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Energía de la biomasa, contaminación atmosférica interior y salud

A. Koopmans

Auke Koopmans fue asesor técnico principal del Programa regional de la FAO para el desarrollo de la dendroenergía en Asia y es consultor independiente en Chiangmai, Tailandia.

Los hogares que utilizan energía de la biomasa necesitan estufas y fogones eficientes para reducir el humo, las partículas y los gases peligrosos para la salud de mujeres y niños.

La biomasa (leña, carbón vegetal, residuos agrícolas, estiércol, etc.) es muy utilizada como fuente de energía en los países en desarrollo. Según estimaciones aproximadas, un tercio de la población mundial, es decir unos 2 000 millones de personas, utilizan esas fuentes de energía (UNDP/UNDESA/WEC, 2000). La energía de la biomasa se utiliza sobre todo para cocinar con estufas tradicionales o mejoradas (aunque también en fuegos abiertos). No obstante, las estufas de leña pueden utilizarse al mismo tiempo para calefacción, como lámparas, para repeler insectos, para proteger techos de paja, para secar cosechas y pescados, etc. La estufa de leña sencilla es parte integrante del hogar, lo que rara vez puede decirse de las estufas modernas. Esta es tal vez una de las razones de que sea difícil introducir mejores estufas o modificar las prácticas de cocina.

De todos modos se necesitan perfeccionamientos, ya que en los últimos veinte años se ha podido comprobar que las estufas tradicionales multifuncionales de leña u otros combustibles de la biomasa no son muy eficientes y emiten a menudo cantidades considerables de humo, hollín, partículas y muchos tipos de gases nocivos, que pueden ser peligrosos en cuanto productos de combustión incompleta. Quienes trabajan en la cocina –normalmente las mujeres– y los niños pequeños están expuestos a altos niveles de contaminación atmosférica de puertas adentro.

Estudios realizados en países en desarrollo revelan que las concentraciones de partículas procedentes de estufas tradicionales son a menudo diez o más veces superiores a las normas establecidas por la Agencia estadounidense de protección ambiental (Albalak et al., 1999). Estos altos niveles de contaminación se han relacionado siempre con infecciones respiratorias agudas, la mayor causa única de morbilidad y mortalidad en el mundo (Smith et al., 2000). Está comprobada la relación entre el uso de combustibles de la biomasa y las enfermedades pulmonares crónicas, la tuberculosis, las cataratas y los abortos involuntarios (Albalak, Frisancho y Keeler, 1999; Perez-Padilla et al., 1996; Mishra, Retherford y Smith, 1999; Mohan et al., 1989; Mavlankar, Trivedi y Gray, 1991). La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calculado que hasta 2 millones de personas en los países en desarrollo, la mayoría menores de 5 años, mueren prematuramente cada año por respirar productos de la combustión de materias sólidas en el hogar (Albalak et al., 2001). Sólo los problemas del agua y el saneamiento causan más enfermedades que la contaminación atmosférica interior (véase la figura).

Además de ser peligrosos para la vida humana, los productos de combustión incompleta hacen función de gases de invernadero: su reducción no sólo será beneficiosa para la salud, sino que contribuirá a reducir el efecto invernadero.

Una de las medidas más fáciles para reducir la contaminación del aire interior, muy utilizada en algunos países asiáticos, es la instalación de una chimenea, eventualmente con su campana, sobre la estufa o el fogón. Se reducirá así la contaminación del aire en la vivienda, pero no la contaminación atmosférica en general, ni se reducirán los gases de invernadero. Los inconvenientes son el costo, las posibilidades de filtración de agua en el punto en que la chimenea atraviesa el techo y el peligro de incendio si el techo está hecho con ramas o paja, por lo que no siempre se utiliza este sistema.

Otra opción es usar combustibles o fuentes comerciales de energía menos contaminantes (gas licuado, queroseno, electricidad, etc.). No obstante, el precio de las estufas adecuadas y de la energía misma suele considerarse como un obstáculo para la adopción y el uso generalizado de estas otras fuentes de energía por gran parte de la población de los países en desarrollo.

Una tercera opción es mejorar las estufas utilizadas. Inicialmente el impulso de este proceso era sólo tecnológico, y las estufas mejoradas no eran muy populares (UNDP/UNDESA/WEC, 2000). No basta que las estufas sean tecnológicamente eficientes, sino que han de ser fáciles de usar, baratas y duraderas, si es posible multifuncionales, y utilizables con diversos combustibles. En una síntesis, los aspectos no técnicos son tan importantes o más que los técnicos.

Peso social de las enfermedades causadas por los principales riesgos medioambientales (porcentaje de los AVAD totales en el país o la región)

DEPARTAMENTO DE MONTES DE LA FAO/CFU000279/R. FAIDUTTI


Las cocinas mejoradas permiten una combustión más completa y reducen, por tanto, la contaminación del aire en el hogar, pero deben ser fáciles de usar, baratas y duraderas: una cocina de leña tradicional, Senegal (arriba);
y una cocina metálica de leña mejorada, Senegal (abajo)

DEPARTAMENTO DE MONTES DE LA FAO/CFU000193/R. FAIDUTTI

Bibliografía

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Albalak, R., Frisancho, A.R. y Keeler, G.J. 1999. Domestic biomass fuel combustion and chronic bronchitis in two rural Bolivian villages. Thorax, 54(11): 1104-1108.

Albalak, R., Keeler, G.J., Frisancho, A.R. y Haber, M.J. 1999. Assessment of PM10 concentrations from domestic biomass fuel combustion in two rural Bolivian Highland villages. Environmental Science and Technology, 33: 2505-2509.

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Perez-Padilla, J.R., Regalado, J., Vedal, S., Pare, P., Chapela, R. y Selman, M. 1996. Exposure to biomass smoke and chronic airway disease in Mexican women. American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, 154: 701-706.

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