El pescado y los productos pesqueros son el alimento con el que se realiza más comercio en el mundo. El 38 por ciento (equivalente de peso vivo) de la producción anual, que se estima en unos 140 millones de toneladas en 2004, va a parar al mercado internacional. Más de la mitad de este comercio, contabilizado según su valor, tiene su origen en países en desarrollo, en los que representa una importante fuente de ingresos en divisas, además de dar empleo a muchos millones de personas en el sector pesquero (véanse las págs. 44-56).
Los países desarrollados recibieron alrededor del 81 por ciento del valor total de las importaciones de pescado, que se estimaron en más de 75 000 millones de dólares EE.UU. en 2004. Alrededor del 74 por ciento (en valor) de estos productos fueron importados por la Unión Europea, Japón y los Estados Unidos de América, que dominan el mercado mundial, tanto en lo relativo a los precios como en los requisitos para acceder al mercado.
Aunque los suministros de pescado procedentes de la pesca de captura se han estancado con el paso de los años, la demanda de pescado y productos pesqueros ha continuado aumentando. El consumo ha aumentado a más del doble desde 1973, y la demanda creciente ha motivado de manera constante un aumento intenso de la producción de acuicultura, que se estima en 45 millones de toneladas en 2004, es decir un 32 por ciento de la producción mundial total de pescado, cuando en 1970 apenas era un 3,9 por ciento.
Como resultado de la globalización y la expansión del comercio internacional de alimentos, el sector de la alimentación ha experimentado una importante consolidación y concentración en los países industrializados. Esto ha llevado al surgimiento de un número inferior de empresas de alimentación poderosas, con una importante capacidad de negociación frente a otras partes situadas en eslabones anteriores o posteriores de la cadena de suministro. Aunque la venta al por mayor y las cadenas de restaurantes influyen de manera importante en la distribución del pescado en muchos países, el poder se ha desplazado hacia los detallistas como resultado del aumento de la consolidación de éstos, entre otras cosas en cadenas de supermercados, y del crecimiento de los bienes producidos con un etiquetado privado o del detallista. Este sistema de supermercados se está extendiendo rápidamente a los países en desarrollo de América Latina, Asia y África31.
Dado que constituyen el último eslabón en la cadena de suministro entre los productores y los consumidores, los detallistas han visto aumentar su responsabilidad respecto a los consumidores, y ello ha dado lugar a una mayor necesidad de control de la inocuidad, la calidad y otros atributos de la alimentación, con objeto de evitar todo riesgo de dañar su reputación.
Se han producido simultáneamente varias novedades que explican la elaboración de normas de calidad de mercado y la posible expansión de su uso en el comercio del pescado, a saber:
Las normas de calidad de mercado actualmente utilizadas en el comercio internacional del pescado se centran principalmente en la protección del consumidor y en la sostenibilidad de los recursos. Hay pequeños nichos de mercado regidos por normas específicas como la «etiqueta roja» en Francia, los «Mejillones de calidad» en Irlanda o Canadá, o las etiquetas de «pescado de acuicultura biológica». Además, algunos países y asociaciones de productores han establecido etiquetas para certificar la aplicación de las mejores prácticas o códigos de conducta33.
Se presenta a continuación un breve examen de diversas normas de calidad de mercado que se utilizan en el comercio internacional del pescado.
Inocuidad y calidad alimentarias
La Iniciativa Mundial sobre Inocuidad de los Alimentos se creó en mayo de 2000, en el ámbito minorista, en forma de una red de expertos en inocuidad alimentaria y sus asociaciones comerciales, para fomentar la inocuidad de los alimentos, reforzar la confianza de los consumidores mediante el establecimiento de programas de exigencia de inocuidad alimentaria, y mejorar la eficacia en relación con los costos a todo lo largo de la cadena de suministro de los alimentos.
Según la Iniciativa Mundial, sus normas se basan en el Codex Alimentarius y otras exigencias legislativas, para abordar las cuestiones de interés en cuanto a la inocuidad y la salud del consumidor. También abordan los requisitos de los organismos encargados de la certificación. Las normas de inocuidad alimentaria de referencia pueden ser aplicadas entonces por los proveedores de alimentos en toda la cadena de suministro, tras el acuerdo con los detallistas, cuando se definen los contratos para los productos de origen. Queda a la discreción de detallistas y proveedores la aplicación de las normas de referencia a productos específicos, y esto puede variar en distintos países según las exigencias reglamentarias, la responsabilidad de los productos y los reglamentos de diligencia debida, así como según las políticas de las empresas. La diligencia debida se cumple cuando un detallista o un proveedor toma todas las precauciones razonables para evitar enfermedades o daños al cliente mediante la negativa de venta de productos no inocuos o ilegales.
En 1998, el Consorcio Británico de Comercio Minorista (BRC), en respuesta a las necesidades del sector, introdujo las Normas Técnicas sobre Alimentación del BRC, para evaluar sus propios alimentos de marca comercializados por detallistas. Estas normas servirían también para proporcionar a los detallistas del Reino Unido y a los propietarios de las marcas un indicio de la diligencia debida para poder utilizarlo en caso de acciones legales por parte de las autoridades encargadas del cumplimiento.
Las normas del BRC cubren lo siguiente: sistema HACCP, gestión de calidad, normas ambientales de fábricas, control del producto y del proceso. Los proveedores son objeto de una evaluación por auditores autorizados por el BRC que son reconocidos por un organismo de acreditación. Las normas han sido modificadas recientemente para que reflejen la nueva legislación de la UE y se afirma que se utilizan en muchos países de todo el mundo.
Ecoetiquetas
A lo largo de la última década, se han dedicado importantes recursos en todo el mundo al sector de los alimentos marinos, con objeto de fomentar la compra tan sólo en fuentes de suministro sostenibles, y varias empresas importantes han puesto en marcha campañas globales sobre el origen de los alimentos en torno a iniciativas de alimentos marinos sostenibles. Estas iniciativas tienen como objetivo dirigir la creciente demanda de productos ambientalmente preferibles por parte de los consumidores, canalizando el poder de compra a los productos de alimentación marina procedentes de una pesca o una actividad de acuicultura con una ordenación sostenible.
Por consiguiente, en el sector pesquero se han introducido diversas iniciativas de ecoetiquetado como incentivos basados en el mercado para fomentar sistemas de ordenación pesquera34. Las ecoetiquetas son certificaciones concedidas a productos que se considera que tienen un menor impacto negativo en el medio ambiente, en comparación con otros productos similares. Al apelar a las preferencias de los consumidores, los productos con ecoetiqueta pueden generar rendimientos superiores a los que no disponen de las características necesarias para utilizar un ecoetiquetado o los de productores que no intentan obtener dicho etiquetado. En el sector pesquero, existen ya varios programas de certificación y normas, de ámbito nacional o internacional, patrocinados por el sector, dirigidos por ONG y basados en la colaboración de consumidores y proveedores (cada uno de ellos con criterios y métodos de evaluación diferentes, que tienen diversos grados de transparencia). Las afirmaciones contenidas en las ecoetiquetas pueden ser también muy diversas (algunas indican que un producto no procede de la sobrepesca, otras se centran en la ausencia de capturas incidentales de mamíferos marinos y las hay también que prometen que su producto es «respetuoso con el ecosistema»).
Algunos programas se centran en garantizar que un sistema o proceso de ordenación es «sostenible», mientras que otros se centran en el rendimiento o los resultados del sistema de ordenación. Los programas que establecen normas para el proceso o los sistemas, sin prescribir resultados sostenibles, no son necesariamente comparables a los programas que intentan obtener un determinado resultado o garantizar una producción sostenible. Una cuestión relacionada es la de cómo mantener los resultados sostenibles. Desde el punto de vista de la aplicación, por ejemplo, la vigilancia y obtención de datos plantea problemas importantes en muchos países, y tiene especiales dificultades en cuanto a la rastreabilidad.
Acuicultura
Dado el aumento que se ha producido en el uso de normas de calidad de mercado en el sector de las frutas y hortalizas, y la globalización del comercio de alimentos, diversos minoristas están ampliando su uso a los productos de acuicultura. El uso simultáneo de estas normas de calidad es una forma de reducir la preocupación del público respecto a los residuos de medicamentos veterinarios en los productos de acuicultura. Recientemente se han elaborado varias iniciativas, aunque su grado de utilización en el comercio del pescado y sus repercusiones no se conocen aún por completo.
La Alianza Mundial de Acuicultura elaboró el Programa de Acuicultura Responsable para fomentar las mejores prácticas de ordenación de la acuicultura. Este programa fomenta la eficiencia y la sostenibilidad a largo plazo del sector de la acuicultura35.
Para responder a la creciente demanda del sector de un reconocimiento más formal de las prácticas sostenibles, la Alianza colaboró con el Consejo de Acreditación en Acuicultura36, una nueva organización sin ánimo de lucro, que ofrece una acreditación del «proceso» para los centros de producción de camarón, con una orientación principal hacia los compradores de alimentos marinos. Este organismo no gubernamental internacional aplica exclusivamente las normas de calidad de Mejores prácticas en acuicultura de la Alianza, en un sistema de acreditación que combina las inspecciones realizadas en las explotaciones y la toma de muestras de la producción con requisititos obligatorios para la inocuidad y la rastreabilidad de los productos.
En 1997, un grupo de trabajo de minoristas europeos, EurepGAP37 estableció sus propias normas de calidad para las buenas prácticas agrícolas, con objeto de garantizar a los consumidores que los alimentos que llevaban la etiqueta EurepGAP habían sido producidos de una forma sostenible e inocua. Estas normas, que se elaboraron inicialmente en relación con las frutas y hortalizas, se ampliaron en 2005 para incluir los programas de garantía de calidad integrados para la acuicultura. La Asociación EurepGAP de minoristas europeos colabora con minoristas y productores, y efectúa consultas con regularidad con grupos de consumidores, ONG y gobiernos en el desarrollo de sus protocolos.
EurepGAP es un sistema de gestión de calidad e inocuidad, que tiene como objetivo proporcionar instrumentos para verificar que se apliquen las mejores prácticas de una forma sistemática y uniforme, mediante el uso de protocolos para los productos y criterios de cumplimiento. Se ha diseñado para permitir utilizarlo como referencia para los programas locales de EurepGAP, con lo que se amplía la participación en el programa. Esto se considera importante para satisfacer el objetivo básico de facilitar el comercio de la producción inocua y sostenible de las explotaciones de acuicultura.
Etiquetas de acuicultura biológica
Algunas empresas trabajan para ganar un nicho de mercado con «alimentos marinos biológicos». El etiquetado como biológico significa generalmente que el alimento se ha obtenido en explotaciones en las que no se utilizan aportes artificiales (especialmente fertilizantes sintéticos y plaguicidas) y el cultivo se realiza utilizando técnicas de gestión ecológicamente sólidas. El etiquetado como biológico para los alientos marinos se centra en los productos de acuicultura. Los intentos de explorar el etiquetado como biológico del pescado son más recientes, y menos del 1por ciento del total de pescado de acuicultura es biológico38. Sin embargo, se prevé que esto aumentará rápidamente, sobre todo con el apoyo técnico de los organismos de desarrollo.
Consecuencias
El desarrollo sin precedentes de las normas de calidad de mercado plantea las siguientes cuestiones importantes:
De todos modos, y a pesar de estos importantes problemas, hay quien argumenta que la observancia y el cumplimiento de las normas de calidad de mercado pueden tener un efecto positivo, incluso en los países en desarrollo, sobre todo por el hecho de estimular nuevas ventajas competitivas e inversiones en capacidad tecnológica.
Algunos gobiernos y grupos del sector temen que estas normas puedan ocultar una intención subyacente de proteger a las industrias del país y limitar el acceso al mercado, o que puedan utilizarse para añadir un nuevo conjunto de limitaciones a los exportadores, al sumarse a las exigencias de inocuidad y calidad alimentaria existentes en los principales mercados. Además, la carga que supone el cumplimiento de estas normas puede recaer de manera desproporcionada en los proveedores pequeños, para los cuales el costo de la obtención de información relativa al estado de certificación y las normas, y de conseguir dicha certificación, es comparativamente superior.
Además, con la proliferación de los programas de certificación, los consumidores y los productores se encuentran con diversas opciones a la hora de decidir qué programas de certificación aportan el máximo de valor. La competencia en las afirmaciones de la certificación puede confundir a los consumidores, haciendo que pierdan confianza en las normas y privando por tanto a este enfoque de su valor. Se plantean dudas también acerca de qué programas de certificación son más útiles para la protección del consumidor, el medio ambiente, el público y el sector. Una situación de este tipo es grave, puesto que la credibilidad de las normas y de los organismos de certificación y acreditación asociados es de capital importancia.
Se indican a continuación posibles acciones para mitigar los motivos de preocupación existentes.
Para algunos exportadores, la actividad comercial pasará a tener un mayor riesgo y a ser más incierta con la imposición de nuevas normas de calidad de mercado más estrictas por parte de los importadores. Una mayor transparencia en la elaboración y aplicación de estas normas reduciría los riesgos a los que han de hacer frente los exportadores y facilitaría el acceso a los mercados. Además, es necesario un estudio detallado sobre las repercusiones de las normas de calidad de mercado tanto en los países importadores como en los exportadores, incluyendo una evaluación de los costos y beneficios que implica el cumplimiento de estas normas. Por lo que respecta a los costos, un estudio de este tipo evaluaría los costos directos impuestos a los exportadores por la necesidad de nuevas infrastructuras físicas, mayor capacidad de aplicación y mejor conocimiento técnico práctico.
La cooperación regional e internacional es necesaria para la elaboración de normas armonizadas y transparentes y de procedimientos de cumplimiento. Pueden basarse en la labor del Codex Alimentarius de la FAO/Organización Mundial de la Salud (OMS) (inocuidad y calidad), la FAO (ecoetiquetado, acuicultura biológica) y la Organización Internacional de Normalización (ISO) (certificación, acreditación). Debería prestarse más atención a las posibilidades de reconocimiento mutuo de normas y la simplificación de procedimientos de cumplimiento. Ello conduciría, a su vez, a una reducción de costos, especialmente para los países en desarrollo y las empresas pequeñas.
Los esfuerzos internacionales por gestionar las repercusiones negativas de las normas de calidad podrían combinarse con esfuerzos similares en acuerdos económicos regionales y bilaterales. En los países en desarrollo, son necesarios fondos externos para respaldar la aplicación y el cumplimiento, y cuando fuera posible, las normas del sector podrían acompañarse de períodos de introducción gradual.
Una de las dificultades mayores es la forma de elaborar criterios que sean generales pero a la vez aplicables a regiones, países y pesquerías determinados. La aceptación y la credibilidad de las normas están estrechamente ligadas a la forma en la que esas normas se han elaborado, a las normas en sí y al proceso de acreditación o certificación a través del cual se evalúa a los proveedores.
Las directrices de la FAO sobre ecoetiquetado en la pesca de captura marina proporcionan una referencia acordada internacionalmente para la armonización de los programas de ecoetiquetado, y también para orientar la certificación y acreditación. Sin embargo, es necesario aclarar la relación existente entre las ecoetiquetas y los reglamentos del comercio internacional y establecer sinergias entre ambos, así como crear un foro neutral para trasladar los principios de orientación de la FAO a unos criterios y directrices transparentes y creíbles para la elaboración de ecoetiquetas y su certificación y acreditación.
La elaboración de normas de calidad y etiquetas y su posible influencia en el comercio internacional han sido objeto de debates recientes en múltiples foros internacionales. Las cuestiones de sanidad y calidad son objeto de debates regulares en los comités sobre aplicación de medidas sanitarias y fitosanitarias (MSF) y sobre obstáculos técnicos al comercio (OTC) de la OMC. Sin embargo, estos debates se han centrado principalmente en los requisitos de los reglamentos y en la aplicación de un tratamiento especial y diferente en los países en desarrollo y los países menos adelantados y no han tratado las normas de calidad de mercado. Los Miembros de la OMC se comprometieron en la Declaración de Doha a examinar las exigencias del etiquetado con fines ambientales dentro del marco del Comité de Comercio y Medio Ambiente en el que han tenido lugar debates desde 2001. Estos debates se han centrado en los programas voluntarios basados en el enfoque de ciclo de vida.
Las normas de calidad de mercado han sido debatidas también por el Consejo de Ministros Nórdicos39, la Comisión de las Comunidades Europeas40, el Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sostenible41, el Comité de Pesca de la FAO42 (que elaboró unas directrices internacionales para el ecoetiquetado), su Subcomité sobre Comercio Pesquero43, y la Sociedad Mundial de Acuicultura44.
Los debates que han tenido lugar en esos foros resaltan que, si bien las normas de calidad y etiquetas fomentadas por el mercado pueden brindar oportunidades para estimular ventajas competitivas e inversiones en avances tecnológicos, para la ampliación de las cuotas de mercado y la extracción de mayor valor, mucho países en desarrollo y empresas de pequeño volumen temen que estas normas puedan ocultar una intención subyacente de proteger a la industria nacional o crear una carga adicional a la ya existente y una reglamentación muy exigente.
La presión de los consumidores sobre el sector pesquero y sobre los gobiernos para mejorar la ordenación de la pesca está aumentando. Las campañas destinadas a reducir o eliminar el consumo de determinadas poblaciones que son objeto de sobrepesca o de especies amenazadas (por ejemplo, el reciente boicot al pez espada realizado por los restaurantes de la costa oriental de Estados Unidos de América) son cada vez más frecuentes. Sin embargo, y además de la preocupación por la inocuidad y la calidad de los productos de la pesca, hay otros motivos de preocupación mundial, como la protección del medio ambiente, las exigencias sociales y la pesca INDNR, que es probable que sean abordadas de manera creciente a través de normas de calidad y programas estimulados por el mercado.
La influencia creciente de los grandes mayoristas, los minoristas y las cadenas de restaurantes en los mercados del pescado parece indicar una tendencia a un uso cada vez mayor de normas de calidad y programas de certificación de los mercados. Sin embargo, la amplitud de esta tendencia y sus consecuencias en cuanto a la gestión pública del comercio pesquero no se conocen bien y será necesario estudiarlas más, teniendo en cuenta las especificidades regionales. Si las normas de calidad de mercado pasan a ser instrumentos importantes en la gestión pública del comercio pesquero, será imprescindible elaborar un plan de acción internacional para garantizar su coherencia con las medidas de comercio de la OMC. Este plan de acción deberá abordar, entre otras cosas, la transparencia, el uso de criterios con fundamento científico, la armonización y equivalencia, y la ayuda técnica a los países en desarrollo. Las directrices técnicas para un comercio pesquero responsable, que se encuentran en este momento en fase de elaboración para la aplicación de los artículos pertinentes del Código de Conducta para la Pesca Responsable, abordarán muy probablemente las normas de calidad basadas en el mercado.
Durante la pasada década, se ha puesto de manifiesto que la enfermedad relacionada con el SIDA y su mortalidad son extremadamente altas en algunas comunidades pesqueras45.
Una síntesis de los estudios realizados desde 1992 en diez países de ingresos bajos o medios de África, Asia y América Latina para los que se disponía de datos (Brasil, Camboya, la República Democrática del Congo, Honduras, Indonesia, Kenya, Malasia, Myanmar, Tailandia y Uganda) pone de manifiesto que en todos ellos excepto uno (Brasil), las tasas de prevalencia del VIH en los pescadores y las comunidades pesqueras son entre cuatro y 14 veces superiores a la tasa de prevalencia media nacional de los adultos de 15 a 49 años. Estas tasas considerables de infección por VIH sitúan a la población pesquera entre los grupos identificados con mayor frecuencia como de alto riesgo; su riesgo es superior al de otras poblaciones móviles como los camioneros y los militares en todos los países para los que se dispone de datos comparativos (nuevamente excepto Brasil)46. Dado que los pescadores son numerosos en comparación con las personas de otras subpoblaciones con una prevalencia elevada del VIH, como los consumidores de drogas por vía parenteral, el personal militar y los presos, el número de pescadores que es probable que sean positivos para el VIH puede ser muy elevado, y ello hace que este grupo constituya una prioridad para las medidas de prevención, tratamiento y asistencia destinadas al VIH y al SIDA.
Las estimaciones existentes de la prevalencia del VIH y los datos sobre la enfermedad y la mortalidad por trastornos relacionados con el SIDA se basan en estudios de pescadores o de comunidades pesqueras en general. Las tasas de prevalencia para las muchas mujeres que trabajan en las comunidades pesqueras no se han determinado, pero es probable que sean similares o incluso superiores, teniendo en cuenta que los hombres y las mujeres que viven y trabajan en las mismas comunidades, tienen un entorno de riesgo similar y a menudo están ligados también por redes de conexión sexual. Así por ejemplo, en algunas comunidades pesqueras africanas, las mujeres que comercializan el pescado y los hombres que se dedican a la pesca están relacionados tanto laboral como sexualmente a través de las transacciones denominadas «sexo por pescado», en las que los contratos informales entre los hombres pescadores y las mujeres que comercian con el pescado incluyen un intercambio de servicios sexuales en lugar del intercambio de dinero o como complemento de éste. Además, la posición económica y social subordinada que ocupan las mujeres en muchos países aumenta su vulnerabilidad.
La vulnerabilidad al VIH y al SIDA deriva de causas complejas e interdependientes que pueden incluir la movilidad de muchas personas dedicadas a la pesca, el tiempo que los pescadores y los comerciantes de pescado pasan fuera del hogar, su acceso a unos ingresos diarios en efectivo en un contexto global de pobreza y vulnerabilidad, su perfil demográfico (a menudo son jóvenes y sexualmente activos) y la fácil disponibilidad de comercio sexual en muchos puertos de pesca; así como factores culturales ligados a la pesca, como actividad laboral mal considerada, incómoda y de alto riesgo, que lleva a prácticas de conducta sexual de alto riesgo47. Muchas de estas causas hacen no sólo que sean vulnerables al VIH y el SIDA, sino también que tengan una mayor probabilidad de no acceder a la prevención, el tratamiento y la asistencia48. La exposición a las enfermedades transmitidas por el agua y al paludismo, junto con las malas condiciones higiénicas y el acceso limitado a la asistencia médica son también factores que se combinan para aumentar la susceptibilidad a la infección. Todos estos «factores de riesgo» inmediatos están relacionados con la pobreza, inseguridad y marginación subyacentes que afectan tanto a las mujeres como a los hombres en muchas comunidades pesqueras. La proporción de personas infectadas por el VIH en una comunidad pesquera, y las repercusiones de la morbilidad y la mortalidad relacionadas con el SIDA en esa comunidad, dependerán del grado en el que se den los factores citados y de cómo se combinen para aumentar la vulnerabilidad49.
Como resultado de la progresiva mayor integración de la pesca en la economía y en el mercado de trabajo mundiales, aumenta la probabilidad de que los pescadores con movilidad constituyan una población «puente», que conecte zonas de prevalencia alta y baja50. En bahía Walvis (Namibia), por ejemplo, los pescadores visitantes de Asia y Europa, la mayor parte de los cuales han recibido poca información sobre los riesgos sexuales para la salud, establecen con frecuencia relaciones con trabajadoras sexuales de Namibia, o participan en otras formas de «sexo ligado a una transacción»51.
Es importante resaltar que el SIDA en las comunidades pesqueras no es fenómeno exclusivo de una sola región. De hecho, por lo que respecta a la dimensión mundial de la epidemia, y teniendo en cuenta las diferencias en el tamaño de las poblaciones pesqueras de los distintos continentes, es probable que haya más personas dedicadas a la pesca que estén infectadas por el VIH en el sur y el sudeste de Asia que en África52.
Aunque han aparecido esporádicamente datos que indican una elevada prevalencia del VIH y una alta incidencia de enfermedades relacionadas con el SIDA en la literatura médica de todo el mundo desde los primeros días de la epidemia de SIDA, tan sólo recientemente ha pasado a ser esta cuestión un motivo de preocupación destacado en la ordenación y el desarrollo pesqueros; esto hace que la información de estudios formales y el análisis económico de sus repercusiones en el sector sean limitados. No obstante, hay una cantidad considerable de datos sobre las repercusiones del VIH y el SIDA que proceden tanto de otros sectores de producción rurales como de los trabajos sobre el análisis de la pobreza en las comunidades pesqueras, que pueden resumirse como sigue53:
Recuadro
10
¿Qué hace que las mujeres de las comunidades pesqueras sean vulnerables al VIH y el SIDA? Las mujeres de las comunidades pesqueras desempeñan un importante papel en las actividades de elaboración y comercialización del pescado. También llevan a cabo muchas actividades generadoras de ingresos, no derivadas de la pesca, que compensan la estacionalidad y la variabilidad que tienen la pesca y otras actividades relacionadas con ella de un día a otro. Además de financiar y realizar la mayor parte de la atención a la infancia y las tareas domésticas, las mujeres asumen también a menudo la responsabilidad de asegurar la alimentación de la familia y de atender a los gastos sanitarios, sociales y educativos. Las desigualdades que contribuyen a producir la vulnerabilidad de las mujeres al VIH y el SIDA1 pueden deberse a lo siguiente:
1 FAO. 2005. Impact of HIV/AIDS on fshing communities: policies to support livelihoods, rural development and public health. New Directions in Fisheries: A Series of Policy Briefs on Devel- opment Issues No. 2. Roma. |
- El rendimiento generado por los individuos con sus actividades relacionadas con la pesca, que se hubiera reinvertido en la propia pesca o en otras actividades económicas (tierra, ganado, empresas comerciales) o se hubiera gastado en servicios que mantienen el dinero en circulación en los mercados rurales, se desvía en cambio a los gastos de enfermedad del hogar. - Los servicios sanitarios tienen que afrontar la carga que suponen los costos de tratar las enfermedades relacionadas con el SIDA desviando recursos de otras necesidades médicas, como la asistencia maternoinfantil o el tratamiento del paludismo. - Los gobiernos locales, ante los costos del SIDA, pueden reducir los recursos asignados a otras necesidades de servicio. Además, el tiempo de trabajo se reorienta al cuidado de compañeros afectados y a la asistencia a funerales.
El sector pesquero contribuye de manera importante al desarrollo y a las economías nacionales. La pesca tiene vínculos con los servicios y con otros sectores y contribuye de manera sustancial al PIB, el empleo, la nutrición y la generación de beneficios54. El apoyo y la promoción del desarrollo del sector facilitarán la reducción de la diseminación y las repercusiones de la epidemia, tanto en el propio sector como en la población en general. La prevención de la infección por VIH y del inicio del SIDA será útil para mantener y potenciar la contribución del sector a la reducción de la pobreza y a la seguridad alimentaria y para reducir los riesgos de transmisión del VIH en regiones que dependen de la pesca.
Una tarea importante es la de invertir en la prevención de la infección por VIH en las comunidades pesqueras. Esto puede conseguirse abordando las conductas de riesgo (en gran parte de los varones), que se cree que están relacionadas con factores de riesgo laborales, factores sociales relacionados con la movilidad y, de manera más general, con la marginación política y económica de muchas personas dedicadas a la pesca55.
Una segunda tarea importante (y relacionada) es abordar la mayor vulnerabilidad de las mujeres al VIH como consecuencia de los inconvenientes socioeconómicos ligados al sexo de los individuos en muchas sociedades. Las desigualdades entre hombres y mujeres en el acceso a la propiedad de los activos, las oportunidades de obtención de ingresos, las relaciones de poder y la negociación de la relación sexual deben abordarse como prioridad en las comunidades pesqueras. Estos esfuerzos requieren una nueva colaboración entre los donantes, los organismos de pesca y de sanidad, y dentro de las propias comunidades y entre ellas56.
En todo el mundo, el empobrecimiento y la marginación de las personas dedicadas a la pesca a pequeña escala aumentan su vulnerabilidad a las enfermedades de la pobreza, incluido el SIDA. La reducción de la pobreza en las comunidades pesqueras permitirá abordar también muchas de las circunstancias que comportan en las personas dedicadas a la pesca un riesgo de sufrir una infección por VIH. Las directrices recientes para mejorar la contribución del sector de la pesca a pequeña escala a la reducción de la pobreza57 proporcionan un marco apropiado para que los gobiernos nacionales respondan a la pobreza en las comunidades pesqueras.
Hasta hace poco, las iniciativas para responder al SIDA en el sector pesquero eran fragmentadas y la labor se desarrollaba de forma aislada, principalmente en un ámbito comunitario o de proyectos, sin que hubiera una política nacional de apoyo y un acceso a los fondos mundiales para combatir el SIDA. Además, estas iniciativas se basaban en enfoques elaborados para las comunidades agrícolas o urbanas, que a menudo resultan inadecuados o ineficaces en las comunidades pesqueras. Esta situación está cambiando, y están empezando a darse respuestas políticas de mayor nivel, con la participación de los gobiernos nacionales, las organizaciones internacionales, los donantes y las ONG que actúan en los sectores de la pesca y de la sanidad, para responder a la información que les llega de las comunidades pesqueras y las organizaciones externas que trabajan en estrecha colaboración con ellas.
Así por ejemplo, en febrero de 2006 se celebró en Lusaka (Zambia) una reunión internacional sobre la respuesta al VIH y el SIDA en el sector pesquero en África. La reunión fue organizada por el Centro Mundial de Pesca y fue patrocinada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la FAO y la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI). La reunión fue hospedada conjuntamente por el Gobierno de Zambia a través del Ministerio de Agricultura y Cooperación y por el Consejo Nacional del SIDA. Asistieron 90 participantes de 13 países africanos y de organizaciones internacionales, que representaban a organismos gubernamentales de los sectores de la pesca y la sanidad, instituciones de investigación y organizaciones de la sociedad civil dedicadas a las comunidades pesqueras. La finalidad de la reunión de trabajo fue capacitar a los profesionales y a las organizaciones que trabajan en la respuesta al VIH y el SIDA en las pesquerías africanas a poner en común experiencias, valorar la eficacia de sus enfoques e identificar acciones de investigación y desarrollo que permitieran mejorar la repercusión de sus acciones. Se examinaron y se compararon los resultados de la investigación y los enfoques aplicados en respuesta al VIH y el SIDA en las comunidades pesqueras y en el sector pesquero en general, se identificaron ejemplos de buenas prácticas para una aplicación más amplia, se identificaron los pasos a seguir en investigación y desarrollo para ampliar estos ejemplos a una mayor escala y se puso en marcha una red de profesionales en África para la creación de capacidad, la ampliación y el ulterior desarrollo de los enfoques utilizados58.
En un ámbito nacional, el Departamento de Recursos Pesqueros de Uganda, en respuesta a los informes sobre las repercusiones devastadoras del VIH y el SIDA en las comunidades pesqueras de país, ha publicado recientemente una estrategia destinada a garantizar que el sector reciba una asignación adecuada de los recursos del Gobierno y de los donantes59.
Recuadro 11
La estrategia de la FAO sobre las enfermedades crónicas La pandemia de VIH/SIDA y las enfermedades debilitantes importantes, en especial el paludismo y la tuberculosis, tienen importantes repercusiones sobre la nutrición, la seguridad alimentaria y los medios de vida rurales. El mandato de la FAO se refiere directamente a los objetivos de desarrollo del Milenio consistentes en reducir significativamente el número de personas que viven en la pobreza extrema y el hambre extrema. Estos objetivos sólo pueden alcanzarse si se dedica una considerable atención a combatir las enfermedades asociadas a la pobreza. El SIDA es una «enfermedad de la pobreza» y abordar sus repercusiones ha pasado a ser una parte importante de la misión central de la FAO para ayudar a alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio relativos a la pobreza y el hambre. Recientemente, la FAO se ha esforzado en situar a la agricultura y la seguri- dad alimentaria a un lugar central en la lucha contra las enfermedades mortales destructivas. En 2005, 23 de las 27 direcciones de la FAO aplicaron una o varias actividades al VIH/SIDA. A comienzos de 2004, la Organización aprobó la esfera prioritaria para la acción interdisciplinaria (EPAI) sobre el SIDA para reforzar la colaboración interna y con otros organismos para dar respuesta al SIDA y otras enfermedades. A través de su labor normativa y operacional y de un refuerzo de la colabo- ración, la FAO pretende contribuir a los siguientes fines:
Fuente: FAO. 2005. Addressing the impact of HIV/AIDS and other diseases of poverty on nutrition, food security and rural livelihoods, 2005–2015: the FAO strategy. Roma. |
La importancia del reconocimiento en las políticas de ámbito nacional e internacional se pone de relieve también en un proyecto del Congo, en el que las comunidades pesqueras de Pointe-Noire afectadas por el SIDA trabajan en colaboración con el Programa Nacional de Control del SIDA, que cuenta con el apoyo del Fondo Mundial para SIDA, TB y Paludismo. Esto ha permitido financiar iniciativas impulsadas por la comunidad para la prevención, tratamiento, asistencia y paliación del VIH/SIDA60.
En otro lugar, la Comisión del Pacífico Sur fue una de las primeras en identificar el problema de la elevada incidencia de VIH en las comunidades pesqueras y responder a él61.
Es probable que la diferencia existente en la prevalencia del VIH entre las personas que se dedican a la pesca y la población general persista durante varios años, a no ser que se produzca una respuesta importante para incluir a las personas que se dedican a la pesca en las poblaciones identificadas como poblaciones en riesgo. Hasta el momento, aunque los gobiernos de algunos países y algunos organismos de las Naciones Unidas han respondido, no ha habido un reconocimiento de las personas que se dedican a la pesca como un «grupo de mayor riesgo no tenido en cuenta» por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA (ONUSIDA)62. A menos que ONUSIDA reconozca de esta forma la epidemia existente en las personas dedicadas a la pesca, es improbable que se produzca una acción mundial coordinada que dé lugar a una reducción significativa de la prevalencia del VIH en las comunidades pesqueras. Aunque los esfuerzos de prevención orientados a quienes se dedican al trabajo sexual será útil para reducir la transmisión del VIH en las poblaciones de clientes (incluyendo los pescadores), no es probable que esto baste para reducir el elevado riesgo de transmisión del VIH dentro de las comunidades pesqueras, dado que el sexo utilizado en las transacciones, y no el trabajo sexual, constituye una posible vía importante de transmisión (por ejemplo, en la pesca continental en Zambia)63.