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Cambios en las pautas del comercio de productos agrícolas

Evolución del comercio de productos agrícolas primarios y elaborados

Durante los 20 últimos años, el valor del comercio mundial de productos agrícolas elaborados creció más rápidamente que el de productos agrícolas primarios. Las exportaciones de productos agrícolas elaborados crecieron un 6 por ciento al año durante el período 1981-2001, frente al 3,3 por ciento en el caso de los productos primarios. En consecuencia, la parte de los productos elaborados en el total del comercio agrícola subió del 60 por ciento en 1981-1990 al 66 por ciento en 1991-2000. Las tasas de crecimiento han sido excepcionalmente elevadas (por encima del promedio del 6 por ciento) en las formas elaboradas de los cereales, frutas, hortalizas, legumbres, bebidas tropicales y aves de corral.

Varios factores han contribuido a reducir la parte de los productos agrícolas primarios en el comercio agrícola. En lo que respecta a la demanda, la subida de los ingresos mundiales y el cambio de los estilos de vida han animado a los consumidores a gastar una parte creciente de sus ingresos en artículos manufacturados y elaborados.
En cuanto a la oferta, las constantes mejoras en las tecnologías de envasado y elaboración así como la reducción de los costos de transporte y de los obstáculos al comercio han facilitado cada vez más el comercio de productos elaborados. Los altos costos asociados con la elaboración, envasado, publicidad, comercialización y distribución significan que la parte de los productos primarios en el valor (precio) del producto elaborado final ha disminuido de forma inevitable. El uso de materias primas agrícolas en otros sectores de la economía ha disminuido también debido al desarrollo de alternativas sintéticas.

Aunque algunos países en desarrollo incrementaron su parte en las exportaciones mundiales de productos agrícolas elaborados, fueron los países desarrollados los que más se beneficiaron del rápido crecimiento del comercio en este sector. Muchos países en desarrollo, en particular los PMA, dependen todavía fuertemente de las exportaciones de productos agrícolas primarios. La parte de los países en desarrollo en las exportaciones mundiales de productos agrícolas elaborados bajó del 27 por ciento en 1981-1990 al 25 por ciento en 1991-2000. En lo que respecta al grupo de los PMA, su parte en las exportaciones de productos agrícolas elaborados bajó desde un insignificante 0,7 por ciento al 0,3 por ciento durante el mismo período.

Los países en desarrollo pierden terreno

La contracción de la parte de los países en desarrollo en las exportaciones de productos elaborados ha sido particularmente evidente en el caso de productos como el cacao y el café. La parte de los 10 países mayores productores de cacao en las exportaciones mundiales ha disminuido a medida que se ha intensificado la elaboración. Mientras que la parte de las exportaciones de chocolate en el comercio total de cacao subió del 22 por ciento en 1975-80 al 58 por ciento en 1998-2002, la parte de estos países en las exportaciones de chocolate bajó del 2,4 al 2 por ciento durante el mismo período.

De la misma manera, la parte de los 10 países en desarrollo con mayor producción de café verde se mantuvo sin cambios –en torno al 67 por ciento– entre 1975-80 y 1998-2002, pero su parte en el total de café tostado bajó del 8,5 al 1,8 por ciento durante el mismo período.

Los obstáculos al acceso e ingreso en los mercados de los países importadores han limitado la capacidad de los países en desarrollo de ampliar las exportaciones de sus productos elaborados. En particular, la progresividad arancelaria constituye un importante obstáculo al acceso a los mercados para la mayor parte de las exportaciones agrícolas elaboradas de los países en desarrollo.

Varios estudios han revelado que las cadenas de productos agrícolas, en particular las de cultivos de alto valor y productos elaborados, están cada vez más dominadas por un reducido número de empresas transnacionales y compañías de distribución con significativo poder de mercado.

Los obstáculos internos al suministro limitan la capacidad de muchos países en desarrollo, en particular los PMA, de aprovechar las oportunidades para el comercio de productos agrícolas elaborados. Entre esos obstáculos cabe señalar los siguientes: tecnología anticuada; deficiente infraestructura de transporte, almacenamiento y comercialización; marcos jurídicos y normativos inadecuados, y políticas comerciales y económicas que discriminan a la agricultura y la exportación.

 

Comercio de productos básicos e integración regional de los países en desarrollo

Comprensiblemente, se ha prestado mucha atención a los aranceles y otros obstáculos al comercio que limitan las exportaciones de productos básicos de los países en desarrollo con destino a los países desarrollados. Pero varios estudios han señalado que, a la larga, los países en desarrollo podrían conseguir grandes beneficios si se redujeran también los obstáculos al comercio agrícola entre ellos mismos.

Desde mediados del decenio de 1980, el comercio agrícola entre países en desarrollo ha crecido con rapidez, con un ritmo anual del 8,8 por ciento, superior al aumento del 4,2 por ciento de los envíos a países desarrollados. La parte de las exportaciones agrícolas entre países en desarrollo ha aumentado más de un tercio, pasando del 31 al 44 por ciento.

Gran parte de este crecimiento del comercio tuvo lugar entre países vecinos de regiones en desarrollo. América Latina fue la que registró un crecimiento más rápido del comercio intrarregional, que aumentó más del 90 por ciento en la proporción de exportaciones enviadas a otros países de la región.

Acuerdos comerciales regionales

La proliferación de acuerdos comerciales regionales (ACR) ha contribuido a reducir los obstáculos comerciales y a estimular el comercio entre países en desarrollo. En muchas regiones en desarrollo, los ACR se consideran como un vehículo útil para promover y diversificar el comercio. Así ocurre especialmente con los acuerdos que han reducido los aranceles y otros obstáculos al comercio agrícola dentro de sus regiones. En un estudio reciente de la FAO se llegaba a la conclusión de que los acuerdos comerciales regionales habían sido el principal factor del rápido crecimiento del comercio agrícola dentro de América Latina.

En cambio, algunos de los ACR entre países en desarrollo más pobres no han conseguido un crecimiento significativo de ese comercio. Muchos han tropezado con grandes obstáculos estructurales y normativos, como la insuficiencia de medios de transporte y comunicación y problemas de información sobre los mercados y oportunidades de inversión. La falta de sistemas normalizados de envasado, clasificación y control de calidad de alcance regional continúa frustrando los esfuerzos por ampliar el comercio.

En el pasado, muchos ACR excluyeron deliberadamente partes significativas del comercio agrícola. Con frecuencia, los productos básicos agrícolas o los alimentos se clasificaron como «sensibles», lo que permitía a los miembros reducir los aranceles más lentamente y mantener los niveles más altos o eximirlos por completo.

Los ACR constituidos en el pasado decenio representan un tratamiento más sistemático de la agricultura. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) han eliminado prácticamente todos los obstáculos al comercio agrícola.

Crecimiento del número y escala de los acuerdos comerciales regionales

El número de ACR ha crecido rápidamente desde los últimos años 1980. Se han constituido tantos ACR desde la creación de la OMC en 1995 como durante los 37 años anteriores. Por término medio, cada miembro de la OMC participa en cinco ACR, y algunos pertenecen a diez o más (véase el mapa).

La configuración de los ACR está resultando también cada vez más compleja. Muchos ACR se superponen. Las redes de ACR se extienden por continentes enteros y pueden abarcar también varios de ellos. Algunos de esos acuerdos, como el TLC, desbordan la divisoria norte-sur, y cuentan con países tanto en desarrollo como desarrollados. No obstante, los efectos del TLC en la agricultura mexicana deben servir como advertencia de que esos acuerdos pueden producir ganadores pero también perdedores, sobre todo cuando incluyen a países con niveles muy diferentes de desarrollo económico (véase el recuadro).

 

El TLC y el sector del maíz mexicano

El TLC ha tenido considerable influencia en la estructura de la producción y el comercio agrícola de México. Por un lado, los productores en gran escala, vinculados muchas veces con los intereses agroindustriales de los Estados Unidos, han incrementado la producción de frutas y hortalizas, lo que ha dado lugar a un considerable aumento de las exportaciones a los Estados Unidos. Las exportaciones netas de tomate, por ejemplo, casi se han duplicado con respecto a los niveles anteriores al TLC. Por otro lado, la sustitución por parte de México de las licencias de importación por contingentes arancelarios y la decisión de no imponer tipos arancelarios provisionales fuera del contingente autorizado en el marco del TLC han hecho posible que las importaciones de maíz de los Estados Unidos, sobre todo para pienso, se hayan triplicado con creces. Los precios del maíz han bajado un 50 por ciento, en beneficio de los productores y consumidores de productos agropecuarios. La producción de maíz de México en las exportaciones regadas de grandes dimensiones ha disminuido, lo que significa que los agricultores más prósperos han optado por otros cultivos.
No obstante, parece que la mayor carga del deterioro de los precios ha recaído sobre los 3 millones de productores de maíz en pequeña escala en tierras no regadas situadas en las laderas de las montañas, que no tienen flexibilidad para adoptar otros cultivos.

 

 

Concentración de mercado y cadenas verticalmente integradas

Las cadenas de productos básicos agrícolas, en particular las de cultivos de alto valor y productos elaborados, están cada vez más dominadas por compañías transnacionales de comercio, elaboración y distribución. En el trayecto que va desde el agricultor hasta el consumidor, por ejemplo, casi el 40 por ciento del café mundial es comercializado por sólo cuatro compañías, y el 45 por ciento es elaborado por sólo tres grandes compañías de torrefacción (véase el gráfico).

Cada vez más, estas grandes empresas dominan los mercados mundiales de productos agrícolas y determinan de forma directa y creciente qué es lo que se produce y cómo se produce. Como se observaba en el informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) sobre la inversión (World Investment Report 2001) se pueden obtener notables ventajas como consecuencia de los vínculos económicos establecidos recurriendo a los productores nacionales, de la creación de nuevos abastecedores y de la mejor calificación de los ya existentes. La disponibilidad de cantidades fiables y una calidad coherente son requisitos clave para las operaciones de las compañías transnacionales, y éstas han establecido sus relaciones con los abastecedores de manera que puedan lograr ese objetivo. Ello supone la colaboración en el desarrollo de productos, la transferencia de tecnología y la capacitación, la agricultura por contrata y la asistencia financiera. Para algunos productores y exportadores esto significa la apertura de oportunidades sin precedentes. No obstante, sin asistencia para mejorar su eficiencia y competitividad, muchos pequeños propietarios y comerciantes nacionales tendrán problemas para cumplir los nuevos requisitos de mercado.

El creciente predominio de las grandes compañías puede considerarse en tres niveles: países en desarrollo exportadores, mercados internacionales y mercados al por menor de los países importadores.

Las grandes compañías dominan el comercio de exportación en los países en desarrollo

En los países exportadores en desarrollo, en particular tras la eliminación de muchas juntas de comercialización, las grandes compañías con instalaciones de almacenamiento y expedición han podido aprovechar sus ventajas financieras y logísticas. Muchas compran ahora directamente a los agricultores, imponiendo sus requisitos y precios. La creciente competencia favorece a los agricultores y comerciantes con acceso a financiamiento más económico y logística adecuada. Las mayores empresas tienen ventajas en ambos sentidos.

En Kenya, por ejemplo, las exportaciones de frutas, hortalizas y flores cortadas se han convertido en la segunda fuente de divisas. Este sector gana 300 millones de dólares EE.UU. al año y da empleo a más de
70 000 personas. No obstante, como la escala de las exportaciones ha aumentado, el número de abastecedores y la proporción producida por los pequeños agricultores y enviada por exportadores nacionales de pequeño y mediano tamaño se han reducido.

Antes del auge de las exportaciones hortícolas en el decenio de 1990, los pequeños agricultores producían el 70 por ciento de las frutas y hortalizas exportadas por Kenya. Al finalizar el decenio de 1990, el 40 por ciento de la producción se cultivaba en explotaciones que eran propiedad o estaban arrendadas directamente por los importadores de los países desarrollados, y otro 42 por ciento se producía en fincas comerciales de grandes dimensiones. La parte de los pequeños propietarios en este lucrativo comercio se había contraído a sólo el 18 por ciento. Entre los exportadores, siete grandes compañías controlaban más de 75 por ciento del mercado.

Concentración en el comercio internacional

En el plano internacional, un reducido número de compañías verticalmente integradas han conseguido un control cada vez mayor sobre el comercio agrícola. En lo que respecta al cacao, el número de empresas comerciales de Londres bajó de 30 en 1980 a unas 10 en 1999. De la misma manera, los seis mayores fabricantes de chocolate representan el 50 por ciento de las ventas mundiales.

Un pequeño grupo de compañías verticalmente integradas dominan ahora la producción, distribución y comercio internacional de semillas oleaginosas y de aceites. Sólo tres compañías de alcance mundial controlan el 80 por ciento del mercado de trituración de la soja en Europa y más del 70 por ciento en los Estados Unidos.

El comercio, almacenamiento, elaboración y molienda de cereales está dominado también por unas cuantas grandes compañías. Tres o cuatro controlan el 60 por ciento de las instalaciones terminales de manipulación de cereales, el 61 por ciento de la molienda de harina, el 81 por ciento de las exportaciones de maíz y el 49 por ciento de la producción de etanol en los Estados Unidos.

Los supermercados dominan la venta al por menor

En la venta al por menor, los supermercados han crecido rápidamente en los países tanto desarrollados como en desarrollo. En América Latina, por ejemplo, los supermercados incrementaron su parte en la venta de alimentos al por menor, que pasó de menos del 20 por ciento en 1990 al 60 por ciento en 2000. En todo el mundo, las 10 mayores cadenas de supermercados controlan ahora casi un tercio de las ventas de comestibles. En el plano nacional, los cinco mayores vendedores controlan entre el 30 y el 96 por ciento de las ventas al por menor en la UE y en los Estados Unidos.

El predominio de los supermercados les ofrece un significativo control sobre la producción, distribución y comercio, en particular mediante la relación directa con los abastecedores de los países en desarrollo. Para simplificar las operaciones, la mayor parte de los supermercados prefieren trabajar con un número limitado de proveedores que tienen recursos suficientes para cumplir sus requisitos de calidad y plazos de entrega.

Como en el ejemplo de la horticultura de Kenya antes citado, quienes suelen beneficiarse de la ampliación del comercio son un reducido número de grandes productores comerciales. La mayoría de los pequeños propietarios quedan marginados.

Parte de los agricultores en los precios finales al productor

Se ha prestado gran atención a la parte, aparentemente pequeña, de los agricultores y de los países productores en los ingresos resultantes de su exportación.

Los precios al productor normalmente representan una pequeña proporción del precio al por menor de los productos terminados, proporción que oscila entre el 4 por ciento en el caso del algodón en rama y el 28 por ciento en el del cacao.

Incluso en el caso del banano, que no requiere prácticamente ninguna elaboración, las compañías comerciales internacionales, los distribuidores y los vendedores al por menor acaparan el 88 por ciento del precio al por menor; menos del 12 por ciento corresponde a los países productores y apenas el 2 por ciento a los trabajadores de las plantaciones.

No obstante, sin conocer la estructura de costos de la comercialización y distribución, es difícil determinar cuál es la parte «adecuada» que debería corresponder a los agricultores. Es también inevitable que un contenido de mayor valor añadido en el producto final reduzca esa parte. Más importante es el valor absoluto de la rentabilidad para los agricultores. Se necesitan análisis más detallados sobre las cadenas de valor de los productos básicos para determinar si los márgenes son competitivos.

 

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