Indicadores de la calidad de la tierra: aspectos del uso de la tierra, del suelo y de los nutrimentos de las plantas
La Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (CSD) en su programa de trabajo indicó la necesidad de contar con indicadores de sostenibilidad relacionados con cada uno de los temas discutidos en la Agenda 21. Entre los mas de 100 indicadores definidos, dos de ellos hacen referencia a la Agenda 21, Capítulo 10, sobre la Planificación Integrada y el Manejo de los Recursos de la Tierra. Estos indicadores son sobre Cambio en el Uso de la Tierra y Cambio de las Condiciones de la Tierra, o sea cambio en el agregado de la calidad de la tierra. Sus descripciones, en la forma estándar de hojas metodológicas del CSD, se encuentran al final de este capítulo.
El concepto básico es que un indicador de la condición de la tierra incluye todo lo que se discute en esta Consulta sobre Indicadores de Calidad de la Tierra. En esto radica la base del problema principal del esfuerzo de la CSD. A diferencia de los estrechos indicadores económicos tradicionalmente usados por los gobiernos, los bancos centrales, el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo que pueden resumir varios aspectos de la economía en una sola variable monetaria, la condición de la tierra es esencialmente multidimensional, como lo es el indicador de uso de la tierra.
La supervisión y seguimiento de los amplios cambios que ocurren en el uso de la tierra y, en general, en las condiciones de la tierra, permitirán a los gobiernos informar sobre el mejoramiento o deterioramiento general del estado de los recursos naturales en sus países usando métodos estandardizados que permitan hacer comparaciones entre países y entre distintos años. Sin embargo, tales indicadores amplios y altamente agregados no serán útiles para apoyar el desarrollo de políticas tanto a nivel nacional como a escala mas detallada.
Para los fines prácticos de asesoramiento sobre políticas o sobre manejo, serán necesarios indicadores desagregados y mas detallados. De hecho, cuanto mas detallados y específicos son los requerimientos de información, tiene menos sentido el concepto de indicadores de calidad de la tierra y es mas evidente la necesidad para observaciones reales sobre cambios específicos en el uso de la tierra y en aspectos particulares de su condición, de las condiciones físicas, biológicas y químicas del suelo y del abastecimiento de nutrimentos y su disponibilidad en los suelos.
R. Brinkman, Dirección de Fomento de Tierras y Aguas, |
¿Es el cambio de uso de la tierra un indicador de presión, de estado o de respuesta? Los cambios de uso de la tierra son generalmente concientes, respuestas volitivas de los seres o sociedades humanas a los cambios en las condiciones biofísicas o de la sociedad. Es, por lo tanto, un indicador de respuesta el que refleja como y en que medida la sociedad responde a esos cambios o como se adapta a las condiciones ambientales cambiantes. Esto no excluye la posibilidad de que algunos cambios de uso de la tierra puedan a su vez constituir una presión para los cambios en el estado del ambiente. Esto está implícito en la naturaleza de la compleja red de las causas -que no es una cadena casual- incluyendo un cierto número de elementos de retroalimentación, o sea, la relación de la sociedad con su ambiente.
Tal como se sugirió en la breve descripción en el formato estándar, es virtualmente imposible reunir los cambios de uso de la tierra en un solo indicador o escala. La tasa de extensión del cambio de uso de la tierra puede ser representada bajo la forma de una matriz de transición de usos de la tierra, mostrando la transición entre entre cada par de usos como extensión o proporción del área por unidad de tiempo. Un ejemplo de tal matriz de transición se puede encontrar en el Forest Resources Assessment 1990 (FAO, 1995, pp 35-36) para diferentes clases de bosques y montes, hacia categorías mas amplias de tierras no forestales.
En la ausencia de un conjunto de definiciones sistemáticas de uso de la tierra ampliamente aceptadas, no ha sido posible comparar el uso de las tierras entre países o continentes, excepto en términos muy generales. El concepto de uso de la tierra es una secuencia de actividades de manejo en relación a una cierta área de tierra (Sims, 1986 y Términos de Referencia para la Descripción de Sistemas de Uso de la Tierra, sin publicar, 1990) ha permitido a la FAO y sus asociados, desarrollar un sistema apoyado por ordenadores, sobre descripción del uso de la tierra que se pueda usar a varias niveles de detalle; además, es un esfuerzo para llegar a un sistema de clasificación de uso de la tierra que sirva como un intérprete estándar entre diferentes fuentes de información locales y regionales sobre el tema.
Ahora es posible mapear e informar sobre los usos de la tierra en forma consistente abarcando diversos países y regiones. Una parte de la información necesaria puede ser obtenida traduciendo o interpretando los datos locales de uso de la tierra, como se indicó anteriormente. La mayor parte de estos datos puede ser obtenida por interpretación de datos de sensores remotos con una limitada verificación terrestre para producir mapas de cobertura de suelos -la cobertura de suelos es la vegetación o cultivos que resultan de la actividad humana. Los datos de la cobertura de suelos deben entonces ser complementados con un trabajo de campo mas detallado que tenga información mas específica sobre el uso de la tierra -o sea, las actividades de manejo que caracterizan el sistema de uso- para llegar a un mapa de uso de la tierra.
Como en el caso del cambio de uso de la tierra, es dudoso que sea posible tener una sola medida agregada de cambio de la condición de la tierra. Sin embargo, lo que parece ser posible, en principio, es una estimación del cambio en diferentes calidades de la tierra que tienen influencia sobre su adecuación para uno u otro uso, o para la conservación, por ejemplo, de la biodiversidad. (Las calidades de la tierra se discuten en FAO, 1976).
Los datos necesarios para la interpretación de los cambios en las calidades de la tierra pueden ser derivados, en parte, de los sensores remotos, complementados por observaciones terrestres. Estas deberían ser combinadas con mas frecuencia y por medio de supervisión en lugares seleccionados permanentes y en lugares de ensayos a largo plazo sobre la productividad de la tierra. La información necesaria cubre aspectos tales como la naturaleza y la densidad de la vegetación o la naturaleza y la productividad de los cultivos -lo que se sobrepone parcialmente con datos de uso de la tierra; condiciones de la superficie de la tierra -pendiente, tasas de erosión y escorrentía, transporte de sedimentos por el viento, salinidad de la superficie; condiciones hidrológicas -incidencia de las inundaciones, dinámica del agua subterránea; y condiciones físicas, biológicas y químicas- toxinas, nutrimentos- del suelo. Tal información para la supervisión, superpuesta a una base de datos sobre los suelos y los terrenos, permitirá la estimación de los cambios potenciales de productividad tales como la conservación de la vegetación nativa o las poblaciones animales. El marco institucional que haga posible tal supervisión en forma sistemática y repetitiva no existe aún en muchos países.
El suelo, como mayor subsistema de la tierra, cambia con el tiempo a consecuencia de los cambios en el ambiente -por ejemplo, la lluvia- o en el manejo -por ejemplo, la intensidad de pastoreo, los cultivos, la irrigación, los insumos, etc.. Las decisiones sobre uso o manejo de la tierra que se toman a cualquier escala, ya sea a nivel individual o familiar o de un país, necesitan información acerca del sistema de suelos y sus relaciones con el ambiente y con las opciones de manejo. Estas relaciones, como en el caso del uso de la tierra, son complejas, con una retroalimentación que proporciona situaciones de poca estabilidad y no lineares de respuestas al cambio, algunas veces demoradas. Esto implica que algunos cambios en las condiciones externas pueden no causar un cambio perceptible en la condición del suelo, mientras que otros pueden ser responsables por una degradación o un mejoramiento agudos o graduales.
La Figura 1 muestra el complejo de los procesos que pueden llevar a suelos biológicamente mas activos y productivos, con un aumento gradual en la concentración atmosférica de bióxido de carbono, tal como comenzó en el siglo XIX y que es posible que continúe por varias décadas. Por supuesto, un simple indicador de la condición del suelo no puede capturar tales procesos; esto requiere la preparación y la supervisión de una serie de variables.
Aun en un sistema menos complejo, en el cual la supervisión pudiera mostrar un aumento de la escorrentía y la consecuente formación de cárcavas en suelos pendientes, tal cambio en la condición del suelo no puede ser usado para diagnosticar, por ejemplo, las causas subyacentes y no contribuye a la identificación de las respuestas mas adecuadas. Estas podrían ser tan diversas como aconsejar a los usuarios de la tierra un cambio en las rotaciones de los cultivos, o a sembrar líneas de contornos mas densas o cultivos permanentes, o a mejorar los caminos de acceso o los mercados en el área, o permitir a los usuarios obtener una tenencia de la tierra segura y a largo plazo.
En cada caso, el sistema como un conjunto necesitará ser entendido mas allá de un posible diagnóstico o elemento indicativo y antes que respuestas cabales puedan ser identificadas y llevadas a la práctica.
En el caso del subsistema de los nutrimentos de las plantas o de la fertilidad del suelo, nos encontramos con una complejidad similar. La deficiencia de nitrógeno puede ser causada, por ejemplo, por un bajo contenido de materia orgánica descomponible en el suelo o por una napa freática alta, y puede ser solucionada con aplicaciones de abonos orgánicos o fertilizantes apropiados o por el drenaje del suelo. De la misma manera, la deficiencia de zinc en arroz irrigado puede ser causada por una deficiencia absoluta de zinc, una pobre disponibilidad del mismo debido a su fijación en la presencia de carbonato de calcio, o por una gradual pero fuerte fijación donde los suelos permanecen continuamente húmedos y reducidos por largos períodos, sin secarse entre dos cultivos de arroz. Aun a este nivel de detalle los indicadores pueden no tener significado, hasta que los factores relaciones al sistema hayan sido conocidos y el sistema como tal claramente comprendido.
Figura 1 Relaciones cualitativas entre una concentración en incremento gradual de CO21, características del suelo y procesos a medio término en los suelos2, y productividad de biomasa de los cultivos3 1 el aumento gradual del CO2 como ocurre en el siglo XX y en los escenarios transitivos de cambio global 2 suelos con algunos minerales meteorizables al menos en el substrato de penetración de raíces en el subsuelo 3 sucesos climáticos extremos pueden desorganizar algunas relaciones en la figura, por lo que cualquier incremento en su frecuencia o intensidad puede contrarrestar los efectos positivos mostrados 4 la composición de las especies se ajusta o las opciones indicadas están hechas para ajustarse a la nueva biomasa obtenible o a una mejor producción de los cultivos bajo un mayor contenido de CO2 atmosférico, compensando por ciclos de crecimiento mas cortos de las especies o cultivos existentes. La figura no incluye los efectos positivos de las temperaturas mas altas sobre la longitud del período de crecimiento en climas templados o boreales. |
En resumen, los indicadores de la calidad de la tierra podrán en el futuro tener una función útil para informar a escala mundial o a nivel nacional, por ejemplo al UN CSD. Sin embargo, para propósitos específicos mas detallados tales como asesoramiento para políticas nacionales, o en el manejo o planificación provincial o distrital o aun en áreas agrícolas menores, los indicadores no podrán proporcionar una información válida tal como sería necesario. Esta puede solo ser derivada de investigaciones que utilicen datos reales, interpretados para ese propósito en vez de ser agregados a priori por medio de procedimientos predeterminados.
FAO. 1976. A framework for land evaluation. Soils Bulletin 32. FAO, Rome.
FAO. 1995. Forest resources assessment 1990; global synthesis. Forestry Paper 124. FAO, Rome.
Sims, D. 1986. META: A New Approach, AGL Land and Water Newsletter No. 26, August, 1986.
Apéndice 1
UNDP/CSD/FAO - hojas metodológicas
UNCED Agenda 21, Capítulo 10;
Planificación y manejo de los recursos de la tierra