En los últimos 10 a 15 años, la política macroeconómica de los países en desarrollo ha puesto gran acento en las medidas de estabilización de precios, a menudo dándoles precedencia sobre las políticas de crecimiento en el corto y mediano plazo. Si bien los beneficios de la estabilización son innegables, y casi todo el mundo preferiría menos inflación, debe tenerse cuidado de asegurar que los instrumentos para la estabilización no perjudiquen el crecimiento, como se indicó en el debate precedente acerca de las políticas cambiarias. Cuando la inflación es muy alta, es claro que reducirla debe ser prioritario. Sin embargo, cuando es moderada, a menudo puede ser más apropiado compartir la prioridad del control de la inflación con la creación de ingresos y empleo. Este asunto ha sido puesto en perspectiva por Joseph Stiglitz[189]. Algunos de sus trabajos sobre este tema y otros relacionados, han sido resumidos por Simon Maxwell y Robin Heber Percy en los términos siguientes:
la inflación alta (más de 40 por ciento al año) es muy dañina, pero una más baja no lo es; controlar la inflación no debería ser una prioridad para muchos países en desarrollo;
hay demasiada preocupación por el control presupuestario y los déficit de cuenta corriente. Los déficit deben ser sostenibles;
la estabilidad macroeconómica es menos importante que estabilizar la producción o el desempleo, lo que a veces requiere medidas microeconómicas;
en lugar de concentrarse simplemente en la liberalización del comercio exterior, los gobiernos deben intervenir para crear sectores de exportación competitivos;
la necesidad de privatizar debe ser complementada con la provisión de infraestructura institucional, incluyendo los cuerpos de regulación; existen aspectos fundamentales acerca de la secuencia y el alcance de la privatización[190].
Muchos países, entre ellos México durante el segundo quinquenio de los años noventa, han crecido a tasas satisfactorias aún cuando la inflación superaba el 10 por ciento. En esta reciente experiencia de México, la política había logrado reducir paulatinamente la inflación mientras mantenía el estímulo al crecimiento. La clave de la política de estabilización es la reducción sostenible de los déficit fiscales, en vez de artificios tales como tipos de cambio sobrevalorados, reducciones arancelarias repentinas y esterilización monetaria de la liquidez de la economía. Toma tiempo alcanzar una reducción duradera y adecuada de la inflación, pero muchos países lo han hecho y los beneficios son el crecimiento más rápido de la producción y el empleo. Esto es especialmente cierto para el crecimiento del sector agrícola.
Puede ser el momento adecuado para cambiar nuevamente el balance de la política macroeconómica y retomar el acento anterior en el crecimiento económico, que al fin de cuentas es la manera más eficaz de reducir la pobreza rural y urbana.
[189] Los documentos
relevantes de Stiglitz son: More instruments and broader goals: moving
towards the post-Washington consensus, Annual Research Lecture, World
Institute for Development Economics, Helsinki, 1998, y Towards a new
paradigm for development strategies, policies and processes, 1998 Prebisch
Lecture at UNCTAD, Ginebra, 19 de octubre de 1998. [190] Simon Maxwell y Robin Heber Percy, New trends in development thinking and implications for agriculture, en Kostas G. Stamoulis, 2001, pág. 71. |