continúa representando más de la mitad del PIB. La importante agricultura de subsistencia contribuyó a compensar en cierta medida los efectos de la crisis regional en la economía real, pero los acontecimientos de Tailandia, unidos a los efectos de las inundaciones, crearon una presión al alza de los precios agrícolas.
En Myanmar las graves inundaciones padecidas a mediados de 1997 destruyeron las cosechas de arroz en 1,2 millones de ha, lo que provocó una subida de los precios de los alimentos y una inflación general. A comienzos de septiembre, el Gobierno se vio obligado a solicitar socorros alimentarios de urgencia de las Naciones Unidas y, para incrementar la producción arrocera y posiblemente las exportaciones, en noviembre sustituyó el sistema de adquirir directamente el arroz de los agricultores en virtud de un sistema de cupos, con un sistema de compras mediante subasta por propuesta sellada.
En Nepal la parte de la agricultura en el PIB ha bajado a un 41 por ciento aproximadamente, pero el 80 por ciento de la fuerza de trabajo sigue dependiendo de la agricultura para su subsistencia. Por esta razón el crecimiento del 3 por ciento registrado en la producción agrícola en 1997 benefició a una gran parte de la población. Se espera que la aplicación del Plan prospectivo para la agricultura compense en parte los efectos del tiempo desfavorable padecido a comienzos de 1998, pero se teme que se reduzca el crecimiento de la producción agrícola.
En Pakistán, el crecimiento de la producción agrícola en 1997 fue del 2 por ciento, lo que se debió a las precipitaciones impropias de la estación y a las plagas y virus del algodón, así como a los efectos de la baja productividad. Disminuyó la producción de cultivos importantes como algodón, caña de azúcar y trigo. La reducción de la producción de algodón contribuyó también al descenso de las exportaciones. Para mejorar el rendimiento del sector agrícola y reducir las importaciones de productos agropecuarios, el Gobierno anunció un conjunto completo de incentivos, que incluye precios de sostenimiento más elevados, reducciones de los precios de los insumos, una ampliación del crédito agrícola y la mejora de los sistemas de riego y drenaje.
En Filipinas las sequías provocadas por El Niño y la caída del peso hicieron que el crecimiento agrícola en 1997 fuese apenas del 0,4 por ciento. Sin embargo, la agricultura emplea al 40 por ciento aproximadamente de la fuerza de trabajo, cifra que probablemente disminuirá en 1998 en que se dejarán sentir todas las consecuencias del fenómeno El Niño.
El sector agrícola de Sri Lanka se recuperó en 1997 con un crecimiento del 7 al 8 por ciento de la producción, debido a condiciones atmosféricas favorables. Creció también el valor de las exportaciones agrícolas gracias a los aumentos de los precios del té y el coco, así como al ligero crecimiento de su volumen.
El buen rendimiento económico de Tailandia en los últimos años ha incrementado y diversificado la demanda de productos agrícolas por parte de los consumidores; sin embargo, la actual crisis financiera puede reducir la demanda interna y subir los precios de los insumos agrícolas importados.La sequía provocada por El Niño afectó también a la producción agrícola de Tailandia que en 1997 creció sólo marginalmente en su totalidad, mientras que se estima que la de cereales disminuyó un 3 por ciento. El buen rendimiento económico del país en los últimos años hasta mediados de 1997 ha incrementado y diversificado la demanda de productos agrícolas por parte de los consumidores. Al mismo tiempo, las exportaciones agrícolas, especialmente las de arroz, azúcar, productos pesqueros, caucho y carne de pollo, han contribuido al rápido crecimiento económico. La actual crisis financiera amenaza este crecimiento sinérgico mediante la reducción de la demanda interna y la subida de los precios de los insumos agrícolas importados. Por otra parte, la depreciación del baht podría elevar la competitividad de las exportaciones de Tailandia, especialmente las de productos básicos que requieren pocos insumos importados.
En Viet Nam, la cosecha de arroz, que es el alimento básico,
la principal actividad agrícola y un producto importante de exportación,
se libró de los peores efectos del fenómeno El Niño
y la producción agrícola aumentó el 1,5 por ciento.
Durante la primera mitad de 1997 bajaron los precios del arroz y otros
alimentos lo que contribuyó a la reducción de la inflación.
Las depreciaciones monetarias y la mayor disponibilidad de excedentes para la exportación como consecuencia de la reducción del consumo elevarán también la competitividad de las exportaciones.La imprevista crisis financiera de Asia está cobrando un pesado tributo a la región, especialmente en Indonesia, la República de Corea, Malasia, Filipinas, y Tailandia. Sus consecuencias se dejarán sentir en todos los sectores de estas economías, incluido el agrícola. Las depreciaciones de las monedas y la reducción de los ingresos están debilitando la demanda de importación. Por otra parte, las depreciaciones monetarias y la mayor disponibilidad de excedentes para la exportación como consecuencia de la reducción del consumo elevarán también la competitividad de las exportaciones. A nivel mundial, es probable que se perciban estos efectos en los mercados del maíz, la carne bovina, la harina de soja, las frutas de clima templado, el algodón y los cueros y pieles, ya que disminuirán las necesidades de los países de Asia de importar estos productos, y que se reduzcan las exportaciones de frutas tropicales y caucho de la región. Un factor que dificulta la predicción de los cambios cuantitativos es que la crisis ha reducido la disponibilidad de financiación del intercambio comercial en la mayoría de los países afectados, si bien los países donantes y las instituciones financieras multilaterales están tratando de aliviar la carga con créditos para la exportación y préstamos a los bancos de exportación e importación de la región.
En cuanto a los cereales, se prevé que las consecuencias de la crisis afectarán principalmente a los cereales secundarios, sobre todo al maíz, ya que la reducción de la demanda de carne hará que disminuya la demanda de importación en un volumen estimado en 2 a 3 millones de toneladas. Las importaciones de trigo, alimento básico en la región, no disminuirán probablemente más de 1 millón de toneladas, lo que ejercerá un efecto mínimo a nivel mundial. Tampoco se prevé que la crisis financiera afecte mucho al mercado mundial del arroz, si bien las sequías causadas por El Niño podrán provocar aumentos de las importaciones en Indonesia, Malasia, y Filipinas en 1998. Esto podría beneficiar a Tailandia y posiblemente a Viet Nam, si bien la presión sobre el precio del arroz en dólares EE.UU. será moderada a causa de la depreciación del baht tailandés. No es probable que aumenten mucho las exportaciones de yuca y sus derivados ya que los excedentes exportables son escasos a causa del tiempo desfavorable.
Se teme que la crisis financiera tenga graves consecuencias para la demanda de carne de la región especialmente la de carne bovina, la cual tiene una elevada elasticidad precio e ingresos. La reducción de la demanda de carne bovina en la región podría ser suficiente para debilitar los precios mundiales en 1998 e incluso más en 1999, si se prolongara la crisis. La demanda regional de carnes de cerdo y aves se satisface en gran medida con la producción interna, por lo que los efectos en los mercados mundiales serán escasos, si bien podría registrarse cierta desviación del comercio provocada por los cambios en la demanda y en la competitividad, como lo demuestra la entrada reciente de Tailandia en el sector de la carne de aves del Brasil. El comercio regional de carne de ovino representa también una pequeña parte del comercio mundial y no es probable que influya en los mercados mundiales, salvo quizás mediante efectos de sustitución al variar los precios relativos de otras carnes.
Los aceites vegetales son alimentos básicos en la región, por lo que no es probable que los cambios en los ingresos y precios influyan mucho en su consumo. Sin embargo, al reducirse la demanda de carne se producirá también un descenso en la de harinas y tortas oleaginosas que son piensos importantes. Podría registrarse en la región una demanda de harina de soja de China e India mayor que de la del Brasil y Estados Unidos, que es relativamente más costosa. También es posible que se sustituya la harina de soja con harinas de copra y palmiste que son más baratas o de producción nacional. A nivel mundial, es probable que las repercusiones en el comercio de harinas oleaginosas consistan principalmente en una desviación del comercio, puesto que la mayor competitividad del Asia sudoriental ejercerá pocos efectos hasta que se vuelva a disponer de excedentes para la exportación.
La reducción de la demanda de productos lácteos en la región afectará principalmente a las exportaciones de leche en polvo procedentes de Australia y Nueva Zelandia. En cambio, la menor demanda de bebidas tropicales ejercerá pocos efectos en los mercados mundiales, pues la suma de las importaciones que efectúan los cinco países más afectados representa solamente entre el 1 y el 3 por ciento del total mundial. Es posible que uno de los productos menos afectados sea el té, cuya demanda tiene una baja elasticidad precio e ingresos, mientras que aumentará mucho la demanda de café en la región, pero esto dará lugar solamente a un ligero crecimiento a nivel mundial. Se señala que la cosecha de café de Indonesia se redujo en un 30 por ciento en 1998 a causa de la sequía provocada por El Niño, pero cuando el tiempo vuelva a ser más favorable cabe esperar que la mayor competitividad del país favorezca el crecimiento de las exportaciones, suponiendo que para entonces se disponga de una financiación del comercio. Se espera que se mantenga fuerte la demanda regional de cacao en grano para la elaboración, teniendo en cuenta la mayor competitividad de las exportaciones y la gran capacidad de elaboración instalada.
Aunque el consumo de azúcar en los hogares es relativamente poco sensible a las fluctuaciones de los precios e ingresos, la demanda de azúcar industrial resultará más afectada, lo que ejercerá una presión a la baja en los precios. La producción azucarera de Tailandia se redujo de forma pronunciada en 1997 y no es probable que se recupere totalmente en 1998, lo que impedirá aprovechar las ventajas de competitividad de este producto causadas por la depreciación del baht.
Es de prever que disminuyan considerablemente las importaciones de frutas y hortalizas cuya elasticidad precio e ingresos es elevada, sobre todo las de frutas de clima templado y hortalizas de fuera de la región. Por otra parte, aumentarán las exportaciones de frutas tropicales, posiblemente desplazando a algunas exportaciones africanas y latinoamericanas en los mercados europeo y norteamericano.
Por lo que respecta a las materias primas agrícolas, se puede prever que los países afectados importarán menos algodón, lo que repercutirá en cierta medida en los precios mundiales. La demanda de caucho natural se ha reducido a causa de la caída de la demanda de automóviles, mientras que la mayor disponibilidad de mano de obra rural hará que aumente la oferta y bajen los precios mundiales del caucho. La demanda mundial de cueros y pieles resultará afectada negativamente, especialmente en la República de Corea que es el segundo mayor importador
mundial, ya que la escasa disponibilidad de capital circulante
y divisas contrarrestará con creces la mayor competitividad de sus
exportaciones de productos acabados.
La mayor o menor incidencia de los numerosos efectos pequeños
(y los pocos efectos mayores) de la crisis regional en los mercados mundiales
dependerá de varios factores. Los principales de ellos son la amplitud
y profundidad de la crisis que todavía no se ven con claridad, la
evolución futura de los tipos de cambio y políticas comerciales
y la facilidad con que se reanudarán las corrientes del crédito,
especialmente para las empresas de productos elaborados. La rapidez y la
medida de la recuperación variarán de un país a otro,
pero contribuirán a colocar el futuro crecimiento económico
sobre un fundamento institucional más sólido.
RECUADRO 6
DESCENTRALIZACIÓN FISCAL EN PAKISTÁNPor término medio, durante los 10 últimos años, el gobierno federal percibía el 89 por ciento de todos los ingresos fiscales, mientras que la parte de los gobiernos provinciales y municipales era respectivamente del 5 y 6 por ciento. El gobierno federal realiza el 74 por ciento del gasto ordinario frente al 23 por ciento los gobiernos provinciales y el 4 por ciento los locales. Las transferencias fiscales y gubernamentales se realizan, en primer lugar, desde el gobierno federal a los provinciales, en segundo lugar, desde los gobiernos provinciales a los locales, en tercer lugar, desde el gobierno federal a los locales y, en cuarto lugar, de gobierno local a gobierno local.Una de las formas más importantes de transferencias fiscales del gobierno federal a los provinciales es la repartición de los impuestos recaudados por el gobierno federal. La participación provincial en los ingresos divisibles se ha basado tradicionalmente en dos parámetros: el tamaño de la población y la cuantía recaudada. También el gasto del desarrollo de los gobiernos provinciales se financia en gran medida mediante el Programa anual de desarrollo del Gobierno federal. El 90 por ciento de dicho programa se distribuye entre las provincias con arreglo a la población, mientras que el restante 10 por ciento se destina a dos provinci as más atrasadas, la provincia de la Frontera Noroccidental y Baluchistán. Cada gobierno local participa en los ingresos según lo que ha contribuido a la recaudación total de impuestos. No hay hasta ahora ninguna repartición de los ingresos entre los gobiernos provinciales y los locales rurales. La segunda diferencia fundamental en las transferencias fiscales es la falta de acceso de los gobiernos locales a las compensaciones por déficit en los ingresos, a diferencia de lo que ocurre con los gobiernos provinciales. Las donaciones de ayuda que se reciben de los gobiernos provinciales son de carácter específico y se utilizan en general para financiar gastos ordinarios de enseñanza, salud, etc. Cualquier déficit que se produzca en estos gastos ordinarios deberá ser financiado por el mismo gobierno local. Por consiguiente, durante los últimos 15 años aunque
ha aumentado, por una parte, la dependencia de los gobiernos provinciales
con respecto al federal en los gastos tanto ordinarios como de desarrollo,
por otra, los gobiernos locales (tanto urbanos como rurales) han tenido
que depender más de sus propios recursos para el cumplimiento de
sus obligaciones. La falta de un mayor apoyo financiero de los gobiernos
provinciales puede atribuirse al empeoramiento de su situación financiera
al cabo del tiempo.
Como consecuencia de todo ello, puede deducirse que el proceso de
descentralización y devolución de funciones será incompleto
si, al mismo tiempo, no se modifica la relación entre los gobiernos
provinciales y locales. El fortalecimiento de los gobiernos locales es
el último paso que queda por dar en el proceso de descentralización.
Sin él, quedará en gran parte sin conseguirse el objetivo
de hacer participar a la población en la gestión de sus propios
asuntos.
Fuente: Q. Masood. 1997. Design of intergovernmental
fiscal relations and international finance institutions’ allocations for
rural development. Documento presentado a la Consulta técnica sobre
descentralización, 16-18 de diciembre de 1997, FAO, Roma.
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RECUADRO 7
DESCENTRALIZACIÓN FISCAL EN CHINAUn estudio empírico sobre los efectos de la descentralización fiscal en el desarrollo rural de China se basó en series de datos a dos niveles. El primero era a nivel provincial, y abarcaba 28 provincias durante el período de 1970 a 1993, mientras que el segundo se realizó a nivel de comarcas, incluyendo 10 comarcas de cada una de tres provincias durante el período de 1970 a 1995. Los principales resultados fueron:• La descentralización fiscal redujo los ingresos presupuestarios reales de los gobiernos comarcales, pero elevó los obtenidos por los gobiernos provinciales. Esto ocurrió pese a que se observó de que la descentralización política y la adopción de un sistema de responsabilidad en el hogar habían entorpecido la capacidad de recaudar impuestos tanto de los gobiernos provinciales como de los comarcales. • La descentralización fiscal contribuyó al crecimiento económico a nivel comarcal, pero no a nivel provincial. A nivel comarcal, se encontró que la descentralización fiscal tenía una correlación positiva, pero no significativa, con los ingresos totales, mientras que la correlación con los ingresos agrícolas era positiva y significativa. Esto indica que, para ejercer un efecto positivo en el crecimiento económico, es preciso descentralizar los recursos fiscales y la adopción de decisiones a nivel de gobierno comarcal y no sólo de gobierno provincial. En efecto, muchas provincias de China son mucho mayores que la mayoría de las comarcas; por ello, los gobiernos provinciales pueden no conocer muy bien las condiciones y necesidades a nivel local. Además, debido a las distorsiones de precios y a la función del Gobierno como inversor en la economía interior, una mayor autonomía puede estimular a los gobiernos provinciales a invertir en industrias que duplican a otras industrias provinciales protegidas, mientras que se abandona la inversión en proyectos agrícolas. • La descentralización política y el sistema de responsabilidad en los hogares influyen positivamente en el crecimiento económico a nivel comarcal. Tanto la descentralización política como el sistema de responsabilidad en los hogares dan a los actores privados un mayor campo de iniciativa que estimula el crecimiento económico. • Salvo en lo que respecta a la matriculación en escuelas superiores a nivel provincial, la descentralización fiscal causa efectos insignificantes en los distintos indicadores del desarrollo y en el desarrollo rural a nivel provincial y comarcal. • El sistema de responsabilidad en los hogares mostró una relación positiva con el número de médicos y enfermeros a nivel provincial. Ninguna otra medida de descentralización ejerció efectos positivos significativos en los indicadores del desarrollo a nivel provincial o comarcal. • Estos resultados sugieren que, aunque la descentralización influyó positivamente en el crecimiento económico, en general estos efectos no se extendieron a otras dimensiones del desarrollo. • El estudio concluye indicando las lecciones de la experiencia de
China con respecto a la descentralización. Para asegurar que la
descentralización surta los efectos deseados en el desarrollo rural
del país, se necesitan reformas de la función del Gobierno
en la economía. El hecho de que el Gobierno posea y ejerza actividades
económicas con fines de lucro no favorece el éxito de la
descentralización, lo que sí ocurriría si concentrara
sus esfuerzos en el suministro de bienes públicos. Por último,
la descentralización, para ser realmente eficaz, debería
realizarse a nivel de gobierno más bajo posible, que en China es
el comarcal.
Fuente: Lin Justin, Zhiqiang Liu y Funing Zhong.
1997. Fiscal decentralization and rural development in China. Documento
presentado a la Consulta técnica sobre descentralización,
16-18 de diciembre de 1997, FAO, Roma.
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Desde 1979 se han emprendido en China importantes reformas encaminadas
a la descentralización. La descentralización fiscal ha sido
parte de ellas, lo mismo que las reformas en las disposiciones financieras
entre las empresas gubernamentales y estatales y entre los gobiernos central
y locales. Los efectos de la descentralización fiscal y otras medidas
de reforma sobre el desarrollo rural han sido objeto de un estudio empírico
(Recuadro 7).
Los países vecinos de Malasia son Tailandia, que limita
con Malasia occidental al norte, Singapur, que queda justo al otro lado
del estrecho en la punta sur de Malasia occidental, y Borneo, que es un
estado de Indonesia. Debido a su ubicación, Malasia es un país
con notable diversidad étnica, religiosa y cultural. A mediados
de 199611,
tenía una población de 21,2 millones de habitantes, de los
cuales 12 millones eran malayos, 5,3 millones chinos y 1,5 millones indios.
Su población incluye también alrededor de 1,3 millones de
trabajadores inmigrantes procedentes en su mayoría de los países
vecinos del Asia sudoriental.
Estos extraordinarios logros económicos se deben en gran medida a una serie de decisiones de política económica a partir de la Nueva Política Económica iniciada en 1971, cuya finalidad principal era erradicar la pobreza en todos los grupos de población y aliviar las tensiones mediante la reducción de las barreras ocupacionales basadas en los grupos étnicos. Otros de los objetivos eran incrementar la productividad del sector rural mediante técnicas modernas y mejores servicios; facilitar la movilidad laboral entre los distintos sectores mediante la educación y la capacitación; y prestar servicios sociales subvencionados a las personas de bajos ingresos14. Por último, Malasia cambió sus políticas comerciales pasando de la sustitución de importaciones al fomento de la exportación de productos que se exportaban ya, tales como caucho, petróleo, estaño, aceite de palma, cacao, productos forestales y pimienta. Se crearon incentivos fiscales para fomentar la inversión en industrias básicas exportadoras y para desarrollar capacidad de elaboración de los productos primarios a fin de incrementar las exportaciones de productos con mayor valor.
Desde 1971, Malasia ha conocido un aumento de los ingresos y sueldos, precios estables, crecimiento del ahorro y las tasas de inversión, una economía cada vez más orientada a manufacturas y servicios, y el desarrollo del comercio y la diversificación de las exportaciones.El resultado de estos cambios de política ha sido el logro de importantes metas macroeconómicas desde 1971: aumento de los ingresos y sueldos, precios estables, crecimiento del ahorro y las tasas de inversión, una economía cada vez más orientada a manufacturas y servicios, y el desarrollo del comercio y la diversificación de las exportaciones. El rápido crecimiento económico, cuyo promedio fue del 6,7 por ciento al año entre 1970 y 1990 y superior al 8 por ciento al año desde 1990 hasta 1996 inclusive, se ha producido sin provocar inflación. Los precios subieron alrededor del 3 por ciento al año desde 1980, lo que representa tasas notablemente inferiores a las registradas en muchas otras economías en rápido crecimiento. La crisis financiera de 1997 ha ejercido una mayor presión en los precios, ya que las importaciones cuestan más. Aún así, según proyecciones de fuentes privadas, la subida de los precios al consumidor será del 7,5 por ciento en 1998 y menor del 5 por ciento en 199915.
En el Cuadro 5 se muestra el cambio estructural en la economía
de Malasia desde 1970 hasta 1995. La importancia de la agricultura disminuyó
del 29,9 por ciento del PIB en 1970 al 13,6 por ciento en 1995, debido
a que, aunque su tasa de crecimiento anual fue superior al 4 por ciento
durante los dos decenios terminados en 1990, y de un 2 por ciento en los
años noventa, otros sectores crecieron con rapidez mucho mayor.
La manufacturación, las finanzas, el transporte y las comunicaciones
y los servicios gubernamentales crecieron más rápidamente
que la agricultura y aportaron una contribución mayor al PIB en
1995.
Sector |
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Agricultura, montes, ganadería y pesca |
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Industria |
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Servicios |
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PIB al costo de los factores |
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Dos decenios de fuerte crecimiento han creado presiones en los recursos productivos de Malasia. La principal de ellas ha sido la escasez de mano de obra, que ha elevado el costo real del trabajo cualificado y sin cualificar, y ha inducido a trasladar algunos tipos de manufacturación a países vecinos donde los costos de la mano de obra son inferiores. La rotación de la fuerza de trabajo ha sido elevada, ya que los trabajadores pasaban de un trabajo a otro mejor remunerado y el sueldo medio subió más rápidamente que las tasas de productividad antes de la crisis financiera.
La escasez de trabajadores no cualificados en relación con la demanda creciente afectó sobre todo a la agricultura, la construcción y los servicios domésticos. Esto provocó la afluencia de mano de obra extranjera, procedente sobre todo de Indonesia, Bangladesh y Filipinas. En 1995, se concedió en Malasia un total de 650 000 permisos de trabajo16, pero se considera que es igual el número de trabajadores extranjeros residentes ilegalmente en el país.17
Las subidas de los sueldos determinaron la erosión de la competitividad de Malasia en cuanto a los precios en los mercados internacionales.Las subidas de los sueldos en algunos sectores provocaron aumentos también en otros y la competitividad de Malasia en cuanto a los precios se fue erosionando en los mercados internacionales. La escasez de mano de obra y su costo más elevado llegó a obligar a algunas industrias a trasladar actividades de manufacturación a países vecinos, como Indonesia y Filipinas, donde hay mayor abundancia de trabajadores con sueldos inferiores. La reciente devaluación monetaria ha aliviado por el momento la presión de los costos en algunas de estas industrias. Sin embargo, en comparación con los países donde los sueldos son bajos, el ringgit se ha depreciado sólo frente al renmingbi de China, mientras que ha mantenido su valor con respecto al baht tailandés y al peso filipino y se ha apreciado mucho en relación con la rupia indonesia.
La situación de Malasia ha cambiado, ya que ha dejado de
ser un suministrador a bajo costo de productos básicos manufacturados
con alto coeficiente de mano de obra, para convertirse en un país
en proceso de desarrollar capital humano y capacidad técnica para
producir bienes y servicios con mayor valor añadido.
El grupo de productos alimenticios representaba el 21 por ciento
del valor añadido en la agricultura en 1995, siendo los productos
pesqueros los más importantes, seguidos de los ganaderos y el arroz.
La parte correspondiente a cada uno de ellos registró un crecimiento
positivo durante el período. En los productos forestales, medidos
por la producción de trozas de aserrío, se registró
una reducción media anual del 4 por ciento. Los productos varios,
entre los que figuran el tabaco, la piña, frutas y hortalizas, sago,
etc. representaron aproximadamente el 10 por ciento del valor añadido
en la agricultura, pero su valor en cuanto grupo creció más
rápidamente que el de las agrupaciones principales durante el período.
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anual medio |
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Cultivos perrennes |
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Caucho |
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Aceite de palma |
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Cacao |
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Productos alimenticios |
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Arroz) |
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Pecuarios |
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Pesqueros |
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Forestales (trozas) |
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Varios |
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Total |
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1
A los precios de 1978.
Fuente: Gobierno de Malasia, Economic Planning
Unit. 1991 y 1996. Sixth Malaysia Plan, 1991-1995 y Seventh Malaysia Plan,
1996-2000.
Kuala Lumpur, Percetakan Nasional Malaysia Berhad.
La expansión de la superficie total de cultivos perennes en Malasia se redujo durante los años noventa pues se alcanzaron los límites de disponibilidad de tierras.La superficie total dedicada a cultivos perennes aumentó de 3 a 4,3 millones de ha entre 1980 y 1990, pero esta expansión se redujo durante los años noventa pues se alcanzaron los límites de disponibilidad de tierras. En 1995, la superficie total dedicada a los tres cultivos había aumentado sólo a 4,5 millones de ha. La superficie de palma aceitera se duplicó durante los años ochenta y ha mantenido el mismo ritmo de expansión durante la primera mitad de los noventa. La desaceleración general se debió a la reducción en cifras absolutas de la superficie dedicada a los otros dos cultivos.
Se cultiva palma aceitera en alrededor de la tercera parte de la superficie cultivada de Malasia siendo de 1,9 millones de ha la superficie dedicada a ella en la península y 600 000 ha en Sabah y Sarawak. La mayor parte de las nuevas tierras cultivadas con palma aceitera son las de Malasia oriental, ya que en la península se dispone de muy pocas tierras para el desarrollo agrícola. La producción de aceite de palma sin refinar ascendió a 7,8 millones de toneladas en 1995, cifra que representa el 51 por ciento de la producción mundial y el 8,3 por ciento de la producción total de aceites y grasas. Malasia es el mayor productor y exportador mundial de aceite de palma, representando sus exportaciones el 65 por ciento aproximadamente del comercio mundial de este producto. Los ingresos de las exportaciones del aceite de palma y sus derivados ascendieron a casi 13 000 millones de $M en 1995.
El rápido desarrollo de la industria del aceite de palma puede atribuirse a las buenas condiciones de cultivo y a los precios cada vez más altos en relación con otros productos exportados. Las condiciones climáticas de Malasia han favorecido la adaptación de este cultivo procedente del África occidental y de las regiones tropicales del continente americano (que son el hábitat natural de la palma aceitera). Esto, unido a la fuerte demanda mundial de grasas y aceites registrada en los dos últimos decenios, ha ofrecido un enorme incentivo económico para incrementar la producción.
Los buenos resultados de la palma aceitera contrastan con los obtenidos de los otros dos principales cultivos perennes, el caucho y el cacao. La producción de caucho natural en 1995 no superó los 1,1 millones de toneladas, frente al máximo de 1,6 millones alcanzado en 1996. El aumento de los costos de la mano de obra ha afectado gravemente sobre todo a las grandes plantaciones, algunas de las cuales han pasado a la producción de palma aceitera que ofrece mejores rendimientos. En la Figura 28 se muestra la reducción de la superficie dedicada al caucho en las plantaciones. Ha habido menos variaciones en la superficie de pequeños productores dedicada a la producción de caucho, ya que el cultivo se adapta muy bien a este tipo de producción gracias a que se puede dedicar parte de la mano de obra del hogar a la extracción y al mantenimiento de los árboles, mientras se trabaja a jornada completa en otras empresas. Por esta razón, las dificultades de los mercados de la fuerza de trabajo han afectado menos a los pequeños productores. La industria del caucho es y seguirá siendo importante en Malasia. El valor de las exportaciones de este producto fue superior a los 4 000 millones de $M en 1995 y, aunque continuará dejando de cultivarse en muchas tierras, hay todavía grandes superficies en las que no hay posibilidades económicas de producir otros cultivos y en las que el caucho es probablemente la elección más rentable.
Aunque el caucho ha dejado de cultivarse en muchas tierras, hay todavía grandes superficies en las que no hay posibilidades económicas de producir otros cultivos y en las que el caucho es probablemente la elección más rentable.El cacao (y sus derivados) son el tercer producto de exportación más importante de Malasia ascendiendo a 594 millones de $M el valor de sus ventas en 1996. Fue uno de los cultivos identificados en la estrategia de diversificación de los años setenta, cuando la trayectoria descendente de los precios del caucho y del aceite de palma indujeron al Gobierno a buscar otras formas de incrementar los ingresos de los productores agrícolas, especialmente de los pequeños productores. Durante comienzos de los años noventa, la reducción de los precios mundiales del cacao, el aumento de los costos de la mano de obra y la
Ha habido tres series de políticas que han influido
en la producción de cultivos perennes: las políticas de asignación
de tierras, las políticas comerciales y, recientemente, las políticas
de inmigración (que se tratan en la sección sobre cuestiones
laborales, pág. 170).
Políticas de asignación de la tierra. Los tres principales cultivos de Malasia –aceite de palma, caucho y cacao– se producen en el subsector de las grandes plantaciones y en el subsector de los pequeños productores. Este último incluye productores independientes o explotaciones privadas y los que participan en planes gubernamentales de fomento. El subsector de las grandes propiedades consiste en explotaciones privadas que emplean mano de obra asalariada (frecuentemente extranjeros) y tecnología moderna y poseen normalmente algunas instalaciones de elaboración o refinado. Muchas de estas plantaciones son propiedad de empresas cotizadas en bolsa.
RECUADRO 8
PROGRAMAS DE ASIGNACIÓN DE TIERRAS DE MALASIADesde su independencia en 1957, Malasia ha utilizado sus recursos relativamente abundantes de tierras sin roturar como medio de redistribuir los ingresos y mejorar el nivel de vida de la población rural pobre. La finalidad de los programas de asignación de tierras ha sido ofrecer oportunidades de obtener ingresos a los agricultores pobres mediante la producción de cultivos comerciales –caucho, palma aceitera y, posteriormente, cacao–, para la exportación, en lugar de cultivos de subsistencia1.Son tres los principales programas de asignación de tierras: la Administración federal de fomento de tierras (FELDA), la Administración para el fomento de pequeños productores de caucho (RISDA) y la Administración federal de concentración parcelaria y rehabilitación de tierras (FELCRA). La finalidad fundamental de cada uno de estos programas es estimular la producción de cultivos de exportación, colonizar tierras sin cultivar con hogares de población rural pobre y establecer unidades eficientes de producción vinculando entre sí a los pequeños productores. FELDA es el mayor y más antiguo plan de colonización. Iniciado en 1956, sus proyectos abarcan ahora 883 000 ha y apoyan a 109 000 hogares. Se han plantado palmas aceiteras en el 76 por ciento de sus tierras, caucho en el 18 por ciento y el resto se dedica a caña de azúcar, cacao y otros cultivos menores. El método que se sigue fundamentalmente es el de determinar un lugar adecuado de unas 2 000 ha para el asentamiento de 400 familias. Un lugar de estas dimensiones tiene derecho a recibir determinados servicios rurales esenciales, como una clínica, una escuela y un puesto de policía, y justifica la construcción de carreteras rurales, tendido eléctrico y conducción de aguas. Para la elección de los colonos se exige que el solicitante tenga de 21 a 45 años, esté casado, preferiblemente con hijos, no tenga tierras, sea físicamente apto y tenga conocimientos básicos de prácticas agrícolas. FELDA contrata una empresa para desbrozar la tierra y plantar los árboles, en muchos casos estipulando que el contratista emplee a los colonos para realizar parte de los trabajos. Los colonos reciben una dieta hasta que los árboles maduran, normalmente durante tres a cuatro años, después de lo cual se da a cada colono una parcela de 4 ha. Los colonos suelen trabajar en equipos para mantener y cosechar el producto de un grupo de parcelas. Por consiguiente, los ingresos de un colono dependen de los esfuerzos de su equipo y de la productividad de su propia parcela. Cada colono está obligado a utilizar una parte de sus ingresos para devolver un préstamo de 15 años con el que se sufragó el costo del establecimiento del proyecto. Cuando se ha terminado de reembolsar el préstamo, se le da el título de posesión de la tierra. Se plantean tres problemas en estos esfuerzos de asignación de tierras: • Al escasear las tierras disponibles en la península de Malasia, los nuevos proyectos de fomento de tierras se centran en Sabah y, en menor medida, en Sarawak. • Los organismos tienen costos de administración muy altos. Según una estimación, la proporción entre familias de colonos y funcionarios de FELDA es de 12 a 1. • Los planes de tierras no atraen ya a los colonos porque éstos
disponen de otras formas alternativas de empleo.
1 T.S. Bahrin. 1998. Land settlement
in Malaysia: a case study of the Federal Land Development Authority Projects.
En A.S. Oberai, ed. Land settlement policies and population redistribution
in developing countries. Nueva York, Praege
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Los pequeños propietarios trabajan frecuentemente en sus explotaciones a jornada parcial como complemento de otros ingresos y, cuando los precios son bajos, reducen o abandonan temporalmente estas actividades.Los pequeños propietarios trabajan frecuentemente en sus explotaciones a jornada parcial como complemento de otros ingresos y, cuando los precios son bajos, reducen o abandonan temporalmente estas actividades para concentrar su trabajo en otras. Por ello, los rendimientos de este subsector tienden a fluctuar más según las condiciones económicas.
No obstante, incluso cuando los precios son fuertes, los rendimientos de los pequeños productores son mucho menores que los de las plantaciones, pudiendo calcularse en un 60 por ciento en la producción de caucho y el 70 por ciento en la de palma aceitera. Esta diferencia de rendimientos constituye una de las principales preocupaciones del Gobierno que destina exclusivamente al sector de los pequeños productores su asistencia en forma de planes de colonización de tierras (véase el Recuadro 8) y servicios de extensión. También otros tipos de asistencia, como las donaciones para replantaciones y los préstamos gubernamentales, aunque favorecen a todos los productores, tienden a ser más generosos con los pequeños productores.
La cuestión de la diferencia entre la productividad de las grandes plantaciones y de los pequeños productores continúa preocupando a los responsables de las políticas sobre todo porque gran parte de los segundos están incluidos en planes de tierras gubernamentales.
La producción potencial perdida porque los pequeños productores no pueden incrementar los rendimientos cuesta más a la economía ahora que el país se enfrenta con una contracción económica. Por otra parte, muchos pequeños productores han reducido su esfuerzo en la agricultura respondiendo a las oportunidades de obtener mejores ingresos que se les ofrecen en otros sectores. Cabe esperar, no obstante, que se interrumpa e invierta su tendencia a abandonar la agricultura. De ser así, esta diversificación de las fuentes de ingresos podría constituir su mejor protección contra las consecuencias del descenso económico.
Las grandes plantaciones pasaron con mayor rapidez que los pequeños productores del cultivo del caucho y cacao al de la palma aceitera a comienzos de los años noventa. Esto podría deberse también a la rigidez de los planes gubernamentales que impedían a los pequeños productores actuar sin el consenso de los demás participantes en el proyecto. Sean cuales fueren las diferencias en los incentivos, la parte de la producción de caucho y cacao correspondiente a las pequeñas explotaciones ha ido cobrando mayor importancia en los últimos 15 años.
Además, una proporción creciente de los propietarios de las plantaciones han abandonado completamente la producción agrícola dedicándose a otras actividades económicas, como la manufactura y el turismo. Los grandes terratenientes tienen más posibilidades de elección que los pequeños productores para invertir en actividades alternativas.
Por último, otra diferencia entre los dos sistemas de producción es que, como consecuencia de las dificultades de las grandes plantaciones para conseguir mano de obra asalariada, alrededor de 1 millón de ha (el 5 por ciento de la tierra cultivable) han quedado sin cultivar.
Políticas comerciales. El aceite de palma es el segundo producto más exportado por Malasia, después de los productos de maquinaria, y contribuye al 7 por ciento de los ingresos de exportación. Durante los 50 años que Malasia comercia en este producto se han aplicado impuestos a su exportación. En los años cincuenta y sesenta, el impuesto era una tasa fija del 5 al 7,5 por ciento del valor de la exportación, pero en los setenta, el Gobierno cambió la estructura del impuesto para favorecer el desarrollo de la industria de la elaboración. Se aplicaron impuestos más elevados a las exportaciones de aceite de palma sin refinar y se redujeron los correspondientes a cada nivel de elaboración. Prácticamente Malasia no exportó aceite de palma sin refinar en 1997. En un principio la reacción de la industria a los incentivos para la elaboración fue excesiva y, a mediados de los años ochenta, se desarrolló una sobrecapacidad que redujo mucho los márgenes de beneficios del refinado. El cierre de algunas plantas de elaboración y el aumento gradual de la producción derivado del cultivo de una superficie mayor han aliviado el problema.
El Gobierno apoyó también la producción de aceite de palma permitiendo utilizar para la plantación de palma donaciones que se habían concedido para replantaciones de caucho. Las donaciones para la replantación de palmas ascendieron a 4 447 $M (1 710 dólares EE.UU.) por hectárea para las explotaciones menores de 4,05 ha y a 3 459 $M (1 330 dólares) por hectárea, para las explotaciones mayores.
Muchas de las políticas comerciales ideadas para el aceite
de palma se han aplicado también al caucho. El caucho es el más
antiguo producto de exportación comercial de Malasia. Por ello,
la historia de las políticas aplicadas al respecto se remontan a
la administración colonial británica de comienzos de siglo.
En 1907 se introdujo un impuesto de exportación que se mantuvo hasta
que fue eliminado en 1991 para aliviar la carga fiscal a una industria
que estaba ya en decadencia.
Los árboles del caucho tienen una vida económica de 25 años, después de lo cual la producción de látex empieza a disminuir. La política gubernamental consiste en conceder donaciones para fomentar la sustitución de árboles viejos con nuevas variedades. Se conceden tales donaciones tanto a los pequeños productores como a las grandes plantaciones con el fin de sufragar el costo de la sustitución de los árboles y compensar los ingresos que no obtienen los agricultores mientras esperan que maduren los nuevos árboles (4 a 7 años). En 1995, las donaciones ascendieron a 6 177 $M (2 375 dólares) por hectárea para las explotaciones menores de 4,05 ha y a 4 200 $M (1 615 dólares) para las explotaciones mayores. Se reducían los pagos si se plantaba el caucho con otros cultivos.
Las donaciones tanto para la replantación como para la investigación en relación con el caucho se financian con un derecho que se percibe por cada kilogramo de caucho exportado. Este derecho se mantuvo después de la supresión del impuesto de exportación. La gestión y utilización del producto de la recaudación de ese derecho corresponden a la Administración para el fomento de los pequeños productores de caucho.
La política aplicada al comercio del cacao hasta 1994 ha tendido a proteger este producto de la competencia de las importaciones extranjeras. El rápido crecimiento de la producción de cacao en los años ochenta se debió en parte a las políticas que apoyaron a la industria mediante subvenciones a los pequeños productores y la aplicación de un elevado arancel del 15 por ciento a las importaciones. Se suprimió este arancel en 1994 para permitir la importación de cacao en grano de Ghana a fin de mezclarlo con grano de Malasia para mejorar el sabor del chocolate. Este cambio de política facilitaría las actividades de elaboración posterior del grano de cacao en productos de cacao.
El Gobierno ha aplicado también medidas reglamentarias, tales como una clasificación obligatoria para garantizar la normalización y calidad del cacao en grano de Malasia, que contribuirán a crear un «nicho» de mercado para este producto. La manteca de cacao que se obtiene del cacao en grano de Malasia tiene una temperatura de fusión más elevada que la de otros países. Se espera que esto ayude a la industria a mantener su competitividad en el mercado internacional.
Cuestiones laborales. La mano de obra ha constituido un factor limitativo de la expansión de los cultivos perennes en Malasia. Su reducción se debe a la progresión natural que se produce en los procesos del desarrollo. El empleo en el sector agrícola disminuyó del 26 por ciento de toda la fuerza laboral en 1990 al 18 por ciento en 1995.
Entre 1980 y 1995, el 20 por ciento de la población rural emigró a las ciudades y, en 1995, podía clasificarse como urbano el 55 por ciento de la población de Malasia. La mayor parte de este desplazamiento se debió a la disponibilidad de oportunidades de empleo mejor remunerado fuera de la agricultura. Durante la mayor parte del período de cambio, los sueldos reales permanecieron estancados en el sector agrícola. En 1995 las presiones ejercidas consiguieron elevar en un 30 por ciento los sueldos en las plantaciones de caucho y palma aceitera, pero se consideró que este aumento fue demasiado escaso y demasiado tardío para que la fuerza de trabajo joven volviera a la agricultura20. Además de las subidas de sueldos, se ha incrementado la mecanización y la concentración de las tierras con el fin de reducir la demanda de mano de obra.
La política de inmigración reviste una importancia decisiva en el sector de las grandes plantaciones. La agricultura emplea al menos a 250 000 trabajadores extranjeros con permiso de trabajo, que representan aproximadamente un tercio de los trabajadores extranjeros legales en Malasia. Probablemente hay un gran número de trabajadores ilegales empleados también en el sector, pero se desconoce el tamaño de este grupo. Nuevas leyes de inmigración o la aplicación más estricta de las mismas podrían reducir la mano de obra extranjera disponible en el sector y ejercer una presión ulterior a la subida de los sueldos.
El problema de la mano de obra es una de las cuestiones más difíciles con que se enfrenta el subsector de los cultivos perennes en la agricultura de Malasia.El problema de la mano de obra es una de las cuestiones más difíciles con que se enfrenta el subsector de los cultivos perennes en la agricultura de Malasia. Los cultivos del caucho, la palma aceitera y el cacao requieren mucha mano de obra. Esta representa entre el 40 y el 60 por ciento de los costos de producción de los cultivos perennes y constituye también un importante insumo en los de los anuales. La presencia de trabajadores extranjeros mantiene bajos los aumentos de los sueldos y permite a las plantaciones seguir siendo competitivas con el uso de sus actuales prácticas de producción. Al mismo tiempo, los bajos salarios son un incentivo contrario al desarrollo y la adopción de técnicas y equipo que ahorren mano de obra. El temor de la industria y el Gobierno es que sean limitadas las posibilidades de mejorar la productividad, especialmente a corto plazo, y que una restricción mayor del empleo de mano de obra extranjera no contribuya sino a desviar la producción a otros países.
El dilema de la mano de obra es algo diferente en el sector de los pequeños productores, gran parte de los cuales aprovechan los planes de tierras gubernamentales. Estos planes se establecieron como política social para mitigar la pobreza en el sector rural y su principal éxito ha consistido en permitir la roturación de nuevas tierras y la redistribución de los ingresos, así como la entrega de servicios gubernamentales a los pobres del medio rural. Con el éxodo de los trabajadores a empleos mejor remunerados fuera de la agricultura, los planes de tierras gubernamentales han quedado en manos de una población de trabajadores de mayor edad. En 1990, un tercio de los hogares agrícolas tenía cabezas de familia de más de 55 años de edad, y dos tercios, de más de 46.
Se está presionando para que se reformen los dos mayores planes de colonización de tierras, la Administración federal de fomento de tierras y la Administración para el fomento de pequeños productores de caucho, porque el tamaño de la burocracia administrativa es demasiado grande para el número de colonos. Su finalidad original es menos pertinente en una economía con falta de mano de obra y de tierras adecuadas para la expansión del cultivo. La situación actual aconseja la adopción de programas que puedan alcanzar sus metas originales. Se están estudiando reformas, pero debido a la crisis económica, es difícil que el Gobierno adopte medidas para reducir el personal administrativo hasta que no mejore la economía.
La crisis económica ha complicado el problema de la mano de obra porque el Gobierno, preocupado por el aumento de los despidos, está centrando más sus esfuerzos en reducir el número de trabajadores extranjeros en Malasia. Al mismo tiempo, como consecuencia de la fuerte demanda de exportación, los productores de palma aceitera están tratando de incrementar su producción para aprovechar los altos precios del mercado mundial. Los efectos de la crisis financiera en el sector no agrícola podrían aliviar, al menos temporalmente, la situación de la mano de obra en la agricultura.
La subida del precio del aceite de palma ofrece la posibilidad
de retener la mano de obra en el sector de los pequeños productores
si continúan subiendo los sueldos relativos. El costo de oportunidad
del abandono de la agricultura ha aumentado recientemente al subir los
precios agrícolas y reducirse las posibilidades de trabajo fuera
del sector. Sin embargo, muchos de los que quedan trabajando en la agricultura
son personas de cierta edad. Por otra parte, incluso aunque suban los precios
agrícolas, no es probable que vuelvan a la agricultura muchos de
los que habían ido a trabajar fuera del sector. Aún
en el caso de que la crisis financiera continuara durante dos o tres años,
a lo sumo se produciría una desaceleración temporal de la
reducción a largo plazo de la fuerza de trabajo en la agricultura.
En 1990, el valor añadido obtenido de las trozas de aserrío fue del 15,6 por ciento del valor añadido de la agricultura, es decir, el segundo producto del que se obtuvo más valor añadido después del aceite de palma.La actividad forestal ha sido tradicionalmente una de las principales fuentes de ingresos, beneficios de exportación y empleo en el sector agrícola de Malasia. Los impuestos y derechos de explotación aplicados a los productos forestales son una de las principales fuentes de ingresos de los gobiernos estatales, en particular de los que poseen grandes superficies boscosas, como Sarawak. En 1990, el valor añadido obtenido de las trozas de aserrío fue de 2 300 millones de $M (a los precios de 1978) o del 15,6 por ciento del valor añadido de la agricultura, es decir, el segundo producto del que se obtuvo más valor añadido después del aceite de palma. La contribución anual del sector forestal al valor añadido ha seguido una tendencia descendente hasta 1997. El año pasado se esperaba un aumento de 3,4 por ciento en la producción debido a la eliminación parcial de la prohibición de exportar trozas en bruto y al aumento de la capacidad de elaboración.
Malasia es el principal país productor de trozas para aserrío de madera tropical. El total de la superficie forestal de Malasia era de 18,5 millones de ha en 1992, último año del que se tienen datos completos. De dicha superficie, 5,5 millones de ha se hallaban en la península, 4,2 millones en Sabah y 8,8 millones en Sarawak. Aunque Sarawak tiene la mayor superficie forestal, la infraestructura de acceso a estas zonas está poco desarrollada y los costos de explotación son mucho mayores que en la península. Aun así, el 55 por ciento de los recientes aumentos de producción proceden de Sarawak y el Gobierno ha expresado preocupación por el hecho de que los detentores de las concesiones no replanten las superficies cosechadas.
Hay tres tipos de superficies forestales: tierras estatales, plantaciones forestales permanentes y parques y reservas. No se permite la extracción en 1,4 millones de ha de parques, pues esta superficie está reservada a usos recreativos y de conservación. La diferencia entre la superficie estatal y las plantaciones permanentes consiste en la forma de administración. Los bosques estatales están administrados por los distintos estados, mientras que en las plantaciones la extracción está administrada por el Departamento Forestal y debe ajustarse a directrices más estrictas establecidas a nivel federal. La superficie de los bosques estatales es de sólo 0,2 millones de ha en la península y 0,6 millones en Sabah, donde prácticamente toda la explotación forestal corresponde a las plantaciones permanentes. En cambio, en Sarawak la superficie de los bosques estatales es de 3,9 millones de ha (o el 45 por ciento) de un total de 8,6 millones de ha.
Es muy pequeña la parte de la superficie forestal de Malasia que continúa siendo selva virgen. La mayor proporción de ella se encuentra en Sarawak, donde representa la cuarta parte de la superficie. Las selvas vírgenes, como no se han sometido anteriormente a explotación, proporcionan un rendimiento superior de árboles de mejor calidad que las demás tierras forestales. También es más rica su biodiversidad. La explotación forestal se realiza en Malasia con carácter selectivo (en oposición a las talas que se realizan en algunos climas templados). El Departamento Forestal controla los árboles cosechados y, una vez cosechada una superficie, la mantiene fuera de producción hasta que ha crecido un número suficiente de árboles como para alcanzar el tamaño mínimo que permita una segunda cosecha.
Contexto de política forestal. La política forestal tiene por objeto alcanzar tres objetivos que no son totalmente compatibles: empleo, ingresos gubernamentales y conservación. La explotación maderera proporciona empleo e ingresos y la materia prima principal para una creciente industria de productos madereros. Los ingresos recaudados por los estados del cobro de derechos por actividades de explotación forestal constituyen una parte considerable de los ingresos de los estados en que dicha explotación es importante. Al mismo tiempo, se reconoce cada vez más que la tasa de explotación de los recursos forestales supera los niveles que pueden sostenerse a largo plazo.
Las políticas forestales principales se aplican en dos sectores: explotación forestal y exportación. A nivel federal se establece una superficie anual sostenible de corte para las tierras de las plantaciones, que el estado asigna a cada una de ellas. Los estados aplican después las directrices federales en la concesión de licencias. Las empresas de extracción deben pagar dos derechos: un derecho de explotación basado en el volumen de trozas que han cortado, y una prima basada en la superficie para la que se ha concedido la licencia de corta. Las autoridades tanto federales como estatales se enfrentan con dificultades para hacer cumplir los reglamentos en la explotación maderera. La meta que se trata de conseguir es un nivel sostenible de corta que se compense con la correspondiente plantación, pero normalmente se realiza la extracción en zonas remotas y difíciles de controlar, y existen grandes incentivos financieros para evitar impuestos y reglamentos.
Las políticas relativas a la exportación difieren
entre la península y Sabah y Sarawak, ya que se aplican diferentes
sistemas de impuestos para las trozas en bruto y los productos madereros
elaborados. En la península se han prohibido las exportaciones de
trozas desde 1992 y esta prohibición se aplicó en Sabah dos
años más tarde, con el doble objetivo de conservar los bosques
húmedos de alto valor biológico y estimular la fabricación
de productos madereros con valor añadido. Sin embargo, esta prohibición
se suprimió parcialmente en Sabah en 1997. En Sarawak se aplica
un impuesto de exportación a las trozas y la península impone
derechos de exportación a los productos madereros, entre los que
se incluyen la madera aserrada, los contrachapados y las chapas.
Las importaciones de pescado proceden principalmente de Tailandia, y la mayor parte de ellas son especies de baja calidad. Las importaciones contribuyen a colmar el déficit entre la oferta y la demanda de especies de baja calidad y, en cierta medida, a estabilizar los precios internos del pescado. Las exportaciones se destinan principalmente a Singapur y se limitan a especies de alta calidad y camarones.
Política pesquera. La intervención del Gobierno
en el sector pesquero es amplia. En 1985 se promulgó la Ley de pesca
para detener la excesiva explotación de los recursos pesqueros,
reducir al mínimo los conflictos y fomentar la igualdad entre los
pescadores costeros y los que practican la pesca de arrastre. La ley define
una política de zonas que asigna los caladeros por tipos de artes,
tamaño de la embarcación y estado de propiedad de la misma.
Prohíbe todas las actividades de arrastre en aguas distantes cinco
millas o menos de la costa. El Gobierno ha tratado también de promover
un aumento de las capturas estimulando principalmente la pesca en alta
mar y la acuicultura. Se han concedido préstamos a bajo costo para
la compra de equipo de pesca en alta mar y se han hecho inversiones en
instalaciones de desembarque.
Malasia depende de las importaciones de los principales productos alimenticios con la excepción de los aceites vegetales.Malasia depende de las importaciones de los principales productos alimenticios con la excepción de los aceites vegetales. Aunque es autosuficiente (o pequeño exportador neto) de frutas, aves de corral, huevos y porcino, depende decisivamente de las importaciones de piensos. Antes de examinar en detalle la forma en que Malasia satisface sus necesidades de alimentos, se ofrece alguna información sobre su presupuesto relativo a la alimentación.
En 1993/94 los malasios gastaron el 23 por ciento de los ingresos mensuales medios del hogar en alimentos consumidos en el mismo hogar y otro 12 por ciento en la compra de alimentos y bebidas fuera del hogar. En la Figura 29 se indica la forma en que los consumidores distribuyen su gasto en alimentos en el hogar21.
El pescado es el producto en que más se gasta y absorbe
casi el 20 por ciento del presupuesto alimentario. Diversos productos,
como arroz, otros cereales, pollo, frutas, hortalizas y otros alimentos,
absorben del 10 al 12 por ciento del gasto. Se gasta menos en carnes de
porcino, bovino y cordero, huevos, leche y grasas.
(miles de toneladas) |
(miles de toneladas) |
(miles de toneladas) |
(miles de toneladas) |
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(relación) |
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Pescado |
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Pollo |
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Porcino |
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Bovino |
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Carnero |
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Fruta |
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Hortalizas |
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Arroz |
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Cereales pienso |
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Harinas proteínicas 1 |
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de las cuales: |
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TAP |
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Harina de soja |
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1
La torta de almendras de palma (TAP) no se utiliza en las raciones de piensos
en el país; la harina de soja se obtiene en su totalidad de soja
importada.
En el Cuadro 7 se indica el balance de suministros-utilización
de los principales grupos de alimentos en Malasia. La producción
de carnes de aves y cerdo depende casi totalmente de las importaciones
de piensos y harinas proteínicas, las cuales se importan directamente
o se fabrican a partir de soja importada. Aunque Malasia es técnicamente
autosuficiente en pescado marino, el volumen de su comercio de pescado
es grande, ya que exporta productos de alto valor e importa otros de bajo
valor para el mercado interno. Las pautas de los suministros, utilización
y comercio de las frutas y hortalizas son similares, ya que Malasia exporta
productos tropicales (la mayor parte de ellos a Singapur) e importa productos
de clima templado. En cuanto a la carne bovina y de carnero, Malasia depende
casi totalmente de las importaciones. Se produce en el país bovino
de alta calidad que se exporta a Australia, Nueva Zelandia y Estados Unidos,
mientras que la mayor parte de las importaciones consisten en bovino congelado
de calidad inferior procedente de la India. Las importaciones de carnero
y cordero proceden principalmente de Nueva Zelandia.
Políticas alimentarias. Con excepción del arroz, los productos alimenticios quedan en su mayoría exentos de la intervención gubernamental. El Gobierno controla los precios al por menor de una serie de alimentos básicos, como arroz, harina de trigo y aceite para cocinar. Con la reciente devaluación del ringgit, se ha creado en una difícil situación para los molinos de trigo, que deben comprar el producto bruto en el mercado mundial en dólares estadounidenses y venderlo después en el mercado de Malasia a precios en ringgit sometidos al control gubernamental. El Gobierno reconoce la necesidad de permitir a estas empresas elevar los precios al por menor, pero desearía limitar su subida para reducir al mínimo el efecto de la crisis financiera en los consumidores de bajos ingresos. No se plantea el mismo problema con el aceite para cocinar y el arroz porque son principalmente de producción interna.
Política arrocera. Como el arroz es el alimento básico de la dieta en Malasia, el Gobierno ha adoptado medidas para conseguir al menos una autosuficiencia del 65 por ciento en este producto. Apoya a los productores de arroz por distintos medios, incluso con subvenciones de insumos e incentivos de producción. Además, ha ayudado a los productores en la aplicación de métodos de lucha contra las plagas, en la ordenación de las explotaciones agrícolas y en concentración parcelaria. Cada productor de arroz tiene derecho a una donación para fertilizantes y a préstamos del Banco Pertanian Malaysia prácticamente exentos de intereses. Cuando se cosecha el cultivo, el Gobierno garantiza un precio al productor de 496 $M (1995) por tonelada. Además, cada productor tiene derecho a recibir un complemento de «ingresos» del Gobierno.
El descenso a largo plazo de la producción arrocera de Malasia se debe a la conversión de las tierras del cultivo del arroz a usos más lucrativos.Todas estas políticas de apoyo han servido solamente para frenar el descenso a largo plazo de la producción arrocera, que se ha mantenido relativamente estancada en unos 2 millones de toneladas al año desde 1996. La tendencia se debe a la conversión de las tierras del cultivo del arroz a usos más lucrativos. Malasia importa una quinta parte de sus necesidades de arroz de Tailandia y Viet Nam, que producen excedentes y tienen costos de producción inferiores.
La agricultura, debido a su lento crecimiento y a la reducción de su función relativa en la economía de Malasia, ha sido calificada frecuentemente de «industria en ocaso». Sin embargo, la crisis financiera ha cambiado esta perspectiva. La mejora del rendimiento de las exportaciones agrícolas puede ser importante para reducir las consecuencias de la crisis económica y desempeñará una notable función en la recuperación económica del país. Las exportaciones agrícolas, a diferencia de las de artículos manufacturados, dependen menos de insumos importados. Por esta razón, la devaluación monetaria dará una mayor ventaja comparativa al sector. Hay que añadir a ello que las subidas de los precios del aceite de palma y el cacao en dólares (e incluso mayores en ringgit a causa de la devaluación monetaria) registradas desde mediados de 1997 y el componente de exportaciones del sector representan un aspecto esperanzador en una economía donde son cada vez más frecuentes los despidos de trabajadores y los cierres de empresas.
Existe el peligro de que imperativos de política a nivel
nacional puedan introducir nuevas presiones que ejercerían graves
efectos perjudiciales en otras partes del sector, por ejemplo, en la economía
alimentaria. Las políticas gubernamentales encaminadas a contener
las subidas de los precios de los alimentos han puesto ya en peligro a
las industrias alimentarias nacionales basadas en la importación.
Muchos fabricantes para el mercado interno se enfrentan con graves pérdidas
ya que, por un lado, tienen que pagar los costos cada vez mayores de las
materias primas importadas (por ejemplo, piensos, trigo, leche en polvo,
etc.) y, por otra, no pueden elevar los precios de los productos. Si persiste
la crisis y el Gobierno no permite que los precios de los alimentos reflejen
el aumento de los costos de la materia prima importada, la industria malasia
de elaboración de alimentos se enfrentará con una larga y
grave contracción. Quienes menos posibilidades tendrán de
sobrevivir serán las empresas con sede en Malasia, pero que no cuentan
con amplias operaciones internacionales.