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2.  INDOLE DEL PROBLEMA DE LAS PESQUERIAS FLUVIALES

Las estrategias futuras de ordenación para las pesquerías fluviales deben ocuparse no sólo de conseguir o mantener un cierto nivel de producción, sino también de lograr que el número mayor posible de pescadores, comerciantes y demás personal auxiliar vivan razonablemente con los recursos pesqueros. Si se acepta este objetivo, entonces las bajas en las capturas por unidad de esfuerzo deben preocupar al buen administrador aun cuando la producción total suba, ya que esas reducciones irán probablemente asociadas con unos menores ingresos brutos y una mayor incidencia de la pobreza. De ahí que el interés del biólogo por medidas como la producción y la captura por esfuerzo unitario tiene que ir unido al interés del sociólogo por el valor de la captura total y por el valor que dona la captura a las distintas categorías de pescadores para quienes los ingresos netos obtenidos constituyen un índice más importante que el volumen capturado.

Los cambios acelerados que se han producido en los ecosistemas fluviales de los trópicos han dificultado cada vez más su ordenación. Los cambios principales correspondían no sólo a los recursos hídricos de las cuencas fluviales, sino a las comunidades humanas, sobre todo a las comunidades de pescadores de dedicación completa y por tiempo parcial. Welcomme (1979) ha elaborado un esquema útil de cuatro fases para examinar la modificación en los ríos de crecida. No sólo este esquema ilustra las repercusiones que el aprovechamiento funcional de las cuencas fluviales han tenido en las pesquerías, sino también subraya que las soluciones de ordenación han de tener sentido en lo que respecta a los empleos múltiples, y muchas veces contradictorios, de los recursos hídricos. En lo tocante a las comunidades en la que la pesquería constituye una ocupación importante de tiempo completo o parcial (denominadas en adelante comunidades pesqueras), empleamos también en esta monografía un esquema de cuatro fases para dar realce a la dinámica que se desarrolla en esas comunidades pesqueras.

El esquema de Welcomme ilustra una secuencia histórica que va en aumento y en la que las medidas de control de las inundaciones y de construcción de presas están transformando los sistemas fluviales. Reviste aún más dinamismo la transformación de las pesquerías tradicionales a lo largo de esos sistemas fluviales. Hace 30 años, los sitemas fluviales ligeramente modificados de Welcomme habrían estado asociados sobre todo con las pesquerías tradicionales. Ya no es ese el caso puesto que la gran mayoría de los pescadores locales e inmigrantes en los sistemas fluviales tropicales están intensificando su producción para responder a las exigencias del mercado. A lo largo de todas las zonas tropicales, estas transformaciones están alterando la naturaleza de las poblaciones pesqueras constituidas por varias especies, de una parte, y al mismo tiempo reduciendo la captura por unidad de esfuerzo, de la otra. Lo que se necesita con urgencia en estos momentos es una quinta fase, en la que las comunidades pesqueras colaboren estrechamente con los organismos tanto oficiales como de otro tipo para aprovechar eficazmente los recursos ícticos en beneficio no sólo de la producción sino también del empleo y de unos niveles de vida mejores. Se hace difícil imaginar que funcionen esas estrategias sin una fuerte participación local, de una parte, y sin un acceso restringido que se haga cumplir local y oficialmente, de la otra.

Son varios los problemas, locales y exógenos, que amenazan una viabilidad continuada de las pesquerías fluviales. Entre estos elementos figuran los siguientes: (1) la explotación excesiva de algunas problaciones pesqueras por pescadores comerciales del lugar; (2) la ulterior presión que sobre la capacidad de las pesquerías produce la inmigración de gente forastera y el entrometimiento de pescadores que no son del lugar; (3) modificaciones ambientales que reducen la productividad de las pesquerías a causa de (a) la construcción de presas y canales de riego; (b) la contaminación de las pesquerías por fuentes agrícolas e industriales; (c) la limpieza de cuencas altas y de bosques de llanuras anegadizas para fines agrícolas, de producción de leña y otros.

2.1  Explotación Excesiva de las Poblaciones Icticas

Welcomme resume las pruebas reunidas sobre una pesca excesiva en todos los tipos de pesquerías fluviales a finales de los años setenta, afirmando que “los ejemplos bien documentados de pesca excesiva a nivel comunitario (pesquero) son raros y, cuando se dan, se pueden muchas atribuir retroactivamente a variables ambientales…o a otras intervenciones del hombre. Sin embargo, una pesca intensa puede acelerar la baja haciendo a las poblaciones pesqueras menos resistentes a los cambios que derivan de otras fuentes… pudiéndose concluir que las aptitudes de las comunidades pesqueras en los ríos para apoyar una pesca intensa son muy buenas y que la mayoría de los sistemas todavía prosiguen la explotación a un nivel razonable… Sin embargo, algunas poblaciones individuales son vulnerables y pueden desaparecer fácilmente. Además, las presiones ambientales, cuando se suman a las presiones pesqueras, pueden provocar el derrumbe de una pesquería (1980, pág. 225).

Aunque sigue habiendo pocos casos documentados de sobrepesca de poblaciones ícticas por parte de pescadores artesanos, unas estrategias de ordenación consistentes en un acceso limitado, aun cuando las haya, tienen una eficacia cada vez menor a la hora de proteger los recursos pesqueros. Son dos las razones. La primera se refiere al incremento demográfico dentro de la comunidad pesquera y a una intensificación del esfuerzo pesquero debido a unos aparejos más eficaces y al aumento de las exportaciones de pescado. La otra razón es la llegada de un número cada vez mayor de pescadores inmigrantes que arrollan a las comunidades locales aun cuando empleen técnicas legales y se ajusten los usos del lugar (muchas veces no hacen ni una cosa ni la otra). Por estas razones, es cada vez mayor el número de observadores competentes que han indicado casos en que una combinación de pescadores comerciales locales e inmigrantes están explotando excesivamente las poblaciones ícticas a lo largo de los ríos tropicales. Aunque la índole de las pesquerías fluviales hace difícil verificar la validez de estas afirmaciones, apenas si cabe duda de que las capturas por esfuerzo unitario han bajado notablemente a lo largo de algunos ríos al intensificarse el esfuerzo pesquero. Entre los ejemplos que pueden citarse figura el río Kafue de Zambia (Hayward, 1982), el Amazonas (Goulding, 1981), y el lago Maracaibo de Colombia y Venezuela (Beckerman, 1983).

En el caso del Amazonas, Goulding estima que las bajas recientes obedecen fundamentalmente a la gran intensidad de la pesca desde mediados de los años setenta, aunque pueden haber contribuido notablemente a ellas los cambios que se han producido en el nivel de las aguas. En el caso del lago Maracaibo, Beckerman se muestra incluso más convencido de que la intensificación de la producción es la causa determinante. Existe allí un grupo local indio, los Bari, que dependen mucho del bocachico (Prochiloidus reticulatus). Entre 1970–72 y 1983 el peso medio ha bajado de unos 330 gramos por pieza a 150 gramos. “La pesquería comercial aguas abajo es casi ciertamente el factor determinante” (comunicación escrita de 1983 a los autores), aunque Beckerman señala como otro factor también el vertimiento de insecticidas viejos en el río. Aunque existen pocas pruebas en cualquiera de los casos de que la pesqueria de varias especies en su conjunto resulte amenazada, todo parece apuntar a que los niveles de vida de las comunidades pesqueras se hayan en peligro. Observando en 1977 una captura por unidad de esfuerzo de 26 kg de pescado y día (que se acerca a la estimación de Smith para finales de los años setenta de 23 kg en otras partes de las cuencas del Amazonas), Goulding llega a la conclusión de que “dada la actual economía de las pesquerías amazónicas, entre los 20 y los 30 kg por día-hombre es el nivel mínimo de pesca al que puede funcionar económicamente la pesquería comercial”.

2.2  Inmigración e Invasión de Extraños

La evaluación hecha con cauteloso optimismo por Welcomme sobre la situación de las pesquerías fluviales en los países en desarrollo infraestima probablemente los efectos de los recientes movimientos intensos de población hacia zonas con pesquerías fluviales y las consecuencias de la expansión de unos pescadores muy mercantilizados hacia las pesquerías tradicionales de pescadores de subsistencia o semicomerciales. La explosión que se ha registrado en el crecimiento de las pesquerías amazónicas durante finales de los años sesenta y principios de los setenta, por ejemplo, se debió fundamentalmente al rápido aumento en la población de inmigrantes provenientes del este del Brasil, que hinchó el número de hombres que veían la pesca como medio para ganarse la vida en la región amazónica. En otras partes, como en las tierras áridas y semiáridas de Africa, la gente se dedica a la pesca fluvial no tanto para ganarse el sustento, sino para sobrevivir. Tenemos un ejemplo en los tramos altos de la región del Níger damnificada por la sequía.

En Zambia, es cada vez mayor el número de personas que pasan al sector pesquero debido a la dificultad de encontrar empleo en las zonas urbanas y en el sector “formal” de la economía. El número de pescadores que explotan las pesquerías del río Kafue, por ejemplo, ha aumentado rápidamente en los últimos años pues “los hombres que no disponen de capital, incluidos los muchachos que abandonan las escuelas rurales y urbanas, y los hombres que dejan empleos de salarios bajos en la ciudad, los cortadores de caña y otros braceros fuera de temporada, y los pescadores más experimentados de las pesquerías septentrionales” se desplazan a la zona en busca de empleo. La mayor parte trabajan como tripulantes de barcos que son propiedad de empresarios absentistas, muchos de ellos funcionarios o técnicos que viven en Lusaka y que han pasado al sector no organizado de la pesca como modo para hacer frente al alto costo de la vida en las zonas rurales (Hayward, 1981, pág. 6–7).

En otras partes, el sustento de muchos pequeños pescadores artesanos que se dedican a las pesquerías locales está amenazado por la invasión e intrucismo de pescadores muy comerciales que vienen de fuera y que se desplazan a sus zonas de operaciones o que están ensanchando las propias al comenzar a bajar los rendimientos en pesquerías excesivamente aprovechadas. Por ejemplo, en la región del Amazonas, Smith informa que algunos de los barcos de la enorme flota pesquera de Manaus se desplazan hastal 700 km de distancia de su puerto en busca de pescado. En sus esfuerzos por obtener beneficios han comenzado a adentrarse en “lagos hasta ahora sólo aprovechados por gente en régimen de subsistencia. Se han producido varios choques entre los pescadores comerciales y los habitantes de los lagos de la región. En 1971, murieron varias personas en la zona de Manaus por disputas sobre derechos de pesca” (Smith, 1981, pág. 122).

2.3  Modificación Ambiental: Presas

Entre las intervenciones no pesqueras por parte de los hombres que influyen en la viabilidad de las pesquerías fluviales, tal vez sea la construcción de presas la que ha tenido más importancia y la que ha sido objeto de más publicidad. Las presas, como las que ya existen en varios grandes ríos de Africa e India, influyen desfavorablemente en las pesquerías aguas abajo sobre todo (1) al alterar el flujo estacional al que se han adaptado muchas especies de peces y muchos pescadores y (2) al bloquear la ruta migratoria de especies comercialmente tan valiosas como la Hilsa ilisha en India.

La pérdida de zonas de llanuras anegadizas que tan necesarias son para la alimentación y la producción de muchas especies de peces fluviales, puede reducir considerablemente la productividad de las pesquerías aguas abajo de las presas. Welcomme (1980) observa, por ejemplo, que la productividad del río Niger por debajo de la presa de Kainji bajó un 50 % en el transcurso de tres años (1967–69) después de que la construcción de la presa redujo la duración y la magnitud del caudal de los tramos siguientes del río.

La restricción que esto supone para la ruta migratoria de muchas especies ícticas puede dar lugar también a una fuerte baja en la productividad de las pesquerías fluviales. Aunque en algunas presas se han dispuesto con éxito “escaleras” que permiten a los peces rebasar la presa, en general en los ríos tropicales se han demostrado un fracaso. En Brasil, por ejemplo, muchas de las especies “Piracema” han desaparecido casi del Río Grande y de sus tributarios en el Estado de San Pablo a causa de las presas que bloquean la ruta migratoria de los peces. Aunque no existen planes inmediatos para represar el río Amazonas, las presas que se proyectan construir en sus afluentes pudieran perturbar gravemente las pesquerías actualmente tan productivas del Amazonas (Smith, 1981, pág. 127–30).

Aunque los embalses que se forman detrás de las presas pueden compensar con holgura las pérdidas de productividad aguas abajo como sucede con las presas del Volta (Ghana) y la Presa Alta de Aswán (Egipto y Sudán), pueden verse afectadas diversas comunidades de pescadores, reduciéndose fuertemente sus niveles de vida cuando se hallan situadas por bajo de la presa, a menos que los pescadores abandonen sus hogares y se marchen a otras partes. En el caso del Volta, muchos pescadores tongu se vieron obligados a abandonar definitivamente sus comunidades en el Bajo Volta pasando al lago Volta después de que el cierre de la presa a principios de los años sesenta destrizo las pesquerías aguas abajo (Lawson, 1972). Por otra parte, la electricidad producida por las grandes presas y el aumento del riego que muchas veces tiene lugar, aceleran el desarrollo urbano-industrial y agrícola, lo cual repercute negativamente en los ecosistemas fluviales debido al aumento de la contaminación.

2.4  Modificaciones Ambientales: Contaminación y Despoblación Forestal

La contaminación de las pesquerías fluviales tanto por los efluentes industriales como por los productos químicos agrícolas constituye una preocupación cada vez mayor en las zonas del mundo en desarrollo. En la India, “las aguas negras de las viviendas y los residuos industriales son tal vez la amenaza más grave que se cierne sobre las pesquerías fluviales del país; las prácticas agrícolas modernas aumentan la contaminación a causa de los plaguicidas”. En el río Hooghly, por ejemplo, que es un brazo del río Ganga en Bengala occidental, un tramo de 92 km “recibe más de 252 millones de galones diarios de residuos líquidos de unas 161 fábricas, entre las que figuran fábricas de tejidos y de algodón, curtidurías, fábricas de papel pasta, fábricas de yute, destilerías, etc, y las aguas torrenciales y aguas residuales de las ciudades y poblados situados a ambos lados de las orillas” (Jhingran y Tripathi, 1977, pág. 43).

Aunque hay países menos densamente poblados del mundo en desarrollo que no padecen los problemas de extrema contaminación que se dan en la India, existen ya motivos de preocupación en muchas zonas (Welcomme, 1980, págs. 243–6). Comte (1982), por ejemplo, analiza los problemas recientes que originan los contaminantes industriales y agrícolas en el lago Victoria y en el sistema fluvial adyacente del oeste de Kenya. Aunque se trata de una situación que no está ampliamente documentada, cada vez hay más preocupación por los efectos de los productos químicos agrícolas, sobre todo los insecticidas, que pueden contaminar fácilmente los manantiales de agua, especialmente en zonas de riego. Los contaminantes industriales y agrícolas suelen afectar a muchas especies diferentes de peces, matando a algunos inmediatamente, reduciendo el índice de crecimiento o aumentando la susceptibilidad a las enfermedades en otros. En general, los contaminantes por lo que respecta a las pesquerías fluviales dan lugar a una reducción en la diversidad de especies y a una variación hacia peces relativamente más pequeños y de vida más corta (Welcomme, 1980, págs. 243–6).

Otra amenaza ambiental a la productividad continuada de las pesquerías fluviales es el desmonte de los bosques de llanuras anegadizas, que son de importancia decisiva para la ecología de muchas especies ícticas. Tanto Goulding (1980 y 1981) como Smith (1981) advierten que los planes para aprovechar las zonas de llanuras anegadizas forestales en programas de desarrollo agrícola y ganadero en la región de Amazonas tendrán consecuencias desfavorables para las muchas especies ícticas que emplean al menos una parte de su ciclo vital alimentándose de los frutos de los árboles y demás vegetación de los bosques inundados. Y tendrán también efectos perjudiciales sobre tanta gente que depende de ese pescado para obtener una fuente de proteínas relativamente baratas (Goulding estima que “la cadena alimentaria que da lugar a un 75 % de la captura comercial total tiene su origen en los bosques inundados” 1980, pág. 253).

La amenaza que se cierne sobre la productividad de las pesquerías amazónicas ya se ha hecho realidad en las pesquerías del Mekong - Gran Lago de Camboya. Hickling ha aducido que el desmonte general de los bosques de llanuras anegadizas para fines agrícolas fue al menos en parte la causa de la baja de los rendimientos que se ha registrado en las pesquerías del Mekong - Gran Lago, pues han pasado de 61 000 a 28 200 t a mediados de los años cincuenta. Señaló que para 1955 se registraba “un desmonte tan grande de los bosques inundados para fines agrícolas que no sólo se destruye parte del origen de los alimentos para el pescado, sino también que se da lugar a la erosión y, con la deposición de los suelos erosionados en lagos y lagunas, se está llegando a su entarquinamiento. Ambos factores tendrán efectos perjudiciales para la pesquería” (Hickling, 1961, pág. 143).

El aumento de la despoblación forestal en las cuencas altas de muchos ríos tropicales está teniendo también efectos perjudiciales sobre la calidad de las aguas debido al aumento del entarquinamiento y a la alteración de los regímenes fluviales al incrementarse la escorrentía durante los períodos lluviosos y reducirse el caudal durante los períodos más secos. Los pescadores complican la situación cuando cortan o compran leña para ahumar el pescado, aunque se trata de una causa menos importante que la agricultura en la gran mayoría de los casos.


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