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Los árboles fuera de bosque. El caso de Costa Rica

David Morales y Christoph Kleinn
Centro agronómico tropical de investigación y enseñanza


Foto 48. Producción de café bajo sombra, Costa Rica. (© Harmand/Cirad)

Contexto

En Costa Rica, el ultimó levantamiento sobre utilización de suelos, realizado en 1992 por el Instituto meteorológico nacional, indica que los bosques secundarios y primarios ocupan el 54,08 por ciento del territorio, y las tierras dedicadas a la ganadería el 32,32 por ciento. La agricultura, las infraestructuras y las aguas cubren el 13,5 por ciento restante (IMN et al., 1992).

El mercado internacional de la carne ha condicionado la evolución de la cubierta forestal. Con el fin de poder responder a la demanda de productos cárnicos, las actividades ganaderas han invadido regular y progresivamente las tierras boscosas. Con la caída de este mercado durante los años 90, los espacios dedicados a la ganadería se han reducido, dando lugar a la regeneración de los bosques secundarios.

Los sistemas de árboles fuera del bosque, además de su función ecológica de captación del carbono, aseguran más de la mitad de la producción de madera. La conservación y valorización de estos recursos leñosos son esenciales. En esta perspectiva, el proyecto regional de los recursos arbóreos fuera del bosque (TROF, Tree Resources Outside the Forests) ha desarrollado una metodología de inventario y seguimiento de los árboles fuera del bosque.

Concepto

En Costa Rica, la definición de los bosques, y por consiguiente la de los árboles fuera del bosque, varía según el campo de aplicación: legal, técnico, ambiental, etc., lo que hace difícil la comparación entre diferentes estudios que tratan de la estimación de la cubierta forestal y arbórea. Además, la definición de términos, como bosque natural, bosque secundario, bosque no explotado, no se apoya en criterios explícitos.

La ley forestal, cuya aplicación depende del Ministerio de Ambiente y Energía, define el bosque como un "ecosistema original o nativo, explotado o no, regenerado naturalmente o mediante técnicas forestales, con una superficie de 2 hectáreas o más, caracterizado por la presencia de árboles adultos de edades diferentes, especies y tamaños distintos, con uno o varios pisos de vegetación, cuya cubierta es superior al 70 por ciento de la superficie y donde el número de árboles por hectárea, con un diámetro medio a la altura del pecho de 15 cm. o más, es superior a 701 " (Artículo 3 de la ley forestal 7575).

Se ha establecido una tipología para los árboles fuera del bosque (Kleinn, 1999; Morales, 1999) que distingue, por una parte, las formaciones arbóreas fuera del bosque, de origen natural, cuya superficie es inferior a 2 hectáreas, y por otra, las debidas a la intervención humana. En esta categoría, se han identificado ocho clases: los sistemas agroforestales, los árboles dispersos en pastizales, las alineaciones, los árboles asociados a cultivos permanentes, los árboles asociados a los cultivos anuales, los cortavientos, los setos vivos y los árboles de zonas construidas. En términos de importancia, los sistemas silvopastorales son netamente superiores, con una cobertura del 30,22 por ciento del territorio; seguidos por los cultivos estacionales, 2,57 por ciento; las plantaciones de cafetales, 2,11 por ciento, y de palmeras, 0,56 por ciento; los huertos de naranjos, 0,48 por ciento; y de mangos, 0,12 por ciento (IMN, 1996; Ministerio de Agricultura y Ganadería, 2000).

Evolución e importancia

La evolución de los sistemas arbóreos fuera del bosque está estrechamente ligada al proceso de privatización de tierras, que ha dado lugar a la deforestación. En el transcurso de la descolonización, sólo las tierras reconocidas como productivas podían estar dotadas de un título de propiedad, exigencia que implicaba su desmonte antes de la explotación. Esta condición ha sido avalada por gobiernos sucesivos, manteniendo las reglas de obtención de títulos de propiedad para las tierras libres de bosques. Además, con la llegada de los primeros europeos, los bosques fueron eliminados en beneficio de la ganadería para responder, en primer lugar, a la demanda alimentaria local y, más tarde, a la del mercado exterior. Los datos sobre la utilización de los suelos entre 1961 y 1995 indican que las tierras forestales han pasado de unos 3.240.000 hectáreas a 1.569.000, y las asignadas a la ganadería de 915.000 hectáreas a 2.330.000 hectáreas (FAOSTAT). En 1961, los pastizales cubrían aproximadamente el 18 por ciento del territorio, y en 1990 más del 45 por ciento.

Además de la expansión del espacio agrícola y de la ganadería, la explotación forestal ilegal, los incendios de bosques, las políticas de crédito y la urbanización se añaden a las causas de la deforestación que, entre los años 50 y 90, ascendió a 50.000 hectáreas anuales (González y Lobo, 1999). En 1967 y 1977, los estudios realizados han permitido estimar la superficie de las formaciones arbóreas y su cubierta. En 1967, los bosques ocupaban el 48 por ciento del territorio con una cubierta del 90 por ciento; en 1977, estas cifras eran respectivamente el 33 y el 81 por ciento. Igualmente, se ha observado la regresión de la cubierta de todos los recursos arbóreos (Cuadro 9).

El alcance económico, ecológico y social de los árboles fuera del bosques está poco documentado. Sin embargo, se puede observar que en 1990 el 43,43 por ciento del volumen total de la madera explotada provenía de los árboles fuera del bosque, y que en 1998 este porcentaje se elevaba al 51,18 por ciento (González y Lobo, 1999). Esta tendencia irá sin duda acentuándose a medida que los recursos forestales explotables sean cada vez más limitados. Actualmente, el 18,4 por ciento de la energía producida es proporcionada por los recursos leñosos (BCCR, 2000). En términos económicos, los árboles fuera del bosque contribuyen con el 0,38 por ciento del producto interior bruto (PIB). Las producciones de café y de bananas representan respectivamente el 26,93 y 18,49 por ciento del valor global del sector agrícola, muy por delante del sector forestal, cuya aportación se evalúa en el 8,92 por ciento (McKenzie, 2000). Durante los años 80, el sector agrícola contribuyó con el 20 por ciento del PIB, de los que el 20 al 25 por ciento se atribuían al mercado de la carne (Pérez, 1995).

Cuadro 9. Comparación de la cubierta forestal entre 1967 y 1977.

Clase

1967

1977

 

Cubierta arbórea

Densidad

Cubierta de copas

Cubierta arbórea

Densidad

Cubierta de copas

 

km2

%

%

km2

%

km2

%

%

km2

%

I

3 628

7,1

5,6

2 03,2

0,7

5 220

10,2

1,4

73,1

0,4

II

13 337

26,1

21,1

2 814,1

9,7

18 947

37,1

12,4

2 349,4

12,0

III

7 716

15,1

50,3

3 881,1

13,4

7 857

15,4

45,1

3 543,5

18,1

IV

24 528

48,1

90,3

22 148,8

76,3

16 806

32,9

81,1

13 629,7

69,6

V

1 891

3,7

0,0

0,0

0,0

2 270

4,4

0,0

0,0

0,0

Total

51 100

100,0

 

 

 

51 100

100,0

 

 

 

Fuente: Sylvander (1981, citado por Kleinn, 1999).
Clase I: zonas desprovistas de árboles o con pocos árboles, utilizadas para agricultura o ganadería
Clase II: zonas con árboles dispersos y algunas pequeñas formaciones forestales, utilizadas principalmente para agricultura o ganadería.
Clase III: zonas con grandes formaciones forestales y terrenos agrícolas o pastizales.
Clase IV: zonas cubiertas completamente o en gran parte de bosques.
Clase V: zonas de manglares, palmeras o arbustos de montaña.
Las clases I, II y III comprenden en gran parte árboles fuera del bosque.

Para mejorar la fertilidad y la protección de los suelos, se han utilizado diferentes especies de árboles fuera del bosque, entre otros en los sistemas silvopastorales (Russo, 1981; Canet, 1986). Los árboles fuera del bosque contribuyen igualmente a la conservación de la diversidad biológica: se han enumerado 79 especies en 25.000 hectáreas de pastizales (COSEFORMA, 1995). Las alineaciones, los cortavientos, los setos vivos y otras plantaciones a lo largo de los pastizales son sistemas implantados que, con el tiempo, son modificados muy frecuentemente por la naturaleza. La composición de estos sistemas depende de las condiciones ambientales, de las preferencias de los productores y, sobre todo, de la disponibilidad de semillas y plantas de vivero. Las alineaciones en corredor influyen en los movimientos del ganado y la distribución de las plantas (Burel, 1996, citado por Camero et al., 2000) y desempeñan el papel de corredores biológicos esenciales en un paisaje agrícola con ecosistemas fragmentados.

Aspectos institucionales y gestión

Además de la ley forestal, la reglamentación de los recursos naturales está garantizada por las leyes de fauna silvestre, de parques nacionales, de diversidad biológica, etc. Sin embargo, estos instrumentos son insuficientes para tratar todos los aspectos de la gestión de los árboles fuera del bosque. La legislación forestal sería la que prestaría más atención a estos problemas al codificar específicamente la explotación y la gestión de los sistemas agroforestales. Es importante mencionar que el gobierno apoya la ordenación de los recursos leñosos concediendo incentivos financieros a los propietarios de bosques y de plantaciones forestales. Sin embargo, los árboles fuera del bosque están poco afectados por estas medidas, o lo están de forma imprecisa, lo que minimiza su existencia y contribuye a su deterioro.

Durante los últimos años, han aparecido numerosas informaciones sobre los árboles fuera del bosque, especialmente en los sistemas agroforestales. El Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE) trabaja en este tema desde hace varios años. En colaboración con las universidades y el Ministerio de Agricultura y Ganadería, ha favorecido el desarrollo de la agrosilvicultura. La disponibilidad de más información sobre los árboles fuera del bosque facilitaría la existencia de una política nacional de ordenación y gestión de este recurso inestimable, todavía muy poco conocido.

Los agricultores y ganaderos saben que la conservación de los árboles fuera del bosque tiene consecuencias económicas y un impacto ecológico positivo. Ellos mejoran el paisaje al plantar árboles a lo largo de los cursos de agua e instalar setos vivos alrededor de las propiedades, cortavientos, en los huertos, etc. Hay que señalar que el nivel cultural y económico de los agricultores y ganaderos influye en el nivel de atención que se presta a los árboles fuera del bosque.

Evaluación y planificación

La mayoría de los inventarios de los árboles fuera del bosque ya realizados se han interesado por los sistemas agroforestales, limitándose a pequeñas superficies al nivel de las propiedades. Los modos de muestreo utilizados eran sistemáticos o aleatorios, y las informaciones se obtenían en parcelas circulares o rectangulares.

Algunos inventarios han sido efectuados en superficies más extensas, como el de 1981 realizado a partir de un muestreo sistemático de parcelas de un kilómetro cuadrado repartidas por todo el país, y basado en fotografías aéreas (Sylvander, 1981). En 1995, se evaluaron los bosques naturales de la región Huétar Norte y las zonas ganaderas que tienen más de seis árboles por hectáreas a partir de parcelas de sondeo en racimos que forman un red de puntos por toda la región afectada (COSEFORMA, 1995). Se han efectuado igualmente inventarios de los árboles en explotación, basados en un muestreo de propiedades (Van Leeuwen y Hofslede, 1995; Harvey y Haver, 1999). En 2000, el proyecto TROF ha realizado un inventario en 10.000 hectáreas, representativas de la región Pacífico Norte, en las que se han seleccionado de modo sistemático cinco subparcelas de 100 hectáreas habiéndose contado todos los árboles.

Los resultados de estos estudios se han quedado en el campo técnico y no han sido explotados por los órganos de decisión. Estos tienen todavía que sensibilizarse sobre las cuestiones de los árboles fuera del bosque y necesitan datos cuantitativos a escala nacional, con el fin de proceder a la planificación de los recursos arbóreos fuera del bosque.

El proyecto de inventario TROF en América Central

Desde 1998, el Ministerio de Agricultura y Ganadería ha puesto en marcha el proyecto TROF, en colaboración con el CATIE y la Universidad de Friburgo (Alemania), cuyo alcance es regional (América Central). Este proyecto tiene por objetivos, por una parte, formalizar una metodología de inventario y seguimiento de los árboles fuera del bosque y, por otra, difundir las informaciones recogidas.

Actualmente, ya está realizado el inventario. El modo de sondeo considerado como el más apropiado para los árboles fuera del bosque es un muestreo múltiple en dos grados. Para su aplicación, se recomienda seleccionar, en primer lugar, los sitios de muestreo (unidades primarias de 1 km. por 1 km.) basándose en las informaciones existentes y, a continuación, las parcelas de sondeo en el campo (unidades secundarias), proporcionalmente a la cobertura arbórea de los árboles fuera del bosque (partiendo de la hipótesis de que la variable más interesante es la presencia de árboles fuera del bosque). La situación óptima sería disponer de una estratificación previa basada en la segmentación y fusión de una imagen Landsat con una imagen IRS (protocolo a desarrollar por el proyecto TROF), lo que permitiría una estratificación de las estimaciones de densidades de los árboles fuera del bosque. Seguidamente, en cada estrato y de conformidad con las reglas relativas al tamaño del sondeo, se seleccionarían las unidades primarias, y en cada una de ellas las unidades secundarias.

Cuadro 10. Datos resumidos del inventario de árboles sobre pastizales en Cañas, Guanacaste.

Tipo de formaciones

Nº de árboles/ha

Superficie basal m2/ha

Volumen m3/ha

Número de especies

a. Bosques primarios sin intervención

235,00

25,56

191,94

46

b. Bosques secundarios avanzados

308,00

19,62

101,63

37

c. Tacotal alto

202,2

7,03

26,14

24

d. Pastizales sin delimitación arbóreae

9,25

1,34

5,02

69

e. Pastizales con delimitaciones arbóreass

7,21

0,88

3,03

40

f. Total pastizales (d + e)

16,46

2,22

8,05

74

Relación pastizales/bosque (f/a x 100)

7,00 %

8,68 %

4,19 %

 

Fuente: Proyecto TROF (2000).

En Costa Rica, se ha experimentado la metodología en los sistemas silvopastorales en razón de su importancia. El inventario se ha realizado en la zona de Cañas, Guanacaste (Pacífico seco), en una superficie de 294,33 hectáreas (Cuadro 10). Se han inventariado todos los árboles de diámetro superior a 10 cm. y de altura igual o superior a 5 m. Para los setos vivos, la altura considerada ha sido de 1,3 m.

En 2000, el proyecto TROF ha trabajado en el desarrollo de la última etapa del muestreo. Se trataba de analizar y simular diferentes modos de muestreos probabilísticos. Algunos resultados ya están disponibles y el método está pendiente de validación. La experiencia adquirida por el proyecto TROF permite deducir elementos metodológicos y operativos para realizar un inventario de árboles fuera del bosque.

Cualquiera que sea la forma de las parcelas, hay que tener en cuenta el tamaño teniendo el cuidado de seleccionar parcelas compactas. En efecto, en muchas regiones (no sólo en América Central) las propiedades son numerosas y relativamente pequeñas, lo que supone perder mucho tiempo en la obtención de las autorizaciones para efectuar las mediciones. La opción es seleccionar parcelas cuadradas, fáciles de trazar, de 50 m. por 50 m., o de 100 m. por 100 m. En estas parcelas, se medirán todos los árboles y se anotará la utilización de las tierras a partir de una malla de puntos o del punto central de la parcela.

En el caso de utilizar la teledetección, la resolución de los sensores deberá ser alta, debido a la dificultad de percepción de numerosos árboles fuera del bosque. Las fotografías aéreas, cuyo coste puede ser un inconveniente para su utilización (situación vivida por el proyecto TROF), tendrán una escala comprendida entre 1:5.000 y 1:10.000. Deberán ser recientes, puesto que los árboles fuera del bosque evolucionan rápidamente. Para el trabajo de campo, hay que recordar que el acceso a los árboles fuera del bosque puede estar limitado porque se encuentran en terrenos privados. Además, la heterogeneidad del recurso, su distribución variable y sus formas geométricas diversificadas complican el muestreo y exigen varias intensidades de sondeo y diferentes tipos de parcelas. Finalmente, dado que la definición de los bosques difiere de un país a otro, se debe recordar siempre el objetivo del estudio.

Las informaciones recogidas gracias a la metodología de inventariación ensayada en Costa Rica deberían favorecer la consideración de los árboles fuera del bosque en las políticas de ordenación y su valorización por los responsables de las decisiones y los usuarios. Estos datos, además de facilitar una interpretación regional, permitirán, por ejemplo, levantar mapas de los árboles fuera del bosque, estimar el carbono almacenado y el volumen de madera, identificar las especies y localizar los corredores biológicos.

Conclusiones

La problemática de los recursos fuera del bosque adquiere cada día más importancia, puesto que, poco a poco, muchos países sólo podrán contar con ellos para responder a las necesidades de productos leñosos y no leñosos. En Costa Rica, sería interesante que las políticas de gestión e incentivación para la conservación y la regeneración de los recursos leñosos incluyeran los árboles fuera del bosque, y que la legislación sobre la explotación de la madera hiciera referencia a ellos de manera más precisa. Es necesario concebir unas políticas de fomento de los árboles fuera del bosque, reglamentar su ordenación y establecer lazos de colaboración entre las partes interesadas en favor del futuro de los árboles fuera del bosque.

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1 Traducción libre

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