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Capítulo 1: Introducción


¿Qué son los plaguicidas?
¿Cuando están en desuso los plaguicidas?
Magnitud del problema de los plaguicidas en desuso
Causas del problema
Peligros que entrañan los plaguicidas en desuso
Eliminación de plaguicidas

¿Qué son los plaguicidas?

El artículo 2° del Código Internacional de Conducta para la Distribución y Utilización de Plaguicidas (FAO, 1990) define los plaguicidas como «cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinadas a prevenir, destruir o controlar cualquier plaga, incluyendo los vectores de enfermedades humanas o de los animales, las especies no deseadas de plantas o animales que causan perjuicio o que interfieren de cualquier otra forma en la producción, elaboración, almacenamiento, transporte o comercialización de alimentos, productos agrícolas, madera y productos de madera o alimentos para animales, o que pueden administrarse a los animales para combatir insectos, arácnidos u otras plagas en o sobre sus cuerpos. El término incluye las sustancias destinadas a utilizarse como reguladoras del crecimiento de las plantas, defoliantes, desecantes, agentes para reducir la densidad de fruta o agentes para evitar la caída prematura de la fruta, y las sustancias aplicadas a los cultivos antes o después de la cosecha para proteger el producto contra la deterioración durante el almacenamiento y transporte».

¿Cuando están en desuso los plaguicidas?

Los plaguicidas en desuso son plaguicidas almacenados que no pueden seguir utilizándose con los fines previstos o con cualquier otro fin, por lo que deben ser eliminados. Entre las causas más frecuentes de esta situación se cuentan las siguientes:

· la utilización del producto ha sido prohibida o severamente limitada por motivos sanitarios o ambientales (por ejemplo, mediante su proscripción o su retirada del registro, o por decisión normativa del Ministerio de Agricultura o de otros ministerios autorizados);

· el producto se ha deteriorado como resultado de un almacenamiento inadecuado o prolongado y no puede seguir utilizándose de acuerdo con las especificaciones e instrucciones de uso de su etiqueta, ni puede volver a formularse fácilmente para ser de nuevo utilizable;

· el producto no es adecuado para el uso previsto ni puede utilizarse con otros fines, ni modificarse fácilmente para ser utilizable.

Un producto se ha deteriorado cuando:

· ha sufrido cambios químicos y/o físicos que tienen como resultado efectos fitotóxicos en el cultivo al que está destinado, o un peligro inaceptable para la salud humana o el medio ambiente;

· ha sufrido una pérdida inaceptable de su eficacia biológica a causa de la degradación de su ingrediente activo u otros cambios químicos o físicos;

· sus propiedades físicas se han modificado hasta tal punto que no puede seguir aplicándose con el equipo de aplicación habitual o estipulado.

En algunas publicaciones, los plaguicidas en desuso se denominan también desechos de plaguicidas. Hay que señalar que la definición de desechos de plaguicidas es más amplia que la de plaguicidas en desuso, ya que incluye también los desechos que se generan durante la producción de los plaguicidas. Otro término utilizado es plaguicidas no deseados, que también es más amplio que plaguicidas en desuso, ya que, además de éstos que no pueden seguir utilizándose y deben ser eliminados, abarca también los plaguicidas que, en principio, podrían utilizarse todavía, pero no se utilizan y su propietario los considera no deseados porque las existencias son superiores a las necesidades, porque se ha resuelto el problema de la plaga, porque existen obstáculos logísticos para su distribución, porque la formulación no es adecuada para el equipo de aplicación, etc. Aunque tales productos no tengan un uso inmediato, puede darse el caso de que estén en buenas condiciones y sean potencialmente utilizables sin poner en peligro el medio ambiente o la seguridad de los trabajadores. Tales productos no deberán considerarse en desuso hasta que se haya establecido que no existen soluciones a los problemas que impiden su utilización (por ejemplo, distribución más eficaz, reenvasado, adquisición de un equipo de aplicación diferente o nueva formulación del producto para conseguir que sea utilizable con el equipo de aplicación disponible, o uso alternativo). Por consiguiente, los plaguicidas no deseados no son necesariamente plaguicidas en desuso. No obstante, las existencias que en principio son utilizables todavía, pero no se utilizan, corren un alto riesgo de quedar en desuso como resultado de un almacenamiento prolongado. En la Figura 1 se ofrece un árbol de decisiones para determinar cuándo están en desuso los plaguicidas.

No siempre es fácil establecer si unas existencias antiguas se han deteriorado hasta tal punto que han quedado inutilizables. Salvo que en la etiqueta figure una indicación en contrario, los productos tienen normalmente una duración máxima de dos años a partir de la fecha de su distribución, tiempo durante el cual el fabricante garantiza la calidad del producto siempre que se almacene de acuerdo con las instrucciones que figuran en la etiqueta. Estas instrucciones pueden referirse, por ejemplo, a la temperatura, la humedad, la luz y la exposición directa a la luz del sol. Un período de almacenamiento superior a dos años, o superior a la duración máxima indicada en la etiqueta, no implica automáticamente que esos productos se han degradado hasta el punto de ser inutilizables. A menudo los plaguicidas pueden almacenarse durante un período de tiempo mucho mayor que la duración en almacén indicada. En varias ocasiones, los resultados de los análisis han demostrado que existencias de organofosfatos con una antigüedad de cinco a siete años, para los que se indicaba una duración máxima de dos años, eran todavía utilizables. Sin embargo, puede también ocurrir lo contrario. Un almacenamiento con temperaturas muy altas puede acelerar el deterioro hasta tal punto que el producto resulta inutilizable antes de su fecha de caducidad. Por ejemplo, en el caso de ciertos productos o formulaciones, un aumento de la temperatura de 10 °C puede causar su descomposición a una velocidad dos o tres veces superior (GIFAP, 1985). Las temperaturas que se registran en el interior de los contenedores de los barcos o en almacenes deficientemente ventilados pueden llegar fácilmente a 40 °C o más en zonas tropicales si dichos contenedores están directamente expuestos a la luz del sol. Una humedad elevada, una exposición directa a la luz del sol y unas fuertes oscilaciones de la temperatura pueden también acortar la duración en almacén. Por consiguiente, esta duración depende de una serie de factores que no siempre pueden controlarse, vigilarse o predecirse, motivo por el cual las etiquetas suelen indicar la fecha de fabricación o distribución en lugar de la fecha de caducidad. Las etiquetas pueden indicar también la «fecha de ensayo», es decir la fecha en que los resultados de los análisis confirmaron que el producto no había sufrido una desviación respecto de sus especificaciones originales o que el margen de la desviación era aceptable.

Los productos que se han deteriorado como resultado de cambios físicos pueden identificarse sin dificultad: es posible que en formulaciones líquidas originalmente transparentes se hayan formado copos, cristales o emulsiones, que las emulsiones hayan precipitado, solidificándose en la pared interna del envase, y que los productos en polvo se hayan solidificado después de humedecerse. Más difícil es identificar los productos cuyas propiedades químicas han cambiado (por ejemplo, descomposición del ingrediente activo), mientras que las propiedades físicas se han mantenido intactas. En tales casos suele ser necesario realizar análisis químicos en un laboratorio para establecer si el producto es todavía utilizable. Las especificaciones de la FAO para productos destinados a la protección de las plantas (FAO, 1995; serie de Estudios FAO sobre esta materia) ofrecen orientación sobre las tolerancias permitidas para el contenido de ingrediente activo, las impurezas y las propiedades físicas.

En algunos casos, una disminución de la concentración del ingrediente activo puede compensarse con un aumento proporcional del volumen aplicado, siempre que los productos de descomposición del ingrediente activo no aumenten la toxicidad del producto más allá de unos límites aceptables.

Magnitud del problema de los plaguicidas en desuso

Casi todos los países en desarrollo y en transición tienen existencias de plaguicidas en desuso. Las cantidades almacenadas en los distintos países varían entre unas pocas toneladas y varios millares. En 1994, la FAO llevó a cabo un inventario de los plaguicidas en desuso en Africa y el Cercano Oriente. Los resultados de este inventario indicaron que el volumen total de los plaguicidas en desuso en Africa excede probablemente de 15 000 toneladas. En 1993, por lo menos 3 países de Asia tenían un volumen de plaguicidas en desuso del orden de las 5 000 a las 10 000 toneladas cada uno. Informaciones no confirmadas de países de Europa oriental indican que varios de ellos poseen cantidades muy grandes. El total en los países que no son miembros de la OCDE puede muy bien superar las 100 000 toneladas. Además, hay grandes cantidades de suelo fuertemente contaminado y miles de envases vacíos contaminados que deben considerarse desechos peligrosos. En muchos casos es necesario tratar el suelo contaminado del mismo modo que los plaguicidas en desuso.

En el momento de publicar estas directrices, 28 países de Africa habían presentado inventarios completos. Una extrapolación de las cifras de los inventarios permite estimar el total para Africa en unas 15 000 toneladas de plaguicidas en desuso declarados. Sin embargo, la experiencia enseña que cuando se realizan inspecciones detalladas suelen encontrarse cantidades más elevadas. Además, la cifra no incluye grandes cantidades de materiales y suelo contaminados que es necesario eliminar del mismo modo que los plaguicidas.

FIGURA 1. Arbol de decisiones para determinar cuándo están en desuso y han de ser eliminados los plaguicidas

Entre los tipos comunes de plaguicidas en desuso figuran compuestos organoclorados como el DDT, la dieldrina y el HCH, que han sido retirados o prohibidos por motivos de salud pública o ambientales. Los países situados en la zona de la langosta migratoria tienen todavía grandes cantidades de estos compuestos, remanentes de antiguas existencias estratégicas para la lucha contra esa plaga. En varios casos, estas existencias se constituyeron hace más de 20 años.

Otro grupo importante es el de los organofosfatos y los carbamatos que se han deteriorado como consecuencia de un almacenamiento prolongado o inadecuado.

En muchos casos, los plaguicidas en desuso se almacenan en condiciones que no cumplen las normas básicas para el almacenamiento inocuo y responsable de esas sustancias peligrosas. Los almacenes están a menudo mal ventilados o no tienen piso de cemento. En muchos lugares, los plaguicidas en desuso se han almacenado al aire libre. Los bidones están a menudo corroídos o abombados como resultado del calor. Los sacos están con frecuencia rasgados o deteriorados. Es frecuente encontrar envases que pierden. En ciertos casos, la pérdida ha sido tan grande que el piso del almacén está completamente cubierto de plaguicidas y grandes superficies de paredes y pisos de cemento han quedado saturadas. Muchos almacenes carecen de instalaciones básicas para afrontar dicha pérdida u otras situaciones de urgencia de manera segura y apropiada.

Causas del problema

Son muchos los factores que han contribuido a la acumulación de las existencias actuales de plaguicidas en desuso. A continuación se indican algunos de los más frecuentes:

· prohibición o limitación severa del uso de productos, mientras todavía se poseían existencias;

· almacenes inadecuados y mala gestión de las existencias;

· productos o envases inadecuados;

· donaciones o compras superiores a las necesidades.

Una coordinación inadecuada entre los organismos de asistencia y en el seno de éstos ha contribuido a un exceso de donaciones, mientras que la industria de los plaguicidas ha influido en el suministro excesivo o innecesario de estos productos.

Para un análisis detallado de las causas de la acumulación de plaguicidas en desuso y recomendaciones para prevenirla, véanse las Provisional guidelines on prevention of accumulation of obsolete pesticide stocks (FAO, 1995a). Para un resumen, véase el Recuadro 5, pág. 34.

Peligros que entrañan los plaguicidas en desuso

Los recipientes que pierden y los sacos rasgados pueden aumentar seriamente los riesgos profesionales y afectar a la salud del personal que trabaja en lugares de almacenamiento y otras personas que entran casualmente en contacto con los plaguicidas. Además, representan a menudo un peligro general de mayor alcance para la salud pública y el medio ambiente. Entre los factores que determinan el grado de peligro se incluyen los siguientes:

· volumen de los plaguicidas, estado de los recipientes y envases e importancia de la pérdida;

· toxicidad de los productos;

· comportamiento del producto en el medio ambiente (persistencia, movilidad en el suelo, solubilidad en el agua, volatilidad);

· lugar de almacenamiento (dentro o fuera de un almacén) y material del piso (grado de permeabilidad);

· proximidad del lugar de almacenamiento a zonas densamente pobladas (algunos almacenes están situados en zonas urbanas o aldeas, o en sus cercanías);

· nivel de las aguas subterráneas y proximidad del lugar de almacenamiento a masas de agua (algunos almacenes están situados sobre instalaciones de riego, junto a un río o en un puerto).

CUADRO 1
Definición de las existencias sobre la base de la clasificación de la OMS de los plaguicidas en función de los peligros que entrañan

Clase de peligro según la OMS

Grandes cantidades

Pequeñas cantidades

Extremadamente peligrosas



Altamente peligrosas

> 2,5 kg/litro

< 2,5 kg/litro

Moderadamente peligrosas

> 10 kg/litro

< 10 kg/litro

Ligeramente peligrosas



Menos peligrosas que las de la Clase III

> 25 kg/litro

< 25 kg/litro

Eliminación de plaguicidas

Las existencias de plaguicidas en desuso, especialmente si sus envases pierden o están deteriorados, deben ser confinadas y eliminadas de inmediato. Lamentablemente, no existen métodos para eliminar fácilmente los plaguicidas que sean seguros, baratos y generalmente aplicables en las circunstancias reinantes en los países en desarrollo. Por otra parte, existen varios métodos que no deben utilizarse en modo alguno, como la quema al aire libre o el enterramiento, porque podrían causar graves daños a la salud pública y al medio ambiente. En los capítulos que siguen se ofrece una orientación sobre lo que ha de hacerse con las existencias de plaguicidas en desuso. Se tiene la intención de actualizar estas directrices cuando estén disponibles nuevas tecnologías que tengan un costo aceptable y puedan aplicarse sin riesgo en los países en desarrollo.

Por lo que respecta a los métodos de eliminación disponibles, la situación es distinta si las cantidades del producto que ha de eliminarse son grandes o pequeñas. Los métodos de eliminación para grandes cantidades son más limitados porque las necesidades de adoptar medidas de seguridad son mayores. Los métodos de eliminación de algunos productos pueden considerarse aceptables para pequeñas cantidades, pero no para grandes cantidades. El que una cantidad se defina como grande o pequeña depende de los peligros para la salud y el medio ambiente que entraña el producto. En el Cuadro 1 se indica cómo se definen las existencias sobre la base de la clasificación de la OMS de los plaguicidas en función de los peligros que entrañan.

Estas directrices abordan en particular el problema de las grandes cantidades. En el Anexo 2 se ofrecen recomendaciones sobre lo que ha de hacerse en el caso de las pequeñas cantidades.


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