Concluir en pocas líneas un panorama que abarca a millones de mujeres, hombres y niños de un continente en plena transformación es ardua tarea. Se intentará rescatar las ideas principales que surgen de este documento, remitiendo de todas maneras al/a la lector/a las conclusiones de cada capítulo.
Lo primero que interesa destacar e. que no hay nada menos real que hablar de "la mujer rural". La" vidas de las mujeres en las áreas rurales de la América Latina y el Caribe presentan una gran diversidad social, económica y cultural. Referirse a "la mujer rural" oculta esta diversidad, siendo mas adecuado hablar de n las mujeres rurales".
La vida de las mujeres rurales depende ciertamente de su condición de género pero siempre está profundamente marcada por el contexto histórico y socio-económico.
En los últimos cincuenta años, se han producido en la Región cambios muy acentuados en relación a la población rural y al sector agrícola: urbanización creciente, disminución de la Población Económicamente Activa (PEA) dedicada a labores agrícolas y de la contribución del "actor agrícola al Producto Interno Bruto (PIB) total.
La población de América Latina y el Caribe es hoy mayoritariamente urbana. Sin embargo, mientras algunos países siguen siendo muy rurales, en otros su población rural es minoritaria.
El proceso de urbanización en la Región se desarrolló en desmedro de la vida rural, privilegiando el estilo de vida urbano incluso al interior de las zonas rurales.
Durante la crisis y la llamada "década perdida" (1980-1990), el sector agrícola fue menos afectado que otros sectores. Si bien esto se relaciona con una cierta capacidad amortiguadora de la agricultura, también es importante destacar que se produjeron desarrollos cuantitativos y cualitativos notables en algunos subsectores, especialmente en las exportaciones no tradicionales.
A pesar de ello, el sector agrícola en la Región mantiene en la actualidad dos caras: una moderna y desarrollada, y otra campesina y pobre. Sus diferencias no sólo están dadas por la cantidad de recurso" que manejan, sino también por sus lógicas productivas y su inserción con la sociedad global.
En términos del desarrollo futuro, se visualizan niveles adecuados de rentabilidad en la producción de bienes agrícolas exportables, especialmente de productos tropicales y subtropicales no tradicionales, en la producción de frutas de clima templado y de hortalizas y en la extracción de recursos naturales renovables forestales y pesqueros.
No obstante estos rasgos alentadores, subsisten signos preocupantes. La pobreza está presente en el campo y en las ciudades. Los pobres non mayoritarimente urbanos, pero la población en situación de pobreza extrema, vale decir, los indigentes, viven mayoritariamente en el campo. Sumado a acto, existe una fuerte concentración de la propiedad de la tierra, lo que no ha sido resuelto por los programas de Reforma Agraria. Además, la distribución de la tierra entre quienes la poseen es muy desigual, siendo muy grande la proporción de minifundistas. También e. muy desigual la distribución del acceso a la capacitación, a las nuevas tecnologías y al crédito.
Junto con las políticas de redistribución de la tierra debieran contemplarse programas de capacitación, transferencia tecnológica y crédito, que permitan a los campesinos la obtención de adecuados niveles de rentabilidad en BU producción.
Las mujeres rurales de América Latina y el Caribe con múltiples, están en todas partes, y trabajan como madres y productoras agrícolas pero sufren, bajo modalidades específicas, un niel muy propio de la condición femenina, que suele aquejar a las mujeres en tanto mujeres, vale decir la "invisibilidad".
En efecto, la participación económica de las mujeres rurales esta subestimada en le. fuentes oficiales de información, generándose un círculo vicioso de subregistro en el que intervienen al menos los siguientes factores: Criterios de medición, instrumentos utilizados, organismos y funcionarios encargados de medir la actividad económica de los países y en muchos casos las propias mujeres.
Concordando con lo que sucede a nivel de la Población Económicamente Activa Total (PEA) de la Región, la PEA femenina dedicada a la agricultura ha disminuido durante las últimas décadas. Pero al mismo tiempo, en cierta medida, la PEA agrícola total se está faminizando pues en forma creciente, las mujeres se hacen cargo de loe predios familiares.
El rol que juegan las mujeres en la agricultura de los países varía, siendo significativo en países como Brasil, Cuba, Ecuador y Perú. Loe porcentajes de mujeres económicamente activas que se dedican a actividades agrícolas parecieran seguir la tendencia del país: son mayores en loe países donde la agricultura es más importante. Sin embargo, es difícil extraer conclusiones en base a una información que como ya se dijo es parcial.
Las mujeres rurales desempeñan múltiples roles productivos: son trabajadoras familiares no remuneradas, asalariadas temporales o permanentes en la agricultura para el consuno nacional o de exportación, comerciante. ambulantes y artesanas en el sector informal de la economía.
Estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para 1988 señalan que, en la Región, 32,5% de las mujeres son ayudantes familiares, 20,9% trabajadoras por cuenta propia y 44,5% son jornaleras. De acuerdo a esto, la actividad más importante de las mujeres cuyo trabajo es registrado es el trabajo asalariado.
La incorporación de las mujeres al trabajo asalariado está asociada con el deterioro económico de las familias campesinas. En los hogares pobres existe una dependencia creciente de lo" ingreso. que provienen de esa fuente. Es importante especialmente en las zonas que demandan en forma intensiva trabajo temporal y en las que se especializan en actividades agroindustriales. Por ejemplo, las mujeres han llegado a constituir 70% de la fuerza de trabajo en el cultivo de las flores en Colombia, 60% de las ocupaciones en la producción de fresas en México, 40% de la fuerza de trabajo del tabaco en Honduras y 52% de los trabajadores del banano en Jamaica.
Las mujeres están presentes en múltiples actividades productivas, pero sus condiciones de trabajo siguen siendo extremadamente precarias. A posar de su importante participación en el trabajo temporal, éste no constituye una vía para que ellas puedan acceder a un empleo permanente. En Chile, por ejemplo, las mujeres llegan a constituir 52% de la fuerza de trabajo temporal de la fruticultura, sin embargo, sólo alcanzan a 5% de los trabajadores frutícolas permanentes.
Asimismo, el trabajo asalariado de las mujeres en las agroindustrias se ha caracterizado por la falta de seguridad social y de otros beneficios, y discriminaciones salariales con respecto al hombre, si bien esto no es una regla general aplicable a todos los países.
Una pregunta a la cual es difícil responder es acaso la incorporación de las mujeres rurales, que se inicia por necesidad económica de la familia, se convierte luego en una necesidad personal de autonomía de las mujeres.
El comercio es otra actividad desarrollada por gran parte de mujeres rurales, y constituye un aporte significativo a los ingresos totales del hogar. Existen disparidades en la actividad comercial de hombres y mujeres: ellas realizan mayor numero de transacciones, venden especies menores -generalmente productos cuya elaboración ha sido exclusivamente resultado de su trabajotienen un radio de acción limitado y sus venta. tienen menor valor monetario.
Debido a barreras culturales y legales, que dicen relación con la "invisibilidad " y que comparten los distintos actores sociales,- los hombres y las mujeres rurales, pero también los funcionarios y entidades financiaras, - se desconoce a la mujer como productora agrícola, lo que lleva a que las mujeres rurales realicen sus laborales productivas en un contexto adverso, teniendo escaso acceso a la propiedad de la tierra y al crédito.
La cultura refuerza las barreras legales y mucha" voces se reemplaza la ley por la costumbre, a lo que se suma el gran desconocimiento de la ley por parte de campesinos y funcionarios. E" así como los programas de Reforma Agraria han definido al beneficiario como el "Jefe de hogar", lo que "e traduce en la practica en que sólo es el hombre quien se convierte en propietario de la tierra, aunque no esté expresamente especificado así.
Como la mayor parte de las mujeres del planeta, las mujeres en áreas rurales de América Latina y el Caribe desarrollan sus actividades productivas en forma paralela a las domésticas, en condiciones materiales mucho mas difíciles que en el medio urbano, con poca ayuda de su familia, asumiendo una doble y hasta triple Jornada de trabajo.
A penar de esa dura realidad, los cambios necesario" en la perspectiva de la igualdad de los géneros se ven hoy favorecidos, a diferencia de lo que ocurría en América Latina y el Caribe hace 50 años, debido a una expansión notable de la cobertura de la educación. Sin embargo, esta expansión educativa ha sido desigual, en particular entre el campo y la ciudad.
Cabe hacer notar que inclusive en los campo" de América Latina y el Caribe, a diferencia de lo que ocurría hace alguna. décadas, "e ha internalizado la noción de que también se debe educar a las mueres. Constituye un gran progreso social, el hecho de que hoy lo que determina el acceso a una mayor educación no es la condición de género tanto como la zona de residencia. Es así como la. diferencia. en los nivelen educativo. son mayores entre mujeres urbanas y rurales que entre hombres y mujeres rurales.
Una importante consecuencia de este cambio cultural en las familias es que, debido al mayor nivel educacional que alcanzan las mujeres en el sistema de educación formal, lo. proyecto. de capacitación hacia las mujeres jóvenes tienen mayor probabilidad de éxito. Debiera constituirse objetivo prioritario la formación profesional de mujeres rurales jóvenes, con vistas a mejorar "u inserción productiva y sobre todo a evitar que migren hacia las ciudades.
Cabe hacer notar que ha sido difícil poder llegar a las conclusiones recién señaladas porque la información disponible sobre el acceso al sistema de educación formal de las mujeres rurales es insuficiente, 10 que sería muy importante de mejorar en el análisis de los censos de los noventa y planificación de los siguientes.
El acceso de las mujeres rurales a la capacitación y al conocimiento y uso de nuevas tecnologías es limitado, lo que necesariamente les impide llegar a ser trabajadoras de primer nivel. Sin embargo, en la" últimas décadas hay progresos en la Región en esta materia y si bien tradicionalmente se han ofrecido a las mujeres rurales cursos con énfasis en el mejoramiento del hogar, actualmente se las está incorporando, en varios países, a proyectos productivos, en algunos casos en programas con una clara orientación de igualdad entre los géneros.
En el futuro, lo que se debe hacer está claro. Se cuenta con un acervo de experiencias de programas de capacitación dirigido. hacia las mujeres rurales realizados por las Organizaciones No Gubernamentales y las instituciones públicas. El desafío pendiente, es aprovechar las experiencias, intentando masificar iniciativas que comprendan los distintos elementos de un enfoque integral: consideración y respeto de la racionalidad de las propias mujeres rurales y del tiempo de que disponen; potenciamiento de su desarrollo personal y organizacional; y la incorporación tecnológica, haciendo que estos elementos se integren paulatinamente a su vida de trabajo cotidiana.
La familia está al centro de la vida cotidiana de las mujeres rurales. Sin embargo, difiere mucho de la de antes. En efecto, las familias de Latinoamérica y el Caribe tienen hoy menos hijos y la fecundidad ha disminuido en forma muy importante. Mientras hacia 1950 las mujeres tenían en promedio 6 hijos, en la actualidad el promedio es de 3,4 hijos. Hay menos hijos por familia, si bien los nacimientos anuales aumentaron, pasando de 7 a 12 millones en el mismo período, lo que se tradujo en un incremento importante de población en la mayoría de los países.
El proceso de descenso de la fecundidad y de la mortalidad ha sido distinto según los países de la Región, que se ubican en distintas etapas de lo que se denomina "la transición demográfica". Mientras algunos países, entre ellos Bolivia y Haití, están en una etapa "incipiente" de la misma, otros, entre ellos Argentina, Bahamas, Barbados, Chile, Cuba, Guadalupe, Jamaica, Martinica, Puerto Rico y Uruguay, se encuentran en una etapa "avanzada".
Si bien, por lo general, la transición demográfica se asocia con la urbanización, no existe una relación causal directa, pues se observa que algunos países muy rurales se ubican en una etapa de transición demográfica avanzada, y que algunos bastante urbanos están sin embargo en las primeras etapas de la transición demográfica. Esto sugiere que otros factores aparte de la urbanización, de tipo socioeconómicos y culturales inciden también en la transición demográfica.
Las disparidades en la transición se observan asimismo al interior de los países, según grupos sociales y localización geográfica. Debido a que la transición comienza en los sectores urbanos más acomodados y luego se difunde paulatinamente al resto de la sociedad, las disparidades son mayores en los países situados en las primeras etapas de la transición demográfica.
Es importante destacar que las mujeres rurales de América Latina y el Caribe siguen teniendo en promedio (sin considerar el subregistro relacionado con el aborto, que puede ser mas alto en la ciudad), mas hijos que las urbanas y algunas de ellas declaran que les hubiera gustado tener menos hijo. de los que tuvieron. Esto último podría ser un indicador de que la mayor fecundidad en las áreas rurales de algunos países podría estar asociada a la carencia de métodos de planificación familiar y educación sexual, 6 a que la idea de una familia pequeña se está extendiendo. Desde otro punto de vista, ello podría atribuirse a una reacción frente al deterioro de las condiciones de vida en el campo.
Las mujeres rurales tienen más hijos pero también la tasa de mortalidad infantil sigue siendo muy importante y mayor que en las ciudades. Los escasos recursos económicos con que cuentan las familias, las precarias condiciones sanitarias de la vivienda, el todavía bajo nivel educacional de la madre y la asistencia de patrones culturales referidos al origen y tratamiento de las enfermedades, contribuyen a afectar el proceso de salud-enfermedad de los niños. A esto se suma la mayor fecundidad en estas áreas, ya que una buena parte de los nacimientos proviene de embarazos de riesgo. Se recomienda el estudio a profundidad de modelos productivos en los que se combina alta incidencia de mano de obra familiar, mínima participación de agroquímicos y alto grado de asociación y complementariedad vegetal y animal, ante indicios de que dan lugar a familias con mejor nutrición y menor mortalidad infantil.
Según las proyecciones basadas en el comportamiento y niveles actuales de la fecundidad, la Región llegara a una fecundidad de nivel de reemplazo (2,1 hijos promedio) durante la segunda década del siglo XXI. Sin embargo, los países situados en la transición incipiente y moderada tendrían un desfase de alrededor de diez años. Frente a este panorama, la extensión de programas de planificación familiar puede ser una herramienta determinante en la reducción de los niveles de fecundidad. En caso contrario, la" tendencias actuales de la fecundidad en las áreas rurales indican que sus niveles se mantendrán sobre lo. urbanos durante varias décadas mas. Son todas razones de peso para incentivas la planificación familiar rural.
Las proyecciones para el total de los países de América latina y el Caribe indican que la mortalidad infantil se mantendrá elevada en las áreas rurales. La ampliación de la cobertura de los servicios de salud y la aplicación de programas masivos de vacunación y de rehidratación oral, junto con la reducción de la fecundidad, debieran contemplarse como algunas de las medidas tendientes a disminuirla.
A pesar de la persistencia de las disparidades demográficas entre las áreas rurales y urbanas, uno de los cambios más importantes en las zonas rurales es el observado en relación al tamaño de la familia y su estructura: en promedio, tal como ya se señaló, las mujeres rurales, en promedio, tienen menos hijos que en el pasado y en su mayoría han formado familias de tipo nuclear. En algunos países hay más hogares nucleares en el campo que en las ciudades.
Si bien las familias rurales de Latinoamérica y el Caribe son predominantemente nucleares, existe una proporción importante de familias extensas. Su existencia podría responder, más que a la expresión de una opción de vida familiar, a las estrategias de sobrevivencia de las familias campesinas pobres.
La jefatura de hogar femenina en las áreas rurales es un fenómeno que ha ido despertando un interés creciente en los estudiosos y planificadores en los últimos tiempos. Si bien la información para algunos países revela que entre 11% y 19% de los hogares rurales tienen una jefa mujer, se observa también que es un fenómeno más bien propio del medio urbano.
Existe una estrecha relación entre probeza y jefatura de hogar femenina, mediatizada por las desigualdades de la inserción productiva entre hombres y mujeres. Por este motivo, si se pretende disminuir la transmisión intergeneracional de la pobreza las mujeres jefas de hogar deben constituir un grupo prioritario para la acción, si bien no en el mismo nivel que en las ciudades.
Como se vio anteriormente, la estructura de las relaciones productivas al interior de las familias rurales se basa todavía en una división bastante rígida genérica y etaria del trabajo, donde el hombre es el que asume la toma de decisiones y la representación de la familia. Los distintos actores sociales,- incluyendo no sólo a los hombres y las mujeres y sus hijos sino a los organismos e instituciones que actúan en el campo,- han internalizado roles productivos diferenciados y jerarquizados por género, lo que debe considerarse en cualquier acción destinada a mejorar la inserción productiva de las mujeres pero también el funcionamiento familiar. La reversión de ese orden requiere que sean las propias mujeres quienes en primer lugar lo cuestionen, pero deben contemplarse acciones complementarias con loo demás actores.
Como ya se ha señalado, la mujer participa activamente en la producción familiar y contribuye con buena parte de los ingresos familiares. Sin embargo, tiene escasa participación en la administración de los predios y en la toma de decisiones en la producción. Esto, desde una perspectiva de género, es de la mayor importancia, por cuanto la igualdad no consiste en que las mujeres participen en la fuerza de trabajo, cosa que siempre han hecho de alguna manera, sino en que dispongan de autonomía y de poder.
La participación de las mujeres rurales en organizaciones sociales también es escasa, sobre todo cuando se trata de acceder al nivel directivo. En ello confluyen varios factores, interrelacionados en una suerte de círculo vicioso: escaso interés de las mujeres en participar, sobrecarga de trabajo doméstico que les deja escaso o nulo tiempo libre y patrones culturales que las relegan a su rol doméstico, que ellas tienden a reproducir en el ámbito extradoméstico.
En las últimas décadas, en varios países han surgido organizaciones de mujeres y además se han creado departamentos femeninos al interior de las federaciones o sindicatos campesinos, pero no se dispone de estadísticas que puedan indicar cuántas mujeres rurales participan en organizaciones.
Estudios cualitativos, que dan cuenta de lo que opinan las organizaciones mencionan carencias, tienden a efectuar diagnósticos similares. Señalan que el hecho de participar en ellas les ha significado cambios favorables a nivel personal, familiar y de la comunidad. Los más notables son los cambios a nivel personal, ya que la familia y la comunidad se mencionan también como obstáculos a su participación. Esto implica que en estos planos se ha avanzado, pero aún se mantienen los patrones culturales que relegan a la mujer al ámbito doméstico. La autonomía pareciera ser una aspiración muy importante de las mujeres rurales, que se refleja también en su deseo de independencia del gobierno y de los partidos políticos.
Los obstáculos no son sólo de índole externa. Las mujeres de las organizaciones mencionan falencias en la formación de nuevas líderes, lo que origina una escasa rotación a nivel de dirigencia. A esto "e agregan problemas de comunicación entre las dirigentes y las bases, y entre miembros pertenecientes a distintas comunidades.
Las mujeres que pertenecen a organizaciones plantean demandas que coinciden con lo que se señaló más arriba respecto de la inserción productiva de las mujeres rurales. Esta" "e central en la propiedad de la tierra, la asistencia técnica, la capacitación, las dificultades de transporte, los problemas de comercialización, y el acceso al crédito, es decir, en aquellos elementos que les permitan generar recursos propios y obtener mayor poder de gestión y mayor autonomía.
De todo esto, se desprende que las intervenciones destinadas al fortalecimiento de la participación de las mujeres rurales deben considerar una acción global, que incluya no solamente a las mujeres, sino también a sus familias, al resto de las organizaciones y a la comunidad en BU conjunto.
En general, en todos los países de América Latina y el Caribe existen disposiciones legales discriminatorias hacia las mujeres, que afectan tanto a las que viven en las ciudades como en el campo. Dichas discriminaciones no se plasman en la Constitución sino en el derecho civil, en el laboral y, para las mujeres rurales, también en las normas agrarias.
Las discriminaciones hacia las mujeres rurales afectan especialmente su inserción productivas, que les impide, en su mayoría, acogerse a las normas de protección que en algunos países se otorga a la mujer trabajadoras y su acceso a la tierra.
Además, las disposiciones relativas a la tenencia y administración de los bienes en el matrimonio dificulta que las mujeres tengan un capital propio, lo que las excluye de la posibilidad de acceder al crédito, limitando sus oportunidades de desempeñarse mejor como productoras agrícolas.
Estos problemas han sido considerado" por algunos países, donde se ha introducido, o se piensa introducir, modificaciones a la legislación, especialmente en lo referente al acceso a la propiedad de la tierra y al crédito.
En las áreas rurales existen no sólo discriminaciones hacia las mujeres sino gran desconocimiento de la ley, tanto en los campesinos como en los funcionarios que deben aplicarla. La costumbre constituye una normativa paralela, que refuerza la subordinación de las mujeres. Por esto, las modificaciones legales que se efectúen debieran contemplar una amplia difusión en la comunidad rural y una intensiva capacitación a los funcionarios, que incluya contenidos de género, ya que, en definitiva, son quienes tienen influencia directa en la aplicación y cumplimiento de la ley.
En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, se ha reconocido la importancia de abordar la problemática de la mujer urbana y rural, lo que se ha manifestado en la creación de organismos públicos específicos dedicados al tema. Además, algunos ministerios han formulado proyectos asistenciales y productivos dirigidos a la mujer rural. Sin embargo, aún existen dificultades para la incorporación de la temática de género en los programas macro-sociales, donde la carencia de información sobre la mujer rural y la falta de formación de los funcionarios en el tema de género juegan un importante papel.
En el ámbito de la. Organizaciones No Gubernamentales (ONG), se observa que, aunque muchas de ellas trabajan con mujeres rurales, la mayoría lo hace con mujeres urbanas, manifestándose el privilegio hacia lo urbano, tan característico de la Región. Dado que las ONG dependen en gran parte del financiamiento externo, se recomienda establecer relaciones tanto con las ONG's como con las agencias de financiamiento, con el propósito de estimular iniciativas en la dirección de contribuir al mejoramiento de las condiciones de las mujeres rurales de la Región.
Otra recomendación que parece importante es aprovechar el caudal de experiencias de las ONG, que si bien no son demasiado numerosas, son muy interesantes y bien sistematizadas permitirían deducir modelos de intervención, susceptibles de ser reproducidos por organismos públicos o privados a mayor escala.
Hoy más que nunca todo. los cambios serán letra muerta si no se parte con un respeto y cuidado del medio ambiente. América Latina y el Caribe cuenta con enormes y diversas riquezas naturales, las que coexisten con graves problemas ambientales, que asumen diversas formas en los distintos países. En las áreas rurales, estos problemas estarían dados más por las estrategias de desarrollo económico, basadas en la explotación indiscriminada de los recursos, que por la acción de la población campesina sobre los recursos naturales.
Los procesos de modernización económica han originado graves daños al medio ambiente y a la salud de las personas, asociándose factores tales como la deforestación creciente, la extensión del monocultivo, y el uso indiscriminado de pesticidas y plaguicidas en la producción agrícola. Existen numerosas referencias de que tal modelo predominante, coexiste con practicas de agricultura sustentable ejecutadas en comunidades campesinas aisladas en muchos países de la región. Sobre ese particular, se recomienda la realización de un estudio específico que tienda a identificar alternativas de producción más sustentables que hayan sido probados por comunidades de la Región, y que puedan servir de base para la generación de políticas relacionadas con la materia.
La literatura ha definido reiteradamente a la mujer campesina como un eje fundamental en la sustentabilidad ambiental, por su papel en el mantenimiento de la familia y "u contacto directo con los recursos naturales y es probable que ello sea así; no como un resultado de género, sino como resultado de un poceso milenario de enseñanza-aprendizaje, transmitido de generación en generación, fundamentalmente (al menos hasta hace pocas décadas) por vía oral.
Aún cuando la bibliografía consultada no registra muchas evidencias de acciones específica" llevadas a cabo por mujeres en defensa del medio ambiente, no puede soslayarse la labor callada, no registrada, y llevada a cabo día a día en numerosos países de la región por mujeres y hombres del medio rural, en una perspectiva apropiada a la preservación del medio ambiente; entre ellas destacan, la preservación de semillas y el cuidado de las plantas medicinales. Es necesario que las sociedades urbanas aprendan más acerca de las sociedades rurales, y las acciones de formación deben ser dirigidas a ambos géneros.
En definitiva, los problemas que hoy enfrentan las mujeres rurales en América Latina y el Caribe son de índole fundamentalmente cultural. Para abordarlos, se requiere de líneas de acción complementarias, sistemáticas y permanentes centradas en la sensibilización en la perspectiva de género, dirigida tanto a los funcionarios y organismos públicos, como a las propias mujeres y hombres rurales. Ahora bien, una sensibilización adecuada no puede separarse de acciones concretas que mejoren la producción y el ingreso económico de las familias. Las mejores intervenciones debieran pues aunar esfuerzos productivos bajo una óptica cultural de igualdad entre hombres y mujeres.