En las Antillas, y especialmente en el caso del recurso de langostas, hay un componente principal de ventas directas a compradores foráneos, que exportan langostas directamente a países vecinos, o a consumidores privados, hoteles, etc. Este hecho no es mal en sí mismo, pero lo que produce la máxima preocupación es que:
(a) esto hace difícil acumular buenas estadísticas sobre este mercado, o los desembarcos;
(b) las ventas no restringidas y el incremento de los precios que resultará de una demanda alta e insatisfecha, cuando la pesquería de langosta esté sobrepescada, causarán aún niveles más altos de pesca y dentro de poco pueden, si no lo han hecho ya, dañar seriamente el recurso.
Un método para seguir y controlar este proceso es por medio del registro tanto de pescadores como vendedores que estén autorizados a vender langostas, y por medio de una prohibición de la venta (y preferiblemente también de su captura) por individuos que no estén registrados de esta forma. Es factible una regulación suplementaria que sólo permita la exportación a quienes tengan licencia de exportación, pero dado que el sistema de mercadeo está relativamente mal organizado, esto tendería a incitar el contrabando y a penalizar a los pescadores en favor de unos pocos individuos con licencia. Aunque no se trata de impedir a los pescadores autorizados que vendan directamente a los usuarios, se sugiere que se situe en el comprador la obligación de obtener una hoja de venta del vendedor o el pescador cuando compre las langostas. Se podría proporcionar a cada pescador o vendedor acreditado, un libro de hojas de ventas con tres copias: una que debe ser retenida por el comprador (y mostrada cuando abandone el país con las langostas), otra que conservará el pescador/vendedor, y otra que será recogida por los funcionarios del gobierno, como base para el seguimiento estadístico de la pesquería. Al principio puede ser prudente introducir este sistema sólo a ventas para la exportación, y únicamente después de un período de publicidad apropiado, podrían ser penalizados los exportadores que no tengan las hojas de compra. Deberá consultarse con los pescadores sobre la viabilidad de este sistema.
En la Figura 4 se muestra una hoja típica de ventas/compras, cuyo diseño permite usarla para el control:

Figura 4 Un posible diseño de un libro de hojas de compra/venta para su suministro a vendedores acreditados/pescadores
(a) cantidades que los revendedores compran a los pescadores, en cuyo caso se registra el número de licencia del pescador que vende la langosta; o
(b) ventas al público tanto por parte de vendedores o pescadores, en cuyo caso el número preimpreso del vendedor (que puede ser un pescador) y el número de talón identifican cada venta, dejando en blanco el espacio para “Pescador N°”.
Algunas normas que ayudarán a asegurar que se registran datos veraces de captura son:
(1) Los vendedores que no sean pescadores, y que estén en posesión de langostas sin las correspondientes hojas de compra/venta, estarán infringiendo las normas a menos que se muestren pruebas de su importación.
(2) Cualquier exportador de langostas tiene que mostrar una hoja válida de ventas, a menos que se muestren pruebas de la importación.
(3) Cualquier negocio de ventas u hotel en posesión de más de 10 kg de langostas tiene que mostrar las correspondientes hojas de compra, a menos que pueda demostrar que las langostas fueron importadas.
Obviamente es necesario discutir, antes de su aplicación y dentro de los departamentos de pesca competentes y con las autoridades locales, las posibles ramificaciones de este esquema. Puede haber el problema del analfabetismo de algunos pescadores, lo que requiere que las hojas de ventas sean tan simple como sea posible. Al mostrar las hojas de venta los precios de compra y venta, puede ser un problema el convencer a los pescadores de que no se recogen los datos con fines fiscales. Deberá considerarse cuidadosamente el posible impacto de este hecho sobre la viabilidad del esquema.
Debe resaltarse que este esquema no está diseñado para impedir las ventas directas por parte de los pescadores, aunque un sistema de vendedores, al menos para ventas no nacionales, asegurará que se obtenga un precio justo por el producto, que refleje en parte el precio de venta a los consumidores de los países importadores.
Nota: Si se considera apropiado, este método se podría extender para otros usos, por ejemplo, moluscos, tortugas o incluso peces de arrecife, pero se sugiere que antes de una adopción generalizada se considere un período de prueba, en un área limitada, para detectar posibles problemas.