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11. PESQUERÍAS EN PEQUEÑA ESCALA


El problema de la pesca en pequeña escala se ha mencionado en muchos lugares del presente documento. En esta sección se examinan brevemente las cuestiones más importante relacionadas con la capacidad en dichas pesquerías. La FAO está preparando un conjunto de orientaciones técnicas que se ocupan expresamente del problema de la ordenación de las pesquerías en pequeña escala.

Un primer punto es que la sobrecapacidad repercute en las pesquerías artesanales tanto como en las demás. No obstante, su carácter puede ser algo diferente, debido a la fuerte concentración de mano de obra. Por ejemplo, la capacidad podría adoptar la forma de uso latente, en el sentido de que los pescadores pueden hacer otras cosas (por ejemplo, dedicarse a la agricultura) y pasar rápidamente a la pesca si las condiciones económicas lo exigen.

De todas formas, en algunas circunstancias la mano de obra puede ser tan poco maleable como el capital, en el sentido de que para las personas puede ser relativamente fácil comenzar a pescar pero difícil abandonar esa actividad.

Los temas generales relacionados con la capacidad de las pesquerías en pequeña escala son los mismos examinados hasta ahora. La capacidad se limitará sólo si hay un control directo o indirecto sobre el ingreso en la pesquería correspondiente. Existen algunos instrumentos para controlar la capacidad, pero es probable que la posibilidad de aplicación sea muy diferente, aunque esto deberá juzgarse caso por caso. Parece probable que muchas pesquerías en pequeña escala sean más fáciles de controlar utilizando medidas de ordenación de carácter especial, como los derechos de utilización territorial en la pesca, en vez de medidas cuantitativas, como los CI o incluso las licencias. En algunos casos, es posible que el planteamiento más eficaz sea reforzar los sistemas tradicionales de ordenación pesquera, quizá dándoles carácter oficial en forma de mecanismos comunitarios de ordenación. La organización comunitaria de los pescadores artesanales puede permitir también limitar las capturas de la pesca artesanal en forma global, siendo cada comunidad la que decida cómo se deben extraer las capturas.

Los ejemplos de Nueva Zelandia y Madagascar antes examinados ponen de manifiesto que en un sistema de ordenación deben incluirse todos los componentes de una pesquería, independientemente de lo difícil que pueda resultar en el caso de las pesquerías en pequeña escala (comerciales o deportivas). De lo contrario, los beneficios económicos obtenidos mediante el control de la capacidad por las partes reguladas de la flota, pueden correr peligro si aumenta la capacidad en las partes no reguladas. Muchas veces son las pesquerías en pequeña escala las que constituyen esa parte no regulada, y el resultado es que en algunos países su política de ordenación pesquera, en general acertada, se ve frustrada por la expansión de la pesca en pequeña escala. Además, están comprobando que la expansión puede producirse muy rápidamente y puede ser muy difícil de ordenar una vez que comienza.

La resolución de este problema no significa necesariamente que haya que reducir la contribución de un sector en beneficio de otro. Desde el primer momento deberá tenerse en cuenta la importancia de integrar los diversos componentes de una pesquería en el sistema de ordenación común. El caso de la pesquería del camarón de Madagascar es instructivo en este sentido. Cuando se realizaron análisis de la pesquería en los últimos años ochenta, se llegó a la conclusión de que no era mucho lo que había que hacer en el sector en pequeña escala, considerado marginal, basado en el uso de artes tradicionales y con pocas perspectivas de expansión. Retrospectivamente, resulta claro que este razonamiento pasaba por alto la posibilidad de que los pescadores pudieran encontrar nuevos incentivos para desarrollar técnicas pesqueras nuevas y más productivas, como la vinculación con el mercado de exportación. En consecuencia, la pesquería en pequeña escala se ha ampliado hasta el punto de representar una amenaza para el sistema de ordenación de la capacidad, que por lo demás ha demostrado ser eficaz. La enseñanza general que se deduce de ello es que, cuando existen incentivos económicos, los pescadores encuentran la manera de ampliar su capacidad.

Es imprescindible, desde las primeras fases de la formulación de planes de ordenación pesquera, tener en cuenta los intereses y problemas del sector artesanal. Requieren atención dos grandes temas generales. En primer lugar, es preciso compaginar los intereses de la pesca artesanal e industrial, sobre todo si están mutuamente relacionadas. En segundo lugar, sobre todo en el caso de los países en desarrollo, es preciso evitar las condiciones de acceso libre y gratuito que invariablemente dan lugar al empobrecimiento de los pescadores artesanales, cuando tienen muy pocas alternativas de empleo.

En la sección sobre la investigación se sugería la búsqueda de nuevos instrumentos de ordenación. Ello tiene especial valor en el caso de las pesquerías en pequeña escala, cuyo número actual de instrumentos de ordenación es muy limitado. La investigación comparativa sobre las maneras en que se han utilizado con éxito los diferentes instrumentos en los distintos contextos sería muy útil y permitiría identificar algunas "prácticas óptimas". Se necesita un gran esfuerzo de experiencias de coordinación conjunta o de ordenación comunitaria en las pesquerías tropicales. Podrían realizarse también experimentos para investigar la posibilidad de aplicar los métodos actuales a la pesca artesanal. Por ejemplo, el uso de la tecnología de la información puede permitir utilizar sistemas de contingentes individuales en algunos casos. Puede ocurrir también que la mejor manera de conseguir el control de la pesca en pequeña escala sea en la fase de elaboración y comercialización, más que en la de capturas.

En muchos países, un primer paso sería reforzar la organización de los pescadores artesanales, formular luego posibles planes de ordenación en estrecha cooperación con estas organizaciones y llegar a acuerdos para su aplicación experimental. Los países en desarrollo donde predominan las pesquerías artesanales normalmente se encuentran con una sobrecapacidad cada vez mayor y, al mismo tiempo, con una gran falta de medios financieros y técnicos para resolver el problema. En estos países, podría ser útil la asistencia de los donantes.


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