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2. NATURALEZA DEL PROBLEMA1

2.1 Nociones Fundamentales

Se estudiarán partiendo del simple ejemplo de una pesquería unitaria compuesta de una sola especie, explotada por un sólo grupo de pescadores y que utilizan el mismo método pesquero. Este enfoque esquemático no traduce convenientemente la diversidad de los casos que se dan en la práctica. En cambio, permite comprender bien la dinámica interna de las pesquerías y la base del interés y de los problemas de su ordenación. Los conceptos que se desprenden son clásicos; así podremos revisarlos rápidamente. Con todo, el tenerlos en cuenta, sobre todo al formular los planes de desarrollo, dista mucho de ser norma, esa es una de las razones por las que, con harta frecuencia, esos programas no dan los resultados que se pretenden.

2.1.1 Aspectos biológicos

Los modelos clásicos de evaluación de poblaciones (Schaefer, 1954 y 1957; Beverton y Holt, 1957; Ricker, 1958) exponen la evolución, en una pesca de ese tipo, de la captura total y del rendimiento (captura por unidad de esfuerzo) en función del esfuerzo de Figura 1). El interés que reviste el análisis de las respuestas de la pesquer a las variaciones del esfuerzo pesquero obedece a que este factor es el parámetro principal de explotación que puede controlar directamente el hombre. Por su medio es como mejor puede éste intervenir sobre el estado de la población y su productividad.

Cuando en una pesquería aumenta el índice de explotación, se observa en primer término un aumento casi proporcional de las capturas totales. Luego, el índice de incremento baja normalmente y la curva acaba pasando por un punto máximo (rendimiento máximo sostenible o RMS).

La producción máxima así definida ha constituido, desde hace mucho tiempo, el objetivo para la ordenación de las pesquerías. Su éxito se explica por lo simple del modelo en que se funda, que ha contribuido considerablemente a hacer ver la necesidad de limitar la pesca si se quiere mantener la producción en un nivel alto. En las pesquerías internacionales donde las distintas autoridades nacionales tenían que defender, cada una por su cuenta, los intereses competitivos de sus pescadores y de sus respectivas industrias y se esforzaban por acaparar los cupos de capturas más ventajosos, o más bien los menos reducidos, el RMS representaba la opción que suponía la reducción más pequeña de las capturas y de los medios de captura en una pesquería ya sobreexplotada.

1 Este capítulo reproduce un curso ya publicado (Troadec, 1980)

Figura 1

Figura 1 Pesquería compuesta de una única especie, de un sólo método de pesca y de una única colectividad de pescadores: Producción (a) de una parte, rendimiento y talla de la población (b) de la otra, en función del índice de explotación (o esfuerzo de pesca)

La curva de rendimiento (captura por unidad de esfuerzo o cpue) baja también normalmente desde que comienza la explotación de la población. Se trata de una característica que, si no se toma debidamente en cuenta al explotar el recurso, lleva inevitablemente a una proyección demasiado optimista de la productividad y, por ende, de la rentabilidad de los nuevos medios de captura previstos.

Las dos curvas (a y b, Figura 1) pueden desplazarse dentro de determinados límites hacia arriba o hacia abajo, modificando la estructura de las capturas por edades (Figura 8). Por consiguiente, pueden obtenerse producciones más elevadas por esfuerzos de pesca más intensos aumentando la edad media de primera captura. Por ejemplo, puede conseguirse esto aumentando la luz de malla de las redes de arrastre: dejando escapar así a los juveniles se podrá recuperar luego una parte de ellos y su peso total será superior al peso total de los que se dejaron escapar al ampliar la malla. Este es el segundo y único otro factor sobre el cual el hombre puede intervenir directamente para mejorar el régimen de explotación de las poblaciones pesqueras naturales (véase Sección 3.1).

La curva de rendimiento representa también la evolución de la biomasa de la población cuando se intensifica la explotación, siendo las cpue, medidas correctamente, proporcionales a esa biomasa. Para unos niveles medianos de explotación, se observa que la reducción de biomasa que se sigue de la intensificación de la pesca no influye considerablemente en la capacidad reproductora de la población. La teoría demuestra, y la historia de las pesquerías confirma, que las poblaciones de peces pueden ser objeto de capturas substanciales durante largo tiempo. Cuando se trata de niveles medianos de explotación, se puede incluso asistir a una elevación del reclutamiento medio, que es una reacción en virtud de la cual la población tiende a compensar la baja de abundancia que deriva de su explotación. Este mecanismo funciona fundamentalmente a nivel de huevos y larvas. Los peces ponen cada año un gran número de huevos. Los que sobrevivirán hasta el inicio de la fase de explotación serán poquísimos: mucho dependerá de las condiciones del medio en que vivan durante su fase larval y de la capacidad biótica de ese medio, más que del número inicial de huevos puestos y por lo tanto de tamaño de la población reproductora. En efecto, contrariamente a las creencias de los profanos en la materia, desde hace mucho tiempo se ha pensado que en la mayoría de las especies el nivel de reclutamiento era en gran parte independiente del tamaño de la población reproductora y que por ello era ilusorio tratar de mejorar dicho reclutamiento y, por consiguiente, la producción a que da lugar, protegiendo los reproductores o su desove.

Esta observación, que está a la base de la dinámica de las poblaciones pesqueras, explica la importancia que tiene el conservar los reclutas una vez que hayan superado la fase crítica de su vida de larvas. Al no hallarse ya protegidos por un mecanismo compen-atorio, conviene entonces reajustar la edad media de primera captura y el índice de explotación experimentado por el conjunto de los reclutas a que la población da nacimiento anualmente para así obtener de ellos el máximo que puedan producir a todo lo largo de su fase de explotación.

En efecto, al haberse intensificado considerablemente la explotación de diversas poblaciones, se han advertido bajas crónicas y a veces brutales en el reclutamiento, aun cuando la relación entre población reproductora y el reclutamiento resultante resulta difícil de establecer debido a la dispersión de las observaciones - causada por la variabilidad del medio y sus efectos sobre el reclutamiento - y la brevedad de las series de observaciones de que se dispone para una gran parte de las pesquerías. Esta baja crónica del reclutamiento se deja sentir sobre todo al superarse el rendimiento máximo sostenible. Resulta en efecto que la rapidez del descenso de las capturas por encima de ese máximo refleja en gran parte la forma de la curva población-reclutamiento para los niveles bajos de la población, es decir, la baja crónica del reclutamiento consecutivo a la sobreexplotación de la población reproductora (Laurec, 1979). En realidad, para conservar una población progenitora que baste para mantener el reclutamiento a un nivel alto habrá que controlar el índice de explotación a que se halla sometido el conjunto de la población, más bien que recurriendo a la protección temporal, y por ello demasiado transitoria, de los reproductores inmediatamente antes y después del desove.

Los modelos en que se basan las curvas de población y de rendimiento adoptan como hipótesis inicial la constancia del medio. En realidad, cada observación anual se aparta más o menos claramente de esas curvas medias, sobre todo según la importancia de las fluctuaciones del medio y de sus efectos en el reclutamiento. Cuando las fluctuaciones naturales son aleatorias, no afectan ni a la altura ni a la forma de las curvas, lo que no sucede cuando el medio muestra evoluciones a largo plazo. Varias pesquerías se han establecido por lo tanto aprovechando los incrementos naturales, aunque temporales, de la población (eglefino del banco Jorge, por ejemplo), pudiendo ir acompañada de colonizaciones o de ampliación del área de distribución de la población (extensión maridional de la sardina marroquí). De donde resulta que, en tanto las evaluaciones de poblaciones se basen en series históricas de datos breves, las previsiones corren el riesgo de ser tanto más erróneas cuanto más a largo plazo se proyecten.

Con frecuencia se observa también, al intensificarse el índice de explotación, una ampliación de la variabilidad interanual de la biomasa de la población, y por consiguiente de los rendimientos. Cosa que se aplica sobre todo por el descenso de la esperanza de vida media de las cohortes y, consiguientemente, por la reducción del número de las que contribuyen cada año más eficazmente a las capturas: así tenemos que una misma variabilidad en el reclutamiento se dejará tanto más sentir cuanto sus efectos interesen a una población compuesta de un número más reducido de clases anuales.

Se hace difícil determinar la responsabilidad de los diversos factores, naturales e inducidos por la pesca, que pueden haber intervenido en tantos descalabros de pesquerías observados en estos últimos años: efectos de las fluctuaciones a largo plazo del clima en la distribución geográfica de los recursos y la capacidad biótica del medio, variabilidad natural de las poblaciones a menudo más elevada en las especies pelágicas costeras, descenso de reclutamiento por sobreexplotación de la población reproductora, amplificación de la variabilidad natural por obra de la pesca, etc. (Saville, 1980). Aun cuando sea probable que la pesca no haya tenido más que una parte secundaria en el colapso de algunas pesquerías (del arenque de Plymouth, Cushing, 1981), no es menos verdad que muchos de los colapsos de las pesquerías se han producido durante períodos de explotación intensa (la anchoa del Perú, el arenque atlántico-escandinavo, el arenque del mar del Norte, la sardinela ghanesa-marfiliense, la namibiana, la californiana, etc.) rebasando de lleno el nivel correspondiente al rendimiento máximo sostenible (Troadec, Clarky Gulland, 1980)

Aunque para deducir y analizar los efectos de la intensificación de la pesca se ha demostrado práctica la hipótesis de la invarianza media del ambiente y del reclutamiento, la variabilidad natural de las poblaciones debe considerarse una característica fundamental de las pesquerías. Esta variabilidad, diferente según las poblaciones y los medios, debe reconocerse en los esquemas de ordenación, sobre todo cuando los medios de captura (flota) y de elaboración (factorías) muestren una inercia que impida su reajuste inmediato a las fluctuaciones de la población o cuando, por el afán de estabilizar el empleo haya que decidirse por reducir los atascos y acortar al máximo las temporadas muertas.

Para liberarse de los efectos negativos que tiene una pesca demasiado intensiva sobre el reclutamiento medio y la productividad media de las poblaciones, así como de los riesgos de colapso que todo ello lleva aparejado, para no ampliar la variabilidad interanual natural de las poblaciones y acarrear costos excesivos considerables para la industria, en fin, para protegerse de las consecuencias de evaluación demasiado optimista por basarse en el análisis de los rendimientos de pesquerías establecidas en épocas de incrementos naturales transitorios de las poblaciones (Doubleday, 1976), los biólogos (por ejemplo Sissenwine, 1974) han llegado a la conclusión de que el RMS representaba con frecuencia un objetivo estratégico de explotación demasiado ambicioso; por lo que han recomendado se ejecuten el índice de explotación y los niveles de capturas situados a la izquierda del rendimiento máximo sostenible (por ejemplo, Gulland y Boerema, 1973). Aun cuando esos objetivos supongan a la larga una cierta baja del rendimiento máximo sostenible por término medio, dichas pérdidas son modestas si se comparan con las economías sustanciales que permiten hacer en los programas de investigación y de vigilancia continua de las poblaciones, y la reducción de variabilidad que favorecen.

El significado del término “sostenible” que aparece en el concepto de rendimiento máximo sostenible (RMS) es importante y hay que desarrollarlo. Las dos curvas de producción y de rendimiento de la Figura 1 se han establecido tras haberse mantenido constante, para cada nivel de explotación, el esfuerzo de pesca durante bastante tiempo como para hacer posible el restablecimiento de los tamaños y de las estructuras de la población tras cualquier modificación introducida en el régimen de explotación (esfuerzo de pesca global y estructura de edad de las capturas). En efecto, cuando se modifica ese régimen, el tamaño de la población y el volumen de las capturas sólo alcanzan su equilibrio final cuando todas las clases de edad que han sufrido el régimen de explotación precedente han desaparecido de la población explotada. Se observa un efecto parecido, por ejemplo, en las pirámides de edad de las poblaciones humanas, en que los efectos de las guerras sobre los grupos que estuvieron en el frente, se observan hasta la desaparición definitiva de todas las quintas diezmadas por la guerra. Esta inercia, que depende naturalmente de la longevidad de la especie, hace que resulta siempre posible, al aumentar enormemente el esfuerzo de pesca, capturar inmediatamente, pero solo de forma temporal, más de lo que arrojan las curvas de producción y de rendimiento sostenibles.

2.1.2 Aspectos económicos

Si se dispone de datos estadísticos sobre el valor de las capturas y de estimaciones sobre los distintos elementos (capital, trabajo, energía, etc.) de los costos de producción, resulta fácil transformar las curvas de la Figura 1 en equivalentes económicos (Figura 2): el costo total de población será en buena parte proporcional al esfuerzo de pesca mientras que el valor de los desembarques será poco más o menos proporcional al peso de éstos. De un aumento de volumen de las faenas pesqueras pueden obtenerse aumentos de productividad y el valor unitario medio de las capturas puede bajar con el volumen de la oferta o la reducción del tamaño medio de los individuos capturados que siempre acompaña a una intensificación de la pesca. Estos efectos secundarios podrían desplazar algo la posición de los puntos máximos y de otros puntos importantes de las curvas (a) y (b) de la Figura 1, expresados en equivalentes económicos. Pero estas distorciones no bastarán para alterar profundamente la forma de las curvas y, sobre todo, las conclusiones que se pueden sacar respecto de la posición de los diversos objetivos en relación con el eje del esfuerzo de pesca.

La Figura 2 representa, en función del esfuerzo de pesca total,

Partiendo de estas estimaciones, pueden deducirse otros dos índices:

El examen de estos dos últimos índices reviste especial interés. La curva del beneficio marginal (c') pasa por el valor 1 - es decir, que el incremento unitario del costo total quedará entonces cubierto exactamente por el incremento correspondiente del valor de la producción resultante (∑V = ∑C) - para un esfuerzo de pesca netamente inferior al que lleva al RMS. Para ese esfuerzo resulta también que la renta económica total o beneficio total neto1 es máxima. Este punto se denomina MEY (del inglés maximum net economic yield, o sea, rendimiento económico máximo).

Es hacia ese objetivo a donde cabe pensar que tratará de hacer llegar y mantener su pesquería un operador único, por ejemplo, el Estado, que tenga por sólo objetivo elevar al máximo la renta económica producida por la pesca de las poblaciones que se hallen en su zona de jurisdicción. Ahora bien, son raras las pesquerías poseídas por un sólo explotador. Dada la movilidad de los individuos que componen la gran mayoría de las poblaciones pesqueras, resulta casi siempre imposible atribuir a cada pescador una determinada fracción del recurso. Por ello, éste se encuentra en la imposibilidad de asumir la res- ponsabilidad de reducir al mínimo los costos de explotación correspondientes a la parte del recurso que le corresponde y, por consiguiente, obtener la renta económica atribuida a ese recurso. Para él, el problema se plantea en términos sencillos: todo pez que no consiga capturar tiene todas las probabilidades de perderlo, ya sea porque lo pesque otro operador o porque fallezca de muerte natural. En cambio, puede esperar en aumentar su parte de la renta total aumentando sus medios de captura (véase Sección 2.3.1). En realidad lo hará hasta un punto en que sus ingresos medios rebasen sus costos medios, es decir, que la curva b' de la Figura 2 sea superior a 1. Lo malo es que, colocados en la misma situación, todos los operadores tenderán a actuar del mismo modo.

Asimismo, los posibles recién llegados se unirán a sus predecesores mientras la pesca les depare un ingreso por lo menos igual al ofrecido por las otras alternativas de empleo ajenas al sector de la pesca, es decir, hasta que la totalidad de la renta económica se derroche con la movilización de capitales y de trabajos superfluos.. Como los costos de oportunidad del trabajo y de los capitales excedentarios figuran incluidos en los costos globales de captura, quedando por lo tanto excluidos del cálculo de la renta, estos medios materiales y humanos excedentarios resultarían mejor utilizados por definición en los otros sectores de la economía nacional.

Las pesquerías representan en estos momentos uno de los mejores ejemplos de explotación de recursos naturales en que ni el número de usuarios - aunque existan algunas cláusulas de exclusión, por ejemplo venta a los extranjeros - ni el volumen de su actividad respectiva no se limitan por sí solos antes de que se alcance el umbral de rentabilidad. Una vez alcanzado éste, la mayor productividad de los competidores más eficientes acarrean la quiebra y el retiro de los menos eficaces o de los menos afortunados. La dinámica de la explotación de los recursos comunes ya es bien conocida: sin intervención de una autoridad central, está abocada al desastre económico (Gordon, 1954; Scott, 1955). En las pesquerías nacionales lo mismo que en las internacionales, esta evolución corre el riesgo incluso de no detenerse en el umbral en que se anulan las rentabilidades individuales media y global. Y ello por varias razones:

1 En los costos totales, en el sentido aquí empleado, está incluido un rédito para el capital y la mano de obra correspondiente a sus costos de oportunidad. La renta económica neta, comprendida entre estos costos totales y el valor total de la producción, excluye por lo tanto los beneficios ordinarios de explotación; corresponde a la plusvalía que se adscribe al único valor territorial del recurso

Figura 2

Figura 2 Modelo económico de una pesquería compuesta de una sola especie, de un sólo sistema de pesca y de una sola colectividad de pescadores:

(a') = valor total de las capturas (∑V);

(b') = rendimiento económico bruto (∑V/∑C);

(c') = beneficio económico marginal bruto (ΔV);

(d') = beneficio económico total neto (∑V - ∑C);

(e') = costos totales de producción (∑C)

en función del esfuerzo de pesca.

N.B. Las diferentes curvas no están todas ellas representadas en la misma escala (vertical): esto no afecta a la posición de los puntos notables de estas curvas en relación con el eje de variación del esfuerzo de pesca, único aspecto que aquí nos interesa

Sin embargo, puede alcanzar valores considerables la renta económica, cuyo importe depende no sólo del índice de explotación sino también del valor unitario de las capturas y de los costos unitarios de producción. Así pues, habida cuenta de un ingreso razonable para el capital invertido en las flotas (Griffin, Warren y Grant, 1979; Christy, 1979) han estimado que la pesquería de cefalópodos del noroeste de Africa podría producir a los Estados propietarios del recurso una renta hipotética del orden de US$ 200 millones, es decir, unos US$ 1 500 por tonelada capturada, siempre que se aplique eficazmente un sistema de control del esfuerzo de pesca. Esta renta se califica de hipotética ya que no podrá conseguirse del todo sino cuando los demás países costeros que controlan las otras poblaciones mundiales de cefalópodos hagan otro tanto. La competencia entre los países propietarios de este recurso les expone efectivamente mucho a verse obligados a abandonar a favor de los países pescadores una parte de la renta económica. Otro ejemplo es el que ofrecen las islas Maldivas, donde los ingresos que el Estado saca de la exportación que procura de la producción nacional de atún son unas dos veces superiores a los que entrega a los pescadores (Christy, et al., 1981).

En realidad, el fenómeno de la sobrepesca se descompone en tres elementos distintos:

Estos tres fenómenos se manifiestan más o menos consecutivamente en función de la intensificación del índice de explotación. El que el máximo de la producción económica neta (MEY) se sitúe, en cuanto esfuerzo, más allá del máximo de producción ponderada bruta (RMS) deriva de la concavidad de la curva de producción económica total mientras que los costos aumentan de forma casi lineal. Ahora bien, la concavidad de la curva de valor total es consecuencia primeramente de la explotación demasiado intensa de los juveniles (growth overfishing) a la que cabe luego añadir el descenso del reclutamiento por reducción excesiva de la población reproductora (recruitment overfishing). Esta secuencia muestra que, en contraposición a las inquietudes que ordinariamente se manifiestan, la necesidad de conservar las poblaciones no hace su aparición por lo general antes del interés económico de su ordenación. Para convencerse de ello basta sólo considerar el caso de poblaciones de densidad y/o valor comercial unitario bajos cuya explotación alcanza el umbral de rentabilidad cero (punto de equilibrio bio-económico teórico al que tiende una pesquería no regular) antes de que se alcance el máximo de producción (MSY) (Figura 3). Aunque protegidas temporalmente de una sobreexplotación biológica, esas pesquerías se beneficiarían en el plano económico, tanto como las precedentes, de una ordenación del esfuerzo de pesca.

La diferencia entre el MEY y el MSY resulta muchas veces incluso acentuada por el enrarecimiento relativamente más rápido de los adultos - y por consiguiente por la baja del valor comercial unitario de las capturas - que se da siempre cuando se intensifica la pesca. Asimismo, la baja de abundancia - temprana en el desarrollo de la pesquería - de las especies más nobles tantas veces observada en las pesquerías de especies múltiples (véase Sección 2.2.2), puede agravar aun más esa diferencia.

En cambio, en sentido inverso interviene también otro factor. Hasta aquí se ha admitido que las variaciones de equilibrio en la pesquería se producían instantaneamente. De ello no hay evidencia alguna. Se ha visto que la población tenía una inercia igual a la duración de la fase explotade de las especies que la componen y que los operadores podían entrar en la pesquería más fácilmente, es decir más rápidamente, de lo que podían salir. Esta inercia tiene consecuencias en la economía de la pesquería en la medida en que los beneficios como los costos futuros deben reducirse en función del tipo de descuento. Se han descrito modelos dinámicos para poder observar ese efecto del tiempo. Por desgracia se trata de modelos matemáticamente complejos y que requieren muchos datos. Pero demuestran que, según el valor del tipo de descuento, el óptimo económico dinámico se sitúa entre el MEY estático (caso en que el tipo de descuento sería cero) y el punto de equilibrio bio-económico de una pesquería no regulada (tipo de descuento infinito). En la práctica se considerará que el óptimo económico se halla menos alejado (hacia la izquierda) del MSY que lo que sugiere el modelo estático.

2.1.3 Aspectos sociales

En un momento dado puede admitirse que el volumen del empleo en el sector capturas propiamente dicho será aproximadamente proporcional al esfuerzo de pesca1. La necesidad de limitar o incluso de reducir la pesca de una determinada población afectará por lo tanto directamente a las posibilidades de empleo. En cambio, el ingreso individual medio2 estará en función de la captura por unidad de esfuerzo (curvas b y b' de las Figuras 1 y 2): su ingreso individual medio será tanto más elevado cuanto más débil sea el índice de explotación.

Por ello, la maximización del empleo y la mejora del ingreso individual medio se hallan en conflicto directo. En todas las pesquerías, el nivel de explotación está influido por el ingreso individual mínimo aceptable, habida cuenta de las otras posibilidades de empleo existentes al margen del sector pesquero. En los países en desarrollo que experimentan una tasa de paro importante, la pesca constituye una de las últimas posibilidades de ocupación para el personal sin capacitación y sin capital (tierras). En las regiones en que son limitados los recursos accesibles a la pesca artesanal, en que estos se encuentran muchas veces reducidos por el desarrollo de la pesca comercial, beneficiaría hasta ahora de los planes de promoción de la pesca, en que las perspectivas de empleo fuera del sector pesquero son débiles y donde existe una masa potencial de personas dispuestas a entrar en la pesquería (Panayotou, 1983), la sobre-población parece ser el obstáculo principal y el costo de oportunidad de la mano de obra (pescadores) el factor preponderante a la hora de determinar el nivel de explotación. El medio mejor - y tal vez el único - de mejorar el ingreso individual de los pescadores parece radicar en la creación de empleo al margen del sector pesquero (Smith, 1979) de suerte que se procure invertir las corrientes de mano de obra entre el sector pesquero y los demás sectores económicos nacionales.

1 Sin tener en cuenta las substituciones posibles del factor trabajo por modificación de los equilibrios entre los factores de producción, por ejemplo, mecanización de las operaciones de pesca

2 Se observan diferencias importantes entre los rendimientos individuales de los diversos pescadores; ahora bien, estas diferencias de eficacia y los ingresos correspondientes no se refieren directamente a la autoridad encargada de la ordenación que tiene que ocuparse esencialmente de las situaciones medias para el conjunto de la profesión

Figura 3

Figura 3 Evolución del valor total (∑V) de las capturas (a) y de los costos totales (∑C) de producción (b) en función del esfuerzo de pesca en una pesquería simple en que el valor de las capturas es bajo comparado con su costo de explotación: la rentabilidad económica se anula antes de que se haya explotado plenamente la población: sigue, sin embargo, siendo necesaria una regulación del esfuerzo de pesca para obtener una renta económica

Otro ejemplo del conflicto entre empleo e ingreso individual es el que nos da la situación en que se encuentran países en desarrollo como Mauritania, que disponen de recursos pesqueros abundantes, pero cuyas pesquerías nacionales son todavía modestas; para promover la participación de sus nacionales en la explotación de poblaciones que aprovechan actualmente en parte con socios extranjeros, estos países pueden considerar preferible el bloquear la pesca extranjera (y los cánones que de ella obtienen) en un nivel tal que la densidad de las poblaciones siga lo bastante alta para compensar la eficacia inicialmente menor de sus pescadores (véase Sección 2.3.1). Asímismo, países como Canadá o Noruega, que disponen de recursos superiores a las necesidades de su consumo interior, tal vez querrán, para mantener una cierta distribución de sus poblaciones en su territorio nacional, bloquear la pesca de algunas poblaciones en niveles lo suficientemente altos como para garantizar a sus pescadores unos ingresos adecuados.

En los países donde, por el hecho sobre todo del peso del desempleo, los costos de oportunidad de la mano de obra son bajos, los costos totales de explotación serán reducidos comparativamente. De lo que se seguirá un desplazamiento del MEY hacia el MSY: en el plano económico, se justificarán entonces el empleo de una mano de obra relativamente más abundante y la práctica de un esfuerzo de pesca relativamente más elevado. Pero el óptimo socioeconómico no podrá alcanzar el MSY, pues ello equivaldría a admitir que los costos totales de producción, incluidos los de oportunidad de la mano de obra, puedan ser nulos.

La opinión con frecuencia admitida de que el volumen total del empleo aumenta con la tasa de explotación no es válida cuando se consideran al mismo tiempo los efectos sobre el empleo en las actividades conexas (tratamiento, distribución y comercialización), así como las repercusiones en el producto nacional bruto. Si bien la actividad en las construcciones navales sigue estando más o menos en función del esfuerzo de pesca, no cabe decir lo mismo en las subsiguientes actividades secundarias inducidas. El volumen de su actividad dependerá sobre todo del tonelaje descargado: por consiguiente, el empleo debe-ría ser máximo en torno al MSY. Ahora bien, el número de empleos en los sectores secundario y terciario subsiguientes puede rebasar en varias veces al del sector primario. Las estimaciones del efecto multiplicador son raras: para la pesca artesanal se habla de coeficientes de dos a tres; pueden incluso llegar a siete u ocho en algunas pesquerías industriales. En realidad, cuanto más elevados sean los beneficios netos económicos y sociales en la elaboración y la comercialización respecto de los obtenidos, a igualdad de peso en la captura, más interés habrá en lograr una captura superior al MEY y próxima al MSY. Además, deberán tenerse en cuenta los efectos de la racionalización de la pesca en el crecimiento económico. Se ha visto (Sección 2.1.2) que un control que mantenga el esfuerzo de pesca en un nivel próximo al MEY puede producir rentas económica substanciales; éstas podrán emplearse:

Por lo tanto, la tasa de explotación en función de la cual el empleo en todo el sector pesquero será máximo dependerá sólo en parte de la mano de obra ocupada en las actividades de captura, pues intervendrán también factores como el costo de oportunidad de la mano de obra, el mayor o menor pronunciamiento de la curva de producción, la importancia del costo del trabajo en los gastos totales de producción, el efecto multiplicador en las actividades complementarias y del ingreso económico neto producido por la pesca. En muchas pesquerías, el máximo de empleo no se hallará desde luego tan distante del MSY como se suele admitir y podrá incluso situarse a su izquierda. Por lo tanto, para que una política de pesca tenga el fin social como objetivo principal, tendrá que fundarse en un análisis apropiado del conjunto de los factores pertinentes.

2.2 Situaciones más Complejas

2.2.1 Pesquerías secuenciales

Las pesquerías homogéneas y muy diferenciadas de que se habla en el capítulo anterior no se dan casi en la realidad. Si dentro de una misma pesquería existen grupos distintos de pescadores - por los métodos de pesca que practican, como por su pertenencia socioprofesional - éstos pueden concentrar sus actividades en peces de edades diferentes. Resultarán entonces alterados los términos de la competencia que se hacen en el sentido de que la capacidad respectiva de los diversos grupos de pescadores a perjudicarse mutuamente no se hallará distribuida ya por igual. La pesca del camarón rosado (Paenaeus duorarum) en el golfo de Guinea ofrece un magnífico ejemplo de cuán complejos son los problemas que surgen cuando grupos sociales distintos, en zonas de pesca o en estaciones diferentes, aplican diferentes artes o métodos de pesca especializados para la captura de individuos de edades diferentes.

El desove se produce en el mar y las larvas llegan rápidamente a los criaderos situados en las lagunas y las desembocaduras de los ríos. Pasan allí algunos meses antes de migrar al mar en que colonizan fondos relativamente bien delimitados. La maduración sexual se produce después de esa migración. Los camarones mueren de muerte natural al cabo de un año y medio, más o menos. Durante ese ciclo, se pescan primeramente cuando migran de la laguna al mar; es una pesca que se efectúa sobre todo con ayuda de artefijos que los pescadores artesanales colocan a través de las desembocaduras y de los pasos. En el mar, los camarones son pescados por arrastreros especializados y, de paso, por los arrastreros que buscan pescado.

Las evaluaciones de población indican que, si se trata de conseguir la producción máxima, la pesca artesanal incide sobre ejemplares demasiado jóvenes. Si se retrasa algo su captura, se puede contar con aumentar considerablemente la producción global mar + laguna (Garcia, 1976). El beneficio resulta aun más claro si se expresa en valor, pues el valor comercial unitario de los camarones aumenta claramente con su tamaño. Si los peneidos tropicales no manifiestan por lo general una buena resistencia a la explotación, cabría también temer que una intensificación de la pesca en laguna no repercuta en la perennidad de la población, pues dicha pesca afecta a individuos que no han tenido la posibilidad de desovar; este peligro podría ser tanto más grave cuanto que éstos últimos son mucho más vulnerables en realidad por su concentración al tiempo de la migración.

Todas estas observaciones abogan por su captura en el mar y una reducción de la pesca en laguna. No obstante, con estudios sobre un campo más amplio puede demostrarse que la pesca en laguna no es forzosamente tan irracional como parece indicar este examen de los únicos aspectos biológicos. En el cuadro de la página se presentan en forma sinóptica las características que distinguen a estas dos explotaciones.

De hecho en la pesquería de la Costa de Marfil se ha visto que todo beneficio neto de un dólar en la pesca de laguna llevaba consigo una reproducción del ingreso neto de 4 a 6 dólares en la pesca de arrastre; en cambio, la primera ha empleado cerca de 10 veces más pescadore que la segunda: por último, es posible que el desarrollo de la pesca de laguna haya causado, por reducción directa de su reclutamiento, el colapso económico de la pesca de arrastre (Griffin, Grant y Shotton, 1982).

FactoresPesca en lagunasPesca en mar
Producción totalbajaalta
Disponibilidad de la poblaciónfase concentradafase dispersa
Lugares de pescalitoralalta mar
Costos de los medios de capturabajo (canoas)elevado (arrastreros)
Gastos en divisasningunocon frecuencia elevados
Consumo de combustibleligero
(pesca pasiva)
elevado
(pesca activa)
Costo de la elaboraciónmás bajo
(en tierra)
más elevado
(parcialmente en el mar)
Empleoelevadomediano
Personal extranjero necesarioningunobastante al principio

Para poder enjuiciar objetivamente la importancia relativa y absoluta que hay que dar a las dos formas de explotación, convendría contar con evaluaciones que permitan comparar los rendimientos respectivos de los dos sectores con los planos económico y social, y concretamente en términos de:

Este simple ejemplo muestra que es menos fácil individuar los objetivos apropiados de explotación y ordenación cuando se trata de pesquerías de estructura heterogénea y que el campo de los estudios indispensables para la formulación de estrategias de explotación racional rebasa considerablemente el marco de la simple evaluación de los efectos de la intensificación de la pesca en la producción y en las poblaciones. La pesca es una actividad cuyo objetivo consiste en obtener un máximo de beneficios económicos y sociales netos. La conservación del recurso y su mantenimiento a un nivel que pueda producir los beneficios contemplados es condición de ese objetivo. Es de lamentar que hasta ahora sean raras las evaluaciones encaminadas a analizar los términos económicos y sociales de la ordenación. Por consiguiente, es de urgente necesidad realizar estudios de simulación bien escogidos, que interesen al conjunto del espectro de los factores biológicos, económicos y sociales.

2.2.2 Pesquerías de especies múltiples

Son raras las pesquerías que interesan fundamentalmente a una sola especie. La importancia que durante estos últimos años ha cobrado la ordenación de las pesquerías de varias especies (FAO, 1976) obedece a dos motivos principales:

Por otra parte, las limitadas capacidades administrativas de muchos países les obligan a afrontar la ordenación de sus pesquerías por grandes conjuntos, que son necesariamente heterogéneos.

La pesca, concretamente la de arrastre, captura a un mismo tiempo especies de capturabilidad, parámetros demográficos y valor comercial diferentes. ¿Cuál será entonces su producción máxima conjunta? ¿Para qué índice de explotación se obtendrá el rendimiento económico neto máximo cuando el hecho de pescar esas especies simultáneamente impide en la práctica aplicar a cada especie una fracción del esfuerzo nominal total?

En conjunto, la respuesta de las poblaciones multiespecíficas a la intensificación de la pesca es análoga a la ya expuesta para las pesquerías monoespecíficas (Sección 2.1.1): a una reducción regular de los rendimientos totales corresponde un aumento decreciente de las capturas totales hasta que se alcance un máximo o un determinado nivelamiento. En efecto, es posible evaluar aproximadamente las poblaciones pluriespecíficas y la situación, en cuanto a nivel óptimo de esfuerzo de pesca, de los diversos objetivos de ordenación empleando un modelo global análogo al descrito en la Sección 2.1.1 (Pope, 1980).

Sin embargo, existe una diferencia fundamental: la composición específica de las capturas está llamada a cambiar, bien a consecuencia de diferencias en la selectividad con las que se capturan las diversas especies presentes, bien debido a los efectos de la intensificación de la pesca en la composición de la población por especies. Estos cambios son el resultado de interacciones de orden tecnológico (forma de explotación) y de orden biológico.

Por lo que respecta a las primeras, utilizando diversos métodos al alcance (luz de malla y selectividad de las artes de pesca, empleo de nuevas artes como el arrastre de gran abertura vertical, la regulación de la distribución, en el espacio u el tiempo, de las operaciones de pesca) se podría tratar de ver la forma de mejorar la selectividad con la que la flota pesquera “filtra” el recurso pluriespecífico a que tiene acceso en un espacio y en un momento determinados. Lo mismo que en una pesquería de una sola especie donde se pretende mejorar el valor de los rendimientos haciendo entrar en juego la composición de las tallas, aquí también se tratará de elevar más, con la selectividad de la explotación, la curva de producción (en valor). Ahora bien, las posibilidades se reducen debido a la captura simultánea de las especies, lo que impide distribuir, como se quisiera, en las diversas especies, el esfuerzo de pesca nominal y a causa de la libertad de que gozan los pescadores para modificar la distribución en el tiempo y el espacio de sus faenas pesqueras.

Por lo que respecta a la explotación de especies o de poblaciones al alcance de una misma flota pero capturadas en parte por separado con operaciones de pesca distintas (diversos caladeros de camarones, diversas especies de atunes en la pesca de superficie, por ejemplo), las embarcaciones propenderán a igualar los rendimientos económicos obtenidos en los diferentes componentes de la población multiespecífica. Esta practica que por lo general es conveniente bajo el aspecto económico, reduce en línea de principio el problema de la racionalización de la explotación de las poblaciones multiespecíficas. Con ello se corre el riesgo, sin embargo, de provocar la extinción de la especie más capturada cuando la pesquería sigue siendo económicamente viable por lo que respecta a las especies de interés inmediato menor y la primera especie se encuentra en el curso de operaciones de pesca destinadas a éstas. Este modelo ha colocado, por ejemplo, una tras otra en peligro las principales grandes especies de ballenas antárticas (Gulland, 1974).

Los cambios en la composición específica de la población como resultado de la intensificación de la pesca derivan de diferencias en la capturabilidad y en los parámetros demográficos - de mortalidad natural concretamente - así como de las interacciones biológicas entre las distintas especies (Pauly, 1979). Al aumentar el esfuerzo total nominal, se comprueba que los puntos máximos de producción propios de las principales especies que componen la población se suelen alcanzar y rebasar consecutivamente: se llega así necesariamente a la sobreexplotación biológica de algunas especies mientras que otras siguen estando infraexplotadas. Una red compleja, y no siempre fija, de relaciones de predación y de concurrencia une las diversas especies entre sí. Tenemos pues que, además de los efectos directos de su propia explotación, la abundancia de una especie dependerá también de las fluctuaciones naturales y de la pesca practicada sobre las otras especies a las que está vinculada, tróficamente o de otro modo. Estas relaciones son complejas pues cambian con la talla (y la edad) de los predadores: por ejemplo las presas (pequeños peces pelágicos, por ejemplo) de un predador podrán consumir muy bien los huevos y las larvas de ese mismo predador. También varían en función de la disponibilidad de las persas, resultando el oportunismo una característica importante de las relaciones tróficas en los peces (Le Guen y Chevalier, 1982). De lo que se desprende que, aunque se está prestando cada vez más atención a esas cuestiones, el conocimiento de las reacciones (en su abundancia global como en su composición específica) de las poblaciones pluriespecíficas a la intensificación de la pesca no permite todavía, ni con mucho, establecer reglas de ordenación siquiera aproximadas. Por ejemplo, Regier (1973) ha sugerido que la intensificación de la pesca y la degradación del medio (contaminación) en los grandes lagos norteamericanos iban acompañadas de la rarefacción progresiva de las especies que ocupan los niveles tróficos superiores y por lo general los más nobles. En cambio, Pauly (1979) sostiene que, en la pesquería demersal del golfo de Tailandia, las presas, consideradas globalmente, se han reducido con más rapidez que sus predadores. Además, en muchas regiones (costas del noroeste africano, Tailandia), después de la intensificación de la pesca de arrastre han aparecido poblaciones importantes y de enorme valor comercial de cefalópodos.

Mientras no se conozca mejor la evolución de los ecosistemas explotados, su ordenación deberá seguir siendo empírica. En líneas generales, la estrategia podría ser la siguiente:

  1. seguir la evolución de las capturas en peso y en composición (edad y especie) en función de la intensificación de la explotación y de las variaciones en la selectividad de la pesca;

  2. traducir, en términos económicos y sociales (valor de las capturas, costos de los factores de producción) esta evolución;

  3. tratar experimentalmente de elevar la curva de producción en cuanto a valor interviniendo sobre la selectividad de la pesquería considerada como un todo (luz de mallas, artes empleadas, distribución en el tiempo y el espacio de las faenas pesqueras);

  4. determinar al mismo tiempo la tasa de explotación correspondiente al objetivo de explotación considerado.

Sin embargo, estos aspectos complejos no alteran para nada las características fundamentales del problema de la ordenación de las pesquerías, según se han descrito en el caso de una pesquería monoespecífica (Sección 2.1): los recursos disponibles en cada zona económica exclusiva nacional son limitados. Para un sistema de explotación dado (selectividad global del conjunto de las pesquerías nacionales, estructura de los costos y de los beneficios) se alcanzará un límite de producción total; durante ese proceso, el costo marginal irá creciendo regularmente hasta alcanzar el valor del beneficio marginal bruto.

2.3 Aplicación de estos Conceptos y Ejemplos de Conflictos entre los Diversos Objetivos Posibles del Desarrollo y de la Ordenación

2.3.1 Incremento del esfuerzo de pesca

En la Sección 2.1.1 se han expuesto las consecuencias inmediatas y a largo plazo de las variaciones en el índice de explotación. Gulland (1968) ha estudiado el error relativo que lleva consigo una planificación que no tenga en cuenta el descenso en el rendimiento consecutivo al incremento pretendido de los medios de captura. La Figura 4 representa, en forma esquemática esos efectos para un incrementoΔ del esfuerzo de pesca f ya en acto.

Antes de que se logre ese aumento, se parte del supuesto de que la población se hallaba en equilibrio; su densidad, representada por el ángulo θA, era entonces proporcional a la captura por unidad de esfuerzo AEA/OEA correspondiente al régimen de explotación A. Una vez efectuado el aumento de esfuerzo (f), la población acaba progresivamente con estabilizarse en el nuevo equilibrio correspondiente al régimen de explotación B; su densidad está entonces representada por el ángulo θB, y la producción es igual a BEB.

Debido al desarrollo de la curva de producción, el beneficio marginal efectivo BC que se acaba obteniendo será siempre inferior al incremento DC con que se podría contar a priori. Se denomina eficacia marginal del esfuerzo adicional del ∑f la relación BC/DC. Se anual cuando llega al máximo de producción equilibrada y se convierte en negativa a partir de ese punto.

La eficacia marginal no es la misma si el aumento de los medios de captura corresponde a una parte sólo o a un sector de la pesca. Resulta entonces que la diferencia entre la eficacia marginal sectorial y la eficacia marginal global es tanto mayor - y siempre en favor de la primera - cuanto más pequeño es el sector respecto del conjunto de la pesquería. Si es suficientemente pequeño, la eficacia marginal pudiera seguir siendo positiva, aun cuando la de la pesquería tomada en su conjunto sea negativa. En términos sencillos, esto significa que un pescador o una flota de pesca puede siempre confiar en incrementar sus capturas, aun cuando la población se halle ya explotada por encima del rendimiento máximo sostenible. Ha ahí otra manifestación del conflicto entre el interés individual inmediato y el interés colectivo a más largo plazo, que lleva a la paralización económica de las pesquerías.

El estudio de los efectos que sobre los esquemas de distribución de los recursos tienen los incrementos sectoriales del esfuerzo de pesca, contribuye a aclarar este con-epto. Ocurre así, por ejemplo, con los programas de motorización de lanchas o de cualquier otro proyecto de aumento de las capacidades de captura correspondiente a un sector sólo de una flota artesanal, o con la asignación por ejemplo a embarcaciones extranjeras, de licencias para la pesca de poblaciones ya explotadas por nacionales, o incluso con el fomento de una pesca industrial sobre poblaciones ya aprovechadas por la pesca artesanal: si al segmento que ejerce el esfuerzo Δf se le debe un aumento de producción igual a BC, su producción total BG se realizará en parte - variable según las posiciones respectivas de EA y de EB - en perjuicio de las capturas ya efectuadas por la flota EA ya operativa (Figura 4). En otras palabras, el incremento de los medios de captura (Δf) en un segmento lleva consigo una baja de rendimiento (θB θA) y de producción (AF) en la flota que ya opera sobre el terreno.

2.3.2 Consecuencias de las innovaciones, subvenciones y variaciones en los costos de explotación y el valor de la producción

Importa analizar los probables efectos de diferentes factores que pueden modificar el equilibrio de una pesquería en la cual:

Esta situación se da especialmente en muchas pesquerías artesanales de los países en desarrollo (Panayotou, 1980). En esos casos, la pesquería tiende a estabilizarse en un punto en que los costos se equiparan a los beneficios, fijándose éstos en el nivel del salario mínimo aceptable por los pescadores, habida cuenta de las posibilidades de empleo fuera y de la movilidad de los pescadores y de los desempleados que pueden sumárseles. El rendimiento mínimo aceptable, reducidos los gastos de funcionamiento, será igual en principio a los costos de oportunidad del capital y del trabajo. Pero si la movilidad es débil, el rendimiento neto puede descender por debajo del costo de oportunidad (Panayotou, 1983).

Figura 4

Figura 4 Efectos que sobre la flota ya en acción (f) y sobre el conjunto de la pesquería tiene un aumento (Δf) del esfuerzo de pesca

AEA - captura total en el régimen de explotación A

BEB - captura total en el régimen de explotación B

BC - aumento real de captura consiguiente al aumento de esfuerzo Δf

AF - pérdida de captura por la flota (f) ya en acción

BG - captura obtenida por la capacidad de captura adicional Δf; obsérvese que BG = BC + CG, es decir que la captura adicional realizada por los medios adicionales de captura se hace parcialmente (CG) en detrimento de las capturas ya efectuadas por la flota preexistente (CG = AF)

En la Figura 5, están representados los efectos de variaciones en el costo de la captura. Este puede aumentar sobre todo por efecto de la subida del costo del combustible, o bajar por la mayor productividad resultante de la introducción de innovaciones tecnológicas o de la concesión de subvenciones. La Figura 6 representa también los efectos sobre la pesquería de variaciones de orígenes diversos en el valor de las capturas. Tanto en un caso como en otro, el efecto principal se refleja, una vez que la pesquería ha vuelto a encontrar su nuevo equilibrio, en la tasa de explotación y, luego, en el volumen del empleo y el grado de capitalización de la pesquería. Viceversa, puede decirse que en una pesquería cuyo acceso sigue siendo libre, cualquier intervención gubernamental (subvención para gasóleo, asistencia técnica a la pesca artesanal, etc.) acabará teniendo como consecuencia principal la de modificar el volumen del empleo y el grado de sobrecapitalización, pero no el ingreso individual de los pescadores en cuanto que este último resulta determinado principalmente por las posibilidades de empleo al margen del sector pesquero. Las subvenciones para la compra de gasóleo concretamente no producirán ninguna mejora duradera de la situación económica de la pesquería (FAO, 1981c). Si la autoridad encargada de la ordenación pretende mantener, por sólo ese medio, el nivel de empleo y de remuneración individual, habrá que contar con que en las subvenciones totales repercutan los aumentos futuros del precio del combustible. Tal política puede prevenir a la larga una sobreexplotación biológica de la población con baja de la producción total y, por consiguiente, del empleo.

Con arreglo al mismo modelo pueden estudiarse los efectos a medio plazo de algunos programas de mejoras tecnológicas encaminados a incrementar la potencia pesquera de las capacidades de captura existentes. En la Figura 7 se comparan los efectos de un programa de motorización de barcas de pesca para dos niveles diferentes de desarrollo de la pesquería: un nivel todavía moderado (1) y un nivel elevado (2) pero que no corresponden aún a la plena utilización del recurso. Se admite, de forma arbitraria pero optimista, que la motorización supondrá una elevación media de los costos totales de captura del 10 % y un incremento de la potencia pesquera del 50 %. En los dos casos se parte de un régimen de equilibrio en que los costos brutos y los ingresos totales son iguales (equilibrio bio-económico). Se observa que si, en los casos de pesquerías aún poco desarrolladas, el programa de motorización puede rendir, a medio plazo, un beneficio neto, y promover de esa forma el aprovechamiento del recurso, una intervención de ese tipo puede llevar a la larga, caso de que los recursos estén aprovechados más intensamente, a una pérdida neta, aun cuando se aplique a una pesquería que no explota todavía del todo el recurso de que dispone. Ahora bien, las zonas del litoral en que se concentran las actividades de las pesquerías artesanales están por lo general ya muy intensamente explotadas. Existe, por lo tanto, un peligro real de empobrecimiento de los pescadores o de reducción del empleo cuando se deciden esos programas sin haber prestado la debida atención a los índices de explotación del recurso disponible.

Si con la motorización de las barcas se pretende aumentar, alargando su radio de acción, el volumen del recurso a que tiene acceso la flota, es posible alzar el punto a cuya altura se anulan los beneficios netos. Por desgracia no siempre existen, incluso más mar adentro, recursos todavía no del todo explotados (debido a la competencia principalmente de las flotas comerciales) y constituyen excepción los planes de motorización que van acompañados de medidas que aseguran que las lanchas motorizadas irán realmente a pescar a más altura y no se vendrán a sumar a la sobreexplotación de una faja costera ya atascada. En lugar de aplazar el momento de una reglamentación del esfuerzo, tales programas de motorización plantean directamente el del control de su distribución en el espacio y el tiempo, lo que indica de hecho que ya se está en condiciones de controlar el esfuerzo.

Figura 5

Figura 5 Efectos de las variaciones en el costo total de producción en una pesquería simple no intervenida:

  1. Una elevación de los costos de producción (por ejemplo, combustible o personal) lleva consigo una baja del índice de explotación y, por lo tanto, del empleo total

  2. Una baja de los costos de captura (por ejemplo, mayor productividad por haberse adoptado innovaciones tecnológicas, por subvenciones) entraña una elevación del esfuerzo de pesca y, por consiguiente, del empleo total y acentúa la sobrecapitalización

Tanto en un caso como en otro, no cambia el ingreso individual

Figura 6

Figura 6 Efectos de las variaciones en el valor total de las capturas en una pesquería simple no intervenida:

  1. El aumento del valor (por ejemplo, al aumentar el precio del pescado, adoptarse una reglamentación sobre luz de malla, modificarse el plan de descartes y comercializarse tallas hasta entonces desechadas, extenderse el radio de acción de la flota y aumentarse la población accesible, etc.) lleva consigo una elevación del índice de explotación y, por consiguiente, del empleo e incrementa la sobrecapitalización

  2. Una baja del valor total de las capturas (por ejemplo, por caída del precio de venta, reducción natural de la población, merma de la población accesible producida por una participación mayor de una flota rival, etc.) lleva consigo una baja del índice de explotación y, por consiguiente, del empleo

Tanto en un caso como en otro no cambia el ingreso individual

Figura 7

Figura 7 Ejemplo de los efectos a medio plazo de la motorización para dos niveles de explotación. Hipótesis: se supone que la motorización entrañe en los dos casos un incremento del 10 % de los gastos totales de captura y un aumento del 50 % en el esfuerzo de pesca. Si el esfuerzo es bajo (caso 1), la motorización produce a medio plazo un beneficio neto y puede contribuir de esa forma al desarrollo a largo plazo de la pesquería. Si el esfuerzo es ya elevado pero sin haber alcanzado todavía el nivel de plena explotación (caso 2), la mecanización puede llevar consigo a medio plazo una pérdida neta y, por consiguiente, el empobrecimiento de los pescadores o el abandono de los menos competitivos.

2.4 Esclarecimiento de los Objetivos

Este breve repaso de la dinámica de las pesquerías demuestra que todo país tiene la posibilidad de aprovechar los recursos pesqueros a su alcance recurriendo a diversos procedimientos: para aumentar la producción - en valor (ingresos económicos) o en peso (aporte proteínico) - las exportaciones (divisas), el empleo - en el conjunto de la pesquería o de forma prioritaria en algunos sectores socioprofesionales (disminución del ritmo del éxodo rural), etc. El equilibrio finalmente considerado dependerá de las necesidades propias de cada país, así como de sus logros y de sus desventajas. Ejemplo, las divergencias profundas que se han podido observar en la filosofía de los diversos bloques geopolíticos como Norteamérica, Europa occidental u oriental, Japón, diversos grupos de países en desarrollo, etc., de frente a la explotación y la ordenación de la pesca, se explican en gran parte por la importancia que tienen, en sus economías respectivas, obstáculos o perspectivas claves tales como la necesidad de asegurar el suministro proteínico de sus poblaciones, las dificultades crónicas para procurar el pleno empleo o la posibilidad de sacar de recursos abundantes unos ingresos económicos apreciables (Royce, 1965).

La elección y la definición de los objetivos de aprovechamiento y de ordenación no deberían tener en cuenta sino el valor bruto de la producción o de los ingresos. Realmente sólo merecen tenerse en cuenta las estrategias que simultáneamente toman en consideración los costos correspondientes y los comparan con los beneficios potenciales ya que, independientemente de la unidad en que se expresen, son las únicas que permiten conseguir los beneficios netos máximos.

Esta reseña también ha demostrado que se alcanzan para niveles de explotación diferentes la mayoría de los objetivos previsibles (económico, social, alimentario). Esta característica de las pesquerías hace parcialmente compatibles estos diversos objetivos. Sin embargo, no debe exagerarse esta disparidad. En no pocos casos, los objetivos lejanos de ordenación se revelarán finalmente bastante vecinos - y por término medio con frecuencia hacia la izquierda del rendimiento máximo sostenible - en comparación con el punto de equilibrio bioeconómico hacia el cual tienden a estabilizarse las pesquerías cuyo nivel de explotación y selectividad no está regulado. Una vez indentificados los objetivos previsibles y confrontadas las condiciones de su realización, vendrán luego su jerarquización y su integración en una política de pesca a largo plazo. Su elaboración se facilitará con el análisis de las perspectivas lejanas de la contribución que el sector pesquero puede aportar a la economía nacional. La elección final de un plan principal exigirá decisiones de carácter fundamentalmente político en cuanto toda intervención, así como toda carencia de la misma, surtirá efectos en la distribución de las riquezas entre los diversos grupos socio-profesionales. Ahora bien, la evaluación de los diversos aspectos biológicos, económicos y sociales de las pesquerías debería contribuir a una mejor apreciación de las ventajas lejanas de la ordenación y de las consecuencias de las diversas opciones previsibles y, por último, promover la toma de decisiones.

Para la selección de los diversos objectivos asignados a cada pesquería se aplicarán al mismo tiempo los criterios objetivos de evaluación de los beneficios y de los sacrificios que justifican la explotación y la ordenación: esos criterios permitirán apreciar correctamente la importancia de decisiones que afectan al reparto o a la redistribución de las capturas y de las riquezas que pueden producir, y las dificultades políticas que hay que superar, los gastos en investigación, administración, control y vigilancia, etc., que hay que realizar, y que la pesquería justifica. Estos gastos deberán tenerse en cuenta enteramente en la evaluación cuantitativa de cada pesquería y en la determinación del nivel óptimo de explotación. Si son muy elevados, uno podrá verse obligado a renunciar, al menos temporalmente, a la ordenación de esas pesquerías. Estos mismos criterios permitirán por último evaluar ulteriormente los resultados de los planes de desarrollo y de ordenación.

2.5 Desarrollo y Ordenación

Sorprende a primera vista ver lo poco que abundan los planes de desarrollo de las pescas fundados en una evaluación de conjunto de las pesquerías nacionales y de sus perspectivas a largo plazo. Son muchos los que se enmarcan en una óptica sectorial cuyos límites se han visto en las secciones 2.1 y 2.3.1, sobre todo por lo que respecta a la prevención de la sobrepesca. Tal vez sean aún más raros los estudios de factibilidad que consideran la posibilidad de modificar el esfuerzo de pesca (y sobre todo de reducirlo) para alcanzar los objetivos previstos. Sin embargo, esta variable constituye el vehículo indispensable para mejorar las pesquerías. Las prácticas anteriores se explican sin duda en gran parte por el régimen de las pescas precedente a la ampliación de las jurisdicciones nacionales, que situaba a las administraciones nacionales, y también indirectamente a los organismos de planificación empleados en una situación parecida a la del pescador aislado en una pesquería abierta. Si la producción pesquera mundial se limitaba globalmente, este límite no se individualizaba, en el plano nacional, pues cada país tenía siempre la posibilidad de aumentar sus operaciones con detrimento de las llevadas a cabo por los demás. Para las pesquerías nacionales relativas a poblaciones explotadas también por flotas de gran altura o por los países vecinos, resulta evidente dicha afirmación. Para cada país, la única estrategia pensable era el aumento de su capacidad de captura con la esperanza de incrementar su participación con más rápidez y eficacia que la de sus competidores. Incluso para las poblaciones explotadas únicamente por nacionales, resultaba difícil a las administraciones nacionales imponer límites a la expansión nacional, habida cuenta de la perspectiva siempre presente de incrementar las pesquerías nacionales extendiendo sus operaciones más allá de sus aguas territoriales. Esto explica que incluso en las pesquerías meramente nacionales haya prevalecido una estrategia de expansión sin criterio: cualquiera otra hubiera llevado, debido a la competencia, al descenso de la parte nacional. El nuevo régimen permite escapar a esos condicionamientos y justifica procedimientos nuevos. La teoría de las pesquerías muestra que los recursos nacionales de orden financiero y humano pueden emplearse convenientemente cuando una autoridad central está en condiciones para mantener en las pesquerías nacionales el índice de explotación dentro del nivel correspondiente al objetivo de explotación fijado.

El análisis teórico de las pesquerías ha mostrado que el desarrollo se produce por sí mismo siempre y cuando una pesquería produzca beneficios netos. La Figura 3 indica que el desarrollo consiste fundamentalmente en ensanchar el espacio comprendido entre las curvas de valor y de costo totales de la producción. La opción de las distintas estrategias para conseguirlo habría de estribar en un análisis de conjunto de cada pesquería con objeto de individuar y enumerar los obstáculos fundamentales (volumen de los recursos disponibles y potencial capturable, valor de los productos, precio de costo de las capturas y estructura de los costos de capital, trabajo y energía) que cierran el paso al nicho que aquella puede ocupar.

Así pues, en el supuesto de que los recursos permitan un incremento apreciable de la producción, se compararán las perspectivas ofrecidas por la baja de los costos de producción y por la valorización de la producción. En líneas generales, la ayuda a la financiación de las flotas o a la mejora de los métodos de pesca se reservará para situaciones en que los precios de costo de la captura o del tratamiento son excesivos y constituyan el freno principal - por comparación con las perspectivas de valorización de la producción -y en que su reducción dependa de la introduccón de técnicas y de equipos nuevos difícilmente movilizables por los porpios pescadores. En cambio, este tipo de intervención estará poco justificado cuando mire sólo a aumentar cuantitativamente el volumen de las operaciones en curso: en efecto, lo más probable es que se produzca sin intervención exterior si la pesquería obtiene beneficios netos.

Hasta ahora los programas de desarrollo han tenido de ordinario poco en cuenta las consecuencias del carácter limitado de los recursos y del libre acceso a su explotación. Eso es lo que sucede concretamente con las pescas artesanales en los países del Tercer Mundo (Smith, 1979). Además, en esos países, se ha transplantado muchas veces directamente el modelo de desarrollo de la pesca industrial de los países adelantados, aplicándose por lo tanto sistemas de explotación (gravosos en cuanto a capital, divisas, energía y tecnología) que no se prestan bien a las condiciones locales (como mano de obra abundante, infraestructura y capacidad humana limitadas). En ese esfuerzo de promoción, se ha insistido más en el incremento de los medios de captura, cuando los obstáculos se sitúan con frecuencia luego en el flujo de los productos, o en el medio ambiente de las pesquerías. La opción de modos de explotación poco aptos y una mala identificación de las prioridades en los programas de desarrollo no han hecho más que reducir la rentabilidad de las operaciones y, por ende, mermar la competitividad de países ya desfavorecidos por el nivel inferior de su desarrollo tecnológico y económico en su competencia por la participación en la explotación de las poblaciones internacionales (Troadec, en preparación).

Vista la dinámica específica de las pesquerías, los planes públicos de intervención deberían actuar sobre todo sobre los factores respecto a los cuales tiene menos influencia o ninguna el ramo profesional que son los siguientes:

Tanto en la fase de desarrollo como en la de ordenación, habrá que conseguir la mejor estructura posible de los costos de producción - de forma que se puedan elevar al máximo los beneficios netos. En tal sentido, las dos funciones son idénticas, como lo son sus objetivos y los estudios y análisis que permiten definirlas. En cambio, el desarrollo se hará aumentando uno o varios factores de producción (capital, mano de obra, energía), mientras que la ordenación implicará el mantenimiento simultáneo del esfuerzo de pesca al nivel correspondiente al objetivo elegido. Desde ese punto de vista, y sólo desde él, las dos funciones pueden considerarse distintas y secuenciales. Incluso en una pesquería en desarrollo, se podrá promover su expansión mediante un control del esfuerzo de pesca y del acceso al recurso por parte de los operadores para preservar así su rentabilidad y estimular las inversiones. De forma simétrica, en una pesquería donde se utilice ya plenamente el recurso, habrá siempre que procurar aumentar la renta económica mejorando el valor de la materia prima y reduciendo al propio tiempo los costos de producción. El desarrollo y la ordenación deben entenderse, por lo tanto, como dos funciones complementarias que intervienen, desde luego en grados diferentes, en todas las etapas de la expansión de la pesquería.

1 Este último punto es especialmente importante en las pesquerías artesanales: si la movilidad de los pescadores es reducida, sus ingresos serán inferiores a sus costos de oportunidad; por lo tanto, este personal no será empleado ya racionalmente: por definición, en otros sitios hay ocasiones más remuneradoras


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