W.R. Burch y J.M. Grove
La Iniciativa en pro de los Recursos Urbanos (IRU), en la que colaboran la Escuela de Estudios Forestales y del Medio Ambiente de la Universidad de Yale y el Departamento Forestal de la Universidad del Estado de Michigan, trata de aplicar principios de silvicultura social en asentamientos urbanos de los Estados Unidos. El presente artículo examina las actividades realizadas por la IRU para vincular la revitalización urbana con la recuperación ambiental en la ciudad de Baltimore, Maryland. La principal entidad con la que ha colaborado la IRU ha sido la Dirección Forestal del Departamento de Esparcimiento y Parques de Baltimore.
William R. Burch es Profesor de Ordenación de Recursos Naturales y Director de la Iniciativa en pro de los Recursos Urbanos, Escuela de Estudios Forestales y del Medio Ambiente, Universidad de Yale, Estados Unidos.
J. Morgan Grove es Coordinador del Proyecto Baltimore/Iniciativa en pro de los Recursos Urbanos.
Baltimore cuenta, entre otros recursos naturales, con 2 630 ha de parques, 300 000 árboles, 6 500 parcelas abandonadas y 140 km de cursos de agua que desembocan directamente en la Bahía de Chesapeake. Tiene 736 000 habitantes y cuenta con 276 vecindarios. Hay además 6 880 ha de cuencas hidrográficas de propiedad municipal en el condado circundante de Baltimore, pero esta región es la que ha sufrido el mayor índice de deforestación en el nordeste de los Estados Unidos, como consecuencia de la extensión metropolitana.
Durante los últimos 20 años Baltimore ha experimentado importantes cambios demográficos y económicos. La población de la ciudad ha descendido de casi 1,2 millones de habitantes a 735 000. Desde el punto de vista económico, ha dejado de ser un puerto y un centro manufacturero importante para convertirse en una economía de servicios que obtiene importantes ingresos del turismo. Muchas de las personas que han abandonado la ciudad, en su mayor parte de clase media, se han trasladado a los condados circundantes, que durante los diez últimos años han conocido índices de desarrollo entre los más elevados de los Estados Unidos.
Iniciativa en pro de los Recursos Urbanos (IRU): Administración, organización y financiación El programa de la IRU en Baltimore es un proyecto conjunto entre la ciudad de Baltimorey la Universidad de Yale. En 1989, el alcalde Kurt Schmoke y el Decano de la Escuela de Estudios Forestales y del Medio Ambiente de Yale firmaron un memorando de entendimiento que garantizaba que, durante cinco años, trabajarían en Baltimore dos estudiantes investigadores de la Escuela Desde 1989 son 21 los estudiantes investigadores que han trabajado en la ciudad. Los investigadores trabajan bajo la dirección de la Facultad de Yale, del Director de la IRU y del Coordinador del proyecto IRU/Baltimore, y colaboran con un amplio espectro de organismos municipales, estatales y federales (principalmente el Departamento de Esparcimiento y Parques y la Dirección Forestal municipal, grupos comunitarios y empresas privadas). El programa IRU se basa en una organización local, la Fundación Parques y Población, y está dirigido por una junta formada por dirigentes de la comunidad. La financiación procede de distintas fuentes. El Departamento de Esparcimiento y Parques paga algunos salarios y aporta alojamiento, espacio y material de oficina así como vehículos de campo. La Fundación Parques y Población presta apoyo administrativo y solicita contribuciones a individuos, empresas, otras fundaciones y organismos del Gobierno. La Escuela de Estudios Forestales y del Medio Ambiente de la Universidad de Yale provee el sostén financiero necesario para la coordinación entre los investigadores, la facultad, la administración y el proyecto. |
En muchas de las comunidades del casco urbano de Baltimore la pobreza es extrema. Por ejemplo, en Sandtown-Winchester, uno de los sectores donde la IRU ha iniciado un proyecto comunitario, el 22 por ciento de los 12 000 residentes no tienen empleo y el 49 por ciento vive por debajo del umbral de pobreza.
El 80 por ciento de las casas están ocupadas en régimen de arrendamiento. La escuela secundaria de este barrio es la peor del Estado de Maryland y el 60 por ciento de los alumnos de enseñanza secundaria no terminan sus estudios (véase el recuadro «La IRU en acción»).
En el programa de actividades forestales comunitarias de Baltimore participan casi 30 grupos comunitarios y la Asociación Forestal Comunitaria, de carácter municipal, formada por un coordinador forestal por cada comunidad. Los proyectos consisten en actividades en pequeña escala que abordan necesidades locales y reportan beneficios (tanto a corto como a largo plazo) a los residentes locales. Por ejemplo, en la comunidad de Greenmount West, los proyectos proporcionan plantones de árboles destinados a las calles y productos frescos que proceden de un vivero y un huerto comunitarios. Al mismo tiempo, estas actividades contribuyen a modificar las opiniones acerca de la comunidad. La gente ha comenzado a regresar a ella y el porcentaje de propietarios de casas ha aumentado en los sectores próximos a los viveros de árboles y a los huertos.
Además de la arboricultura, el programa tiene como objetivos la formación de grupos y la acción colectiva, el desarrollo institucional y la formación de estructuras sociales y sistemas de valores sostenibles que permitan movilizar y organizar a los individuos. Los árboles o los productos no son el fin de los proyectos, sino un medio para crear y sostener los lazos sociales y la confianza de la comunidad. Por ejemplo, el proyecto IAPA («Incrementar las ambiciones produce autoestima»), proyecto de cooperación entre la IRU y el Outward Bound (programa educativo internacional al aire libre), trabaja con adolescentes locales para fomentar la capacidad laboral, organizativa y de dirección a través de actividades forestales comunitarias. Además, los participantes en el proyecto adquieren un sentimiento de autoestima, de realización y orgullo que falta en gran medida en sus vidas.
Un principio subyacente en el enfoque de la IRU es que los proyectos forestales pueden satisfacer las necesidades existentes con más eficacia si las comunidades participan plenamente en la planificación, la toma de decisiones y la ejecución de las iniciativas forestales.
La participación en los programas relacionados con las actividades forestales y los recursos naturales es un aspecto que goza de gran aceptación, que suscita fervientes declaraciones y que se defiende de forma apasionada, particularmente en las reuniones, conferencias y seminarios internacionales. Sin embargo, una vez que se abandona la sala de conferencias, se constata que la naturaleza real de la participación de la población difiere enormemente.
Cuando se empezaron a poner en práctica los planteamientos participatorios, los técnicos y los responsables de la toma de decisiones elaboraban un plan detallado con una serie de opciones y los beneficiarios participaban formulando observaciones sobre el contenido del plan. Sin embargo, eran los profesionales los que teman la capacidad de aceptar o rechazar dichas observaciones.
Muchos de los enfoques más recientes acerca de la planificación participatoria se basan en supuestos radicalmente distintos. Se hace hincapié en la participación comunitaria en todas las fases del ciclo de planificación, plantación, producción y consumo. Este planteamiento, aunque válido en teoría, a veces produce más reuniones que árboles productivos. Las publicaciones sobre el enfoque participatorio parecen desplazar a los profesionales desde una posición de poder absoluto a una función relativamente superflua (aunque uno buscaría en vano en la historia un caso en que una clase que detenta el liderazgo haya contribuido voluntariamente a su propia pérdida de poder, prestigio y riqueza).
El planteamiento de la IRU se sitúa entre ambos extremos. Prestamos atención a las ideas e intereses de los miembros de la comunidad teniendo en cuenta qué es lo que esperan obtener de un sistema de recursos naturales, qué especies o actividades prefieren, cómo piensan que deben realizarse la planificación, la gestión y el mantenimiento y, asimismo, cómo deben distribuirse los beneficios y las cargas que comporta la aplicación del programa. Sin embargo, nuestra experiencia ha puesto en evidencia que en muchas ocasiones los miembros de una comunidad prefieren que una cosa se haga antes que llevar a cabo una reunión. En efecto, frecuentemente señalan que dado que existen profesionales disponibles, hay que conseguir que apliquen sus conocimientos, aunque bajo una dirección atenta por parte de la comunidad. Nuestro enfoque de participación da atribuciones a la comunidad y a los profesionales. Consideramos al profesional como un organizador que busca el equilibrio entre las posibilidades técnicas y las limitaciones del ecosistema, y vemos las necesidades de la comunidad en el contexto de las metas sociales, de los recursos humanos y económicos, y de los deseos de la comunidad.
La IRU en acción: la comunidad de Sandtown-Winchester Desde hace seis meses, la IRU y el personal de la Dirección Forestal trabajan con dirigentes de la comunidad de Sandtown. El principal objetivo de esta iniciativa es revitalizar la zona por medio de un programa elaborado y dirigido por la comunidad para la ordenación de los espacios abiertos, calles y parques del sector. Esto exige una estrategia global que afronte las necesidades y problemas de la comunidad, especialmente la grave situación de pobreza, el escaso número de propietarios de casas, el deterioro del sistema educativo y la imagen negativa de la comunidad. Se ha centrado el esfuerzo en el fomento de programas de capacitación y dirección con vistas al mantenimiento del proyecto. Los miembros de la comunidad han subrayado también la importancia de promover el patrimonio histórico y espiritual de la comunidad. La IRU y el personal de la Dirección Forestal han cooperado con la comunidad para impulsar un plan piloto de explotación de tres huertos/viveros comunitarios, así como la plantación de árboles en las principales avenidas que atraviesan la comunidad. Los objetivos que persigue este plan son los siguientes: Económicos · realizar un programa de capacitación laboral que integre la capacitación en materia de conservación con las aptitudes empresariales y la educación básica; · crear pequeñas empresas sobre la base de huertos, invernaderos, actividades agroforestales y de reciclaje a nivel de la comunidad; · encontrar posibilidades laborales a largo plazo en profesiones relacionadas con el medio ambiente para los residentes locales; reducir el número de parcelas y casas desocupadas; · incrementar el período de residencia de los arrendatarios e idear fórmulas que permitan aumentar el número de propietarios de casas; Sociales · Crear un sentimiento de identidad y orgullo comunitarios a través de la actividad de plantación de árboles; · aumentar el número y la calidad de los espacios abiertos disponibles en la comunidad para las actividades de esparcimiento y de otro tipo; · proveer hortalizas y frutas frescas a miembros de la comunidad integrando las actividades hortícolas comunitarias en los programas de distribución de alimentos que ya se están realizando; · crear una organización comunitaria para la planificación y gestión de huertos comunitarios y de programas de cultivo de árboles; · integrar las actividades comunitarias de cultivo de árboles con programas educativos en las escuelas locales; Ambientales · eliminar el vertido de materiales y residuos tóxicos en Sandtown-Winchester; · localizar otros riesgos ambientales en la comunidad; · iniciar programas para ayudar a los residentes locales a comprender y tomar mayor conciencia de los efectos de su comportamiento en recursos regionales cono la Bahía de Chesapeake (por ejemplo, evitando verter petróleo en las alcantarillas, etc.). El plan tiene una vigencia de cinco años. La IRU colaborará con el personal de la Dirección Forestal y con miembros de la comunidad para supervisar y evaluar el programa. Cada año disminuirá la participación de la IRU a medida que los miembros de la comunidad pasen, gradualmente, a ejercer el control ríe la realización del plan. |
Otra característica importante de la metodología de la IRU es que el medio circundante forma parte del enfoque participatorio. Los factores que afectan a la calidad y cantidad de las actividades de una comunidad (el fomento del uso de la tierra, las escorrentías de las calles y el aporte de productos tóxicos) influyen directamente en la calidad de la comunidad humana. Por consiguiente, el nivel adecuado de restauración del ecosistema está en relación con el nivel esperado de revitalización de la comunidad.
Las actividades forestales comunitarias en las zonas urbanas operan en la intersección del espacio y el tiempo. Desde el punto de vista espacial nos preguntamos: ¿Dónde crecen los árboles? ¿Cómo están distribuidos? ¿Cuántos ejemplares de una especie determinada existen en un lugar concreto? ¿Cuál es la composición por edades y por clases de especies? Desde el punto de vista temporal nos preguntamos: ¿Cuáles son las tendencias sucesivas? ¿Cuál es la variación del ciclo de vida entre las clases de especies y de emplazamientos? ¿Cuáles son las tendencias en cuanto a las especies predominantes? ¿Quién plantó esos árboles? ¿A quién pertenecen? ¿Quién se beneficia u obtiene ganancias de ellos?
Agrupamos los árboles en asociaciones contiguas que coinciden con los límites de la comunidad. Nos preguntamos cómo está organizado el bosque y qué transformaciones experimenta con el paso del tiempo. Tratamos de encontrar los factores fundamentales que determinan su organización y los procesos - internos y externos - que producen la estabilidad o inestabilidad de los sistemas forestales.
Aplicamos el mismo criterio conceptual cuando se trata de las comunidades. ¿Cómo se organiza la especie humana en el espacio y en el tiempo? ¿Cómo se mantiene la estabilidad? ¿Cómo responde la comunidad a las perturbaciones internas y externas? ¿Cuál es la capacidad de adaptación de la estructura organizativa de la comunidad y de qué forma se está transformando?
Joven de la comunidad que colabora en la identificación de especies
Existe un vínculo entre los sistemas forestales y los sistemas humanos, y el ecosistema humano-forestal ha sido organizado para producir una amplia gama de beneficios y servicios según los deseos de la población humana. En la silvicultura comunitaria urbana los resultados son múltiples y es necesario equilibrarlos, por lo que la gestión debe dedicar tanto a la organización humana como a la organización forestal. Por consiguiente, las unidades de análisis son más numerosas que en la silvicultura comunitaria rural y, desde luego, más que en la silvicultura «tradicional».
Nuestros estudios de las actividades forestales comunitarias en las zonas rurales de los países tropicales nos indican que es necesario alcanzar tres objetivos para conseguir el desarrollo: la productividad sostenible; la equidad en la distribución de los beneficios y las cargas que comporta esa productividad; y un sentimiento de continuidad cultural y ecológica. Por consiguiente, un aspecto significativo de nuestra silvicultura comunitaria debe ser conseguir mejoras reales por lo que respecta a la productividad, enseñanza, liderazgo, salud, seguridad, alojamiento y empleo en el seno de la propia comunidad. Sin embargo, la fragmentación de los servicios profesionales hace que se acelere el declive de la comunidad. Para solucionar cada uno de los problemas hace falta un enfoque integrado.
Nuestro intento de integración gira en torno a cinco aspectos fundamentales, a los que se ha prestado una atención considerable en el desarrollo de las comunidades rurales en los trópicos: las diferencias en razón del sexo, los derechos de propiedad, la organización, la percepción y los cambios tecnológicos. Consideramos que todos estos elementos están interrelacionados, pero que cada uno puede ser analizado como una dificultad o una oportunidad concreta. Por tanto, son al mismo tiempo aspectos que pueden «provocar» un cambio y constituir un medio para el seguimiento de las consecuencias de determinados aspectos del programa. Por ejemplo, en una comunidad caracterizada por una baja autoestima y por la irresponsabilidad de los varones adultos, es probable que estén ausentes la responsabilidad familiar, la enseñanza en la escuela y la estabilidad y el orgullo comunitarios. Una de las respuestas podría ser aportar los medios para alterar esa tendencia. Para ello tal vez habría que modificar los derechos de propiedad para establecer jardines comunitarios en parcelas abandonadas de propiedad municipal, reorganizar las instituciones comunitarias para fomentar el liderazgo y la participación a nivel local, o restaurar un parque y dedicarlo a la memoria de un héroe local.
Medición de un árbol centenario
El Cuadro ilustra las interrelaciones entre las unidades de análisis y estos cinco aspectos para ayudar a los técnicos forestales, a los dirigentes y a los miembros de la comunidad a comprender la naturaleza de su ecología social y los cambios que es necesario realizar. El análisis que sigue ofrece ilustraciones empíricas de los conceptos en distintas actividades forestales comunitarias específicas.
Diferencias de sexo
Los aspectos relacionados con las diferencias en razón del sexo tienen una gran importancia en los proyectos forestales comunitarios de Baltimore. Por ejemplo, en la comunidad de Upton hay un gran número de familias con uno sólo de los países y un elevado nivel de desempleo. En general, los niños de la zona no tienen modelos constructivos del papel masculino. Las actividades forestales y hortícolas están a cargo de varios hombres de la comunidad y se organizan con vistas a trabajar con los niños de la zona (especialmente varones). Aparte de los beneficios directos que reporta la plantación de árboles y la horticultura, uno de los principales objetivos del programa es el de fomentar las relaciones interpersonales y ofrecer a los niños modelos positivos del papel masculino.
El sexo y la edad influyen también en la participación de la comunidad en las actividades forestales urbanas. En aquellas comunidades donde hay un grupo numeroso de padres jóvenes, el número de hombres y mujeres que participan en los proyectos forestales comunitarios es muy similar. Cuando la media de edad de la comunidad es algo mayor, las mujeres participan más que los hombres y en los casos en que una gran parte de la población está formada por jubilados, los hombres tienden a participar más que las mujeres.
Derechos de propiedad
Los derechos de propiedad ejercen una función dinámica en las actividades forestales comunitarias, ya que el acceso a la tierra y el reconocimiento oficial de los derechos locales permite a la comunidad regular sus recursos. En la comunidad de Hollins Market (llamada también Slumbusters), durante la ejecución de proyectos forestales determinados miembros de la comunidad han reclamado propiedades abandonadas de terratenientes ausentes (viveros de árboles, parques cerrados y enfardado de astillas). La asociación de vecinos considera que esos proyectos ayudan a aumentar e] control local sobre la zona y atraen posibles residentes de fuera de la comunidad (con un aumento de la inmigración). Al mismo tiempo, los residentes locales arrendatarios se sienten más inclinados a comprar una casa en el barrio (lo que disminuye la emigración) y a integrarse en la comunidad porque la consideran estable y agradable para vivir. Esta inversión en la comunidad tiene recompensas financieras y sociales, ya que el valor de su propiedad aumentará cuanto mayor sea el número de personas que decidan asentarse en la zona.
En el barrio de Greenmount West, la comunidad ha conseguido el permiso oficial para establecer viveros de árboles y huertos comunitarios en propiedades municipales. Cuando el barrio haya conseguido una cierta credibilidad y una organización sostenible de la ordenación comunitaria, la ciudad transferirá el título de propiedad a la organización comunitaria.
Un miembro de la IRU muestra técnicas de poda adecuadas
En un caso similar, la comunidad de Stoney Run ha asumido la responsabilidad de la ordenación de un parque que abarca todo un valle fluvial que existe en su territorio. El hecho de que la comunidad se encargue de la ordenación de la zona permite mantener el parque en mejores condiciones que si la responsabilidad correspondiera a la ciudad. Así, la comunidad puede realizar pequeñas reparaciones sin tener que depender de los empleados municipales. En algunos casos, el Departamento de Esparcimiento y Parques trabaja conjuntamente con la comunidad cuando hay que hacer trabajos de mayor envergadura, como retirar los árboles muertos de gran tamaño. En estos casos, el Departamento responde con prontitud a las solicitudes de la comunidad para mantener una relación de trabajo positiva que le permita reducir sus costos al mínimo.
Algunas comunidades han intentado conseguir de organizaciones no gubernamentales y empresas privadas el derecho de acceso a la tierra y de paso a través de ella. En la zona de Pigtown, los residentes locales han tenido tradicionalmente el derecho de acceder a las tierras desocupadas que existen junto a la línea de ferrocarril B&O (Baltimore & Ohio) y utilizarlas para organizar huertos comunitarios. Después de intensas negociaciones entre los representantes de la empresa ferroviaria y de las comunidades vecinas, los representantes de B&O han reconocido formalmente el derecho tradicional de las comunidades a utilizar la tierra.
Organización
La participación de la comunidad en las actividades forestales urbanas depende de su grado de organización. En algunos casos, la comunidad posee ya una asociación de vecinos bien organizada, representantes eclesiásticos o simples ciudadanos que desempeñan la labor de dirección; en otros, la Dirección Forestal traba ja con individuos seleccionados para ayudar a fomentar el liderazgo en la comunidad y organiza programas de capacitación de administradores forestales y otras actividades dirigidas al desarrollo de la comunidad. En total, 30 comunidades participan en el programa de Asociación Forestal Comunitaria de la Dirección Forestal, iniciado por ésta para todos los coordinadores forestales comunitarios de la ciudad, con objeto de aumentar su eficacia. La Asociación Forestal Comunitaria se reúne cuatro veces al año y constituye un foro para la autoayuda, que permite a los coordinadores forestales compartir experiencias e ideas para mejorar los proyectos forestales comunitarios. Al mismo tiempo, la Dirección Forestal examina con los coordinadores forestales aspectos relativos al calendario de las plantaciones, a los recursos disponibles y a las necesidades de capacitación. La Dirección Forestal ha podido iniciar estos programas comunitarios gracias al plan de acción estratégico del Departamento de Esparcimiento y Parques, que se formuló como un plan de reorganización para atender las necesidades de la población a través de programas y servicios comunitarios.
Percepción
La participación comunitaria configura la percepción que tienen el individuo y el grupo del medio en que se hallan y de sí mismos. Desde hace tres años, la IRU está realizando un programa educativo sobre trabajo, capacitación y medio ambiente dirigido a la juventud del casco urbano. Este programa ha permitido mejorar sustancialmente la imagen que los adolescentes tienen de sí mismos como individuos y reforzar su sentimiento de orgullo como miembros de una comunidad.
En un esfuerzo paralelo, la IRU colabora desde hace dos años con el programa «Outward Bound» de la Bahía de Chesapeake. Uno de los objetivos principales del programa es proporcionar experiencias a la juventud de la ciudad en el contexto de sus propias vidas y de sus comunidades. A través del esfuerzo de cooperación, se ha transformado la percepción del Outward Bound con respecto a los recursos forestales de la ciudad. Sus miembros han adquirido una mayor flexibilidad y han empezado a comprender que en la ciudad existen numerosos terrenos incultos, que hay un importante y nutrido grupo humano al que se puede ayudar y que pueden orientar sus programas para ofrecer oportunidades laborales y profesionales a la juventud de la ciudad.
También se puede producir un cambio de percepción en las organizaciones gubernamentales a las que corresponde la labor de dirección. Recientemente, el Departamento de Esparcimiento y Parques reconoció que además de facilitar servicios para las actividades de esparcimiento y de encargarse de la ordenación de los parques, le incumbía la administración de los recursos naturales de la ciudad. A fin de realizar esas tres tareas de forma eficaz y equitativa, el Departamento ha comenzado a adoptar un enfoque que tiene en cuenta las cuencas hidrográficas y el ecosistema, y está reorganizando sus distritos de ordenación sobre la base de las tres cuencas hidrográficas de la ciudad.
Este cambio de percepción - ¿a quién servimos? y ¿qué podemos ofrecer? - se ha producido también en la Dirección Forestal. La idea de que «ya no se trata sólo de árboles de la calle. Los árboles no son la solución, pero pueden ser parte de ella» en el desarrollo de la comunidad, se ha convertido en un tema omnipresente para el arboricultor municipal. Ahora para la Dirección Forestal las parcelas abandonadas, las propiedades desocupadas y las necesidades de capacitación laboral son recursos tanto para el desarrollo de la comunidad como para la reforestación. Ese cambio de percepción está reportando muchos beneficios a la Dirección Forestal, incluso el ahorro de dinero para la ciudad y para los contribuyentes. Las estimaciones iniciales del personal de la IRU indican que el ahorro podría cifrarse en 43 000 dólares EE.UU. por cada 100 árboles plantados en la ciudad en un período de diez años, en el marco del programa forestal comunitario. Dado que la ciudad planta casi 3 000 árboles cada año, esto significa un ahorro potencial de 1,29 millones de dólares por las plantaciones realizadas anualmente (Subedi, 1992).
Cambios tecnológicos
Los cambios tecnológicos tienen numerosas utilidades, como convertir los residuos en recursos productivos, aumentar la eficacia y mejorar la participación comunitaria a través de la informática. Por ejemplo, la Dirección Forestal arranca más de 1 000 árboles por año, la mayor parte de los cuales superan los 12 metros de altura.
Tradicionalmente, los troncos se trasladaban a los vertederos que tiene la Dirección Forestal en la ciudad, en Camp Small. Algunos troncos se dejaban fuera de ese recinto para que los residentes de la ciudad los pudieran cortar y utilizarlos como leña. A pesar de ello, la acumulación de troncos era cada vez mayor. Con el comienzo del programa forestal comunitario, el arboricultor municipal comprendió que podía convertir ese problema en una solución que aumentara los recursos. En efecto, las nuevas tecnologías de trituración le permiten convertir los troncos arrancados en astillas y abono orgánico vegetal, que los grupos comunitarios pueden utilizar en sus viveros de árboles, huertos comunitarios y plantaciones de árboles en las calles. Además, al disponer de estos recursos locales «gratuitos», el arboricultor municipal puede dar respuesta inmediatamente a las peticiones comunitarias sin necesidad de realizar incómodos trámites burocráticos o coordinación logística. Otros cambios tecnológicos han permitido a la Dirección Forestal ser más eficiente y mejorar la distribución de los recursos. En las zonas urbanas se pierde un buen número de árboles al resultar dañados por los cortacéspedes, a causa del descuido de los propietarios de casas, de los profesionales que tienen a su cargo el cuidado del césped o de los empleados municipales. La Dirección Forestal ha comenzado a utilizar tubos de «tubex» (protectores para árboles que se utilizan generalmente para impedir el ramoneo de los ciervos) para proteger los árboles en los parques y en las zonas de regeneración forestal. Como estos protectores son baratos y eficaces para proteger los plantones y brinzales, la Dirección Forestal puede plantar un número mayor de árboles más pequeños (lo que supone un menor costo y un mayor porcentaje de supervivencia) que cuando plantaba árboles más grandes (que son menos susceptibles de sufrir los efectos del vandalismo o del descuido).
CUADRO. Aspectos que afectan el fracaso o éxito del programa
Unidad de análisis/beneficiario |
Diferencias de sexo |
Derechos de propiedad |
Organización |
Percepción |
Cambios tecnológicos |
Individuo |
Acceso a los recursos |
Legitimidad |
Posición |
Imagen |
Función |
Hogar |
Estructura de la toma de decisiones |
Posesión |
División del trabajo |
Reputación |
Idoneidad |
Comunidad |
Estructura de la función |
Reglamento |
Autonomía |
Orgullo |
Opciones/efectos |
Organismo (publico) |
(Adaptación) modelo de respuesta |
Grupos de intereses |
Estructura de supervivencia |
Equidad |
Distribución |
Organismo (con fines de lucro) |
(Conservación) modelos de resistencia |
Elección del mercado |
Eficiencia |
Relaciones públicas |
Control |
Organismo (sin fines de lucro) |
(Cambio) modelos de innovación |
Continuidad |
Eficacia |
Flexibilidad |
Evaluación alternativa |
Nota: Los recuadros reflejan las necesidades o deseos participatorios probables en esa intersección del aspecto del sistema y de la unidad de análisis. Estos pueden considerarse como una modalidad de pregunta para la investigación y/o planificación: p. ej., ¿Qué sexo tiene acceso a qué recursos, en qué medida y durante cuánto tiempo?
Asimismo, la Dirección Forestal y la Dirección de Parques han empezado a utilizar protectores de árboles en los parques, en las zonas en las que no se utilizan las cortadoras de césped. Estas zonas son verdaderas áreas de regeneración natural que sirven para incrementar las extensiones de bosques y prados y el hábitat de la fauna y flora silvestres. El fundamento de esas zonas de regeneración natural y los métodos utilizados en ellas derivan de la labor investigadora de la IRU y de los objetivos de ordenación del Departamento de Esparcimiento y Parques para reforzar su función como administrador del medio natural de la ciudad.
Para identificar muchas de esas zonas de regeneración forestal, la IRU ha colaborado con el municipio para constituir un Servicio de Información Geográfica (SIG) que integra información biofísica y sociocultural (uso de la tierra, cubierta vegetal, ríos, límites de las cuencas hidrográficas, suelos, carreteras, tierras desocupadas, tenencia de la tierra y datos censuales). El SIG contribuye también a facilitar la participación comunitaria en el diseño, planificación, ejecución, dirección y seguimiento de los proyectos.
El Departamento de Esparcimiento y Parques ha adquirido una computadora portátil que permite demostrar y utilizar el SIG en las reuniones comunitarias, lo cual induce a los residentes locales a participar en la planificación y toma de decisiones del Departamento. Posteriormente, el personal de la IRU puede adaptar proyectos forestales a comunidades específicas pues los miembros de la comunidad evalúan el posible éxito o las limitaciones del proyecto. Si los miembros de la comunidad y el personal de la IRU llegan a la conclusión de que no disponen de información suficiente para evaluar el proyecto, elaboran conjuntamente las estrategias que permitan reunirla. En algunos casos, el personal de la IRU obtiene información adicional de organismos estatales o municipales; en otros, realiza encuestas, con la colaboración de miembros de la comunidad para conocerla con mayor profundidad. Este proceso de análisis de diferentes tipos de información y de debate de ideas mediante los mapas del SIG es un procedimiento de gran valor para que los miembros de la comunidad puedan modificar su visión de la misma, para que sea más exacta la información que utilizan ellos y el personal de la IRU y para el seguimiento y evaluación de los proyectos forestales a lo largo del tiempo (Grave y Hohmann, 1992).
Uno de los parámetros que determina el éxito de cualquier programa forestal comunitario es su capacidad de autosostenerse. En un cierto momento se interrumpirá la participación de la IRU, pero el programa forestal comunitario de Baltimore debe continuar. Para ello la IRU debe ayudar a institucionalizar el programa forestal comunitario en la Dirección Forestal, a través de cambios en los presupuestos, y capacitación, y debe determinar sus beneficios y demostrarlos a los responsables de políticas y de la toma de decisiones, así como fomentar la capacidad de dirección, organizativa y técnica en el plano local. Ya hemos iniciado este proceso.
Al mismo tiempo, la IRU ha empezado a colaborar con otras ciudades para transmitir las enseñanzas que hemos extraído y los modelos que hemos elaborado gracias al trabajo desarrollado en Baltimore. Durante los tres últimos años esto se ha realizado a través de estudios publicados en revistas y guías técnicas, presentados en reuniones y seminarios con el Servicio Forestal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y de programas forestales globales, mediante conferencias sobre la silvicultura comunitaria y urbana, a través de la capacitación y educación de estudiantes (de los Estados Unidos y de otros países) en la Escuela de Estudios Forestales y del Medio Ambiente y, asimismo, utilizando Baltimore como lugar de demostración que puede ser visitado por los técnicos forestales.
Nuestro trabajo en el programa de la IRU en Baltimore y otras ciudades nos ha enseñado que la participación comunitaria en los programas forestales urbanos obliga a los profesionales forestales a adoptar una visión más amplia con respecto a su función en la sociedad. La silvicultura comunitaria urbana es algo más que los árboles de las calles y los parques de la ciudad. Incluye también la revitalización de las ciudades y la necesidad de que nos hagamos responsables del jardín de nuestras casas.
Ciertamente, son muchas las formas en que los individuos y las comunidades registran el progreso de su desarrollo. Muy a menudo consideramos los indicadores materiales - la acumulación de riqueza, los monumentos, edificios y carreteras - como medida principal del éxito. Sin embargo, nuestro comportamiento y nuestras conversaciones cotidianas expresan el sentimiento de que esas cosas, a las que concedemos tanta importancia, son bastante triviales frente a las realmente importantes: la calidad y profundización de nuestras relaciones con otros seres humanos, la capacidad de comprendernos a nosotros mismos y a los demás, el don de la compasión o el ejercicio de la amabilidad en nuestras vidas cotidianas; una vida salvada, una idea conquistada, un cambio creativo decisivo, un hábitat salvado o restaurado.
Esto no quiere decir que el bienestar material carezca de importancia. Evidentemente, las necesidades de alojamiento y comida, un empleo productivo, la salud y el bienestar son aspectos esenciales de una sociedad civil. Sin embargo, una sociedad que actuara como si eso fuera lo único importante en la existencia colectiva no tardaría en desaparecer en medio de un consumismo y un materialismo irreflexivos. La descomposición de las sociedades cuyo único impulso era la ideología materialista es prueba inequívoca de que la dignidad, la fe, la libertad y la esperanza son móviles fundamentales de la acción humana. De hecho, son de tal importancia que consumiremos toda nuestra vida para conseguirlos.
Nuestro programa considera la silvicultura como un enfoque interdisciplinario e integrado que aporta una serie de beneficios y servicios a partir de un determinado ecosistema forestal. Un planteamiento de este tipo exige siempre la participación directa y permanente de la población humana. El esfuerzo de la IRU no es más que un pequeño paso hacia la extensión del programa forestal comunitario a las vastas tierras baldías que constituyen una gran parte de las ciudades más antiguas de los Estados Unidos. Sin embargo, como ahora sabemos, no hay que juzgar los verdes y pequeños plantones por lo que son, sino por la promesa de lo que pueden llegar a ser.
Grove, J. M., Vachta, K., McDonough, M. y Burch, W.R. The Urban Resources Initiative: community benefits from forestry. En Gobster P.H. y Dwyer J.F. eds. Urban and high recreation settings. Proceedings of the urban forestry, ethnic minorities and the environment sessions. North American Symposium on Society and Resource Management. Madison, Wisconsin. 17-22 de mayo de 1992. Servicio Forestal del USDA. General Technical Report NC-xxx. St. Paul, Minnesota, NC Forest Experiment Station (en prensa).
Grove, J.M. y Hohmann, M. 1992. Social forestry and GIS. J. Forestry, 90 (12): 1015.
Subedi, B. 1992. Key elements of urban community forestry: a participatory action research modal for urban community forestry management and extension activities. Documento de trabajo N° s del IRU. New Haven, Connecticut, Escuela de Estudios Forestales y del Medio Ambiente de la Universidad de Yale.
Turnbull, C. M. 1972. The Mountain People. Nueva York, Simon & Schuster.