Gary Moll y Deborah Gangloff
G. Moll
es Director de Programas y Silvicultura en el Medio Urbano de la Asociación Forestal de los Estados Unidos, Wáshington, D.C.; D. Gangloff coordina las actividades de comunicación de los programas.
· La génesis Aunque la expresión no ha sido de uso corriente hasta el decenio de 1960, la silvicultura urbana ha existido desde que el hombre ha plantado árboles en las ciudades y comunidades donde vive. En América del Norte, los primeros colonos talaron los bosques vírgenes para preparar el solar de sus casas y los campos para fines agrícolas, construir edificios y calentar sus hogares, pero sólo en los últimos años del siglo XVIII y los primeros del siglo XIX la población de los Estados Unidos comenzó verdaderamente a plantar árboles en ciudades y aldeas. De hecho, Filadelfia, una importante zona metropolitana del estado de Pensilvania, en la costa oriental, no tuvo arboledas en sus calles hasta finales del siglo XVIII, en parte porque las compañías de seguros no aseguraban las casas que tuvieran árboles al frente (Zube, 1973).
Los inmigrantes trajeron consigo a América sus árboles favoritos, como el chopo de Lombardía, el arce de Noruega, el olmo inglés y el ailanto, y estas especies conocidas se plantaron durante muchos años. Hasta mediados del siglo XIX no se difundió el concepto de plantar y propagar las especies autóctonas. Andrew Jackson Downing, quien trabajó en relación con algunos de los mejores parques urbanos de los Estados Unidos con sus creadores, Calvert Vaux y Frederick Olmstead, propugnó la plantación de árboles indígenas en su suelo nativo americano, al tiempo que luchaba contra las tradiciones poco prácticas de plantar árboles originarios de Europa con semillas importadas del viejo mundo. Sus especies favoritas eran el arce, el roble y el olmo.
Este concepto de utilizar las especies autóctonas se puso en práctica en algunos de los parques urbanos más famosos de los Estados Unidos, y es en ellos donde ha quedado más claramente demostrado. El Parque Central, un oasis de 320 ha en el centro mismo de la ciudad de Nueva York, la impresionante reserva forestal de Chicago y muchos otros parques fueron creados por Olmstead y sus coetáneos en una época de desarrollo económico y de aprovechamiento de tierras que no tiene precedentes. En esos parques encontraban solaz los nuevos habitantes de las ciudades cuando querían salir de sus calles congestionadas.
En las zonas menos urbanizadas del nuevo país las colectividades rurales comenzaban a apreciar el valor económico y estético de los bosques comunitarios. Modelados a partir de los mejores bosques europeos, como la Selva Negra en la República Federal de Alemania y los bosques de Francia y Suiza, algunas localidades y aldeas comenzaron a crear bosques comunitarios o a reservar zonas para ellos. Aunque no fue una práctica difundida hasta después de la primera guerra mundial, esos bosques han proporcionado materiales de construcción, leña, lugares de esparcimiento y recursos fiscales a muchas ciudades de Nueva Inglaterra en este siglo (Hosmer, 1923). El primer bosque comunitario de los Estados Unidos lo crearon en 1710 colonos previsores originarios de Inglaterra en la ciudad de Newington, estado de New Hampshire (Brown, 1938).
En la planificación y desarrollo de esos bosques participaron diversos grupos de la comunidad, entre otros las escuelas, la administración local y las iglesias. Su acción marca de hecho el comienzo de la utilización de recursos forestales de los Estados Unidos por parte de su población.
En 1953, un censo de los bosques comunitarios indicaba que su superficie total era de 1752815 ha (Duthie, 1953). Hoy día, pocas de las personas en cuyo beneficio redundan esos recursos forestales tienen idea de su extensión o valor. Sin embargo, esos bosques siguen siendo un importante factor en lo que atañe a la calidad de la vida en las ciudades de la región nordoriental del país, aunque para la población urbana revisten más valor como fuente de esparcimiento y de agua potable que de productos forestales. Es probable que las autoridades de obras públicas que actualmente administran la mayoría de esos bosques promuevan las presas que se encuentran en su jurisdicción en mayor medida que el recurso natural del cual depende el abastecimiento de agua. Puesto que los técnicos forestales encargados de esas cuencas están separados de la administración municipal por diversos estratos administrativos - y por lo tanto aislados también de la gente - los beneficios que éstas reportan pasan desapercibidos.
Los técnicos forestales
Los técnicos forestales. A causa del gran valor atribuido a los árboles que crecían cerca de las ciudades y pueblos, se consideró necesario contar con profesionales que se encargaran de su cuidado y mantenimiento. El estado de Massachusetts en Nueva Inglaterra abrió el camino en el siglo XVIII con la creación del cargo de guardabosques municipal (Grey y Deneke, 1986). La práctica de la arboricultura y el cuidado de los árboles de las zonas urbanas se convirtió en una disciplina con la publicación de la obra titulada The care of trees in lawn, street, and park del famoso experto forestal Bernard Fernow (1911). En un articulo publicado en 1910 en American Forestry, a la sazón la revista de la Asociación Forestal de los Estados Unidos (la organización de los ciudadanos de todo el país interesados en los árboles y los bosques), se relató la vida de un técnico forestal de Nueva York (Mell, 1910). Entre sus obligaciones estaban el mantenimiento de los árboles, la lucha contra los insectos, la plantación y la corta de árboles; una lista que reconocerán muchos de los técnicos forestales urbanos en 1987.
Con el paso de los años se han encargado de la ordenación de los recursos forestales urbanos diversas categorías de profesionales. Sus títulos incluyen los de técnico forestal municipal, arboricultor municipal y experto forestal urbano. La tecnología para la ordenación forestal de las zonas urbanas se ha convertido en una ciencia al conjugarse los conocimientos especializados de varios sectores para crear la nueva disciplina denominada silvicultura urbana.
Los especialistas en bosques del medio urbano de los Estados Unidos trabajan para la administración federal, estatal o local, las empresas, las organizaciones no gubernamentales, o en forma independiente como consultores. Se encargan de todo lo relacionado con los árboles de las vías públicas, de los parques urbanos y de los espacios abiertos. Algunos de ellos desarrollan sus actividades en las zonas residenciales de las afueras de las ciudades, y otros tienen la ventaja de trabajar en nuevas comunidades donde todavía hay tierras cubiertas de bosques. Varios organismos forestales de los estados han contratado los servicios de esos especialistas para que trabajen a la vez en varias comunidades de una zona del estado. Por término medio los estados proporcionan asistencia técnica a 25-50 comunidades cada año. Las ciudades, las pequeñas poblaciones y las comunidades están autorizadas legalmente a contratar los servicios de un técnico forestal propio si los legisladores y los ciudadanos atribuyen al cargo suficiente importancia para financiarlo. Un especialista en silvicultura urbana requiere ciertos conocimientos técnicos para mantener los bosques de las ciudades en estado satisfactorio y velar por su renovación. Sin embargo, para que un programa forestal urbano funcione bien, el encargado de ejecutarlo tiene que poder colaborar con la gente: ciudadanos, empleados de la administración local, medios de comunicación y funcionarios elegidos por la población.
BOSQUES EN UN PAISAJE OTOÑAL mejor calidad de la vida
Teoría y práctica La silvicultura es la ordenación de los árboles en beneficio de la población. En las zonas urbanas, el aspecto critico es ajustar las necesidades de ordenación de recursos a los intereses y necesidades de sus habitantes. El bosque urbano se compone de los árboles, arbustos y demás plantas que crecen en la propia comunidad y en sus alrededores. El considerar toda esta masa vegetal como bosque ha sido un paso importante hacia el mejoramiento del estado de los árboles en el medio urbano, así como hacia el aumento de su valor. La silvicultura ofrece a los encargados de ordenar los recursos una base excelente para adoptar decisiones sobre su preservación, al brindarles un modelo de vegetación en una ciudad que comporta un entramado interactivo de plantas, suelo, aire y elementos naturales, que puede vigilarse para detectar cambios en sus condiciones y mantenerse en la forma más productiva posible. Esta variación de la perspectiva, para pasar de los árboles individuales a todo el complejo forestal, ha influido en la evolución de los profesionales encargados de cuidar los árboles de las zonas urbanas de los Estados Unidos.
La silvicultura urbana se consolidó al nivel del gobierno federal en 1978 con la promulgación de la Ley pública 95-313, en virtud de la cual se encomendó al Servicio Forestal de los Estados Unidos la administración de dos programas. Los fondos para asistencia técnica se transfieren a los organismos forestales de los estados, y a ciertas organizaciones no gubernamentales, para atender las necesidades de los condados, ciudades y comunidades, y los recursos destinados a las investigaciones sirven para financiar los centros de estudio del Servicio Forestal y las actividades de investigación en las universidades. Aunque la cantidad de fondos federales gastados en esos programas ha sido reducida, los resultados obtenidos son importantes.
El programa federal de asistencia técnica proporciona recursos para proyectos, a condición de que también se aporten fondos a nivel local (por parte de los estados o de los particulares). La proporción mínima a este respecto es del 50 por ciento, pero la mayoría de los programas de los estados prevén una aportación del 60 al 80 por ciento de la asignación total. Gracias a la participación voluntaria de los ciudadanos ha aumentado considerablemente la eficacia de los programas. Como se demostrará más adelante, la acción de los ciudadanos en algunas localidades ha permitido ejecutar un programa satisfactorio de silvicultura urbana. De hecho, dado el requisito indispensable de que los ciudadanos participen en los programas a nivel local a través de distintos grupos cívicos y comunitarios, o por conducto de organizaciones no gubernamentales, es la propia población la que determina la existencia de un programa forestal en su ciudad o comunidad.
Uno de los problemas más comunes de los bosques urbanos del Dais es la crisis larvada que se desata a medida que los árboles crecen y maduran mientras se recortan los presupuestos y programas. En 1984, los delegados a la asamblea nacional de directores de parques y zonas de esparcimiento manifestaron que el principal problema en lo tocante al mantenimiento lo planteaban los árboles, y que éste aún no se habla señalado debidamente a la atención del público y de los dirigentes políticos. El factor que en definitiva determina la magnitud y el éxito de los programas locales de silvicultura urbana, y de los presupuestos correspondientes, es la apreciación por parte de los ciudadanos y de las autoridades del valor de los árboles para la comunidad y de las necesidades que entrañan.
UN TECNICO FORESTAL EN LA CIUDAD DE SAN FRANCISCO los árboles moribundos se cortan y se reemplazan
Muchas ciudades de los Estados Unidos tropiezan con este problema; Nueva York, Filadelfia y Atlanta son tres buenos ejemplos al respecto. Estas tres urbes han tenido buenos programas en una u otra época, pero en el último decenio el cuidado y mantenimiento de los árboles han perdido importancia en la lista de prioridades. Las dificultades con que tropiezan los programas forestales de estas y muchas otras ciudades se deben al problema fundamental que plantean los bosques cuando los árboles alcanzan la madurez y requieren mantenimiento. Es preciso mantener sanos a los árboles viejos, y también plantar otros nuevos. Un segundo problema es que, en algunos casos, se ha encomendado la ordenación forestal a organismos locales, que sólo pueden dedicar un volumen limitado de fondos a las actividades tradicionales en este sector, las cuales han perdido importancia en el conjunto de elementos que comporta el desarrollo urbano.
El empeoramiento del estado de muchos de los bosques de las ciudades estadounidenses es sintomático de la situación con que se enfrentan muchas comunidades. No obstante, la silvicultura urbana sigue creciendo y desarrollándose en otras localidades. El advenimiento de las microcomputadoras ha abierto nuevas posibilidades de ordenación a las comunidades pequeñas o intermedias. Se han producido decenas de conjuntos de soporte de programación para ordenar los bosques y arboledas del medio urbano mediante la compilación de diversos datos y su análisis a fin de obtener cuadros y gráficos detallados. Esta información ha resultado ser especialmente valiosa para hacer inventarios, los cuales sirven de ayuda a los administradores en la adopción de decisiones a largo plazo sobre la ordenación forestal y el aumento de la productividad del personal a su cargo.
El valor de los sistemas de elaboración de inventarios se ha ido incrementando a medida que los técnicos forestales han aprendido a utilizarlos eficazmente. Tal vez la primera enseñanza aprendida en el último decenio sea la de no reunir más datos de los necesarios (no hay nada que reste más rápidamente eficacia a un informe que el hecho de que permanezca sin utilizar en cualquier dependencia). A principios del decenio de 1970 los técnicos forestales del estado de Kansas elaboraron un sistema de inventario cuyo uso se difundió mucho en las pequeñas ciudades y pueblos. El sistema permitía realizar el inventario en un solo día y resumir todos los datos al siguiente. Proporcionaba a los empleados municipales suficiente información para adoptar decisiones al dar una indicación del valor de los recursos forestales, de su estado de salud, y del costo del mantenimiento necesario (Molí, 1983).
Los sistemas más complicados permiten determinar la ubicación exacta de cualquier árbol en la ciudad, e indican detalladamente su estado de salud, las condiciones en que se encuentra y su historia. El programa de computadora puede indicar en forma pormenorizada el plan de mantenimiento durante el año con diversos niveles de gastos presupuestarios y, un aspecto tal vez más importante, demostrar cómo una reducción del mantenimiento de los árboles durante el año en curso aumentará los gastos por ese concepto pasados diez años. Esta perspectiva a largo plazo ha sido un aspecto problemático en las relaciones entre técnicos forestales y funcionarios municipales. Los técnicos no podían lograr que los funcionarios se preocuparan de problemas que tardarían diez años en plantearse. Sin embargo, con los programas de computadora se dispone ahora de un instrumento eficaz para hacer previsiones. Se puede demostrar claramente que los argumentos en favor de reducir el mantenimiento actual no son válidos, a causa de la magnitud de los probables gastos futuros.
Como estas computadoras pueden realizar análisis complejos, es posible complementar la base de datos con la información derivada de las investigaciones y de la experiencia para que sirva de ayuda en la adopción de decisiones a largo plazo. Por ejemplo, las investigaciones sobre las raíces de los árboles que se llevan a cabo en California están proporcionando información a los administradores acerca de los gastos de mantenimiento ocultos (Wagar y Barker, 1985). Los efectos de las raíces en las aceras son costosos, y esas investigaciones permiten determinar los gastos correspondientes especie por especie. Con esa información el administrador puede evaluar el aspecto de los gestos de mantenimiento de cualquier plan de plantación propuesto, utilizando los datos sobre los efectos exteriores y subterráneos por especies. La plantación del árbol apropiado en el lugar correcto ha demostrado ser una decisión económica sumamente racional.
También las localidades pequeñas están encontrando mejores métodos para cuidar sus zonas verdes. Por ejemplo, algunas comunidades han podido resolver el problema que plantean los presupuestos demasiado exiguos para sufragar los servicios de un técnico forestal en régimen de dedicación completa, obteniendo la colaboración de uno a tiempo parcial. Esto no es tan difícil como podría parecer. Por ejemplo, dos comunidades pueden compartir los servicios de un mismo técnico. Otras localidades contratan los servicios de un técnico a jornada parcial y le permiten que trabaje simultáneamente como consultor privado.
INSPECCION DE MANTENIMIENTO EN ALABAMA ejemplo de participación ciudadana
ARBOLES AFECTADOS POR LA PODA PARA TENDER CABLES los conflictos deben resolverse
Hay muchas otras técnicas de reducción de costos que pueden ayudar a las comunidades con un presupuesto exiguo a mantener los programas. Muchas ciudades recurren a los servicios de contratistas en lugar de tener personal de plantilla. Los servicios por contrata permiten economizar fondos, al reducir los gastos generales que comporta el personal a jornada entera y también los costos de administración. Sin embargo, también pueden plantear problemas durante las tormentas. El personal municipal puede retirar rápidamente de los caminos el material abatido por el viento, en tanto que durante la tormenta el personal del contratista puede dar prioridad a los trabajos más rentables en el sector privado. En Cincinnati (estado de Ohío) se utiliza personal privado y municipal en una combinación que ha resultado eficaz: los empleados municipales a efectos de la estabilidad, y los equipos privados para los grandes trabajos de mantenimiento que se planifican con la debida antelación. Como los servicios de los equipos por contrata se utilizan durante la temporada en que tienen menos trabajo, su precio es bajo.
Algunas comunidades de la zona de Chicago han elaborado un sistema para compartir el equipo de computadora cuando ello es necesario. Con el asesoramiento de un consultor forestal privado están utilizando equipo y soporte de programación idénticos para elaborar inventarios. Si el equipo no funciona o está siendo utilizado en una oficina, un administrador puede desplazarse a otra comunidad cercana y utilizar su computadora. Este sistema permite economizar a cada comunidad una cantidad considerable de costos de equipo, al tiempo que aumenta su productividad.
Otro concepto innovador que permite ahorrar gastos y generar ingresos es la utilización de los desechos de madera del medio urbano. Muchas comunidades venden o ceden gratuitamente los productos de los árboles que hay que eliminar, por ejemplo cortezas, astillas, madera y leña. El administrador forestal economiza el costo de transportar y eliminar esos desechos, y puede convertirlos en una fuente de ingresos o de buenas relaciones públicas. Cuando se utilizan los árboles de las ciudades para madera o astillas se debe actuar con sumo cuidado, ya que a menudo tienen materias extrañas, como metal u hormigón. Uno de los usos más prácticos de esos árboles es la leña. Cuando se cortan los árboles para obtener leña es menor la posibilidad de encontrar materias extrañas. Desde que se produjeron los aumentos del precio del petróleo en 1973 y 1979, ha aumentado el valor de la leña.
La tecnología para la ordenación forestal de las zonas urbanas se ha convertido en una ciencia, al conjugarse los conocimientos especializados de varios sectores para crear la nueva disciplina denominada silvicultura urbana.
CORTA DE LAS RAMAS ABATIDAS POR UN HURACAN los costos de mantenimiento son altos
Los parques son uno de los principales rasgos distintivos de algunas ciudades de los Estados Unidos, y pueden introducir una dimensión distinta en el programa de zonas verdes. En tamaño, estos parques van desde los de «bolsillo», de una superficie de unos pocos centenares de metros cuadrados, hasta los de una extensión de cientos de hectáreas. Por ejemplo, el Forest Park de Portland (Oregón), en el noroeste del Pacífico, tiene una superficie aproximada de 400 hectáreas, y se extiende desde el medio rural boscoso hasta el centro mismo de la ciudad. A causa de su tamaño, sus condiciones naturales y su afinidad con los montes arbolados, comporta algunas características únicas en su género. Por los senderos del parque, bordeados de grandes coníferas de hasta 30 metros de altura y 1,2 metros de diámetro, se ven con frecuencia ejemplares de la fauna silvestre como ciervos y zorros. En el extremo del parque de la zona más agreste se encuentra el Centro Forestal Mundial (el antiguo Centro Forestal de la Zona Occidental) que contiene la más extra ordinaria combinación de muestras y material didáctico sobre temas forestales de todos los Estados Unidos. El parque también tiene un gran jardín, un jardín japonés y una rosaleda. Se trata de hecho de un importante lugar para la enseñanza ambiental y un valioso recurso para la ciudad de Portland.
Otras zonas verdes famosas, como el Parque Central de Nueva York y el Parque Golden Gate de San Francisco, fueron diseñadas expresamente por arquitectos paisajísticos, y están ubicadas en el centro de esas grandes urbes. En ningún lugar se aprecian tanto los árboles y espacios abiertos como en esos mares humanos. Los residentes de esas ciudades los llaman sencillamente «el parque», y estas verdaderas islas de verdura son la mayor atracción en un día agradable. Aunque la actividad en ellos es intensa, sus administradores han podido mantener el apoyo de los ciudadanos cuando han tenido que hacer extensos trabajos, como la corta de árboles. El técnico forestal del parque de Golden Gate ha podido regenerar algunas zonas de éste con pinos de Monterrey de más de un siglo de edad, mediante la tala de un pequeño número de esos árboles. Como la tala, incluso en el bosque natural, ha sido una cuestión muy debatida por la opinión pública estadounidense durante 20 años, es sorprendente que el programa se haya podido realizar en una zona tan preciada para los residentes de la ciudad. Así pues, constituye un ejemplo para que el profesional tradicional lo estudie y emule durante muchos años.
Perfiles Muchas ciudades de los Estados Unidos se han dado cuenta en forma dolorosa del valor de sus bosques, a través del desastre causado por la grafiosis o enfermedad holandesa del olmo. Tal vez sea exagerado decir esto, pero lo cierto es que esa plaga produjo importantes efectos sobre muchos programas de silvicultura urbana. El olmo era la especie más popular de las plantadas en los bordes de las calles de todo el país, y sigue considerándose la mejor. La enfermedad se propagó como el fuego, destruyendo la mayoría de los olmos de todo el territorio en 20 años. Cuando llegaba a una ciudad, los olmos podían desaparecer en el breve lapso de tres años.
Durante la epidemia en dos ciudades del estado centro-occidental de Minnesota - Minneapolis y St. Paul -, quedó claramente demostrado el valor de la ordenación forestal en el medio urbano. Las dos urbes reciben el nombre de «las ciudades gemelas», porque están adyacentes y son similares en muchos aspectos, inclusive la conformación de las zonas de bosques que contienen. Sin embargo, difirieron en el método para hacer frente a la crisis del olmo. St. Paul tomó las cosas con calma y dedicó su tiempo y dinero a eliminar los árboles muertos. En cambio, Minneapolis adoptó una postura agresiva, iniciando un programa general para tratar de erradicar la plaga por completo.
Los resultados fueron notables. Hoy día Minneapolis recoge los frutos de ese programa; más de la mitad de los olmos que tenía siguen en pie. La ciudad desarrolló todos los elementos necesarios para un buen programa de silvicultura en el medio urbano: profesionales calificados para proporcionar información técnica, apoyo político local para sentar las bases jurídicas, proveer fondos para la ordenación forestal, y - tal vez lo más importante - el respaldo de los ciudadanos.
La población de Minneapolis recaudó dinero para el programa local de protección de los olmos en actos sociales celebrados bajo el lema de «duro con el escarabajo!» (que hacia referencia al insecto propagador de la enfermedad) y organizó equipos de barrio para recoger las ramas infectadas. También tomó la iniciativa de crear una junta consultiva estatal para los árboles de sombra, integrada por ciudadanos interesados, que desempeñó la principal función en lo concerniente a obtener fondos para continuar el programa relativo a los olmos.
Las nuevas actividades de desarrollo urbano brindan muchas oportunidades para la práctica de la silvicultura en zonas verdes, y varios organismos forestales de los estados ya han elaborado proyectos de desarrollo urbano en zonas boscosas. En Maryland, un estado de la costa central del Atlántico, se contrataron, en los primeros años del decenio de 1970, los servicios de un experto forestal para que colaborara con los departamentos locales de planificación, los promotores de los proyectos de urbanización y los constructores de tres condados con bosques, donde la venta de casas había desplazado en los últimos tiempos a la silvicultura, la agricultura y la pesca comercial como principal industria.
Como el sistema de administración local de Maryland se basa en los condados, el técnico forestal trabaja sobre todo con los oficiales de planificación de éstos y con los promotores privados que prevén ejecutar proyectos de desarrollo urbano, suministrándoles información técnica sobre las tierras forestales y los cambios que producirá el desarrollo urbano. Las oficinas y comisiones de planificación pueden utilizar los datos relativos a árboles y bosques para elaborar las normas sobre planes de subdivisión y las ordenanzas de manejo del suelo, así como en relación con los distintos lugares donde se construyen nuevos complejos de viviendas.
Los técnicos forestales no poseen mucha experiencia en lo que se refiere a coordinar las actividades en los sectores de la silvicultura, la planificación y la construcción de viviendas. Los que han trabajado en esa esfera han colaborado en los éxitos logrados y han aprendido unos de otros. En la actualidad sigue siendo reducido el número de profesionales especializados en ese sector, que exige que los técnicos aprovechen todo lo aprendido en materia de biología forestal y sus conocimientos sobre la naturaleza de los suelos, al tiempo que adquieren experiencia en la planificación y ordenación del territorio para fines residenciales y comerciales. También es necesario que el técnico forestal aprenda a actuar con los grupos mencionados más arriba, tanto en reuniones públicas como sobre el terreno, para fijar objetivos realistas y lograr que todas las comunidades cuenten con zonas verdes y árboles en buen estado.
Los grupos cívicos o de activistas han desempeñado una función importante en el desarrollo de programas forestales urbanos en todo el país. En los Angeles, la capital cinematográfica de la nación, un activista llamado Andy Lipkis ha logrado importantes resultados en ese sector. Su organización - denominada Tree People (Amigos de los árboles) - consiguió la colaboración de voluntarios para plantar árboles, y cuidarlos, en toda la zona metropolitana, con el objetivo expreso de plantar un millón de árboles antes de la Olimpiada de 1984. El Sr. Lipkis ha hecho buen uso de los recursos de su comunidad, y ha conseguido que los sectores industrial y comercial aporten trabajo, material y dinero para atender todas las necesidades de arbolado.
En los primeros años, Tree People se dedicó sobre todo a plantar árboles en las tierras incultas a lo largo de las autopistas y en las laderas. La organización consiguió que se cerrara la autopista de Los Angeles, una de las más transitadas de los Estados Unidos, para llevar a cabo una carrera pedestre a fin de promover las actividades forestales. Las ganancias se destinaron a financiar los trabajos de Tree People, y el público tomó conciencia del ambicioso objetivo que se habla fijado la organización. Esta recibió asistencia del gobierno del estado para publicar un manual sobre la plantación de árboles y otro material de promoción. Cuando aumentó su reputación le brindaron ayuda impresores y artistas, que donaron su trabajo; también obtuvo plantines a bajo precio de varios viveros. Los árboles frutales sobrantes (que son destruidos al final de la temporada de venta por no haber sido vendidos) de varios viveros importantes de la región meridional de California los plantan personas de bajos ingresos que carecen de medios para comprar árboles. Por otra parte, varias personalidades destacadas del mundo cinematográfico se han ofrecido a difundir mensajes para promover la labor de Tree People.
Además de ayudar a la ciudad a alcanzar un objetivo importante en lo que atañe a mejorar la calidad futura del medio ambiente mediante la plantación de árboles, la organización también ha logrado que los residentes de Los Angeles tomen conciencia de los beneficios que brindan los bosques urbanos. Desde la celebración de la Olimpiada, Tree People ha coordinado las actividades de transporte de árboles frutales por avión a Africa para plantarlos en esa región.
Perspectivas futuras La silvicultura en el medio urbano es una esfera que brinda enormes oportunidades, pero aún queda mucho por aprender en lo que atañe a aplicar los principios forestales en las zonas urbanas. Nuestros conocimientos sobre el crecimiento, supervivencia y adecuación de los árboles a un sitio se basan en las tierras forestales, aspecto acerca del cual se sabe muy poco por lo que toca a las ciudades. Aunque la profesión forestal no es sino una de las muchas que proporcionan la información técnica requerida para ordenar los bosques en el medio urbano, probablemente es la más importante ya que puede conjugar todas las ciencias naturales en una sola actividad ordenadora.
No hay duda de que trabajar en el medio urbano es beneficioso para los técnicos forestales. El decenio de 1980 ha sido un periodo difícil en lo que atañe a las actividades de conservación en los Estados Unidos. Los programas federales, estatales y locales han sido objeto de grandes recortes presupuestarios. La causa ha sido en parte la falta de comunicación entre la población urbana y los administradores de recursos que se enorgullecen de formar parte de una profesión de carácter tradicionalmente rural.
El objetivo de las actividades forestales en el medio urbano es mejorar las condiciones y aumentar el valor de los árboles en las ciudades y sus alrededores. Para alcanzarlo es preciso seguir mejorando los conocimientos técnicos de los especialistas del sector. En segundo lugar, la administración local debe preocuparse más de sus bosques y tener en cuenta, en sus decisiones administrativas de rutina, las necesidades en lo que atañe a los árboles.
Los expertos en silvicultura urbana están aumentando su capacidad técnica mientras sigue desarrollándose la disciplina. Son muchas las categorías de profesionales que aportan los conocimientos técnicos requeridos, y es preciso que haya más cooperación. A causa de la reducción de los programas generales de conservación, el camino del éxito es más difícil que hace algunos años.
A los organismos forestales de los Estados Unidos no les queda más remedio que aumentar la interacción con la población urbana. El carácter mismo de una sociedad democrática seguirá obligando a los técnicos forestales a salir del bosque y a aumentar su comunicación con los residentes de las ciudades y los dirigentes locales. Si no mejoran esas relaciones, los técnicos tendrán que seguir haciendo frente a una reducción del presupuesto para sus programas forestales.
Las autoridades de administración local deberán tomar más conciencia de la necesidad de realizar actividades de conservación, y de tener en cuenta los aspectos forestales al adoptar decisiones sobre la utilización de las tierras. Deberán actuar en forma más acorde con el medio natural o sufrir las costosas consecuencias. Durante el decenio de 1970, los Estados Unidos lograron importantes progresos en los programas para proteger el medio ambiente. Los esfuerzos para eliminar la contaminación resultaron costosos para los ciudadanos, la industria y los poderes públicos, y tendrán que continuar periódicamente hasta que las ciudades ajusten su teoría en materia de ordenación y desarrollo a las realidades de la naturaleza.
No todos los que se ocupan de la silvicultura en el medio urbano proceden de la misma escuela, y ni siquiera de la misma profesión. No existe una sola fórmula para la ordenación de los bosques urbanos, y algunos programas se beneficiarían con un esfuerzo más concretamente orientado. La diversidad de conocimientos representa un gran acervo de ellos acerca de valiosas técnicas que algún día conformarán un programa modelo para los futuros técnicos forestales que trabajen en las zonas urbanas. El interés y la participación de los ciudadanos están demostrando ser potentes fuerzas que tienden a aglutinar esos diversos grupos y a mejorar la calidad de los bosques de las comunidades estadounidenses.
La silvicultura urbana está adquiriendo nuevas dimensiones en lo que atañe a la colaboración con los ciudadanos y los medios de comunicación. Una de las deficiencias de la silvicultura y de las ciencias afines en el sector de la conservación la constituyen los programas que explican y dan a conocer a la población las prácticas de esas profesiones. Desde 1981 la Asociación Forestal de los Estados Unidos viene mostrando gran interés por las zonas verdes, y está desempeñando esa función informativa en relación con los residentes urbanos. La Asociación patrocina al Consejo Nacional de Bosques Urbanos, un organismo en el que participan profesionales y particulares interesados en los problemas de los árboles de las ciudades. El Consejo ha señalado diversas oportunidades concretas para promover los conceptos de la silvicultura en el medio urbano, y está actuando por conducto de sus comités para alcanzar este objetivo.
A través de las investigaciones y la experiencia práctica estamos aprendiendo que el bosque urbano produce sobre nuestras vidas mayores efectos que lo que pensábamos. Dos aspectos de interés son la salud humana y el valor que representan los árboles a este respecto. Los estudios realizados en fecha reciente por Roger Ulrich, profesor de la Universidad de Delaware, demuestran que hay una relación directa entre los árboles y la rapidez de convalescencia de los enfermos hospitalizados (Ulrich, 1984). Se comprobó que, durante su convalescencia tras una intervención quirúrgica, los enfermos desde cuya habitación se veía un paisaje agreste requerían menos medicamentos y tenían que estar menos tiempo en el hospital, al tiempo que sufrían menos depresión. Una enseñanza práctica es la de un jefe de policía que trabajó en dos de los distritos más difíciles del país, Harlem y el Bronx en la ciudad de Nueva York. Comprobó que los árboles eran uno de los instrumentos más eficaces para mejorar las relaciones entre la policía y los ciudadanos en lo concerniente a la reducción de la delincuencia. Hizo que los policías a su cargo plantaran árboles junto con los adolescentes de la comunidad, y los resultados fueron notables.
La creciente capacidad de la población para relacionar directamente la silvicultura urbana con los beneficios económicos y sociales contribuirá a que se asigne a esta actividad un presupuesto satisfactorio a nivel federal, estatal y local. Así pues, el reto a que tienen que hacer frente los técnicos forestales en este campo es lograr que la población urbana y sus representantes a nivel gubernamental aprecien debidamente el valor de los árboles. Ello exigirá la ayuda de profesionales de relaciones públicas, ya que los técnicos forestales han comprobado que no pueden desempeñar debidamente esa función. Sólo de este modo podrán los programas de zonas verdes crecer y satisfacer las necesidades de toda la población de los Estados Unidos, y proteger las inversiones hechas en su valioso patrimonio forestal. o forestal.
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