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Comercio y desarrollo


LO VERDADERAMENTE importante de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, celebrada en Ginebra a principios de este año, no han sido sus resultados sino el mero hecho de que haya tenido lugar. Su misma celebración indica una nueva y cabal comprensión, tanto por parte de los países desarrollados como de los países en desarrollo, de la relación crucial que existe entre el comercio y el proceso del desarrollo. La Conferencia ha puesto en claro cuáles son los problemas centrales. Ha habido un completo y franco intercambio de impresiones acerca de los medios y de los arbitrios que se necesitan para resolver los problemas ya identificados.

La Conferencia aceptó fácilmente que aquellas industrias basadas en productos agrícolas primarios - materias primas agrícolas y alimentarias, incluyendo los productos forestales - tengan una especial importancia para los países en desarrollo. Es natural que un país que tradicionalmente exporta materias primas forestales o agrícolas intente aumentar su valor elaborándolas antes de exportarlas. Es una anomalía que la corriente de materias primas sin elaborar que va de los países en desarrollo al mundo desarrollado (corriente que incluye muchas materias sobre las cuales ejerce el monopolio el mundo en desarrollo) sea todavía muy inferior a la corriente inversa de productos industriales, elaborados, en muchos casos, con estas mismas materias primas. Aunque en este respecto el déficit del mundo en desarrollo ha disminuido en estos últimos años, sigue siendo sin embargo considerable. Lo inquietante es el hecho de que el total de la corriente inversa sigue sin cambiar. En otras palabras: aunque el mundo en desarrollo ha intentado expandir sus industrias de elaboración y las exportaciones de productos elaborados, no ha conseguido reducir la corriente de los productos elaborados que recibe del mundo desarrollado. Esto constituye un motivo de seria preocupación ya que lo que entra en juego es algo más que un continuo derrame de divisas.

Lo grave es que se pierde el efecto multiplicador y la repercusión que la creación de tales industrias tiene sobre toda la economía retrasa la transformación de la agricultura, que es un concomitante indispensable de la industrialización en todo proceso de desarrollo. Y la salida de divisas es mucho mayor de lo que indican lea cifras de importación ya que se impide lo oportunidad de crear industrias conexas secundarias y terciarias.

En un sector, e incluso todavía más a largo plazo, las perspectivas de aumentar las exportaciones para 1970 parecen especialmente prometedoras. Tal sector es el de los productos forestales. El Director Adjunto de la Dirección de Montes y Productos Forestales de la FAO, Jack a. Westoby, dirigiendo la palabra a un Comité de la Conferencia se ocupó de las consideraciones que fundamentan estas perspectivas. «Una es la característica dinámica de la demanda de estos productos: madera aserrada y paneles a base de madera para la edificación de viviendas y otras construcciones, muebles, etc; papel para periódicos, papel de imprimir y escribir destinado a la enseñanza, información, comunicación a las masas, comercio; papel y cartón para embalaje y una gran variedad de usos industriales. Otra es que, en varias zonas del mundo desarrollado, se están esquilmando los recursos locales disponibles para satisfacer las crecientes necesidades. Así la reevaluación de las tendencias y perspectivas de la madera europea para 1975 que hemos concluido recientemente con la Comisión Económica para Europa, indica que, por grandes que puedan ser los esfuerzos que los gobiernos europeos, los servicios forestales y las industrias forestales hagan en las décadas venideras, Europa tendrá que recurrir a otras regiones del mundo para satisfacer una proporción cada vez mayor de sus crecientes necesidades. Sin duda alguna, parte de ellas tendrán que proceder del mundo en desarrollo. La magnitud de esta proporción dependerá en parte de la medida en que los países desarrollados se hallen dispuestos a favorecer las importaciones procedentes de los países en desarrollo, pero principalmente de la medida en que los países en desarrollo se hallen conscientemente dispuestos a planear el desarrollo de sus bosques e industrias forestales con vistas a obtener el mayor partido posible de estos mercados en expansión.

«Con todo, Europa no es el único mercado potencial. Existen también importantes posibilidades en el Japón, los países de América del Norte y otros países industrializados. Para 1975 ya se habrá podido elevar el importe anual de las exportaciones forestales de los países en desarrollo a los países avanzados en mil millones de dólares aproximadamente, suponiendo que una parte sustancial del nuevo comercio se elabore en el país de origen.»

Fotografía: D. A. Francis

En la fotografía de la portada se ven trozas de pino (proyecto de Antalya en el sur de Turquía) en espera de ser embarcadas. En esta otra fotografía vemos a un oficial forestal turco recorriendo el monte de Pinus brutia del que proceden dichas trozas, para elegir una vía de acceso para un equipo de inventariación forestal. Las autoridades turcas, con la ayuda de los forestales de la FAO, están trazando planee para someter esto, montee a una ordenación intensiva.


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