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1INTRODUCCIÓN

La visión que subyace e impulsa al presente estudio es llegar a tener un mundo sin hambre ni pobreza. Si se tiene en cuenta que la mayoría de personas de bajos recursos vive en áreas rurales en los países en desarrollo y depende de la agricultura para su subsistencia, se puede decir que la clave para erradicar el sufrimiento actual debe basarse en el establecimiento de comunidades rurales dinámicas fundamentadas en una agricultura próspera. Al hacer un análisis de los sistemas agropecuarios, donde la población rural vive y trabaja, se pueden obtener directrices claras acerca de las prioridades estratégicas a tenerse en cuenta en la reducción de la pobreza y el hambre que los afecta. El enfoque de sistemas de producción agropecuaria reconoce la diversidad que existe entre los patrones de subsistencia empleados por los agricultores, pastores, y familias de pescadores de bajos ingresos y provee un marco para explorar distintas alternativas que permitan a estas personas escapar de la pobreza en un mundo cambiante.

El desarrollo rural depende en última instancia de las decisiones individuales que millones de hombres y mujeres toman diariamente. El reto que los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado enfrentan es proveer el marco institucional adecuado y los incentivos necesarios para permitir a los hogares agropecuarios alcanzar el crecimiento agrícola y la reducción de la pobreza por sí mismos. Desdichadamente, las mejores proyecciones disponibles en la actualidad1sugieren que el descenso del hambre y la pobreza en las regiones en desarrollo avanza muy lentamente. Con esto en mente, este compendio esboza las prioridades estratégicas de acción necesarias para acelerar este proceso en los diferentes sistemas agropecuarios, en cada región en desarrollo y en el conjunto de los países en desarrollo.

Pobreza, hambre y agricultura

Durante las últimas cuatro décadas del siglo XX la población de las regiones en desarrollo2 se duplicó - alcanzó los 5100 millones en 1999. Actualmente alrededor de un 60 por ciento corresponde a habitantes rurales; de los cuales, alrededor del 85 por ciento depende de la agricultura3. Se estima que durante los próximos treinta años la población de las regiones en desarrollo continuará en aumento; si bien a un ritmo más lento de crecimiento. No obstante, se proyecta que como resultado del incremento en la urbanización, la población rural total experimentará un descenso después del 2020. Tomando estas proyecciones como base, se puede decir que para el 2030 la población agrícola en los países en desarrollo probablemente no habrá experimentado cambios significativos con relación al nivel actual. Entre los factores que producen incertidumbre respecto a las tendencias poblacionales a futuro, dos son particularmente importantes. En primer lugar, la prognosis acerca del VIH/SIDA, que ha alcanzado niveles pandémicos, es incierta y existe la posibilidad de que reduzca significativamente la población rural en muchos sistemas agropecuarios de Africa y de otras regiones. El segundo factor se relaciona a la migración de la población agrícola hacia las áreas urbanas. Las tasas de migración reflejan, entre otras cosas, tasas de pobreza relativa tanto en las áreas urbanas como rurales y por lo tanto se ven afectadas por factores tales como los precios internacionales de los productos básicos, por el incremento en las tasas de empleo urbano y por las tasas de cambio real.

El hambre prevalece en muchos países en desarrollo, no obstante, el porcentaje total ha disminuido desde 959m en el período 1969-1971 a 790m en le período 1995-1997. Puesto que la población total ha aumentado de manera sustancial, esto implica que la proporción de gente desnutrida disminuyó a la mitad de 37 por ciento a 18 por ciento. Las proyecciones indican, además, que este porcentaje disminuirán aún más, a alrededor de 576m de personas en el 2015 y a 400m en el 2030; sin embargo, de tomarse medidas adicionales para reducir la pobreza, este descenso se podría acelerar, como se previó durante la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996.

Se estima que en todas las regiones en desarrollo, un total de 1200m de personas vive en la pobreza - que se define tomando como base la línea de pobreza internacional, que establece el consumo promedio en dólares EE.UU.1/día/cápita. A pesar de que la importancia relativa de la pobreza rural varía sustancialmente de un país a otro, se ha establecido que en los países en desarrollo, tomados de manera conjunta, más del 70 por ciento de la pobreza ocurre en áreas rurales. Dada la disminución en el índice de pobreza que en las últimas décadas ha tenido lugar en el Sudeste de Asia, en la actualidad, la pobreza está concentrada primordialmente en Asia meridional - en donde aumentó de manera gradual durante la década de 1990 - y en el Africa Subsahariana, en donde ha aumentado a un ritmo alarmante.

La evidencia es clara en sugerir que el desarrollo agrícola aplicado globalmente es un medio efectivo tanto para reducir la pobreza como para acelerar el crecimiento económico. Esto se produce no sólo a consecuencia del incremento en los ingresos de los productores y trabajadores agrícolas sino también debido al incremento en la demanda de bienes no comerciables - particularmente de servicios y productos locales - que se da en las áreas rurales. Parece ser que el factor primordial en la reducción de la pobreza rural es justamente el efecto indirecto que se da sobre la demanda y la consecuente creación de empleos extra-prediales en las áreas rurales y en poblaciones que cuentan con mercados.

Características de los sistemas de producción agropecuaria

Cada finca cuenta con características específicas que se derivan de la diversidad existente en cuanto a la dotación de recursos y a las circunstancias familiares. Por sistema de finca se entiende el conjunto del hogar agropecuario, sus recursos y los flujos e interacciones que se dan al nivel de finca. Un sistema agropecuario, por su parte, se define como el conglomerado de sistemas de fincas individuales que en su conjunto presentan una base de recursos, patrones empresariales, sistemas de subsistencia y limitaciones de la familia agropecuaria similares; y para los cuales serían apropiadas estrategias de desarrollo e intervenciones también similares.

En su lucha por combatir el hambre y la pobreza los países en desarrollo enfrentan el desafío de identificar las necesidades y oportunidades de desarrollo agrícola y rural y de focalizar la inversión en aquellas áreas donde se pueda obtener el mayor impacto tanto en la inseguridad alimentaria como en la pobreza. La caracterización de sistemas de producción agropecuaria provee un marco en el cual se pueden definir tanto estrategias de desarrollo agrícola como intervenciones apropiadas; ya que, por definición, agrupan a los hogares agropecuarios con características y limitaciones similares. En este estudio, no obstante, se han identificado y cartografiado únicamente los principales sistemas de producción agropecuaria de cada región, a fin de poder obtener deducciones generales tanto a escala regional como global. La decisión de adoptar estos amplios sistemas de producción agropecuaria inevitablemente genera un grado considerable de heterogeneidad al interior de un sistema en particular. No obstante, identificar los numerosos y muy distintos sistemas de producción agropecuaria al nivel micro en cada región en desarrollo no haría más que disminuir el impacto global del análisis.

La clasificación de los sistemas que se ha hecho en el presente documento se basa en una serie de factores clave, incluyendo: (i) la base de recursos naturales disponible; (ii) el patrón predominante de actividades agrícolas y formas de subsistencia de los hogares agropecuarios incluyendo su relación con los mercados y (iii) la intensidad de las actividades de producción. Estos criterios se aplicaron a cada una de las seis regiones principales del mundo en desarrollo. El ejercicio resultó en la identificación de 72 sistemas agropecuarios, con una población agrícola promedio de aproximadamente 40m de habitantes. Sobre la base de estos criterios se han delimitado ocho categorías generales de sistemas de producción agropecuaria:

Exceptuando a los sistemas duales, en los sistemas clasificados en cada categoría predomina la agricultura de los pequeños agricultores. Los nombres que se han escogido para cada sistema de producción agropecuaria reflejan las ocho categorías aquí expuestas; también reflejan las características más importantes que los distinguen, a saber: (i) disponibilidad de recursos hídricos, v.g. con riego, de secano, húmedo, seco; (ii) clima, v.g. tropical, templado, frío; (iii) entorno geográfico relieve/ altitud, v.g. tierras altas, tierras bajas; (iv) área predial, v.g. a gran escala; (v) intensidad de la producción, v.g. intensivo, extensivo, disperso; (vi) fuente predominante de subsistencia, v.g. cultivos de raíces comestibles, maíz, cultivos arbóreos, pesca artesanal, pastoreo; (vii) patrones duales de subsistencia agrícola, v.g. cereales-raíces comestibles, arroz-trigo (nótese que la asociación cultivo-ganadería se denomina `mixto'); (viii) situación geográfica, v.g. basado en áreas forestales, costera, basada en áreas urbanas.

De los 72 sistemas identificados, se seleccionaron tres o cinco en cada región para ser analizados a mayor profundidad. A pesar de que esta selección incluye algunos sistemas con oportunidades limitadas para el crecimiento basado en la agricultura, la mayoría tiene el potencial para reducir el hambre y la pobreza de manera significativa, siempre y cuando cuenten con apoyo para llevarlo a cabo. Los factores que determinan el potencial aparente de crecimiento de un sistema incluyen: (i) una adecuada dotación de servicios, incluyendo las condiciones agro-climáticas y del suelo, una relación relativamente alta entre la tierra y otros recursos (agua, bosque) con la población humana, y una baja intensidad de explotación actual; (ii) acceso adecuado a infraestructura y servicios, incluyendo mercados; (iii) la identificación de factores generales que limitan el desarrollo, factibles de ser eliminados.

En términos generales se han definido cinco estrategias principales que los hogares agropecuarios podrían adoptar para mejorar sus condiciones de vida. Estas opciones estratégicas no son mutuamente excluyentes, incluso al nivel de los hogares agropecuarios. Un hogar agropecuario, por lo general, adoptará un conjunto de estrategias diversas. Estas opciones se pueden resumir como sigue:

En el contexto de este estudio, la intensificación se define como el incremento de la productividad física o financiera de patrones de producción existentes; incluyendo cultivos alimenticios y comerciales, ganadería y otras actividades productivas. La diversificación se define como cambios en los patrones de actividades existentes de la finca a fin de incrementar el ingreso o de reducir la fluctuación del mismo. La diversificación por lo general toma la forma de actividades completamente nuevas, pero también puede implicar la expansión de actividades de alto valor comercial ya existentes, y se dará a consecuencia de las oportunidades de mercado. La adhesión o expansión de dichas actividades se refieren, no solamente a la producción, sino también al manejo pos-cosecha que se lleva a cabo en finca y otras actividades basadas en la finca que generen ingresos.

Algunas familias agrícolas pueden escapar de la pobreza expandiendo el área del predio - en este contexto, `área' se refiere a los recursos explotados en lugar de a los recursos poseídos. Los beneficiarios de la reforma agraria son el ejemplo más claro de esta estrategia de reducción de la pobreza. El incremento del área predial también puede ser resultado de la incursión en zonas que anteriormente no se destinaban a la agricultura, tales como bosques - lo que se conoce como expansión de la frontera agrícola. A pesar de que la opción de expandir el área del predio no es aplicable en muchos de los sistemas, es particularmente importante en las regiones de América Latina y en Africa Subsahariana. No obstante, estas tierras `nuevas' son cada vez más marginales para propósitos agrícolas y frecuentemente no ofrecen una opción sostenible para la reducción de la pobreza.

El ingreso proveniente de actividades extra-prediales constituye una fuente importante para la subsistencia de muchos agricultores de bajos recursos. La migración estacional ha sido una estrategia tradicionalmente empleada por las familias agrícolas para escapar de la pobreza y las remesas recibidas por lo general se invierten en la compra de tierra o ganado. En las áreas en donde existe una vigorosa economía no agrícola, muchos hogares agropecuarios de escasos recursos incrementan sus ingresos con el empleo extra-predial a medio tiempo o a tiempo completo de algunos de sus miembros. En las áreas en donde existen muy pocas oportunidades para mejorar la subsistencia rural, las familias agropecuarias podrían abandonar su tierra y emigrar a otros sistemas de producción agropecuaria o incursionar en ocupaciones no agrícolas en áreas rurales o urbanas. En los siguientes capítulos al hacer referencia a esta estrategia empleada para escapar de la pobreza agrícola, se hablará de `abandono de la agricultura'.

Aspectos que influyen en la evolución de los sistemas de producción agropecuaria

A fin de presentar el análisis de los sistemas de producción agropecuaria y su desarrollo futuro dentro de un marco que sea aplicable de manera general a todos los sistemas y regiones, se han agrupado en cinco categorías los factores, tanto biofísicos como socioeconómicos, determinantes para la evolución de un sistema:

Recursos naturales y clima

La interacción existente entre recursos naturales, clima y población determina la base física de los sistemas de producción. En las primeras etapas de desarrollo de un sistema, el incremento de la población por lo general conduce a la expansión del área cultivada, y en muchos casos, al desarrollo de conflictos entre los diferentes usuarios de la tierra y de los recursos hídricos. Una vez que la tierra de mejor calidad ha sido explotada, el crecimiento progresivo de la población conduce a la intensificación de los sistemas de producción. En este contexto la biodiversidad se ve amenazada ya que los bosques y tierras boscosas se ven sujetas a mayor presión; lo que puede generar una tensión creciente entre el desarrollo y las metas de conservación. En las últimas décadas ha habido una considerable disminución en el número de variedades cultivadas; esto ha afectado en especial a los principales cultivos de cereales: trigo, maíz y arroz; además se ha producido una pérdida similar de biodiversidad de los animales domésticos.

El acelerado crecimiento de la población ha significado que la disponibilidad de tierra cultivable per cápita en los países en desarrollo haya disminuido aproximadamente a la mitad desde la década de 1960, pues a mediados de la década de 1990 alcanzó un promedio de 2,3 personas/ha entre las poblaciones agrícolas (ver Cuadro 1.1). Durante este mismo período la tierra dedicada al pastoreo alcanzó un 15 por ciento en las regiones en desarrollo, lo que equivale a aproximadamente 2200m de ha en 1994. Las tasas de crecimiento anual de tierra cultivable varían considerablemente según la región como se muestra en el Cuadro 1.2. El incremento en la producción no se ha dado como resultado de la intensidad de los cultivos sino que ha sido principalmente resultado del incremento en el rendimiento y de la expansión del área cultivada.

Cuadro 1.1 Presión Demográfica sobre la Tierra Agrícola Cultivada Anual y Permanentemente por Región - 1995-1997 (personas/ha)

Región

Agrícola

Total

Africa Subsahariana

2,2

3,6

Oriente Medio y Africa del Norte

3,1

4,5

Europa Oriental y Asia Central

0,3

1,6

Asia Meridional

3,5

6,3

Asia Oriental y el Pacífico

4,9

7,9

América Latina y el Caribe

0,7

3,2

Promedio

2,3

4,5

Mas del 90 por ciento de la tierra que se encuentra todavía disponible para fines agrícolas está en América Latina y en Africa Subsahariana. Esto significa que la expansión predial simplemente no es una opción para la mayoría de regiones en desarrollo. Aun en aquellas áreas en donde parece existir un potencial de expansión, se estima que más del 70 por ciento de la tierra disponible tiene uno o más limitantes de suelo y relieve. Debido a estos factores, la expansión del área cultivada que se ha proyectado en las regiones en desarrollo para el 2030 alcanzará únicamente la mitad de la tasa histórica. No obstante, no deja de extrañar que para el año 2030, a pesar del incremento poblacional a más de 2 mil millones de personas en los países en desarrollo, el porcentaje promedio de tierra cultivable disponible por persona relacionada con la agricultura podría incrementar debido a la estabilización de las poblaciones agrícolas.

Tanto la agricultura como la seguridad alimentaria se verán afectadas por el cambio climático. Entre los impactos que se predicen están la diminución del rendimiento potencial de los cultivos en la mayoría de regiones tropicales y subtropicales. Se prevé, además, que la disponibilidad del recurso hídrico también disminuirá de manera paralela al aumento generalizado del riesgo de inundación que se dará como resultado del aumento en el nivel de los océanos y de un incremento en la intensidad de las precipitaciones. También se prevé un aumento dramático en la frecuencia de eventos climáticos catastróficos como huracanes, tifones y sequías ya que el cambio climático tiene como consecuencia una mayor variabilidad de las condiciones climáticas.

Cuadro 1.2 Expansión Anual Promedio de Tierra Cultivada 1961-19975

Región

% annual

Africa Subsahariana

0,73

Oriente Medio y Africa del Norte

0,42

Asia Meridional

0,18

Asia Oriental

0,91

América Latina y el Caribe

1,26

Promedio

0,67

Ciencia y tecnología

Es innegable que el enfoque tradicional de los centros de investigación agrícola, nacionales e internacionales, que se centraban en las tecnologías dirigidas a incrementar los rendimientos de los cultivos alimenticios, ha tenido mucho éxito. Aproximadamente las tres cuartas partes del crecimiento de la producción que se ha dado desde 1961 se deben al aumento en el rendimiento (ver Cuadro 1.3). El incremento de los rendimientos ha contribuido a generar una mayor seguridad alimentaria en las regiones en desarrollo y ha sido un factor determinante en la reducción de los precios reales de los granos comestibles.

Cuadro 1.3 Rendimiento Promedio de Cereales (1961-1997) en Países en Desarrollo (t/ha)6

 

1961/63

1995/97

Trigo

0,9

2,5

Arroz

1,8

3,5

Maíz

1,2

2,6

Todos los cereales

1,2

2,5

No obstante, muchos pequeños agricultores de bajos ingresos que viven en áreas marginales no se han beneficiado del incremento en el rendimiento de estos cereales, y por lo general, se ha dado poca prioridad a la necesidad de invertir para desarrollar tecnologías para otros cultivos. Si bien el sector privado y las grandes organizaciones de agricultores han hecho fuertes inversiones en investigación dirigida a cultivos comerciales de importancia económica, como café, té, caña de azúcar y banano, muchos productos tropicales básicos y cultivos comerciales menores han recibido poca atención. De manera similar, las inversiones realizadas en la investigación ganadera no se equiparan con la contribución que este subsector hace al ingreso del hogar agropecuario, o al Producto Interno Bruto (PIB) agrícola. Los países desarrollados cuentan con una gama mucho más amplia de nuevas tecnologías para sus sistemas de producción y cultivos de interés, a diferencia de los sistemas de producción de los pequeños agricultores que viven en países en desarrollo.

De manera general, la investigación se ha centrado primordialmente en la intensificación de la producción, lo que usualmente requiere de la adquisición de insumos. La investigación que se ha realizado para incrementar la productividad de la mano de obra o para desarrollar tecnologías integradas que permitan diversificar las formas de subsistencia de los pequeños agricultores e incrementar la sostenibilidad del uso de la tierra, se ha dado en menor grado. Así también, la investigación que se ha realizado en manejo integrado de plagas (MIP) o en control de malezas ha sido muy limitada. Así como para el sector privado estos tópicos son de poco interés, existe el peligro de que sean ignorados por las instituciones públicas de investigación. El uso de cultivos genéticamente modificados parece ofrecer un potencial importante para reducir el uso de insumos y fomentar mayores niveles de producción; no obstante, su desarrollo e introducción se han visto severamente limitados por la preocupación que la seguridad de los alimentos genera en los países industrializados.

A pesar de estas limitantes, la agenda global de investigación está cambiando su enfoque anterior, que se centraba en el desempeño de un cultivo en particular, a una aceptación cada vez mayor de la importancia del incremento de la productividad de los sistemas. Este incremento se entiende, de manera general, como la interacción más efectiva entre empresas agrícolas diversificadas, manejo sostenible de los recursos y una mejora en la focalización de las tecnologías dirigidas hacia las mujeres agricultoras y hogares más desfavorecidos. En la actualidad, se está dando más énfasis a la relación entre el sector privado y público, que se deriva principalmente de las demandas del cliente; lo que podría ser aún más importante a largo plazo. Estos cambios están siendo acompañados por una creciente comprensión de los problemas y oportunidades que experimentan los agricultores y por una mayor disposición para combinar el conocimiento indígena con la información actual.

Liberalización del comercio y desarrollo del mercado

Si bien el proceso de la globalización se caracteriza por una gama amplia de cambios, el énfasis del presente documento se ha puesto en la reforma económica y en la liberalización del comercio. Para fines de la década de 1970 las economías de varios países en desarrollo habían experimentado una fuerte distorsión como resultado de una excesiva intervención y control gubernamental. La mayoría se encontraban en serias dificultades económicas con tasas de crecimiento del PIB negativas o que no conseguían igualarse al incremento de la tasa poblacional. A fin de hacerle frente a estos problemas las instituciones internacionales pusieron en marcha programas de crédito que se enfocaban en la reforma estructural. Estos Programas de Ajuste Estructural (PAEs) han tenido como resultado la liberalización del comercio y del sistema que caracterizaba a las tasas de cambio y ha reducido de manera radical los subsidios en muchos de los países en desarrollo.

A pesar de que los ajustes estructurales no han conseguido eliminar el sesgo urbano de las políticas en los países en desarrollo, los PAEs han incorporado reformas específicas para el sector agrícola. Estas incluyen medidas dirigidas a: (i) terminar con los monopolios comerciales; (ii) reducir la participación para-estatal en la provisión de insumos en la comercialización y en el procesamiento; (iii) reducir o eliminar los subsidios, control de precios y los impedimentos a las actividades realizadas por el sector privado; (iv) eliminar las restricciones para el desarrollo del comercio internacional; y (v) promover la participación del sector privado. En los últimos años tanto los acuerdos internacionales como el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio han contribuido a impulsar la liberalización del comercio. Recientemente, el desarrollo del mercado ha experimentado una aceleración como respuesta a las fuerzas del mercado; así también, los patrones de producción y el uso de los recursos naturales están experimentando profundos cambios en respuesta a estas tendencias. Los cambios resultantes de esta transición han tenido, no obstante, importantes efectos negativos para un sinnúmero de pequeños productores. Durante la década de 1980 e inicios de la década de 1990, la incidencia de la pobreza fue mayor en muchos sistemas de producción agropecuaria. Esto se dio como resultado de la reducción del apoyo gubernamental y se debió también a la caída de los precios de muchos los rubros tradicionales producidos por los pequeños agricultores.

A largo plazo, los países en desarrollo estarán en la capacidad de expandir la producción de rubros que presenten ventajas competitivas, incluyendo productos como el azúcar, las fibras, frutas, vegetales y una serie de productos tropicales. No obstante, hasta hoy el progreso alcanzado ha sido más bien lento; esto se debe, en parte, a la constante protección con la que cuentan los agricultores en muchos países industrializados. El incremento en las tasas de urbanización, en los ingresos, así como la mejora en las comunicaciones y en la difusión de las preferencias culturales, ejercerán su influencia en las tendencias sociales, económicas y culturales, que a su vez contribuirán a una profunda reestructuración de la demanda del mercado. La disponibilidad de nuevas tecnologías de producción, pos-cosecha y transporte cambiará también los patrones de demanda haciendo que los mercados tengan acceso a nuevos productos, antes inaccesibles, o a productos tradicionales bajo diferentes formas de presentación.

Políticas, instituciones y bienes públicos

El desarrollo de sistemas de producción agropecuaria de naturaleza dinámica requiere de un entorno adecuado de políticas. El cambio más importante que se ha dado durante los últimos treinta años a este respecto ha sido el ajuste estructural (ver arriba); éste implicó que de manera generalizada se dejara de considerar a la autosuficiencia alimentaria nacional como un elemento predominante en la generación de políticas para las áreas rurales. A pesar de que la autosuficiencia alimentaria nacional ya no es el objetivo primordial de las políticas, la seguridad alimentaria de los hogares continúa siendo un asunto clave en las políticas tanto para los países en desarrollo como para el resto del mundo. Este tema tuvo mucho énfasis en la Cumbre Mundial de la Alimentación realizada en 1996.

En los últimos años los generadores de políticas han enfocado de manera cada vez más creciente su atención a la eficiencia en la provisión de servicios por medio de la reestructuración de las instituciones. Esto ha tenido como resultado que muchos de los roles tradicionales del sector público se hayan delegado a la sociedad civil y al sector privado. También ha conducido a la descentralización de los servicios gubernamentales que aún se mantienen, y a la reducción de la inversión estatal en la provisión de servicios públicos. Las dos primeras tendencias encajan muy bien en la disposición de incentivar la participación local en la toma de decisiones y en la asignación de recursos. La tercera tendencia, es primordialmente resultado de la transferencia de importantes responsabilidades gubernamentales al sector privado. No obstante, a pesar de ofrecer beneficios significativos en términos de movilización de recursos no gubernamentales, y de una respuesta más efectiva de las actividades públicas a las necesidades locales, estas tendencias también han creado dificultades. La respuesta del sector privado ha sido lenta o solamente parcial y en muchos casos ha carecido de los incentivos necesarios para reemplazar a los servicios públicos en las áreas financiera, de investigación, extensión, educación, salud e incluso en el desarrollo y mantenimiento de la infraestructura. En este contexto, los pequeños agricultores y los hogares con mujeres jefes de familia han sufrido de manera desproporcionada. A pesar de esta omisión crítica, el fortalecimiento de las instituciones locales, - que implica la descentralización y democratización al nivel local - es bastante evidente en muchos países. Estas tendencias han sacado a la luz desacuerdos existentes entre las autoridades centrales y locales, en cuanto a la definición de prioridades de desarrollo y de asignación de recursos; así como respecto al desarrollo de mecanismos de vigilancia.

Las políticas relacionadas con el acceso y control de los recursos naturales - en particular de la tierra y el agua- son cada vez más relevantes. A medida que las poblaciones continúen creciendo y que aumente la degradación de las tierras marginales, se intensificará la demanda de un acceso equitativo a los recursos por parte de las poblaciones más desfavorecidas, minoritarias e indígenas. A pesar de que el crecimiento en las tasas de urbanización aliviará algo la presión, los gobiernos que no puedan desarrollar e implementar políticas efectivas con relación a la tenencia de la tierra, manejo del agua y reforma tributaria, enfrentarán el riesgo de que se produzcan serios conflictos sociales.

Información y capital humano

La necesidad de contar con mejor información y capital humano mejorado ha aumentado con la intensificación en los sistemas de producción y con su integración a los sistemas de mercado. La falta de educación, información y capacitación, por lo general constituye un factor limitante clave en el desarrollo de los pequeños agricultores. Algunos expertos anticipan una revolución en la información que proveerá a los pequeños agricultores de una cantidad considerable de información tecnológica, de mercado e institucional. No obstante, es poco probable que la mayor parte de esta información esté al alcance de la mayoría de los productores pobres en países de bajos ingresos en los próximos años, aunque los comerciantes y agroempresas podrían experimentar beneficios. Los problemas de inequidad en el acceso que se generarán como consecuencia de haber relegado a las poblaciones marginales serán inevitables.

La presencia de conflictos armados, la migración de los hombres en busca de empleos remunerados y las crecientes tasas de mortalidad producidas por el VIH/SIDA han conducido a un incremento en el número de hogares con mujeres jefes de familia y han producido una carga considerable en la capacidad de las mujeres para producir, proveer y preparar alimentos. A pesar del papel cada vez más prominente que las mujeres desempeñan en la agricultura, éstas siguen sufriendo severas desventajas en su acceso a la educación, en la capacitación en servicios comerciales y de asesoría. Es todavía frecuente que en los países en desarrollo se niegue a la mujer el estatus legal necesario para permitirle el acceso a los créditos. Esta falta de acceso a los servicios clave de apoyo es un impedimento en los esfuerzos que las mujeres realizan para mejorar sus actividades agropecuarias.

A pesar de esto último, uno de los logros más importantes que se han obtenido en varios países en desarrollo en las últimas tres décadas ha sido la disminución en las tasas de analfabetismo y la generalización de la educación primaria en la mayor parte de la población rural. En vista de los altos beneficios ampliamente demostrados que se derivan de la educación primaria, se considera que es muy probable que la educación rural se extienda considerablemente en aquellos países en donde la discriminación de género es mínima, en donde no existan conflictos civiles y en donde la estabilidad económica pueda ser mantenida. A pesar de que en el pasado mucho de los esfuerzos de desarrollo no alcanzaron a las mujeres - debido a que los planificadores tenían una comprensión bastante pobre acerca del papel que la mujer tenía en la agricultura y en la seguridad alimentaria del hogar - en la actualidad se están haciendo esfuerzos para tomar en cuenta la situación real de la mujer. También se espera que como resultado de una mejora en la educación primaria la situación de la mujer mejore ya que un número cada vez mayor de mujeres dedicadas a la agricultura podrá comunicarse de manera directa y en el mismo lenguaje con los funcionarios de extensión, banqueros o administradores de agroempresas. Estos avances podrían permitir a la próxima generación estar mejor equipada para participar en una agricultura basada en el conocimiento y para utilizar la creciente base de información.

Guía para el lector

El presente resumen presenta un esquema de los retos futuros, de las oportunidades y de las estrategias propuestas para el desarrollo agrícola de las regiones en desarrollo. Además, en este capítulo se ha presentado la importancia del análisis de los sistemas de producción agropecuaria prestando especial atención a la descripción de las tendencias clave que se prevé influirán en la evolución de los sistemas de producción durante los próximos treinta años. Tomando como base las proyecciones de la FAO y haciendo uso de una amplia gama de las bases de datos, en los capítulos 2 a 7 este compendio caracteriza brevemente los principales sistemas de producción agropecuaria de las seis regiones en desarrollo del mundo. Puesto que una sola región en particular puede presentar hasta 16 sistemas diferentes, en cada región se han seleccionado únicamente de 3 a 5 sistemas para describir. Cada análisis regional concluye con una discusión de las prioridades estratégicas para la región. En el capítulo 8 se presentan los factores comunes, los desafíos y las prioridades transversales que surgen de estos análisis. Finalmente, en el capítulo 9 se presentan las Conclusiones y las Perspectivas Futuras de estos sistemas.

Este compendio constituye una versión bastante abreviada del libro del mismo nombre publicada en inglés conjuntamente por la FAO y el Banco Mundial, en el cual se desarrollan con mucho más detalle, y con muchos más datos, los argumentos presentados aquí.


1 Las proyecciones para el 2015 y 2030 se detallan en FAO (2000) `Agriculture: Towards 2015/30. Technical Interim Report' Global Perspectives Studies Unit, FAO, Rome, Italy.

2 El Banco Mundial clasifica a los países en desarrollo en seis regiones; esta clasificación se adoptó para el presente análisis. En el Anexo se encuentra la lista de países que conforman cada región.

3 La población agrícola de un país o sistema se define como los que trabajan en la agricultura, la producción pecuaria, la pesca o la forestería, y sus familias.

4 FAO (2000) `Agriculture: Towards 2015/30. Technical Interim Report'Global Perspectives Studies Unit, FAO, Rome, Italy.

5 Ibid. No hay datos con respecto a la región de Europe Oriental y Asia Central y muchos de los estados pequeños del Pacífico.

6 FAO 2000, op cit.



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