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Las montañas
italianas

G. Nicolini, F. Viola,
M. Zucca y C. Chemini

Gianni Nicolini, Michela Zucca y
Claudio Chemini están en el Centro
di Ecologia Alpina en Trento, Italia.

Franco Viola está en el Departamento
de Tierras y Sistemas Agroforestales
de la Universidad de Padua, Legnaro,
Italia.

Italia es un país de Europa meridional con un territorio que se extiende a lo largo de 1 300 km desde los glaciares alpinos hasta el mar Mediterráneo, y comprende dos de las principales islas del Mediterráneo, Sicilia y Cerdeña. Una destacada característica de la morfología italiana es que el 76,8 por ciento del territorio está cubierto por montañas altas (de más de 600 m, el 35,2 por ciento) o menores (de menos de 600 m, el 41,6 por ciento), repartidas entre dos sistemas principales, los Alpes al norte y la cordillera de los Apeninos que corre a lo largo de la península durante 1 200 km. Alrededor del 28 por ciento de todo el territorio de los Alpes se encuentra en Italia septentrional, incluida la montaña más alta de Europa (el monte Blanco, 4 807 m). Sicilia tiene el mayor volcán activo de Europa (monte Etna, 3 323 m).

Los distritos clasificados «de montaña» constituyen el 54 por ciento del territorio nacional y tienen una población residente de más de 10 millones de personas, es decir el 18,5 por ciento de la población total de Italia (ISTAT, 1999).

Emigración

La insuficiencia de los ingresos, los limitados servicios disponibles y una especie de complejo de inferioridad frente al país llano y a las ciudades hacen que muchas personas abandonen las montañas. Aunque no pueda haber una medida objetiva de la dureza de la vida en la montaña, lo importante es lo que la gente percibe. Los términos de comparación son las imágenes de la sociedad urbana propuestas incesantemente por todos los medios de comunicación. Los exponentes de una cultura local, por muy conscientes que sean de sus raíces y su patrimonio cultural y por mucho apego que tengan a sus formas de conducta, no pueden resistir indefinidamente las presiones del exterior (Dolcetta, 1991).

La emigración de las mujeres que no aceptan una situación en la que tradicionalmente se les asignaban las tareas más onerosas y desagradecidas (como cuidar de los ancianos y del ganado) ha alcanzado graves proporciones. En los últimos años, sin embargo, al menos en algunas zonas, la situación ha empezado a cambiar, en parte porque muchos de los sueños prometidos por la vida urbana se han roto. La gente se está percatando de la degradación del medio ambiente y de su separación de la naturaleza. Mujeres y jóvenes exigen una mejor calidad de vida, menos aislamiento y la creación de nuevas formas de convivencia como condiciones para permanecer en las montañas (Zucca, 2001).

Un grave problema relacionado con la emigración es la progresiva falta de supervisión, control y protección de las montañas, tareas que tradicionalmente asumían las comunidades locales. Por esta razón las montañas están ahora expuestas a una mayor inestabilidad hidrogeológica, lo que a su vez es causa de la vulnerabilidad de valles y tierras llanas, en donde se concentran la mayor parte de los hogares, las infraestructuras y las industrias. No es casualidad, por lo tanto, que las tierras de montaña hayan sido las más necesitadas del establecimiento de zonas protegidas y aquellas en las cuales más han notado sus efectos, en los planos nacional y regional.

Cambios en la biodiversidad de las montañas italianas

Los bosques de montaña de Italia acogen a multitud de especies animales, entre ellas algunas de las especies mayores y más emblemáticas de mamíferos y aves de Europa: oso pardo, lobo, lince, ciervo rojo, corzo, gamuza, jabalí y urogallo. La fauna de las montañas italianas se caracteriza por sus numerosas especies endémicas. Un ejemplo significativo son los escarabajos de tierra de los Alpes occidentales, el 30 por ciento de cuyas especies son endémicas (Vigna Taglianti, Audisio y De Felici, 1998).

Los Alpes, que se extienden por seis países, acogen a unas 4 500 especies vegetales, más de la tercera parte de la flora registrada en Europa a occidente de los Urales. Casi 400 plantas son endémicas de los Alpes (Theurillat, 1995), y crecen sobre todo en los Alpes meridionales. En cuanto a los animales, la fauna de los Alpes podría llegar a 30 000 especies.

Entre los factores medioambientales y sociales que han afectado a la biodiversidad de las montañas italianas están, a escala local, la urbanización, el desarrollo del turismo local, la agricultura y la intensificación del pastoreo, la emigración, la fragmentación del hábitat, la introducción o la persecución de especies, el uso del agua y su contaminación; y a escala mundial, el cambio climático, la contaminación del aire, la mayor concentración de CO2 y la acumulación de nitrógeno, y también procesos económicos, sociales y culturales exteriores a los Alpes y los Apeninos (mercados, flujos del turismo, tráfico, etc.). Estas fuerzas exteriores son especialmente dañinas por la dificultad de movilizar una respuesta local (Chapin y Körner, 1994).

Los parques nacionales en Italia desempeñan un papel importante en la protección de la naturaleza, especialmente las especies raras y amenazadas como el íbice o cabra montés

- G. NICOLINI

Estado de los bosques de montaña

Los bosques italianos están situados principalmente en zonas más o menos montañosas; el 65 por ciento se encuentra por encima de los 500 m. Los bosques de los Alpes son en su mayoría bosques altos en los que predominan el abeto rojo, el alerce y el abeto plateado. Hay también bosquecillos con predominio de carpe negro (Ostrya carpinifolia); bosques bajos y altos dominados por hayas; bosques altos dominados por pinos silvestres; y rodales de pino negro y castaño. Durante algún tiempo estos bosques han sido objeto de una gestión forestal planificada. Los bosques de los Apeninos son variados, con rodales y espesuras de roble de hoja perenne y otras esclerófilas perennifolias, pinos mediterráneos, encinas (sobre todo encina pubescente), roble turco y a veces castaño, así como bosques mesófilos dominados por hayas y ocasionalmente abetos plateados y carpes (Carpinus betulus).

La mayoría de los bosques son de propiedad privada (66 por ciento, frente al 25 por ciento que pertenece a municipios y provincias, el 7 por ciento de propiedad estatal y regional y el 2 por ciento de otros titulares). La propiedad forestal se caracteriza hoy en Italia por una constante fragmentación, típica de toda la zona de montaña, que obstaculiza la gestión sistemática y el establecimiento de unidades de producción económicamente rentables (Colletti y Venzi, 1999). La concentración en unidades económicas viables es difícil en las zonas de montaña, en las que está muy arraigado el ideal de propiedad (Bonsembiante, 1991). También dificultan la gestión forestal los elevados costos de la silvicultura, la despoblación lenta y continua y los cambios socioeconómicos que afectan a las montañas en general.

Actualmente hay notables aumentos de la superficie forestal en las montañas (como en toda Italia) [por ejemplo, +13 por ciento en Trentino, en los Alpes (Servicio Forestal de la Provincia Autónoma de Trento, 2000)], con una gran pérdida de la superficie de pastos y agricultura de montaña y un aumento de la biomasa por hectárea (+25 por ciento en Trentino), por la reducción de las ventas de madera. En la actualidad, se extrae de los bosques italianos alrededor de 1 m3 por hectárea cada año. Durante los últimos 30 años la importancia de la producción de madera ha decaído constantemente, situándose en torno a 10 millones de metros cúbicos en 1998, mientras que la importación de madera ha pasado de 12 millones de metros cúbicos en 1961 a 20 millones en 1998 (Colletti y Venzi, 1999). Desde 1980 hasta hoy el precio de venta de la madera extraída de los bosques se ha reducido en más de la mitad. El coeficiente general de densidad arbórea (bosques más vegetación en desarrollo) ha pasado del 27 al 32 por ciento en los últimos cinco años, y es más alto que el del conjunto de la Unión Europea (Giordano, 2000). El crecimiento de los bosques en el paisaje de montaña es reflejo de una serie de cambios socioeconómicos típicos de este territorio y que se remontan al éxodo local.

Agricultura de montaña

La actividad ganadera, el pastoreo y la agricultura en las montañas han decaído notablemente aun cuando en ciertas zonas hayan seguido siendo la base principal de la economía rural local. En los Alpes, sólo poco más del 4 por ciento de la población local se dedica ahora a la agricultura. La estructura de la vegetación forestal en las montañas puede reflejar la prolongada presencia de ganado doméstico (vacas, ovejas, cabras); este uso ha declinado también enormemente en los últimos decenios (Motta, 1997). Las especies domesticadas han sufrido también un agotamiento de la diversidad genética, con la extinción de muchas razas. En los últimos decenios, la gestión efectiva de la fauna silvestre y un descenso de la caza furtiva han hecho que aumente la densidad y variedad de ungulados; en algunas zonas, la densidad de ungulados silvestres es actualmente una amenaza para la regeneración de los bosques, especialmente los de altitudes elevadas (Scrinzi, Floris y Pignatti, 1997).

Iniciativas de desarrollo sostenible para las zonas de montaña

Italia, como otros países europeos, ha orientado su política de montaña según los principios del desarrollo sostenible, tomando como referencia los acuerdos internacionales derivados de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) (los acuerdos de Helsinki, Lisboa, Kyoto, etc.) y la Convención sobre la Protección de los Alpes. Italia promulgó la Ley de la Montaña en 1994, aplicada a nivel local mediante proyectos de la Unión Europea e instrumentos regionales como pactos territoriales y otras disposiciones locales.

Se realizan investigaciones en hidráulica, geología, economía y ecología para controlar los procesos de degradación en las regiones de montaña. Recientemente se ha hecho un gran esfuerzo para vincular los institutos de investigación con zonas locales y con universidades, como en el caso del Centro de Ecología Alpina de Trento. Otros institutos, como el Instituto Nacional de Investigación sobre Montañas, desempeñan un papel coordinador de las investigaciones de montaña a nivel nacional.

El Comité Italiano del Año Internacional de las Montañas 2002 es consciente de que se requiere la confluencia de muchos esfuerzos para alcanzar un desarrollo sostenible que valore el patrimonio ecológico, social, económico y cultural de las montañas. Se han proyectado numerosos encuentros. Una reunión sobre el estado general de las montañas, organizada por el Comité Italiano y la Unión Nacional de Municipios, Comunas e Instituciones de Montaña, que tuvo lugar en Turín en septiembre de 2001, estaba concebida para las autoridades con poder decisorio tanto a nivel medio como local, regional y nacional. La conferencia transcontinental Cumbre 2002 que se celebrará en Turín del 6 al 10 de mayo de 2002 permitirá un diálogo sobre cuestiones de montaña entre los cinco continentes mediante la moderna tecnología de multimedios. La «Celebración de Mujeres de Montaña» dará a conocer mejor las realidades en que viven las mujeres en las montañas. Intervenciones más específicas apuntan revalorizar y explotar las montañas del Mediterráneo o brindar solidaridad a los pueblos de las zonas montañosas más necesitadas del mundo («SOS Montagne»). La gran petición «Firma per le Montagne" («Firma por las Montañas») y la «Carrera de Esquí de los Alpes», competición de equipos (combinando carrera pedestre, bicicleta de montaña y esquí de montaña) a través de los Alpes desde Courmayeur hasta Cortina, completan la lista de los principales eventos que pretenden poner a las montañas en el centro de una Italia en proceso de cambio.

Bibliografía


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