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Myers responde a Lugo y Brown

1. Lugo y Brown empiezan diciendo que yo considero que, en los ecosistemas forestales tropicales, la acción del hombre es, por definición, «destructora y equivocada», y «perjudicial». Lo que el Comité de Ciencias de la Academia Nacional de los Estados Unidos me encomendó fue describir una situación, y no averiguar sus causas y efectos, ni presentar propuestas para resolver problemas. Como disponía para mi informe de muy poco tiempo y de un presupuesto insólitamente reducido, se me pidió que limitara mis actividades a documentar los coeficientes de conversión de los bosques tropicales húmedos, especialmente de los bosques primarios, es decir no alterados. En otras palabras: concentrarme en la cuestión de hasta qué punto la acción del hombre transforma los bosques primarios a partir de su estado «natural», sin hacer ninguna valoración de las repercusiones de la importante acción del hombre sobre los ecosistemas forestales.

Esto no quiere decir que yo no tenga opiniones definidas sobre la función del hombre, tanto real como potencial, en los bosques tropicales. Sobre esta las he expuesto en una serie de trabajos, de los cuales se incluye una selección al final del texto. Como resumen de esas opiniones, yo había dicho, en un trabajo que preparé para una reunión de expertos del PNUMA sobre bosques tropicales - a la que contribuyeron la FAO y la Unesco - que «los bosques tropicales son una de las riquezas naturales más valiosas de la tierra: pueden proporcionar muchas clases de bienes y servicios a las poblaciones humanas, tanto en los países del biomedio como al resto de la humanidad, ahora y siempre. Pueden contribuir no sólo al progreso material inmediato sino también al progreso futuro de la calidad de la vida, y es difícil que cualquier otra reserva de riqueza natural ofrezca una serie tan extensa de posibles beneficios para tanta gente. Sin embargo, los bosques tropicales están entre los recursos naturales de la tierra menos explotados, y no han sido objeto de estrategias integradoras para obtener el máximo aprovechamiento. Tampoco se los ha sometido a una ordenación, con miras a los diversos bienes y servicios que pueden proporcionar, ni han sido explotados mediante una planificación sistemática que mantenga su productividad. Su contribución potencial al bienestar de la humanidad ha sido escasamente aprovechada, y esta es, sin duda, una de las tareas más prometedoras para la estrategia internacional para el desarrollo de los años ochenta».

La percepción a distancia

2. Lugo y Brown afirman que mi informe exagera su capacidad para resolver problemas ya encontrados por anteriores estudios, y que mis métodos de documentación no son diferentes de otros anteriores. Ninguno de los estudios anteriores que hayan incluido el biomedio han utilizado los datos de percepción a distancia, que yo sepa, y en particular los de Sommer (1976) y Persson (1974) citados por Lugo y Brown (¿por qué no citan, además, los de Persson de 1975 y 1977?). Secciones apreciables de mi informe se basan en parte, si no en su totalidad, en los datos estadísticos proporcionados por los satélites, fotografías aéreas, el radar de visión la terral y otras técnicas de percepción a distancia, y he consagrado ocho páginas a la evaluación específica de las capacidades de percepción a distancia. La proporción de biomedio que he estudiado valiéndome de la percepción a distancia es del 42 %, seguramente un considerable adelanto sobre el estado de nuestros conocimientos a mediados del decenio de 1970.

Cuantificación

3. Lugo y Brown siguen diciendo que mi trábalo es «menos cuantitativo y menos analítico que otros anteriores». Creo que mi informe, con su extensa documentación de estudios cuantitativos, contiene más conclusiones sustanciales y válidas, de carácter cuantitativo, que otros trabajos anteriores. Como Sommer y Persson admiten con frecuencia, su documentación era forzosamente obtenido de lo que Sommer describe como una «masa de datos incompletos, y de varias hipótesis... que daban resultados más bien aproximados, con muy pocos hechos... y sin ninguna respuesta clara». Persson hace comentarios análogos: estos dos investigadores no tuvieron sencillamente acceso a los métodos completos y sistemáticos, como los que utilizan técnicas de percepción a distancia, ni tampoco pudieron aprovechar gran número de informes preparados recientemente in situ por profesionales, en total varios centenares (mis veintiún páginas de referencias dan una idea del enorme número de estas informaciones).

A menudo un juicio cualitativo puede ser al menos tan sólido como una evaluación cuantitativa.

He procurado al mismo tiempo evitar el empleo de datos de carácter cuantitativo por el mero placer de la cuantificación, por considerar que un juicio cualitativo puede muchas veces ser al menos tan sólido. como una evaluación cuantitativa, y con menos probabilidades de incurrir en error. Lugo y Brown tratan de remediar las supuestas deficiencias de carácter cuantitativo del informe reuniendo los datos publicados en mi propio informe y en el informe de Sommer (¿y por qué no el de Persson, que daba muchas más datos que Sommer?) en su Cuadro 1. Pero el grado de fiabilidad de los datos de mi informe que ellos utilizan varía desde el 90%, para algunos países, a sólo el 60%, o menos, para otros, diferencia que Lugo y Brown no señalan en sus notas al cuadro, como si todos los datos tuvieran la misma exactitud. Además, y por motivos que no explican, Lugo y Brown no recogen los datos sobre los cuales doy pruebas estadísticas en mi informe, y para determinados países, dan a entender que no tenía ningún dato que ofrecer, incluso cuando en las secciones correspondientes de mi informe se especifican claramente tales datos: ¿por qué Lugo y Brown han compilado su cuadro tan arbitrariamente?

4. Lugo y Brown alegan que mi definición de los bosques tropicales no coincide con algunos de los criterios de Holdridge sobre las zonas biológicas que ellos prefieren ostensiblemente. Yo utilizo una clasificación resumida preparada por la Unesco, la FAO y otras diez autoridades científicas en este dominio, cuyos detalles se incluyen en el texto.

«Conversión»

5. En lo que respecta a cómo empleo el término «conversión», Lugo y Brown afirman que mientras defino este término con gran extensión, como otros muchos términos, utilizo poco las definiciones del texto. En mi capítulo sobre los métodos, declaro que he tratado de tener en cuenta los numerosos significados del término «conversión», entre otros, y que, a pesar de ello, en un estudio en que deban considerarse otras muchas variables no se pueden clasificar todos los cambios de las formaciones forestales ateniéndose a los tipos de explotación y de los terrenos forestales que se practican en los países del biomedio, pero, donde ha sido posible, las diferencias en cuestión se han descrito en los perfiles de los países que componen mi informe. De hecho, establezco distinciones entre los tipos forestales, comunidades, grado de explotación por parte del hombre, y sus consecuencias, etc., que se detallan explícita, y con frecuencia detenidamente, en la mayor parte de tales perfiles.

Lugo y Brown apoyan sus críticas diciendo que cuando discuto la recolección de la madera no establezco diferencias entre los numerosos grados de su explotación comercial. En mi capítulo sobre la función del comercio maderero, indico que el número de especies arbóreas comerciales del sudeste de Asia es casi el triple de las de Africa y que los daños irreversibles a los árboles residuales pueden variar de uno a dos tercios. En el resumen de dos páginas que dedico a esta cuestión, digo: «Es evidente que los efectos de la explotación comercial de la madera varían de una zona a otra: en algunas, representan sólo una ligera modificación del bosque, mientras que en otras llegan a una fuerte degeneración».

Lugo y Brown me imputan también que no distingo entre zonas forestales en las que se cortan varios árboles y zonas forestales en las que se cortan todos los árboles. En el capítulo dedicado a la función de la cría de bovinos, e independientemente de haber aplicado porcentajes de extracción muy diferentes para la explotación comercial de la madera en cada una de las tres principales regiones en cuestión, indico que dicha cría, como modo de explotación de los bosques, lleva implícita, evidentemente, la total eliminación del bosque, a fin de dejar sitios para que el hombre pueda establecer pastizales, y que tal cría se practica en varios sectores de Centroamérica y de la Amazonia, no así - o bien apenas - en las otras dos regiones principales. Cito datos y doy indicaciones estadísticas de la cantidad de bosques existentes en cada uno de los ocho principales países de América Latina donde se cría el ganado vacuno.

Trato en forma análoga la agricultura forestal, es decir los cultivos en pequeña escala como tipo de explotación forestal que lleva también implícita la eliminación de la cubierta forestal original. Presento datos que demuestran que este tipo de conversión está invadiendo el sur y el sudeste de Asia, y también Africa occidental, pero menos, a veces incluso mucho menos, en Africa central y en gran parte de la América Latina tropical.

En resumen: presento una cantidad considerable de datos y de análisis de los tipos y grados de conversión en diversos sectores del biomedio, contrariamente a lo que afirman Lugo y Brown de que mi cálculo de la conversión general no ha sido valorado detalladamente en ninguna parte de mi libro, salvo en el solo caso en que doy una cifra para el coeficiente de conversión total.

Además, la única vez que doy una cifra para el coeficiente de conversión total del biomedio, por ejemplo, veinte millones de hectáreas al año, lo hago exclusivamente - como preciso en el texto con el fin de poner de manifiesto la posible disminución de las actividades del hombre en el biomedio, lo que implica una mejor planificación de la ordenación de los recursos forestales, y políticas de desarrollo más intensas. Y como no se trata de un «cálculo aleatorio» ni mucho menos, al principio del informe subrayo que no considero profesionalmente pertinente proponer, a lo largo del texto, una «cifra importante» para la superficie forestal que se convierte cada año, porque tales conclusiones estadísticas, no reflejan, a menudo, más que una «exactitud ficticia».

«Se me encargó... describir la situación no averiguar sus causas y efectos»

6. Lugo y Brown alegan que «no se tiene en cuenta la rápida regeneración de los bosques tropicales». En mi segundo capítulo digo que «cuando ya se ha talado un bosque primario tropical, y se deja renacer la vida vegetal, se produce una rápida acumulación de nueva biomasa, que alcanza su máximo a los quince años aproximadamente». Más adelante, digo que «pueden hacerse varias preguntas importantes... por ejemplo, ¿en qué grado la disrupción moderna, comparada con las actividades anteriores del hombre, conducen a un empobrecimiento bioecológico significativo, y con qué rapidez pueden recuperarse los diferentes tipos de bosques de los diferentes tipos de intrusión?». Vuelvo a tratar de esta cuestión en varios perfiles de países.

7. Lugo y Brown consideran que «la discusión de Myers es casi siempre anecdótica». Mi estudio se basa en entrevistas con unos trescientos profesionales de los bosques tropicales, muchos de ellos con años de experiencia práctica. He consultado también casi mil piezas de correspondencia con reconocidas autoridades en silvicultura tropical. Se da, además, una lista de referencia de más de cuatrocientos temas tomados de las publicaciones profesionales, casi todos ellos de fecha posterior a 1975 y que, por lo tanto, pueden considerarse como fuentes de información actuales.

En el caso particular de los agricultores forestales, Lugo y Brown dicen que «gran parte del cálculo de Myers se basa exclusivamente en opiniones y, por consiguiente, está sujeto a grave error (véanse las páginas 25-26)». En esas páginas, cito más de veinte informes en apoyo de mi estimación, y varios de esos puntos cumplen las normas profesionales de las publicaciones de la FAO. Reconozco, además, que algunas de las informaciones no pueden considerarse como definitivas, y en tales casos preciso que a según estimaciones preliminares I), etc.

En lo que respecta a la exactitud general de las informaciones recogidas para un informe como éste, digo, nada más empezar mi informe, que «muchas informaciones, aunque aparentemente plausibles a primera vista, es probable que no sean más que estimaciones bien fundadas, y que debe verificarse la fuente de tales informaciones, preferentemente comparándolas con otras fuentes independientes, antes de poderlas aceptar como hechos. Dicho brevemente: toda información sobre la que se tengan dudas, tiene que considerarse como culpable hasta que se demuestre que es inocente. En otras palabras, este método significa que muchas apreciaciones estadísticas no deben tomarse como datos precisos, aunque pueden tener un valor de indicadoras de un aspecto general de la situación». Reitero esta importante salvedad en otros muchos puntos del texto.

Lugo y Brown continúan diciendo que «asimismo, en el caso de países como el Brasil, el cálculo de la despoblación forestal se basa en los juicios de varios funcionarios y autoridades consultadas y en informes de organismos que no se han publicado». Los funcionarios y autoridades en cuestión son destacados representantes de los principales organismos gubernamentales activos en la Amazonia brasileña y personas que, tanto dentro del Brasil como fuera de él, se consideran como representantes de opiniones profesionales autorizadas. Los informes de los organismos eran documentos publicados por los órganos nacionales que se ocupan del desarrollo de la Amazonia y del desarrollo forestal, de investigaciones espaciales, o que ejercen otras actividades forestales. Ninguna de las veinte o más personas que revisaron mi manuscrito - varias de ellas con una extensa experiencia en la Amazonia brasileña - dudaron en ningún momento de la fiabilidad de las personas antedichas, y por otra parte, Lugo y Brown no proponen tampoco otras fuentes de información, ni mucho menos presentan conclusiones discrepantes para el Brasil.

8. Lugo y Brown dicen que «no se puede aceptar sin reservas el pronóstico de Myers de una deforestación total de los bosques tropicales en veinte años». En mi capítulo sobre los métodos afirmo que la «conversión» puede consistir no sólo en la «transformación fundamental» sino también en una «modificación marginal», y demuestro a continuación que algunos cambios pueden durar poco tiempo, y permitir que el bosque se reponga en un plazo de pocos años. He tenido cuidado de evitar, en todo el informe, expresiones tajantes tales como «devastación total», y en el capítulo resumen digo a en pocas palabras, el resultado general (de las futuras tendencias de aprovechamiento de la tierra en los bosques tropicales) será probablemente muy desigual, tanto en términos de zonas geográficas como de grado de conversión... En Africa central, pueden quedar grandes zonas forestales poco alteradas a finales del siglo. Análogamente, la parte occidental de la Amazonia brasileña puede sufrir sólo cambios moderados... La situación presenta grandes diferencias entre las tres regiones principales y dentro de ellas, así como dentro de algunos países.

Es necesario tener presente que los tipos de explotación pueden cambiar, y sería equivocado imaginar el futuro como una simple extrapolación de la situación actual s.

9. Lugo y Brown dicen que a en lugares como Puerto Rico, a pesar de la pérdida del 90% de la cubierta forestal original, no ha habido una importante pérdida de especies s. No indican si su afirmación está basada en inventarios completos de las especies existentes en los bosques primitivos y en los bosques actuales. Los taxonómicos y sistematizados consideran, con arreglo a una estimación general basada en una encuesta por muestreo, que sólo se han identificado hasta ahora tal vez menos de un sexto de las especies tropicales. Lugo y Brown se preguntan si «puede considerarse esta adaptabilidad (en Puerto Rico) como una de las propiedades de las islas» y no saben que la extensa literatura sobre la biogeografía de la isla demuestra, basándose en las experiencias obtenidas en muchas partes del mundo, que cuando un fragmento de hábitat natural queda reducido a una isla, ya sea por procesos geofísicos, por la actividad del hombre, o por cualquier otra causa, hay una marcada pérdida de especies, y que las «islas» más sensibles están situadas en el biomedio forestal tropical.

10. Lugo y Brown afirman que los cambios de los bosques tropicales «no alteran necesariamente los depósitos de carbono ni las superficies de los bosques, porque éstos no se convierten en suelo raso sino en bosques secundarios que crecen rápidamente y almacenan importantes cantidades de carbono». En mi informe, como ya indiqué, se reconoce que la repoblación forestal puede ser a veces muy rápida, pero en muchos casos, la intrusión del hombre en los bosques tropicales, especialmente para cultivos en pequeña escala, puede llegar a ser tan intensa, y al mismo tiempo tan extensa, que la cubierta forestal queda con muy pocas posibilidades de regeneración. La aceleración de esta tendencia se ha documentado ampliamente en un seminario sobre bosques tropicales y dióxido de carbono que se celebró en diciembre de 1980 cerca de Boston, y en el que participamos Brown y yo. La despoblación forestal se está produciendo en un gran número de países con bosques tropicales, y en los informes sobre algunos casos se encuentran detalles abundantes. Gran parte de la biomasa forestal se está convirtiendo en carbono atmosférico en muchos territorios extensos - por ejemplo, sólo en Indonesia, entre 281000 y 370 000 km²) mediados los años setenta - dejando una cubierta de vegetación que sólo contiene una fracción de la biomasa y el carbono.

11. Por razones de espacio, no puedo responder detalladamente a todas las críticas hechas por Lugo y Brown. Cualquier lector que necesite más aclaraciones puede escribirme a: P.O. Box 48197, Nairobi (Kenya).

Como comentario conclusivo, considero que Lugo y Brown se limitan prácticamente en su crítica a precisar por qué consideran insuficientes mis conclusiones, pero sin presentar casi nada que pueda considerarse como nuevo: de hecho a sus preguntas «¿son los bosques tropicales ecosistemas amenazados, o es que los científicos están induciendo al público a error?... ¿Hasta qué punto podemos aprovechar estos magníficos ecosistemas sin dañarlos o sin perjudicarnos a nosotros mismos?», admiten que no pueden dar ninguna respuesta. En su frase final expresan la esperanza de que cuando se intente en el futuro hacer una valoración de los bosques tropicales, «se dedique menos tiempo a la retórica y más al análisis». ¿No podría aplicarse también este comentario final a los propios escritores?

10 de febrero de 1981

DR. NORMAN MYERS
Consultor para el Desarrollo y Medio Ambiente
P.O. Box 48197
Nairobi
Kenya

Referencias

1978a Forests for People. New Scientist 80:951-953.

1978b Foresters and tropical forests. Editorial de New Scientist, 30, 666, noviembre.

1978c Whose hand on the axe? Mazingira 6:66-73.

1979 Tropical moist forests: we all gain or lose together. Reports (publicación periódica de International Development Research Center, Ottawa), 8(3):3-5.

1981 Development rather than depletion for tropical moist forests? (en prensa)

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